[CERRADO] Más perdido que... (Libre, Killian)

La suerte estaba echada y todos los participantes habían decidido sus destinos. Killian había partido hacia el blanco manto de neblina sin saber qué le deparaba el destino y sin parecer importarle tampoco la suerte de sus acompañantes. Los gritos se hacían cada vez más distorsionados, al parecer se estaba dando una lucha a ciegas. De vez en cuando flecha encendidas le daban cierta lucidez visual a los combatientes y llegando al lago el guerrero humano se daría cuenta del escenario devastador frente a sus narices. Varios Trolls de bosque arremetían contra aquél grupo de hombres y lobos, licántropos armados hasta los dientes con afiladas armas que parecían no ser más que palillos de madera contra la piel de aquellas bestias.

Pero los Trolls no eran lo peor y más peligroso que había en el sitio. Algo que debería de estar en la isla prohibida estaba ahora ante sus ojos, algo terrible y de mal fario. El Zezengorri estaba a unos escasos ochenta metros de la figura de Killian, viéndolo fijamente con sus cuernos hacia él, echándose tierra al lomo mientras escarbaba con furia el suelo húmedo que rodeaba el río. La bestia era enorme, probablemente pesaba más de una tonelada y estaba enfurecido. Baló dejando escuchar su odio hacia los presentes y cargó hacia el guerrero. Un licántropo en su forma imperfecta se puso en su camino intentando proteger al humano pero voló por los aires como si fuese un trapo sucio. El resto del grupo estaba muy ocupado lidiando con los seis trolles de bosque como para ir a tenderle una mano al guerrero que no pertenecía a sus tierras, además que la niebla no lo distinguía entre amigo o enemigo.

Con respecto a las féminas, fueron alcanzadas por un scrunt solitario que merodeaba la zona. Al parecer era la noche de las rarezas para el grupo y sin duda era el reflejo de lo que comenzaba a gestarse en todo Aerandir. La oscuridad lentamente invadía campos y ciudades y sería poco el tiempo antes de que la gran guerra diera comienzo

La espada de Killian se clavó hasta que llegó al hueso profundo donde halló una superficie lo suficientemente dura como para partirse en dos, quedando una parte clavada en la nuca del animal y la otra en las manos del guerrero. El movimiento involuntario de la bestia se había detenido y ahora el animal cegado por la furia atacó nuevamente humano que esta vez solo contaba con sus manos ya que el tiempo y la distancia entre él y su contrincante le impedían usar su arco. Afortunadamente, en medio de la lucha uno de los trolles pechó al Zezengorri y éste se vio obligado a desviar la trayectoria de su embestida rozando con sus flamas la carne de su adversario y clavándole una de sus guampas en la pierna derecha.

El bando de los licántropos había ganado la lucha y los dos gigantes del bosque que aun estaban en pie como para huir lo hicieron, el resto estaba siendo sacrificado cuando los aliados del bien se percataron de lo que le sucedía a Killian. Desplegando un gran instinto de caza y supervivencia, los hombres lobo se reagruparon y en cuestión de minutos ultimaron al raro espécimen que se encontraba tan lejos de sus tierras y se preguntaron lo que podría estar sucediendo como para que tales bestias y tan raras aparecieran tan seguido en su territorio en los últimos meses.

Los hombres rodearon a Killian quién presentaba quemaduras de tercer grado en todo el lado izquierdo y la cornada en la pierna derecha. Ellos eran guerreros y estaban acostumbrados a heridas de guerra, nada como eso. Todos se miraron entre sí sin saber qué hacer hasta que a Romanticón se le ocurrió enviarlo con alguien en un caballo para que consiguieran ayuda. Después que la resolución fue tomada, todos reanudaron metódicamente sus tareas y sin consultarle subieron al humano sobre un caballo como si se tratara de una bolsa de papas con un diestro jinete que cuidaba de él.