Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
- Oh no, adiós a mi tranquilidad. - pensó la mujer bestia, en cuanto descubrió que la muchacha de grandes ojos azules no iba a ocuparse de su hacha, ni tampoco su compañera. El herrero que mejoraría su arma era un hombre joven y bien parecido, lo suficiente como para que la morena se pusiese ligeramente nerviosa y empezase a juguetear con un mechón de su cabello sin saber qué hacer o decir.
¿A quién pretendía engañar?, el rubor ya se había apoderado de sus mejillas y si trataba de entablar conversación con aquel extraño probablemente acabase balbuceando de forma ininteligible, así que optó por no abrir la boca y dio las gracias interiormente a la chica en cuanto ésta explicó el motivo que la había traído hasta aquel puesto en particular.
Con Segadora ya sobre el mostrador, Ava aguardó hasta que el artesano terminó de revisar las espadas de Karen, consiguiendo que la cuerva palideciese repentinamente al ver como una de ellas se rompía al chocar contra el yunque. Una parte de ella quiso recuperar el arma que había entregado y marcharse a otro taller antes de que corriese la misma suerte, pero por alguna razón decidió dar un voto de confianza al supuesto aprendiz y rezar a los espíritus guías para que protegiesen su más preciada pertenencia.
El recuerdo de su padre la asaltó al pensar en el día en que había recibido aquella preciosa obra de arte, quizá no fuese la mejor del mercado ni la más eficaz pero tenía un valor sentimental que superaba cualquier cosa.
Sabiendo que tendría que esperar su turno se quedó observando la labor del herrero, no porque fuera guapo, que sí, se lo parecía, sino para aprender algo del oficio viéndolo en acción y tratar de memorizar el proceso que llevaba la forja de una nueva pieza. Fundir el metal, fabricar el molde y rellenarlo con él, enfriarlo rápidamente y martillear hasta obtener la forma deseada, parecía fácil pero solo con el calor y el esfuerzo cualquiera podía acabar agotado.
- Si trabajase en una forja tendría que ser al aire libre. - musitó la mujer bestia, acordándose de lo sensibles que podían ser sus alas, las cuales mantenía todo el tiempo plegadas en torno a su cuerpo para ocupar el menor espacio posible y no molestar a los transeúntes.
Nada más arreglar las hojas de la hechicera, el joven se acercó al mostrador para tomar la pesada hacha y hacer una pregunta a su dueña, cuestión a la cual Ava respondió asintiendo con la cabeza para no quedar en ridículo si trataba de hablar y no lo conseguía. De nuevo el aprendiz se puso manos a la obra, y con cierto temor, los brillantes orbes ambarinos que adornaban el rostro de la cuerva lo siguieron durante todo el proceso, mientras inconscientemente, retorcía con los dedos la punta de su cinturón.
- No la romperá, padre la hizo, aguantará mejor que ese par de espadas. - trató de convencerse, pero solo pudo respirar aliviada cuando el hombre regresó para devolverle a Segadora. Inmediatamente, la morena sujetó con ambas manos el mango y la levantó, notando al instante que ahora era considerablemente más pesada, tanto como para que le costase un poco enganchársela a la espalda. - Gra…gra..gracias. - consiguió pronunciar, entregando el pago convenido antes de darse la vuelta para largarse de aquel puesto y poder calmarse.
Pero antes de que pudiese poner pies en polvorosa, Karen reparó en su presencia y la saludó animadamente, aproximándose a ella como si fuera a darle un abrazo, gesto que no llegó a completar, seguramente porque recordaba lo incómoda que se sentía con el contacto físico entre extraños. - Yo también me alegro de verte. - dijo con sinceridad, ofreciendo a la chica una amable sonrisa. - ¿Un paseo? Suena bien, además todavía tengo que encontrar un negocio en que me encanten el hacha para que sea más ligera. - continuó, poniéndose en marcha sin saber exactamente hacia dónde debía ir.
Sus pasos la llevaron a través de la multitud mientras relataba a Karen lo sorprendida que estaba con Lunargenta y lo diferente que era en comparación a su hogar. - ¿Qué hay de ti? ¿también estás de visita en la capital? - preguntó, segundos antes de que uno de los talleres llamase su atención, quizá porque el propietario era otro miembro de su raza.
Ava alzó la vista para leer el cartel que había sobre el puesto y sin pensárselo dos veces dirigió sus pasos hacia el hombre bestia perro que atendía a los clientes. - Buenos días, ¿podría hacer algo para que mi hacha pese menos? Un encantamiento o infusión, lo que sea. - pidió, descolgando el arma y depositándola al alcance del artesano. Era sorprendente lo sencillo que le resultaba tratar con los de su especie, ni siquiera sabía por qué pasaba pero agradecía estar entre los suyos, puede que el haberse criado rodeada de congéneres la hubiese ayudado a no desarrollar con ellos el mismo problema que tenía con los varones del resto de razas.
Pago a Eltrant los 120 aeros, interactúo con Karen y visito el taller de Asher para adquirir la Infusión de pluma y ponérsela al hacha.
¿A quién pretendía engañar?, el rubor ya se había apoderado de sus mejillas y si trataba de entablar conversación con aquel extraño probablemente acabase balbuceando de forma ininteligible, así que optó por no abrir la boca y dio las gracias interiormente a la chica en cuanto ésta explicó el motivo que la había traído hasta aquel puesto en particular.
Con Segadora ya sobre el mostrador, Ava aguardó hasta que el artesano terminó de revisar las espadas de Karen, consiguiendo que la cuerva palideciese repentinamente al ver como una de ellas se rompía al chocar contra el yunque. Una parte de ella quiso recuperar el arma que había entregado y marcharse a otro taller antes de que corriese la misma suerte, pero por alguna razón decidió dar un voto de confianza al supuesto aprendiz y rezar a los espíritus guías para que protegiesen su más preciada pertenencia.
El recuerdo de su padre la asaltó al pensar en el día en que había recibido aquella preciosa obra de arte, quizá no fuese la mejor del mercado ni la más eficaz pero tenía un valor sentimental que superaba cualquier cosa.
Sabiendo que tendría que esperar su turno se quedó observando la labor del herrero, no porque fuera guapo, que sí, se lo parecía, sino para aprender algo del oficio viéndolo en acción y tratar de memorizar el proceso que llevaba la forja de una nueva pieza. Fundir el metal, fabricar el molde y rellenarlo con él, enfriarlo rápidamente y martillear hasta obtener la forma deseada, parecía fácil pero solo con el calor y el esfuerzo cualquiera podía acabar agotado.
- Si trabajase en una forja tendría que ser al aire libre. - musitó la mujer bestia, acordándose de lo sensibles que podían ser sus alas, las cuales mantenía todo el tiempo plegadas en torno a su cuerpo para ocupar el menor espacio posible y no molestar a los transeúntes.
Nada más arreglar las hojas de la hechicera, el joven se acercó al mostrador para tomar la pesada hacha y hacer una pregunta a su dueña, cuestión a la cual Ava respondió asintiendo con la cabeza para no quedar en ridículo si trataba de hablar y no lo conseguía. De nuevo el aprendiz se puso manos a la obra, y con cierto temor, los brillantes orbes ambarinos que adornaban el rostro de la cuerva lo siguieron durante todo el proceso, mientras inconscientemente, retorcía con los dedos la punta de su cinturón.
- No la romperá, padre la hizo, aguantará mejor que ese par de espadas. - trató de convencerse, pero solo pudo respirar aliviada cuando el hombre regresó para devolverle a Segadora. Inmediatamente, la morena sujetó con ambas manos el mango y la levantó, notando al instante que ahora era considerablemente más pesada, tanto como para que le costase un poco enganchársela a la espalda. - Gra…gra..gracias. - consiguió pronunciar, entregando el pago convenido antes de darse la vuelta para largarse de aquel puesto y poder calmarse.
Pero antes de que pudiese poner pies en polvorosa, Karen reparó en su presencia y la saludó animadamente, aproximándose a ella como si fuera a darle un abrazo, gesto que no llegó a completar, seguramente porque recordaba lo incómoda que se sentía con el contacto físico entre extraños. - Yo también me alegro de verte. - dijo con sinceridad, ofreciendo a la chica una amable sonrisa. - ¿Un paseo? Suena bien, además todavía tengo que encontrar un negocio en que me encanten el hacha para que sea más ligera. - continuó, poniéndose en marcha sin saber exactamente hacia dónde debía ir.
Sus pasos la llevaron a través de la multitud mientras relataba a Karen lo sorprendida que estaba con Lunargenta y lo diferente que era en comparación a su hogar. - ¿Qué hay de ti? ¿también estás de visita en la capital? - preguntó, segundos antes de que uno de los talleres llamase su atención, quizá porque el propietario era otro miembro de su raza.
Ava alzó la vista para leer el cartel que había sobre el puesto y sin pensárselo dos veces dirigió sus pasos hacia el hombre bestia perro que atendía a los clientes. - Buenos días, ¿podría hacer algo para que mi hacha pese menos? Un encantamiento o infusión, lo que sea. - pidió, descolgando el arma y depositándola al alcance del artesano. Era sorprendente lo sencillo que le resultaba tratar con los de su especie, ni siquiera sabía por qué pasaba pero agradecía estar entre los suyos, puede que el haberse criado rodeada de congéneres la hubiese ayudado a no desarrollar con ellos el mismo problema que tenía con los varones del resto de razas.
Pago a Eltrant los 120 aeros, interactúo con Karen y visito el taller de Asher para adquirir la Infusión de pluma y ponérsela al hacha.
Ava Kenrith
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Las voces y anuncios de Catherine, por mucho que mantuvieran a Níniel con un sempiterno rubor en el rostro que aumentaba o disminuía en base a lo atrevida o agresiva que la felina fuese, eran realmente efectivas. En cuestión de pocos minutos toda una serie de curiosos y compradores se arremolinó en torno al puesto de las jóvenes, interesados por lo que allí vendían y, como no, por la propia muchedumbre congregada.
La pelirroja, por mucho que ayudara a la sacerdotisa en su taller, no era ninguna alquimista, ni tampoco sanadora, por lo que rápidamente se vio desbordada por el sin fin de preguntas y dudas sobre el funcionamiento o existencia de tal o cual cosa, comenzando enseguida a derivar las preguntas más "difíciles" para la elfa, mientras que ella pasó a centrarse en las ventas directas y en continuar con la promoción en cuanto el cambio de manos de las monedas de oro se lo permitía.
-¿Remedios para el mal de las manchas rojas? Póngase allí y mi hermana le atenderá.- Decía. -¿Aceites especiales para candeleros de minería? Sí, aquí mismo. Diez monedas el frasco.- Atendía de manera alegre y diligente. Sonriendo cada vez que su bolsa de aeros engordaba.
Interacción con Sango:
-El siguiente por favor.- Pidió Níniel con su siempre melodiosa voz tras despachar a la última clienta, una mujer de mediana edad que se marchó satisfecha por haber encontrado un remedio para la fiebre de su hijo pequeño a buen precio. -¿En qué puedo ayudarle?- Añadió a continuación, al ver como aquel humano de cabellos e incipiente barba rojizos parecía hallarse en las nubes mientras que ambos se miraban directamente a los ojos. Algo que para ella, como elfa, era un simple modo de demostrar sus buenas intenciones y su confianza.
-Mascar menta también ayuda a los dientes y con el mal aliento.- Asintió la joven peliblanca ante las palabras del humano y mientras buscaba de entre los pliegues de su propia ropa una pequeña bolsita y se la tendía. Ni siquiera mostró intención alguna de cobrarle por algo así. -No se preocupe, tengo mucha más. Suelo regalársela a los clientes de la clínica.- Afirmó la elfa. Si el aliento de algunos de ellos, especialmente los acostumbrados a beber, mejoraba para su próxima visita tanto mejor.
No obstante parecía que la menta no era el principal motivo de aquel hombre para visitar su puesto.
-Le entiendo. Puede que no lo parezca pero mi hermana y yo...-Dijo señalando a la hiperactiva mujer bestia a su lado. -...Solemos meternos en bastantes problemas. La magia de mi gente es muy efectiva para eso. En cuanto a algo que pueda llevar consigo sin problema...Se me ocurren varias opciones. Desde un elixir de sueño, hasta remedios menos...agresivos. Infusiones de alivio, que combaten el dolor y causan cierto adormecimiento. Leche del sueño, para un sueño profundo y reparador. O incluso pasta de alivio, un ungüento que causa alivio del dolor pero no sueño.- Enumeró la sacerdotisa, contenta de poder ofrecerle tan amplia variedad de opciones. -Dependiendo de sus necesidades y preferencias puedo ajustar también la concentración y dosis según lo necesite.- Añadió, hablando a continuación sobre el precio de cada producto ofertado. -Si le interesa, estaré aquí mismo.- Terminó de decir, dejándole un tiempo para pensar mientras atendía a otra clienta.
Pedido de Cryz:
-Veo que se lleva estupendamente con su alado compañero.- Ofreció a modo de amigable saludo la sacerdotisa al ver la manera de interactuar entre humana y bestia, acompañado sus palabras con una gran y sincera sonrisa. Claro que para muchos de los clientes cercanos, que un águila se acerque volando no era un acontecimiento tan agradable, aunque sin duda igual de majestuoso que para la hija del bosque.
-Es una larga lista, desde luego.- Confirmó la peliblanca, denotando que, cómo la mujer sugería, tardaría un poco en tener todo listo. -Las vendas no son ningún misterio y siempre tenemos de sobra preparadas.- Dijo sacando de bajo el mostrador un compacto rollo de vendas de tejido élfico y entregándoselas. -En cuanto al resto, no tardaré mucho en prepararlo. Si puede esperar unos momentos...Le recomiendo el estofado de carne del puesto de al lado. Es famoso en toda la ciudad.- Declaró antes de mirar de nuevo al otro humano por si ya se había decidido, percatándose de que ambos clientes parecían conocerse. -Vuelvo enseguida.- Volvió a decir. Entrando a su taller y poniéndose manos a la obra.
Las pasta de alivio menor era muy sencilla de elaborar. No necesitaba más que un poco de flor azul de montaña, machacada y mezclada en la proporción adecuada con lavanda y agua de manantial. Después solo era necesario destilarla con cuidado a temperatura constante, lo cual era la parte más larga del proceso, y mezclar el resultado con un espesante hasta tener una pasta de fácil aplicación.
A continuación molió semillas de cardo lanudo y las mezcló con algo de ajo y lavanda calcinada. Después añadió polvo fino de tórax de luciérnaga y añadió el resultado con medida precisión en un vial de agua destilada asegurando la concentración precisa en la disolución, agitando con cuidado hasta obtener una poción de color blanquecino. Elixir revitalizante menor.
Para el elixir menor de visión clara, polvo de ala de dardo azul y estambres de flor púrpura eran lo ideal. Debían molerse con mucha atención, pues de lo contrario las proporciones podían fallar y causar efectos adversos. Más de un alquimista novato había acabado con daños en los ojos por añadir demasiada flor purpura, o demasiado poca y tras ser iluminado de forma brusca por alguna antorcha o farol. En alquimia las proporciones eran vitales, y la diferencia entre la mejor pócima posible o algo que no le recomendarías ni al peor de tus enemigos. La experiencia era un grado también a ese respecto.
Por último quedaba fabricar el elixir de sueño menor. Un preparado que, si bien podía considerarse dentro de los venenos, en realidad estaba en una clase de limbo. Ciertamente podía usarse para dormir a alguien si lograbas que se lo bebiera, pero a diferencia de otros venenos aquel no podía ser usado sobre un arma o en algún dardo, por lo que era usado en medicina a menudo para dormir a los pacientes poco...colaborativos.
Sus ingredientes eran belladama, solo el tallo y con sus propiedades rebajadas con agua ducal para evitar una intoxicación grave, así como flores de la hermosa flor conocida como "campanilla de la muerte", molida y pasada por el calcinador por el mismo motivo que la belladama. Era vital realizar esos procesos con suma atención pues ambas plantas podían usarse también, mediante otra serie de procesos, para preparar venenos capaces de parar un corazón, incluso para siempre. De ahí la fama de ambas plantas en el legendario de Aerandir. Hasta el punto de que la presencia de estas flores era a menudo considerada como un mal presagio.
-Lamento la espera. Pero aquí está todo.- Se presentó al fin la peliblanca ante la clienta, comenzando a entregarla las pócimas y ungüentos para que supiera cláramente qué era cada cosa. -Cuidado con los efectos secundarios de los elixires de visión clara y revitalizante. El primero te hará vulnerable a exposiciones de luz fuertes pudiendo cegarte, y el segundo te causará un gran cansancio una vez que pasen sus efectos. Téngalo en cuenta.- La aconsejó antes de hacer cuentas.
-Todo serán un total de 170 aeros por favor.- Indicó.
OFF: Hablo con Sango para ofrecerle las distintas posibilidades a su pregunta, y Cumplo con el pedido de Cryz cobrando solo los materiales^^. Cumpliré con el resto de pedidos en el próximo post para cumplir con la norma del máximo de fabricaciones por post.
La pelirroja, por mucho que ayudara a la sacerdotisa en su taller, no era ninguna alquimista, ni tampoco sanadora, por lo que rápidamente se vio desbordada por el sin fin de preguntas y dudas sobre el funcionamiento o existencia de tal o cual cosa, comenzando enseguida a derivar las preguntas más "difíciles" para la elfa, mientras que ella pasó a centrarse en las ventas directas y en continuar con la promoción en cuanto el cambio de manos de las monedas de oro se lo permitía.
-¿Remedios para el mal de las manchas rojas? Póngase allí y mi hermana le atenderá.- Decía. -¿Aceites especiales para candeleros de minería? Sí, aquí mismo. Diez monedas el frasco.- Atendía de manera alegre y diligente. Sonriendo cada vez que su bolsa de aeros engordaba.
Interacción con Sango:
-El siguiente por favor.- Pidió Níniel con su siempre melodiosa voz tras despachar a la última clienta, una mujer de mediana edad que se marchó satisfecha por haber encontrado un remedio para la fiebre de su hijo pequeño a buen precio. -¿En qué puedo ayudarle?- Añadió a continuación, al ver como aquel humano de cabellos e incipiente barba rojizos parecía hallarse en las nubes mientras que ambos se miraban directamente a los ojos. Algo que para ella, como elfa, era un simple modo de demostrar sus buenas intenciones y su confianza.
-Mascar menta también ayuda a los dientes y con el mal aliento.- Asintió la joven peliblanca ante las palabras del humano y mientras buscaba de entre los pliegues de su propia ropa una pequeña bolsita y se la tendía. Ni siquiera mostró intención alguna de cobrarle por algo así. -No se preocupe, tengo mucha más. Suelo regalársela a los clientes de la clínica.- Afirmó la elfa. Si el aliento de algunos de ellos, especialmente los acostumbrados a beber, mejoraba para su próxima visita tanto mejor.
No obstante parecía que la menta no era el principal motivo de aquel hombre para visitar su puesto.
-Le entiendo. Puede que no lo parezca pero mi hermana y yo...-Dijo señalando a la hiperactiva mujer bestia a su lado. -...Solemos meternos en bastantes problemas. La magia de mi gente es muy efectiva para eso. En cuanto a algo que pueda llevar consigo sin problema...Se me ocurren varias opciones. Desde un elixir de sueño, hasta remedios menos...agresivos. Infusiones de alivio, que combaten el dolor y causan cierto adormecimiento. Leche del sueño, para un sueño profundo y reparador. O incluso pasta de alivio, un ungüento que causa alivio del dolor pero no sueño.- Enumeró la sacerdotisa, contenta de poder ofrecerle tan amplia variedad de opciones. -Dependiendo de sus necesidades y preferencias puedo ajustar también la concentración y dosis según lo necesite.- Añadió, hablando a continuación sobre el precio de cada producto ofertado. -Si le interesa, estaré aquí mismo.- Terminó de decir, dejándole un tiempo para pensar mientras atendía a otra clienta.
Pedido de Cryz:
-Veo que se lleva estupendamente con su alado compañero.- Ofreció a modo de amigable saludo la sacerdotisa al ver la manera de interactuar entre humana y bestia, acompañado sus palabras con una gran y sincera sonrisa. Claro que para muchos de los clientes cercanos, que un águila se acerque volando no era un acontecimiento tan agradable, aunque sin duda igual de majestuoso que para la hija del bosque.
-Es una larga lista, desde luego.- Confirmó la peliblanca, denotando que, cómo la mujer sugería, tardaría un poco en tener todo listo. -Las vendas no son ningún misterio y siempre tenemos de sobra preparadas.- Dijo sacando de bajo el mostrador un compacto rollo de vendas de tejido élfico y entregándoselas. -En cuanto al resto, no tardaré mucho en prepararlo. Si puede esperar unos momentos...Le recomiendo el estofado de carne del puesto de al lado. Es famoso en toda la ciudad.- Declaró antes de mirar de nuevo al otro humano por si ya se había decidido, percatándose de que ambos clientes parecían conocerse. -Vuelvo enseguida.- Volvió a decir. Entrando a su taller y poniéndose manos a la obra.
Las pasta de alivio menor era muy sencilla de elaborar. No necesitaba más que un poco de flor azul de montaña, machacada y mezclada en la proporción adecuada con lavanda y agua de manantial. Después solo era necesario destilarla con cuidado a temperatura constante, lo cual era la parte más larga del proceso, y mezclar el resultado con un espesante hasta tener una pasta de fácil aplicación.
A continuación molió semillas de cardo lanudo y las mezcló con algo de ajo y lavanda calcinada. Después añadió polvo fino de tórax de luciérnaga y añadió el resultado con medida precisión en un vial de agua destilada asegurando la concentración precisa en la disolución, agitando con cuidado hasta obtener una poción de color blanquecino. Elixir revitalizante menor.
Para el elixir menor de visión clara, polvo de ala de dardo azul y estambres de flor púrpura eran lo ideal. Debían molerse con mucha atención, pues de lo contrario las proporciones podían fallar y causar efectos adversos. Más de un alquimista novato había acabado con daños en los ojos por añadir demasiada flor purpura, o demasiado poca y tras ser iluminado de forma brusca por alguna antorcha o farol. En alquimia las proporciones eran vitales, y la diferencia entre la mejor pócima posible o algo que no le recomendarías ni al peor de tus enemigos. La experiencia era un grado también a ese respecto.
Por último quedaba fabricar el elixir de sueño menor. Un preparado que, si bien podía considerarse dentro de los venenos, en realidad estaba en una clase de limbo. Ciertamente podía usarse para dormir a alguien si lograbas que se lo bebiera, pero a diferencia de otros venenos aquel no podía ser usado sobre un arma o en algún dardo, por lo que era usado en medicina a menudo para dormir a los pacientes poco...colaborativos.
Sus ingredientes eran belladama, solo el tallo y con sus propiedades rebajadas con agua ducal para evitar una intoxicación grave, así como flores de la hermosa flor conocida como "campanilla de la muerte", molida y pasada por el calcinador por el mismo motivo que la belladama. Era vital realizar esos procesos con suma atención pues ambas plantas podían usarse también, mediante otra serie de procesos, para preparar venenos capaces de parar un corazón, incluso para siempre. De ahí la fama de ambas plantas en el legendario de Aerandir. Hasta el punto de que la presencia de estas flores era a menudo considerada como un mal presagio.
-Lamento la espera. Pero aquí está todo.- Se presentó al fin la peliblanca ante la clienta, comenzando a entregarla las pócimas y ungüentos para que supiera cláramente qué era cada cosa. -Cuidado con los efectos secundarios de los elixires de visión clara y revitalizante. El primero te hará vulnerable a exposiciones de luz fuertes pudiendo cegarte, y el segundo te causará un gran cansancio una vez que pasen sus efectos. Téngalo en cuenta.- La aconsejó antes de hacer cuentas.
-Todo serán un total de 170 aeros por favor.- Indicó.
OBJETO | MATERIALES |
Elixir revitalizante menor | 3 |
Elixir del Sueño menor | 4 |
Elixir de visión clara menor | 4 |
Vendaje menor | 3 |
Pasta de alivio menor | 3 |
TOTAL | 17 |
OFF: Hablo con Sango para ofrecerle las distintas posibilidades a su pregunta, y Cumplo con el pedido de Cryz cobrando solo los materiales^^. Cumpliré con el resto de pedidos en el próximo post para cumplir con la norma del máximo de fabricaciones por post.
Níniel Thenidiel
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
-Y aquí está su cambio, señor. Gracias por pasarse por nuestra tienda.- Se despidió la felina pelirroja de un cliente, afanándose rápidamente por guardar las monedas obtenidas en su bolsa y sopesar congratulada su creciente tamaño y peso. Seguramente se pasaría los siguientes días, o incluso semanas, recordándole a Níniel que aquello había sido idea suya y que debía de hacerla caso más a menudo. Algo que fuera de su astucia para ganar oro podía resultar de lo más problemático, y hasta moralmente ambiguo.
Tan distraída estaba que apenas si percibió por el rabillo del ojo cómo una niña tomaba uno de los viales de muestra del puesto y se apresuraba a enseñarselo a su padre. O eso había pensado Cath en un primer momento, incapaz de evitar esbozar una amplísima sonrisa al reconocer que aquel hombre no era otro más que Vincent. Y él ni siquiera la había visto aún, absorto en regañar a la pequeña.
-Una de las especialidades de nuestra reputada maestra alquimista...-Respondió sin poder contener apenas la risa. -¿Quiere conocerla. Aunque no sé si una elfa y un brujo...- Se burló antes de ser reconocida y comenzando a reírse. -Supongo que es fácil con tanta gente no darse cuenta de por donde camina una...-Añadió señalando tras ella la posada del rey y la reina y el taller de alquimia y medicina del que su hermana era dueña. -Vivimos aquí.- Señaló como obvio antes de volver a reírse.
-Los productos para el cabello se están vendiendo de maravilla, ya que lo mencionas. Pero aunque yo los uso lo mio es un regalo de los dioses. Siempre he sido así de hermosa.- Se jactó con orgullo, aunque omitiendo que no siempre había sido así. Durante sus peores días, antes de conocer a Níniel, su dura vida de gata callejera había causado que su pelaje estuviera siempre enredado y sucio...-Nín está dentro, preparando unos pedidos.- Añadió señalando nuevamente al taller. -Aunque la idea de montar el puesto fue mía. Ella quería quedarse en el taller.- Puntualizó.
-¿Te interesa el elixir de restauración? Ya veo. Restablece energías, incluso las mágicas. Y te da ese empujoncito extra que todo aventurero puede llegar a necesitar a veces.-Respondió sobre la pócima en algo que casi parecía un eslogan publicitario, uno totalmente ajustado a la verdad en aquel caso. -Pero ese frasco solo tiene agua. Ya sabes, hay gente con las manos muy largas. Le pediré a Nín que te prepare uno.- Propuso. Llamando la atención de una de las hijas de Beor, que las estaba echando también una mano, y le pidió que entrara dentro y se lo dijera a la elfa.
Níniel no tardó en salir. Sonriendo ampliamente para el brujo y saludando también a la pequeña Allyson. -Vaya, cuánto has crecido.- Le dijo a la pequeña dedicándole una carantoña antes de volver a mirar al brujo. -Pensé que hoy estarías ocupado con todo esto de Yule...A mi al final me han convencido de participar...- Expresó la peliblanca dando veracidad a las anteriores palabras de la gata. -Realmente hay muchísima gente. Estoy muy sorprendida.- Añadió mirando alrededor, hacia las calles en las que apenas cabía un alfiler.
-Así que un elixir de restauración. Enseguida te lo preparo. O puedo llevártelo yo misma a tu puesto. Pensaba ir un día de estos con un encargo para comentarte, pero la verdad es que no he parado mucho en casa.- Convino antes de hacer intención de volver adentro. Movimiento que la joven no llegó a completar al ser interpelada por una voz que tanto ella como Vincent y Cath conocían bien a esas alturas.
-¡Al´theas! Esto sí que es inesperado. No sabía que estabas en la ciudad. ¿Cuándo has llegado?- Quiso saber la peliblanca ante aquel encuentro. No hacía mucho que habían coincidido los cuatro en la torre de la Logia, durante la celebración por la victoria y por su ascenso como alta encantadora.
-Y yo que pensaba que había hecho buenas migas con Lernaean...Pero se ve que las sacerdotisas son irresistibles...-Se burló la felina al verle, aunque por suerte para el caballero esmeralda, y para una avergonzada Níniel, estaba demasiado ocupada con los clientes como para llevar sus comentarios más allá.
-Así que negocios...Pues sí. De hecho mi propia versión basada en mis experiencias e investigaciones. Precisamente Vincent acaba de interesarse por ello e iba a prepararle un vial. Pueden ser dos perfectamente.- Respondió a su petición, asombrada por aquella extraña coincidencia. -¿Sí? Pues enseguida las preparo.- Terminó de decir la joven, poniéndose manos a la obra nuevamente.
Trabajando con soltura y rapidez, machacó con impetu semillas de cardo lanudo y las mezcló con jugo ácido de uvas jazvay, colocando la mezcla en un alambique y repitiendo el proceso con cabezas de ajo tierno y lavanda fresca. Una vez que ambos procesos terminaron, añadió a la esencia de cardo lanudo y uvas jazvay polvo fino de tórax de luciérnaga y añadió el resultado a la segunda esencia en una proporción de 4:1 con aquel aparato de medidas que Chimar le fabricase tiempo atrás y que tan útil le había sido, dando como resultado dos pequeños viales de color violáceo intenso.
-Aquí están.- Dijo tendiéndoles sendos viales.- Eficacia probada. Y como siempre no puedo más que cobraros los materiales.- Indicó esbozando una nueva sonrisa. -Dadles buen uso.- Añadió antes de quitarse el delantal de trabajo y dejarlo bajo el mostrador del puesto.
-Cath, quiero ir al puesto de Vincent para comentarle aquello que hablamos la otra noche.- Convino con la pelirroja. -No tardaré mucho en volver.-
La felina frunció los labios. No le gustaba mucho la idea de tener que atender el puesto sola con sus limitados conocimientos, pero dado que sabía que lo que su hermana quería pedirle al brujo era algo que también sería para ella no puso mayores pegas a su ausencia. -Está bien, pero vuelve pronto. Yo no sé distinguir una foltiota escamosa de un hongo Warren...- Fue cuanto pidió.
-Así que esa es mi intención.- Terminó de explicar Níniel ya en el puesto de Vincent y tras haber saludado a Sandal, su agradable ayudante. -Ninguna de las dos podemos hacer gran cosa a distancia, pero creo que con un uso ingenioso de esos pergaminos de los que me hablaste, bien podríamos usar alguno de tus hechizos en situaciones que lo requieran. O de algún posible aliado al hacer preparativos antes de una aventura. Podría ser nuestro as en la manga.- Convino la peliblanca esperando el veredicto del brujo sobre su propuesta. Si finalmente lo veía factible sería dinero muy bien invertido, pues en su mente ya tenía planes sobre cómo sacarles el máximo provecho. Incluso Catherine estaba entusiasmada con muchos de ellos.
Tan distraída estaba que apenas si percibió por el rabillo del ojo cómo una niña tomaba uno de los viales de muestra del puesto y se apresuraba a enseñarselo a su padre. O eso había pensado Cath en un primer momento, incapaz de evitar esbozar una amplísima sonrisa al reconocer que aquel hombre no era otro más que Vincent. Y él ni siquiera la había visto aún, absorto en regañar a la pequeña.
-Una de las especialidades de nuestra reputada maestra alquimista...-Respondió sin poder contener apenas la risa. -¿Quiere conocerla. Aunque no sé si una elfa y un brujo...- Se burló antes de ser reconocida y comenzando a reírse. -Supongo que es fácil con tanta gente no darse cuenta de por donde camina una...-Añadió señalando tras ella la posada del rey y la reina y el taller de alquimia y medicina del que su hermana era dueña. -Vivimos aquí.- Señaló como obvio antes de volver a reírse.
-Los productos para el cabello se están vendiendo de maravilla, ya que lo mencionas. Pero aunque yo los uso lo mio es un regalo de los dioses. Siempre he sido así de hermosa.- Se jactó con orgullo, aunque omitiendo que no siempre había sido así. Durante sus peores días, antes de conocer a Níniel, su dura vida de gata callejera había causado que su pelaje estuviera siempre enredado y sucio...-Nín está dentro, preparando unos pedidos.- Añadió señalando nuevamente al taller. -Aunque la idea de montar el puesto fue mía. Ella quería quedarse en el taller.- Puntualizó.
-¿Te interesa el elixir de restauración? Ya veo. Restablece energías, incluso las mágicas. Y te da ese empujoncito extra que todo aventurero puede llegar a necesitar a veces.-Respondió sobre la pócima en algo que casi parecía un eslogan publicitario, uno totalmente ajustado a la verdad en aquel caso. -Pero ese frasco solo tiene agua. Ya sabes, hay gente con las manos muy largas. Le pediré a Nín que te prepare uno.- Propuso. Llamando la atención de una de las hijas de Beor, que las estaba echando también una mano, y le pidió que entrara dentro y se lo dijera a la elfa.
Níniel no tardó en salir. Sonriendo ampliamente para el brujo y saludando también a la pequeña Allyson. -Vaya, cuánto has crecido.- Le dijo a la pequeña dedicándole una carantoña antes de volver a mirar al brujo. -Pensé que hoy estarías ocupado con todo esto de Yule...A mi al final me han convencido de participar...- Expresó la peliblanca dando veracidad a las anteriores palabras de la gata. -Realmente hay muchísima gente. Estoy muy sorprendida.- Añadió mirando alrededor, hacia las calles en las que apenas cabía un alfiler.
-Así que un elixir de restauración. Enseguida te lo preparo. O puedo llevártelo yo misma a tu puesto. Pensaba ir un día de estos con un encargo para comentarte, pero la verdad es que no he parado mucho en casa.- Convino antes de hacer intención de volver adentro. Movimiento que la joven no llegó a completar al ser interpelada por una voz que tanto ella como Vincent y Cath conocían bien a esas alturas.
-¡Al´theas! Esto sí que es inesperado. No sabía que estabas en la ciudad. ¿Cuándo has llegado?- Quiso saber la peliblanca ante aquel encuentro. No hacía mucho que habían coincidido los cuatro en la torre de la Logia, durante la celebración por la victoria y por su ascenso como alta encantadora.
-Y yo que pensaba que había hecho buenas migas con Lernaean...Pero se ve que las sacerdotisas son irresistibles...-Se burló la felina al verle, aunque por suerte para el caballero esmeralda, y para una avergonzada Níniel, estaba demasiado ocupada con los clientes como para llevar sus comentarios más allá.
-Así que negocios...Pues sí. De hecho mi propia versión basada en mis experiencias e investigaciones. Precisamente Vincent acaba de interesarse por ello e iba a prepararle un vial. Pueden ser dos perfectamente.- Respondió a su petición, asombrada por aquella extraña coincidencia. -¿Sí? Pues enseguida las preparo.- Terminó de decir la joven, poniéndose manos a la obra nuevamente.
Trabajando con soltura y rapidez, machacó con impetu semillas de cardo lanudo y las mezcló con jugo ácido de uvas jazvay, colocando la mezcla en un alambique y repitiendo el proceso con cabezas de ajo tierno y lavanda fresca. Una vez que ambos procesos terminaron, añadió a la esencia de cardo lanudo y uvas jazvay polvo fino de tórax de luciérnaga y añadió el resultado a la segunda esencia en una proporción de 4:1 con aquel aparato de medidas que Chimar le fabricase tiempo atrás y que tan útil le había sido, dando como resultado dos pequeños viales de color violáceo intenso.
-Aquí están.- Dijo tendiéndoles sendos viales.- Eficacia probada. Y como siempre no puedo más que cobraros los materiales.- Indicó esbozando una nueva sonrisa. -Dadles buen uso.- Añadió antes de quitarse el delantal de trabajo y dejarlo bajo el mostrador del puesto.
-Cath, quiero ir al puesto de Vincent para comentarle aquello que hablamos la otra noche.- Convino con la pelirroja. -No tardaré mucho en volver.-
La felina frunció los labios. No le gustaba mucho la idea de tener que atender el puesto sola con sus limitados conocimientos, pero dado que sabía que lo que su hermana quería pedirle al brujo era algo que también sería para ella no puso mayores pegas a su ausencia. -Está bien, pero vuelve pronto. Yo no sé distinguir una foltiota escamosa de un hongo Warren...- Fue cuanto pidió.
**************
-Así que esa es mi intención.- Terminó de explicar Níniel ya en el puesto de Vincent y tras haber saludado a Sandal, su agradable ayudante. -Ninguna de las dos podemos hacer gran cosa a distancia, pero creo que con un uso ingenioso de esos pergaminos de los que me hablaste, bien podríamos usar alguno de tus hechizos en situaciones que lo requieran. O de algún posible aliado al hacer preparativos antes de una aventura. Podría ser nuestro as en la manga.- Convino la peliblanca esperando el veredicto del brujo sobre su propuesta. Si finalmente lo veía factible sería dinero muy bien invertido, pues en su mente ya tenía planes sobre cómo sacarles el máximo provecho. Incluso Catherine estaba entusiasmada con muchos de ellos.
OFF: Fabrico para Vincent y Al´theas sendos Elixires de restauración. Una receta personal mía aprobada y que figura en mi taller. Les cobro a cada uno solo los materiales, que son 10 por cada uno de los objetos. Por lo que les cobro 100 aeros a cada uno.
Además me dirijo un momento al puesto de Vincent para comprar 2x Pergaminos de hechizo mayor.
P.D: Lamento el doble post, pero ya llegué al límite de fabricaciones por post en el anterior^^.Además me dirijo un momento al puesto de Vincent para comprar 2x Pergaminos de hechizo mayor.
Níniel Thenidiel
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Estiró los brazos por encima de su cabeza, grabar nombres en las armas cuando el metal aún estaba caliente era fácil, apenas tardó un par de minutos en escribir la petición de la muchacha en el dorso de las espadas.
Encuentro y Despedida volvieron casi al instante con su dueña.
- ¿Un bolso? – Podía cincelar fácilmente dos nombres en unas las espadas, pero hacía bastante tiempo que no trabajaba con nada de cuero.
Si era completamente honesto consigo mismo, no podría hacer gran cosa, pero a chica había mencionado que bastaba con que tuviese un par de bolsillos... y, a decir verdad, necesitaba el dinero.
– Vale, me pongo a ello. – dijo Eltrant asintiendo, volviendo al trabajo.
No obstante, antes de trasladarse hasta la pequeña esquina del taller en el que tenía los objetos de curtiduría no pudo evitar sentir que la espada de Asher le miraba. Enarcó una ceja y se cruzó de brazos.
No podía devolverle la espada cubierta de arcilla.
La propia espada parecía estar enfadada con él, cómo mínimo molesta. ¿Ocultaba aquella arma más secretos de los que decía Asher? Teniendo en cuenta que era capaz de dividirse en dos no le extrañaría que, además, tuviese algo remotamente parecido a una conciencia.
Sonrió, cavilando la idea durante unos instantes, lo cierto es que aquello explicaría muchas cosas acerca de la relación de Asher con Brillo. Aunque él tenía una relación similar con su armadura y esta no hablaba.
Sacudió la cabeza, algo avergonzado, agradecía no haber compartido aquello en voz alta. Lyn estaba aburrida y todos sabían lo fácil que era para la muchacha acabar con esto a su costa.
- Lyn – La vampiresa, que estaba conversando con Mina en aquel momento, se giró hacia él y enarcó una ceja. – Limpia la espada de Asher y mantente ocupada. – Le ordenó, la ojiazul se cruzó de brazos e infló los mofletes.
- ¡Estarás de broma! – dijo levantándose de su asiento. - ¡No puedo levantar la espada! – Traspasó la cara de Eltrant repetidamente con su mano derecha, sonriendo de forma mordaz. - ¡Tengo inmunidad para traba…! – El castaño atravesó a su amiga para llegar hasta el lugar en el que había colocado el cuero, esta frunció el ceño y se giró hacía su amigo con cara de circunstancia.
- Eres inteligente, se te ocurrirá algo. – dijo Eltrant tomando dos trozos de cuero de, aproximadamente, el mismo tamaño. – Vamos. – El exmercenario dio un par de palmadas. – Chop-chop. – Amplió su sonrisa según veía como el rubor se apoderaba, lentamente, de las mejillas de Lyn.
- ¡Esclavista! – Exclamó Lyn levantando la espada del lobo con sus sombras y llevándola hasta uno de los tantos cubos de agua que había preparado Eltrant. - ¡Lo hago por que quiero! ¡No por qué me lo pidas tú! – Eltrant se encogió de hombros, cosa que solo hizo para que Lyn balbucease alguna queja más y, dejando escapar una risotada, se puso a trabajar.
Aquello iba a ser fácil, no iba a salir una obra maestra, pero no iba a tardar demasiado.
Tenía ya el cuero preparado así que se limitó a cortar la gran tira de piel curtida en cuatro grandes trozos que, después, se encargó de atar juntas con un largo cordel. Hecho esto sacudió el tosco bolso para asegurarse de que estaba firmemente atado y, cuando estuvo seguro de esto, procedió a hacer los bolsillos que le había pedido su clienta con los trozos de cuero que habían sobrado.
Frunció el ceño estudiando su obra. Algo le decía que en cualquier puesto de la zona la chica podía sacar algo mejor, en sí, debería agradecerle el haberle hecho aquella petición.
Pero aún no había terminado.
La habían sobrado materiales, los justos para hacer otro bolso, así que mejor que tirarlos decidió hacer otro más.
Repitió los pasos que ya había hecho para fabricar el que ahora colgaba de su cintura. La única diferencia fue que, al final, después de haberse asegurado de que el objeto estaba terminado, bordó una vistosa “L” en el dorso de la piel.
También dibujó algo parecido a una rosa, pero, a decir verdad, parecía uno de los cactus que poblaban el arenal.
- Ya he terminado. – Preguntó volviéndose al mostrador, dónde volvía a estar Lyn sentada. - ¿Dónde se ha ido…? – La vampiresa se encogió de hombros, imitó el gesto que había hecho el castaño momentos atrás.
- La he visto ir hacia el taller de Asher con la chica del hacha. – Mencionó - Y hablando de eso. – Las sombras de la ojiazul depositaron a Brillo frente a Eltrant. – Ya he terminado, está impoluta. – El castaño sonrió al ver esto y se colgó a brillo en el cinturón, después tomó a la réplica, la cual estaba guardada en una de las tantas vainas genéricas que tenía Eltrant preparadas, y se la colocó en la espalda.
- Buen trabajo. – Comentó Eltrant, Lyn enarcó una ceja y observó como Eltrant depositaba la bolsa con la “L” bordada en la mesa, frente a ella. – Te he hecho esto. – Lyn no pudo incapaz la sorpresa que se apoderó de su rostro.
- Oh. – Fue lo único que pudo decir, en voz baja, examinando el bolso más de cerca. - ¿Le has hecho una rosa? – Preguntó girándose hacía el castaño, sonriendo. – …me gusta. – Aseveró, alzando el bolso con delicadeza ayudada con sus sombras. – Gra… gracias. – dijo al final, apoyando la barbilla sobre ambas manos y mirando fijamente el regalo.
Dejó a la vampiresa a solas con Mina de nuevo, volvió a confiarle el taller a la ojizul y se trasladó hasta el taller de Asher, dónde se internó tras saludar a Koth con una rápida cabezada.
Cómo le había dicho Lyn, la muchacha que había pedido el bolso estaba allí.
- ¡Ya he vuelto! – dijo al lobo alzando a Brillo con su mano derecha. – Aquí tienes tu espada… - Depositó la espada rúnica junto a su dueño, con cuidado. – Y aquí lo que me has pedido. – Aseguró después desatando la réplica de su espalda y colocándola junto a la original. – Espero que te sirva, he intentado que sean lo más parecidas posibles. – Aseguró cruzándose de brazos, desvió entonces su mirada hacía Karen y sonrió. – Y aquí tienes tu bolso. – Le dijo entregándole el objeto. – Son sesenta Aeros. – Le informó. – Pásate por el taller cuando puedas. – dijo antes de volver a girarse hacía Asher.
- Me vuelvo al taller, no quiero dejar mucho tiempo a Lyn sola. – Aseguró pasándose la mano por la barba. – Si necesitas algo no estoy muy lejos, se puede ver desde la entrada de este. – Le dijo girándose hacía la entrada.
Momento en el que se percató de la cliente del hacha. ¿Buscaba un encantamiento?
- ¡Hola de nuevo! – Le dijo, notando entonces como, además de los cuernos, la morena contaba también con alas, unas que estaban pegadas a su cuerpo. ¿Qué clase de animal se suponía que era? - ¿Vienes a por un encantamiento? – Le preguntó, curioso. - ¡No te equivocas de sitio! – Eltrant bajó ambas manos hasta su cinturón, dónde aún estaba Recuerdo, y la desenvainó lo justo como para que la alada viese el intenso brillo azulado que la hoja desprendía. – Me lo han hecho aquí. – Le dijo – No te vas a arrepentir. – Afirmó según abandonaba la tienda. – Pásate por el taller si necesitas algo más. – Le dijo al final, momentos antes de abandonar el lugar.
Minutos después, suspirando profundamente, se dejó caer frente al mostrador de su taller.
Habían sido un par de horas intensas, pero parecía que, ahora, tenía un tiempo para descansar.
Precio total de los materiales: 100 Aeros.
Cobro a Karen: 60 Aeros.
Entrego el pedido a Asher.
Off: Interactuo con Asher, Karen y Ava. :'D
Encuentro y Despedida volvieron casi al instante con su dueña.
- ¿Un bolso? – Podía cincelar fácilmente dos nombres en unas las espadas, pero hacía bastante tiempo que no trabajaba con nada de cuero.
Si era completamente honesto consigo mismo, no podría hacer gran cosa, pero a chica había mencionado que bastaba con que tuviese un par de bolsillos... y, a decir verdad, necesitaba el dinero.
– Vale, me pongo a ello. – dijo Eltrant asintiendo, volviendo al trabajo.
No obstante, antes de trasladarse hasta la pequeña esquina del taller en el que tenía los objetos de curtiduría no pudo evitar sentir que la espada de Asher le miraba. Enarcó una ceja y se cruzó de brazos.
No podía devolverle la espada cubierta de arcilla.
La propia espada parecía estar enfadada con él, cómo mínimo molesta. ¿Ocultaba aquella arma más secretos de los que decía Asher? Teniendo en cuenta que era capaz de dividirse en dos no le extrañaría que, además, tuviese algo remotamente parecido a una conciencia.
Sonrió, cavilando la idea durante unos instantes, lo cierto es que aquello explicaría muchas cosas acerca de la relación de Asher con Brillo. Aunque él tenía una relación similar con su armadura y esta no hablaba.
Sacudió la cabeza, algo avergonzado, agradecía no haber compartido aquello en voz alta. Lyn estaba aburrida y todos sabían lo fácil que era para la muchacha acabar con esto a su costa.
- Lyn – La vampiresa, que estaba conversando con Mina en aquel momento, se giró hacia él y enarcó una ceja. – Limpia la espada de Asher y mantente ocupada. – Le ordenó, la ojiazul se cruzó de brazos e infló los mofletes.
- ¡Estarás de broma! – dijo levantándose de su asiento. - ¡No puedo levantar la espada! – Traspasó la cara de Eltrant repetidamente con su mano derecha, sonriendo de forma mordaz. - ¡Tengo inmunidad para traba…! – El castaño atravesó a su amiga para llegar hasta el lugar en el que había colocado el cuero, esta frunció el ceño y se giró hacía su amigo con cara de circunstancia.
- Eres inteligente, se te ocurrirá algo. – dijo Eltrant tomando dos trozos de cuero de, aproximadamente, el mismo tamaño. – Vamos. – El exmercenario dio un par de palmadas. – Chop-chop. – Amplió su sonrisa según veía como el rubor se apoderaba, lentamente, de las mejillas de Lyn.
- ¡Esclavista! – Exclamó Lyn levantando la espada del lobo con sus sombras y llevándola hasta uno de los tantos cubos de agua que había preparado Eltrant. - ¡Lo hago por que quiero! ¡No por qué me lo pidas tú! – Eltrant se encogió de hombros, cosa que solo hizo para que Lyn balbucease alguna queja más y, dejando escapar una risotada, se puso a trabajar.
Aquello iba a ser fácil, no iba a salir una obra maestra, pero no iba a tardar demasiado.
Tenía ya el cuero preparado así que se limitó a cortar la gran tira de piel curtida en cuatro grandes trozos que, después, se encargó de atar juntas con un largo cordel. Hecho esto sacudió el tosco bolso para asegurarse de que estaba firmemente atado y, cuando estuvo seguro de esto, procedió a hacer los bolsillos que le había pedido su clienta con los trozos de cuero que habían sobrado.
Frunció el ceño estudiando su obra. Algo le decía que en cualquier puesto de la zona la chica podía sacar algo mejor, en sí, debería agradecerle el haberle hecho aquella petición.
Pero aún no había terminado.
La habían sobrado materiales, los justos para hacer otro bolso, así que mejor que tirarlos decidió hacer otro más.
Repitió los pasos que ya había hecho para fabricar el que ahora colgaba de su cintura. La única diferencia fue que, al final, después de haberse asegurado de que el objeto estaba terminado, bordó una vistosa “L” en el dorso de la piel.
También dibujó algo parecido a una rosa, pero, a decir verdad, parecía uno de los cactus que poblaban el arenal.
- Ya he terminado. – Preguntó volviéndose al mostrador, dónde volvía a estar Lyn sentada. - ¿Dónde se ha ido…? – La vampiresa se encogió de hombros, imitó el gesto que había hecho el castaño momentos atrás.
- La he visto ir hacia el taller de Asher con la chica del hacha. – Mencionó - Y hablando de eso. – Las sombras de la ojiazul depositaron a Brillo frente a Eltrant. – Ya he terminado, está impoluta. – El castaño sonrió al ver esto y se colgó a brillo en el cinturón, después tomó a la réplica, la cual estaba guardada en una de las tantas vainas genéricas que tenía Eltrant preparadas, y se la colocó en la espalda.
- Buen trabajo. – Comentó Eltrant, Lyn enarcó una ceja y observó como Eltrant depositaba la bolsa con la “L” bordada en la mesa, frente a ella. – Te he hecho esto. – Lyn no pudo incapaz la sorpresa que se apoderó de su rostro.
- Oh. – Fue lo único que pudo decir, en voz baja, examinando el bolso más de cerca. - ¿Le has hecho una rosa? – Preguntó girándose hacía el castaño, sonriendo. – …me gusta. – Aseveró, alzando el bolso con delicadeza ayudada con sus sombras. – Gra… gracias. – dijo al final, apoyando la barbilla sobre ambas manos y mirando fijamente el regalo.
Dejó a la vampiresa a solas con Mina de nuevo, volvió a confiarle el taller a la ojizul y se trasladó hasta el taller de Asher, dónde se internó tras saludar a Koth con una rápida cabezada.
Cómo le había dicho Lyn, la muchacha que había pedido el bolso estaba allí.
- ¡Ya he vuelto! – dijo al lobo alzando a Brillo con su mano derecha. – Aquí tienes tu espada… - Depositó la espada rúnica junto a su dueño, con cuidado. – Y aquí lo que me has pedido. – Aseguró después desatando la réplica de su espalda y colocándola junto a la original. – Espero que te sirva, he intentado que sean lo más parecidas posibles. – Aseguró cruzándose de brazos, desvió entonces su mirada hacía Karen y sonrió. – Y aquí tienes tu bolso. – Le dijo entregándole el objeto. – Son sesenta Aeros. – Le informó. – Pásate por el taller cuando puedas. – dijo antes de volver a girarse hacía Asher.
- Me vuelvo al taller, no quiero dejar mucho tiempo a Lyn sola. – Aseguró pasándose la mano por la barba. – Si necesitas algo no estoy muy lejos, se puede ver desde la entrada de este. – Le dijo girándose hacía la entrada.
Momento en el que se percató de la cliente del hacha. ¿Buscaba un encantamiento?
- ¡Hola de nuevo! – Le dijo, notando entonces como, además de los cuernos, la morena contaba también con alas, unas que estaban pegadas a su cuerpo. ¿Qué clase de animal se suponía que era? - ¿Vienes a por un encantamiento? – Le preguntó, curioso. - ¡No te equivocas de sitio! – Eltrant bajó ambas manos hasta su cinturón, dónde aún estaba Recuerdo, y la desenvainó lo justo como para que la alada viese el intenso brillo azulado que la hoja desprendía. – Me lo han hecho aquí. – Le dijo – No te vas a arrepentir. – Afirmó según abandonaba la tienda. – Pásate por el taller si necesitas algo más. – Le dijo al final, momentos antes de abandonar el lugar.
Minutos después, suspirando profundamente, se dejó caer frente al mostrador de su taller.
Habían sido un par de horas intensas, pero parecía que, ahora, tenía un tiempo para descansar.
_______________________________________________________
OBJETO | MATERIALES |
Bolso pequeño | 5 |
Bolso pequeño | 5 |
TOTAL | 10 |
Precio total de los materiales: 100 Aeros.
Cobro a Karen: 60 Aeros.
Entrego el pedido a Asher.
Off: Interactuo con Asher, Karen y Ava. :'D
Eltrant Tale
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
-No hace mucho, tras todo esto de la guerra... quería ver que tal había quedado la ciudad, y por lo que veo sigue tan viva como la ultima vez que estuve- Contesto el caballero esmeralda a la joven sacerdotisa y a continuación hizo una pequeña reverencia a Vincent y a Catherine que también se encontraban presentes.
-Estaba pensando si seria buena idea venir a visitaros mientras curioseaba por el mercadillo que se había montado, pero no imaginaba que vosotras también montarais vuestro puesto, esto si que ha sido una sorpresa- Respondió a Catherine con una sonrisa.
-Ahora que mencionas a Lernaean... esperaba encontrarla en la ciudad poniendo orden, pero no he tenido suerte, supongo que con lo bien que van las cosas por aquí... la hayan trasladado- Mencionaba mientras Níniel se colocaba el delantal y se preparaba para crear las pociones. Era la primera vez que veía a la sacerdotisa trabajar de esa manera sin implicar sus habilidades mágicas, todo de forma artesanal, y se quedo mirando con curiosidad lo que pudo ver del proceso.
Una vez haya terminado, Al'theas recibió su pedido y este pago a la sacerdotisa los 100 aeros que le debía por los gastos en materiales -Muchas gracias, estoy seguro de que me sera muy útil en algún momento clave- Dijo satisfecho, siendo consciente de que la sacerdotisa debía retirarse momentáneamente al igual que él debía hacer -Que vaya bien, ojala podamos vernos de nuevo pronto- Menciono mientras brujo y sacerdotisa se retiraban del mismo modo que el caballero esmeralda haria, no sin antes dedicarle un ultimo gesto a la felina.
-¡Animo Cath!- Dijo de forma animada, sin alzar la voz, pero lo justo para que le oyera sabiendo que ella tendría que lidiar a solas con la clientela.
-Estaba pensando si seria buena idea venir a visitaros mientras curioseaba por el mercadillo que se había montado, pero no imaginaba que vosotras también montarais vuestro puesto, esto si que ha sido una sorpresa- Respondió a Catherine con una sonrisa.
-Ahora que mencionas a Lernaean... esperaba encontrarla en la ciudad poniendo orden, pero no he tenido suerte, supongo que con lo bien que van las cosas por aquí... la hayan trasladado- Mencionaba mientras Níniel se colocaba el delantal y se preparaba para crear las pociones. Era la primera vez que veía a la sacerdotisa trabajar de esa manera sin implicar sus habilidades mágicas, todo de forma artesanal, y se quedo mirando con curiosidad lo que pudo ver del proceso.
Una vez haya terminado, Al'theas recibió su pedido y este pago a la sacerdotisa los 100 aeros que le debía por los gastos en materiales -Muchas gracias, estoy seguro de que me sera muy útil en algún momento clave- Dijo satisfecho, siendo consciente de que la sacerdotisa debía retirarse momentáneamente al igual que él debía hacer -Que vaya bien, ojala podamos vernos de nuevo pronto- Menciono mientras brujo y sacerdotisa se retiraban del mismo modo que el caballero esmeralda haria, no sin antes dedicarle un ultimo gesto a la felina.
-¡Animo Cath!- Dijo de forma animada, sin alzar la voz, pero lo justo para que le oyera sabiendo que ella tendría que lidiar a solas con la clientela.
Al'theas Tinarandel
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
En esta época del año, la gente solía ser más feliz, solidaria y darse lujos que normalmente ni se les pasaría por la cabeza en meses anteriores o posteriores. Era curioso, como con la excusa de una festividad, la gente podía finalmente hacer lo que de verdad quería, sin límites ni estándares marcados. La paz había llegado a Lunargenta después de una cruenta batalla, y es que al fin el pueblo se merecía poder celebrar por todo lo alto una festividad sin tener que mirar de reojo por lo que pasaba bélica y políticamente con su hogar.
Alward tenía pensado visitar a su familia en un par de días, ya que todos se reunían con motivo de estas festividades para intercambiar historias y anécdotas de todo el año, y por supuesto, comer y beber hasta reventar. Le agradaba la idea de volver a ver a sus padres y su hermana, al igual que a otros familiares que usualmente se reunían por la granja familiar en estas fechas. La familia era algo muy importante para el mercenario, y siempre le alegraba volver a su hogar de vez en cuando.
El mercenario salió a pasear a solas por las calles. Numerosos puestos y tiendas se habían abierto en el mercado. Era increíble la de calles que ocupaban los nuevos puestos, que tenían que competir con los autóctonos de la ciudad. El griterío de los comerciantes por atraer clientes, y los propios clientes, hacían que las calles estuviesen animadas y transitadas. Desde luego era muy difícil reconocer a alguna cara amiga en medio de tal tumulto, por lo que Alward sintió una necesidad imperiosa de salir de allí. No iba a comprar nada, simplemente pasaba por allí para despejarse del trabajo y ver caras nuevas... Pero eso era demasiado, a cada segundo podía ver cientos de rostros nuevos, demasiada información.
Finalmente consiguió salir de aquella multitud, aunque la fila de puestos era más larga aún. Notó que las tiendas posteriores tenían menos clientelas que las del lugar del que acababa de salir, por suerte, con vida. Un letrero le llamó bastante la atención "El Reposo del Dragón". Un nombre bastante ingenioso, y no tenía que ser muy inteligente para saber que el dueño de aquel sitio sería un dragón. Esto despertó su curiosidad, por lo que acabó acercándose para examinar los productos de la tienda. Rápidamente su atención se desvió a una mujer que estaba tallando algo... Su rostro le sonaba, se quedó pensando hasta que finalmente se le iluminó el pensamiento.
-¡La maestra de ceremonias!-Gritó en voz alta. Al darse cuenta de ello, se ruborizó y tosió para correr un tupido velo-Oiga... Yo la conozco, ¿Verdad? Es usted la maestra de ceremonias que actuaba en aquel espectáculo callejero junto a Zöe...-Se puso en jarras-Debo admitir que estaba bien conseguido, casi parecía que el dragón fuese a descontrolarse y en cualquier momento atacar a la gente-Rió-¿Cómo está Zöe? Hace tiempo que no la veo... ¿Sigue trabajando para su compañía de artistas ambulantes?
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Off: Interactúo con Reivy
Alward tenía pensado visitar a su familia en un par de días, ya que todos se reunían con motivo de estas festividades para intercambiar historias y anécdotas de todo el año, y por supuesto, comer y beber hasta reventar. Le agradaba la idea de volver a ver a sus padres y su hermana, al igual que a otros familiares que usualmente se reunían por la granja familiar en estas fechas. La familia era algo muy importante para el mercenario, y siempre le alegraba volver a su hogar de vez en cuando.
El mercenario salió a pasear a solas por las calles. Numerosos puestos y tiendas se habían abierto en el mercado. Era increíble la de calles que ocupaban los nuevos puestos, que tenían que competir con los autóctonos de la ciudad. El griterío de los comerciantes por atraer clientes, y los propios clientes, hacían que las calles estuviesen animadas y transitadas. Desde luego era muy difícil reconocer a alguna cara amiga en medio de tal tumulto, por lo que Alward sintió una necesidad imperiosa de salir de allí. No iba a comprar nada, simplemente pasaba por allí para despejarse del trabajo y ver caras nuevas... Pero eso era demasiado, a cada segundo podía ver cientos de rostros nuevos, demasiada información.
Finalmente consiguió salir de aquella multitud, aunque la fila de puestos era más larga aún. Notó que las tiendas posteriores tenían menos clientelas que las del lugar del que acababa de salir, por suerte, con vida. Un letrero le llamó bastante la atención "El Reposo del Dragón". Un nombre bastante ingenioso, y no tenía que ser muy inteligente para saber que el dueño de aquel sitio sería un dragón. Esto despertó su curiosidad, por lo que acabó acercándose para examinar los productos de la tienda. Rápidamente su atención se desvió a una mujer que estaba tallando algo... Su rostro le sonaba, se quedó pensando hasta que finalmente se le iluminó el pensamiento.
-¡La maestra de ceremonias!-Gritó en voz alta. Al darse cuenta de ello, se ruborizó y tosió para correr un tupido velo-Oiga... Yo la conozco, ¿Verdad? Es usted la maestra de ceremonias que actuaba en aquel espectáculo callejero junto a Zöe...-Se puso en jarras-Debo admitir que estaba bien conseguido, casi parecía que el dragón fuese a descontrolarse y en cualquier momento atacar a la gente-Rió-¿Cómo está Zöe? Hace tiempo que no la veo... ¿Sigue trabajando para su compañía de artistas ambulantes?
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Alward Sevna
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Una niña pequeña. Arqueé una ceja. Buscaba encantamientos... para flechas, además. ¿Cuantos años podía tener?
Tal vez sería para cazar. No era mala idea. Incluso un disparo no letal serviría para dejar una presa fácil. Pero... no, había dicho "el enemigo". Salvo que la chica tuviese una arraigada rivalidad con los ciervos y conejos, tenía pensado ir a por alguien.
Suspiré. Bueno, tampoco era la primera vez que veía a alguien de su edad meterse en situaciones como esa. Y si no se las vendía yo, lo haría cualquier otro. Mientras tuviese el dinero, debía ser suficiente. Me levanté y busqué en el carcaj colocado a un lado de la tienda. Normalmente encantaba las flechas que traían, pero también era común que las pidiesen de antemano. No era un problema, aunque aumentaba un poco el precio. Después de todo, estaban diseñadas para canalizar el encantamiento.
Saqué dos flechas. Punta marrón y pluma negra. Fáciles de diferenciar. Había puesto muchos detalles en aquellas: hasta la madera era diferente para cada elemento, según había comprobado. Las dejé sobre la mesa, aún sin separar mi mano de ellas mientras miraba a la niña.
-Cien aeros por las dos.- declaré. Hice una pausa, aún estudiando su rostro. -Si le aciertas a alguien en una pierna, la cubre de barro. Se endurece muy rápido y es difícil de romper. Además, las grietas dejan partes afiladas. Si intentan moverse, les dolerá.- expliqué. No estaba seguro de si lo entendería todo, pero como mínimo podía darle aquella explicación. Había optado por la forma más sencilla, pero la verdad era que el arco usado también podía afectar el resultado.
La última vez que Syl disparó una de esas, la punta estalló en rocas afiladas. Esbocé media sonrisa al recordarlo.
Tras la explicación, levanté la mano, dejando que las cogiese una vez presentase el dinero.
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La siguiente cliente fue bastante llamativa. Una mujer bestia. Híbrida... cuernos y alas, pero con cuerpo humano. Digno de mención: generalmente, los híbridos que había visto no tenían formas tan humanas.
Debía tenerlo duro. Las alas solían llamar mucho la atención. No me extrañaba que quisiese mejor protección. Asentí ante su petición, acercándome al arma. La olisqueé ligeramente, notando algo familiar. Olía vagamente a Eltrant. Dejé escapar una breve risotada. Parecía que él también había tenido trabajo.
-Puedo hacerlo. Me llevará un rato, pero si quieres, puedes quedarte.- sugerí. A pesar de las alas, parecía bastante menuda. Refugiarse del frío le iría bien.
Sujeté el hacha con una mano por el centro, experimentando un poco con su centro de masa. Su forma lo hacía relativamente sencillo: la cabeza tenía espacio suficiente para aquello, y era donde mejor vendría el encantamiento. Luego, la coloqué sobre la mesa y fui a por los materiales.
Los ingredientes para un encantamiento de "Pluma" no eran muy dificiles de adivinar. Dos plumas de halcón eran lo ideal: aquello mantenía el equilibrio al mismo tiempo que reducía el peso. El canalizador en aquel caso era, muy convenientemente, aceite de lámpara. Machaqué las plumas en un mortero y esparcí el resultado en un pequeño cuenco. La mezcla no era muy atractiva a la vista, pero empezó a cambiar en cuanto añadí resina de Mauta.
Poco a poco, los fragmentos de pluma empezaron a recobrar su forma original dentro del aceite. Mientras lo dejaba reposar, dibujé el sello en la cabeza del hacha con tinta arcana. Después, vertí la mezcla sobre la runa. En lugar de esparcirse por todo el hacha, el símbolo absorbió la infusión, finalizando con un brillo blanco que duró unos instantes.
Sujeté el hacha de nuevo y asentí, satisfecho. El peso había disminuido. Se la tendí a la mujer para que experimentase un poco.
-110 aeros. Espero que te guste. Si necesitas algún ajuste... aún puedo modificarla.- ofrecí.
Fue entonces cuando apareció Eltrant. Parecía... alegre. ¿Era de esos que celebraban aquella festividad? Traía a Brillo. Y a la copia. Salí de la tienda, cogiendo ambas armas para comparar el peso. Brillo en la derecha, y su "estela" en la izquierda. No podía evitar notar la segunda algo... distinta. Quizás fuese porque no la solía sujetar con aquella mano. Pero para eso practicaba. Tenía ganas de probarla contra Oshu.
-Gracias, Tale. Me vendrá bien.- dije, dándole una palmada al herrero en el hombro. -No trabajes demasiado.- añadí. Tanto tiempo en la forja tenía que ser agotador. Una vez se despidió, me volví hacia mi congénere. -...Es buen tipo, cuando lo conoces bien.- dije, encogiéndome de hombros.
Volví al interior de la tienda. Estaba siendo un día productivo, después de todo.
Tal vez sería para cazar. No era mala idea. Incluso un disparo no letal serviría para dejar una presa fácil. Pero... no, había dicho "el enemigo". Salvo que la chica tuviese una arraigada rivalidad con los ciervos y conejos, tenía pensado ir a por alguien.
Suspiré. Bueno, tampoco era la primera vez que veía a alguien de su edad meterse en situaciones como esa. Y si no se las vendía yo, lo haría cualquier otro. Mientras tuviese el dinero, debía ser suficiente. Me levanté y busqué en el carcaj colocado a un lado de la tienda. Normalmente encantaba las flechas que traían, pero también era común que las pidiesen de antemano. No era un problema, aunque aumentaba un poco el precio. Después de todo, estaban diseñadas para canalizar el encantamiento.
Saqué dos flechas. Punta marrón y pluma negra. Fáciles de diferenciar. Había puesto muchos detalles en aquellas: hasta la madera era diferente para cada elemento, según había comprobado. Las dejé sobre la mesa, aún sin separar mi mano de ellas mientras miraba a la niña.
-Cien aeros por las dos.- declaré. Hice una pausa, aún estudiando su rostro. -Si le aciertas a alguien en una pierna, la cubre de barro. Se endurece muy rápido y es difícil de romper. Además, las grietas dejan partes afiladas. Si intentan moverse, les dolerá.- expliqué. No estaba seguro de si lo entendería todo, pero como mínimo podía darle aquella explicación. Había optado por la forma más sencilla, pero la verdad era que el arco usado también podía afectar el resultado.
La última vez que Syl disparó una de esas, la punta estalló en rocas afiladas. Esbocé media sonrisa al recordarlo.
Tras la explicación, levanté la mano, dejando que las cogiese una vez presentase el dinero.
___________________________________________________
La siguiente cliente fue bastante llamativa. Una mujer bestia. Híbrida... cuernos y alas, pero con cuerpo humano. Digno de mención: generalmente, los híbridos que había visto no tenían formas tan humanas.
Debía tenerlo duro. Las alas solían llamar mucho la atención. No me extrañaba que quisiese mejor protección. Asentí ante su petición, acercándome al arma. La olisqueé ligeramente, notando algo familiar. Olía vagamente a Eltrant. Dejé escapar una breve risotada. Parecía que él también había tenido trabajo.
-Puedo hacerlo. Me llevará un rato, pero si quieres, puedes quedarte.- sugerí. A pesar de las alas, parecía bastante menuda. Refugiarse del frío le iría bien.
Sujeté el hacha con una mano por el centro, experimentando un poco con su centro de masa. Su forma lo hacía relativamente sencillo: la cabeza tenía espacio suficiente para aquello, y era donde mejor vendría el encantamiento. Luego, la coloqué sobre la mesa y fui a por los materiales.
Los ingredientes para un encantamiento de "Pluma" no eran muy dificiles de adivinar. Dos plumas de halcón eran lo ideal: aquello mantenía el equilibrio al mismo tiempo que reducía el peso. El canalizador en aquel caso era, muy convenientemente, aceite de lámpara. Machaqué las plumas en un mortero y esparcí el resultado en un pequeño cuenco. La mezcla no era muy atractiva a la vista, pero empezó a cambiar en cuanto añadí resina de Mauta.
Poco a poco, los fragmentos de pluma empezaron a recobrar su forma original dentro del aceite. Mientras lo dejaba reposar, dibujé el sello en la cabeza del hacha con tinta arcana. Después, vertí la mezcla sobre la runa. En lugar de esparcirse por todo el hacha, el símbolo absorbió la infusión, finalizando con un brillo blanco que duró unos instantes.
Sujeté el hacha de nuevo y asentí, satisfecho. El peso había disminuido. Se la tendí a la mujer para que experimentase un poco.
-110 aeros. Espero que te guste. Si necesitas algún ajuste... aún puedo modificarla.- ofrecí.
Fue entonces cuando apareció Eltrant. Parecía... alegre. ¿Era de esos que celebraban aquella festividad? Traía a Brillo. Y a la copia. Salí de la tienda, cogiendo ambas armas para comparar el peso. Brillo en la derecha, y su "estela" en la izquierda. No podía evitar notar la segunda algo... distinta. Quizás fuese porque no la solía sujetar con aquella mano. Pero para eso practicaba. Tenía ganas de probarla contra Oshu.
-Gracias, Tale. Me vendrá bien.- dije, dándole una palmada al herrero en el hombro. -No trabajes demasiado.- añadí. Tanto tiempo en la forja tenía que ser agotador. Una vez se despidió, me volví hacia mi congénere. -...Es buen tipo, cuando lo conoces bien.- dije, encogiéndome de hombros.
Volví al interior de la tienda. Estaba siendo un día productivo, después de todo.
______________________________
OBJETO | MATERIALES |
Infusión de Pluma | 9 |
Proyectil Elemental (Tierra) x2 | 6 |
TOTAL | 15 |
Dos flechas de tierra para el acompañante de Reivy. Gasto 6 materiales y cobro 100 aeros, llevandome un beneficio de 40 aeros.
Infusión de pluma para Ava. Gasto 9 materiales y cobro 110 aeros. Beneficio de 20 aeros.
15 materiales + 4 materiales en reserva = 19. Gano 2 puntos de profesión (de 63 a 65) y me quedo con 1 material en reserva.
Asher Daregan
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Las flechas eran exquisitas, el encantamiento había cambiado el color de la punta, o quizás no, igual la cabeza era así por estar hecha de algún material especial, madera oscura y plumas negras. A Lavey le seria fácil diferenciarlas en su carcaj.
-Claro señor arcanista. -La joven abrió el saquito de monedas y empezó a contar mientras el hombre-bestia le indicaba las aplicaciones del proyectil. -Sus flechas son muy útiles, las usare bien. -Lavey sonrió feliz y mientras recogía las flechas pudo rozar el pelaje del dueño del local. Su intuición no le fallaba, efectivamente, el brillo en su melena era un indicativo de suavidad y buenos cuidados. -Hasta luego. -Le dijo sonriente al cánido, despidiéndose con la mano.
Al salir, la pequeña compradora se fijo en unos carteles luminosos, que flotaban en el aire con un fénix en medio de unas flechas que señalaban hacia abajo. Con curiosidad Lavey se acerco hasta que termino delante de un puesto humilde con infinidad de frascos, ungüentos y vendas. El dependiente era un chico joven, quizás tendrían la misma edad, o quizás no, la verdad es que era algo mas bajito que ella.
-Buenos días. -la rubia se llevo un dedo a la mejilla mientras examinaba al chico y la mercancía. -Podrías darme... -Por un segundo se quedo pensando en su madre. -Tengo un pequeño problema, veras... mi madre es una dragona elemental. Y cuando se transforma no puede acceder a su bolsa, ni tiene pulgares para abrir botellas con pociones. Yo tengo unas puntas especiales donde puedo poner cosas y lanzarlas. ¿Podrías hacerme algo en polvos o en liquido no bebible?
El tiempo pasaba y la niña no volvía, aunque estaba tan enfrascada en los detalles del carro y los caballos que no me di ni cuenta. Ya solo me faltaba la figura central, que entre cincelada y cincelada había ido devastando dando la forma de una mujer genérica.
Para cuando tenia los detalles terminados se acerco al puesto una cara masculina.
El grito me sorprendió, pero por suerte estaba soplando la viruta de la talla y lo único que salio lastimado fue mi garganta al tragar serrín. Después de toser un par de veces y de enjuagar la boca con el agua del botijo, me levante del asiento y sacudiéndome toda la escoria de los pantalones me acerque al muchacho.
-Así es, nos conocemos. -Le dije sonriente. -No creo que se hubiera comido a nadie, pero si que podría haberse descontrolado. -Rei algo nerviosa al tiempo que limpiaba el sudor de mi cuello y mis brazos con un trapo. -Tu eras Alward, ¿Verdad? Zöe me hablo de ti esa noche. -Le ofrecí el botijo de agua al castaño. -¿Tienes sed?- Espere paciente a que reaccionara a mi pregunta y luego guarde el botijo detrás de una rueda.-Lo cierto es que la compañía fue algo improvisado. La dragona que estaba en el cielo era mi hija y tenia que hacer algo para que no se llevara por delante a la mitad de la gente mientras cambiaba de forma. -Me quede en silencio observando al zagal, esperando su contestación y mirando como oteaba los productos de la mesa. -Por cierto, yo soy Reivy. -Le volví a sonreír con tranquila amabilidad. -¿Hay algo que te haya gustado?
____
Off:
Le pago a Asher 100 Aeros por los proyectiles encantados.
Le pido a Demian 1 Infusion de alivio.
Interactuo con Alward.
-Claro señor arcanista. -La joven abrió el saquito de monedas y empezó a contar mientras el hombre-bestia le indicaba las aplicaciones del proyectil. -Sus flechas son muy útiles, las usare bien. -Lavey sonrió feliz y mientras recogía las flechas pudo rozar el pelaje del dueño del local. Su intuición no le fallaba, efectivamente, el brillo en su melena era un indicativo de suavidad y buenos cuidados. -Hasta luego. -Le dijo sonriente al cánido, despidiéndose con la mano.
Al salir, la pequeña compradora se fijo en unos carteles luminosos, que flotaban en el aire con un fénix en medio de unas flechas que señalaban hacia abajo. Con curiosidad Lavey se acerco hasta que termino delante de un puesto humilde con infinidad de frascos, ungüentos y vendas. El dependiente era un chico joven, quizás tendrían la misma edad, o quizás no, la verdad es que era algo mas bajito que ella.
-Buenos días. -la rubia se llevo un dedo a la mejilla mientras examinaba al chico y la mercancía. -Podrías darme... -Por un segundo se quedo pensando en su madre. -Tengo un pequeño problema, veras... mi madre es una dragona elemental. Y cuando se transforma no puede acceder a su bolsa, ni tiene pulgares para abrir botellas con pociones. Yo tengo unas puntas especiales donde puedo poner cosas y lanzarlas. ¿Podrías hacerme algo en polvos o en liquido no bebible?
El tiempo pasaba y la niña no volvía, aunque estaba tan enfrascada en los detalles del carro y los caballos que no me di ni cuenta. Ya solo me faltaba la figura central, que entre cincelada y cincelada había ido devastando dando la forma de una mujer genérica.
Para cuando tenia los detalles terminados se acerco al puesto una cara masculina.
- Escultura tallada:
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El grito me sorprendió, pero por suerte estaba soplando la viruta de la talla y lo único que salio lastimado fue mi garganta al tragar serrín. Después de toser un par de veces y de enjuagar la boca con el agua del botijo, me levante del asiento y sacudiéndome toda la escoria de los pantalones me acerque al muchacho.
-Así es, nos conocemos. -Le dije sonriente. -No creo que se hubiera comido a nadie, pero si que podría haberse descontrolado. -Rei algo nerviosa al tiempo que limpiaba el sudor de mi cuello y mis brazos con un trapo. -Tu eras Alward, ¿Verdad? Zöe me hablo de ti esa noche. -Le ofrecí el botijo de agua al castaño. -¿Tienes sed?- Espere paciente a que reaccionara a mi pregunta y luego guarde el botijo detrás de una rueda.-Lo cierto es que la compañía fue algo improvisado. La dragona que estaba en el cielo era mi hija y tenia que hacer algo para que no se llevara por delante a la mitad de la gente mientras cambiaba de forma. -Me quede en silencio observando al zagal, esperando su contestación y mirando como oteaba los productos de la mesa. -Por cierto, yo soy Reivy. -Le volví a sonreír con tranquila amabilidad. -¿Hay algo que te haya gustado?
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Off:
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Reivy Abadder
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Nahir volvió a la ciudad, aquella última aventura parecía no acabar nunca, estaba agotada. Podía notar como le pesaba todo el cuerpo: andaba con pasos cortos y apenas sin levantar los pies del suelo, sus hombros estaban caídos haciendo que sus brazos colgasen sin fuerzas en ambos lados, balanceándose sin gracia a cada paso que daba. Hasta podía notar que las pestañas le pesaban. Solo esperaba llegar a la posada en la que estuvo la vez anterior y que aún les quedasen habitaciones, seguro que en cuanto llegase al lecho no tardaría ni un instante en caer rendida y dormirse profundamente.
Pero un olor diferente le hizo levantar la vista del suelo con curiosidad. Y ahí estaba, frente a ella, el mercado del yule. Miles de colores y ruidos se mezclaban dentro de ella. Las calles estaban repletas de gente. Habían paradas por todos los lados, en ellas se vendían todo tipo de cosas, desde armas y armaduras hasta pociones y cacharros para el hogar. La gente merodeaba entre las paradas y no dudaban en acercarse para preguntar sobre los objetos. Al parecer en el mercado del yule había trabajo para todos. Había escuchado hablar a algunos comerciantes de las islas de aquel mercado, y siempre había imaginado como sería, y el cansancio no iba a apoderarse de aquella oportunidad. Es más, la joven bruja ya apenas se acordaba de su agotamiento, ahora se encontraba andando entre los diferentes puestecitos, mirándolo todo.
Estaba tan emocionada, si fuese por ella se llevaría una cosa de cada sitio, aunque sabía que la mitad de las cosas no las utilizaría, y los más importante, tenía que racionar muy bien los aeros, ya que con lo que gastaba en hospedarse en la ciudad y en comida no le quedaba un gran margen para gastar.
Había un puesto de armas muy concurrido, la joven pensó que quizás podrían afilarle un poco su daga de la abuela, pero para lo que la usaba tampoco le era muy necesario.
Entonces escuchó la voz de una niña, que le llamó la atención particularmente. Se acercó al puesto y lo primero que le llamó la atención fueron unos colgantes que habían tallados en madera. A Nahir le gustaban muchos las joyas, sobre todo los anillos, así que se dispuso a buscar uno, cuando vio la figura de un lobo. Sin saber porque alargó la mano para cogerlo, era precioso: no era más grande que el puño de una mano, de color claro, no muy detallado, lo que más los ojos y la nariz.
La niña se fue correteando del puestecito con un saquito de monedas y una gran sonrisa. Aquello hizo que la bruja sonriese también. La otra mujer se sentó a seguir con una tarea, por lo que no se dio prisa en pagar el objeto, aunque no lo soltó en ningún momento. Quedó fascinada con las cosas tan bonitas que tenían, bonitas y útiles, pero Nahir no se veía utilizando un arco si dañar a nadie.
- Disculpe, ¿Cuánto vale el lobo? – preguntó alzando el brazo con la mano abierta, enseñándole el muñeco a la chica de ojos azules.
Pero un olor diferente le hizo levantar la vista del suelo con curiosidad. Y ahí estaba, frente a ella, el mercado del yule. Miles de colores y ruidos se mezclaban dentro de ella. Las calles estaban repletas de gente. Habían paradas por todos los lados, en ellas se vendían todo tipo de cosas, desde armas y armaduras hasta pociones y cacharros para el hogar. La gente merodeaba entre las paradas y no dudaban en acercarse para preguntar sobre los objetos. Al parecer en el mercado del yule había trabajo para todos. Había escuchado hablar a algunos comerciantes de las islas de aquel mercado, y siempre había imaginado como sería, y el cansancio no iba a apoderarse de aquella oportunidad. Es más, la joven bruja ya apenas se acordaba de su agotamiento, ahora se encontraba andando entre los diferentes puestecitos, mirándolo todo.
Estaba tan emocionada, si fuese por ella se llevaría una cosa de cada sitio, aunque sabía que la mitad de las cosas no las utilizaría, y los más importante, tenía que racionar muy bien los aeros, ya que con lo que gastaba en hospedarse en la ciudad y en comida no le quedaba un gran margen para gastar.
Había un puesto de armas muy concurrido, la joven pensó que quizás podrían afilarle un poco su daga de la abuela, pero para lo que la usaba tampoco le era muy necesario.
Entonces escuchó la voz de una niña, que le llamó la atención particularmente. Se acercó al puesto y lo primero que le llamó la atención fueron unos colgantes que habían tallados en madera. A Nahir le gustaban muchos las joyas, sobre todo los anillos, así que se dispuso a buscar uno, cuando vio la figura de un lobo. Sin saber porque alargó la mano para cogerlo, era precioso: no era más grande que el puño de una mano, de color claro, no muy detallado, lo que más los ojos y la nariz.
La niña se fue correteando del puestecito con un saquito de monedas y una gran sonrisa. Aquello hizo que la bruja sonriese también. La otra mujer se sentó a seguir con una tarea, por lo que no se dio prisa en pagar el objeto, aunque no lo soltó en ningún momento. Quedó fascinada con las cosas tan bonitas que tenían, bonitas y útiles, pero Nahir no se veía utilizando un arco si dañar a nadie.
- Disculpe, ¿Cuánto vale el lobo? – preguntó alzando el brazo con la mano abierta, enseñándole el muñeco a la chica de ojos azules.
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Mientras la pequeña Lavey estaba en la tienda del lobo arcanista, una muchacha se quedo junto a la mesa buscando algún objeto de su agrado. Y aunque sus primeros vistazos rebuscaban entre los colgantes, las manos de la morena cogieron la figura de un lobo.
Se quedo en la tienda un rato mas, miraba todo con la misma tranquilada con la que tallaba el carro y los caballos, aunque en sus ojos tenia una chispa de nostalgia o cariño, no sabría decir cual de las dos predominaba o si su rostro era una composición de ambos sentimientos.
-Es hermoso. -Deje uno de los cinceles junto al brasero, esperando a que se calentara. -El lobo son 30 aeros.
-Ese que tienes entre las manos me ayudo hacerlo la niña que acaba de irse. Seguro que le gustara saber que se lo han llevado. -Deje de golpear la madera y me acerque la muchacha ofreciéndole una sonrisa amigable. -¿Es para ti? o un regalo.- Le pregunte curiosa viendo como la joven se negaba a despegarse de la figura.
_______
Off: Me salio muy cortito, pero como esto es antes de que aparececa Alward, no lo queria dejar pasar para no romper la linea temporal. n.nU
Interaccion con Nahir.
Hola Nahir^^ te e puesto varios modelos, tanto en cachorros como en adultos, así como con los colores y detalles que describías, unos tienen el cuerpo mas basto pero la cara mas detallada y otros son mas detallados en general. Si ninguno de ellos se amolda a tu ida siempre puedes buscar alguna imagen que se acerque mas a tus pensamientos^^ Si te gustaron mas de una imagen, todos los lobitos estan encima de la mesa, puedes llevarte los que quieras.
Se quedo en la tienda un rato mas, miraba todo con la misma tranquilada con la que tallaba el carro y los caballos, aunque en sus ojos tenia una chispa de nostalgia o cariño, no sabría decir cual de las dos predominaba o si su rostro era una composición de ambos sentimientos.
-Es hermoso. -Deje uno de los cinceles junto al brasero, esperando a que se calentara. -El lobo son 30 aeros.
- Es coger entre::
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-Ese que tienes entre las manos me ayudo hacerlo la niña que acaba de irse. Seguro que le gustara saber que se lo han llevado. -Deje de golpear la madera y me acerque la muchacha ofreciéndole una sonrisa amigable. -¿Es para ti? o un regalo.- Le pregunte curiosa viendo como la joven se negaba a despegarse de la figura.
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Off: Me salio muy cortito, pero como esto es antes de que aparececa Alward, no lo queria dejar pasar para no romper la linea temporal. n.nU
Interaccion con Nahir.
Hola Nahir^^ te e puesto varios modelos, tanto en cachorros como en adultos, así como con los colores y detalles que describías, unos tienen el cuerpo mas basto pero la cara mas detallada y otros son mas detallados en general. Si ninguno de ellos se amolda a tu ida siempre puedes buscar alguna imagen que se acerque mas a tus pensamientos^^ Si te gustaron mas de una imagen, todos los lobitos estan encima de la mesa, puedes llevarte los que quieras.
Reivy Abadder
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Nahir le tendió la cantidad de aeros que le habían indicado la dragona. Le alegro la idea de que la niña hubiese ayudado a hacerlo, seguro que había puesto toda su ilusión y esfuerzos en hacerlo.
- Para mí, supongo. – susurro mirando la figura.
En aquel momento no tenía a nadie a quien regalársela, aunque estaba segura de que si alguna vez conocía a ese alguien, dueño del lobo, lo reconocería.
- Creo almacenar en mis recuerdos una cosa en particular, aunque no estoy segura de sí en realidad lo soñé. Se trata de un anillo hecho con madera y resina del mismo árbol. El extremo se puede dejar sin tratar, puerto que queda como trasparente, pero también se le pueden poner cosas, como flores muy pequeñitas. Si en un futuro pudieras hacerlos, me encantaría tener uno… - se mira las manos, con siete anillos entre las dos. - … o quizás un par. – concluyo sonriendo ampliamente.
Desde la parada de la madera de la dragona le llegaba el olor a algo dulce, aunque no llegaba a identificar del todo el olor. Seguramente se pasaría por ahí antes de volver a la posaba y dormir algo, al fin y al cabo, nunca le decía que no a la comida, y menos a un dulce.
- Para mí, supongo. – susurro mirando la figura.
En aquel momento no tenía a nadie a quien regalársela, aunque estaba segura de que si alguna vez conocía a ese alguien, dueño del lobo, lo reconocería.
- Creo almacenar en mis recuerdos una cosa en particular, aunque no estoy segura de sí en realidad lo soñé. Se trata de un anillo hecho con madera y resina del mismo árbol. El extremo se puede dejar sin tratar, puerto que queda como trasparente, pero también se le pueden poner cosas, como flores muy pequeñitas. Si en un futuro pudieras hacerlos, me encantaría tener uno… - se mira las manos, con siete anillos entre las dos. - … o quizás un par. – concluyo sonriendo ampliamente.
Desde la parada de la madera de la dragona le llegaba el olor a algo dulce, aunque no llegaba a identificar del todo el olor. Seguramente se pasaría por ahí antes de volver a la posaba y dormir algo, al fin y al cabo, nunca le decía que no a la comida, y menos a un dulce.
Me quedo con el lobo numero cuatro ^-^
- 30 aeros
Nahir
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
-Mmm... -Me quede pensando en lo que la mujer me pedía. -No puedo decirte si lo viviste o lo soñaste pero... -Sin darme cuenta cruce los brazos y comencé a golpearme la cabeza con el mango de un cincel. -Si usara un ojo de buey... y quizás unas guías en los engastes... -Sonreí de oreja a oreja y el brillo del reto en la mirada. -Señorita esta de suerte. Puedo hacerle lo que me pide, aunque le costara 40 aeros la pieza.
Mientras esperaba a que la mujer diera una respuesta, aparte el bloque de madera que estaba tallando y metí medio cuerpo dentro de la carreta. -Aquí estas. -Del interior saque un bloque de resina endurecida y un cuenco de cerámica. Busque en el interior un tronco en bruto de unos 60 centímetros y lo coloque detrás del brasero a modo de mesa de taller. Encima del tronco deje caer la resina y con uno de los cinceles mas grandes le propine un golpe que partió un pedazo. Metí en el cuenco de cerámica la sabia y la coloque en medio del brasero. -Debería derretirse para cuando tenga los anillos hechos. -Guarde el sobrante en el carro y pellizcándome el labio inferior mire las mano de la clienta. -Déjame dos anillos, así podre medir tus dedos.
Ya había hecho anillos antes, pero no con ese grado de complejidad. De nuevo metía la cabeza en el almacén improvisado, pero esta vez rebusque hasta sacar mi equipo de precisión. Una lampara de aceite encima de la mesa de exposición me daría la luz que necesitaba. unos cinceles tan pequeños que algunos tenían el grosos de una aguja en el filo, un martillo a juego que casi parecía de juguete, un soporte con una lente de aumento y un pincel. Mire a mi espalda y junto a un árbol vi un montón de nieve que se arremolinaba junto a su base.
-Voy a tardar un rato, pero si quieres puedes quedarte. -Sonreí una vez mas a la chica y empece a trabajar.
Lo primero y mas fácil fue darle forma, como no podía ser de otra manera, por dentro era redondo y por fuera iba buscando una forma recta y angular conforme subía hacia la cúspide. Usando la abrazadera de la lente sujete el anillo y lo partí por el medio, ahora solo quedaba un agujero y el abalorio parecía que se hubiera roto. En los extremos le tallé cuatro abrazaderas donde se colocarían y apoyarían las piedras, por debajo de los engastes y con el cincel mas fino que tenia hice dos surcos, uno a cada lado. Calenté otro cincel en el fuego e hice un pequeño orificio en el lateral plano. Con la madera que había sobrado fabrique una pequeña tapa que encajaba sobre las guías, le hice también un pequeño agujero a la tapa y con una cuerda de cáñamo asegure la tapa al anillo, de esta manera no se perdería.
Coloque el cincel fino sobre las brasas y saque del carbón el cuenco de cerámica, con ayuda del pincel fui dándole gruesas capas de resina al anillo hasta que el agujero quedo tapado por un gran pegote de resina. Con cuidado saque el anillo de la brida y lo lleve hasta el montón de nieve que tenia a mi espalda, en pocos minutos la resina se había endurecido.
Regrese a la mesa de trabajo y asegurando de nuevo la pieza, saque el cincel de entre las brasas y poco a poco y con mucho cuidado, fui vaciando el interior del anillo. El olor a resina quemada no se hizo esperar y las pegajosas gotas comenzaron a caer. Ahora el interior estaba limpio, podían verse los engastes y las guías.
Repetí el proceso de enfriamiento y volví a sentarme, con una lija fina, fui dándole la forma deseada, frote con un trapo y aceite el anillo hasta que brillo y la resina quedo traslucida.
Copie el proceso una vez mas para hacer el segundo anillo y cuando termine suspire orgullosa con mi trabajo.
-Espero que sean como en tus sueños. -Le tendí un anillo y sujete el otro enfrente a ella, para explicarle el funcionamiento. -Mira, gracias a este agujero y esta cuerdecita, no se te perderá la tapa del anillo. Para poner la decoración que te guste solo tienes que retirar la tapa e introducirlo dentro de la resina. Luego cierras la tapa y te colocas el anillo. ¿Ves esas 4 patitas? son para que coloques ahí la piedras que me mencionabas. -Contenta por el trabajo bien hecho le di el segundo anillo y espere el pago de los objetos.
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Off: Recivo el pago de 30 aeros por parte de Nahir por la venta de una figura con forma de lobo. 20 Aeros en materiales y 10 en ganancia. Materiales en reserva dos.
Dada la complicación de los anillos les e puesto un material mas. Nahir me pidió dos, así que sumarían 80 Aeros. 60 Aeros en materiales y 20 en ganancias.
En total serian 110 Aeros a descontar para Nahir. Yo gano 2 puntos de profesión, 2 materiales en reserva. (el punto de Zero y los 2 puntos de Nahir hacen un total 19) y 30 Aeros.
Y después de todos los números.... Nahir, espero haber sabido captar la esencia de lo que me pedías. Te e buscado un par de imágenes que se asemejan bastante a la idea del anillo estando vació. Gracias por esta compra, me hecho romperme los sesos sobre la construcción^^ A sido muy divertido.
Mientras esperaba a que la mujer diera una respuesta, aparte el bloque de madera que estaba tallando y metí medio cuerpo dentro de la carreta. -Aquí estas. -Del interior saque un bloque de resina endurecida y un cuenco de cerámica. Busque en el interior un tronco en bruto de unos 60 centímetros y lo coloque detrás del brasero a modo de mesa de taller. Encima del tronco deje caer la resina y con uno de los cinceles mas grandes le propine un golpe que partió un pedazo. Metí en el cuenco de cerámica la sabia y la coloque en medio del brasero. -Debería derretirse para cuando tenga los anillos hechos. -Guarde el sobrante en el carro y pellizcándome el labio inferior mire las mano de la clienta. -Déjame dos anillos, así podre medir tus dedos.
Ya había hecho anillos antes, pero no con ese grado de complejidad. De nuevo metía la cabeza en el almacén improvisado, pero esta vez rebusque hasta sacar mi equipo de precisión. Una lampara de aceite encima de la mesa de exposición me daría la luz que necesitaba. unos cinceles tan pequeños que algunos tenían el grosos de una aguja en el filo, un martillo a juego que casi parecía de juguete, un soporte con una lente de aumento y un pincel. Mire a mi espalda y junto a un árbol vi un montón de nieve que se arremolinaba junto a su base.
-Voy a tardar un rato, pero si quieres puedes quedarte. -Sonreí una vez mas a la chica y empece a trabajar.
Lo primero y mas fácil fue darle forma, como no podía ser de otra manera, por dentro era redondo y por fuera iba buscando una forma recta y angular conforme subía hacia la cúspide. Usando la abrazadera de la lente sujete el anillo y lo partí por el medio, ahora solo quedaba un agujero y el abalorio parecía que se hubiera roto. En los extremos le tallé cuatro abrazaderas donde se colocarían y apoyarían las piedras, por debajo de los engastes y con el cincel mas fino que tenia hice dos surcos, uno a cada lado. Calenté otro cincel en el fuego e hice un pequeño orificio en el lateral plano. Con la madera que había sobrado fabrique una pequeña tapa que encajaba sobre las guías, le hice también un pequeño agujero a la tapa y con una cuerda de cáñamo asegure la tapa al anillo, de esta manera no se perdería.
Coloque el cincel fino sobre las brasas y saque del carbón el cuenco de cerámica, con ayuda del pincel fui dándole gruesas capas de resina al anillo hasta que el agujero quedo tapado por un gran pegote de resina. Con cuidado saque el anillo de la brida y lo lleve hasta el montón de nieve que tenia a mi espalda, en pocos minutos la resina se había endurecido.
Regrese a la mesa de trabajo y asegurando de nuevo la pieza, saque el cincel de entre las brasas y poco a poco y con mucho cuidado, fui vaciando el interior del anillo. El olor a resina quemada no se hizo esperar y las pegajosas gotas comenzaron a caer. Ahora el interior estaba limpio, podían verse los engastes y las guías.
Repetí el proceso de enfriamiento y volví a sentarme, con una lija fina, fui dándole la forma deseada, frote con un trapo y aceite el anillo hasta que brillo y la resina quedo traslucida.
Copie el proceso una vez mas para hacer el segundo anillo y cuando termine suspire orgullosa con mi trabajo.
-Espero que sean como en tus sueños. -Le tendí un anillo y sujete el otro enfrente a ella, para explicarle el funcionamiento. -Mira, gracias a este agujero y esta cuerdecita, no se te perderá la tapa del anillo. Para poner la decoración que te guste solo tienes que retirar la tapa e introducirlo dentro de la resina. Luego cierras la tapa y te colocas el anillo. ¿Ves esas 4 patitas? son para que coloques ahí la piedras que me mencionabas. -Contenta por el trabajo bien hecho le di el segundo anillo y espere el pago de los objetos.
- Anillos:
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Off: Recivo el pago de 30 aeros por parte de Nahir por la venta de una figura con forma de lobo. 20 Aeros en materiales y 10 en ganancia. Materiales en reserva dos.
Dada la complicación de los anillos les e puesto un material mas. Nahir me pidió dos, así que sumarían 80 Aeros. 60 Aeros en materiales y 20 en ganancias.
En total serian 110 Aeros a descontar para Nahir. Yo gano 2 puntos de profesión, 2 materiales en reserva. (el punto de Zero y los 2 puntos de Nahir hacen un total 19) y 30 Aeros.
Y después de todos los números.... Nahir, espero haber sabido captar la esencia de lo que me pedías. Te e buscado un par de imágenes que se asemejan bastante a la idea del anillo estando vació. Gracias por esta compra, me hecho romperme los sesos sobre la construcción^^ A sido muy divertido.
Reivy Abadder
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
-No, gracias-Rehusó al ofrecimiento de la mujer para darle de beber-Vaya, así que estábamos en una situación real de peligro...-Dijo poniéndose de nuevo en jarras y mostrando un gesto de asombro-Pues me alegro de que aquello no se descontrolase-Dijo mientras soltaba una risilla
La mujer se presentó, y Alward inclinó un poco la cabeza a modo de una mundana y corta reverencia
-Y yo Al...--Cortó su frase-Bueno, Zoë ya le dijo mi nombre-Esbozó una sonrisa
Acto seguido, la comerciante le ofreció al humano sus mercancias. Realmente no se había parado a mirarlas, pero ahora que le puso en un compromiso, tenía que salir del paso y echar un breve vistazo.
Veamos... ¿Escudos? No los usaba. ¿Espadas? Las suyas estaban bien y realmente no podía permitirse comprar un par nuevas. ¿Armaduras? Aunque la suya estuviese un poco gastada por los continuos golpes y arreglos a modo de "parches" que le hacían, tampoco se lo podía permitir, pero no sería una mala idea... Tenía que aceptar más trabajos, ya que no ganaba mucho desde hacía un par de meses... Su sueldo le daba para sustentarse a él y a Epons, y poco más, el resto lo "Almacenaba" Rischer en un cofre común para todos los Stelliazos, por lo que pudiese pasar, y además, para pagar ciertas cosas que rodeaba al mundo de las espadas y la sangre. Después de todo, ese mundo era bastante peligroso y que te deban favores convenía más que deberlos tú.
-Bueno... Ya que estoy aquí, te compraré algo.-Siguió fijándose en los artículos, y al ver las figuras de madera, finalmente se decidió por algo artesanal. Algo que fuese pequeño pero decorativo y bonito, y que siempre pudiera llevarlo encima para lucirlo-¿Tienes... Algún colgante? ¿Uno que dé buena suerte o algo? Me vendría bien un poco de ayuda de los dioses, en estos tiempos que corren uno tiene suerte de tener la cabeza entre los hombros día tras día
Claramente no le iba a contar que era mercenario, no quería asustar a la mujer y que empezara a juzgarlo. Ese oficio no era bien visto por la sociedad. No era algo para ir gritándolo a los cuatro vientos.
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Off: Interactuo con Reivy
La mujer se presentó, y Alward inclinó un poco la cabeza a modo de una mundana y corta reverencia
-Y yo Al...--Cortó su frase-Bueno, Zoë ya le dijo mi nombre-Esbozó una sonrisa
Acto seguido, la comerciante le ofreció al humano sus mercancias. Realmente no se había parado a mirarlas, pero ahora que le puso en un compromiso, tenía que salir del paso y echar un breve vistazo.
Veamos... ¿Escudos? No los usaba. ¿Espadas? Las suyas estaban bien y realmente no podía permitirse comprar un par nuevas. ¿Armaduras? Aunque la suya estuviese un poco gastada por los continuos golpes y arreglos a modo de "parches" que le hacían, tampoco se lo podía permitir, pero no sería una mala idea... Tenía que aceptar más trabajos, ya que no ganaba mucho desde hacía un par de meses... Su sueldo le daba para sustentarse a él y a Epons, y poco más, el resto lo "Almacenaba" Rischer en un cofre común para todos los Stelliazos, por lo que pudiese pasar, y además, para pagar ciertas cosas que rodeaba al mundo de las espadas y la sangre. Después de todo, ese mundo era bastante peligroso y que te deban favores convenía más que deberlos tú.
-Bueno... Ya que estoy aquí, te compraré algo.-Siguió fijándose en los artículos, y al ver las figuras de madera, finalmente se decidió por algo artesanal. Algo que fuese pequeño pero decorativo y bonito, y que siempre pudiera llevarlo encima para lucirlo-¿Tienes... Algún colgante? ¿Uno que dé buena suerte o algo? Me vendría bien un poco de ayuda de los dioses, en estos tiempos que corren uno tiene suerte de tener la cabeza entre los hombros día tras día
Claramente no le iba a contar que era mercenario, no quería asustar a la mujer y que empezara a juzgarlo. Ese oficio no era bien visto por la sociedad. No era algo para ir gritándolo a los cuatro vientos.
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Off: Interactuo con Reivy
Alward Sevna
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Mientras jugueteaba con la bolsa, le daba vueltas a las recomendaciones que le había hecho la mujer que se encargaba del puesto. Valoraba las opciones, en primer lugar según había entendido el elixir de sueño era eso, inducía al sueño, y aquello podía resultar peligroso si no se tomaba en un lugar seguro.
Por otra parte si tenía que pararse a hacer una infusión cada vez que estuviera dolorido sería un problema, por ejemplo, si le estuvieran persiguiendo o no podía encenderse un fuego para calentar agua o incluso no tenía acceso al agua y aunque le gustaría profundizar más en saber esas cosas o al menos preguntar para saber algo más de todo aquello, sabía que no era el momento.
- Bueno, creo que me quedaré con el ungüento. Creo que es lo cómodo y lo que mejor me va a venir, al menos eso creo.- Sango se guardó la bolsa.- En cuando a la cantidad, no sé, algo razonable, tampoco quiero agotar todo el material que tenga.- Sonrió.- El resto queda de su mano.- Asintió con la cabeza y se acordó de algo que a la larga sería importante.- Ah por cierto, ¿podría tener el recipiente algún distintivo especial? No sé, algo que lo distinga de... otros recipientes.- Se puso un poco nervioso, él mismo podría haberle atado un lazo o una cuerda de algún color llamativo. El casi no saber leer le causaría algún día algún problema.*
Justo al instante, como por arte de magia, Cryz, la chica con la que había trabajado codo con codo en Baslodia estaba allí. Sango se alegró mucho de verla, tanto que le dio un fuerte abrazo.
- ¡Cryz! ¿Qué tal, cómo te va? Cuanto tiempo...- Le dijo mientras le agarraba los hombros y le miraba esbozando una sonrisa sincera.- Vaya, vaya, ¿dónde está tu compañero? No me acuerdo de su nombre, perdona.- Rió suavemente y la soltó.- Me alegro de verte, de verdad.- Y lo decía en serio.**
Después de pagar y despedirse de Cryz, se reincorporó al flujo de gente que le había llevado hasta el puesto de la hermosa mujer. Y ese mismo río humano le llevó hasta un puesto de un herrero y como aventurero que era, a falta de un término mejor, decidió echar un vistazo. Se acercó lentamente, tratando de no chocar e interrumpir el paso y cuando lo consiguió se plantó delante de aquel lugar y se quedó mirando un buen rato. Había una mujer, sentada en una silla y luego un hombre que iba de un lado para otro y que de vez en cuando le echaba alguna mirada. Ben ladeó ligeramente la cabeza pensando en que aquel hombre le sonaba de algo.
Se acercó aún más y sin dejar de darle vueltas al tema, miró a la mujer.
- Muy buenas... Me preguntaba si me podrían enseñar lo que tienen. No busco algo en concreto, sólo quería ver si tenían algo hecho. Suelo utilizar un hacha, una reliquia familiar, pero no me importaría probar alguna vez con una espada.- Dijo Ben mientras su mirada iba de la mujer al hombre y de este de vuelta a la mujer.***
Ben estaba convencido de que el hombre le sonaba a alguien.
Por otra parte si tenía que pararse a hacer una infusión cada vez que estuviera dolorido sería un problema, por ejemplo, si le estuvieran persiguiendo o no podía encenderse un fuego para calentar agua o incluso no tenía acceso al agua y aunque le gustaría profundizar más en saber esas cosas o al menos preguntar para saber algo más de todo aquello, sabía que no era el momento.
- Bueno, creo que me quedaré con el ungüento. Creo que es lo cómodo y lo que mejor me va a venir, al menos eso creo.- Sango se guardó la bolsa.- En cuando a la cantidad, no sé, algo razonable, tampoco quiero agotar todo el material que tenga.- Sonrió.- El resto queda de su mano.- Asintió con la cabeza y se acordó de algo que a la larga sería importante.- Ah por cierto, ¿podría tener el recipiente algún distintivo especial? No sé, algo que lo distinga de... otros recipientes.- Se puso un poco nervioso, él mismo podría haberle atado un lazo o una cuerda de algún color llamativo. El casi no saber leer le causaría algún día algún problema.*
Justo al instante, como por arte de magia, Cryz, la chica con la que había trabajado codo con codo en Baslodia estaba allí. Sango se alegró mucho de verla, tanto que le dio un fuerte abrazo.
- ¡Cryz! ¿Qué tal, cómo te va? Cuanto tiempo...- Le dijo mientras le agarraba los hombros y le miraba esbozando una sonrisa sincera.- Vaya, vaya, ¿dónde está tu compañero? No me acuerdo de su nombre, perdona.- Rió suavemente y la soltó.- Me alegro de verte, de verdad.- Y lo decía en serio.**
Después de pagar y despedirse de Cryz, se reincorporó al flujo de gente que le había llevado hasta el puesto de la hermosa mujer. Y ese mismo río humano le llevó hasta un puesto de un herrero y como aventurero que era, a falta de un término mejor, decidió echar un vistazo. Se acercó lentamente, tratando de no chocar e interrumpir el paso y cuando lo consiguió se plantó delante de aquel lugar y se quedó mirando un buen rato. Había una mujer, sentada en una silla y luego un hombre que iba de un lado para otro y que de vez en cuando le echaba alguna mirada. Ben ladeó ligeramente la cabeza pensando en que aquel hombre le sonaba de algo.
Se acercó aún más y sin dejar de darle vueltas al tema, miró a la mujer.
- Muy buenas... Me preguntaba si me podrían enseñar lo que tienen. No busco algo en concreto, sólo quería ver si tenían algo hecho. Suelo utilizar un hacha, una reliquia familiar, pero no me importaría probar alguna vez con una espada.- Dijo Ben mientras su mirada iba de la mujer al hombre y de este de vuelta a la mujer.***
Ben estaba convencido de que el hombre le sonaba a alguien.
- "INTERACCIONES":
- *Interacción con Niniel. Compra de ungüento milagroso. Por supuesto si necesitas que en tu post diga algo para completarlo o que quede bonito o se te ocurre algo, ni falta hace que diga que puedes hacerlo sin ningún problema. Si hubiera algo más que te gustaría que hiciera, puedo cambiar/corregir cualquier cosa.
** Interacción con Cryz. Aunque en los párrafos siguientes ponga que estoy en otra parte, puedes seguir con la interacción, volveré a responderte si es necesario. Si hay algo de mi comportamiento que te ha molestado o con lo que no estés de acuerdo dimelo y cambio lo que sea.
***Interacción con Eltrant. Bueno Eltrant, si tienes algo ya fabricado en el puesto me lo puedes enseñar o darme largas, eso ya a gusto del vendedor xD. Por cierto, eso de que te reconozco es porque (he leído tu ficha) ambos somos de las afueras de Lunargenta y tenemos un edad parecida y he dicho, ¿por qué no? Bueno, si ves que hay algo que no te cuadra o que te molesta, por favor dímelo y vengo rápidamente a corregirlo
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Encontrarse con Ava había sido un soplo de aire fresco para un día con altibajos. La estabilidad emocional de Karen comenzaba a tambalearse tras la situación en su casa y que el aprendiz de herrero hubiera roto sus armas. Al final había conseguido espadas nuevas y había visto a Ava, por lo que el día estaba mejorando considerablemente. Juntas se encaminaron a pasear por los puestos, hablando de la situación en que se encuentran después de haberse separado. -Vine para ver a mis padres, por Yule y eso, ya sabes. También pensé que era buena idea comenzar mi búsqueda desde el principio. -La chica suspira. -Tal vez no haya sido la mejor de las ideas, pero me ha gratificado el haberte encontrado aquí. -Sonríe a la mujer-bestia.
Entran juntas en un local regentado por hombres-bestia, el de la entrada era un poco... Extraño, parecía más dedicado en espantar personas que entraban al calor del puesto que a intentar atraer clientes. El interior era bastante acogedor, sobretodo para un puesto montado exclusivamente para ser desmontado después de unos días. Ava se encaminó directamente a hablar con el dueño del local. No es que hubiera visto a Ava interactuar en muchas ocasiones con desconocidos, pero parecía desenvolverse mucho mejor que en el puesto de la herrera.
Karen se estaba acercando a enterarse del proceso de encatamiento de armas cuando la interrumpe el aprendiz de herrero con su bolso. -Oh, vaya, te agradezco que me lo hayas traído, ahora mismo voy a pagártelo y recoger las espadas. -Hace una reverencia y sale de la tienda haciendo un gesto con la mano a Ava indicando que en seguida estaría de vuelta.
Tras llegar a grandes zancadas al puesto, se encuentra con la maestra herrera y con la dependienta del puesto. -Hola otra vez, vengo a recoger mis armas y a pagar el bolso. -Deja los aeros sobre el mostrador y hace levitar las armas de vuelta a sus respectivas vainas. -Gracias nuevamente, tenéis un aprendiz muy atento y amable, espero que... Espero que de ahora en adelante rompa menos armas... -Sonríe a la chica de pelo negro, hace una reverencia y vuelve al puesto en el que dejó a Ava encantando su hacha.
Se acerca a la mujer-bestia. -Perdona haber tardado tanto. -Sonríe y hace levitar la espada de su espalda para depositarla con cuidado en el mostrador. -Disculpe, maestro arcano. -Baja la cabeza en señal de respeto. -Me gustaría saber si tiene algo que pueda servir para potenciar mi telquinesis. Pero por favor, tenga cuidado, el filo es muy sensible y la empuñadura es hueca. -Mira a la cara del hombre-bestia. -Es un trabajo un poco delicado. -Abre su bolsito y deja salir flotando el tintero, la pluma y su diario. -¿Le importa si documento el proceso? Me parece algo fascinante.
Karen agarra la pluma y abre una página en blanco, en caso de recibir una negativa simplemente guardará los utensilios y se irá mientras el hombre trabaja. Mientras, se queda mirando al hombre-bestia con una cara fusión de curiosidad e ilusión.
-----
Pago los 60 aeros de Eltrant y pido una infusión de inteligencia a Asher.
P.D, mis deudas ponédmelas en negativo hasta que Hely tenga tiempo de pasarse a darme aeros u.u
Interactúo con Ava, Asher y Eltrant
Entran juntas en un local regentado por hombres-bestia, el de la entrada era un poco... Extraño, parecía más dedicado en espantar personas que entraban al calor del puesto que a intentar atraer clientes. El interior era bastante acogedor, sobretodo para un puesto montado exclusivamente para ser desmontado después de unos días. Ava se encaminó directamente a hablar con el dueño del local. No es que hubiera visto a Ava interactuar en muchas ocasiones con desconocidos, pero parecía desenvolverse mucho mejor que en el puesto de la herrera.
Karen se estaba acercando a enterarse del proceso de encatamiento de armas cuando la interrumpe el aprendiz de herrero con su bolso. -Oh, vaya, te agradezco que me lo hayas traído, ahora mismo voy a pagártelo y recoger las espadas. -Hace una reverencia y sale de la tienda haciendo un gesto con la mano a Ava indicando que en seguida estaría de vuelta.
Tras llegar a grandes zancadas al puesto, se encuentra con la maestra herrera y con la dependienta del puesto. -Hola otra vez, vengo a recoger mis armas y a pagar el bolso. -Deja los aeros sobre el mostrador y hace levitar las armas de vuelta a sus respectivas vainas. -Gracias nuevamente, tenéis un aprendiz muy atento y amable, espero que... Espero que de ahora en adelante rompa menos armas... -Sonríe a la chica de pelo negro, hace una reverencia y vuelve al puesto en el que dejó a Ava encantando su hacha.
Se acerca a la mujer-bestia. -Perdona haber tardado tanto. -Sonríe y hace levitar la espada de su espalda para depositarla con cuidado en el mostrador. -Disculpe, maestro arcano. -Baja la cabeza en señal de respeto. -Me gustaría saber si tiene algo que pueda servir para potenciar mi telquinesis. Pero por favor, tenga cuidado, el filo es muy sensible y la empuñadura es hueca. -Mira a la cara del hombre-bestia. -Es un trabajo un poco delicado. -Abre su bolsito y deja salir flotando el tintero, la pluma y su diario. -¿Le importa si documento el proceso? Me parece algo fascinante.
Karen agarra la pluma y abre una página en blanco, en caso de recibir una negativa simplemente guardará los utensilios y se irá mientras el hombre trabaja. Mientras, se queda mirando al hombre-bestia con una cara fusión de curiosidad e ilusión.
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Pago los 60 aeros de Eltrant y pido una infusión de inteligencia a Asher.
P.D, mis deudas ponédmelas en negativo hasta que Hely tenga tiempo de pasarse a darme aeros u.u
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Karen Engeld
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Escuchaba a la joven con los ojos muy abiertos, le encantaba la naturalidad de la chica hacía aquella maestría. Ella jamás había conseguido hacer nada con la madera, y para ser sinceros ni siquiera había hecho nada que no fuese coser algún botón caído de una chaqueta.
Su sonrisa fue aumentando a medida que la escuchaba.
- Claro, no hay problema. – contestó al escuchar el precio. – ¡Qué bien! – dijo con entusiasmo más para ella misma, aunque no le importó que fuese en voz alta.
Miraba a la chica como se movía con soltura por su puesto mientras cogía todo lo necesario. Cuando esta le pidió los anillos, Nahir asintió con la cabeza un par de veces mientras se los quitaba para dejárselos.
- Aquí tienes… - susurró casi fascinada.
Parecía hipnotizada con la dragona, ya no solo estaba mirado su trabajo, se había fijado en sus precios ojos, su oscuro cabello: realmente era preciosa.
Se sentó en una caja de madera que había enfrente del puesto de la mujer, donde podía verla trabajar. Verla así le hizo pensar a la bruja que quizás ella también debería aprender algún oficio, pero, ¿cuál? Ella siempre había pensado que su padre la llevaría con él al hospital, donde le enseñaría las cuatro cosas básicas de la medicina, y así, sin verlo venir, ya estaría dentro del mundo de la medicina, como él. Aquello hubiese sido practico, ya que sin su padre no estaba segura de sí aquel era el camino que quería seguir. Sí que era verdad que le encantaba ayudar a los demás, pero quizás no de aquel modo. Su madre en cambio hacía pociones con las que Nahir ayudaba a buscar las plantas necesarias para realizarlas. Su parte era la menos interesante de la tarea, pero quizás, y con la mala suerte que había tenido algunas veces cocinando, tratar de hacer pócimas no era o suyo. ¿entonces que haría? La verdad es que le encantaría poder hacer joyas como estaba haciendo la dragona, pero no estaba segura de ser lo suficiente manitas como para poder hacerlo. Aprovechando que se encontraba en una ciudad con tanta diversidad, podría pedir que la dejasen ayudar como aprendiz en un par de talleres o locales para ir probando distintos oficios, y así encontrar el que más encajaba con ella.
La voz de la mujer la sacó de sus pensamientos, haciendo que se levantase de un bote.
- Oh…- susurró cogiendo el primer anillo con cuidado. – Es totalmente lo que estaba pensando cuando te lo conté…-
A medida que la chica le iba contando el funcionamiento, iba mirando lo que le enseñaba con el que ella tenía ya. Era realmente impresionante.
No antes sin darle la cantidad de dinero acordado previamente, la bruja se puso sus nuevos anillos, uno en cada mano. Alzó un poco las manos para mirarlas mejor, ahora con sus nuevas joyas.
- Haces un trabajo realmente impresionante, muchísimas gracias.
Su sonrisa fue aumentando a medida que la escuchaba.
- Claro, no hay problema. – contestó al escuchar el precio. – ¡Qué bien! – dijo con entusiasmo más para ella misma, aunque no le importó que fuese en voz alta.
Miraba a la chica como se movía con soltura por su puesto mientras cogía todo lo necesario. Cuando esta le pidió los anillos, Nahir asintió con la cabeza un par de veces mientras se los quitaba para dejárselos.
- Aquí tienes… - susurró casi fascinada.
Parecía hipnotizada con la dragona, ya no solo estaba mirado su trabajo, se había fijado en sus precios ojos, su oscuro cabello: realmente era preciosa.
Se sentó en una caja de madera que había enfrente del puesto de la mujer, donde podía verla trabajar. Verla así le hizo pensar a la bruja que quizás ella también debería aprender algún oficio, pero, ¿cuál? Ella siempre había pensado que su padre la llevaría con él al hospital, donde le enseñaría las cuatro cosas básicas de la medicina, y así, sin verlo venir, ya estaría dentro del mundo de la medicina, como él. Aquello hubiese sido practico, ya que sin su padre no estaba segura de sí aquel era el camino que quería seguir. Sí que era verdad que le encantaba ayudar a los demás, pero quizás no de aquel modo. Su madre en cambio hacía pociones con las que Nahir ayudaba a buscar las plantas necesarias para realizarlas. Su parte era la menos interesante de la tarea, pero quizás, y con la mala suerte que había tenido algunas veces cocinando, tratar de hacer pócimas no era o suyo. ¿entonces que haría? La verdad es que le encantaría poder hacer joyas como estaba haciendo la dragona, pero no estaba segura de ser lo suficiente manitas como para poder hacerlo. Aprovechando que se encontraba en una ciudad con tanta diversidad, podría pedir que la dejasen ayudar como aprendiz en un par de talleres o locales para ir probando distintos oficios, y así encontrar el que más encajaba con ella.
La voz de la mujer la sacó de sus pensamientos, haciendo que se levantase de un bote.
- Oh…- susurró cogiendo el primer anillo con cuidado. – Es totalmente lo que estaba pensando cuando te lo conté…-
A medida que la chica le iba contando el funcionamiento, iba mirando lo que le enseñaba con el que ella tenía ya. Era realmente impresionante.
No antes sin darle la cantidad de dinero acordado previamente, la bruja se puso sus nuevos anillos, uno en cada mano. Alzó un poco las manos para mirarlas mejor, ahora con sus nuevas joyas.
- Haces un trabajo realmente impresionante, muchísimas gracias.
Reivy es genial. los anillos son los que había mirado, y la explicación te ha quedado super bien, me encantan casi tanto como a Nahi xd Gracias !!!
-80 aeros
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Asiento con una sonrisa ante la petición de espera de la elfa, tal vez fuera mas tarde a probar ese guiso, no era mala idea, y bueno ya habia conseguido lo necesario asi que no tenia el resto del día para ver y comprarle algo a Andres, asi apaciguó su enojo a lo que vuelva.
- ¿Que tal todo? - le pregunte a Sango con una sonrisa mientras correspondía el abrazo con la misma fuerza.
Escuche lo que el hombre me decía y no pude contener una pequeña risa ante su olvido. - Te refieres a mi hermano Andres, y no te preocupes si sete olvida su nombre - dije quitándole importancia con un gesto de mi mano.
Pude escuchar la voz de la elfa indicándome que ya el pedido estaba, yo sonreí y me acerque para luego sacar de mi bolsa los 170 aeros y los puse sobre la mesa y con mi mano libre guarde cada uno de los elementos recién comprados.
- Muchas gracias - dije con una sonrisa y un gesto de la cabeza. - Espero y nos podamos ver luego - dije en forma de despedida a Sango para luego disponerme a salir del puesto.
Al estar afuera, Trhizten retomo su posición en el aire para luego volver a caminar entre la multitud que habia crecido exponencialmente en eo rato que habia estado en el puesto de la elfa.
Cada vez estaba mas vivo el lugar, cada vez se parecía mas a la Lunargenta intranquila e incansable de siempre, nadie creería que un par de meses atrás hubiera pasado una guerra por ella. Una sonrisa se dibujo en mi rostro mientras seguía caminando, ahora mi nuevo objetivo era... Buscar algo de comer, lo cual no seria nada difícil asi que ¿Por que no hacer caso a la recomendación de la elfa? Mire con atención el puesto que emanaba aquel delicioso aroma, pero me decidí por entrar a la posada, seria mas cómodo comer alli adentró.
Asi que entré y me encontré con un lugar acogedor, me acerque a una mesa desocupada para luego sentarme y dejar que Trhiz se sentara junto a mi, este simplemente se dedico a limpiarse la escarcha de las alas.
- No vallas a dejar plumas regadas por alli ¿Entendiste? - le dije con seriedad al ave.
Luego de eso me dedique a pedir una porción de ese guiso que la amigable elfa me habia recomendado.
- ¿Que tal todo? - le pregunte a Sango con una sonrisa mientras correspondía el abrazo con la misma fuerza.
Escuche lo que el hombre me decía y no pude contener una pequeña risa ante su olvido. - Te refieres a mi hermano Andres, y no te preocupes si sete olvida su nombre - dije quitándole importancia con un gesto de mi mano.
Pude escuchar la voz de la elfa indicándome que ya el pedido estaba, yo sonreí y me acerque para luego sacar de mi bolsa los 170 aeros y los puse sobre la mesa y con mi mano libre guarde cada uno de los elementos recién comprados.
- Muchas gracias - dije con una sonrisa y un gesto de la cabeza. - Espero y nos podamos ver luego - dije en forma de despedida a Sango para luego disponerme a salir del puesto.
Al estar afuera, Trhizten retomo su posición en el aire para luego volver a caminar entre la multitud que habia crecido exponencialmente en eo rato que habia estado en el puesto de la elfa.
Cada vez estaba mas vivo el lugar, cada vez se parecía mas a la Lunargenta intranquila e incansable de siempre, nadie creería que un par de meses atrás hubiera pasado una guerra por ella. Una sonrisa se dibujo en mi rostro mientras seguía caminando, ahora mi nuevo objetivo era... Buscar algo de comer, lo cual no seria nada difícil asi que ¿Por que no hacer caso a la recomendación de la elfa? Mire con atención el puesto que emanaba aquel delicioso aroma, pero me decidí por entrar a la posada, seria mas cómodo comer alli adentró.
Asi que entré y me encontré con un lugar acogedor, me acerque a una mesa desocupada para luego sentarme y dejar que Trhiz se sentara junto a mi, este simplemente se dedico a limpiarse la escarcha de las alas.
- No vallas a dejar plumas regadas por alli ¿Entendiste? - le dije con seriedad al ave.
Luego de eso me dedique a pedir una porción de ese guiso que la amigable elfa me habia recomendado.
Cryz
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Sueño con vapores y agua caliente. Una mujer delgada de cabello pelirrojo nada hacia mí. Solo se le ve la cabeza. Me pide que la llame Helyare, aunque su nombre sea otro. Muy lentamente, se pone de pie en el lago. Sus rasgos de mujer quedan ocultos bajo un vestido de cuero y cicatrices. Camina hacia mí arrastrando los pies bajo el agua. Me mira a los ojos y susurra palabras en la lengua de los elfos, idioma que desconozco. El sueño hace posible que pueda imaginar lo que me pide. Le respondo negando con la cabeza. No puedo sanar a alguien que no desea ser curada. Me doy la vuelta dándole la espalda. Allí hay otro lago de agua caliente y otra Helyare mirándome a los ojos. El vapor inunda la escena. Las hojas de la vegetación cercana se encojen por el calor; parecen esconderse de la mujer. Yo no me puedo escapar. Ella (ellas) insiste (insisten) a que la sane (las sane). El calor no resulta tan molesto como las palabras incomprensibles de la mujer.
Me despierto sudando, negando con la cabeza y con los ojos húmedos. Un humo denso de color pálido repta por la habitación como si fuera un dragón dominando su montaña. Las ventanas están cerradas y una prenda mojada tapa el resquicio de la puerta. Merrigan se las ha ingeniado para que el humo no pueda escapar con facilidad.
—Todavía es pronto — giro la cabeza hacia la ventana empañada por el vapor — muy pronto.
Merrigan continúa lavándose en la tina. Sospecho que no ha dormido en toda la noche. Debió tardar horas en instalar la bañera en la habitación ella sola, calentar el agua y tapar los orificios de la habitación para que no se escape el vapor caliente.
—Ven, vuelve a la cama.
El vestido de Merrigan es parecido al de Helyare, pero de diferente color y olor. Peste, es la palabra que describe la maldición de Merrigan. Intenta desprenderse de la maldición lavándose con jabones de todos los países o al menos encerrar el hedor con perfumes. No lo consigue. Mañana emanará un olor acre como el de ahora y el de ayer, su piel continuará siendo del color del bosque y su cabello conservará el tacto del moho. Nada cambiará.
—Se fijarán en mí, se alejarán entre susurros y me odiarán. — contesta Merrigan casi llorando.
Habla de las callejas que solía frecuentar antes de conocerme. Lunargenta fue su hogar, conoce todo de este lugar. Fue ella quien eligió este lugar porque aseguró que era la mejor de la ciudad, sabe qué pastelería vende los bollos de crema rosa que tanto le gusta y en qué plaza el público es más generoso con los artistas callejeros. Aquí hizo conocidos, compañeros y enemistades. Pocos amigos, diría que ninguno. Merrigan teme que aquellos que le tendieron una mano, ahora la rechacen con palabras de odio por la enfermedad del doctor Peste.
— ¡Toda Aerandir estará allí! No sabes cómo se llena el mercado del yule. Tú nunca has estado. Vendrán gentes de Dundarak, Ulmer y Sacresctic. ¡También elfos y brujos! Me verán y me… — (olerán) no dice la palabra.
— Son desconocidos.
— Las palabras duelen, Sarez. — Merrigan pronuncia mi nombre con brusquedad. Le ha enfadado mi respuesta.
— Te sanaré. — no como a Helyare. — Haré mucho daño a quien te hizo eso. Si él no te cura, iremos a Árbol Madre y pediremos a los altos elfos que te sanen. Lo harán.
— ¿Tú crees? ¿Crees que encontraremos al doctor Peste o que los altos elfos querrán sanar a una elfa con madre humana y padre marcado? — Sarcasmo. He aprendido el tono de voz.
— Sí. — respondo con seguridad.
Merrigan se levanta de la bañera, se sube a la cama y me da un beso en los labios.
— Gracias — dice suavemente.
Mientras Merrigan descansa, abro las ventanas y vacío el agua caliente de la tina por las cañerías del hostal. Trabajo con lentitud, no quiero que los hosteleros se alerten por mis nocturnos quehaceres.
Cuando me quiero dar cuenta, ya ha amanecido y es hora de ponernos en marcha. Merrigan se viste con su habitual capa que le cubre toda la cabeza y parte de la cara. Deja al descubierto su boca y unos pocos mechones que se escapan de la capucha. En otra ocasión, se habría hecho un tocado que recogiese su pelo bajo la capucha. No lo ha hecho a falta de tiempo. Tenemos muchas tiendas del mercado que visitar. Merrigan ha hecho una lista. Quiere pasar por todas antes de que se haga de noche. La primera anotada es la pastelería donde venden los bollos de crema rosa. Compramos tres pasteles: dos son para nosotros, el tercero es para un compañero de trabajo (no-amigo) de Merrigan, Asher.
A pesar de la gente que alborota el mercado, me resulta cómodo pasear por Lunargenta. Como Merrigan predijo durante la noche, la gente huye de nosotros hablando en susurros entre ellos. La palabras duelen. Por fortuna, los gestos aman. Paso una mano por encima del hombro de Merrigan. Estoy con ella. Ella mira al frente. Da pequeños bocados al bollo de crema de rosa y mira hacia el suelo. Parece no haber nada más a su alrededor que el pastel que sostiene con las dos manos.
Encontramos rápido el taller de Asher. Unos hombres le ayudan a llevar material de un lugar a otro. Reconozco a Syl e Irigo entre ellos. Los saludo con un leve movimiento de cabeza. Es el saludo de aquel que no quiere acercarse a charlar.
Merrigan se quita la capucha delante de Asher. Pone sus dos manos con autoridad encima de la mesa de trabajo. Mira directamente los ojos dorados del perro. Habla con la seguridad con la que yo hable anoche.
— ¿Sabe Simas que estás ganando dinero a sus espaldas? — sonríe sin ganas — Necesitamos algo que pueda ayudarnos a matar a quien me hizo esto. Flechas, Asher. Queremos muchas flechas.
Offrol:
Planeo hacer muchas compras entre todos los talleres del mercado. Cada post solo puedo hacer 5 compras. ¿Correcto? En este compro 5 flechas a Asher con el encantamiento: proyectil encantado.
3 flechas Aire
2 flechas Fuego
50 aeros por flecha, me he gastado 250 eros en el taller de Asher.
Me despierto sudando, negando con la cabeza y con los ojos húmedos. Un humo denso de color pálido repta por la habitación como si fuera un dragón dominando su montaña. Las ventanas están cerradas y una prenda mojada tapa el resquicio de la puerta. Merrigan se las ha ingeniado para que el humo no pueda escapar con facilidad.
—Todavía es pronto — giro la cabeza hacia la ventana empañada por el vapor — muy pronto.
Merrigan continúa lavándose en la tina. Sospecho que no ha dormido en toda la noche. Debió tardar horas en instalar la bañera en la habitación ella sola, calentar el agua y tapar los orificios de la habitación para que no se escape el vapor caliente.
—Ven, vuelve a la cama.
El vestido de Merrigan es parecido al de Helyare, pero de diferente color y olor. Peste, es la palabra que describe la maldición de Merrigan. Intenta desprenderse de la maldición lavándose con jabones de todos los países o al menos encerrar el hedor con perfumes. No lo consigue. Mañana emanará un olor acre como el de ahora y el de ayer, su piel continuará siendo del color del bosque y su cabello conservará el tacto del moho. Nada cambiará.
—Se fijarán en mí, se alejarán entre susurros y me odiarán. — contesta Merrigan casi llorando.
Habla de las callejas que solía frecuentar antes de conocerme. Lunargenta fue su hogar, conoce todo de este lugar. Fue ella quien eligió este lugar porque aseguró que era la mejor de la ciudad, sabe qué pastelería vende los bollos de crema rosa que tanto le gusta y en qué plaza el público es más generoso con los artistas callejeros. Aquí hizo conocidos, compañeros y enemistades. Pocos amigos, diría que ninguno. Merrigan teme que aquellos que le tendieron una mano, ahora la rechacen con palabras de odio por la enfermedad del doctor Peste.
— ¡Toda Aerandir estará allí! No sabes cómo se llena el mercado del yule. Tú nunca has estado. Vendrán gentes de Dundarak, Ulmer y Sacresctic. ¡También elfos y brujos! Me verán y me… — (olerán) no dice la palabra.
— Son desconocidos.
— Las palabras duelen, Sarez. — Merrigan pronuncia mi nombre con brusquedad. Le ha enfadado mi respuesta.
— Te sanaré. — no como a Helyare. — Haré mucho daño a quien te hizo eso. Si él no te cura, iremos a Árbol Madre y pediremos a los altos elfos que te sanen. Lo harán.
— ¿Tú crees? ¿Crees que encontraremos al doctor Peste o que los altos elfos querrán sanar a una elfa con madre humana y padre marcado? — Sarcasmo. He aprendido el tono de voz.
— Sí. — respondo con seguridad.
Merrigan se levanta de la bañera, se sube a la cama y me da un beso en los labios.
— Gracias — dice suavemente.
Mientras Merrigan descansa, abro las ventanas y vacío el agua caliente de la tina por las cañerías del hostal. Trabajo con lentitud, no quiero que los hosteleros se alerten por mis nocturnos quehaceres.
Cuando me quiero dar cuenta, ya ha amanecido y es hora de ponernos en marcha. Merrigan se viste con su habitual capa que le cubre toda la cabeza y parte de la cara. Deja al descubierto su boca y unos pocos mechones que se escapan de la capucha. En otra ocasión, se habría hecho un tocado que recogiese su pelo bajo la capucha. No lo ha hecho a falta de tiempo. Tenemos muchas tiendas del mercado que visitar. Merrigan ha hecho una lista. Quiere pasar por todas antes de que se haga de noche. La primera anotada es la pastelería donde venden los bollos de crema rosa. Compramos tres pasteles: dos son para nosotros, el tercero es para un compañero de trabajo (no-amigo) de Merrigan, Asher.
A pesar de la gente que alborota el mercado, me resulta cómodo pasear por Lunargenta. Como Merrigan predijo durante la noche, la gente huye de nosotros hablando en susurros entre ellos. La palabras duelen. Por fortuna, los gestos aman. Paso una mano por encima del hombro de Merrigan. Estoy con ella. Ella mira al frente. Da pequeños bocados al bollo de crema de rosa y mira hacia el suelo. Parece no haber nada más a su alrededor que el pastel que sostiene con las dos manos.
Encontramos rápido el taller de Asher. Unos hombres le ayudan a llevar material de un lugar a otro. Reconozco a Syl e Irigo entre ellos. Los saludo con un leve movimiento de cabeza. Es el saludo de aquel que no quiere acercarse a charlar.
Merrigan se quita la capucha delante de Asher. Pone sus dos manos con autoridad encima de la mesa de trabajo. Mira directamente los ojos dorados del perro. Habla con la seguridad con la que yo hable anoche.
— ¿Sabe Simas que estás ganando dinero a sus espaldas? — sonríe sin ganas — Necesitamos algo que pueda ayudarnos a matar a quien me hizo esto. Flechas, Asher. Queremos muchas flechas.
Offrol:
Planeo hacer muchas compras entre todos los talleres del mercado. Cada post solo puedo hacer 5 compras. ¿Correcto? En este compro 5 flechas a Asher con el encantamiento: proyectil encantado.
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Sarez
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Miraba la colección de baluartes de la mesa. Keira se aburría. Daba resoplidos y me hacía indicaciones con tercos movimientos de caderas que quería ir a ver otros talleres. Le respondí con la mano izquierda con un gesto tan simple que un niño comprendería que había que estar callado y ser paciente. Pronto iremos a ver otros talleres, o tal vez. Sentía cierto disfrute haciendo padecer a Keira. Emulaba sus gustos por los perfumes y las telas, pero dirigiéndolos a objetos que sabía que no le interesaba en lo más mínimo. A mí tampoco me interesaban. La mesa del taller estaba repleta de figuras de madera en forma de animales, alhajas y algún arco solitario. Nada que pudiera merecer mi interés. Prefería las armas duras, las confeccionadas con metal. Hacía unos minutos, dejamos atrás un puesto de armas y armaduras de hierro que no tenía mala pinta salvo por el herrero que las ofrecía: Eltrant Tale. Mis recursos eran limitados. Con 200 aeros en la bolsa, no tendría suficiente para comprar aquello que sirviera de excusa para entretener a Keira y la multa que los guardianes de Lunargentas me podrían por desorden público.
Cogí la figura de un pequeño del puesto. Pasé mis dedos por las tallas buscando alguna meya que pudiera servir de excusa para discutir con la mujer que del taller. Disculpe, aquí tiene un fallo de fabricación. Entonces, la chica del puesto, la cual aparentaba ser orgullosa como Keira, no aceptaría la humillación que planeaba hacer. Me respondería con malas palabras. Yo tendría otras peores para ella. Quienes nos viesen, nuestros gritos y gestos amenazantes, pensarían que estaríamos realizando una especie de macro cortejo. Keira Bravery sería la primera en pensar algo de ese estilo. Envidiaría a la chica pues, en escasos minutos, le habría dicho más que a ella en toda la mañana. Para mi desgracia, no había ninguna meya en la escultura. ¡Una verdadera lástima! No hice ningún esfuerzo por evitar sonreír. Me estaba divirtiendo haciendo esperar a Keira e imaginándome cómo se sentiría si me viese discutiendo con esa chica.
— Me voy.
Y tal como lo dijo, se fue. Keira Bravery siempre cumplía sus promesas. Me reí sin emitir sonrisa. Era una situación tan cómica que, simplemente, era inevitable no echarse a reír. Algún día, harta del maltrato psicológico, me contaría qué era lo que le pasaba por la cabeza. Estallaría y me gritaría a la cara qué pensaba de mí, por qué me amaba, por qué me odiaba y por qué siempre volvía a mi lado después de las muchas humillaciones de las que le hacía víctima. Sabía que algún día lo haría. No podía esperar más.
Dejé la pequeña escultura del oso en la mesa antes de que la chica del puesto me dijera la odiosa frase: “si lo sostiene un segundo más, lo paga”. Me quedé observando, ahora por curiosidad no fingida, las joyas de la mesa. Los colgantes eran lo que más llamaban mi atención. ¿Con qué los hacía? Pasé la palma de la mano derecha por encima de ellos sin llegar a tocarlos. ¿Para quién sería? Me imaginaba que la muñeca de mi mano era el cuello de una mujer. Las joyas endulzaban el color de la piel.
Hice señales a la chica con la mano derecha. Era joven y atractiva, tanto como Keira o quizás más. Sus facciones eran diferentes a las de los brujos y los humanos que conocía. ¿Una elfa? No el pico de las orejas asomar por su cabello. ¿Qué eres? Estaba intrigado. Quería saber más sobre ella. Quería que Keira me viera hablando con ella. Hablé sin rodeos.
— Tengo 200 en el bolso. ¿Qué puedo comprarte por ellos? — ¿Tienes algo con lo que pueda hacer rabiar a la chica que se ha marchado? Solo lo pensé. —Algo económico con lo que te sientas orgullosa.
Offrol
¡Reivy, a por tu taller que voy! Con Gerrit no sé que comprarte. Con el Capitán todavía estoy haciendo la lista de todo para pasarme en un solo post por todos los talleres que me interesan.
Cogí la figura de un pequeño del puesto. Pasé mis dedos por las tallas buscando alguna meya que pudiera servir de excusa para discutir con la mujer que del taller. Disculpe, aquí tiene un fallo de fabricación. Entonces, la chica del puesto, la cual aparentaba ser orgullosa como Keira, no aceptaría la humillación que planeaba hacer. Me respondería con malas palabras. Yo tendría otras peores para ella. Quienes nos viesen, nuestros gritos y gestos amenazantes, pensarían que estaríamos realizando una especie de macro cortejo. Keira Bravery sería la primera en pensar algo de ese estilo. Envidiaría a la chica pues, en escasos minutos, le habría dicho más que a ella en toda la mañana. Para mi desgracia, no había ninguna meya en la escultura. ¡Una verdadera lástima! No hice ningún esfuerzo por evitar sonreír. Me estaba divirtiendo haciendo esperar a Keira e imaginándome cómo se sentiría si me viese discutiendo con esa chica.
— Me voy.
Y tal como lo dijo, se fue. Keira Bravery siempre cumplía sus promesas. Me reí sin emitir sonrisa. Era una situación tan cómica que, simplemente, era inevitable no echarse a reír. Algún día, harta del maltrato psicológico, me contaría qué era lo que le pasaba por la cabeza. Estallaría y me gritaría a la cara qué pensaba de mí, por qué me amaba, por qué me odiaba y por qué siempre volvía a mi lado después de las muchas humillaciones de las que le hacía víctima. Sabía que algún día lo haría. No podía esperar más.
Dejé la pequeña escultura del oso en la mesa antes de que la chica del puesto me dijera la odiosa frase: “si lo sostiene un segundo más, lo paga”. Me quedé observando, ahora por curiosidad no fingida, las joyas de la mesa. Los colgantes eran lo que más llamaban mi atención. ¿Con qué los hacía? Pasé la palma de la mano derecha por encima de ellos sin llegar a tocarlos. ¿Para quién sería? Me imaginaba que la muñeca de mi mano era el cuello de una mujer. Las joyas endulzaban el color de la piel.
Hice señales a la chica con la mano derecha. Era joven y atractiva, tanto como Keira o quizás más. Sus facciones eran diferentes a las de los brujos y los humanos que conocía. ¿Una elfa? No el pico de las orejas asomar por su cabello. ¿Qué eres? Estaba intrigado. Quería saber más sobre ella. Quería que Keira me viera hablando con ella. Hablé sin rodeos.
— Tengo 200 en el bolso. ¿Qué puedo comprarte por ellos? — ¿Tienes algo con lo que pueda hacer rabiar a la chica que se ha marchado? Solo lo pensé. —Algo económico con lo que te sientas orgullosa.
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Gerrit Nephgerd
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
-¿Maestro?- repetí, alzando ambas cejas. Sin embargo, sonreí. -Soy bueno, pero aún no llego a eso...-
La chica parecía muy respetuosa. Era claramente una bruja, pero estaba claro que le interesaba. Asentí, complacido. Muchos brujos le prestaban poca atención a las runas arcanas solo porque podían usar magia por su cuenta. Examiné la espada con cuidado. Al igual que con el hacha de la mujer bestia, Eltrant había dejado su rastro en el arma.
-Puedes quedarte.- concedí, buscando los frascos que necesitaba. -Toma las notas que quieras. Si tienes alguna pregunta, no me importa responder.-
Era poco común el encontrar a alguien tan dispuesto a escucharme hablar sobre runas. Sonreí. Podía incluso describir lo que estaba haciendo.
-Normalmente usaría plata. Es un buen canalizador. Pero al ser algo tan delicado como un arma, no puedo añadirle peso.- cavilé. En su lugar, saqué un pequeño frasco con un líquido celeste. -Aguacristal. Se consigue solo en manantiales subterraneos.- Y en algunos muy específicos. Además, tenía que reposar durante un tiempo para conseguirse de forma natural. Sin embargo, había formas de adquirirla de forma más "artificial".
-Ahora... la empuñadora está hueca, así que no puedo inscribir ahí. Lo mejor será usar la base de la hoja.- Eltrant debía haberla forjado hace poco. Aquello lo hacía más fácil. Solo tendría que grabar la runa de forma superficial. Sin embargo, quedaba elegir el material base. -Normalmente, un encantamiento necesita algo que reúna el éter, y un canalizador que lo lleve a la runa. Lo segundo suele ser un líquido. Tinta, aguacristal, aceite... hasta sangre, en algunos casos.-
Repasé mentalmente los materiales que conocía. El aguacristal era fácil de mezclar con cualquier material ligero: por eso la había elegido. Finalmente, me decidí por la Hoja del Rey. Aquello no pesaría más de un gramo. Tras colocar las diminutas flores en el frasco con cautela, coloqué el recipiente directamente contra la parte de la espada que portaba el sello, asegurándome de presionar para que no se escapara ni una gota.
Lentamente, la runa comenzó a absorber el líquido. Sin embargo, no me detuve hasta que no quedase ni una gota: el frasco era suficientemente pequeño de por si. Finalmente, el sello se iluminó con una tonalidad azul. Sostuve la espada, asegurándome de que el peso no había cambiado mucho. Si lo había hecho, no podía notarlo.
Sostuve la hoja en una mano, dejando que la levantase con su telekinesis para que diese su visto bueno.
-100 aeros.- dije. No iba a sacar mucho beneficio con eso, pero no importaba. Apreciaba el trabajo. -Si quieres quedarte, no me importa.- señalé a una de las sillas que tenía frente a la pequeña mesa, ofreciéndole asiento si lo quería.
Si todos los clientes fuesen así...
Tensé la mandíbula. El olor... era vil. Varias veces peor que el de las catacumbas. Me acerqué rápidamente a la capa que tenía colgada en una esquina de la tienda. En uno de los bolsillos guardaba algo de Armil. Una pequeña roca naranja en forma de dado. La rallé contra la palma de mi mano, dejando unos cuantos granos. Volví a guardar la piedra y me llevé los granos a la nariz, aspirándolos rápidamente.
El efecto fue casi instantáneo. No podía oler nada en absoluto. Me dejó algo desorientado: era comparable a perder el oido por completo. Sin embargo, me había visto a menudo en situaciones que lo necesitaban. Lo suficiente como para tener un remedio a mano. Por fortuna, con una dosis pequeña el efecto no duraría más de media hora.
Dos personas entraron en la tienda. Muy vagamente familiares. Por las orejas del hombre, debían ser elfos. No estaba seguro sin olerlos. La otra figura se quitó la capucha. Una mujer. ¿La conocía...? Estaba seguro de que recordaría la piel verde. Mencionó a Simas. Aquello me hizo recordar... un trabajo en los muelles. Sarez y Merrigan.
-Simas está muerto.- respondí, encogiendome de hombros. Había pasado ya un tiempo desde aquello. No volvería a molestar a nadie. O al menos, no el individuo que conocía como Simas. Había oído ciertos rumores. Era posible que fuese un título, o... algo más oscuro que eso. Era difícil de decir. -Muy bien. Flechas tendréis.- dije, dirigiéndome hacia el carcaj. Había estado lleno al principio del día. Ahora solo quedaban unas cuantas flechas de hielo, y una de aire.
Esbocé una mueca. Iba a tener que hacer unas cuantas más.
-Tengo que encantar unas cuantas. Son populares. ¿Os podéis pasar en unos... veinte minutos?- pregunté, algo inseguro. No era idiota. Con lo seria que parecía la chica y el color verde... era posible que aquel olor viniese de ella. Lo mejor sería acabar con aquello lo más rápido posible.
Por fortuna, tenía las flechas en sí, con la madera y plumas de los colores apropiados. Solo tenía que aplicar los encantamientos. Trabajé rápido. Cuatro uvas doradas, dos plumas de artina. Aplicadas a la punta. Aquello era bastante repetitivo: lo había hecho tantas veces que me salía de forma casi automática.
Tardé tan solo diez minutos en terminarlas.
La chica parecía muy respetuosa. Era claramente una bruja, pero estaba claro que le interesaba. Asentí, complacido. Muchos brujos le prestaban poca atención a las runas arcanas solo porque podían usar magia por su cuenta. Examiné la espada con cuidado. Al igual que con el hacha de la mujer bestia, Eltrant había dejado su rastro en el arma.
-Puedes quedarte.- concedí, buscando los frascos que necesitaba. -Toma las notas que quieras. Si tienes alguna pregunta, no me importa responder.-
Era poco común el encontrar a alguien tan dispuesto a escucharme hablar sobre runas. Sonreí. Podía incluso describir lo que estaba haciendo.
-Normalmente usaría plata. Es un buen canalizador. Pero al ser algo tan delicado como un arma, no puedo añadirle peso.- cavilé. En su lugar, saqué un pequeño frasco con un líquido celeste. -Aguacristal. Se consigue solo en manantiales subterraneos.- Y en algunos muy específicos. Además, tenía que reposar durante un tiempo para conseguirse de forma natural. Sin embargo, había formas de adquirirla de forma más "artificial".
-Ahora... la empuñadora está hueca, así que no puedo inscribir ahí. Lo mejor será usar la base de la hoja.- Eltrant debía haberla forjado hace poco. Aquello lo hacía más fácil. Solo tendría que grabar la runa de forma superficial. Sin embargo, quedaba elegir el material base. -Normalmente, un encantamiento necesita algo que reúna el éter, y un canalizador que lo lleve a la runa. Lo segundo suele ser un líquido. Tinta, aguacristal, aceite... hasta sangre, en algunos casos.-
Repasé mentalmente los materiales que conocía. El aguacristal era fácil de mezclar con cualquier material ligero: por eso la había elegido. Finalmente, me decidí por la Hoja del Rey. Aquello no pesaría más de un gramo. Tras colocar las diminutas flores en el frasco con cautela, coloqué el recipiente directamente contra la parte de la espada que portaba el sello, asegurándome de presionar para que no se escapara ni una gota.
Lentamente, la runa comenzó a absorber el líquido. Sin embargo, no me detuve hasta que no quedase ni una gota: el frasco era suficientemente pequeño de por si. Finalmente, el sello se iluminó con una tonalidad azul. Sostuve la espada, asegurándome de que el peso no había cambiado mucho. Si lo había hecho, no podía notarlo.
Sostuve la hoja en una mano, dejando que la levantase con su telekinesis para que diese su visto bueno.
-100 aeros.- dije. No iba a sacar mucho beneficio con eso, pero no importaba. Apreciaba el trabajo. -Si quieres quedarte, no me importa.- señalé a una de las sillas que tenía frente a la pequeña mesa, ofreciéndole asiento si lo quería.
Si todos los clientes fuesen así...
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Tensé la mandíbula. El olor... era vil. Varias veces peor que el de las catacumbas. Me acerqué rápidamente a la capa que tenía colgada en una esquina de la tienda. En uno de los bolsillos guardaba algo de Armil. Una pequeña roca naranja en forma de dado. La rallé contra la palma de mi mano, dejando unos cuantos granos. Volví a guardar la piedra y me llevé los granos a la nariz, aspirándolos rápidamente.
El efecto fue casi instantáneo. No podía oler nada en absoluto. Me dejó algo desorientado: era comparable a perder el oido por completo. Sin embargo, me había visto a menudo en situaciones que lo necesitaban. Lo suficiente como para tener un remedio a mano. Por fortuna, con una dosis pequeña el efecto no duraría más de media hora.
Dos personas entraron en la tienda. Muy vagamente familiares. Por las orejas del hombre, debían ser elfos. No estaba seguro sin olerlos. La otra figura se quitó la capucha. Una mujer. ¿La conocía...? Estaba seguro de que recordaría la piel verde. Mencionó a Simas. Aquello me hizo recordar... un trabajo en los muelles. Sarez y Merrigan.
-Simas está muerto.- respondí, encogiendome de hombros. Había pasado ya un tiempo desde aquello. No volvería a molestar a nadie. O al menos, no el individuo que conocía como Simas. Había oído ciertos rumores. Era posible que fuese un título, o... algo más oscuro que eso. Era difícil de decir. -Muy bien. Flechas tendréis.- dije, dirigiéndome hacia el carcaj. Había estado lleno al principio del día. Ahora solo quedaban unas cuantas flechas de hielo, y una de aire.
Esbocé una mueca. Iba a tener que hacer unas cuantas más.
-Tengo que encantar unas cuantas. Son populares. ¿Os podéis pasar en unos... veinte minutos?- pregunté, algo inseguro. No era idiota. Con lo seria que parecía la chica y el color verde... era posible que aquel olor viniese de ella. Lo mejor sería acabar con aquello lo más rápido posible.
Por fortuna, tenía las flechas en sí, con la madera y plumas de los colores apropiados. Solo tenía que aplicar los encantamientos. Trabajé rápido. Cuatro uvas doradas, dos plumas de artina. Aplicadas a la punta. Aquello era bastante repetitivo: lo había hecho tantas veces que me salía de forma casi automática.
Tardé tan solo diez minutos en terminarlas.
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OBJETO | MATERIALES |
Infusión de Inteligencia | 8 |
Proyectil elemental (x2 Aire, x2 Fuego) | 12 |
TOTAL | 20 |
También creo la Infusión de Inteligencia para Karen. Gasto 8 materiales y cobro 100 aeros. Beneficio de 20 aeros.
20 materiales + 1 en reserva = 21. Gano 2 puntos de profesión (de 65 a 67) y me quedo con 3 materiales en reserva.
(Si, solo he creado cinco objetos. Que conste :3)
Asher Daregan
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
A diferencia de ella, la hechicera estaba allí para reunirse con su familia durante los festejos invernales, tenía suerte, la cuerva probablemente pasase las fechas importantes sola o en compañía del matrimonio que regentaba la posada en que se hospedaba. - No se me ocurre mejor lugar que éste para empezar a buscar, hay tanta gente a la que podrías preguntar… - respondió, señalando a la multitud para reforzar su afirmación.
Asintiendo con la cabeza, el perro aceptó su encargo y procedió a examinar mejor el hacha, riendo brevemente sin que la joven pudiese entender qué pasaba, ¿Segadora le causaba risa? ¿no creía que pudiese blandir el arma con su aspecto? Eso no le habría extrañado en absoluto, pero Bullier se había encargado personalmente de entrenarla para que ganase fuerza en los brazos y pudiese manejar con soltura su creación. - Sí, gracias. - susurró a modo de respuesta en cuanto la invitó a permanecer dentro del local.
Fuera a pesar del gentío corría una fría brisa, ¿pero qué podía esperar de aquella época del año? Era lo normal y tendría que acostumbrarse.
Con sumo interés, Ava siguió al hombre bestia con la mirada mientras manipulaba la metálica cabeza de la renovada hacha, añadiéndole un sello arcano en cuanto tuvo los ingredientes listos para ser utilizados. No era la primera vez que veía algo parecido, su padre también tenía ciertas nociones sobre la materia, las justas para dar a sus obras algún efecto llamativo con que venderlas rápidamente.
Una tímida sonrisa se adueñó del rostro de la muchacha en cuanto recordó uno de aquellos encantamientos, ese con el que cualquier arma terminaba envuelta en llamas… aquel día el toro había estado a punto de prender fuego a parte de la forja y echar a perder su negocio, no volvió a intentarlo.
Absorbida la infusión a base de plumas y aceite, la runa brilló intensamente, dando por concluido el proceso y con ello el trabajo del artesano, que no tardó en devolverle a Segadora para que pudiese comprobar la eficacia de la mezcla. - Es… es mucho mejor de lo que esperaba. - alcanzó a contestar, con la sorpresa dibujada en el rostro. Sus ojos se iluminaron del mismo modo en que lo habían hecho al recibir aquel regalo por primera vez, pues el objeto que sostenía no era el mismo de antes, aunque conservaba su esencia.
Cuidadosamente, la morena probó el hacha con un par de movimientos alrededor de su cuerpo, devolviéndola a su espalda en cuanto lo consideró oportuno. - ¡Muchas gracias! - exclamó, sacando gustosa su bolsa para pagar los honorarios del perro. Y entonces, cuando se sentía tan alegre y cómoda, el aprendiz de herrero apareció repentinamente, consiguiendo que volviese a estar algo cohibida.
Por suerte su presencia allí estaba justificada, venía a entregar un par de armas al maestro arcano y el bolso que Karen le había pedido, pero se detuvo a cruzar unas palabras con ella, a lo que la cuerva inevitablemente reaccionó retrocediendo medio paso y ruborizándose un tanto. Interiormente, Ava se reprendió en aquel mismo instante por su comportamiento, ¿hasta cuándo iba a seguir así? Resultaba bastante molesto que no pudiese controlar aquellos detalles, no pasaría mucho tiempo antes de que la tachasen de rara.
Desviando la vista hacia la hoja que le mostraba para asegurar que había ido al lugar indicado, la mujer bestia guardó silencio y esperó a que se marchase, momento en que suspiró aliviada, aunque su congénere también quería añadir algo en favor del castaño. - Seguro que sí. - musitó, dirigiendo sus pensamientos hacia la bruja, quien tras indicarle que no tardaría en regresar, se perdió entre la gente.
Sola de nuevo, se apartó un poco del mostrador y decidió echar un vistazo a los puestos que había alrededor, pero ya tenía lo que quería y su bolsa había perdido casi tanto peso como Segadora, durante unos días le tocaría ajustarse el cinturón o buscar algún trabajo más lucrativo que la caza.
Gracias a los espíritus Karen volvió a emerger por entre la muchedumbre minutos más tarde, pero al parecer también tenía planes para sus espadas, con lo que no se moverían de taller del artesano de momento.
Todavía sin terminar de acostumbrarse a verla hacer volar cosas con la mente, Ava se quedó a su lado para aprovechar la ocasión y aprender algo ella también, ya que el campo relacionado con lo arcano se complementaba bastante bien con la herrería.
Así pues, el perro inició su tarea describiendo los materiales y pasos a seguir como si de un profesor se tratase, cosa que no se le daba nada mal, quizá aceptase alumnos. Amablemente, el can invitó a la maga a quedarse si deseaba observar más detenidamente su trabajo, brindándole una oportunidad realmente tentadora. - Deberías aprovechar la ocasión, no hay mejor forma de aprender que ver a un profesional en acción. - dijo en voz baja. Hasta ella se habría quedado, pero un extraño olor la hizo arrugar la nariz, sabía de quién provenía pero no quería hacer nada que pudiese molestar a la persona en cuestión, con lo que alejarse del puesto era la mejor opción.
- Creo que he visto a una conocida, iré a saludarla. - se excusó, dando nuevamente las gracias al maestro arcano antes de darse la vuelta para internarse entre los curiosos que se habían congregado. La cuerva avanzó con lentitud, disculpándose de vez en cuando por las alas, que seguían siendo demasiado grandes para andar entre tal masa.
El destino, o quizá los ases, quisieron que sus palabras no fuesen mentira, y pronto los ambarinos ojos de la morena se posaron sobre una cara amiga, la de Reivy. - ¡Hola! - saludó animadamente, alzando una mano y agitándola en el aire mientras buscaba a la pequeña Lavey, suponiendo que también estaría por allí. El puesto de la carpintera había atraído la atención de varios clientes, así que sin querer interrumpirla demasiado, se colocó en un rincón del taller para cruzar unas palabras con la joven antes de seguir su camino.
Pago a Asher los 110 escudos de la infusión e interactúo con Reivy.
Karen, podemos seguir paseando por la zona si quieres, solo paso a saludar a la dragona, no compraré nada porque ya casi no me quedan aeros >.<
Asintiendo con la cabeza, el perro aceptó su encargo y procedió a examinar mejor el hacha, riendo brevemente sin que la joven pudiese entender qué pasaba, ¿Segadora le causaba risa? ¿no creía que pudiese blandir el arma con su aspecto? Eso no le habría extrañado en absoluto, pero Bullier se había encargado personalmente de entrenarla para que ganase fuerza en los brazos y pudiese manejar con soltura su creación. - Sí, gracias. - susurró a modo de respuesta en cuanto la invitó a permanecer dentro del local.
Fuera a pesar del gentío corría una fría brisa, ¿pero qué podía esperar de aquella época del año? Era lo normal y tendría que acostumbrarse.
Con sumo interés, Ava siguió al hombre bestia con la mirada mientras manipulaba la metálica cabeza de la renovada hacha, añadiéndole un sello arcano en cuanto tuvo los ingredientes listos para ser utilizados. No era la primera vez que veía algo parecido, su padre también tenía ciertas nociones sobre la materia, las justas para dar a sus obras algún efecto llamativo con que venderlas rápidamente.
Una tímida sonrisa se adueñó del rostro de la muchacha en cuanto recordó uno de aquellos encantamientos, ese con el que cualquier arma terminaba envuelta en llamas… aquel día el toro había estado a punto de prender fuego a parte de la forja y echar a perder su negocio, no volvió a intentarlo.
Absorbida la infusión a base de plumas y aceite, la runa brilló intensamente, dando por concluido el proceso y con ello el trabajo del artesano, que no tardó en devolverle a Segadora para que pudiese comprobar la eficacia de la mezcla. - Es… es mucho mejor de lo que esperaba. - alcanzó a contestar, con la sorpresa dibujada en el rostro. Sus ojos se iluminaron del mismo modo en que lo habían hecho al recibir aquel regalo por primera vez, pues el objeto que sostenía no era el mismo de antes, aunque conservaba su esencia.
Cuidadosamente, la morena probó el hacha con un par de movimientos alrededor de su cuerpo, devolviéndola a su espalda en cuanto lo consideró oportuno. - ¡Muchas gracias! - exclamó, sacando gustosa su bolsa para pagar los honorarios del perro. Y entonces, cuando se sentía tan alegre y cómoda, el aprendiz de herrero apareció repentinamente, consiguiendo que volviese a estar algo cohibida.
Por suerte su presencia allí estaba justificada, venía a entregar un par de armas al maestro arcano y el bolso que Karen le había pedido, pero se detuvo a cruzar unas palabras con ella, a lo que la cuerva inevitablemente reaccionó retrocediendo medio paso y ruborizándose un tanto. Interiormente, Ava se reprendió en aquel mismo instante por su comportamiento, ¿hasta cuándo iba a seguir así? Resultaba bastante molesto que no pudiese controlar aquellos detalles, no pasaría mucho tiempo antes de que la tachasen de rara.
Desviando la vista hacia la hoja que le mostraba para asegurar que había ido al lugar indicado, la mujer bestia guardó silencio y esperó a que se marchase, momento en que suspiró aliviada, aunque su congénere también quería añadir algo en favor del castaño. - Seguro que sí. - musitó, dirigiendo sus pensamientos hacia la bruja, quien tras indicarle que no tardaría en regresar, se perdió entre la gente.
Sola de nuevo, se apartó un poco del mostrador y decidió echar un vistazo a los puestos que había alrededor, pero ya tenía lo que quería y su bolsa había perdido casi tanto peso como Segadora, durante unos días le tocaría ajustarse el cinturón o buscar algún trabajo más lucrativo que la caza.
Gracias a los espíritus Karen volvió a emerger por entre la muchedumbre minutos más tarde, pero al parecer también tenía planes para sus espadas, con lo que no se moverían de taller del artesano de momento.
Todavía sin terminar de acostumbrarse a verla hacer volar cosas con la mente, Ava se quedó a su lado para aprovechar la ocasión y aprender algo ella también, ya que el campo relacionado con lo arcano se complementaba bastante bien con la herrería.
Así pues, el perro inició su tarea describiendo los materiales y pasos a seguir como si de un profesor se tratase, cosa que no se le daba nada mal, quizá aceptase alumnos. Amablemente, el can invitó a la maga a quedarse si deseaba observar más detenidamente su trabajo, brindándole una oportunidad realmente tentadora. - Deberías aprovechar la ocasión, no hay mejor forma de aprender que ver a un profesional en acción. - dijo en voz baja. Hasta ella se habría quedado, pero un extraño olor la hizo arrugar la nariz, sabía de quién provenía pero no quería hacer nada que pudiese molestar a la persona en cuestión, con lo que alejarse del puesto era la mejor opción.
- Creo que he visto a una conocida, iré a saludarla. - se excusó, dando nuevamente las gracias al maestro arcano antes de darse la vuelta para internarse entre los curiosos que se habían congregado. La cuerva avanzó con lentitud, disculpándose de vez en cuando por las alas, que seguían siendo demasiado grandes para andar entre tal masa.
El destino, o quizá los ases, quisieron que sus palabras no fuesen mentira, y pronto los ambarinos ojos de la morena se posaron sobre una cara amiga, la de Reivy. - ¡Hola! - saludó animadamente, alzando una mano y agitándola en el aire mientras buscaba a la pequeña Lavey, suponiendo que también estaría por allí. El puesto de la carpintera había atraído la atención de varios clientes, así que sin querer interrumpirla demasiado, se colocó en un rincón del taller para cruzar unas palabras con la joven antes de seguir su camino.
Pago a Asher los 110 escudos de la infusión e interactúo con Reivy.
Karen, podemos seguir paseando por la zona si quieres, solo paso a saludar a la dragona, no compraré nada porque ya casi no me quedan aeros >.<
Última edición por Ava Kenrith el Sáb Dic 15 2018, 00:34, editado 1 vez
Ava Kenrith
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
-Gracias a ti por dejarme hacer tus sueños realidad. -No podía evitarlo, la chica era guapa y el alago me salio solo, pero no tenia intenciones ocultas. -Si tienes ideas nuevas ven a visitarme a Ulmer, mi tienda esta sobre la calle principal de comercio, allí tengo mejores herramientas.
Me quede charlando amenamente con la muchacha, respondiendo sus preguntas y dándole conversación hasta que la joven decidió marchaste. Quizás a un lugar de descanso, quizás a otro puesto mercante, la única que sabia la respuesta era ella misma.
-Colgantes que den suerte. -Me quede pensando un segundo el pedido de Alward. -Si, tengo unos cuantos. -¿Pero que era exactamente la suerte para él? -Tengo unos tallados con el árbol madre de los elfos, dicen que ayuda a sanar las heridas.
-También tengo Hayas, de ellas se cuenta que siempre que lleves una no te faltara la caza. -No sabia si aquello era cierto o no, pero alguna de tantas habladurías acaba siendo cierta, quizás esta lo fuera.
-Y luego están los conocidos martillos de Thor, que insuflan fuerza en la batalla.
-Cada pieza son 30 aeros. -Le dije al bueno de Alward con una sonrisa. -Escoge el o los que quieras.
Cuando el espadachín se hubo marchado regrese a la tarea de la escultura. Con los caballos y el carro terminado solo faltaba hacer la mujer, la cual ya tenia una forma ondulante y serena sobre el vehículo. Con sus manos sostenía la riendas y la cabeza se ladeaba intentando ver algo que aun no existía.
Al tenderete llego una pareja, un fornido hombre de melena rubia y una despampanante mujer de cabellos de fuego y mirada oscura, y no por el color de sus ojos sino porque en ellos se percibía una soledad y tristeza escondida detrás de un manto de fuerte orgullo y autosuficiencia, a todas luces parecía una mujer capaz de mover una montaña antes siquiera de verle caer una lagrima por alguna de sus claras mejillas.
Después del rápido vistazo inicial volví a cincelar la escultura, no se me escapaba el detalle que el hombre le ponía especial interes a una de las figuras y la fría mirada que la mujer le ponía. Como si le estuviera pidiendo algo pero él no se lo quisiera dar. Al final, la mujer se fue y no fue hasta después de perder su cabellera entre la gente, que el hombre soltó alguna palabra.
-Por supuesto. -Le dije con sonrisa afable. -Tengo muchas cosas que te puedan interesar y todas a buen precio. Cualquier pieza de joyería o figura que veas tiene el mismo precio. 30 aeros. -Me levante del asiento limpie el serrín y la viruta del delantal, por ultimo di un largo trago de agua al botijo. -Deja que te enseñe unas cuantas cosas, e visto que mirabas el oso de mi hija así que quizás te guste este colgante.
-Por otro lado tengo un hacha muy particular y un sujetador de pelo con forma de dragón. -Visto que el hombre tenia el pelo largo me aventure a venderle un producto de belleza.
-Si lo que buscas es algo sensual y atractivo, a la vez que delicado y con un toque peculiar... -Este colgante lo tenia guardado en una cajita dentro del carro. Al sacarlo lo puse sobre mi palma, dejando ver la escultura de una mujer sin cabeza. -Por detrás es totalmente plano y el amarre del cordón esta en un orificio escondido y centrado en la espalda, con lo que sera mas complicado que se gire al llevarlo puesto.
-Para terminar tengo un brazalete con forma de ala y un anillo... -Quede callada un segundo antes de mostrarlo. -Digamos que los mas sensibles dirían que es perturbador.
______
Off: Que no se diga que no cuido a mis clientes espero que os gusten los artículos que elegí.
Interactuo con Nahi: No sabes cuanto me alegra el saber que pensamos en los mismos anillos :3 espero que los disfrutes mucho y que cambies su decoración con regularidad ^^
Interactuo con Alward: Un pajarito me a dicho que te gusta Thor, aunque también se que te gustan otras cosas ¿Cual se llevara tu corasonsito?
Interactuo con Gerrit: Tengo que decir que casi no conozco este pj tuyo, pero lo poco que se es que es cuanto menos pertubador. Te e puesto modelos de diversos objetos para que tengas variedad, pero he de confesarte que cuando vi la mujer sin cabeza dije "Este le quedaria que ni pintado en el cuello"
Gracias a todos por la vista^^ [Insertar gif de Apu]
Me guardo a Ava para el siguiente post^3^
Me quede charlando amenamente con la muchacha, respondiendo sus preguntas y dándole conversación hasta que la joven decidió marchaste. Quizás a un lugar de descanso, quizás a otro puesto mercante, la única que sabia la respuesta era ella misma.
Dos horas mas tarde...
-Colgantes que den suerte. -Me quede pensando un segundo el pedido de Alward. -Si, tengo unos cuantos. -¿Pero que era exactamente la suerte para él? -Tengo unos tallados con el árbol madre de los elfos, dicen que ayuda a sanar las heridas.
- Modelos de arbol:
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-También tengo Hayas, de ellas se cuenta que siempre que lleves una no te faltara la caza. -No sabia si aquello era cierto o no, pero alguna de tantas habladurías acaba siendo cierta, quizás esta lo fuera.
- Hayas:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-Y luego están los conocidos martillos de Thor, que insuflan fuerza en la batalla.
- Le martillo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-Cada pieza son 30 aeros. -Le dije al bueno de Alward con una sonrisa. -Escoge el o los que quieras.
Mas tarde...
Cuando el espadachín se hubo marchado regrese a la tarea de la escultura. Con los caballos y el carro terminado solo faltaba hacer la mujer, la cual ya tenia una forma ondulante y serena sobre el vehículo. Con sus manos sostenía la riendas y la cabeza se ladeaba intentando ver algo que aun no existía.
Al tenderete llego una pareja, un fornido hombre de melena rubia y una despampanante mujer de cabellos de fuego y mirada oscura, y no por el color de sus ojos sino porque en ellos se percibía una soledad y tristeza escondida detrás de un manto de fuerte orgullo y autosuficiencia, a todas luces parecía una mujer capaz de mover una montaña antes siquiera de verle caer una lagrima por alguna de sus claras mejillas.
Después del rápido vistazo inicial volví a cincelar la escultura, no se me escapaba el detalle que el hombre le ponía especial interes a una de las figuras y la fría mirada que la mujer le ponía. Como si le estuviera pidiendo algo pero él no se lo quisiera dar. Al final, la mujer se fue y no fue hasta después de perder su cabellera entre la gente, que el hombre soltó alguna palabra.
-Por supuesto. -Le dije con sonrisa afable. -Tengo muchas cosas que te puedan interesar y todas a buen precio. Cualquier pieza de joyería o figura que veas tiene el mismo precio. 30 aeros. -Me levante del asiento limpie el serrín y la viruta del delantal, por ultimo di un largo trago de agua al botijo. -Deja que te enseñe unas cuantas cosas, e visto que mirabas el oso de mi hija así que quizás te guste este colgante.
- Osetes:
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-Por otro lado tengo un hacha muy particular y un sujetador de pelo con forma de dragón. -Visto que el hombre tenia el pelo largo me aventure a venderle un producto de belleza.
- Hacha y broche:
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-Si lo que buscas es algo sensual y atractivo, a la vez que delicado y con un toque peculiar... -Este colgante lo tenia guardado en una cajita dentro del carro. Al sacarlo lo puse sobre mi palma, dejando ver la escultura de una mujer sin cabeza. -Por detrás es totalmente plano y el amarre del cordón esta en un orificio escondido y centrado en la espalda, con lo que sera mas complicado que se gire al llevarlo puesto.
- Un toque de sensualidad y locura:
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-Para terminar tengo un brazalete con forma de ala y un anillo... -Quede callada un segundo antes de mostrarlo. -Digamos que los mas sensibles dirían que es perturbador.
- Ala de cuervo y cráneo:
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______
Off: Que no se diga que no cuido a mis clientes espero que os gusten los artículos que elegí.
Interactuo con Nahi: No sabes cuanto me alegra el saber que pensamos en los mismos anillos :3 espero que los disfrutes mucho y que cambies su decoración con regularidad ^^
Interactuo con Alward: Un pajarito me a dicho que te gusta Thor, aunque también se que te gustan otras cosas ¿Cual se llevara tu corasonsito?
Interactuo con Gerrit: Tengo que decir que casi no conozco este pj tuyo, pero lo poco que se es que es cuanto menos pertubador. Te e puesto modelos de diversos objetos para que tengas variedad, pero he de confesarte que cuando vi la mujer sin cabeza dije "Este le quedaria que ni pintado en el cuello"
Gracias a todos por la vista^^ [Insertar gif de Apu]
Me guardo a Ava para el siguiente post^3^
Reivy Abadder
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
¿Han llegado a un punto de sus vidas en donde piensan “El día no podría ser más raro de lo que ya es”, y de pronto sale algo que lo hace todo aún más raro? Curiosamente, un filósofo dragón de hace muchos siglos atrás hizo toda una investigación al respecto, y determinó que la probabilidad de que algo salga mal es proporcional a cuánto más quieras lo contrario. Se le hizo ley, o algo así, la verdad es que no entiendo mucho de estas cosas.
… pero al punto.
Cuando pensé que no podría volverse más raro, ahí se encontraba un… ratón. Y me estaba hablando directamente, haciendo comentarios sobre si debía comprar una espada. Había conocido anteriormente a hombres bestia que tenían rasgos animales, creo incluso recordar que uno de los borrachos que me ayudó a encontrar a Zöe era una rata gigante. Buen sujeto, por cierto. Pero no me había tocado en mis viajes uno tan pequeño, y que pudiera articular las palabras comunes tan fácilmente.
- …
Creo que en mi vida me había topado con algo así, aunque debo decir que era común encontrar ratas, ratones, y lo que llamamos en nuestra lengua como “Gua’rén”, que eran ratas de medio kilo. Muchas veces, buscando las semillas de los graneros, o las comidas que les dabamos a los Yak. Así que usualmente terminábamos espantandolas de nuestro hogar, ya que atraparlas era extremadamente difícil… aunque una vez logré atrapar a un ratón, lo puse bajo mi sombrero, y comencé a caminar y moverme de forma rara, culpando a la rata debajo de mi sombrero, que era ella la que controlaba mis movimientos.
… si, me faltaban amigos y me sobraba tiempo.
- … si, supongo, ¿por qué no? - aunque sonaba que respondía a su ofrecimiento, en realidad era como respondiera a mi mente decir “¿por qué no hacer el día más raro de lo que ya es?” - Ah, disculpe, tanto pensar en mi mente y no me he presentado – le dije, mientras hacia una pequeña reverencia a… un ratón – Siria. Siria Reinhardt.
Me di cuenta que llevaba un bolso con él. ¿Será que había viajado con su carga por todo el ajetreo del mercado? Si era así, parecía más cargado de determinación y fuerza de lo que creía. Yo apenas pude caminar por las multitudes, y eso que no llevaba nada conmigo.
Curiosamente, cuando me levanté, me di cuenta que el ratón me llegaba más o menos hasta la cintura, lo que lo hacía pasar como si fuera un acompañante… algo tierno. Se veía más limpio que los usuales roedores que robaban grano, más responsable, y definitivamente más honesto. Quizás sería porque no llevaba grano conmigo en ese momento.
Parte de mi pensaba que esta situación se estaba saliendo de control en el nivel de ridiculez. Al mismo tiempo, observé que llevaba un martillo con él, que parecía poder cargar sin problemas. Tenía un nivel de entendimiento mayor al mío de armas, así que no es que pudiera ganar una discusión de si un ratón supiera menos cosas que yo en el ámbito de las armas.
- ¿Pero una espada es buena idea? - dije algo pensativa, mientras movía una de mis manos como si tuviera un arma empuñada – Digo, no tengo idea de qué arma es mejor para mi. La verdad es que solo he empuñado un arco – el harpa de Alfred no cuenta – y no es que tenga la puntería como para confiar en él.
Ahora que me daba cuenta… también habían demasiadas tiendas. Al parecer la tienda de Eltrant forjaba armas de muchos tipos, mientras que el hombre bestia con el que conversaba las encantaba. También habían algunos escudos de la tienda esa del banco en forma de dragón, También había alguien que decía que tenía las mejores espadas encantadas de la ciudad.
Extrañamente todo podría parecer confuso, con esto de los encantamientos y todo esto… pero extrañamente todo se sentía muy hogareño, como si estuviera reviviendo muchas tardes de mi adolescencia. Solo faltaba el clásico olor a orina de los borrashos de la taber… ah, no, esperen, ahí está.
Ahhhh, que mágico.
- ¿Cuál cree que sea el mejor tipo de arma para mi? - y lo más conflictivo… ¿a quién comprarle el arma que el joven ratón me recomendaría?
---
OFF
Interactuo con Amit'tek, y le echo un ojo a las tiendas de Eltrant, Reivy y Vincent
… pero al punto.
Cuando pensé que no podría volverse más raro, ahí se encontraba un… ratón. Y me estaba hablando directamente, haciendo comentarios sobre si debía comprar una espada. Había conocido anteriormente a hombres bestia que tenían rasgos animales, creo incluso recordar que uno de los borrachos que me ayudó a encontrar a Zöe era una rata gigante. Buen sujeto, por cierto. Pero no me había tocado en mis viajes uno tan pequeño, y que pudiera articular las palabras comunes tan fácilmente.
- …
Creo que en mi vida me había topado con algo así, aunque debo decir que era común encontrar ratas, ratones, y lo que llamamos en nuestra lengua como “Gua’rén”, que eran ratas de medio kilo. Muchas veces, buscando las semillas de los graneros, o las comidas que les dabamos a los Yak. Así que usualmente terminábamos espantandolas de nuestro hogar, ya que atraparlas era extremadamente difícil… aunque una vez logré atrapar a un ratón, lo puse bajo mi sombrero, y comencé a caminar y moverme de forma rara, culpando a la rata debajo de mi sombrero, que era ella la que controlaba mis movimientos.
… si, me faltaban amigos y me sobraba tiempo.
- … si, supongo, ¿por qué no? - aunque sonaba que respondía a su ofrecimiento, en realidad era como respondiera a mi mente decir “¿por qué no hacer el día más raro de lo que ya es?” - Ah, disculpe, tanto pensar en mi mente y no me he presentado – le dije, mientras hacia una pequeña reverencia a… un ratón – Siria. Siria Reinhardt.
Me di cuenta que llevaba un bolso con él. ¿Será que había viajado con su carga por todo el ajetreo del mercado? Si era así, parecía más cargado de determinación y fuerza de lo que creía. Yo apenas pude caminar por las multitudes, y eso que no llevaba nada conmigo.
Curiosamente, cuando me levanté, me di cuenta que el ratón me llegaba más o menos hasta la cintura, lo que lo hacía pasar como si fuera un acompañante… algo tierno. Se veía más limpio que los usuales roedores que robaban grano, más responsable, y definitivamente más honesto. Quizás sería porque no llevaba grano conmigo en ese momento.
Parte de mi pensaba que esta situación se estaba saliendo de control en el nivel de ridiculez. Al mismo tiempo, observé que llevaba un martillo con él, que parecía poder cargar sin problemas. Tenía un nivel de entendimiento mayor al mío de armas, así que no es que pudiera ganar una discusión de si un ratón supiera menos cosas que yo en el ámbito de las armas.
- ¿Pero una espada es buena idea? - dije algo pensativa, mientras movía una de mis manos como si tuviera un arma empuñada – Digo, no tengo idea de qué arma es mejor para mi. La verdad es que solo he empuñado un arco – el harpa de Alfred no cuenta – y no es que tenga la puntería como para confiar en él.
Ahora que me daba cuenta… también habían demasiadas tiendas. Al parecer la tienda de Eltrant forjaba armas de muchos tipos, mientras que el hombre bestia con el que conversaba las encantaba. También habían algunos escudos de la tienda esa del banco en forma de dragón, También había alguien que decía que tenía las mejores espadas encantadas de la ciudad.
Extrañamente todo podría parecer confuso, con esto de los encantamientos y todo esto… pero extrañamente todo se sentía muy hogareño, como si estuviera reviviendo muchas tardes de mi adolescencia. Solo faltaba el clásico olor a orina de los borrashos de la taber… ah, no, esperen, ahí está.
Ahhhh, que mágico.
- ¿Cuál cree que sea el mejor tipo de arma para mi? - y lo más conflictivo… ¿a quién comprarle el arma que el joven ratón me recomendaría?
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OFF
Interactuo con Amit'tek, y le echo un ojo a las tiendas de Eltrant, Reivy y Vincent
Última edición por Siria el Sáb Dic 15 2018, 12:38, editado 1 vez
Siria
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
Paseaba tranquilamente por el mercado navideño de Lunargenta. Había multitud de puestitos. Incluso varios conocidos míos, como Asher o Eltrant, habían abierto “sucursales” de sus tiendas. Les saludé con la cabeza cordialmente. Además de excepcionales luchadores, también eran comerciantes. Todos unos prodigios para su tiempo. Pero no había nada que me interesase de lo que ofrecían. Lo cierto es que aborrecía perder el tiempo con ese tipo de profesiones, aunque entendía que fueran muy importantes. Yo, simplemente, prefería dedicar mi tiempo a otra cosa y pagar por ello. ¿Para qué voy a hacer algo yo misma cuando puedo pagar por ello? Jules siempre me decía que aquello era una mentalidad de millonaria. Lo cierto es que no había conocido otro tipo de vida.
Estaba allí a petición de Marvin Soffleheimer. Nuestro ingeniero. Decía que el mercadillo de Yule era un buen sitio para encontrar objetos y utensilios raros. Él, tan tímido como siempre, me decía qué necesitaba, y yo simplemente entregaba el dinero y cerraba el negocio. Un transportista contratado lo cargaría en un carro y lo llevaría al puerto, donde en barco iría hasta Beltrexus.
-Creo que el polvo de corindón irá muy bien para el pulido de los virotes de acero. Con medio kilo irá bien. – pidió el ingeniero. Yo, con un gesto con la mano y rostro serio, permitía al vendedor para pesar un poco del mismo. Así, fuimos avanzando en sucesivos puestos. Al final llevábamos ya bastantes cosas para el ingeniero, y me había gastado cerca de 1000 aeros.
Uno de los puestos que me llamó más la atención fue el de Níniel y de su compañera felina, que anunciaba sus productos a viva voz. Estaba repleto de pócimas y de remedios curativos. Sabía que era una excelente alquimista, y me llamaba mucho la atención. Me coloqué delante del puesto, cruzada de brazos, observando detenidamente las pócimas por encima, aunque sin detenerme exhaustivamente a mirarlas. Parecía tener bastante éxito.
-¿Qué tal, Nín? Es una sorpresa verte por aquí. Hace tiempo que no nos cruzamos. – le dije con una media sonrisa. Realmente me alegraba, pero mi pésimo carácter hacía que no sonara demasiado efusiva. En concreto, creía no haberla recordada desde lo del psiquiátrico de Vulwufar. – La verdad es que desde que asumí el control del gremio he tenido poco tiempo para reencontrarme con amigos y conocidos. – continué diciendo. – En cualquier caso, me alegra saber que sigues viva. – Y cambié la vista hacia su catálogo de pócimas varias. Algunas con unos colores muy llamativas.. - Veo que tienes un amplio abanico de remedios y pócimas.
Encontrándome en la posición en la que estaba. Donde mi vida era un amasijo de enfrentamientos constantes contra peligrosos enemigos, los remedios de Níniel eran una solución para paliar los dolores que me ocasionaban las heridas de guerra. Sin duda, podría llevarme algo de allí.
-Me pregunto si tendrás más de esos frascos tuyos para restablecer las heridas. Creo que se los habías dado antes a alguien. – pregunté señalando con el dedo la dirección en la que se habían ido sus anteriores clientes. No sabía qué nombre daba a la poción, pero me refería al elixir de restauración. Aunque estaba abierta a algo mejor que me pudiera ofrecer. – Con uno bastará. No tengo mucho más espacio en mi faltriquera. – Luego me llevé la mano al mentón, para hacer notar algo más. - ¡Oh! Y a ser posible, ¿lo tienes con sabor a fresa?. O al menos que no sea tan repugnante como el de la pócima con la que me transportaste al mundo de los sueños. – bromeé recordando aquella anécdota. – Algún día me pasaré por tu taller, para ponernos al día. – prometí. Y es que con Níniel tenía una relación bastante afable, por la multitud de ocasiones en las que habíamos colaborada, así como por compartir afición por la magia.
*Off: Interactúo con Níniel. También con Eltrant y Asher.
Estaba allí a petición de Marvin Soffleheimer. Nuestro ingeniero. Decía que el mercadillo de Yule era un buen sitio para encontrar objetos y utensilios raros. Él, tan tímido como siempre, me decía qué necesitaba, y yo simplemente entregaba el dinero y cerraba el negocio. Un transportista contratado lo cargaría en un carro y lo llevaría al puerto, donde en barco iría hasta Beltrexus.
-Creo que el polvo de corindón irá muy bien para el pulido de los virotes de acero. Con medio kilo irá bien. – pidió el ingeniero. Yo, con un gesto con la mano y rostro serio, permitía al vendedor para pesar un poco del mismo. Así, fuimos avanzando en sucesivos puestos. Al final llevábamos ya bastantes cosas para el ingeniero, y me había gastado cerca de 1000 aeros.
Uno de los puestos que me llamó más la atención fue el de Níniel y de su compañera felina, que anunciaba sus productos a viva voz. Estaba repleto de pócimas y de remedios curativos. Sabía que era una excelente alquimista, y me llamaba mucho la atención. Me coloqué delante del puesto, cruzada de brazos, observando detenidamente las pócimas por encima, aunque sin detenerme exhaustivamente a mirarlas. Parecía tener bastante éxito.
-¿Qué tal, Nín? Es una sorpresa verte por aquí. Hace tiempo que no nos cruzamos. – le dije con una media sonrisa. Realmente me alegraba, pero mi pésimo carácter hacía que no sonara demasiado efusiva. En concreto, creía no haberla recordada desde lo del psiquiátrico de Vulwufar. – La verdad es que desde que asumí el control del gremio he tenido poco tiempo para reencontrarme con amigos y conocidos. – continué diciendo. – En cualquier caso, me alegra saber que sigues viva. – Y cambié la vista hacia su catálogo de pócimas varias. Algunas con unos colores muy llamativas.. - Veo que tienes un amplio abanico de remedios y pócimas.
Encontrándome en la posición en la que estaba. Donde mi vida era un amasijo de enfrentamientos constantes contra peligrosos enemigos, los remedios de Níniel eran una solución para paliar los dolores que me ocasionaban las heridas de guerra. Sin duda, podría llevarme algo de allí.
-Me pregunto si tendrás más de esos frascos tuyos para restablecer las heridas. Creo que se los habías dado antes a alguien. – pregunté señalando con el dedo la dirección en la que se habían ido sus anteriores clientes. No sabía qué nombre daba a la poción, pero me refería al elixir de restauración. Aunque estaba abierta a algo mejor que me pudiera ofrecer. – Con uno bastará. No tengo mucho más espacio en mi faltriquera. – Luego me llevé la mano al mentón, para hacer notar algo más. - ¡Oh! Y a ser posible, ¿lo tienes con sabor a fresa?. O al menos que no sea tan repugnante como el de la pócima con la que me transportaste al mundo de los sueños. – bromeé recordando aquella anécdota. – Algún día me pasaré por tu taller, para ponernos al día. – prometí. Y es que con Níniel tenía una relación bastante afable, por la multitud de ocasiones en las que habíamos colaborada, así como por compartir afición por la magia.
*Off: Interactúo con Níniel. También con Eltrant y Asher.
Anastasia Boisson
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Re: Mercado Navideño, Yule [Evento Global]
—Mala hierba nunca muere.
Mi sonrisa se mantiene inexpresiva. La noticia de la muerte de Simas no me coge por sorpresa. En mis varios años en la empresa, si es que a aquello tenían montado se le podía llamar empresa, había visto morir cientos hombres; los nombres permanecían. Era cuestión de semanas que surgiesen rumores de ataques organizados por un tal Simas, diferente e idéntico al anterior.
Sarez está justo detrás de mí. Saca la bolsa de monedas que guarda el doble fondo de su carcaj y me la entrega. Él se confunde con los números, prefiere que sea yo quien cuente los aeros. Le hago una señal con la cabeza. No es necesario que hablemos con palabra, entiendo todo lo que le digo. Abre la mochila de mi espalda y saca el bollo de crema rosa envuelto en cuero que compramos para Asher.
— Tranquilo, no nos importa esperar. Deberás estar agotado. ¿Cuántas horas llevas encantando objetos? — utilizo el tono de voz con el que hablaba a Simas y a los otros mercenarios. Sarez está callado, no está acostumbrado a escucharme a hablar así. — Antes de venir aquí, te compramos una cosa. — desenvuelvo la parte superior del bollo de crema de rosa — Esto es para ti, para que te sea más leve el día. Es mi pastel favorito. — dirijo una mirada de cortesía a los compañeros de Asher — De haber sabido que no estabas solo, hubiera comprado más pasteles para tus amigos.
Me contoneo por las mesas y miro la gama que encantamientos que Asher expone a los clientes. Sarez me sigue en silencio a un paso de distancia. Paso la mano derecha encima de las muestra como si las estuviera acariciando. Las runas llaman mi atención.
—¿Has traído la espada de Ivor? — pregunto a Sarez. Procuro hablar lo suficientemente alto para que también me oiga Asher. — Se la tendrás que dejar a Asher un momento. — en voz baja, con el tono que solo utilizo con Sarez — Te prometo que no destruirá la espada. Queremos que la mujer abra los ojos. ¿Verdad? Los glifos de Asher pueden conseguirlo. — me responde con un movimiento de cabeza.
Sarez desenvaina la espada y la deja encima del mostrador. La empuñadura de la espada tiene la forma de una mujer con los ojos cerrados.
— Ven Asher, tienes que ver esto. ¿Sabes quién es ella? Es la hija del Ivor. Según cuenta la leyenda, ella estaba a punto de morir por una enfermedad desconocida. El brujo Ivor la hizo inmortal encantando su éter al mango de la espada. La chica lleva siglos dormida. Su nombre ha sido olvidado por libros y trovadores; o eso dicen las canciones que conozco. Queremos que despierte. Si la leyenda es cierta, la mujer sirve de jueza y consejera para el portador de la espada. Sarez, cuenta a Asher cómo conseguiste la espada de Ivor.
—En la isla de los brujos. Una humana desapareció. Su padre pedía auxilio. Killian se ofreció a ayudar al anciano humano. Seguí a Killian, era mi amigo. — acaricia la cicatriz de su oreja, le traía malos recuerdos. — Unos brujos secuestraban chicas humanas. Utilizaban sus cuerpos como fuentes de… de… — busca en mis ojos la palabra — …éter. Killian y yo los descubrimos y los matamos. Una mujer dragona encontró la espada de Ivor en los cofres de los brujos. Me la ofreció como recompensa por mi ayuda.
— Pensamos que los brujos intentaban emular el hechizo de Ivor. Una vida inmortal atrapada en la empuñadura de una espada; sé lo que estás pensando y sí, es tan absurdo como lo parece. Si los brujos tenían esta espada entre su colección es porque es la auténtica. Debe serlo. Necesitamos despertar a la hija de Ivor y escuchar sus consejos. ¿Podrás conseguirlo con tus glifos?
Offrol:
La historia de la espada es una excusa para que le pongas el encantamiento. Tengo una trama pensada a raíz de esa espada. Los Masters ya me han dicho que puedo hacerla hablar, es parte de sus habilidades que todavía no he descubierto.
1 flechas Aire
3 flechas Agua
1 Encantamiento de Cascada de Plumas superior para la espada de Ivor. Creo que lo vendes por 220 aeros en tu taller.
50 aeros por flecha (4 unidades) + Encantamiento = 420 aeros en este post.
Mi sonrisa se mantiene inexpresiva. La noticia de la muerte de Simas no me coge por sorpresa. En mis varios años en la empresa, si es que a aquello tenían montado se le podía llamar empresa, había visto morir cientos hombres; los nombres permanecían. Era cuestión de semanas que surgiesen rumores de ataques organizados por un tal Simas, diferente e idéntico al anterior.
Sarez está justo detrás de mí. Saca la bolsa de monedas que guarda el doble fondo de su carcaj y me la entrega. Él se confunde con los números, prefiere que sea yo quien cuente los aeros. Le hago una señal con la cabeza. No es necesario que hablemos con palabra, entiendo todo lo que le digo. Abre la mochila de mi espalda y saca el bollo de crema rosa envuelto en cuero que compramos para Asher.
— Tranquilo, no nos importa esperar. Deberás estar agotado. ¿Cuántas horas llevas encantando objetos? — utilizo el tono de voz con el que hablaba a Simas y a los otros mercenarios. Sarez está callado, no está acostumbrado a escucharme a hablar así. — Antes de venir aquí, te compramos una cosa. — desenvuelvo la parte superior del bollo de crema de rosa — Esto es para ti, para que te sea más leve el día. Es mi pastel favorito. — dirijo una mirada de cortesía a los compañeros de Asher — De haber sabido que no estabas solo, hubiera comprado más pasteles para tus amigos.
Me contoneo por las mesas y miro la gama que encantamientos que Asher expone a los clientes. Sarez me sigue en silencio a un paso de distancia. Paso la mano derecha encima de las muestra como si las estuviera acariciando. Las runas llaman mi atención.
—¿Has traído la espada de Ivor? — pregunto a Sarez. Procuro hablar lo suficientemente alto para que también me oiga Asher. — Se la tendrás que dejar a Asher un momento. — en voz baja, con el tono que solo utilizo con Sarez — Te prometo que no destruirá la espada. Queremos que la mujer abra los ojos. ¿Verdad? Los glifos de Asher pueden conseguirlo. — me responde con un movimiento de cabeza.
Sarez desenvaina la espada y la deja encima del mostrador. La empuñadura de la espada tiene la forma de una mujer con los ojos cerrados.
— Ven Asher, tienes que ver esto. ¿Sabes quién es ella? Es la hija del Ivor. Según cuenta la leyenda, ella estaba a punto de morir por una enfermedad desconocida. El brujo Ivor la hizo inmortal encantando su éter al mango de la espada. La chica lleva siglos dormida. Su nombre ha sido olvidado por libros y trovadores; o eso dicen las canciones que conozco. Queremos que despierte. Si la leyenda es cierta, la mujer sirve de jueza y consejera para el portador de la espada. Sarez, cuenta a Asher cómo conseguiste la espada de Ivor.
—En la isla de los brujos. Una humana desapareció. Su padre pedía auxilio. Killian se ofreció a ayudar al anciano humano. Seguí a Killian, era mi amigo. — acaricia la cicatriz de su oreja, le traía malos recuerdos. — Unos brujos secuestraban chicas humanas. Utilizaban sus cuerpos como fuentes de… de… — busca en mis ojos la palabra — …éter. Killian y yo los descubrimos y los matamos. Una mujer dragona encontró la espada de Ivor en los cofres de los brujos. Me la ofreció como recompensa por mi ayuda.
— Pensamos que los brujos intentaban emular el hechizo de Ivor. Una vida inmortal atrapada en la empuñadura de una espada; sé lo que estás pensando y sí, es tan absurdo como lo parece. Si los brujos tenían esta espada entre su colección es porque es la auténtica. Debe serlo. Necesitamos despertar a la hija de Ivor y escuchar sus consejos. ¿Podrás conseguirlo con tus glifos?
Offrol:
La historia de la espada es una excusa para que le pongas el encantamiento. Tengo una trama pensada a raíz de esa espada. Los Masters ya me han dicho que puedo hacerla hablar, es parte de sus habilidades que todavía no he descubierto.
1 flechas Aire
3 flechas Agua
1 Encantamiento de Cascada de Plumas superior para la espada de Ivor. Creo que lo vendes por 220 aeros en tu taller.
50 aeros por flecha (4 unidades) + Encantamiento = 420 aeros en este post.
Sarez
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