Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Página 2 de 3. • Comparte
Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Ni el mensaje ni las formas me gustaron de las palabras de Elen. Preferí callarme para no terminar mal, pero no pude evitar poner mi cara de disconformidad con la opinión de mi amiga. La tensái no estaba dispuesta a entrar en razón e insistía en dialogar con Vladimir.
Elen, que tenía bastantes más conocimientos de alquimia y medicina que yo, se encargó de atender al pastor, fue entonces cuando observando hacia las calaveras, vinieron a nuestra cabeza imágenes de la tortura de Vladimir sobre su nueva víctima, esta vez el padre Callahan. Uno de sus criados mató a un ser querido y, tras los intentos de venganza del cura, el segundo de la Hermandad apareció para hacerle beber la sangre del inmortal, obligándole a permanecer confinado en aquella capilla para siempre, donde sería torturado por el Inmortal de todas las maneras, por mera diversión, pero siempre dejándole vivo.
Hacía gestos de negación mientras veía las imágenes, que ratificaban mi teoría de por qué Vladimir merecía morir. Lo primero que hice fue mirar hacia Elen, para reprenderle su absurda postura.
-Estás poniéndote del lado de un asesino y un torturador… ¡De un psicópata! ¡Has visto las brutalidades que hace! Y aún así sigues apoyándolo. – le recriminé señalándola, manteniendo la compostura y educación, aunque muy seria, tanto como ella me había hablado antes. Tratando de hacerla de entrar en razón.
Pero daba igual lo que le dijera, ella seguía en sus trece. La fractura ya era evidente. No podíamos seguir juntas. Elen era una adversaria terrible, no podía correr el riesgo de que se pusiera del lado de Vladimir en un conflicto. Y aunque no lo fuera, lo último que desearía sería enfrentarme a alguien tan querido e importante para mí como lo era ella. La única alternativa era que yo llegara antes hasta el Inmortal y acabara con él. Mi amiga estaba junto al padre Callahan, quizás dejarla con el viejo, que estaba bastante herido, la retrasaría.
–Me da igual que vengan los jinetes. Dices que puedes derrotarlos, y que hay más como Vladimir que también pueden. Pues ve a por ellos. Tu misión es cazar jinetes, la mía vampiros. Haz tu trabajo y yo haré el mío. – Le recriminé de peor humor, antes de separarme ligeramente de ella, esperando su respuesta. Tomé mi ballesta y la alcé con decisión, quería motivar a mis compañeros. - ¿Quién viene a cazar un chupasangres? – pregunté en voz alta, con la ballesta alzada, con rabia.
-¡Hasta el final! – gritó Jules, alzando la suya.
-Cuenta conmigo. – repitió Overholser con voz calmada, haciendo el gesto propio. Hasta su shabbel rugió al compás de su respuesta. La otra criatura, el hombre bestia sapo, indicó que iría por la izquierda, dejándonos a nosotros la vía del centro o la derecha. – Vayamos por el pasadizo central, seguramente dirija a su mansión directamente. – indicó el cazador.
Dicho esto, Jules y Overholser avanzaron al trote hacia el interior del mismo. Estaban muy motivados y confiados. Dejar a Elen con el padre Callahan podría ser buena idea, eso la retrasaría. Antes de seguir, miré hacia la hechicera. – Lo haré por todas sus víctimas, por sus familiares, por su relación con la Hermandad, por la gente que confió en mí para esta misión, por el maestro Dorian… y por ti. – la miré, ya comenzando a correr. Estaba convencida de que mi amiga estaba influenciada por el Inmortal. De lo contrario, nada podría explicar que defendiera a semejante criminal. Le di un último consejo antes de partir por la puerta. – No intercedas, por favor. – le pedí calmada y mirándola con tristeza, y acto seguido me apresuré a entrar por donde habían ido Overholser y Jules. Justo tras pasar, coloqué una estaca de madera que había en el suelo en los pomos de la puerta, para que la bruja y Alister no pudieran seguirnos. - Es por tu bien, amiga mía... - me dije a mí misma, convencida de que la rescataría de la influencia del vampiro una vez terminara con él.
Apresuré el ritmo para alcanzarles, llevaban ya una buena ventaja. Overholser llevaba a Kalla a hombros, pero ello no parecía retrasar su ritmo, era fuerte y sus ansias de acabar con Vladimir parecían vencerle. Llevábamos un paso acelerado, con las ballestas en ristre para poder reaccionar rápido si trataba de sorprendernos algún vampiro indeseable.
-Oye, Huracán, ¿has pensado que harás si os lo encontráis a la vez? – preguntó Jules, sin dejar de caminar por aquellos pasillos únicamente iluminados por tenues antorchas.
-No lo sé, Jules… No lo sé. – respondí seria, con evidente gesto de preocupación. Simplemente, prefería no considerar esa posibilidad.
Elen, que tenía bastantes más conocimientos de alquimia y medicina que yo, se encargó de atender al pastor, fue entonces cuando observando hacia las calaveras, vinieron a nuestra cabeza imágenes de la tortura de Vladimir sobre su nueva víctima, esta vez el padre Callahan. Uno de sus criados mató a un ser querido y, tras los intentos de venganza del cura, el segundo de la Hermandad apareció para hacerle beber la sangre del inmortal, obligándole a permanecer confinado en aquella capilla para siempre, donde sería torturado por el Inmortal de todas las maneras, por mera diversión, pero siempre dejándole vivo.
Hacía gestos de negación mientras veía las imágenes, que ratificaban mi teoría de por qué Vladimir merecía morir. Lo primero que hice fue mirar hacia Elen, para reprenderle su absurda postura.
-Estás poniéndote del lado de un asesino y un torturador… ¡De un psicópata! ¡Has visto las brutalidades que hace! Y aún así sigues apoyándolo. – le recriminé señalándola, manteniendo la compostura y educación, aunque muy seria, tanto como ella me había hablado antes. Tratando de hacerla de entrar en razón.
Pero daba igual lo que le dijera, ella seguía en sus trece. La fractura ya era evidente. No podíamos seguir juntas. Elen era una adversaria terrible, no podía correr el riesgo de que se pusiera del lado de Vladimir en un conflicto. Y aunque no lo fuera, lo último que desearía sería enfrentarme a alguien tan querido e importante para mí como lo era ella. La única alternativa era que yo llegara antes hasta el Inmortal y acabara con él. Mi amiga estaba junto al padre Callahan, quizás dejarla con el viejo, que estaba bastante herido, la retrasaría.
–Me da igual que vengan los jinetes. Dices que puedes derrotarlos, y que hay más como Vladimir que también pueden. Pues ve a por ellos. Tu misión es cazar jinetes, la mía vampiros. Haz tu trabajo y yo haré el mío. – Le recriminé de peor humor, antes de separarme ligeramente de ella, esperando su respuesta. Tomé mi ballesta y la alcé con decisión, quería motivar a mis compañeros. - ¿Quién viene a cazar un chupasangres? – pregunté en voz alta, con la ballesta alzada, con rabia.
-¡Hasta el final! – gritó Jules, alzando la suya.
-Cuenta conmigo. – repitió Overholser con voz calmada, haciendo el gesto propio. Hasta su shabbel rugió al compás de su respuesta. La otra criatura, el hombre bestia sapo, indicó que iría por la izquierda, dejándonos a nosotros la vía del centro o la derecha. – Vayamos por el pasadizo central, seguramente dirija a su mansión directamente. – indicó el cazador.
Dicho esto, Jules y Overholser avanzaron al trote hacia el interior del mismo. Estaban muy motivados y confiados. Dejar a Elen con el padre Callahan podría ser buena idea, eso la retrasaría. Antes de seguir, miré hacia la hechicera. – Lo haré por todas sus víctimas, por sus familiares, por su relación con la Hermandad, por la gente que confió en mí para esta misión, por el maestro Dorian… y por ti. – la miré, ya comenzando a correr. Estaba convencida de que mi amiga estaba influenciada por el Inmortal. De lo contrario, nada podría explicar que defendiera a semejante criminal. Le di un último consejo antes de partir por la puerta. – No intercedas, por favor. – le pedí calmada y mirándola con tristeza, y acto seguido me apresuré a entrar por donde habían ido Overholser y Jules. Justo tras pasar, coloqué una estaca de madera que había en el suelo en los pomos de la puerta, para que la bruja y Alister no pudieran seguirnos. - Es por tu bien, amiga mía... - me dije a mí misma, convencida de que la rescataría de la influencia del vampiro una vez terminara con él.
Apresuré el ritmo para alcanzarles, llevaban ya una buena ventaja. Overholser llevaba a Kalla a hombros, pero ello no parecía retrasar su ritmo, era fuerte y sus ansias de acabar con Vladimir parecían vencerle. Llevábamos un paso acelerado, con las ballestas en ristre para poder reaccionar rápido si trataba de sorprendernos algún vampiro indeseable.
-Oye, Huracán, ¿has pensado que harás si os lo encontráis a la vez? – preguntó Jules, sin dejar de caminar por aquellos pasillos únicamente iluminados por tenues antorchas.
-No lo sé, Jules… No lo sé. – respondí seria, con evidente gesto de preocupación. Simplemente, prefería no considerar esa posibilidad.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
El estado en que se encontraba el padre Callahan era terrible, y a pesar de los remedios de la hechicera, su sien seguía marcada por las espinas y su espalda estaba aún peor, cosa que la de cabellos cenicientos no había llegado a ver todavía. Ningún humano habría soportado tal tortura por mucho tiempo, y a pesar de ello el religioso tenía fuerzas suficientes para maldecir e intentar levantarse por su propio pie, aunque solo quedó en eso, un intento. Una oscura mancha de sangre seca se extendía por los ropajes del caballero, tan grande como para suponer que desgraciadamente no saldría de aquella capilla con vida.
La centinela poco podía hacer por él, solo aliviarle el dolor en sus últimos momentos, o al menos eso pensaba hasta que las imágenes comenzaron a inundar el lugar, mostrándoles la vida de aquel hombre que yacía en el suelo. Los inicios del predicador no se podían considerar buenos, su problema con el alcohol lo había llevado a vivir en la inmundicia como si de un vagabundo se tratara, pero con el tiempo la fe se hizo un hueco en su corazón, aunque ni siquiera eso bastó para que abandonase la bebida. La trágica muerte de otro hombre fue lo que consiguió apartar al padre Callahan de aquel camino de perdición, para llevarlo a otro sendero igual de peligroso, un sendero de venganza.
Matar vampiros se convirtió en su nueva ocupación, pero sus actos solo lo condujeron hacia el sufrimiento, ésta vez de mano del inmortal, que lo obligó a beber su sangre. Elen maldijo interiormente, las cosas ya estaban lo suficientemente tensas entre ella y Huracán antes de ver todo aquello, ahora sería casi imposible hacerla entrar en razón. - No debí venir con ella. - pensó para sí, consciente de que el único aliado verdadero que tenía allí dentro era Alister, solo él la apoyaría hasta el final.
La cazadora de inmediato comenzó a recriminarle por no estar de acuerdo con matar a Vladimir, pero hablar con ella en aquel momento solo sería una pérdida de tiempo, estaba cegada por el odio hacia los vampiros y nada la haría cambiar de opinión, lo cual dejaba claro que no podían seguir compartiendo el camino. - Nos condenarás a todos. - fue lo único que llegó a pronunciar, acompañando sus palabras de una mirada tan fría que podía llegar a parecer vacía. - Si pudiera mostrarle lo que he visto… - pensó, recordando las cruentas escenas que los jinetes le habían mostrado en sus pesadillas durante años. Pero la realidad era que quizá ni siquiera eso funcionase con la tensai, su terquedad en cuanto a matar al centinela de aquellas tierras era muy fuerte, demasiado.
La batalla contra los Tarmúnil ni siquiera había empezado y ella pretendía destruir a una de las únicas personas que podía hacerles frente, como si no tuviesen ya suficiente desventaja solo con el número. Si derrotar a quince jinetes con solo cuatro centinelas parecía casi imposible, intentar hacerlo con tres podía convertirse en un suicidio, no, no podía permitir que llegase hasta el inmortal antes que ella. Ignorando al anuro, que decidió tomar un camino en solitario, y al resto del grupo, que sin dudarlo se unió a Anastasia en su misión de acabar con el vampiro, la benjamina de los Calhoun buscó la mirada del dragón, percatándose de la preocupación que invadía su rostro.
Ni siquiera prestó atención a las palabras que su amiga le dedicaba antes de marcharse, ya no había modo de arreglar la situación entre ambas. La cazadora se había asegurado de dejarla atrás con el padre Callahan, de modo que sus heridas sirviesen para ralentizarla y ganar ventaja, pero esto no preocupaba demasiado a la hechicera. Vladimir se había ganado su puesto de centinela y de los cuatro era el que más experiencia poseía, sería un oponente complicado de derrotar y además estaría bien protegido, así que lo único que tenía que hacer era encontrarlo a tiempo de evitar que él cumpliese con los mandatos de Mortagglia, transformando a Huracán.
- Dado que ha bebido la sangre del inmortal supongo que no puede morir fácilmente, me ocuparé del resto de sus heridas y podrá venir con nosotros, a fin de cuentas lleva tiempo en este lugar, debe conocerlo bien. - indicó la de ojos verdes, antes de retirar cuidadosamente las espinas que rodeaban la cabeza del religioso. Un poco del mismo remedio que había utilizado anteriormente sería suficiente por el momento, pero teniendo en cuenta que debía darse prisa añadió también unas gotas de rosa sangrante a la pócima, dándole efecto cicatrizante. Tras verter el líquido sobre la espalda del predicador y su sien, Elen vendó ambas zonas lo mejor que pudo y lo instó a levantarse, debían ponerse en camino.
Solo quedaba una opción posible, así que sin pensárselo demasiado, la hechicera enfiló el pasillo de la derecha, con el dragón a su lado y el padre Callahan unos pasos por detrás de ella. - ¿Y si llega antes que nosotros? - preguntó Alister en un susurro, evitando mostrar su disconformidad con que el predicador los acompañase. Después de todo el anciano también deseaba venganza y por tanto acabaría uniéndose al bando de Huracán, aunque en su estado probablemente no pudiese luchar ni darles mayores problemas. - Mortagglia no ha dejado este lugar desprotegido, y aunque consiguiesen encontrarlo, no podrán con él. - respondió la centinela, confiando en que las habilidades de combate del vampiro fuesen lo bastante poderosas como para mantenerse a salvo hasta que ella llegase.
- Mantente alerta, no sabemos lo que nos espera pero es probable que tengas que transformarte pronto. - añadió segundos después, provocando una reacción en su compañero, que se quitó la gabardina y optó por llevarla colgando en una mano. - ¿Y qué hay de Huracán? No se dará por vencida. - continuó él, mientras avanzaban todo lo rápido que podían a través del pasadizo. - Conoces mi misión, evitaremos que cumpla su objetivo… pero de vernos en mitad de un enfrentamiento con ellos… no le hagas daño de forma innecesaria. - indicó, sin saber lo feas que podrían llegar a ponerse las cosas entre ambos bandos.
La centinela poco podía hacer por él, solo aliviarle el dolor en sus últimos momentos, o al menos eso pensaba hasta que las imágenes comenzaron a inundar el lugar, mostrándoles la vida de aquel hombre que yacía en el suelo. Los inicios del predicador no se podían considerar buenos, su problema con el alcohol lo había llevado a vivir en la inmundicia como si de un vagabundo se tratara, pero con el tiempo la fe se hizo un hueco en su corazón, aunque ni siquiera eso bastó para que abandonase la bebida. La trágica muerte de otro hombre fue lo que consiguió apartar al padre Callahan de aquel camino de perdición, para llevarlo a otro sendero igual de peligroso, un sendero de venganza.
Matar vampiros se convirtió en su nueva ocupación, pero sus actos solo lo condujeron hacia el sufrimiento, ésta vez de mano del inmortal, que lo obligó a beber su sangre. Elen maldijo interiormente, las cosas ya estaban lo suficientemente tensas entre ella y Huracán antes de ver todo aquello, ahora sería casi imposible hacerla entrar en razón. - No debí venir con ella. - pensó para sí, consciente de que el único aliado verdadero que tenía allí dentro era Alister, solo él la apoyaría hasta el final.
La cazadora de inmediato comenzó a recriminarle por no estar de acuerdo con matar a Vladimir, pero hablar con ella en aquel momento solo sería una pérdida de tiempo, estaba cegada por el odio hacia los vampiros y nada la haría cambiar de opinión, lo cual dejaba claro que no podían seguir compartiendo el camino. - Nos condenarás a todos. - fue lo único que llegó a pronunciar, acompañando sus palabras de una mirada tan fría que podía llegar a parecer vacía. - Si pudiera mostrarle lo que he visto… - pensó, recordando las cruentas escenas que los jinetes le habían mostrado en sus pesadillas durante años. Pero la realidad era que quizá ni siquiera eso funcionase con la tensai, su terquedad en cuanto a matar al centinela de aquellas tierras era muy fuerte, demasiado.
La batalla contra los Tarmúnil ni siquiera había empezado y ella pretendía destruir a una de las únicas personas que podía hacerles frente, como si no tuviesen ya suficiente desventaja solo con el número. Si derrotar a quince jinetes con solo cuatro centinelas parecía casi imposible, intentar hacerlo con tres podía convertirse en un suicidio, no, no podía permitir que llegase hasta el inmortal antes que ella. Ignorando al anuro, que decidió tomar un camino en solitario, y al resto del grupo, que sin dudarlo se unió a Anastasia en su misión de acabar con el vampiro, la benjamina de los Calhoun buscó la mirada del dragón, percatándose de la preocupación que invadía su rostro.
Ni siquiera prestó atención a las palabras que su amiga le dedicaba antes de marcharse, ya no había modo de arreglar la situación entre ambas. La cazadora se había asegurado de dejarla atrás con el padre Callahan, de modo que sus heridas sirviesen para ralentizarla y ganar ventaja, pero esto no preocupaba demasiado a la hechicera. Vladimir se había ganado su puesto de centinela y de los cuatro era el que más experiencia poseía, sería un oponente complicado de derrotar y además estaría bien protegido, así que lo único que tenía que hacer era encontrarlo a tiempo de evitar que él cumpliese con los mandatos de Mortagglia, transformando a Huracán.
- Dado que ha bebido la sangre del inmortal supongo que no puede morir fácilmente, me ocuparé del resto de sus heridas y podrá venir con nosotros, a fin de cuentas lleva tiempo en este lugar, debe conocerlo bien. - indicó la de ojos verdes, antes de retirar cuidadosamente las espinas que rodeaban la cabeza del religioso. Un poco del mismo remedio que había utilizado anteriormente sería suficiente por el momento, pero teniendo en cuenta que debía darse prisa añadió también unas gotas de rosa sangrante a la pócima, dándole efecto cicatrizante. Tras verter el líquido sobre la espalda del predicador y su sien, Elen vendó ambas zonas lo mejor que pudo y lo instó a levantarse, debían ponerse en camino.
Solo quedaba una opción posible, así que sin pensárselo demasiado, la hechicera enfiló el pasillo de la derecha, con el dragón a su lado y el padre Callahan unos pasos por detrás de ella. - ¿Y si llega antes que nosotros? - preguntó Alister en un susurro, evitando mostrar su disconformidad con que el predicador los acompañase. Después de todo el anciano también deseaba venganza y por tanto acabaría uniéndose al bando de Huracán, aunque en su estado probablemente no pudiese luchar ni darles mayores problemas. - Mortagglia no ha dejado este lugar desprotegido, y aunque consiguiesen encontrarlo, no podrán con él. - respondió la centinela, confiando en que las habilidades de combate del vampiro fuesen lo bastante poderosas como para mantenerse a salvo hasta que ella llegase.
- Mantente alerta, no sabemos lo que nos espera pero es probable que tengas que transformarte pronto. - añadió segundos después, provocando una reacción en su compañero, que se quitó la gabardina y optó por llevarla colgando en una mano. - ¿Y qué hay de Huracán? No se dará por vencida. - continuó él, mientras avanzaban todo lo rápido que podían a través del pasadizo. - Conoces mi misión, evitaremos que cumpla su objetivo… pero de vernos en mitad de un enfrentamiento con ellos… no le hagas daño de forma innecesaria. - indicó, sin saber lo feas que podrían llegar a ponerse las cosas entre ambos bandos.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
¿Había tomado el camino correcto? Era una buena pregunta, tal vez la única que merecía la pena realizar. Mentalmente, Overholser, se la repetía una y otra vez. Merecía la pena preguntárselo, aunque no supiera la respuesta: ¿Había tomado el camino correcto? No se refería al pasadizo central. Él pensaba en otros caminos, los que le habían llevado a tener que cargar de su hermana en la espalda por miedo a que la Vieja Dama la utilizase de nuevo para sus maquiavélicos planes. Desde a encerrar a su hermana en e cuarto que se ocultaba tras la falsa pared de la estantería de su casa hasta cogerla aun inconsciente y llevarla allá donde fuera, pasando, por su puesto, por haber sido engañado por la Vieja Dama (La Puta Vieja) e intentar matar a Huracán. ¿Había elegido bien? Las disputas entre las dos hechiceras no hacían más que incrementar sus dudas que en silencio tenía que lidiar.
Mientras caminaba por el pasillo central, Overholser negó con la cabeza repetidas veces sin dejar de mantener su expresión sería y severa. No dijo para alguna. Era mejor así.
Tras unos minutos andando, el grupo de cinco (contando a Scör y a la inconsciente Kalla), dejaron atrás el escenario de huesos y calaveras. Las, paredes volvían a estar hechas de piedra. Overholser sintió el deseo de tocarla por ver si eran de verdad. Le costaba creérselo. Se había habituado a estar rodeado de los huesos de las víctimas de los vampiros, por extraño que pareciera, se había sentido cómodo al ver las calaveras pues, por ellas, había dedicado su vida a cazar vampiros y de ellas se iba a vengar. Con las nuevas paredes de piedra maciza el deseo de venganza se fue menguando poco a poco hasta casi desaparecer. Su mente estaba demasiado ocupada por atender sus preguntas internas sobre caminos para tener que pensar en venganzas.
Sobre el techo del pasadizo había una especia de tubería de cobre. De ellas, se escuchaba un ruido como si fuera el agua de un río. Scör hizo un rugido más parecido al ladrido de un perro que al maullido de un felino a las tuberías.
-Esto no me gusta,- dijo Overholser. - no es típico de los vampiros-.
-Nos ofendes,- dijo una voz entrecortada, como si sonase a través de una espesa puerta de hierro- por supuesto que no somos vampiros. ¿Y qué somos? Amigos. No, no somos amigos. Enemigos. No, tampoco somos vuestros enemigos. ¿La pregunta es quiénes sois vosotros?-
El sapo fue el primero en marcharse y luego la más de la mitad del grupo. Callahan estaba demasiado ocupado en resistir en dolor como para poder fijarse a dónde fueron. A por Vladimir, sería lo más seguro. Iban a matarlo y cuando lo hicieran…
-No dejes que maten a Vladimir- suplicó Cahallan agarrando, con una de sus manos agujereadas por los clavos de la cruz, la muñeca del ángel de pelo cenizo- de hacerlo estarán cometiendo el mayor de error de sus vidas- lo dijo tarde, los grupos hacían tiempo que se separaron.
Poco a poco, se fue encontrando mejor. La medicina de la chica era buena pero mejor era el embrujo que Vladimir le había causado. Era inmortal, sus heridas cicatrizaban poco y su sangre se renovaba a una velocidad inaudita para un humano convencional. Era, literalmente, el sueño de cualquier vampiro hambriento: Una fuente de comida inagotable. Ese era el castigo y la penitencia que tenía que pagar por haber matado tantos vampiros. ¡Lo volvería a hacer de tener la oportunidad! Y volvería a quedar castigado de la misma manera. Aun así, Vladimir, ofreció un regalo al viejo. Su mente y sus recuerdos siempre iban a parar hacía Lupe, era como si le estuviera hablando. Estaba ahí mismo, delante suyo, un poco más y le podría acariciar su barba perfectamente recortada, su pequeña nariz y sus mejillas sonrojadas. Cahallan sabía que, si no se había quedado majara era porque Vladimir le ofreció la oportunidad de seguir viendo a Lupe. Le debía la vida al vampiro. ¡Por todos los demonios y que Dios le perdonase, pero un vampiro le había salvado! Tendría que odiarlo y lo odiaba en su interior, pero el amor hacía Lupe era más grande que cualquier odio. No podía evitarlo, Donald Frank Cahallan era un débil de corazón, pese a ser sacerdote, era víctima de todos los pecados que conocía.
Sintiéndose mejor, se levantó del suelo apoyándose en el hombro del chico que acompañaba a la ángel de pelo cenizo. Cogió el tapete del altar de la capilla, estaba manchado de sangre. Con un fuerte tirón, partió el tapete partió el tapete en dos trozos y los usó como venda para sus manos.
-Soy viejo pero no estúpido,- comenzó a decir como si estuviera retomando la conversación anterior- voy a fingir que no sé que conocéis mis pecados y el rostro de Lupe. Fingiré también no haber escuchado como discutías con tu amiga- dijo mirando a la ángel- y me haré el loco si es que algún día me preguntan acerca de vuestra identidad.- suspiró sonoramente- Ese es el trato, mi única condición es que no matéis a Vladimir. Os lo pido. No lo hagáis en nombre de Cristo-a Cristo no le hubiera gustado saber que había usado su nombre para pedir clemencia a un demonio chupasangre.
Con las fuerzas recuperadas casi por completo, Cahallan emprendió el mismo camino que la ángel de cabellos cenizos y el otro chico. Al principio le costó caminar, pero luego corrió como el que más. La sangre del demonio también le había dado una resistencia y una fuerza con la que incluso él se sorprendía.
El pasadizo era estrecho, lleno de calaveras y huesos. Estar rodeado tantos cadáveres también parecía formar parte de la maldición del sacerdote. Entre los recovecos que se hacían entre los huesos, una rosa de un color rojo intenso creía. La flor era bellísima, obra del mismísimo Dios Padre, el escenario donde crecía, aterrador.
-Hasta en los senderos más decaídos podemos ver la obra de nuestro Señor- rezó el cura.
-Hasta en los senderos más decaídos podemos ver la obra de nuestro Señor- repitió una voz de mujer a lo lejos como si se estuviera riendo del sacerdote.
* Huracán: En primer lugar, debes describir el pasadizo por donde caminas de forma tan detallada como puedas. Puedes usar imágenes de referencia si así lo deseas. Tras ello, deberás contestar a la voz que suena entre las paredes. Te ha hecho una pregunta y, antes de que Jules la conteste con alguna de sus ofensivas gracietas, deberás intervenir
* Elen Calhoun: Tu tarea es similar a la de tu compañera de misión. Igual como ella, debes describir el pasadizo por donde vas de forma detallada y ve hacía la última voz que ha sonado (no consigues verla en este turno). Solo tienes un añadido y es el poder hacer al Padre Cahallan todas las preguntas que se te pasen por la cabeza. Tienes su respeto y amistad, te las contestará con sinceridad.
* Ambos: Pido disculpas de antemano, no estoy en mi ordenador habitual donde tengo guardados los códigos de colores, imágenes de referencia y las notas referentes a esta (y otras) quest. Es por ese motivo por el cual decidí “retrasar” la aparición de los nuevos personajes que os enfrentaréis y por cual pueden haber diversos errores de ambientación en el post. Mis disculpas. La próxima vez, seré más precavida y me llevaré un usb con todas las notas del rol.
Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman.
Mientras caminaba por el pasillo central, Overholser negó con la cabeza repetidas veces sin dejar de mantener su expresión sería y severa. No dijo para alguna. Era mejor así.
Tras unos minutos andando, el grupo de cinco (contando a Scör y a la inconsciente Kalla), dejaron atrás el escenario de huesos y calaveras. Las, paredes volvían a estar hechas de piedra. Overholser sintió el deseo de tocarla por ver si eran de verdad. Le costaba creérselo. Se había habituado a estar rodeado de los huesos de las víctimas de los vampiros, por extraño que pareciera, se había sentido cómodo al ver las calaveras pues, por ellas, había dedicado su vida a cazar vampiros y de ellas se iba a vengar. Con las nuevas paredes de piedra maciza el deseo de venganza se fue menguando poco a poco hasta casi desaparecer. Su mente estaba demasiado ocupada por atender sus preguntas internas sobre caminos para tener que pensar en venganzas.
Sobre el techo del pasadizo había una especia de tubería de cobre. De ellas, se escuchaba un ruido como si fuera el agua de un río. Scör hizo un rugido más parecido al ladrido de un perro que al maullido de un felino a las tuberías.
-Esto no me gusta,- dijo Overholser. - no es típico de los vampiros-.
-Nos ofendes,- dijo una voz entrecortada, como si sonase a través de una espesa puerta de hierro- por supuesto que no somos vampiros. ¿Y qué somos? Amigos. No, no somos amigos. Enemigos. No, tampoco somos vuestros enemigos. ¿La pregunta es quiénes sois vosotros?-
_____________________
El sapo fue el primero en marcharse y luego la más de la mitad del grupo. Callahan estaba demasiado ocupado en resistir en dolor como para poder fijarse a dónde fueron. A por Vladimir, sería lo más seguro. Iban a matarlo y cuando lo hicieran…
-No dejes que maten a Vladimir- suplicó Cahallan agarrando, con una de sus manos agujereadas por los clavos de la cruz, la muñeca del ángel de pelo cenizo- de hacerlo estarán cometiendo el mayor de error de sus vidas- lo dijo tarde, los grupos hacían tiempo que se separaron.
Poco a poco, se fue encontrando mejor. La medicina de la chica era buena pero mejor era el embrujo que Vladimir le había causado. Era inmortal, sus heridas cicatrizaban poco y su sangre se renovaba a una velocidad inaudita para un humano convencional. Era, literalmente, el sueño de cualquier vampiro hambriento: Una fuente de comida inagotable. Ese era el castigo y la penitencia que tenía que pagar por haber matado tantos vampiros. ¡Lo volvería a hacer de tener la oportunidad! Y volvería a quedar castigado de la misma manera. Aun así, Vladimir, ofreció un regalo al viejo. Su mente y sus recuerdos siempre iban a parar hacía Lupe, era como si le estuviera hablando. Estaba ahí mismo, delante suyo, un poco más y le podría acariciar su barba perfectamente recortada, su pequeña nariz y sus mejillas sonrojadas. Cahallan sabía que, si no se había quedado majara era porque Vladimir le ofreció la oportunidad de seguir viendo a Lupe. Le debía la vida al vampiro. ¡Por todos los demonios y que Dios le perdonase, pero un vampiro le había salvado! Tendría que odiarlo y lo odiaba en su interior, pero el amor hacía Lupe era más grande que cualquier odio. No podía evitarlo, Donald Frank Cahallan era un débil de corazón, pese a ser sacerdote, era víctima de todos los pecados que conocía.
Sintiéndose mejor, se levantó del suelo apoyándose en el hombro del chico que acompañaba a la ángel de pelo cenizo. Cogió el tapete del altar de la capilla, estaba manchado de sangre. Con un fuerte tirón, partió el tapete partió el tapete en dos trozos y los usó como venda para sus manos.
-Soy viejo pero no estúpido,- comenzó a decir como si estuviera retomando la conversación anterior- voy a fingir que no sé que conocéis mis pecados y el rostro de Lupe. Fingiré también no haber escuchado como discutías con tu amiga- dijo mirando a la ángel- y me haré el loco si es que algún día me preguntan acerca de vuestra identidad.- suspiró sonoramente- Ese es el trato, mi única condición es que no matéis a Vladimir. Os lo pido. No lo hagáis en nombre de Cristo-a Cristo no le hubiera gustado saber que había usado su nombre para pedir clemencia a un demonio chupasangre.
Con las fuerzas recuperadas casi por completo, Cahallan emprendió el mismo camino que la ángel de cabellos cenizos y el otro chico. Al principio le costó caminar, pero luego corrió como el que más. La sangre del demonio también le había dado una resistencia y una fuerza con la que incluso él se sorprendía.
El pasadizo era estrecho, lleno de calaveras y huesos. Estar rodeado tantos cadáveres también parecía formar parte de la maldición del sacerdote. Entre los recovecos que se hacían entre los huesos, una rosa de un color rojo intenso creía. La flor era bellísima, obra del mismísimo Dios Padre, el escenario donde crecía, aterrador.
-Hasta en los senderos más decaídos podemos ver la obra de nuestro Señor- rezó el cura.
-Hasta en los senderos más decaídos podemos ver la obra de nuestro Señor- repitió una voz de mujer a lo lejos como si se estuviera riendo del sacerdote.
_____________________
* Huracán: En primer lugar, debes describir el pasadizo por donde caminas de forma tan detallada como puedas. Puedes usar imágenes de referencia si así lo deseas. Tras ello, deberás contestar a la voz que suena entre las paredes. Te ha hecho una pregunta y, antes de que Jules la conteste con alguna de sus ofensivas gracietas, deberás intervenir
* Elen Calhoun: Tu tarea es similar a la de tu compañera de misión. Igual como ella, debes describir el pasadizo por donde vas de forma detallada y ve hacía la última voz que ha sonado (no consigues verla en este turno). Solo tienes un añadido y es el poder hacer al Padre Cahallan todas las preguntas que se te pasen por la cabeza. Tienes su respeto y amistad, te las contestará con sinceridad.
* Ambos: Pido disculpas de antemano, no estoy en mi ordenador habitual donde tengo guardados los códigos de colores, imágenes de referencia y las notas referentes a esta (y otras) quest. Es por ese motivo por el cual decidí “retrasar” la aparición de los nuevos personajes que os enfrentaréis y por cual pueden haber diversos errores de ambientación en el post. Mis disculpas. La próxima vez, seré más precavida y me llevaré un usb con todas las notas del rol.
Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
A medida que avanzamos las paredes iban perdiendo las calaveras y volvían a ser de piedra. Era un alivio, desde luego, abandonar un espectáculo tan macabro. A su vez, el pasadizo era cada vez más pequeño y claustrofóbico hasta el punto de que tuvimos que encoger las cabezas para poder pasar. Si la mansión era subterránea, era lógico que la entrada cada vez fuese más pequeña. La oscuridad era absoluta, y únicamente las habilidades de Jules, que generó una llama sobre sus dedos, nos permitían ver por dónde teníamos que avanzar.
En mi cabeza estaba todavía muy reciente la ruptura con Elen. Mi amiga era terca, demasiado, pero nunca creía que se aliaría con un ser tan despreciable como Vladimir. ¿Por qué? Intentaba estudiar su comportamiento. A mi mente vinieron los hechos negativos realizados por mi amiga, que conocía, pero por los que hacía la vista gorda. Hechos como el cartel de recompensa en el Norte, por asociarse con un grupo de ladrones. O la manera tan cruel por la que dejó ciega a Keira Brabery, la bruja que había acudido a las islas en mi auxilio, para que la enseñara a defenderse en estado invidente. Keira acusó a Elen de haberle arrebatado un anillo de manera violenta sin ninguna explicación. Elen me había explicado el por qué de estos hechos, pero yo seguía viéndolos injustos y hacían aumentar mis hipótesis sobre la influencia del vampiro en ella. Conocía a mi amiga, acabaría con el chupasangres y la liberaría de su influencia.
Tras un tiempo caminando, todos pudimos escuchar como sobre el techo se escuchaba el agua fluir, con un caudal considerable. Sobre nuestras cabezas circulaba una tubería de cobre, no era hermética y goteaba, empapando el suelo y, por lo tanto, nuestros pies. Al menos se trataba de agua y no de sangre. Y por lo visto, no era líquido lo único que se oía, el shabbel de Overholser comenzó a gruñir, escuchaba algo y, el cazador, pronto indicó a decir que la situación no le agradaba nada.
Tampoco a mí, todos estábamos tensos por todo lo que había ocurrido. Encima, jugábamos a contrarreloj pues tendríamos que dar con el vampiro antes que Elen. ¿Y si habíamos tomado la mala dirección y nos metíamos en más problemas? No podíamos saberlo, lo único que escuchamos es la voz de alguien hablándonos, de manera entrecortada, una voz grave y ronca, que no distinguía si pertenecía a un hombre o una mujer. Había una noticia buena y otra mala. La buena es que no eran vampiros y tampoco amigos ni enemigos. La mala era que si estaban allí algún tipo de relación tenían que tener con la Hermandad.
Antes de que Jules interviniera y lo estropeara todo, decidí intervenir yo. ¿Pero qué decir? Podría responder como lo haría Jules: “Hola, somos cazadores de vampiros, venimos a matar a Vladimir”. No, aquella no era la mejor idea. No podíamos mentir, pero tampoco decir la verdad al completo.
-Somos gente que viene del exterior. Tampoco somos vampiros, ni buscamos problemas. Debemos reunirnos con Vladimir, el Inmortal. – todo lo dicho era cierto. Además, si no eran enemigos nuestros ni vampiros, ¿qué hacían allí? ¿quiénes eran? - ¿Podéis indicarnos si vamos en la dirección correcta? – le pregunté a lo que quiera que fuera lo que se encontraba tras la pared, con tranquilidad y educación. En cualquier caso, no me daban ninguna buena espina. – Si no os fiáis, podemos mostrarnos. Tal vez compartamos intereses. – propuse, si ya nos habían sentido, no tenía ningún sentido ignorarlos, y máxime diciendo que no era enemigos de primeras. No era un sitio para fiarse de nadie, pero éramos pocos y no estábamos en condiciones de enemistarnos con más después de que Elen decidiese unirse a la causa de Vladimir.
Hice una señal al resto del grupo para que continuara hacia delante, imaginaba que habría algún camino o puerta que se abriría y nos permitiría encontrarlos.
En mi cabeza estaba todavía muy reciente la ruptura con Elen. Mi amiga era terca, demasiado, pero nunca creía que se aliaría con un ser tan despreciable como Vladimir. ¿Por qué? Intentaba estudiar su comportamiento. A mi mente vinieron los hechos negativos realizados por mi amiga, que conocía, pero por los que hacía la vista gorda. Hechos como el cartel de recompensa en el Norte, por asociarse con un grupo de ladrones. O la manera tan cruel por la que dejó ciega a Keira Brabery, la bruja que había acudido a las islas en mi auxilio, para que la enseñara a defenderse en estado invidente. Keira acusó a Elen de haberle arrebatado un anillo de manera violenta sin ninguna explicación. Elen me había explicado el por qué de estos hechos, pero yo seguía viéndolos injustos y hacían aumentar mis hipótesis sobre la influencia del vampiro en ella. Conocía a mi amiga, acabaría con el chupasangres y la liberaría de su influencia.
Tras un tiempo caminando, todos pudimos escuchar como sobre el techo se escuchaba el agua fluir, con un caudal considerable. Sobre nuestras cabezas circulaba una tubería de cobre, no era hermética y goteaba, empapando el suelo y, por lo tanto, nuestros pies. Al menos se trataba de agua y no de sangre. Y por lo visto, no era líquido lo único que se oía, el shabbel de Overholser comenzó a gruñir, escuchaba algo y, el cazador, pronto indicó a decir que la situación no le agradaba nada.
Tampoco a mí, todos estábamos tensos por todo lo que había ocurrido. Encima, jugábamos a contrarreloj pues tendríamos que dar con el vampiro antes que Elen. ¿Y si habíamos tomado la mala dirección y nos metíamos en más problemas? No podíamos saberlo, lo único que escuchamos es la voz de alguien hablándonos, de manera entrecortada, una voz grave y ronca, que no distinguía si pertenecía a un hombre o una mujer. Había una noticia buena y otra mala. La buena es que no eran vampiros y tampoco amigos ni enemigos. La mala era que si estaban allí algún tipo de relación tenían que tener con la Hermandad.
Antes de que Jules interviniera y lo estropeara todo, decidí intervenir yo. ¿Pero qué decir? Podría responder como lo haría Jules: “Hola, somos cazadores de vampiros, venimos a matar a Vladimir”. No, aquella no era la mejor idea. No podíamos mentir, pero tampoco decir la verdad al completo.
-Somos gente que viene del exterior. Tampoco somos vampiros, ni buscamos problemas. Debemos reunirnos con Vladimir, el Inmortal. – todo lo dicho era cierto. Además, si no eran enemigos nuestros ni vampiros, ¿qué hacían allí? ¿quiénes eran? - ¿Podéis indicarnos si vamos en la dirección correcta? – le pregunté a lo que quiera que fuera lo que se encontraba tras la pared, con tranquilidad y educación. En cualquier caso, no me daban ninguna buena espina. – Si no os fiáis, podemos mostrarnos. Tal vez compartamos intereses. – propuse, si ya nos habían sentido, no tenía ningún sentido ignorarlos, y máxime diciendo que no era enemigos de primeras. No era un sitio para fiarse de nadie, pero éramos pocos y no estábamos en condiciones de enemistarnos con más después de que Elen decidiese unirse a la causa de Vladimir.
Hice una señal al resto del grupo para que continuara hacia delante, imaginaba que habría algún camino o puerta que se abriría y nos permitiría encontrarlos.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Tanto Elen como su alado compañero habían cometido un error al dar por hecho que Callahan terminaría convirtiéndose en un enemigo, pues pronto pudieron descubrir que el predicador era una caja de sorpresas. Tras ver las imágenes que la capilla del Clavario les había mostrado cualquiera hubiese entendido que el religioso guardase rencor al inmortal, pero en vez de eso, el anciano suplicó a la hechicera que no permitiese que el otro grupo matase al vampiro, petición que la dejó algo confusa. ¿Por qué lo hacía? ¿Acaso no estaba molesto por lo ocurrido? Resultaba difícil de creer, pero quizá el predicador hubiese hallado algo bueno dentro de su maldición, la cuestión era ¿el qué?
¿La inmortalidad? Sí, era una opción. Muchos hombres habrían vendido sus almas para conseguirla, pero entonces ¿por qué lo habían crucificado en la capilla? No tenía sentido. Sin hacer comentario alguno sobre el trato que el anciano quería hacer con ellos, más por conveniencia que por respeto, la de ojos verdes esperó a que terminase de hablar y entonces tomó la palabra, movida por la curiosidad. - No he venido aquí a matarlo sino a buscar su ayuda, puede estar seguro de que no recibirá ningún daño de nuestra parte, al contrario, lo protegeremos. - aseguró, mientras seguían su camino hacia el interior de la subterránea mansión.
A pesar de sus graves heridas el padre Callahan pronto pudo seguirles el paso e incluso adelantarles, sin duda la sangre que el centinela le había obligado a beber era fuerte, lo suficiente como para que sanase con una rapidez pasmosa. - Seguro que Huracán no se imaginaba esto. - pensó la bruja, segura de que la cazadora la había dejado atrás con el religioso para retrasarla. - ¿Por qué defiende a Vladimir? - preguntó, sin dejar de observar el estrecho pasillo por el que avanzaban. Al igual que la capilla del Clavario, todo el camino estaba decorado con un sinfín de calaveras y huesos, pero la sensación de que algo o alguien los estaba observando era más fuerte conforme se adentraban en aquel tétrico pasillo.
Todo parecía cuidadosamente colocado para seguir un patrón de diseño que formaba cruces en el techo, pero ¿qué clase de persona podía haber construido un lugar como aquel? Elen no era capaz de imaginarse al individuo, solo tenía una cosa muy clara, cuanto menos tiempo pasase allí mejor. - No pretendo remover su pasado pero… ¿no guarda rencor al inmortal después de todo lo que le pasó? - volvió a preguntar, poco antes de fijarse en un detalle que destacaba por encima de todo lo demás. Abriéndose paso a través de los polvorientos huesos, una rosa de un vivo tono carmesí, cuya belleza chocaba con lo sombrío del ambiente.
Al padre Callahan tampoco le fue indiferente aquella flor, y tras rezar una breve oración, una extraña voz repitió las palabras del anciano entre leves risas, provocando que tanto el cuerpo de la hechicera como el de su compañero se tensasen instintivamente. - ¿Te envía Vladimir? Debo encontrarlo cuanto antes. - dijo de inmediato, esperando que aquella misteriosa mujer a la que no alcanzaba a ver estuviese allí para guiarlos hasta el vampiro. Avanzando con cautela, Elen comenzó a acercarse al origen del sonido, situando la diestra en torno a la empuñadura de su daga y sujetando el arma con determinación, a fin de cuentas no estaba segura de qué tipo de recibimiento le daría el centinela de aquellas tierras.
Hasta el momento Vladimir se había limitado a mostrarle escenas agradables de su pasado para atraerla hasta él, pero no debía olvidar lo que Tarivius le había contado acerca de su carácter, ni tampoco descartar que el vampiro la pusiese a prueba antes de reunirse con ella. Además no podía olvidar que Mortagglia estaba de por medio, y hasta que su nuevo hermano de armas le explicase el porqué de su colaboración con aquella despreciable mujer, todo aquello podría ser una mera trampa para matar dos pájaros de un tiro, atrapar a Huracán y cumplir la venganza de Mortagglia contra la benjamina de los Calhoun.
Sin detenerse, la de cabellos cenicientos paso junto a un esqueleto completo que decoraba un lateral del pasillo, observándolo brevemente por el rabillo del ojo antes de continuar en dirección a la voz que acababan de escuchar.
¿La inmortalidad? Sí, era una opción. Muchos hombres habrían vendido sus almas para conseguirla, pero entonces ¿por qué lo habían crucificado en la capilla? No tenía sentido. Sin hacer comentario alguno sobre el trato que el anciano quería hacer con ellos, más por conveniencia que por respeto, la de ojos verdes esperó a que terminase de hablar y entonces tomó la palabra, movida por la curiosidad. - No he venido aquí a matarlo sino a buscar su ayuda, puede estar seguro de que no recibirá ningún daño de nuestra parte, al contrario, lo protegeremos. - aseguró, mientras seguían su camino hacia el interior de la subterránea mansión.
A pesar de sus graves heridas el padre Callahan pronto pudo seguirles el paso e incluso adelantarles, sin duda la sangre que el centinela le había obligado a beber era fuerte, lo suficiente como para que sanase con una rapidez pasmosa. - Seguro que Huracán no se imaginaba esto. - pensó la bruja, segura de que la cazadora la había dejado atrás con el religioso para retrasarla. - ¿Por qué defiende a Vladimir? - preguntó, sin dejar de observar el estrecho pasillo por el que avanzaban. Al igual que la capilla del Clavario, todo el camino estaba decorado con un sinfín de calaveras y huesos, pero la sensación de que algo o alguien los estaba observando era más fuerte conforme se adentraban en aquel tétrico pasillo.
Todo parecía cuidadosamente colocado para seguir un patrón de diseño que formaba cruces en el techo, pero ¿qué clase de persona podía haber construido un lugar como aquel? Elen no era capaz de imaginarse al individuo, solo tenía una cosa muy clara, cuanto menos tiempo pasase allí mejor. - No pretendo remover su pasado pero… ¿no guarda rencor al inmortal después de todo lo que le pasó? - volvió a preguntar, poco antes de fijarse en un detalle que destacaba por encima de todo lo demás. Abriéndose paso a través de los polvorientos huesos, una rosa de un vivo tono carmesí, cuya belleza chocaba con lo sombrío del ambiente.
Al padre Callahan tampoco le fue indiferente aquella flor, y tras rezar una breve oración, una extraña voz repitió las palabras del anciano entre leves risas, provocando que tanto el cuerpo de la hechicera como el de su compañero se tensasen instintivamente. - ¿Te envía Vladimir? Debo encontrarlo cuanto antes. - dijo de inmediato, esperando que aquella misteriosa mujer a la que no alcanzaba a ver estuviese allí para guiarlos hasta el vampiro. Avanzando con cautela, Elen comenzó a acercarse al origen del sonido, situando la diestra en torno a la empuñadura de su daga y sujetando el arma con determinación, a fin de cuentas no estaba segura de qué tipo de recibimiento le daría el centinela de aquellas tierras.
Hasta el momento Vladimir se había limitado a mostrarle escenas agradables de su pasado para atraerla hasta él, pero no debía olvidar lo que Tarivius le había contado acerca de su carácter, ni tampoco descartar que el vampiro la pusiese a prueba antes de reunirse con ella. Además no podía olvidar que Mortagglia estaba de por medio, y hasta que su nuevo hermano de armas le explicase el porqué de su colaboración con aquella despreciable mujer, todo aquello podría ser una mera trampa para matar dos pájaros de un tiro, atrapar a Huracán y cumplir la venganza de Mortagglia contra la benjamina de los Calhoun.
Sin detenerse, la de cabellos cenicientos paso junto a un esqueleto completo que decoraba un lateral del pasillo, observándolo brevemente por el rabillo del ojo antes de continuar en dirección a la voz que acababan de escuchar.
- Imagenes pasillo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Poco conocía acerca de la extraña pareja de cazadores. De Anastasia, o Huracán como la llamaban el resto del grupo, sabía que era la nieta de la Vieja Dama (Puta Vieja Dama diría su hermana) y que, de alguna forma, se había rivalizado contra su malvada abuela tanto que la vieja fue capaz de de llegar a un punto en que engañó a un reputado cazador de vampiros para que cazase a su nieta. Ese cazador era él y se lamentó de haber caído en las redes de esa señora vampira. Luego, estaba el otro hombre, Jules creía que se llamaba. De él sabía todavía menos que de Anastasia/Huracán. Se sorprendió al darse cuenta lo poco que sabía: Su nombre y poco más. Ese “poco más” se lo debía al Nate Halliman, si no hubiera interrumpido la escena en la Overholser a punto estuvo de llevarse a Anastasia con él, jamás hubiera descubierto que Jules era un maldito bocazas.
Por fortuna, cuando habló aquella voz que no pertenecía ni a un hombre ni a una mujer, Anastasia se adelantó a hablar antes de que Jules hiciera uso de su maldita bocazas. No sabía por qué, pero el cazador tenía la sensación de que la voz les estaba tentando a que se enfrentaran con él, o con ella. Overholser, reputado cazador, se avergonzó al no poder diferenciar el tipo voz que estaba escuchando.
-¿Queréis mostraros? Pronto os veremos. Solo tienes que caminar. ¿Sabes caminar? Sí, sé que sabes caminar-.
-Estoy seguro que es una trampa,- susurró Overholser inmediatamente después de la que la voz terminase de hablar- como también de que estamos condenados a caer en ella-.
El cazador fue quien dio el primer paso hacia delante. Para pasar por el bajo pasadizo, había cambiado la posición por la que cogía a su inconsciente hermana. En lugar de llevarla cargada a la espalda, se la puso entre los brazos como si estuviera acunando a un bebé. No le gustaba tener que ver el rostro hermoso y níveo de su hermana, aquello le recordaba que había dejado que unos vampiros perturbasen su belleza. Por lo menos, de esta manera, cabía por el pasadizo.
Poco, algo más que tuberías se iban viendo por las paredes. Eran caras, rostros humanos o algo que alguna vez había sido humano. La piel, si es que quedaba algo de piel, estaba recubierta por piezas metálicas de hierro oxidado. No tenían buen aspecto. Después de todos los vampiros que había matado, alguno de ellos de maneras atroces, unos rostros de metal anclados en la pared casi le hicieron vomitar del puro asco y terror.
-¿Nos tienes miedo?- dijeron absolutamente todos los rostros de la pared con una risa que a Overholser le recordó a una rata corriendo entre cristales rotos- haces bien en tenernos miedo-.
-Estoy bien.- el cazador levantó una mano para indicar al resto del grupo que se podía recuperar del primer espanto. - No sé quiénes sois,- comenzó a hablar a los rostros de metal una vez se recuperó- pero debéis saber que no atiendo a amenazas-.
La risa volvió a sonar más fuerte que antes. No solo les estaban amenazando, además, se estaban burlando de ellos. Allí, al frente del pasadizo, Overholser diferenció tres figuras de pie (y no en la pared) que se reían sin parar. Dos de ellas, les señalaban con el dedo y comenzaron a correr hasta el grupo.
Los vampiros no servían para tener hijos. ¿Qué servían? Vladimir lo sabía: La gente del exterior servían. Cuando dijeron quiénes eran ellos. Los ojos de metalizados de sus hijos brillaron al saber que pronto tendría nuevos hermanos. Eso estaba bien. A E-VHA, la segunda mujer de Vladimir, le gustaba tener muchos hijos. Por eso le había llamado el centinela: Para que tuviera hijos, muchos hijos. Y, para ello, necesitaba a la gente del exterior. Gente como ellos. Como los que estaban yendo directamente hacia ella.
E-VHA acarició el rostro de uno de sus hijos de la pared a la vez que dio la espalda a los dos hijos que corrieron hacia la gente del exterior. ¿Amigos o enemigos? A ella no le importaba. La habían fabricado para que tuviera hijos. Aquello era lo único que le interesaba.
En lo que dura un segundo, Donald Frank Callahan se quedó inmóvil ante la pregunta del ángel de cabello cenizo. No debió sorprenderle, era comprensible que tuviera curiosidad por saber por qué le interesaba mantener con vida al Gran Demonio. Aun así, lo hizo. Cometió el error de imaginar que sus visiones, las buenas y no las que le castigaban, también las pudieron ver cuando las calaveras mostraron toda su historia.
Tragó saliva y haciendo uso de toda la fuerza de voluntad que disponía dijo en voz alta y clara:
-En ocasiones vuelvo a ser niño. Veo a mi madre, ella fue quien me regaló mi primera cruz de madera. No es un como las ilusiones y los tormentos del pasado. De verdad lo vivo. Un poco más y casi puedo alargar la mano y coger esa jodida cruz. – silencio para pensar qué más decir- También veo a Lupe. Está conmigo, me anima constantemente a que no pruebe ni una gota de alcohol. No hay contacto físico, no de la forma que dos personas que se aman lo tienen. Con solo palabras y palmadas alentadoras en la espalda consigue animarme. Y las noto. Está conmigo. Ahora mismo, noto su mano caliente en mi espalda. Estoy seguro que su espíritu es quien me ayuda a mantenerme en pie.- de nuevo, otro silencio- Vladimir es quien crea estas ilusiones. Quien llama a los espíritus para que me ayuden a seguir con vida entre tantas torturas. Es difícil de creer que un cabrón como él pueda hacer algo tan puro. Sé que es difícil de creer. Pero…- por un momento no supo como continuar- es la verdad-.
A la rosa, obra de Dios, y al rezo le siguió la blasfemia por parte de una vampira. Tantos años tratando con esos seres, había aprendido a distinguir sus voces. El Padre Callahan se arrodilló y recogió la rosa del suelo. Se clavó las espinas en las palmas de las manos, pero no le hizo mal. Fue un dolor soportable si se comparaba a todo lo que había tenido que pasar durante los meses pasados.
-Blasfemia de nuevo si te atreves- amenazó el predicador.
-Blasfemia de nuevo si te atreves.- repitió la vampira con voz totalmente neutra y carente de cualquier emoción-¿Te envía Vladimir? Debo encontrarlo cuanto antes- también repitió la última frase del ángel de cabellos cenizos exactamente con la misma entonación que la del predicador.
Una figura de mujer, con vestido blanco transparente decorado con huesos bañados en oro que le cubrían sus partes vergonzosas apareció delante del grupo. El primer instinto del viejo fue coger cualquier piedra del suelo y reventar la cabeza de la vampira a golpes. No sería la primera vez que el Padre caía presa de su odio de tal vil manera. Sin embargo, y tras respirar profundamente, el Callahan consiguió relajarse.
-¿Te envía Vladimir? Debo encontrarlo cuanto antes- volvió a repetir la vampira.
La chica se giró y comenzó a caminar en dirección por donde terminaba el pasadizo. Quería que le siguieran. Aquello tenía toda la pinta de una trampa de los demonios chupasangre.
-Si tenéis un arma de sobra os agradecería que me la dieses. No pienso dejarme atrapar otra vez por estos malditos demonios- dijo Callahan a sus dos nuevos amigos.
-Atrapar otra vez por estos malditos demonios- repitió la chica vampira.
Sus esposas, cada una de las que se encontraba a su alrededor, tenía una rosa en la mano. Le gustaba las rosas y ellas eran las encargadas de cuidarlas. Asmodeo cogió una de las rosas que le ofrecían y acarició con el pulgar los labios de la mujer que se la había otorgado.
-Huele bien- dijo el vampiro aspirando el aroma de la flor.
-Huelen bien- repitieron las mujeres al mismo tiempo con sus voces carentes de toda emoción.
Asmodeo se levantó del sillón donde estaba sentado sin dejar de aspirar la fragancia de la rosa. Sus invitados, aquellos que deseaban encontrarse con el señor Vladimir, estaban a punto de llegar. Ellos no se merecían que los recibiera sentado en una butaca común. Un poco de elegancia, por favor.
El vampiro dio dos palmadas para indicar a las mujeres que se pusieran manos a la obra. Tenían mucho trabajo por delante. Contra antes lo empezasen, mejor para ellos.
* Huracán: Como en el turno anterior, puedes ampliar las descripciones de tu escenario con cualquier detalle que se te ocurra. Aun así, este no es tu objetivo principal. E-VHA, tu nuevo enemigo, necesita de tu cuerpo (también el cuerpo de Jules y Overholser) para crear lo que ella llama “hijos”. Para ello, ha mandado a dos de sus hijos para que os atrape. ¿Hablar con ellos o pelear? La elección es siempre tuya.
* Elen Calhoun: El Padre Callahan te ha contado su mayor secreto, si has de usarlo, hazlo bien. Si lo deseas, puedes preguntarle más sobre su vida pasada y sobre sus intenciones futuras. Por otra parte, en este turno deberás tomar dos elecciones muy importantes. La primera: ¿seguir a la chica que ha aparecido delante de ti (te llevará a Asmodeo) o quedarte dónde estás? Y la segunda elección: ¿ofrecerle un arma al Padre Callahan o dejarlo desarmado hasta saber más de él?
* Ambos: Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman, E-VHA y Asmodeo.
Por fortuna, cuando habló aquella voz que no pertenecía ni a un hombre ni a una mujer, Anastasia se adelantó a hablar antes de que Jules hiciera uso de su maldita bocazas. No sabía por qué, pero el cazador tenía la sensación de que la voz les estaba tentando a que se enfrentaran con él, o con ella. Overholser, reputado cazador, se avergonzó al no poder diferenciar el tipo voz que estaba escuchando.
-¿Queréis mostraros? Pronto os veremos. Solo tienes que caminar. ¿Sabes caminar? Sí, sé que sabes caminar-.
-Estoy seguro que es una trampa,- susurró Overholser inmediatamente después de la que la voz terminase de hablar- como también de que estamos condenados a caer en ella-.
El cazador fue quien dio el primer paso hacia delante. Para pasar por el bajo pasadizo, había cambiado la posición por la que cogía a su inconsciente hermana. En lugar de llevarla cargada a la espalda, se la puso entre los brazos como si estuviera acunando a un bebé. No le gustaba tener que ver el rostro hermoso y níveo de su hermana, aquello le recordaba que había dejado que unos vampiros perturbasen su belleza. Por lo menos, de esta manera, cabía por el pasadizo.
Poco, algo más que tuberías se iban viendo por las paredes. Eran caras, rostros humanos o algo que alguna vez había sido humano. La piel, si es que quedaba algo de piel, estaba recubierta por piezas metálicas de hierro oxidado. No tenían buen aspecto. Después de todos los vampiros que había matado, alguno de ellos de maneras atroces, unos rostros de metal anclados en la pared casi le hicieron vomitar del puro asco y terror.
-¿Nos tienes miedo?- dijeron absolutamente todos los rostros de la pared con una risa que a Overholser le recordó a una rata corriendo entre cristales rotos- haces bien en tenernos miedo-.
-Estoy bien.- el cazador levantó una mano para indicar al resto del grupo que se podía recuperar del primer espanto. - No sé quiénes sois,- comenzó a hablar a los rostros de metal una vez se recuperó- pero debéis saber que no atiendo a amenazas-.
La risa volvió a sonar más fuerte que antes. No solo les estaban amenazando, además, se estaban burlando de ellos. Allí, al frente del pasadizo, Overholser diferenció tres figuras de pie (y no en la pared) que se reían sin parar. Dos de ellas, les señalaban con el dedo y comenzaron a correr hasta el grupo.
- Rostros de la pared:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
_____________________
Los vampiros no servían para tener hijos. ¿Qué servían? Vladimir lo sabía: La gente del exterior servían. Cuando dijeron quiénes eran ellos. Los ojos de metalizados de sus hijos brillaron al saber que pronto tendría nuevos hermanos. Eso estaba bien. A E-VHA, la segunda mujer de Vladimir, le gustaba tener muchos hijos. Por eso le había llamado el centinela: Para que tuviera hijos, muchos hijos. Y, para ello, necesitaba a la gente del exterior. Gente como ellos. Como los que estaban yendo directamente hacia ella.
E-VHA acarició el rostro de uno de sus hijos de la pared a la vez que dio la espalda a los dos hijos que corrieron hacia la gente del exterior. ¿Amigos o enemigos? A ella no le importaba. La habían fabricado para que tuviera hijos. Aquello era lo único que le interesaba.
- Hijos de E-VHA:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
_____________________
En lo que dura un segundo, Donald Frank Callahan se quedó inmóvil ante la pregunta del ángel de cabello cenizo. No debió sorprenderle, era comprensible que tuviera curiosidad por saber por qué le interesaba mantener con vida al Gran Demonio. Aun así, lo hizo. Cometió el error de imaginar que sus visiones, las buenas y no las que le castigaban, también las pudieron ver cuando las calaveras mostraron toda su historia.
Tragó saliva y haciendo uso de toda la fuerza de voluntad que disponía dijo en voz alta y clara:
-En ocasiones vuelvo a ser niño. Veo a mi madre, ella fue quien me regaló mi primera cruz de madera. No es un como las ilusiones y los tormentos del pasado. De verdad lo vivo. Un poco más y casi puedo alargar la mano y coger esa jodida cruz. – silencio para pensar qué más decir- También veo a Lupe. Está conmigo, me anima constantemente a que no pruebe ni una gota de alcohol. No hay contacto físico, no de la forma que dos personas que se aman lo tienen. Con solo palabras y palmadas alentadoras en la espalda consigue animarme. Y las noto. Está conmigo. Ahora mismo, noto su mano caliente en mi espalda. Estoy seguro que su espíritu es quien me ayuda a mantenerme en pie.- de nuevo, otro silencio- Vladimir es quien crea estas ilusiones. Quien llama a los espíritus para que me ayuden a seguir con vida entre tantas torturas. Es difícil de creer que un cabrón como él pueda hacer algo tan puro. Sé que es difícil de creer. Pero…- por un momento no supo como continuar- es la verdad-.
A la rosa, obra de Dios, y al rezo le siguió la blasfemia por parte de una vampira. Tantos años tratando con esos seres, había aprendido a distinguir sus voces. El Padre Callahan se arrodilló y recogió la rosa del suelo. Se clavó las espinas en las palmas de las manos, pero no le hizo mal. Fue un dolor soportable si se comparaba a todo lo que había tenido que pasar durante los meses pasados.
-Blasfemia de nuevo si te atreves- amenazó el predicador.
-Blasfemia de nuevo si te atreves.- repitió la vampira con voz totalmente neutra y carente de cualquier emoción-¿Te envía Vladimir? Debo encontrarlo cuanto antes- también repitió la última frase del ángel de cabellos cenizos exactamente con la misma entonación que la del predicador.
Una figura de mujer, con vestido blanco transparente decorado con huesos bañados en oro que le cubrían sus partes vergonzosas apareció delante del grupo. El primer instinto del viejo fue coger cualquier piedra del suelo y reventar la cabeza de la vampira a golpes. No sería la primera vez que el Padre caía presa de su odio de tal vil manera. Sin embargo, y tras respirar profundamente, el Callahan consiguió relajarse.
-¿Te envía Vladimir? Debo encontrarlo cuanto antes- volvió a repetir la vampira.
La chica se giró y comenzó a caminar en dirección por donde terminaba el pasadizo. Quería que le siguieran. Aquello tenía toda la pinta de una trampa de los demonios chupasangre.
-Si tenéis un arma de sobra os agradecería que me la dieses. No pienso dejarme atrapar otra vez por estos malditos demonios- dijo Callahan a sus dos nuevos amigos.
-Atrapar otra vez por estos malditos demonios- repitió la chica vampira.
- Chica :
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
_____________________
Sus esposas, cada una de las que se encontraba a su alrededor, tenía una rosa en la mano. Le gustaba las rosas y ellas eran las encargadas de cuidarlas. Asmodeo cogió una de las rosas que le ofrecían y acarició con el pulgar los labios de la mujer que se la había otorgado.
-Huele bien- dijo el vampiro aspirando el aroma de la flor.
-Huelen bien- repitieron las mujeres al mismo tiempo con sus voces carentes de toda emoción.
Asmodeo se levantó del sillón donde estaba sentado sin dejar de aspirar la fragancia de la rosa. Sus invitados, aquellos que deseaban encontrarse con el señor Vladimir, estaban a punto de llegar. Ellos no se merecían que los recibiera sentado en una butaca común. Un poco de elegancia, por favor.
El vampiro dio dos palmadas para indicar a las mujeres que se pusieran manos a la obra. Tenían mucho trabajo por delante. Contra antes lo empezasen, mejor para ellos.
_____________________
* Huracán: Como en el turno anterior, puedes ampliar las descripciones de tu escenario con cualquier detalle que se te ocurra. Aun así, este no es tu objetivo principal. E-VHA, tu nuevo enemigo, necesita de tu cuerpo (también el cuerpo de Jules y Overholser) para crear lo que ella llama “hijos”. Para ello, ha mandado a dos de sus hijos para que os atrape. ¿Hablar con ellos o pelear? La elección es siempre tuya.
* Elen Calhoun: El Padre Callahan te ha contado su mayor secreto, si has de usarlo, hazlo bien. Si lo deseas, puedes preguntarle más sobre su vida pasada y sobre sus intenciones futuras. Por otra parte, en este turno deberás tomar dos elecciones muy importantes. La primera: ¿seguir a la chica que ha aparecido delante de ti (te llevará a Asmodeo) o quedarte dónde estás? Y la segunda elección: ¿ofrecerle un arma al Padre Callahan o dejarlo desarmado hasta saber más de él?
* Ambos: Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman, E-VHA y Asmodeo.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Las voces respondieron a mi pregunta. Era una voz era extraña. No era humana o, al menos, no lo parecía, sonaba metalizada. Miré a mis dos compañeros cazadores a ver si ellos eran capaces de saber a qué se refería, pero sus rostros reflejaban las mismas dudas que el mío. Ninguno sabíamos de qué se trataba.
Overholser advirtió que se trataba de una trampa y que no había ninguna manera de evitarla. No respondí. Estaba en lo cierto, sólo había una manera de evitar caer, y era deshaciendo el camino de vuelta. Algo que, por supuesto, no íbamos a hacer. No había llegado tan lejos como para amedrentarme por cualquier desafío que se nos pusiera por delante. Era la guarida de la Hermandad y sabíamos que no iba a resultar sencillo.
El pasadizo se estrechó, aunque Overholser continuó con confianza, parecía decidido a llegar hasta Vladimir. Avanzó el primero con su hermana junto a él, a continuación me agaché yo y Jules lo haría en último lugar. El brujo había perdido su gracia habitual por una versión más consternada de sí mismo. Estaba siendo un día tenso y aún nos quedaba lo más difícil. Tras atravesar aquel estrecho y claustrofóbico pasillo repleto de tuberías, llegamos a un lugar más amplio e iluminado, probablemente por algún tipo de luz artificial producido por alguna sustancia química. Pero lo más sorprendente eran las cabezas que colgaban de las paredes, pero no cabezas humanas, sino metalizadas, robóticas. Observé los rostros uno a uno. El siguiente era un clon del anterior, y lo mismo. Todos iguales.
-¿Qué coño son esas cosas? – preguntó Jules, sujetando su ballesta ahora con más fuerza. Yo lo tenía claro.
-Biocibernéticos. – respondí. – Una forma de vida artificial. En su día fueron humanos, pero se ve que los vampiros los transforman en sirvientes sin alma. En guerreros fieles, programados para actuar y no preguntar. – expliqué sin mucho más detalle al cazador, no era tampoco una experta en el tema. – Debe ser aquí donde los construyen. – indiqué, recordando que éstos tenían los mismos rostros que los seres inanimados entubados en recipientes el día que conocí a Mortagglia en persona. En la Cueva del Segundo Pico, aquel día, pudimos escapar con vida gracias a Igraine.
Pero de repente, todos los rostros hablaron a la vez, haciéndonos retroceder y comenzando a reír, malévolos. No podía negar que estaba asustada por aquellos seres endemoniados que, también mis compañeros, pero teníamos que mantener la compostura para que no se sintiesen en superioridad, al menos moral.
Pronto, por el oscuro pasillo, vimos acercarse corriendo dos de aquellos seres robotizados pero armados completamente con cuerpo, venían a por nosotros. ¿Dialogar con aquellos seres? Ni por asomo, no parecían venir con buenas intenciones y sería inútil tratar de dialogar con algo que no era humano.
-¡Atentos! – grité. – Los robots solían ser muy persistentes, seguían luchando hasta que los destruyeses por completo. Sin desmoralizarse por su falta de sentimientos. A cambio, eran bastante repetitivos en combate, y eran incapaces de actuar a según qué métodos. No tenían un plan de contingencia. Así, me puse al frente de mis compañeros y convoqué todo el viento que había en el pequeño lugar. - ¡Ash balla ná! – grité conjurando al viento y estirando ambos brazos con todas mis fuerzas. Al ser un pasillo estrecho, se generó una gran corriente de aire que haría que los cibernéticos corriesen hacia nosotros, pero retrasándoles considerablemente. Cada paso que daban les hacía avanzar apenas unos centímetros, pues mi corriente de aire les impulsaba hacia atrás. - ¡Disparadles, vamos! – incité.
La lluvia de flechas de Jules y Overholser iban directas a extremidades y cabeza, pero los virotes rebotaban en la piel de hierro de los mismos. - ¡Tensad la nuez al máximo! – ordené. La nuez era el pivote central sobre el que se enrollaba la cuerda de la ballesta, cuando más se tensara la cuerda, mayor era la potencia de tiro, aunque mayor era el riesgo de romper el cordón. En aquel caso, necesitábamos potencia máxima para perforar los cuerpos de los cibernéticos. Pero nuestras ballestas pesadas de caza deberían de poder lograrlo.
-¡Al centro! – expliqué, observé una especie de círculo brillante en su pecho, a la altura de lo que antes sería el corazón. Puede que aquel fuese su punto débil. Los cazadores me obedecieron y, apuntado cada uno a un objetivo distinto, dispararon con puntería milimétrica acertando en el lugar previsto. – ¡Buen disparo! – les felicité apretando el puño cuando vi a ambos biocibernéticos caer al suelo. En ese momento cesé de emitir la corriente de aire para no agotarme. ¿Bastaría con aquello para eliminarlos? ¿Quién los habría enviado? Parecía ser que no estábamos demasiado lejos de saberlo.
Overholser advirtió que se trataba de una trampa y que no había ninguna manera de evitarla. No respondí. Estaba en lo cierto, sólo había una manera de evitar caer, y era deshaciendo el camino de vuelta. Algo que, por supuesto, no íbamos a hacer. No había llegado tan lejos como para amedrentarme por cualquier desafío que se nos pusiera por delante. Era la guarida de la Hermandad y sabíamos que no iba a resultar sencillo.
El pasadizo se estrechó, aunque Overholser continuó con confianza, parecía decidido a llegar hasta Vladimir. Avanzó el primero con su hermana junto a él, a continuación me agaché yo y Jules lo haría en último lugar. El brujo había perdido su gracia habitual por una versión más consternada de sí mismo. Estaba siendo un día tenso y aún nos quedaba lo más difícil. Tras atravesar aquel estrecho y claustrofóbico pasillo repleto de tuberías, llegamos a un lugar más amplio e iluminado, probablemente por algún tipo de luz artificial producido por alguna sustancia química. Pero lo más sorprendente eran las cabezas que colgaban de las paredes, pero no cabezas humanas, sino metalizadas, robóticas. Observé los rostros uno a uno. El siguiente era un clon del anterior, y lo mismo. Todos iguales.
- Pasillo poco iluminado:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-¿Qué coño son esas cosas? – preguntó Jules, sujetando su ballesta ahora con más fuerza. Yo lo tenía claro.
-Biocibernéticos. – respondí. – Una forma de vida artificial. En su día fueron humanos, pero se ve que los vampiros los transforman en sirvientes sin alma. En guerreros fieles, programados para actuar y no preguntar. – expliqué sin mucho más detalle al cazador, no era tampoco una experta en el tema. – Debe ser aquí donde los construyen. – indiqué, recordando que éstos tenían los mismos rostros que los seres inanimados entubados en recipientes el día que conocí a Mortagglia en persona. En la Cueva del Segundo Pico, aquel día, pudimos escapar con vida gracias a Igraine.
Pero de repente, todos los rostros hablaron a la vez, haciéndonos retroceder y comenzando a reír, malévolos. No podía negar que estaba asustada por aquellos seres endemoniados que, también mis compañeros, pero teníamos que mantener la compostura para que no se sintiesen en superioridad, al menos moral.
Pronto, por el oscuro pasillo, vimos acercarse corriendo dos de aquellos seres robotizados pero armados completamente con cuerpo, venían a por nosotros. ¿Dialogar con aquellos seres? Ni por asomo, no parecían venir con buenas intenciones y sería inútil tratar de dialogar con algo que no era humano.
-¡Atentos! – grité. – Los robots solían ser muy persistentes, seguían luchando hasta que los destruyeses por completo. Sin desmoralizarse por su falta de sentimientos. A cambio, eran bastante repetitivos en combate, y eran incapaces de actuar a según qué métodos. No tenían un plan de contingencia. Así, me puse al frente de mis compañeros y convoqué todo el viento que había en el pequeño lugar. - ¡Ash balla ná! – grité conjurando al viento y estirando ambos brazos con todas mis fuerzas. Al ser un pasillo estrecho, se generó una gran corriente de aire que haría que los cibernéticos corriesen hacia nosotros, pero retrasándoles considerablemente. Cada paso que daban les hacía avanzar apenas unos centímetros, pues mi corriente de aire les impulsaba hacia atrás. - ¡Disparadles, vamos! – incité.
La lluvia de flechas de Jules y Overholser iban directas a extremidades y cabeza, pero los virotes rebotaban en la piel de hierro de los mismos. - ¡Tensad la nuez al máximo! – ordené. La nuez era el pivote central sobre el que se enrollaba la cuerda de la ballesta, cuando más se tensara la cuerda, mayor era la potencia de tiro, aunque mayor era el riesgo de romper el cordón. En aquel caso, necesitábamos potencia máxima para perforar los cuerpos de los cibernéticos. Pero nuestras ballestas pesadas de caza deberían de poder lograrlo.
-¡Al centro! – expliqué, observé una especie de círculo brillante en su pecho, a la altura de lo que antes sería el corazón. Puede que aquel fuese su punto débil. Los cazadores me obedecieron y, apuntado cada uno a un objetivo distinto, dispararon con puntería milimétrica acertando en el lugar previsto. – ¡Buen disparo! – les felicité apretando el puño cuando vi a ambos biocibernéticos caer al suelo. En ese momento cesé de emitir la corriente de aire para no agotarme. ¿Bastaría con aquello para eliminarlos? ¿Quién los habría enviado? Parecía ser que no estábamos demasiado lejos de saberlo.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
La respuesta del padre Callahan sorprendió a la hechicera, que guardó silencio y clavó la mirada en el suelo durante unos instantes. Vladimir no solo estaba manipulando su mente para mostrarle los buenos momentos de su pasado sino que también hacía lo mismo con el predicador, llevándolo a tiempos mejores, antes del incidente con la sangre del inmortal. ¿Cuál era el motivo que le empujaba a hacerlo? Hasta el momento, la joven había pensado que solo era su forma de atraerla hacia él, de demostrarle que no quería hacerle daño, pero ahora empezaba a preguntarse si no estaría planeando hacerle lo mismo que al anciano.
- No. - se dijo interiormente. - Mortagglia no me querría con vida, si está siguiendo sus órdenes solo intentará matarme, y si no es el caso, quizá tenga una posibilidad de que me escuche. - pensó, cayendo en la cuenta de que aún no sabía cómo actuaría una vez lo tuviese delante. No conocía demasiado de Vladimir, pero con lo poco que Tarivius había podido decirle quedaba claro que no iban a empezar con buen pie, no después de que la bruja echase abajo los planes de Mortagglia en varias ocasiones, matando a varios de sus seguidores y evitando que consiguiese más, como planeaba hacer en Lunargenta.
Para el centinela de aquellas tierras lo primero era su raza, y por tanto las muertes que ella había causado entre los vampiros no serían olvidadas fácilmente, tenía que buscar algo con lo que ganar tiempo y entablar conversación. Tras pensarlo durante unos segundos obtuvo la respuesta que buscaba, algo que despertaría la intriga del inmortal durante el tiempo suficiente y que quizá la ayudaría a convencerlo de salir de allí. Amaterasu.
La poderosa hechicera del norte se había puesto en contacto con ella no hacía mucho, a través del pergamino que dejó en el campamento del arenal de Roilkat. En él puso de manifiesto su descontento con las acciones de la nueva centinela, pero si Elen lograba convencer a Vlad y llevarlo ante ella tendría ocasión de conocerla de modo pacífico, razón de más para buscar el modo de sacar con vida al vampiro de allí. Si Huracán y el resto del grupo encontraban antes a su objetivo y conseguían matarlo, cosa que no estaba segura que pudiesen hacer, la benjamina de los Calhoun no solo podría perder un aliado, sino dos, lo que complicaría su misión y solo le dejaría una alternativa, Melena Blanca.
¿Pero qué demonios iban a hacer solo dos centinelas contra los quince jinetes que les esperaban en el otro plano? Eso sí era un suicidio, sobre todo teniendo en cuenta que de los cuatro, la más efectiva era Amaterasu. No, no podrían conseguirlo, y con ello solo obtendrían una muerte espantosa y que los Tarmúnil consiguiesen dos de los artefactos, algo que no podía ocurrir. Por ello Vladimir debía seguir con vida, pero no solo eso, debía convencerlo para que viajase con ella a isla volcánica, de ese modo la hechicera aceptaría recibirla y escucharía sus palabras, aunque conseguir que se implicase podría ser difícil.
Dejando de lado sus pensamientos, la de cabellos cenicientos asintió en respuesta al predicador y observó como éste recogía la hermosa rosa del suelo, provocando a la voz para que volviese a repetir lo que decía. Al igual que la vez anterior, las frases del anciano y la bruja volvieron a sonar dentro del pasillo, y justo después el origen de la misma se dejó ver, aunque solo durante unos instantes. Era una mujer, ataviada con un vestido blanco transparente y adornos dorados, de piel pálida y labios intensamente rojos. - Una vampira. - susurró la de ojos verdes, mientras aquella extraña se daba la vuelta y comenzaba a caminar en dirección al final del pasillo.
- Parece que debemos seguirla, probablemente nos estén esperando. - comentó poco después, desviando la vista hacia el dragón. Alister entendió de inmediato que lo más seguro era que se dirigiesen a una trampa, enrolló su gabardina de modo que ocupase lo menos posible y esperó a que el grupo volviese a ponerse en marcha. Fue entonces cuando el padre Callahan pidió que le diesen un arma, quería defenderse por sí mismo de los demonios, pero la verdad era que aún no podían confiar demasiado en él. Por otra parte, dejarlo indefenso supondría más problemas para ellos dos, pues no solo tendrían que hacer frente a lo que les estuviese esperando sino también vigilar que no le pasara nada, cosa que les limitaría a la hora de pelear.
- Está bien. - dijo Elen, tras sopesar los pros y contras durante un momento. Con un gesto de cabeza, la joven indicó a su compañero que se hiciese cargo del asunto, ya que ella necesitaba las armas que portaba y no podía entregar ninguna de ellas. - Tome esto, yo no la necesitaré. - indicó Alister, mientras desenvainaba una daga y se la entregaba. - Mantente alerta, puede que nos hagas falta. - volvió a intervenir la centinela, dando a entender al alado que seguramente tendría que transformarse en breve, cosa que estaba deseando desde que entraron en aquella maldita capilla.
- No. - se dijo interiormente. - Mortagglia no me querría con vida, si está siguiendo sus órdenes solo intentará matarme, y si no es el caso, quizá tenga una posibilidad de que me escuche. - pensó, cayendo en la cuenta de que aún no sabía cómo actuaría una vez lo tuviese delante. No conocía demasiado de Vladimir, pero con lo poco que Tarivius había podido decirle quedaba claro que no iban a empezar con buen pie, no después de que la bruja echase abajo los planes de Mortagglia en varias ocasiones, matando a varios de sus seguidores y evitando que consiguiese más, como planeaba hacer en Lunargenta.
Para el centinela de aquellas tierras lo primero era su raza, y por tanto las muertes que ella había causado entre los vampiros no serían olvidadas fácilmente, tenía que buscar algo con lo que ganar tiempo y entablar conversación. Tras pensarlo durante unos segundos obtuvo la respuesta que buscaba, algo que despertaría la intriga del inmortal durante el tiempo suficiente y que quizá la ayudaría a convencerlo de salir de allí. Amaterasu.
La poderosa hechicera del norte se había puesto en contacto con ella no hacía mucho, a través del pergamino que dejó en el campamento del arenal de Roilkat. En él puso de manifiesto su descontento con las acciones de la nueva centinela, pero si Elen lograba convencer a Vlad y llevarlo ante ella tendría ocasión de conocerla de modo pacífico, razón de más para buscar el modo de sacar con vida al vampiro de allí. Si Huracán y el resto del grupo encontraban antes a su objetivo y conseguían matarlo, cosa que no estaba segura que pudiesen hacer, la benjamina de los Calhoun no solo podría perder un aliado, sino dos, lo que complicaría su misión y solo le dejaría una alternativa, Melena Blanca.
¿Pero qué demonios iban a hacer solo dos centinelas contra los quince jinetes que les esperaban en el otro plano? Eso sí era un suicidio, sobre todo teniendo en cuenta que de los cuatro, la más efectiva era Amaterasu. No, no podrían conseguirlo, y con ello solo obtendrían una muerte espantosa y que los Tarmúnil consiguiesen dos de los artefactos, algo que no podía ocurrir. Por ello Vladimir debía seguir con vida, pero no solo eso, debía convencerlo para que viajase con ella a isla volcánica, de ese modo la hechicera aceptaría recibirla y escucharía sus palabras, aunque conseguir que se implicase podría ser difícil.
Dejando de lado sus pensamientos, la de cabellos cenicientos asintió en respuesta al predicador y observó como éste recogía la hermosa rosa del suelo, provocando a la voz para que volviese a repetir lo que decía. Al igual que la vez anterior, las frases del anciano y la bruja volvieron a sonar dentro del pasillo, y justo después el origen de la misma se dejó ver, aunque solo durante unos instantes. Era una mujer, ataviada con un vestido blanco transparente y adornos dorados, de piel pálida y labios intensamente rojos. - Una vampira. - susurró la de ojos verdes, mientras aquella extraña se daba la vuelta y comenzaba a caminar en dirección al final del pasillo.
- Parece que debemos seguirla, probablemente nos estén esperando. - comentó poco después, desviando la vista hacia el dragón. Alister entendió de inmediato que lo más seguro era que se dirigiesen a una trampa, enrolló su gabardina de modo que ocupase lo menos posible y esperó a que el grupo volviese a ponerse en marcha. Fue entonces cuando el padre Callahan pidió que le diesen un arma, quería defenderse por sí mismo de los demonios, pero la verdad era que aún no podían confiar demasiado en él. Por otra parte, dejarlo indefenso supondría más problemas para ellos dos, pues no solo tendrían que hacer frente a lo que les estuviese esperando sino también vigilar que no le pasara nada, cosa que les limitaría a la hora de pelear.
- Está bien. - dijo Elen, tras sopesar los pros y contras durante un momento. Con un gesto de cabeza, la joven indicó a su compañero que se hiciese cargo del asunto, ya que ella necesitaba las armas que portaba y no podía entregar ninguna de ellas. - Tome esto, yo no la necesitaré. - indicó Alister, mientras desenvainaba una daga y se la entregaba. - Mantente alerta, puede que nos hagas falta. - volvió a intervenir la centinela, dando a entender al alado que seguramente tendría que transformarse en breve, cosa que estaba deseando desde que entraron en aquella maldita capilla.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Despacio y con cuidado, pues para él era más importante la vida su hermana que combatir contra unos hombres metalizados, dejó a Kalla en el suelo, a unos pocos centímetros de distancia de sus pies. La observó durante unos segundos, le dedicó una triste sonrisa de despedida y se armó con su fiel ballesta. Si hubiera tenido más tiempo, hubiera dicho unas palabras para que, lo que quedase de su hermana, no se preocupase por su vida: “Estaré bien, pronto volveré y cuidaré de ti”. Pero no tuvo tiempo para nada más que sonreír y desear poder volver a verla después del combate.
Virote que cargaba en la nuez era un virote que conseguía golpear el resistente pecho de uno de sus dos enemigos. Con los vampiros a lo que acostumbraba a cazar funcionaba, ¡¿por qué los hombres metalizados no?! No estaba acostumbrado a tratar con ese tipo de presas; jamás en sus casi treinta años había visto nada similar a esos hombres. Era como si una de esas relucientes armaduras de caballero hubiera ingerido, de alguna forma o bajo algún hechizo, en su interior a la persona que la llevaba puesta.
Overholser hizo caso a Anastasia quien parecía que, a diferencia de él, conocía bien aquellos seres. Tensó la nuez tanto como puedo, avanzó un firme paso hacia delante y disparo el virote que tenía cargado directamente en el centro del hombre metalizado. El cazador no tuvo tiempo de enorgullecerse por haber perforado el vientre de su rival; su prioridad era su hermana. Mejor dicho, la ausencia de ésta. Cuando dio el paso hacia delante no notó el bulto del cuerpo de Kalla y eso le preocupó como nunca antes se había preocupado por nada más.
Kalla Overholser aprovechó el combate entre los hombres metalizados para desaparecer entre las sombras.
-Es por mí culpa,- susurró sin dejar de ver el lugar en el suelo donde había dejado a su hermana- mis disculpas.- en ese momento el segundo de los hombres metalizados cayó al suelo al mismo tiempo que empezaron a caer unas lágrimas de los ojos del cazador. -Jamás debí traerla- Scör también había desaparecido.
¡Eran sus hijos y los habían matado! Maleducados. No tenían que haber matado a los que deberían haber sido sus hermanos. Un hermano no mata a otro. E-VHA no tenía hijos para que se matasen entre ellos. No. Uno tuvo así y lo destruyó. No más. Nunca más. Así se lo prometió, pero no lo pudo cumplir. Sus futuros hijos eran unos maleducados. Pero no pasaba nada. Ella tenía una solución para todo. Las madres siempre tenían las mejores soluciones. Y ella era la mejor madre. Vladimir se lo había dicho y se lo mostraba día a día con las maravillosas imágenes que le hacía ver.
Comenzó a caminar lentamente hacia los que serían sus nuevos hijos. El humo propio de los aparatos que utilizaba para dar la luz le tapaba casi todo el cuerpo. Lo que primero vieron sus nuevos hijos fue el contorno de su silueta perfecta de mujer. Piernas estilizadas, anchas caderas para dar la luz y senos abultados para dar de mamar. Era una gran madre.
-Hijos míos,- levantó los brazos como si estuviera abrazando al cielo- haced caso a vuestra madre.- siguió caminando, sus futuros hijos pudieron ver el rostro de bella mujer. Todos los hombres la hubieran querido para criar hijos. Lástima que ella no necesitase a ningún padre-estoy para ayudaros y protegeros del mundo de allí fuera. Vampiros horribles os acechan por todas partes y no descansarán hasta veros muertos. Venid a mí- extendió una de sus manos hacia el grupo- yo os protegeré. Madre sabe más-.
E-VHA mostró su cuerpo entero. Salvo el rostro de mujer, toda su figura estaba recubierta por una brillante capa metalizada mucho más lustrosa con la que hacía a sus hijos. Los senos, el trasero, las piernas, los brazos y la parte trasera de su cabeza eran de color negro similar a la obsidiana, el resto de plata.
-Madre sabe más- repitió y, esta vez, puso los dos varazos hacia el frente para recibir a sus nuevos hijos.
Como si de un hechizo se trasera, de las paredes salieron unos brazos de metal oxidado y carne podrida. Eran los restos de sus antiguos y maleducados hijos. Estos serían quien entregarían a los nuevos.
Los brazos de metal atraparon al hijo más joven de todos los nuevos y, como si de una cadenada se tratase, se lo fueron pasando uno a uno hasta llegar hasta la madre quien, con un abrazo y un beso en la frente, recibió a su nuevo hijo.
E-VHA desapareció oculta en el humo de los aparatos. Tenía trabajo que hacer. Un nuevo hijo estaba a punto de nacer.
El vampiro cogió la rosa, la bañó en el plato de sangre y empezó a lamer sus pétalos. Disfrutaba más la sangre si ésta estaba en compañía de una rosa.
Tres de sus sirvientas rodeaban el sillón en el que estaba sentado a la espera de cualquier orden. Las otras diecinueve, estaban arreglando las butacas que le correspondía al público del anfiteatro. Amoldaban los cojines y les limpiaban del polvo que había cogido durante años. Cuando terminaban con la limpieza, dejaban una rosa en la butaca como muestra de su cordialidad. No sabía qué asientos tomarían sus tres invitados, las nuevas noticias que le habían contado sus sirvientas informaban que el Clavario iría con ellos, por lo que prepararon cada una de las butacas con el mismo esmero.
-Los invitados están al llegar,- dijo una vez había terminado de lamer toda la sangra que había manchado la rosa que sostenía- traedme mi máscara-
-Traedme mi máscara- repitieron a la vez las tres mujeres que le rodeaban.
Solo una de las tres sirvientas abandonó el semicírculo que formaban. Tardó un par de minutos en llegar. En sus manos sostenía una elegante máscara de marfil con las ojeras y los labios pintados de negros. Le puso la máscara a Asmodeo mientras éste paró unos segundos de lamer la rosa para dejar a la chica trabajar. Ya estaba preparado para dar el recibimiento a sus invitados.
Las puertas del anfiteatro se abrieron de par en par. La última de sus sirvientas, la que hacía veintitrés, entró la primera. Muy cerca de ella le seguían la hermosa Elen Calhoun, Vladimir no mintió cuando dijo que superaba en belleza a todas sus sirvientas y a todas sus rosas, y el joven Alister. El último en entrar fue el Clavario, Donald Frank Callahan.
-Bienvenidos a mi humilde morada- soltó la rosa bañada en sangre y extendió sus brazos como si estuviera intentando abrazar a todo el anfiteatro a la vez- os estaba esperando-.
-Os estaba esperando- repitieron las mujeres con el mismo tono neutral de voz.
-Por favor, sentaos. Sentiros como en vuestra casa.- bajo la máscara se dibuja una amarga sonrisa- En cierto modo lo estáis, ¿no es cierto Clavario? Tú llevas más tiempo viviendo aquí que cualquiera de mis queridas amigas-.
-Vete al infierno- rugió el cristiano.
El vampiro soltó una carcajada. Celebraba haber causado esa reacción al predicador. Era tan fácil provocarle. Y eso que ni siquiera había mencionado a su amado Lupe. La velada prometía ser encantadora, verdaderamente encantadora.
-Vete al infierno- todas las mujeres dirigieron su mirada directamente hacia el Clavario. Le estaban provocando.
-Venga, clamaos.- movía las manos hacia abajo para indicar a sus sirvientas que se tranquilizasen- Aquí todos somos amigos. ¿Verdad que sí?- miró fijamente al cura, este estuvo a punto de decir algo pero se mordió la lengua. ¡Oh, que divertido era hacerle enfadar! - Decidme, ¿por qué queréis ir a ver a Vladimir? Elen Calhoun, habla antes que el insolente Clavario te interrumpa-.
* Huracán: E-VHA se ha llevado a Jules. Corre, ves y rescátalo. Te enfrentas contra unos los restos de los hombres de metal de las paredes. Ellos no te dejarán que ni tú ni Overholser avancéis contra E-VHA, algo tendrás que hacer con ellos. Al final de turno, lanza la Voluntad de los Dioses. Que sean ellos quienes decidan la fortuna de Jules.
* Elen Calhoun: Y al final llegas donde se encuentra tu rival, Asmodeo. Eres libre de describir cómo ha sido el camino hasta llegar al anfiteatro. Una vez llegas, es tu turno de hablar. Elige bien tus palabras. Asmodeo es la mano derecha de Vladimir, antes de llegar al centinela deberás hablar con él.
* Ambos: Personajes prohibidos para el siguiente turno: Jules, Nate Halliman, E-VHA y Kalla Overholser y Scör.
Virote que cargaba en la nuez era un virote que conseguía golpear el resistente pecho de uno de sus dos enemigos. Con los vampiros a lo que acostumbraba a cazar funcionaba, ¡¿por qué los hombres metalizados no?! No estaba acostumbrado a tratar con ese tipo de presas; jamás en sus casi treinta años había visto nada similar a esos hombres. Era como si una de esas relucientes armaduras de caballero hubiera ingerido, de alguna forma o bajo algún hechizo, en su interior a la persona que la llevaba puesta.
Overholser hizo caso a Anastasia quien parecía que, a diferencia de él, conocía bien aquellos seres. Tensó la nuez tanto como puedo, avanzó un firme paso hacia delante y disparo el virote que tenía cargado directamente en el centro del hombre metalizado. El cazador no tuvo tiempo de enorgullecerse por haber perforado el vientre de su rival; su prioridad era su hermana. Mejor dicho, la ausencia de ésta. Cuando dio el paso hacia delante no notó el bulto del cuerpo de Kalla y eso le preocupó como nunca antes se había preocupado por nada más.
Kalla Overholser aprovechó el combate entre los hombres metalizados para desaparecer entre las sombras.
-Es por mí culpa,- susurró sin dejar de ver el lugar en el suelo donde había dejado a su hermana- mis disculpas.- en ese momento el segundo de los hombres metalizados cayó al suelo al mismo tiempo que empezaron a caer unas lágrimas de los ojos del cazador. -Jamás debí traerla- Scör también había desaparecido.
_____________________
¡Eran sus hijos y los habían matado! Maleducados. No tenían que haber matado a los que deberían haber sido sus hermanos. Un hermano no mata a otro. E-VHA no tenía hijos para que se matasen entre ellos. No. Uno tuvo así y lo destruyó. No más. Nunca más. Así se lo prometió, pero no lo pudo cumplir. Sus futuros hijos eran unos maleducados. Pero no pasaba nada. Ella tenía una solución para todo. Las madres siempre tenían las mejores soluciones. Y ella era la mejor madre. Vladimir se lo había dicho y se lo mostraba día a día con las maravillosas imágenes que le hacía ver.
Comenzó a caminar lentamente hacia los que serían sus nuevos hijos. El humo propio de los aparatos que utilizaba para dar la luz le tapaba casi todo el cuerpo. Lo que primero vieron sus nuevos hijos fue el contorno de su silueta perfecta de mujer. Piernas estilizadas, anchas caderas para dar la luz y senos abultados para dar de mamar. Era una gran madre.
-Hijos míos,- levantó los brazos como si estuviera abrazando al cielo- haced caso a vuestra madre.- siguió caminando, sus futuros hijos pudieron ver el rostro de bella mujer. Todos los hombres la hubieran querido para criar hijos. Lástima que ella no necesitase a ningún padre-estoy para ayudaros y protegeros del mundo de allí fuera. Vampiros horribles os acechan por todas partes y no descansarán hasta veros muertos. Venid a mí- extendió una de sus manos hacia el grupo- yo os protegeré. Madre sabe más-.
E-VHA mostró su cuerpo entero. Salvo el rostro de mujer, toda su figura estaba recubierta por una brillante capa metalizada mucho más lustrosa con la que hacía a sus hijos. Los senos, el trasero, las piernas, los brazos y la parte trasera de su cabeza eran de color negro similar a la obsidiana, el resto de plata.
-Madre sabe más- repitió y, esta vez, puso los dos varazos hacia el frente para recibir a sus nuevos hijos.
Como si de un hechizo se trasera, de las paredes salieron unos brazos de metal oxidado y carne podrida. Eran los restos de sus antiguos y maleducados hijos. Estos serían quien entregarían a los nuevos.
Los brazos de metal atraparon al hijo más joven de todos los nuevos y, como si de una cadenada se tratase, se lo fueron pasando uno a uno hasta llegar hasta la madre quien, con un abrazo y un beso en la frente, recibió a su nuevo hijo.
E-VHA desapareció oculta en el humo de los aparatos. Tenía trabajo que hacer. Un nuevo hijo estaba a punto de nacer.
- E-VHA:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
_____________________
Asmodeo esperaba a sus invitados en el centro del escenario del pequeño anfiteatro de la mansión que Vladimir le había regalado. Sus preciosas sirvientas le habían traído su sillón favorito, una mesita con un plato de plata fina de sangre y una rosa que llenaba el ambiente con el fragante aroma que tanto disfrutaba.El vampiro cogió la rosa, la bañó en el plato de sangre y empezó a lamer sus pétalos. Disfrutaba más la sangre si ésta estaba en compañía de una rosa.
Tres de sus sirvientas rodeaban el sillón en el que estaba sentado a la espera de cualquier orden. Las otras diecinueve, estaban arreglando las butacas que le correspondía al público del anfiteatro. Amoldaban los cojines y les limpiaban del polvo que había cogido durante años. Cuando terminaban con la limpieza, dejaban una rosa en la butaca como muestra de su cordialidad. No sabía qué asientos tomarían sus tres invitados, las nuevas noticias que le habían contado sus sirvientas informaban que el Clavario iría con ellos, por lo que prepararon cada una de las butacas con el mismo esmero.
-Los invitados están al llegar,- dijo una vez había terminado de lamer toda la sangra que había manchado la rosa que sostenía- traedme mi máscara-
-Traedme mi máscara- repitieron a la vez las tres mujeres que le rodeaban.
Solo una de las tres sirvientas abandonó el semicírculo que formaban. Tardó un par de minutos en llegar. En sus manos sostenía una elegante máscara de marfil con las ojeras y los labios pintados de negros. Le puso la máscara a Asmodeo mientras éste paró unos segundos de lamer la rosa para dejar a la chica trabajar. Ya estaba preparado para dar el recibimiento a sus invitados.
Las puertas del anfiteatro se abrieron de par en par. La última de sus sirvientas, la que hacía veintitrés, entró la primera. Muy cerca de ella le seguían la hermosa Elen Calhoun, Vladimir no mintió cuando dijo que superaba en belleza a todas sus sirvientas y a todas sus rosas, y el joven Alister. El último en entrar fue el Clavario, Donald Frank Callahan.
-Bienvenidos a mi humilde morada- soltó la rosa bañada en sangre y extendió sus brazos como si estuviera intentando abrazar a todo el anfiteatro a la vez- os estaba esperando-.
-Os estaba esperando- repitieron las mujeres con el mismo tono neutral de voz.
-Por favor, sentaos. Sentiros como en vuestra casa.- bajo la máscara se dibuja una amarga sonrisa- En cierto modo lo estáis, ¿no es cierto Clavario? Tú llevas más tiempo viviendo aquí que cualquiera de mis queridas amigas-.
-Vete al infierno- rugió el cristiano.
El vampiro soltó una carcajada. Celebraba haber causado esa reacción al predicador. Era tan fácil provocarle. Y eso que ni siquiera había mencionado a su amado Lupe. La velada prometía ser encantadora, verdaderamente encantadora.
-Vete al infierno- todas las mujeres dirigieron su mirada directamente hacia el Clavario. Le estaban provocando.
-Venga, clamaos.- movía las manos hacia abajo para indicar a sus sirvientas que se tranquilizasen- Aquí todos somos amigos. ¿Verdad que sí?- miró fijamente al cura, este estuvo a punto de decir algo pero se mordió la lengua. ¡Oh, que divertido era hacerle enfadar! - Decidme, ¿por qué queréis ir a ver a Vladimir? Elen Calhoun, habla antes que el insolente Clavario te interrumpa-.
- Asmodeo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
_____________________
* Huracán: E-VHA se ha llevado a Jules. Corre, ves y rescátalo. Te enfrentas contra unos los restos de los hombres de metal de las paredes. Ellos no te dejarán que ni tú ni Overholser avancéis contra E-VHA, algo tendrás que hacer con ellos. Al final de turno, lanza la Voluntad de los Dioses. Que sean ellos quienes decidan la fortuna de Jules.
* Elen Calhoun: Y al final llegas donde se encuentra tu rival, Asmodeo. Eres libre de describir cómo ha sido el camino hasta llegar al anfiteatro. Una vez llegas, es tu turno de hablar. Elige bien tus palabras. Asmodeo es la mano derecha de Vladimir, antes de llegar al centinela deberás hablar con él.
* Ambos: Personajes prohibidos para el siguiente turno: Jules, Nate Halliman, E-VHA y Kalla Overholser y Scör.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Las flechas fueron bien dirigidas a las aureolas circulares brillantes de sus objetivos. Ambos cazadores demostraron la buena puntería que tenían y sus objetivos fueron atravesados por los virotes, lo que acabó con su triste existencia. Eché un último vistazo antes de volver a girarme para felicitar a los tiradores cuando me di cuenta que, en el lugar en el que Overholser había depositado a su hermana, ahora había un hueco vacío.
-¿Dónde está Kalla? – pregunté a ambos. Si las cosas no estaban siendo ya suficientemente difíciles, ahora teníamos además una vampiresa libre rondando por los alrededores. Su hermano rápidamente se arrepintió por haberla traído. Más que un error suyo, había sido mío, debería haber permitido que Elen acabara con ella cuando tuvo la oportunidad, pero ya era demasiado tarde para lamentaciones, ahora estábamos metidos todos en el mismo lío y si queríamos prosperar no podíamos discutir. El grupo ya estaba lo suficientemente dividido. – No te preocupes. Saldremos de aquí. – dije poniéndole una mano en el hombro para que se incorporara.
Jules se había quedado delante, observando todos aquellos rostros de las paredes que daban lugar a una estampa aterradora. - ¡Eh! Mirad. – interrumpió el brujo señalando al fondo del pasillo.
Hacia nosotros caminaba una… ¿mujer? Una especie de biocibernética extraña. Se autodefinía como la madre de todos los seres robotizados que había en las paredes. Seguramente ella fuera también la que creó a los extraños seres metálicos que atacaron las islas en consonancia con los vampiros. Por lo tanto, aquello la posicionaba como uno de los “jefes” de la Hermandad y, por ende, en un claro objetivo.
Alzó los brazos y las paredes se rompieron en un estruendoso crujido, abriéndose un enorme hueco a cada lado del que salieron unos enormes brazos mitad carne mitad metal. Concretamente a la altura de Jules, al que tomaron rápidamente y comenzaron a arrastrar.
-¡Joder! ¡Socorro! – gritó el brujo, que era incapaz de liberarse de los sucesivos brazos que lo arrastraban hacia aquella mujer.
-¡No! ¡Jules! – grité con desesperación, comenzando correr hacia él por el pasillo. Overholser salió detrás de mí.
De todos los que estábamos allí, incluyéndome a mí, al último que quería que le pasara algo era a mi querido amigo brujo. Sin lugar a dudas, era el más bondadoso, no sólo de los tres allí presentes, sino me atrevería a decir de todas las gentes que había conocido, y por contra, al que la vida peor había tratado. Se me erizaba la piel sólo de pensar en que algo malo pudiese ocurrirle al bueno de Jules.
Por ello corrí como nunca dándome golpes contra todos los brazos que intentaba cogerme a mí también. Gracias a mis habilidades de viento conseguía saltar por encima de ellos o voltear hacia un lado u otro con gran agilidad, así como dispararles con las ballestas pequeñas si alguno conseguía alcanzarme. No conocía los poderes de Overholser aún, ni tampoco me fijaba demasiado en él, sólo sabía que conseguía avanzar tras de mí, aunque no sin dificultades.
Aquellos brazos nos estaban retrasando demasiado, pero finalmente conseguimos sortearlos todos. Terminamos llegando a una estancia mucho mayor cuyas paredes estaban repletas de azulejos blancos y brillantes. Del mismo material del que estaba construido la extraña biocibernética. Tenía a Jules allí mismo, se disponía a subirlo hacia una especie de plataforma. - ¡Ayudadme! – suplicaba el brujo. No hacía falta que lo hiciera. Vladimir podía terminar vivo aquella noche, pero ayudar a Jules siempre iba a ser mi prioridad.
-Vigila que no aparezca nadie más. – la instrucción iba dirigida a Overholser, que suponía entendería que me refería a su hermana. La vampiresa tenía que estar por algún sitio y no era bueno que nos pillara también desprevenidos.
Sin más, tensé mi ballesta hacia la biocibernética, que ahora se había separado ligeramente de Jules, permitiéndome realizar un tiro limpio sin riesgo de herir al cazador. Apuntar a la cabeza era difícil. Con tanta tensión en el cuerpo lo más probable sería que fallase. Tenía que ir a lo seguro y dispararle al cuerpo, un destino que no la mataría pero que sí era lo bastante grande como para tener más opciones de acertar y asustar a la máquina, dándole al brujo tuviese tiempo para liberarse de sus metalizadas garras. Así, cuando tuve su pecho enfocado en la mira de mi ballesta, apreté el gatillo.
-¿Dónde está Kalla? – pregunté a ambos. Si las cosas no estaban siendo ya suficientemente difíciles, ahora teníamos además una vampiresa libre rondando por los alrededores. Su hermano rápidamente se arrepintió por haberla traído. Más que un error suyo, había sido mío, debería haber permitido que Elen acabara con ella cuando tuvo la oportunidad, pero ya era demasiado tarde para lamentaciones, ahora estábamos metidos todos en el mismo lío y si queríamos prosperar no podíamos discutir. El grupo ya estaba lo suficientemente dividido. – No te preocupes. Saldremos de aquí. – dije poniéndole una mano en el hombro para que se incorporara.
Jules se había quedado delante, observando todos aquellos rostros de las paredes que daban lugar a una estampa aterradora. - ¡Eh! Mirad. – interrumpió el brujo señalando al fondo del pasillo.
Hacia nosotros caminaba una… ¿mujer? Una especie de biocibernética extraña. Se autodefinía como la madre de todos los seres robotizados que había en las paredes. Seguramente ella fuera también la que creó a los extraños seres metálicos que atacaron las islas en consonancia con los vampiros. Por lo tanto, aquello la posicionaba como uno de los “jefes” de la Hermandad y, por ende, en un claro objetivo.
Alzó los brazos y las paredes se rompieron en un estruendoso crujido, abriéndose un enorme hueco a cada lado del que salieron unos enormes brazos mitad carne mitad metal. Concretamente a la altura de Jules, al que tomaron rápidamente y comenzaron a arrastrar.
-¡Joder! ¡Socorro! – gritó el brujo, que era incapaz de liberarse de los sucesivos brazos que lo arrastraban hacia aquella mujer.
-¡No! ¡Jules! – grité con desesperación, comenzando correr hacia él por el pasillo. Overholser salió detrás de mí.
De todos los que estábamos allí, incluyéndome a mí, al último que quería que le pasara algo era a mi querido amigo brujo. Sin lugar a dudas, era el más bondadoso, no sólo de los tres allí presentes, sino me atrevería a decir de todas las gentes que había conocido, y por contra, al que la vida peor había tratado. Se me erizaba la piel sólo de pensar en que algo malo pudiese ocurrirle al bueno de Jules.
Por ello corrí como nunca dándome golpes contra todos los brazos que intentaba cogerme a mí también. Gracias a mis habilidades de viento conseguía saltar por encima de ellos o voltear hacia un lado u otro con gran agilidad, así como dispararles con las ballestas pequeñas si alguno conseguía alcanzarme. No conocía los poderes de Overholser aún, ni tampoco me fijaba demasiado en él, sólo sabía que conseguía avanzar tras de mí, aunque no sin dificultades.
Aquellos brazos nos estaban retrasando demasiado, pero finalmente conseguimos sortearlos todos. Terminamos llegando a una estancia mucho mayor cuyas paredes estaban repletas de azulejos blancos y brillantes. Del mismo material del que estaba construido la extraña biocibernética. Tenía a Jules allí mismo, se disponía a subirlo hacia una especie de plataforma. - ¡Ayudadme! – suplicaba el brujo. No hacía falta que lo hiciera. Vladimir podía terminar vivo aquella noche, pero ayudar a Jules siempre iba a ser mi prioridad.
-Vigila que no aparezca nadie más. – la instrucción iba dirigida a Overholser, que suponía entendería que me refería a su hermana. La vampiresa tenía que estar por algún sitio y no era bueno que nos pillara también desprevenidos.
Sin más, tensé mi ballesta hacia la biocibernética, que ahora se había separado ligeramente de Jules, permitiéndome realizar un tiro limpio sin riesgo de herir al cazador. Apuntar a la cabeza era difícil. Con tanta tensión en el cuerpo lo más probable sería que fallase. Tenía que ir a lo seguro y dispararle al cuerpo, un destino que no la mataría pero que sí era lo bastante grande como para tener más opciones de acertar y asustar a la máquina, dándole al brujo tuviese tiempo para liberarse de sus metalizadas garras. Así, cuando tuve su pecho enfocado en la mira de mi ballesta, apreté el gatillo.
- Off:
*Off: Disculpad la tardanza. He tenido una semana muy liada >.<
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
El miembro 'Huracán' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tyr
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2234
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
El pasillo comenzó a ensancharse conforme avanzaban por él, pero seguía manteniendo el mismo tipo de ornamentos, aunque cada vez más elaborados. Grandes lámparas de araña colgaban del techo, y sus materiales no eran otros que fémures, huesos de pelvis y calaveras, demasiadas calaveras. Cientos, puede que miles de personas formasen parte de aquella subterránea red de túneles bajo la capilla, pero ¿cuándo se podía haber producido una masacre como aquella? Quizá fuese fruto de los conflictos entre vampiros y licántropos, pero aun así era demasiado, demasiada muerte.
De pronto la decoración del lugar empezó a cambiar, sustituyendo los restos de esqueletos por finas telas color burdeos con cenefas doradas cuidadosamente bordadas en sus extremos. Daba la impresión de que era una nueva parte de la mansión del inmortal, y tras unos instantes, la hechicera pudo comprobar que estaba en lo cierto, ya no estaban en un simple pasillo sino en el interior de la guarida de la Hermandad. Vigilando en todo momento a la mujer que los guiaba, por si esta decidía desaparecer repentinamente y dejarlos solos, lo cual podría suponer una emboscada, Elen dejó que sus pensamientos volaran hacia otro escenario, aquel en que finalmente se reunía con Vladimir y solo disponía de una oportunidad para hacerlo entrar en razón y convencerlo de abandonar a Mortagglia.
Tenía que conseguirlo a como diese lugar, y además debía hacerlo antes de que Huracán llegase hasta él y tratase de atacarlo, de no hacerlo el conflicto sería inevitable, y ésta vez ambas tomarían bandos opuestos. La idea de pelear contra la cazadora no le hacía ninguna gracia, es más, haría cuanto estuviese en su mano para evitarlo, pero de no lograrlo a tiempo no le quedaría más remedio que defender al centinela, tratando de hacer el menor daño posible a su amiga. Solo tenía una baza con la que jugar, Amaterasu y su buena relación con el inmortal, así que la utilizaría sin dudarlo, poniendo casi todas sus esperanzas en que aquello funcionase.
La extraña mujer a la que seguían se detuvo durante unos segundos ante una gran puerta, y tras echar un leve vistazo para comprobar que los tres se encontraban tras ella, abrió de par en par la entrada al anfiteatro y se internó en la estancia. Elen fue la primera en moverse, manteniéndose cerca de la vampira mientras los demás se limitaban a quedarse ligeramente detrás de ella. Un caballero les dio la bienvenida, y sus palabras fueron repetidas a coro por las damas de la sala, que se asemejaban mucho en estilo a la que los había llevado hasta allí. Eran más de una veintena y eso preocupó a la bruja, que ya se veía enzarzada en una pelea con la desventaja de la inferioridad numérica.
Sin embargo, contar con la presencia de Alister podía decantar la balanza en su favor fácilmente, pues en cuanto el dragón tomase su forma bestial y comenzase a utilizar su elemento, la debilidad de los seres de la noche al fuego los obligaría a rendirse o huir para evitar una terrible y dolorosa muerte. Con ese pensamiento muy presente, la de cabellos cenicientos escuchó lo que el anfitrión estaba diciendo, y a pesar de que éste llevaba el rostro cubierto con una tétrica máscara, la joven supo inmediatamente que no se trataba de la persona a la que buscaba, sino de un súbdito de Vladimir.
El intento del extraño para provocar al predicador surtió efecto, y tras conseguir que el anciano le replicase de mala manera, el vampiro soltó una carcajada y trató de calmar a las mujeres que lo acompañaban para que no siguiesen repitiendo todo lo que se decía en la sala. Aquel coro debía resultar realmente irritante para Callahan, pero su líder sin duda sería aún peor, no estaba dispuesto a perder la ocasión de molestar al Clavario. Apresurándose para cortar cualquier tipo de respuesta por parte del anciano, su anfitrión decidió preguntar directamente a la hechicera por los motivos que la empujaban a encontrar al inmortal, era ahora cuando la centinela debía tener más cuidado, midiendo cada palabra que salía de entre sus labios.
No parecía que aquel sujeto quisiese pelear, al menos no de momento, así que aceptando la cortés invitación que les había hecho, Elen comenzó a andar hacia la primera fila de butacas, fijándose en el detalle de las rosas que habían dejado en todas ellas. - Mantenga las formas predicador, no nos dé más problemas. - musitó con firmeza, antes de retirar la flor de uno de los asientos para ocupar su lugar. Alister hizo lo propio y ocupó otra de las butacas, pero no ocultó su incomodidad con la situación, casi esperaba que de la nada saliese algo para atacarlos por sorpresa. Por suerte tenía espacio de sobra para cambiar de forma y eso solía tranquilizarlo, pero a pesar de ello se podía notar la tensión en su cuerpo, estaba listo para cualquier cosa.
- Debo tratar un tema importante con el inmortal, y no solo yo… - comenzó a decir, clavando la vista en aquel par de ojos que se escondían tras la máscara. - Amaterasu también tiene asuntos pendientes con él, me ha instado a encontrarlo cuanto antes. - agregó, sin explicar realmente el motivo de su visita, aunque esperando que con el nombre de la centinela del norte, todo se volviese más fácil.
De pronto la decoración del lugar empezó a cambiar, sustituyendo los restos de esqueletos por finas telas color burdeos con cenefas doradas cuidadosamente bordadas en sus extremos. Daba la impresión de que era una nueva parte de la mansión del inmortal, y tras unos instantes, la hechicera pudo comprobar que estaba en lo cierto, ya no estaban en un simple pasillo sino en el interior de la guarida de la Hermandad. Vigilando en todo momento a la mujer que los guiaba, por si esta decidía desaparecer repentinamente y dejarlos solos, lo cual podría suponer una emboscada, Elen dejó que sus pensamientos volaran hacia otro escenario, aquel en que finalmente se reunía con Vladimir y solo disponía de una oportunidad para hacerlo entrar en razón y convencerlo de abandonar a Mortagglia.
Tenía que conseguirlo a como diese lugar, y además debía hacerlo antes de que Huracán llegase hasta él y tratase de atacarlo, de no hacerlo el conflicto sería inevitable, y ésta vez ambas tomarían bandos opuestos. La idea de pelear contra la cazadora no le hacía ninguna gracia, es más, haría cuanto estuviese en su mano para evitarlo, pero de no lograrlo a tiempo no le quedaría más remedio que defender al centinela, tratando de hacer el menor daño posible a su amiga. Solo tenía una baza con la que jugar, Amaterasu y su buena relación con el inmortal, así que la utilizaría sin dudarlo, poniendo casi todas sus esperanzas en que aquello funcionase.
La extraña mujer a la que seguían se detuvo durante unos segundos ante una gran puerta, y tras echar un leve vistazo para comprobar que los tres se encontraban tras ella, abrió de par en par la entrada al anfiteatro y se internó en la estancia. Elen fue la primera en moverse, manteniéndose cerca de la vampira mientras los demás se limitaban a quedarse ligeramente detrás de ella. Un caballero les dio la bienvenida, y sus palabras fueron repetidas a coro por las damas de la sala, que se asemejaban mucho en estilo a la que los había llevado hasta allí. Eran más de una veintena y eso preocupó a la bruja, que ya se veía enzarzada en una pelea con la desventaja de la inferioridad numérica.
Sin embargo, contar con la presencia de Alister podía decantar la balanza en su favor fácilmente, pues en cuanto el dragón tomase su forma bestial y comenzase a utilizar su elemento, la debilidad de los seres de la noche al fuego los obligaría a rendirse o huir para evitar una terrible y dolorosa muerte. Con ese pensamiento muy presente, la de cabellos cenicientos escuchó lo que el anfitrión estaba diciendo, y a pesar de que éste llevaba el rostro cubierto con una tétrica máscara, la joven supo inmediatamente que no se trataba de la persona a la que buscaba, sino de un súbdito de Vladimir.
El intento del extraño para provocar al predicador surtió efecto, y tras conseguir que el anciano le replicase de mala manera, el vampiro soltó una carcajada y trató de calmar a las mujeres que lo acompañaban para que no siguiesen repitiendo todo lo que se decía en la sala. Aquel coro debía resultar realmente irritante para Callahan, pero su líder sin duda sería aún peor, no estaba dispuesto a perder la ocasión de molestar al Clavario. Apresurándose para cortar cualquier tipo de respuesta por parte del anciano, su anfitrión decidió preguntar directamente a la hechicera por los motivos que la empujaban a encontrar al inmortal, era ahora cuando la centinela debía tener más cuidado, midiendo cada palabra que salía de entre sus labios.
No parecía que aquel sujeto quisiese pelear, al menos no de momento, así que aceptando la cortés invitación que les había hecho, Elen comenzó a andar hacia la primera fila de butacas, fijándose en el detalle de las rosas que habían dejado en todas ellas. - Mantenga las formas predicador, no nos dé más problemas. - musitó con firmeza, antes de retirar la flor de uno de los asientos para ocupar su lugar. Alister hizo lo propio y ocupó otra de las butacas, pero no ocultó su incomodidad con la situación, casi esperaba que de la nada saliese algo para atacarlos por sorpresa. Por suerte tenía espacio de sobra para cambiar de forma y eso solía tranquilizarlo, pero a pesar de ello se podía notar la tensión en su cuerpo, estaba listo para cualquier cosa.
- Debo tratar un tema importante con el inmortal, y no solo yo… - comenzó a decir, clavando la vista en aquel par de ojos que se escondían tras la máscara. - Amaterasu también tiene asuntos pendientes con él, me ha instado a encontrarlo cuanto antes. - agregó, sin explicar realmente el motivo de su visita, aunque esperando que con el nombre de la centinela del norte, todo se volviese más fácil.
- Imágenes:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Dio un rápido vistazo hacia atrás como si de la nada fuera a aparecer su hermana de nuevo; la de verdad y no ese monstruo que se había convertido. Luego miro hacia delante, en concreto, hacia el lugar por donde se habían llamado a Jules. La decisión fue difícil y tras unos segundos de silencio en los que necesitó tomar aire para despejar sus ideas, pronunció su decisión:
-Avancemos-
Los niños estaban deseando tener un nuevo hermanito con el que jugar tanto como E-VHA deseaba dar a luz a su nuevo hijo: Los enfermos de las paredes llevaban al hombre del exterior hacia la habitación que la madre de todos los cibernéticos solía llamar El Paritorio y los sanos recogían todas las piezas de metal y herramientas que encontraban por el suelo. E-VHA, como buena madre, estaba orgullosa de sus hijos. Los había educado bien y ellos respondían ofreciéndole toda la ayuda que necesitaba para dar a luz.
Dos de los hijos sanos se encargaron de coger al hombre del exterior. Lo primero que hicieron fue amordazarle. El tipo no cesaba ni un solo minuto de hablar y hablar. ¿El hijo que nacería a raíz de su cuerpo sería tan maleducado? Ante la duda, más valía ser previsiva. La madre de los cibernéticos golpeó el pecho del hombre del exterior con su rodilla. E-VHA era una educadora nata. Incluso antes de que sus hijos nacieran ya les estaba educando. Disciplina, esa era la base toda educación.
-Lo siento mi futuro niño,- acarició con dos dedos la mejilla del hombre del exterior mientras le hablaba con una voz cándida digna de una madre- tú me has obligado a hacerlo a comportarte tan mal. Me tendrás que prometer que no lo volverás a hacer. ¿De acuerdo?- la caricia se convirtió en una bofetada- Esperaba que fueras como tu hermana. A ella nunca le tuvimos que amordazar.- volvió con la caricia- ¡A la camilla con él!-
Los dos cibernéticos de cuerpo entero echaron al hombre del exterior en una placa de metal que tenía la apariencia de ser una cama de hospital. Le encadenaron de manos y pies con fuertes grilletes de metal (mucho más fuertes que los que usó Wayne Overholser para atar a su querida hermana) y le pusieron una pesada manta de plomo por encima. Otros dos hijos, sin que su madre les dijera nada, cogieron del techo una enorme bola de metal que contenía toda clase de herramientas colgadas distintos hilos de metal. Entre todas, E-VHA eligió un objeto que parecía ser un puñal de filo candente y lo acercó a los ojos de su nuevo hijo.
-No tengas miedo, mamá está contigo-.
El Padre Donald Frank Callahan fue el último del grupo de tres en sentarse. No confiaba en el demonio que, encima del escenario, presidía el anfiteatro. Si por el mismo fuera, jamás se hubiera sentado en una de las butacas. Sin embargo, tuvo que resignarse y obedecer a la ángel de cabellos cenizos. Los ángeles sabían tratar mejor con los demonios, aquello era un echó incuestionable. Con un manotazo, apartó la rosa de la butaca y se sentó junto a la ángel.
Una de las sirvientas del demonio, al ver la rosa que tiró el Padre en el suelo se agachó a recogerla y se la tendió en su mano como si fuera ofrenda de paz. Lo justo hubiera sido estampar la maldita flor en la cara de la chica. Pero, de nuevo, se resignó y aceptó la oferta de paz. ¡Por Dios Santo! No podía creer que estuviera haciendo tratos de paz con un demonio chupasangre.
El demonio de la máscara blanca hizo un gesto con su mano derecha e, inmediatamente, todas sus sirvientas se sentaron en las butacas que el grupo de tres dejó libres. Todas a excepción de una, la más cercana a la puerta por donde habían entrado. Callahan, en cuanto se dio cuenta, dio un golpe con el hombro a la ángel de cabellos cenizos y señaló con la mirada esa butaca vacía. No pronunció palabra alguna acerca del mal presentimiento que tenía al respecto, pues la ángel había pedido que mantuviera la formas cosa que resultaba muy difícil para él.
-Eres de las que no se andan con rodeos,- el demonio mojó la rosa que tenía en mano en un plato de sangre, Callahan se imaginó que era la sangre de Lupe y por poco estuvo a punto de gritar algo al respecto. - de todas las preguntas posibles: ¿Quién soy, qué hago aquí y por qué tenías que verme antes de recibir al Inmortal? Decides únicamente ordenar que te deje ver al centinela.- lamió los pétalos de rosa- Me gustas Callohun, eres una buena chica. Pero, me temo que el Inmortal tiene asuntos mejores que tratar en este momento. Y yo me preguntó, ¿hay algo mejor que hablar con una flor blanca?- aspiró el aromo de la rosa con la que bebía sangre- Vladimir debería conocer mejor sus prioridades. Afortunadamente, me encargó especialmente a mí, Asmodeo,- pronunció su nombre con cierta indignación- que te entretuviera el tiempo suficiente para que acabe esos asuntos tan importantes-.
Asmodeo se levantó de la su sillón y dio dos aplausos. Cuatro chicas se levantaron a la vez, cogieron su sillón y la mesa y la pusieron bajo del escenario entre las dos líneas de butacas. El demonio chupasangre se sentó y dio otros dos aplausos para hacer sentar de nuevo a las doncellas. Éstas, con una reverencia, obedecieron al instante.
-Disfrute de la función señorita Calhoun, la hice especialmente para usted-
Del centro del escenario se abrió una trampilla y de ella surgió una enorme jaula de hierro en la cual se podía ver a un montón de hombres y mujeres desnudos en su interior. Tenían un aspecto tan lamentable como el que tenía el Clavario cuando se encontró con Elen Calhoun con una diferencia, éstos no habían bebido de la sangre del Inmortal. Llevaban semanas sin comer, los huesos se habían marcado en su piel y ésta formaba pliegues en los huecos que dejaban. En sus espaldas abundaban las cicatrices por latigazos y sus brazos estaban repletos de cortes. Algunos de ellos habían llegado hasta tal punto de arañarse y morderse con tal de suicidarse y no tener que soportar más la tortura de los vampiros.
Entre ellos se encontraba un hombre ya entrado en edad. Había dedicado toda su vida a ayudar a los mendigos de Sacrestic Ville, la ciudad donde los ricos son vampiros y los pobres humanos.
Callahan clavó la daga de Alister a la doncella que se sento a su lado en un arrebato de ira y saltó de la butaca directo al escenario con una velocidad impropia de alguien de su edad. De repente, la puerta de la jaula se abrió sola y los hombres y mujeres de dentro mostraron sus largos y afilados colmillos al Clavario; el vampiro que antes recibía el nombre Lupe incluido.
-No te parece un espectáculo maravilloso- festejó Asmodeo.
* Huracán: ¡Date prisa! Debes rescatar a Jules antes de que E-VHA lo transforme en cibernético (transformación que no se puede realizar sin matar antes al brujo). Conforme más te acercas a E-VHA mayores serán tus rivales. Los dos primeros cibernéticos que te enfrentaste fueron solo un preámbulo de lo que te espera. Llega a El Paritorio y describirlo con el máximo detalle que puedas, puedes usar imágenes de referencia si lo ves requerido. Si atacas a E-VHA deberás de lanzar la Voluntad de los Dioses por ver cuán efectivo es el ataque.
* Elen Calhoun: Perdona a Callahan, es un hombre muy compulsivo. No ha podido soportar más la presión y ha saltado a ver a su amado Lupe encerrado en una jaula en tal mal estado. Ahora está en peligro por todo ese grupo de vampiros que le amenaza. La buena noticia ea que el Padre está armado y puede combatir contra los vampiros, la mala que ha matado una doncella y ha hecho enfadar a Asmodeo. Si tomas la insensatez de combatir contra Asmodeo o cualquiera de sus damas es algo que dejaré a tu elección. Si atacas a Asmodeo deberás de lanzar la Voluntad de los Dioses por ver cuán efectivo es el ataque.
* Ambos: Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman, y Kalla Overholser y Scör.
-Avancemos-
_____________________
Los niños estaban deseando tener un nuevo hermanito con el que jugar tanto como E-VHA deseaba dar a luz a su nuevo hijo: Los enfermos de las paredes llevaban al hombre del exterior hacia la habitación que la madre de todos los cibernéticos solía llamar El Paritorio y los sanos recogían todas las piezas de metal y herramientas que encontraban por el suelo. E-VHA, como buena madre, estaba orgullosa de sus hijos. Los había educado bien y ellos respondían ofreciéndole toda la ayuda que necesitaba para dar a luz.
Dos de los hijos sanos se encargaron de coger al hombre del exterior. Lo primero que hicieron fue amordazarle. El tipo no cesaba ni un solo minuto de hablar y hablar. ¿El hijo que nacería a raíz de su cuerpo sería tan maleducado? Ante la duda, más valía ser previsiva. La madre de los cibernéticos golpeó el pecho del hombre del exterior con su rodilla. E-VHA era una educadora nata. Incluso antes de que sus hijos nacieran ya les estaba educando. Disciplina, esa era la base toda educación.
-Lo siento mi futuro niño,- acarició con dos dedos la mejilla del hombre del exterior mientras le hablaba con una voz cándida digna de una madre- tú me has obligado a hacerlo a comportarte tan mal. Me tendrás que prometer que no lo volverás a hacer. ¿De acuerdo?- la caricia se convirtió en una bofetada- Esperaba que fueras como tu hermana. A ella nunca le tuvimos que amordazar.- volvió con la caricia- ¡A la camilla con él!-
Los dos cibernéticos de cuerpo entero echaron al hombre del exterior en una placa de metal que tenía la apariencia de ser una cama de hospital. Le encadenaron de manos y pies con fuertes grilletes de metal (mucho más fuertes que los que usó Wayne Overholser para atar a su querida hermana) y le pusieron una pesada manta de plomo por encima. Otros dos hijos, sin que su madre les dijera nada, cogieron del techo una enorme bola de metal que contenía toda clase de herramientas colgadas distintos hilos de metal. Entre todas, E-VHA eligió un objeto que parecía ser un puñal de filo candente y lo acercó a los ojos de su nuevo hijo.
-No tengas miedo, mamá está contigo-.
_____________________
El Padre Donald Frank Callahan fue el último del grupo de tres en sentarse. No confiaba en el demonio que, encima del escenario, presidía el anfiteatro. Si por el mismo fuera, jamás se hubiera sentado en una de las butacas. Sin embargo, tuvo que resignarse y obedecer a la ángel de cabellos cenizos. Los ángeles sabían tratar mejor con los demonios, aquello era un echó incuestionable. Con un manotazo, apartó la rosa de la butaca y se sentó junto a la ángel.
Una de las sirvientas del demonio, al ver la rosa que tiró el Padre en el suelo se agachó a recogerla y se la tendió en su mano como si fuera ofrenda de paz. Lo justo hubiera sido estampar la maldita flor en la cara de la chica. Pero, de nuevo, se resignó y aceptó la oferta de paz. ¡Por Dios Santo! No podía creer que estuviera haciendo tratos de paz con un demonio chupasangre.
El demonio de la máscara blanca hizo un gesto con su mano derecha e, inmediatamente, todas sus sirvientas se sentaron en las butacas que el grupo de tres dejó libres. Todas a excepción de una, la más cercana a la puerta por donde habían entrado. Callahan, en cuanto se dio cuenta, dio un golpe con el hombro a la ángel de cabellos cenizos y señaló con la mirada esa butaca vacía. No pronunció palabra alguna acerca del mal presentimiento que tenía al respecto, pues la ángel había pedido que mantuviera la formas cosa que resultaba muy difícil para él.
-Eres de las que no se andan con rodeos,- el demonio mojó la rosa que tenía en mano en un plato de sangre, Callahan se imaginó que era la sangre de Lupe y por poco estuvo a punto de gritar algo al respecto. - de todas las preguntas posibles: ¿Quién soy, qué hago aquí y por qué tenías que verme antes de recibir al Inmortal? Decides únicamente ordenar que te deje ver al centinela.- lamió los pétalos de rosa- Me gustas Callohun, eres una buena chica. Pero, me temo que el Inmortal tiene asuntos mejores que tratar en este momento. Y yo me preguntó, ¿hay algo mejor que hablar con una flor blanca?- aspiró el aromo de la rosa con la que bebía sangre- Vladimir debería conocer mejor sus prioridades. Afortunadamente, me encargó especialmente a mí, Asmodeo,- pronunció su nombre con cierta indignación- que te entretuviera el tiempo suficiente para que acabe esos asuntos tan importantes-.
Asmodeo se levantó de la su sillón y dio dos aplausos. Cuatro chicas se levantaron a la vez, cogieron su sillón y la mesa y la pusieron bajo del escenario entre las dos líneas de butacas. El demonio chupasangre se sentó y dio otros dos aplausos para hacer sentar de nuevo a las doncellas. Éstas, con una reverencia, obedecieron al instante.
-Disfrute de la función señorita Calhoun, la hice especialmente para usted-
_____________________
Del centro del escenario se abrió una trampilla y de ella surgió una enorme jaula de hierro en la cual se podía ver a un montón de hombres y mujeres desnudos en su interior. Tenían un aspecto tan lamentable como el que tenía el Clavario cuando se encontró con Elen Calhoun con una diferencia, éstos no habían bebido de la sangre del Inmortal. Llevaban semanas sin comer, los huesos se habían marcado en su piel y ésta formaba pliegues en los huecos que dejaban. En sus espaldas abundaban las cicatrices por latigazos y sus brazos estaban repletos de cortes. Algunos de ellos habían llegado hasta tal punto de arañarse y morderse con tal de suicidarse y no tener que soportar más la tortura de los vampiros.
Entre ellos se encontraba un hombre ya entrado en edad. Había dedicado toda su vida a ayudar a los mendigos de Sacrestic Ville, la ciudad donde los ricos son vampiros y los pobres humanos.
Callahan clavó la daga de Alister a la doncella que se sento a su lado en un arrebato de ira y saltó de la butaca directo al escenario con una velocidad impropia de alguien de su edad. De repente, la puerta de la jaula se abrió sola y los hombres y mujeres de dentro mostraron sus largos y afilados colmillos al Clavario; el vampiro que antes recibía el nombre Lupe incluido.
-No te parece un espectáculo maravilloso- festejó Asmodeo.
_____________________
* Huracán: ¡Date prisa! Debes rescatar a Jules antes de que E-VHA lo transforme en cibernético (transformación que no se puede realizar sin matar antes al brujo). Conforme más te acercas a E-VHA mayores serán tus rivales. Los dos primeros cibernéticos que te enfrentaste fueron solo un preámbulo de lo que te espera. Llega a El Paritorio y describirlo con el máximo detalle que puedas, puedes usar imágenes de referencia si lo ves requerido. Si atacas a E-VHA deberás de lanzar la Voluntad de los Dioses por ver cuán efectivo es el ataque.
* Elen Calhoun: Perdona a Callahan, es un hombre muy compulsivo. No ha podido soportar más la presión y ha saltado a ver a su amado Lupe encerrado en una jaula en tal mal estado. Ahora está en peligro por todo ese grupo de vampiros que le amenaza. La buena noticia ea que el Padre está armado y puede combatir contra los vampiros, la mala que ha matado una doncella y ha hecho enfadar a Asmodeo. Si tomas la insensatez de combatir contra Asmodeo o cualquiera de sus damas es algo que dejaré a tu elección. Si atacas a Asmodeo deberás de lanzar la Voluntad de los Dioses por ver cuán efectivo es el ataque.
* Ambos: Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman, y Kalla Overholser y Scör.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Jules Roche
Jules se encontraba en una situación de desventaja, observando como Huracán y Overholser combatían las hordas de cibernéticos que salían de las múltiples salas del paritorio. Rápidamente comenzaron a ser superados en número, pero por fortuna, ambos eran ágiles y bastante más inteligentes
-¡Suéltame, tarada! ¡No soy tu hijo! – farfulló el brujo tratando de liberarse de los fuertes brazos de E-VHA, que rápidamente le sacudió un rodillazo en el pecho con su pierna metálica, que rápidamente dejó al amigo de Huracán en el suelo. – Ay… mis costillas. – se quejó el brujo, antes de ser tomado por la espalda por los brazos metálicos y levantado por la biocibernética como si fuese una pluma.
El brujo no perdía el humor ni en situaciones tan comprometidas como en la que se encontraba. Sólo había algo que podía hacer enfurecer al fiel escudero de Anastasia, y no era otra cosa que su hermana.
-¿Mi hermana? ¿Qué sabes tú de Rachel? – preguntó con cara de sorprendido. – Ella… murió. Yo la vi siendo devorada por unos repugnantes chupasangres. – luego comprobó que los rivales y se puso en lo peor. ¿Había convertido E-VHA a Rachel en una de esas criaturas que ahora atacaban a Huracán? Su rostro se palideció cuando se planteó esta posibilidad. - ¿Qué le has hecho, desgraciada? ¿¡Dónde está!?– preguntó el brujo enfurecido, desviando su vista hacia Huracán, que se deshacía de los cibernéticos. Recorriéndolos uno a uno con la mirada. Buscando en vano la lisa melenilla corta y oscura de la siempre risueña e inocente Rachel Roche. Definitivamente, su hermanita bruja de agua, o lo que quiera que fuera ahora tras su encuentro con E-VHA, no se encontraba allí.
E-VHA aprovechó el despiste para propinar al brujo un fuerte golpe y colocarlo sobre una especie de camilla que contaba con grilletes para manos y pies que automáticamente se cerraron, quedando el brujo inmovilizado.
-¡Huracán! – gritó con todas sus fuerzas. - ¡Sabe cosas sobre Rachel! Por favor… Encuentra a mi hermana. – fue lo último que sollozó el brujo, viendo como un hierro candente se acercaba irremediablemente a su rostro. Como había hecho toda su vida, Jules seguía preocupándose más por su hermana pequeña y por el resto de gente que por él mismo. Un hombre de tan noble corazón no merecía el destino tan trágico que estaba a punto de caer sobre él. No… Ella no lo permitiría…
---------------------------------------------
Anastasia Boisson
… Algunos cibernéticos habían ganado tanta distancia por su superioridad numérica que opté por las dagas como mejor solución para combatirlos. Mis habilidades de viento me permitían realizar las acrobacias y desenvolverme con la agilidad que acostumbraba, por lo que podía alejarme de los lentos pero contundentes golpes de las criaturas con relativa facilidad.
Uno de ellos llegó a golpearme en la pierna, pero sin trastabillear salté hacia atrás con una voltereta para rajar su pecho mientras me encontraba bocabajo en el aire, caí de pie justo a la espalda de uno que tomé por el cuello, coloqué la ballesta rápidamente sobre sus sesos y disparé. Desparramándose aquel cerebro semidescompuesto por toda la sala y en parte de mi rostro.
A continuación di una voltereta hacia un lateral para esquivar el golpe de un tercero que trató de golpearme, en vano y sentí una enorme flecha cortarle el brazo. Era un disparo de Overholser había optado por ayudarme tras verse él más liberado de enemigos.
Dos más corrieron hacia mí. Provoqué una fuerte corriente de aire que les hizo estrellarse contra una de las paredes blanquecinas del paritorio. Me encontraba tan enfurecida, tan consumida por el odio y la injusticia, que apreté mis puños y, en ese momento, como por arte de magia, ambos quedaron ligados a mi puño, moviéndose a tenor de éste. Era una especie de habilidad telequinética y de aire que hasta el momento no había logrado desarrollar. Moví el brazo hacia atrás y sus cuerpos se separaron de la pared, y rápidamente extendí la palma de la mano hacia delante y los hice golpearse contra la pared. Sonando un fuerte estruendo. En aquel momento “Libera tu odio. Lucha por tu causa.”, clamó una voz en mi cabeza. Pero no era la mía, tan sólo decidí hacerle caso. Así, estrellé contra la pared los cuerpos vinculados a mis manos una vez más, y otra, y otra. Lo hice tantas veces que acabé reventándoles la cabeza, soltando un fuerte y prolongado grito en el último golpe que hizo que sus cabezas literalmente reventasen, para finalmente arrojarlos contra otros que venían hacia mí con todas mis fuerzas.
-Joder… - musité yo misma, sorprendida de lo que había hecho, respirando fuerte por el agotamiento y el derroche de maná necesario para deshacerme de ellos. No me gustaba el ensañamiento. Era algo más propio de dementes como Mortagglia o Vladimir que de gente civilizada. En ese momento sentí la voz que antes me había hablado de nuevo en mi cabeza, riéndose. “¿Ves como no somos tan diferentes, Anastasia?”, preguntó la voz, sin esperar respuesta. Era una voz reconocible. ¿Impresiones mías? No. Era la voz de Mortagglia. La Dama podía comunicarse conmigo por medio de la marca que el propio Vladimir me había hecho en nuestro primer encuentro. No era la primera vez que lo hacía. Y era una reina jugando con la psicología de la gente.
Tras unos instantes de reflexión por la violenta maniobra que había realizado y ya cuando quedaban pocos biocibernéticos en la sala. Volví la vista hacia Jules, que se encontraba anclado en una mesa, suplicando no que le ayudara a él, sino que me centrase ya en rescatar a su hermana Rachel, a la que creía muerta y que, por lo visto, tenía algún tipo de relación con E-VHA y los biocibernéticos. ¿Había convertido aquel repugnante ser a la hermana de Jules en uno de aquellas criaturas?
Fuera cual fuera la respuesta, jamás abandonaría a Jules. Daría la vida por él del mismo modo que él la daba siempre por todos. La cibernética amenazaba peligrosamente con un hierro candente a mi amigo. – Te salvaré. – me dije para autoconvencerme de que podía rescatarle. Estaba lejos, no tenía las ballestas cargadas, pero aún podía.
Apreté los dientes, no tenía tiempo para recargar una flecha, de manera que corrí en línea recta hacia la mujer mecánica. - ¡Ash balla ná! – grité para tratar de desestabilizarla y empotrarla contra la pared, algo que no sabía si terminaría consiguiendo pues casi sin pensar desenfundé mi ballesta pesada. ¿Sin flechas? Sí. Pero con una enorme y afilada bayoneta sobresaliendo de la parte posterior del mástil. Corrí tan rápido como pude, tratando de que el maná sobre mis pies me ayudara ganar aún más velocidad. Ensartarla. Empalarla. Estaba furiosa. Tenía que hacerlo. Y lo haría con mucho placer. Por Jules, por Rachel y por los cazadores de vampiros.
*Subrayado habilidad: El poder de la mente
- Paritorio:
De este estilo, pero mucho más grande y espacioso
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
El miembro 'Huracán' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tyr
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2234
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Haciendo caso al comentario de la centinela, Callahan decidió tomar asiento en otra de las butacas, pero a diferencia del dragón, que había apartado la rosa de forma educada y con disimulo, el Clavario optó por tirarla al suelo de un manotazo, acción que no pasó desapercibida. Una de las damas se agachó para recogerla y devolvérsela al predicador, gesto que dado el carácter del mismo podría haber desatado el conflicto, pero en vez de insultarla o rechazar nuevamente la flor, Callahan aceptó la rosa, aunque de mala gana. Una vez arreglado ese detalle, su anfitrión hizo una señal con la diestra, e inmediatamente todas las mujeres presentes en la sala ocuparon las butacas que aún quedaban vacías, todas excepto una.
El predicador se percató de aquel vacío y no dudó en hacérselo notar a la hechicera, que de forma disimulada comenzó a escrutar con la mirada la estancia, en busca de la posible persona oculta para la que estaba preparada. ¿Pertenecía a otra dama? ¿Esperaban que Huracán hubiese llegado con ellos para ocuparla? No tenía idea, pero todo apuntaba a que no conseguirían su objetivo sin luchar, la cuestión era, ¿a qué estaba esperando el enmascarado?
Él también sujetaba una rosa y se entretenía mojándola en la sangre de un plato cercano, para luego lamer con lentitud cada uno de los pétalos. Extraña forma de saborear el rojizo líquido, pero al menos no se parecía a Mortagglia ni a ninguno de sus descerebrados seguidores, aquel individuo todavía no les había atacado ni utilizado a sus sirvientas para ello, lo que demostraba que tenía algo más grande planeado. En cuanto comenzó a hablar, Asmodeo dejó caer que el autoritario carácter de la hechicera le agradaba pero que por desgracia, Vladimir estaba ocupado y no podía atenderla aún.
¿Qué estaría haciendo el inmortal? ¿Acaso había aprovechado la división del grupo para ir a por Huracán y cumplir la tarea que Mortagglia le había encomendado? No, Elen prefería pensar que no era eso, o todo podría irse al traste. Ella estaba dispuesta a defenderlo ante la cazadora, pero si él la atrapaba primero y la transformaba no podría perdonarlo, debía interponerse entre ambos para que tanto uno como el otro estuviesen a salvo. Ignorando la forma en que se refería a ella, llamándola flor blanca, la bruja escuchó el resto de sus palabras, asumiendo que era deseo del centinela el reunirse con ella, pero que tendría que esperar un poco hasta que eso sucediese.
Asmodeo simplemente sería el encargado de entretenerla hasta que Vladimir llegase, y para ello había preparado lo que él mismo denominaba como una función, aunque lejos estaba de parecerse a una. Tras levantarse de su cómodo y mullido sillón, el vampiro aplaudió dos veces, señal a la que cuatro de sus sirvientas respondieron inmediatamente, abandonando sus asientos para trasladar el de su señor a una posición más adecuada, junto con la mesa en la que descansaba el plato de sangre con que solía entretenerse. Dos aplausos más bastaron para que todas regresasen a sus sitios, momento en que el vampiro anunció su función, especialmente preparada para la de cabellos cenicientos.
Una trampilla se abrió en mitad del escenario, dando paso a una enorme jaula de hierro repleta de personas desnudas y terriblemente desnutridas. Elen sujetó con fuerza uno de los brazos de su butaca al ver las cicatrices que poblaban los cuerpos de aquellos hombres y mujeres, conteniéndose para no saltar contra Asmodeo y hacerle pagar por ello, pero el predicador no pudo aguantar lo que veía, y tras hundir la daga que el dragón le había entregado en una de las sirvientas, saltó a toda velocidad hacia el escenario. La acción del Clavario desató el conflicto, pero no entre ellos y las damas de la sala, sino entre su persona y las que se encontraban dentro de la jaula, ahora abierta, mostrándole los colmillos.
No se trataba de humanos maltratados sino de vampiros, ¿cómo permitía Vladimir que se torturase de ese modo a los suyos? ¿Hacía distinción entre miembros de su propia raza? No tenía sentido, al menos no para la hechicera, que mantenía en su memoria las palabras de Tarivius acerca del inmortal. Sin tiempo para pensar en ello ni intentar comprenderlo, Elen abandonó su butaca y echó mano a la daga del cinturón, mientras su compañero hacía lo propio, dejando su enrollada gabardina junto a la rosa que no había decidido aceptar. - ¡Ayuda a Callahan! - indicó la centinela, y Alister se limitó a asentir levemente en respuesta, antes de comenzar a transformarse lo más rápido que podía.
Todo su cuerpo cambió drásticamente en cuestión de un minuto, tiempo en que la de ojos verdes se vio obligada a proteger tanto al alado como al predicador, vigilando a Asmodeo y a sus sirvientas por el rabillo del ojo mientras con descargas certeras, aturdía a algunos de los vampiros del interior de la jaula para que no consiguiesen salir. Eso facilitaría en cierta medida el combate al anciano, pero la superioridad numérica era algo a tener en cuenta, o al menos lo fue, hasta que el dragón, ya en su forma bestial, rugió con fiereza y comenzó a lanzar llamaradas contra aquellos seres de la noche que se encontraban más próximos a su posición.
Segura de que entre ambos podrían ocuparse de aquel problema, Elen se giró repentinamente y combinando sus poderes de viento con la telequinesis, arrojó la daga que acababa de extraer del cinturón contra el hombro izquierdo de Asmodeo, preparando una descarga para que en caso de acertar a su objetivo, ésta cruzase el espacio que los separaba y transmitiese la electricidad directamente al interior del cuerpo de su anfitrión. Con esto esperaba causarle el daño suficiente como para neutralizar la amenaza que suponía y dejarle claro que las cosas se harían a su manera, la joven no esperaría a que Vladimir fuese a verla, sino que utilizaría al enmascarado para que la llevase ante el inmortal de inmediato.
El predicador se percató de aquel vacío y no dudó en hacérselo notar a la hechicera, que de forma disimulada comenzó a escrutar con la mirada la estancia, en busca de la posible persona oculta para la que estaba preparada. ¿Pertenecía a otra dama? ¿Esperaban que Huracán hubiese llegado con ellos para ocuparla? No tenía idea, pero todo apuntaba a que no conseguirían su objetivo sin luchar, la cuestión era, ¿a qué estaba esperando el enmascarado?
Él también sujetaba una rosa y se entretenía mojándola en la sangre de un plato cercano, para luego lamer con lentitud cada uno de los pétalos. Extraña forma de saborear el rojizo líquido, pero al menos no se parecía a Mortagglia ni a ninguno de sus descerebrados seguidores, aquel individuo todavía no les había atacado ni utilizado a sus sirvientas para ello, lo que demostraba que tenía algo más grande planeado. En cuanto comenzó a hablar, Asmodeo dejó caer que el autoritario carácter de la hechicera le agradaba pero que por desgracia, Vladimir estaba ocupado y no podía atenderla aún.
¿Qué estaría haciendo el inmortal? ¿Acaso había aprovechado la división del grupo para ir a por Huracán y cumplir la tarea que Mortagglia le había encomendado? No, Elen prefería pensar que no era eso, o todo podría irse al traste. Ella estaba dispuesta a defenderlo ante la cazadora, pero si él la atrapaba primero y la transformaba no podría perdonarlo, debía interponerse entre ambos para que tanto uno como el otro estuviesen a salvo. Ignorando la forma en que se refería a ella, llamándola flor blanca, la bruja escuchó el resto de sus palabras, asumiendo que era deseo del centinela el reunirse con ella, pero que tendría que esperar un poco hasta que eso sucediese.
Asmodeo simplemente sería el encargado de entretenerla hasta que Vladimir llegase, y para ello había preparado lo que él mismo denominaba como una función, aunque lejos estaba de parecerse a una. Tras levantarse de su cómodo y mullido sillón, el vampiro aplaudió dos veces, señal a la que cuatro de sus sirvientas respondieron inmediatamente, abandonando sus asientos para trasladar el de su señor a una posición más adecuada, junto con la mesa en la que descansaba el plato de sangre con que solía entretenerse. Dos aplausos más bastaron para que todas regresasen a sus sitios, momento en que el vampiro anunció su función, especialmente preparada para la de cabellos cenicientos.
Una trampilla se abrió en mitad del escenario, dando paso a una enorme jaula de hierro repleta de personas desnudas y terriblemente desnutridas. Elen sujetó con fuerza uno de los brazos de su butaca al ver las cicatrices que poblaban los cuerpos de aquellos hombres y mujeres, conteniéndose para no saltar contra Asmodeo y hacerle pagar por ello, pero el predicador no pudo aguantar lo que veía, y tras hundir la daga que el dragón le había entregado en una de las sirvientas, saltó a toda velocidad hacia el escenario. La acción del Clavario desató el conflicto, pero no entre ellos y las damas de la sala, sino entre su persona y las que se encontraban dentro de la jaula, ahora abierta, mostrándole los colmillos.
No se trataba de humanos maltratados sino de vampiros, ¿cómo permitía Vladimir que se torturase de ese modo a los suyos? ¿Hacía distinción entre miembros de su propia raza? No tenía sentido, al menos no para la hechicera, que mantenía en su memoria las palabras de Tarivius acerca del inmortal. Sin tiempo para pensar en ello ni intentar comprenderlo, Elen abandonó su butaca y echó mano a la daga del cinturón, mientras su compañero hacía lo propio, dejando su enrollada gabardina junto a la rosa que no había decidido aceptar. - ¡Ayuda a Callahan! - indicó la centinela, y Alister se limitó a asentir levemente en respuesta, antes de comenzar a transformarse lo más rápido que podía.
Todo su cuerpo cambió drásticamente en cuestión de un minuto, tiempo en que la de ojos verdes se vio obligada a proteger tanto al alado como al predicador, vigilando a Asmodeo y a sus sirvientas por el rabillo del ojo mientras con descargas certeras, aturdía a algunos de los vampiros del interior de la jaula para que no consiguiesen salir. Eso facilitaría en cierta medida el combate al anciano, pero la superioridad numérica era algo a tener en cuenta, o al menos lo fue, hasta que el dragón, ya en su forma bestial, rugió con fiereza y comenzó a lanzar llamaradas contra aquellos seres de la noche que se encontraban más próximos a su posición.
Segura de que entre ambos podrían ocuparse de aquel problema, Elen se giró repentinamente y combinando sus poderes de viento con la telequinesis, arrojó la daga que acababa de extraer del cinturón contra el hombro izquierdo de Asmodeo, preparando una descarga para que en caso de acertar a su objetivo, ésta cruzase el espacio que los separaba y transmitiese la electricidad directamente al interior del cuerpo de su anfitrión. Con esto esperaba causarle el daño suficiente como para neutralizar la amenaza que suponía y dejarle claro que las cosas se harían a su manera, la joven no esperaría a que Vladimir fuese a verla, sino que utilizaría al enmascarado para que la llevase ante el inmortal de inmediato.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
El miembro 'Elen Calhoun' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tyr
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2234
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
¡Qué listos eran sus hijos! No hacía falta que dijera nada, en cuanto uno veía que su mamá estaba en peligro corría a defenderla. E-VHA les había educado, con mano dura y a la antigua usanza, y los niños mostraban su gratitud atacando a las personas del exterior, los futuros hermanos para sus hijos, que no dejaban que el parto se diera lugar.
Las personas del exterior eran muy maleducadas. No tenían respeto por nada. ¡A una madre no se le levanta la mano! Y los del exterior lo hacían. En especial la chica. Era, sin duda, la más insolente de sus futuros hijos. Tendría que trabajar mucho en ella hasta convertirla en una dulce y servicial como Rachel. Nadie discutiría el gran trabajo que hizo E-VHA con Rachel. Hubiera estado bien obligar a la niña a quedarse con su madre. Pero, el peor de sus hijos abrió la puerta y lo estropeó todo. Él era tan insolente como la chica del exterior a la que se enfrentaba. No daba saltos por el aire ni disparaba puntas de acero con ningún aparato; pero dijo las mismas palabrotas que estaba murmurando la chica del exterior.
E-VHA dejó de trabajar con su futuro hijo. Luego continuaría con el parto; porque a continuarlo, de eso estaba segura. Pero, primero, la chica del exterior obtendría la educación que estaba pidiendo a gritos.
Uno de sus hijos, de los mejores que hubo engendrado, se interpuso entre los golpes de la chica del exterior y ella. Cayó al suelo y E-VHA paró unos segundos para besarle la frente en son de agradecimiento por su acto de valía. ¡Qué bien educado estaba!
-No tienes respeto,- miró a la chica del exterior con unos ojos que resplandecían con una luz de color rojo intenso- eres una insolente y una maleducada. ¿No te da vergüenza atacar así a tu hermano? Te he prometido que te protegería de los vampiros y te dije que serías feliz. ¿Así me respondes?- acostó con delicadeza a su hijo herido en el suelo- Eres…- no pudo terminar la frase. Vladimir tenía algo que decir a la madre de los niños de acero.
“EVHA”.
Estas en la cama del hospital de Lunargenta. Lloras. Una madre que está dando a luz tiene que llorar. Es doloroso. A tu lado, ADM-01 aprieta la mano. Te dice que todo saldrá bien. Asomado entre tus piernas, el elfo que hace de doctor insiste en que mantengas la calma. Tú hijo está a punto de venir.
“E-VHA”.
Cierra los ojos. Siente el calor de tu propia fuerza. Estás regalando a Aerandir un bebé con una nueva vida. Debes dar toda tu fuerza que no es poca. La voz dulce que oyes así te lo dice. No es ADM-01 ni tampoco el elfo que te ayuda a dar luz; la dulce y melódica voz pertenece a quien en estos años te ha regalado la felicidad de ver lo que quieres ver y de sentir lo que quieres sentir. Es él quien te ha convertido en la madre.
“E-VHA”.
No dejas que nadie interrumpa la avenida de tu nuevo hijo. Lucha, usa tus fuerzas contra aquellos a quienes llamas maleducados.
“E-VHA”.
¿Función, espectáculo, teatro? Una mierda. Así fue como Callahan describió para sí la escena que Asmodeo les presentó: Como una puta mierda. Y que Dios Padre le perdonase por sus blasfemias pero la ocasión lo merecía. Joder si lo merecía. ¡Había subido a un puto escenario a pelear cuchillo en mano contra el hombre que amaba! Jodidos demonios.
-Lupe,- su voz sonó débil y entrecortada- ¿qué te han hecho?-
Lupe no contestó con palabras, lo hizo con un grito más propio de un animal que el hombre que fue. Dios Padre lo acogiera en el cielo con su gloria bendita, pues aquí en la tierra los demonios vampiros habían convertido al hombre en la bestia. En una bestia que, a pesar de lo mucho que gritase, seguía teniendo la tosca voz de Lupe.
Aprovechándose de la situación, uno de los vampiros, uno que se había librado del fuego del dragón, quiso atrapar al Padre Donald Callahan por la espalda. Insensato demonio. El predicador fue mucho más rápido, por cómo se movía nadie diría que había superado la cincuentena de años. Hizo que el osado vampiro callera al suelo. Su aspecto tan demacrado le producía nauseas. Y esas heridas abiertas, eran asquerosas. Le llamó la atención una que parecía tener la forma de un seis invertido tachado por un círculo y dentro de otro más grande. El seis sangraba casi tanto como lo hacían las marcas de los azotes. ¿Lupe tendría otra clase de número invertido? Deseaba no estar nunca tan cerca de esa bestia que antes amó para ver sus heridas. Si llegase a ocurrir, Dios Padre no perdonaría las blasfemias que gritaría a pleno pulmón.
El cuchillo atravesó la parte del cuerpo que une el hombro con el pecho. Fue doloroso, por supuesto, como también fue digno de la preciosa flor de pelos cenizos. ¿Quién, sino ella, sería tan valeroso e idiota como para intentar herirle? Vino el golpe eléctrico. Nació en el puñal y, por todo su cuerpo, descendió hasta los dedos de sus pies. Otro, en su situación, estaría muerto o llorando de puro dolor. Asmodeo, sin embargo, río.
Cogió la rosa, la mojó en su propia sangre y alzó en el aire señalando hacia Elen Calhoun- A vuestra salud- lamió la rosa con una sonrisa. Ni sus doncellas le daban tanto placer como le había dado Elen al herirlo de gravedad.
Sirvientas de Asmodeo, todas a excepción de la muerta por Callahan, se levantaron al unísono y repitieron palabra por palabra la frase de su señor.
- A vuestra salud- se volvieron a sentar inmediatamente después de haber hablando.
-¿No son encantadoras?- gritó Asmodeo alargando los brazos de forma que pudiera estar acogiendo en sus brazos a todas sus sirvientas- Me siento tan afortunado con ellas a mí lado. Dime, Elen Calhoun, ¿tú te sientes afortunada con las personas que tienes a tu alrededor?- dejó un momento de silencio para que Elen respondiera y añadió- yo no lo estaría al saber que uno de tus amigos es un maleducado que poco sabe sobre el respeto y la consideración de los buenos anfitriones- Se refería a Callahan, el asesino de vampiros que mató a su sirvienta.
Lanzó la rosa con la que bebía sangre, empujó la mesa con tanta fuerza que la volcó boca abajo y se puso en pie de un salto. Hasta el momento había sido un perfecto anfitrión y había amenizado la velada tan bien como hubo sabido. Nadie lo podía negar. Incluso había compartido sus rosas con Elen Calhoun y compañía. A cambio, el Clavario, se lo agradeció matando a una de sus preciosas chicas.
De un fuerte tirón se sacó el cuchillo que Elen, lo lamió unas cuantas veces para que no se desperdiciara ni una sola gota de sangre y caminó, lentamente y con su nueva arma en mano, hacia el centro del escenario.
* Huracán: Vladimir te quiere ver muerta. Obviamente, eres una cazadora de vampiros y él es un vampiro. Es por eso que usa la vulnerable mente de E-VHA para haciéndola ver como una madre humana que está dando a luz para que use todas sus fuerzas contra ti. En este turno deberás combatir contra ella. Que sean los Dioses con sus runas quienes predigan la suerte de tu combate
* Elen Calhoun: Tu confrontación viene dada por Asmodeo al cual, Callahan faltó a su respeto asesinando a una de sus sirvientas y tú le has vuelto a ofender a atándolo sin que él te atacase antes. Grave error, si es que querías quedar bien delante de Vladimir, esa no eran las formas. Nunca es tarde para una disculpa y eso es lo que te propongo. Tienes la oportunidad de disculparte con Asmodeo y seguir con el espectáculo que él, con tanto cariño, te preparó; pero también tienes la opción de continuar con el combate. Elijas lo que elijas, deberás de lanzar la Voluntad de los Dioses.
* Ambos: Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman, y Kalla Overholser y Scör.
Las personas del exterior eran muy maleducadas. No tenían respeto por nada. ¡A una madre no se le levanta la mano! Y los del exterior lo hacían. En especial la chica. Era, sin duda, la más insolente de sus futuros hijos. Tendría que trabajar mucho en ella hasta convertirla en una dulce y servicial como Rachel. Nadie discutiría el gran trabajo que hizo E-VHA con Rachel. Hubiera estado bien obligar a la niña a quedarse con su madre. Pero, el peor de sus hijos abrió la puerta y lo estropeó todo. Él era tan insolente como la chica del exterior a la que se enfrentaba. No daba saltos por el aire ni disparaba puntas de acero con ningún aparato; pero dijo las mismas palabrotas que estaba murmurando la chica del exterior.
E-VHA dejó de trabajar con su futuro hijo. Luego continuaría con el parto; porque a continuarlo, de eso estaba segura. Pero, primero, la chica del exterior obtendría la educación que estaba pidiendo a gritos.
Uno de sus hijos, de los mejores que hubo engendrado, se interpuso entre los golpes de la chica del exterior y ella. Cayó al suelo y E-VHA paró unos segundos para besarle la frente en son de agradecimiento por su acto de valía. ¡Qué bien educado estaba!
-No tienes respeto,- miró a la chica del exterior con unos ojos que resplandecían con una luz de color rojo intenso- eres una insolente y una maleducada. ¿No te da vergüenza atacar así a tu hermano? Te he prometido que te protegería de los vampiros y te dije que serías feliz. ¿Así me respondes?- acostó con delicadeza a su hijo herido en el suelo- Eres…- no pudo terminar la frase. Vladimir tenía algo que decir a la madre de los niños de acero.
_____________________
“EVHA”.
Estas en la cama del hospital de Lunargenta. Lloras. Una madre que está dando a luz tiene que llorar. Es doloroso. A tu lado, ADM-01 aprieta la mano. Te dice que todo saldrá bien. Asomado entre tus piernas, el elfo que hace de doctor insiste en que mantengas la calma. Tú hijo está a punto de venir.
“E-VHA”.
Cierra los ojos. Siente el calor de tu propia fuerza. Estás regalando a Aerandir un bebé con una nueva vida. Debes dar toda tu fuerza que no es poca. La voz dulce que oyes así te lo dice. No es ADM-01 ni tampoco el elfo que te ayuda a dar luz; la dulce y melódica voz pertenece a quien en estos años te ha regalado la felicidad de ver lo que quieres ver y de sentir lo que quieres sentir. Es él quien te ha convertido en la madre.
“E-VHA”.
No dejas que nadie interrumpa la avenida de tu nuevo hijo. Lucha, usa tus fuerzas contra aquellos a quienes llamas maleducados.
“E-VHA”.
_____________________
¿Función, espectáculo, teatro? Una mierda. Así fue como Callahan describió para sí la escena que Asmodeo les presentó: Como una puta mierda. Y que Dios Padre le perdonase por sus blasfemias pero la ocasión lo merecía. Joder si lo merecía. ¡Había subido a un puto escenario a pelear cuchillo en mano contra el hombre que amaba! Jodidos demonios.
-Lupe,- su voz sonó débil y entrecortada- ¿qué te han hecho?-
Lupe no contestó con palabras, lo hizo con un grito más propio de un animal que el hombre que fue. Dios Padre lo acogiera en el cielo con su gloria bendita, pues aquí en la tierra los demonios vampiros habían convertido al hombre en la bestia. En una bestia que, a pesar de lo mucho que gritase, seguía teniendo la tosca voz de Lupe.
Aprovechándose de la situación, uno de los vampiros, uno que se había librado del fuego del dragón, quiso atrapar al Padre Donald Callahan por la espalda. Insensato demonio. El predicador fue mucho más rápido, por cómo se movía nadie diría que había superado la cincuentena de años. Hizo que el osado vampiro callera al suelo. Su aspecto tan demacrado le producía nauseas. Y esas heridas abiertas, eran asquerosas. Le llamó la atención una que parecía tener la forma de un seis invertido tachado por un círculo y dentro de otro más grande. El seis sangraba casi tanto como lo hacían las marcas de los azotes. ¿Lupe tendría otra clase de número invertido? Deseaba no estar nunca tan cerca de esa bestia que antes amó para ver sus heridas. Si llegase a ocurrir, Dios Padre no perdonaría las blasfemias que gritaría a pleno pulmón.
_____________________
El cuchillo atravesó la parte del cuerpo que une el hombro con el pecho. Fue doloroso, por supuesto, como también fue digno de la preciosa flor de pelos cenizos. ¿Quién, sino ella, sería tan valeroso e idiota como para intentar herirle? Vino el golpe eléctrico. Nació en el puñal y, por todo su cuerpo, descendió hasta los dedos de sus pies. Otro, en su situación, estaría muerto o llorando de puro dolor. Asmodeo, sin embargo, río.
Cogió la rosa, la mojó en su propia sangre y alzó en el aire señalando hacia Elen Calhoun- A vuestra salud- lamió la rosa con una sonrisa. Ni sus doncellas le daban tanto placer como le había dado Elen al herirlo de gravedad.
Sirvientas de Asmodeo, todas a excepción de la muerta por Callahan, se levantaron al unísono y repitieron palabra por palabra la frase de su señor.
- A vuestra salud- se volvieron a sentar inmediatamente después de haber hablando.
-¿No son encantadoras?- gritó Asmodeo alargando los brazos de forma que pudiera estar acogiendo en sus brazos a todas sus sirvientas- Me siento tan afortunado con ellas a mí lado. Dime, Elen Calhoun, ¿tú te sientes afortunada con las personas que tienes a tu alrededor?- dejó un momento de silencio para que Elen respondiera y añadió- yo no lo estaría al saber que uno de tus amigos es un maleducado que poco sabe sobre el respeto y la consideración de los buenos anfitriones- Se refería a Callahan, el asesino de vampiros que mató a su sirvienta.
Lanzó la rosa con la que bebía sangre, empujó la mesa con tanta fuerza que la volcó boca abajo y se puso en pie de un salto. Hasta el momento había sido un perfecto anfitrión y había amenizado la velada tan bien como hubo sabido. Nadie lo podía negar. Incluso había compartido sus rosas con Elen Calhoun y compañía. A cambio, el Clavario, se lo agradeció matando a una de sus preciosas chicas.
De un fuerte tirón se sacó el cuchillo que Elen, lo lamió unas cuantas veces para que no se desperdiciara ni una sola gota de sangre y caminó, lentamente y con su nueva arma en mano, hacia el centro del escenario.
_____________________
* Huracán: Vladimir te quiere ver muerta. Obviamente, eres una cazadora de vampiros y él es un vampiro. Es por eso que usa la vulnerable mente de E-VHA para haciéndola ver como una madre humana que está dando a luz para que use todas sus fuerzas contra ti. En este turno deberás combatir contra ella. Que sean los Dioses con sus runas quienes predigan la suerte de tu combate
* Elen Calhoun: Tu confrontación viene dada por Asmodeo al cual, Callahan faltó a su respeto asesinando a una de sus sirvientas y tú le has vuelto a ofender a atándolo sin que él te atacase antes. Grave error, si es que querías quedar bien delante de Vladimir, esa no eran las formas. Nunca es tarde para una disculpa y eso es lo que te propongo. Tienes la oportunidad de disculparte con Asmodeo y seguir con el espectáculo que él, con tanto cariño, te preparó; pero también tienes la opción de continuar con el combate. Elijas lo que elijas, deberás de lanzar la Voluntad de los Dioses.
* Ambos: Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman, y Kalla Overholser y Scör.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Iba con la bayoneta dispuesta a ensartarla. Apreté los dientes y gruñí para generar más fuerza en el impacto. Justo antes de llegar a ella, uno de sus otros “hijos” se cruzó en mi camino y me frenó por completo. Atravesé su estómago de lado a lado y ambos caímos al suelo. Escuché a la biocibernética quejarse por la pérdida. Rápidamente desensarté el arma del cuerpo del biocibernético y di un salto hacia atrás con voltereta incluida para alejarme del cuerpo. Caí de pie, pero en cuanto puse un pie en el suelo, una imagen de la Dama apareció en mi mente durante una décima de segundo
Tomé de mi carcaj un virote para la ballesta pesada mientras la constructora de seres mecanizados se lamentaba por la pérdida de su hijo, atravesado por la bayoneta de mi arma. La situación podría ser hasta cierto punto trágica de no ser por el nada nimio detalle de que el hijo al que había asesinado era una mezcla de restos humanos robotizados que había creado aquella que se autoproclamaba madre de todos los biocibernéticos de la Hermandad.
-¿Respeto por alguien que toma los restos de inocentes asesinados a sangre fría para generar abominaciones de la naturaleza sin alma que le sirvan en sus malévolos propósitos? – le contesté utilizando una pregunta. Sin dejar de andar de un lado a otro. No cabía duda de que aquella mujer estaba mal de la cabeza. – Eres igual de repugnante que Vladimir y Mortagglia.
Dijera lo que dijera, la biocibernética no parecía hacerme caso alguno. Me fijé en su mirada. Estaba completamente en su mundo, abstraída. Posando sin vida junto a su hijo. Presentaba la misma mirada de posesión que había visto en Elen justo antes de entrar en la capilla. Por alguna extraña causa que desconocía, Vladimir debía tener suficiente poder como para lavarles el cerebro. Conmigo no era capaz de realizar aquellos trucos, probablemente la Dama tuviera algo que ver con todo eso y, en cierto modo, me protegiera de su propio lugarteniente, aunque teniendo en cuenta lo retorcida que era, no sé hasta qué punto esto era bueno o malo.
-Voy a enseñarte modales. Y luego daré a luz a la más prodigiosa de mis hijas. – indicó, levantándose de una vez por todas.
-Vladimir os come el cerebro. A ti y a Elen. – le dije a la biocibernética tras su decepcionante comentario. – A ella la salvaré de su influencia. Pero tú no tienes solución. – Tras haber observado la mirada de la cibernética, la misma que la de Elen, pude concluir que la de cabellos nevados también se encontraba bajo la influencia del inmortal. Si bien era cierto que era una centinela como su compañero vampiro, la maldad de éste podría hacer que se aprovechara de mi buena amiga para sus fines oscuros o incluso convertirla en una seguidora de Mortagglia. No podía permitirlo. Tenía que liberarla como fuera.
Pero eso sería harina de otro costal, de momento tenía por delante el combate contra E-vha, que se tornaba así decisivo. Si no vencía a la mujer, Jules perdería la vida y aquella criatura seguiría produciendo biocibernéticos como los que asaltaron las islas hace unos meses junto a los vampiros. Además debía vencerla no sólo por Jules y por Elen, sino también por Rachel, quien por lo visto había corrido la mala suerte de pasar por las manos de aquella criatura de repugnante existencia.
Cuando terminó su "conversación telepática" con Vlad, la biocibernética corrió hacia mí. Si me golpeaba con aquellos fuertes puños podría llegar a partirme un hueso, por lo que tenía que mantenerme en la distancia. Antes de que llegara a mí miré a Jules para transmitirle tranquilidad, él me observaba desde su posición, maniatado en aquella especie de camilla, y con evidente gesto de angustia.
Salté por encima de ella y le disparé con las ballestas pequeñas en la espalda. Sin obtener resultado alguno. La espalda la tenía protegida. Por su parte, Overholser pronto se sumó al combate una vez sólo quedábamos nosotros y ella en la habitación. Disparó un virote largo a la cabeza de la mujer que ésta detuvo con su brazo, haciendo que la flecha rebotase y saliese despedida. Las extremidades tampoco eran su punto débil.
Agarró una especie de placa metálica que había en el suelo y la lanzó contra mí. Me impulsé en conjunción con el viento sobre mis pies para realizar un salto con pirueta lateral y esquivar el objeto pero lo hizo con tanta fuerza que me llegó a dar en una de las piernas, derribándome. Momento que ella aprovechó para llegar hasta a mí y alzarme.
Me levantó como la que levanta una pluma y me empotró fuertemente contra la pared. Cogiéndome por el cuello, cerró su puño y se dispuso a golpearme, pero gracias a una de mis ballestas pequeñas pude dispararle en el vientre. Aquí sí que pareció hacerle daño, pues el impacto redujo la fuerza con la que me sujetaba, pudiendo apartar la cabeza del lugar en el que iba impactar con el puño. Conseguí liberarme de su agarre y rodé varias veces por el suelo. La mujer dejó la huella del puño en la pared, no quería ni pensar qué habría pasado si ahí hubiese estado mi cabeza.
-¡Ash balla ná! – conjuré desde el suelo, empujando mi mano extendida hacia delante y generando una fuerte corriente con la que pretendí hacerla volar por los aires. La criatura salió despedida y chocó contar la otra pared de la habitación. Tomé mi ballesta pesada, me levanté y corrí hacia ella. - ¡Overholser! ¡Ahora! ¡Al vientre! – grité para que la acribillara desde su posición. Yo nuevamente volví a tensar la cuerda de la mejor de mis ballestas y traté de apuntarle mientras aún estaba en el suelo. Si al menos una de las dos flechas conseguía darle con suerte la inmovilizaría y, en el mejor de los casos la mataría.
Tomé de mi carcaj un virote para la ballesta pesada mientras la constructora de seres mecanizados se lamentaba por la pérdida de su hijo, atravesado por la bayoneta de mi arma. La situación podría ser hasta cierto punto trágica de no ser por el nada nimio detalle de que el hijo al que había asesinado era una mezcla de restos humanos robotizados que había creado aquella que se autoproclamaba madre de todos los biocibernéticos de la Hermandad.
-¿Respeto por alguien que toma los restos de inocentes asesinados a sangre fría para generar abominaciones de la naturaleza sin alma que le sirvan en sus malévolos propósitos? – le contesté utilizando una pregunta. Sin dejar de andar de un lado a otro. No cabía duda de que aquella mujer estaba mal de la cabeza. – Eres igual de repugnante que Vladimir y Mortagglia.
Dijera lo que dijera, la biocibernética no parecía hacerme caso alguno. Me fijé en su mirada. Estaba completamente en su mundo, abstraída. Posando sin vida junto a su hijo. Presentaba la misma mirada de posesión que había visto en Elen justo antes de entrar en la capilla. Por alguna extraña causa que desconocía, Vladimir debía tener suficiente poder como para lavarles el cerebro. Conmigo no era capaz de realizar aquellos trucos, probablemente la Dama tuviera algo que ver con todo eso y, en cierto modo, me protegiera de su propio lugarteniente, aunque teniendo en cuenta lo retorcida que era, no sé hasta qué punto esto era bueno o malo.
-Voy a enseñarte modales. Y luego daré a luz a la más prodigiosa de mis hijas. – indicó, levantándose de una vez por todas.
-Vladimir os come el cerebro. A ti y a Elen. – le dije a la biocibernética tras su decepcionante comentario. – A ella la salvaré de su influencia. Pero tú no tienes solución. – Tras haber observado la mirada de la cibernética, la misma que la de Elen, pude concluir que la de cabellos nevados también se encontraba bajo la influencia del inmortal. Si bien era cierto que era una centinela como su compañero vampiro, la maldad de éste podría hacer que se aprovechara de mi buena amiga para sus fines oscuros o incluso convertirla en una seguidora de Mortagglia. No podía permitirlo. Tenía que liberarla como fuera.
Pero eso sería harina de otro costal, de momento tenía por delante el combate contra E-vha, que se tornaba así decisivo. Si no vencía a la mujer, Jules perdería la vida y aquella criatura seguiría produciendo biocibernéticos como los que asaltaron las islas hace unos meses junto a los vampiros. Además debía vencerla no sólo por Jules y por Elen, sino también por Rachel, quien por lo visto había corrido la mala suerte de pasar por las manos de aquella criatura de repugnante existencia.
Cuando terminó su "conversación telepática" con Vlad, la biocibernética corrió hacia mí. Si me golpeaba con aquellos fuertes puños podría llegar a partirme un hueso, por lo que tenía que mantenerme en la distancia. Antes de que llegara a mí miré a Jules para transmitirle tranquilidad, él me observaba desde su posición, maniatado en aquella especie de camilla, y con evidente gesto de angustia.
Salté por encima de ella y le disparé con las ballestas pequeñas en la espalda. Sin obtener resultado alguno. La espalda la tenía protegida. Por su parte, Overholser pronto se sumó al combate una vez sólo quedábamos nosotros y ella en la habitación. Disparó un virote largo a la cabeza de la mujer que ésta detuvo con su brazo, haciendo que la flecha rebotase y saliese despedida. Las extremidades tampoco eran su punto débil.
Agarró una especie de placa metálica que había en el suelo y la lanzó contra mí. Me impulsé en conjunción con el viento sobre mis pies para realizar un salto con pirueta lateral y esquivar el objeto pero lo hizo con tanta fuerza que me llegó a dar en una de las piernas, derribándome. Momento que ella aprovechó para llegar hasta a mí y alzarme.
Me levantó como la que levanta una pluma y me empotró fuertemente contra la pared. Cogiéndome por el cuello, cerró su puño y se dispuso a golpearme, pero gracias a una de mis ballestas pequeñas pude dispararle en el vientre. Aquí sí que pareció hacerle daño, pues el impacto redujo la fuerza con la que me sujetaba, pudiendo apartar la cabeza del lugar en el que iba impactar con el puño. Conseguí liberarme de su agarre y rodé varias veces por el suelo. La mujer dejó la huella del puño en la pared, no quería ni pensar qué habría pasado si ahí hubiese estado mi cabeza.
-¡Ash balla ná! – conjuré desde el suelo, empujando mi mano extendida hacia delante y generando una fuerte corriente con la que pretendí hacerla volar por los aires. La criatura salió despedida y chocó contar la otra pared de la habitación. Tomé mi ballesta pesada, me levanté y corrí hacia ella. - ¡Overholser! ¡Ahora! ¡Al vientre! – grité para que la acribillara desde su posición. Yo nuevamente volví a tensar la cuerda de la mejor de mis ballestas y traté de apuntarle mientras aún estaba en el suelo. Si al menos una de las dos flechas conseguía darle con suerte la inmovilizaría y, en el mejor de los casos la mataría.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
El miembro 'Huracán' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tyr
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2234
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
La daga de la centinela acertó en el punto justo al que apuntaba, y tras hundirse en la carne, la electricidad hizo el resto, o al menos eso era lo que debería haber pasado. Los efectos de aquel tipo de ataque siempre dependían del objetivo, su fuerza, resistencia a la magia, constitución o la capacidad que tuviese para soportar el dolor, y en base a todo ello los resultados podían llegar a ser muy dispares, pérdidas de consciencia, convulsiones de menor o mayor violencia, aturdimiento o incapacidad para seguir en pie, acompañados por supuesto de agónicos gritos, pero ¿risa? No, eso sí que no se lo esperaba.
Asmodeo no era un vampiro cualquiera, eso quedó claro de inmediato, y también que atacarle había sido un error. Elen lo observó atónita mientras él se deleitaba con el sabor de su propia sangre, sonriente. - No puede ser. - pensó para sí la joven, tratando de disimular en lo posible su sorpresa. Vladimir había elegido bien a su enviado, pero no podía ser invulnerable, algún daño habría recibido, aunque no el suficiente para quedar neutralizado, que era lo que la benjamina de los Calhoun pretendía conseguir. Mientras el coro de mujeres repetía lo que su señor decía, para luego volver a sus asientos de forma inmediata, la de cabellos cenicientos comenzó a pensar en su próximo movimiento.
¿Debía disculparse? No, no pensaba hacer tal cosa, menos aun teniendo en cuenta lo que había preparado para distraerlos, aquella multitud de famélicos chupasangres que seguían combatiendo contra el padre Callahan y Alister. La bruja no había pasado por alto el detalle que provocó al predicador, Lupe estaba entre los vampiros, y probablemente la idea de Asmodeo era poner a prueba al Clavario, obligándolo a defenderse o dejarse matar por el hombre al que una vez había amado. Cruel y mezquino, de eso lo tachó la hechicera interiormente, y su carácter le impedía disculparse ante una persona así, no importaba que el inmortal se enfadase con ella por sus actos, haría las cosas a su modo aunque esto significase que el camino fuese más difícil.
De todos modos no tenía en mente llevarse bien con Vladimir, solo lo necesitaba para terminar con los Tarmúnil y luego cada cual seguiría su camino, y teniendo en cuenta que el centinela se había atrevido a marcar a Huracán por orden de Mortagglia, la pelea de la tensai con Asmodeo solo los dejaría en empate. Con esa idea en la cabeza, Elen escuchó lo que el enmascarado tenía que decir, mientras planeaba qué hacer a continuación. La pregunta que el vampiro formuló a continuación la dejó algo confusa, ¿por qué no se limitaba a devolver el ataque? ¿Acaso ya estaba preparado para ello y seguía alargando la situación para dar tiempo al inmortal?
La tensai no quería pensar en la posibilidad de que Anastasia encontrase primero a Vladimir, nada bueno saldría de ello así que debía darse prisa y asegurarse de estar en medio de ambos bandos para cuando llegase el momento. Volviendo a la cuestión que le había formulado, la de ojos verdes no pudo contener el mordaz comentario que tenía en la punta de la lengua. - Por supuesto, deber ser fácil sentirse afortunado cuando estás rodeado de marionetas. - respondió, refiriéndose a las damas de las butacas, que más que personas parecían creaciones bio cibernéticas, preparadas para cumplir las órdenes de su señor sin hacer preguntas ni cuestionar nada de lo que éste dijera.
- Yo prefiero a la gente de verdad, la que no se rinde ni se deja manipular. - añadió poco después, aunque aquello solo valía para el dragón, al predicador no lo conocía lo suficiente como para opinar. Para Asmodeo el padre Callahan solo era un maleducado e irrespetuoso, que en vez de valorar lo que su anfitrión le ofrecía había optado por matar a una de sus sirvientas, algo que no perdonaría fácilmente. Lanzando la rosa de la que acababa de lamer su propia sangre, el vampiro perdió las formas que hasta el momento había mantenido, volcando la mesa en que descansaba el fino plato de plata y levantándose de un salto.
En respuesta a aquel brusco cambio, el cuerpo de la tensai se puso en tensión, el enfrentamiento iba a ser inevitable y ésta vez no debía subestimar a su oponente. Rápidamente, las habilidades y puntos débiles de los vampiros le vinieron a la mente, tendría que cuidarse de las primeras y aprovechar las segundas a su favor, aunque no pensaba pedir ayuda a Alister para decantar la balanza, tenía que ser una pelea justa. Quizá la oscuridad del medallón tuviese algo que ver con su decisión de combatir, o quizá le estuviese saliendo a flote el carácter belicista que tanto atribuían a su raza.
Sin pararse a pensar en ello, Elen observó cómo su enemigo extraía la hoja de la daga de un tirón, para luego lamerla y aprovechar hasta la última gota del rojizo líquido. Luego comenzó a andar hacia el escenario, provocando que el dragón se volviese y rugiese de forma amenazadora. - Yo me ocupo de él, no intervengas en esto… pero tampoco permitas que otros lo hagan. - pidió la de cabellos cenicientos, con tono tranquilo. El alado comprendió lo que quería, y sin perder un instante, giró la cabeza hacia las damas de las butacas y abrió ligeramente las fauces, ofreciéndoles una llameante sonrisa.
Si alguna de ellas intentaba algo sospechoso las llamaradas del dragón se encargarían de darles un doloroso final, así que deberían pensárselo dos veces antes de intervenir en el enfrentamiento que estaba por comenzar. - No está bien quedarse con las cosas de los demás. - comentó la hechicera, justo antes de dirigir una nueva descarga contra la daga, esperando que Asmodeo la soltase. De conseguirlo no perdería el tiempo, concentraría su elemento y volvería a disparar contra él, apuntando al punto en que ya estaba herido y utilizando una ráfaga eléctrica de tres descargas simultáneas, aunque era consciente de que eso no lo neutralizaría.
Kalla había aguantado aquel ataque en el bosque, con lo que para Asmodeo no supondría un gran problema, pero limitada como estaba por el lugar, ya que su mejor habilidad debía realizarse al aire libre, a la tensai no le quedaba otra que desgastar a su oponente y valerse de la herida para ello.
Asmodeo no era un vampiro cualquiera, eso quedó claro de inmediato, y también que atacarle había sido un error. Elen lo observó atónita mientras él se deleitaba con el sabor de su propia sangre, sonriente. - No puede ser. - pensó para sí la joven, tratando de disimular en lo posible su sorpresa. Vladimir había elegido bien a su enviado, pero no podía ser invulnerable, algún daño habría recibido, aunque no el suficiente para quedar neutralizado, que era lo que la benjamina de los Calhoun pretendía conseguir. Mientras el coro de mujeres repetía lo que su señor decía, para luego volver a sus asientos de forma inmediata, la de cabellos cenicientos comenzó a pensar en su próximo movimiento.
¿Debía disculparse? No, no pensaba hacer tal cosa, menos aun teniendo en cuenta lo que había preparado para distraerlos, aquella multitud de famélicos chupasangres que seguían combatiendo contra el padre Callahan y Alister. La bruja no había pasado por alto el detalle que provocó al predicador, Lupe estaba entre los vampiros, y probablemente la idea de Asmodeo era poner a prueba al Clavario, obligándolo a defenderse o dejarse matar por el hombre al que una vez había amado. Cruel y mezquino, de eso lo tachó la hechicera interiormente, y su carácter le impedía disculparse ante una persona así, no importaba que el inmortal se enfadase con ella por sus actos, haría las cosas a su modo aunque esto significase que el camino fuese más difícil.
De todos modos no tenía en mente llevarse bien con Vladimir, solo lo necesitaba para terminar con los Tarmúnil y luego cada cual seguiría su camino, y teniendo en cuenta que el centinela se había atrevido a marcar a Huracán por orden de Mortagglia, la pelea de la tensai con Asmodeo solo los dejaría en empate. Con esa idea en la cabeza, Elen escuchó lo que el enmascarado tenía que decir, mientras planeaba qué hacer a continuación. La pregunta que el vampiro formuló a continuación la dejó algo confusa, ¿por qué no se limitaba a devolver el ataque? ¿Acaso ya estaba preparado para ello y seguía alargando la situación para dar tiempo al inmortal?
La tensai no quería pensar en la posibilidad de que Anastasia encontrase primero a Vladimir, nada bueno saldría de ello así que debía darse prisa y asegurarse de estar en medio de ambos bandos para cuando llegase el momento. Volviendo a la cuestión que le había formulado, la de ojos verdes no pudo contener el mordaz comentario que tenía en la punta de la lengua. - Por supuesto, deber ser fácil sentirse afortunado cuando estás rodeado de marionetas. - respondió, refiriéndose a las damas de las butacas, que más que personas parecían creaciones bio cibernéticas, preparadas para cumplir las órdenes de su señor sin hacer preguntas ni cuestionar nada de lo que éste dijera.
- Yo prefiero a la gente de verdad, la que no se rinde ni se deja manipular. - añadió poco después, aunque aquello solo valía para el dragón, al predicador no lo conocía lo suficiente como para opinar. Para Asmodeo el padre Callahan solo era un maleducado e irrespetuoso, que en vez de valorar lo que su anfitrión le ofrecía había optado por matar a una de sus sirvientas, algo que no perdonaría fácilmente. Lanzando la rosa de la que acababa de lamer su propia sangre, el vampiro perdió las formas que hasta el momento había mantenido, volcando la mesa en que descansaba el fino plato de plata y levantándose de un salto.
En respuesta a aquel brusco cambio, el cuerpo de la tensai se puso en tensión, el enfrentamiento iba a ser inevitable y ésta vez no debía subestimar a su oponente. Rápidamente, las habilidades y puntos débiles de los vampiros le vinieron a la mente, tendría que cuidarse de las primeras y aprovechar las segundas a su favor, aunque no pensaba pedir ayuda a Alister para decantar la balanza, tenía que ser una pelea justa. Quizá la oscuridad del medallón tuviese algo que ver con su decisión de combatir, o quizá le estuviese saliendo a flote el carácter belicista que tanto atribuían a su raza.
Sin pararse a pensar en ello, Elen observó cómo su enemigo extraía la hoja de la daga de un tirón, para luego lamerla y aprovechar hasta la última gota del rojizo líquido. Luego comenzó a andar hacia el escenario, provocando que el dragón se volviese y rugiese de forma amenazadora. - Yo me ocupo de él, no intervengas en esto… pero tampoco permitas que otros lo hagan. - pidió la de cabellos cenicientos, con tono tranquilo. El alado comprendió lo que quería, y sin perder un instante, giró la cabeza hacia las damas de las butacas y abrió ligeramente las fauces, ofreciéndoles una llameante sonrisa.
Si alguna de ellas intentaba algo sospechoso las llamaradas del dragón se encargarían de darles un doloroso final, así que deberían pensárselo dos veces antes de intervenir en el enfrentamiento que estaba por comenzar. - No está bien quedarse con las cosas de los demás. - comentó la hechicera, justo antes de dirigir una nueva descarga contra la daga, esperando que Asmodeo la soltase. De conseguirlo no perdería el tiempo, concentraría su elemento y volvería a disparar contra él, apuntando al punto en que ya estaba herido y utilizando una ráfaga eléctrica de tres descargas simultáneas, aunque era consciente de que eso no lo neutralizaría.
Kalla había aguantado aquel ataque en el bosque, con lo que para Asmodeo no supondría un gran problema, pero limitada como estaba por el lugar, ya que su mejor habilidad debía realizarse al aire libre, a la tensai no le quedaba otra que desgastar a su oponente y valerse de la herida para ello.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
El miembro 'Elen Calhoun' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tyr
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2234
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Los brillantes ojos de la madre de los cibernéticos por pocos se salieron de sus órbitas cuando se dio cuenta del engañado. Su futura hija era una maleducada y también una envidiosa que no aceptaba que diera a luz primero a su otro hermano. Las manos de E-VHA se dirigieron a su vientre. No sangraba como tampoco le dolía, sin embargo, ella se imaginaba que sí. El vientre era el lugar donde las madres humanas guardaban a sus hijos antes de dar a luz. Deseaba tanto ser cómo una de esas madres. ¿Lo deseaba o lo era? E-VHA no estaba segura de aquello pues, por mucho que escarbase entre los engranajes y los trozos de metal que el impacto en su vientre dejó al descubierto, no apareció ningún bebé rosado con las manos abiertas esperando el abrazo de su madre.
-¡Mi hijo, mi hijo!- gritaba a la vez que continuaba rebuscando en su interior- ¿¡Dónde está, qué le has hecho?!- la segunda pregunta, aunque no miró a nadie en especial, iba dirigida hacia la maleducada.
E-VHA cayó de rodillas. Si tuviera glándulas lagrimales estaría llorando como una madre que ha perdido a muchos hijos. No solo el que estaba a punto de dar a la luz, la maleducada, quisiera o no, la consideraba como su hija y no olvidaba al extranjero que le dio el último golpe en el pecho. Los tres deberían haber sido sus hijos. E-VHA les educaría, les daría amor y los cuidaría de los monstruos de fuera. Era una buena madre, la mejor y la que más sabía.
-¡Os odio, os odio a todos!-
Desde el techo del Paritorio, lugar que ante la reciente esterilidad de E-VHA quedaría totalmente inútil, se escuchó el ruido de unos pitidos repetitivos: 1, 2, 3… A cada pitido los ojos de los hijos, los que quedaban vivos en las paredes y los muertos al paso de los extranjeros, cambiaban de color: Rojo, amarillo y verde… La frecuencia de los pitidos estaba fuertemente ligada a la longitud de onda de los colores de los ojos de sus hijos. E-VHA sabía lo que significaba, ella sabía leer todos los idiomas; incluso los que no tienen letras.
-¡No me mates, daré a luz a más hijos!- unió las dos palmas de la mano en algo similar a un rezó y miró hacia la cara de metal del techo- Vladimir me juró que podía ser madre, que tendría hijos y los daría de mamar. No puedes arrebatarme ese derecho ahora. ¡Es mi vida! Vladimir me la regaló-.
ADM-01 era como ver una lámpara de araña colgando del techo. Uno de sus ojos era humano, el otro era un diamante que cambiaba de color a la misma medida que lo hacían los ojos de los hijos de E-VHA. El rostro que una vez fue el marido humano de una mujer, abrió la boca y en habló con una voz tan aguada y con una frecuencia tan baja que produjo dolor de cabeza a aquellos que deberían haber sido los hijos de E-VHA.
-Como humana eras inútil, como cibernética me mataste bajo las órdenes de tu creador y como madre eres penosa. ¿Ahora me pides que no te mate?- los brazos y las piernas de sus hijos cercenados por los maleducados comenzaron a moverse por la voz del padre. -No seas ilusa. Vladimir te mintió todo este tiempo. Intentaba protegerte, de mí por supuesto-.
-Antes me protegías, me cogiste la mano cuando nació nuestro primer hijo-.
-Nació muerto. Tú le mataste-.
-¡Mentira!-
-¿Miento? Pregúntale a tu amigo vampiro- en vista que E-VHA no contestó siguió hablando- Es hora que pagues por tus pecados-.
Tenía que reconocerlo, su mayor debilidad estaba en la actuación y en el espectáculo. Haría cualquier cosa por tan de imponer una elegante y apropiada puesta en escena, digna de la señorita Calhoun, la rosa con pétalos de plata. Fingió que la herida en el hombro no le dolía, se puso en pie y blandió la misma daba con la que le había atacado como si fuera el mayor guerrero que jamás hubiera pisado Aerandir. Cosa que era falsa. Asmodeo era un amante no un guerrero. Las mujeres sentadas en las butacas del público podrían asegurar lo buen amante que era.
¿Vladimir hubiera confiada la labor de entretener a la señorita Calhoun y de enfurecer al Clavario a un sanguinario guerrero? No, claro que no. Era la labor de un amante. Elen Calhoun tenía que aprender a amar si es que de verdad quería convencer al Inmortal que fuera junto a ella.
Después de la frase que intentaba ser una burla hacia el vampiro, la hechicera conjuró un golpe que le desarmó por completo y luego otro golpe en la herida que acababa de hacerle. Herida que por muy placentera y sabrosa que hubiera sido, dolía como ninguna.
Asmodeo cayó de bruces contra el suelo. Hilillo de saliva y sangre (nerma diría Nate Halliman) salió de sus labios. Su instinto primario le indicaba que tenía que pasarse la lengua y saborear el dulce líquido rojizo, el dolor en su pecho le obligaba a estar en el suelo.
-¿No he sido un buen anfitrión para ti?- su voz sonó entrecortada, le costaba hablar y respirar- Rosas, halagos y una perfecta obra de teatro… ¿No te han gustado?- tosió sangre, saliva y bilis (más nerma).
-No te han gustado- repitieron las mujeres al unísono con voz neutral.
Asmodeo se quitó la máscara dejando a la luz su verdadero rostro. Era un hombre con un indudable atractivo físico. Un Dios para algunos, el Thor de cabellos morenos le llamaban, y un incubo para los parroquianos del Clavario. Clavó los ojos en los orificios de la máscara de marfil, era el único lugar donde no se podía ver las gotas de su propia sangre.
- Encierro a los vampiros salvajes y premio a los educados. Ofrezco rosas, en lugar de huesos. ¿Sigues viéndome como un demonio?- muy despacio giro la cabeza hacia el último asiento que había dejado libre, Lilith ya lo había ocupado. - te has equivocado de persona señorita Cal…-
No le dio tiempo a terminar la frase, dos de sus doncellas se levantaron de la butaca para cerrarle la boca con un paño que sujetaban entre ambas. Después de eso, ni siquiera se oyeron gruñidos de desesperación.
Lilith susurró unas palabras con una voz tan débil que no Asmodeo no la pudo escuchar. Las doncellas fueron las encargadas de repetir las palabras de la guerrera sangrienta.
-Qué se siente en matar a un inocente-
Callahan conocía a esa mujer. Estaba seguro que la había visto antes, pero no recordaba dónde. Era difícil pensar en algo más que no fuera los colmillos afilados del hombre a quien amó.
Fue entonces cuando escuchó la voz del falso Dios, esa dulce voz que le ayudaba a resistir las peores torturas que los vampiros arremetían contra él. Vladimir, demonio de las ilusiones y las verdades, transportó al santo hombre a una fecha en la que no tenía nada de santo y menos todavía de hombre. Donald tuvo asco de sí mismo al verse completamente ebrio bebiendo de una botella vacía del peor whisky de Aerandir. De su cuello colgaba la cruz de los cristianos, su madre se la regaló cuando era niño. ¡Bendita fuera su madre y bendito fuera Dios! Jesús en la cruz directamente a la botella con la misma repugnancia que Callahan. ¡Joder, daba asco! Nadie en su sano juicio le tendería una mano para ayudarle a superar los demonios del alcohol. Nadie, excepto Lupe. ¡Y bendito fuera Lupe!
Callahan sonrió tímidamente ante el recuerdo de la primera vez que conoció a su amado.
El siguiente recuerdo fue muy reciente. Un grupo de jóvenes entraban en la capilla donde los vampiros le torturaban. Uno de ellos cargaba en su espalda a una mujer inconsciente.
-No es posible. Elen, ella es la hermana del cazador de… Overholser- le costó acordarse del nombre, apenas lo había escuchado una vez. Si no fuera porque Vladimir se lo estaba diciendo, no lo hubiera sabido.
-Ese era mi nombre antes de que Mortagglia me despertase- dijeron las doncellas al unísono. Tras unos minutos de silencio, continuaron- Ahora soy más fuerte y puede vengarme de ti-.
Vladminir contó un secreto a Callahan, le dijo que había encontrado un shabble negro a punto de ser devorado por Lilith y que lo estaba cuidando hasta que Overholser lo reclamase. Irónico, pues conforme estaba hablando, parecía que le demonio cuidaba al animal del mismo modo que cuidaba del sacerdote. Irónico y aterrador por partes iguales.
* Huracán: Ya conoces la historia de E-VHA. Dio a luz a un niño muerto, ante el trauma aceptó que le convirtieran en una cibernética madre de muchos hijos bajo la premisa que tendría que matar a su propio marido y convertirlo en eso que ves encima de tu cabeza. Aquello ocurrió hace muchos años, no te imaginas la de rencor acumulado que tiene ADM-01. En el siguiente turno, deberás describir lo más detalladamente a tu rival y rellenar los posibles vacios en la historia de E-VHA que yo haya dejado; eres completamente libre de contra a la madre de los biocibernéticos. Finalmente, te enfrentarás contra ADM-01. Tuya es la opción si rescatar o dejar morir a E-VHA.
* Elen Calhoun: Kalla Overholser ha regresado. Tras que Mortagglia despertase sus instintos primarios y su fuerza se ha vuelto muy poderosa y muy incontrolable. Los salvajes vampiros como Lupe, fueron redimidos a base de latigazos para no alcanzar el grado de poderío que tiene ahora Kalla, o mejor, Lilith. Tu deber consiste enfrentarte contra ella y las doncellas las cuales Lilith ha conseguido seducir con su sola presencia. Que haya elegido el nombre de Lilith para este personaje no es mera coincidencia, sus poderes son muy parecidos a los del demonio de la leyenda; sin embargo dejaré a ti la opción de controlarla. Será curioso de ver a una vampiresa de este estilo en tus manos. Igual que Huracán, tuya es la opción de matar o salvar a Asmodeo el cual eres libre de poner una imagen de referencia si gustas.
* Ambos: Lanzad la voluntad de los Dioses al terminar vuestro turno. Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman y Scör.
-¡Mi hijo, mi hijo!- gritaba a la vez que continuaba rebuscando en su interior- ¿¡Dónde está, qué le has hecho?!- la segunda pregunta, aunque no miró a nadie en especial, iba dirigida hacia la maleducada.
E-VHA cayó de rodillas. Si tuviera glándulas lagrimales estaría llorando como una madre que ha perdido a muchos hijos. No solo el que estaba a punto de dar a la luz, la maleducada, quisiera o no, la consideraba como su hija y no olvidaba al extranjero que le dio el último golpe en el pecho. Los tres deberían haber sido sus hijos. E-VHA les educaría, les daría amor y los cuidaría de los monstruos de fuera. Era una buena madre, la mejor y la que más sabía.
-¡Os odio, os odio a todos!-
Desde el techo del Paritorio, lugar que ante la reciente esterilidad de E-VHA quedaría totalmente inútil, se escuchó el ruido de unos pitidos repetitivos: 1, 2, 3… A cada pitido los ojos de los hijos, los que quedaban vivos en las paredes y los muertos al paso de los extranjeros, cambiaban de color: Rojo, amarillo y verde… La frecuencia de los pitidos estaba fuertemente ligada a la longitud de onda de los colores de los ojos de sus hijos. E-VHA sabía lo que significaba, ella sabía leer todos los idiomas; incluso los que no tienen letras.
-¡No me mates, daré a luz a más hijos!- unió las dos palmas de la mano en algo similar a un rezó y miró hacia la cara de metal del techo- Vladimir me juró que podía ser madre, que tendría hijos y los daría de mamar. No puedes arrebatarme ese derecho ahora. ¡Es mi vida! Vladimir me la regaló-.
ADM-01 era como ver una lámpara de araña colgando del techo. Uno de sus ojos era humano, el otro era un diamante que cambiaba de color a la misma medida que lo hacían los ojos de los hijos de E-VHA. El rostro que una vez fue el marido humano de una mujer, abrió la boca y en habló con una voz tan aguada y con una frecuencia tan baja que produjo dolor de cabeza a aquellos que deberían haber sido los hijos de E-VHA.
-Como humana eras inútil, como cibernética me mataste bajo las órdenes de tu creador y como madre eres penosa. ¿Ahora me pides que no te mate?- los brazos y las piernas de sus hijos cercenados por los maleducados comenzaron a moverse por la voz del padre. -No seas ilusa. Vladimir te mintió todo este tiempo. Intentaba protegerte, de mí por supuesto-.
-Antes me protegías, me cogiste la mano cuando nació nuestro primer hijo-.
-Nació muerto. Tú le mataste-.
-¡Mentira!-
-¿Miento? Pregúntale a tu amigo vampiro- en vista que E-VHA no contestó siguió hablando- Es hora que pagues por tus pecados-.
_____________________
Tenía que reconocerlo, su mayor debilidad estaba en la actuación y en el espectáculo. Haría cualquier cosa por tan de imponer una elegante y apropiada puesta en escena, digna de la señorita Calhoun, la rosa con pétalos de plata. Fingió que la herida en el hombro no le dolía, se puso en pie y blandió la misma daba con la que le había atacado como si fuera el mayor guerrero que jamás hubiera pisado Aerandir. Cosa que era falsa. Asmodeo era un amante no un guerrero. Las mujeres sentadas en las butacas del público podrían asegurar lo buen amante que era.
¿Vladimir hubiera confiada la labor de entretener a la señorita Calhoun y de enfurecer al Clavario a un sanguinario guerrero? No, claro que no. Era la labor de un amante. Elen Calhoun tenía que aprender a amar si es que de verdad quería convencer al Inmortal que fuera junto a ella.
Después de la frase que intentaba ser una burla hacia el vampiro, la hechicera conjuró un golpe que le desarmó por completo y luego otro golpe en la herida que acababa de hacerle. Herida que por muy placentera y sabrosa que hubiera sido, dolía como ninguna.
Asmodeo cayó de bruces contra el suelo. Hilillo de saliva y sangre (nerma diría Nate Halliman) salió de sus labios. Su instinto primario le indicaba que tenía que pasarse la lengua y saborear el dulce líquido rojizo, el dolor en su pecho le obligaba a estar en el suelo.
-¿No he sido un buen anfitrión para ti?- su voz sonó entrecortada, le costaba hablar y respirar- Rosas, halagos y una perfecta obra de teatro… ¿No te han gustado?- tosió sangre, saliva y bilis (más nerma).
-No te han gustado- repitieron las mujeres al unísono con voz neutral.
Asmodeo se quitó la máscara dejando a la luz su verdadero rostro. Era un hombre con un indudable atractivo físico. Un Dios para algunos, el Thor de cabellos morenos le llamaban, y un incubo para los parroquianos del Clavario. Clavó los ojos en los orificios de la máscara de marfil, era el único lugar donde no se podía ver las gotas de su propia sangre.
- Encierro a los vampiros salvajes y premio a los educados. Ofrezco rosas, en lugar de huesos. ¿Sigues viéndome como un demonio?- muy despacio giro la cabeza hacia el último asiento que había dejado libre, Lilith ya lo había ocupado. - te has equivocado de persona señorita Cal…-
No le dio tiempo a terminar la frase, dos de sus doncellas se levantaron de la butaca para cerrarle la boca con un paño que sujetaban entre ambas. Después de eso, ni siquiera se oyeron gruñidos de desesperación.
Lilith susurró unas palabras con una voz tan débil que no Asmodeo no la pudo escuchar. Las doncellas fueron las encargadas de repetir las palabras de la guerrera sangrienta.
-Qué se siente en matar a un inocente-
_____________________
Callahan conocía a esa mujer. Estaba seguro que la había visto antes, pero no recordaba dónde. Era difícil pensar en algo más que no fuera los colmillos afilados del hombre a quien amó.
Fue entonces cuando escuchó la voz del falso Dios, esa dulce voz que le ayudaba a resistir las peores torturas que los vampiros arremetían contra él. Vladimir, demonio de las ilusiones y las verdades, transportó al santo hombre a una fecha en la que no tenía nada de santo y menos todavía de hombre. Donald tuvo asco de sí mismo al verse completamente ebrio bebiendo de una botella vacía del peor whisky de Aerandir. De su cuello colgaba la cruz de los cristianos, su madre se la regaló cuando era niño. ¡Bendita fuera su madre y bendito fuera Dios! Jesús en la cruz directamente a la botella con la misma repugnancia que Callahan. ¡Joder, daba asco! Nadie en su sano juicio le tendería una mano para ayudarle a superar los demonios del alcohol. Nadie, excepto Lupe. ¡Y bendito fuera Lupe!
Callahan sonrió tímidamente ante el recuerdo de la primera vez que conoció a su amado.
El siguiente recuerdo fue muy reciente. Un grupo de jóvenes entraban en la capilla donde los vampiros le torturaban. Uno de ellos cargaba en su espalda a una mujer inconsciente.
-No es posible. Elen, ella es la hermana del cazador de… Overholser- le costó acordarse del nombre, apenas lo había escuchado una vez. Si no fuera porque Vladimir se lo estaba diciendo, no lo hubiera sabido.
-Ese era mi nombre antes de que Mortagglia me despertase- dijeron las doncellas al unísono. Tras unos minutos de silencio, continuaron- Ahora soy más fuerte y puede vengarme de ti-.
Vladminir contó un secreto a Callahan, le dijo que había encontrado un shabble negro a punto de ser devorado por Lilith y que lo estaba cuidando hasta que Overholser lo reclamase. Irónico, pues conforme estaba hablando, parecía que le demonio cuidaba al animal del mismo modo que cuidaba del sacerdote. Irónico y aterrador por partes iguales.
_____________________
* Huracán: Ya conoces la historia de E-VHA. Dio a luz a un niño muerto, ante el trauma aceptó que le convirtieran en una cibernética madre de muchos hijos bajo la premisa que tendría que matar a su propio marido y convertirlo en eso que ves encima de tu cabeza. Aquello ocurrió hace muchos años, no te imaginas la de rencor acumulado que tiene ADM-01. En el siguiente turno, deberás describir lo más detalladamente a tu rival y rellenar los posibles vacios en la historia de E-VHA que yo haya dejado; eres completamente libre de contra a la madre de los biocibernéticos. Finalmente, te enfrentarás contra ADM-01. Tuya es la opción si rescatar o dejar morir a E-VHA.
* Elen Calhoun: Kalla Overholser ha regresado. Tras que Mortagglia despertase sus instintos primarios y su fuerza se ha vuelto muy poderosa y muy incontrolable. Los salvajes vampiros como Lupe, fueron redimidos a base de latigazos para no alcanzar el grado de poderío que tiene ahora Kalla, o mejor, Lilith. Tu deber consiste enfrentarte contra ella y las doncellas las cuales Lilith ha conseguido seducir con su sola presencia. Que haya elegido el nombre de Lilith para este personaje no es mera coincidencia, sus poderes son muy parecidos a los del demonio de la leyenda; sin embargo dejaré a ti la opción de controlarla. Será curioso de ver a una vampiresa de este estilo en tus manos. Igual que Huracán, tuya es la opción de matar o salvar a Asmodeo el cual eres libre de poner una imagen de referencia si gustas.
* Ambos: Lanzad la voluntad de los Dioses al terminar vuestro turno. Personajes prohibidos para el siguiente turno: Nate Halliman y Scör.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
Mi flecha alcanzó, irónicamente, el vientre de la madre de los biocibernéticos, quedando ella inmóvil en el suelo, quejándose y llevando la mano hasta el vientre para preguntarse qué había pasado. Acabaría con ella con mucho gusto, pero tenía que hacer algo primero. – Vigílala. – Ordené a Overholser, al tiempo que bajaba mi arma para ir a liberar a Jules. Me acerqué a la mesa donde se encontraba el brujo y comencé a romper aquellos grilletes con mi daga. Haciendo de palanca y con las manos algo temblorosas, estaba tensa.
-Joder, Huri, ¿te gusta ponerme al límite o qué te pasa? ¿Por qué no te la has cargado? – preguntó molesto el brujo, pero todavía con gracia después de todo lo que había ocurrido mientras lo liberaba. Definitivamente, el carácter pocas cosas. – Va a pagar por lo que le ha hecho a Rachel. – el daño recibido por su hermana era lo único que enfurecía al brujo. El cazador tenía grabada a conciencia la escena que tantas veces me había descrito, de cómo unos chupasangres despedazaban a su hermana sin que él pudiese hacer nada. Y ya podía sentir su tensión cuando todavía estaba atado y tras haber pretendido hacerle lo mismo que hizo con Rachel.
-Será mejor que le preguntemos dónde está Rachel. – Dije para tratar de calmarlo mientras procedía a desatar sus pies.
-No quiero saberlo, Huri. No hay solución posible. – replicó el brujo más con tristeza que con enfado. En aquel momento lo veía todo negro. Se irguió y se colocó dispuesto a salir a por ella en cuanto estuviese libre. – Habrá convertido a mi pequeña Rach en un ser desalmado cualquiera.
En el mismo escenario se podía escuchar a E-VHA dialogar con alguien que no estaba presente. Me fijé como miraba hacia el techo de la sala. Le hablaba a una especie de… ¿lámpara? ¡Por los dioses! ¿Qué era aquello? Tenía muchos brazos móviles. Había visto demonios y seres muy extraños en los libros, pero en mi vida nada semejante. Le recriminaba a la biocibernética haber acabado con su vida y dejarle en su actual situación. Como un “adorno” en el techo.
Por lo visto, biocibernética y… aquella cosa del techo, habían sido matrimonio. Pero su destino se vio truncado cuando se toparon con Vladimir. Quedando ella relegada a una vida en servidumbre con el único propósito de fabricar más y más hijos. Eran los biocibernéticos que ayudaban a Mortagglia en sus incursiones. La historia no podía ser más dramática e injusta con aquel dúo, pero no podía eximirles de sus pecados ahora. No después de haber asesinado a tanta gente.
No sería yo la que atacaría a E-VHA. Cuando desaté el último grillete a mi compañero, Jules, conmovido por la furia, se levantó rápidamente y tomó su ballesta, que estaba en el suelo junto a la mesa y disparó y disparó a la mujer.
-¡Hija de puta! Vas a pagar por lo que le has hecho a Rachel, chiflada. – gritó, ensartándola contra la pared. Se llevó la mano al carcaj y recargó rápidamente una nueva flecha. Era la primera vez que veía a mi amigo actuar así. El brujo estaba actuando en caliente, aunque tampoco podía privarle de actuar así con un ser tan repugnante como E-VHA. Igualmente, tendría que acabar matándola. Me coloqué a su espalda a ver cómo la acribillaba, flecha tras flecha, contra la pared hasta que, finalmente, ésta no pudo moverse. Había perdido la vida. Hasta cinco virotes terminaron clavados en distintas partes de su cuerpo, fruto de la gran puntería del brujo, casi tan buena o más que la mía. – Rachel… - suspiró, bajando su arma con una mano y llevándose la otra a la cara, para tranquilizarse, momento en el que se giró hacia mí, que contemplé silenciosa la escena desde su espalda. – Vladimir es el principal culpable de esto. – dedujo, cuando pudo asimilar la conversación entre E-VHA y aquella cosa extraña del techo. - Huracán, ¿acabaremos con él? ¿Aunque Elen se oponga? – No contesté con palabras, simplemente hice un gesto afirmativo con la cabeza. Esbozando una leve sonrisa de seguridad. De confianza. – Gracias, amiga. Le daremos estopa de la buena al vampiro. – contestó éste devolviéndome la sonrisa.
Era un momento emotivo, al menos para el brujo, y también para mí, a mi manera, pensando el destino que había corrido la pequeña de los Roche y de lo malvado que era Vladimir. Cada nuevo dato que tenía de él era un motivo más para acabar con su vida. Ahora Jules tenía una nueva motivación para unirse a la cruzada contra el chupasangres.
Pero no teníamos tiempo para descansar. Un brazo metálico del techo trató de alcanzarnos y ambos saltamos hacia atrás. Aquella cosa comenzó a atacarnos. Furiosa por haber acabado con su mujer. -¡No! Vosotros no teníais derecho a arrebatarle la vida a E-VHA. Acabaré con vosotros. – retumbó la voz en toda la sala.
El problema no era él, sino todas las creaciones biocibernéticas que aún seguían en el suelo. Unos sin piernas, reptando desde el suelo, otros sin cabeza. Pero todos comenzaron a abalanzarse contra nosotros.
-¡Venid, al centro! – Grité y tanto él como Overholser y yo nos pusimos espalda con espalda, los tres. – ¡Jules, crea una barrera! – ordené, y el tensái de fuego chasqueó sus dedos y provocó una llama en su mano. A continuación hizo un giro largo sobre sí mismo y creó una poderosa barrera circular de casi dos metros de altura alrededor nuestro para protegernos de los enemigos que vendrían a por nosotros. – ¡Disparadle! ¡Vamos! – apremié con rapidez.
Acompasados, nos abrimos los tres de espalda, girando hacia un lado cada uno, con los movimientos que teníamos ensayados. Hincamos una rodilla sobre el suelo para estabilizarnos y poder flexionarla en caso de que aquella especie de pulpo nos atacase y comenzamos a dispararle flechas al techo, tratando de alcanzarle la cabeza. Estábamos protegidos por el fuego y, si conseguíamos matarle, también caerían probablemente todos los biocibernéticos que trataban de traspasar, de momento sin éxito, la barrera del fuego del brujo.
-Joder, Huri, ¿te gusta ponerme al límite o qué te pasa? ¿Por qué no te la has cargado? – preguntó molesto el brujo, pero todavía con gracia después de todo lo que había ocurrido mientras lo liberaba. Definitivamente, el carácter pocas cosas. – Va a pagar por lo que le ha hecho a Rachel. – el daño recibido por su hermana era lo único que enfurecía al brujo. El cazador tenía grabada a conciencia la escena que tantas veces me había descrito, de cómo unos chupasangres despedazaban a su hermana sin que él pudiese hacer nada. Y ya podía sentir su tensión cuando todavía estaba atado y tras haber pretendido hacerle lo mismo que hizo con Rachel.
-Será mejor que le preguntemos dónde está Rachel. – Dije para tratar de calmarlo mientras procedía a desatar sus pies.
-No quiero saberlo, Huri. No hay solución posible. – replicó el brujo más con tristeza que con enfado. En aquel momento lo veía todo negro. Se irguió y se colocó dispuesto a salir a por ella en cuanto estuviese libre. – Habrá convertido a mi pequeña Rach en un ser desalmado cualquiera.
En el mismo escenario se podía escuchar a E-VHA dialogar con alguien que no estaba presente. Me fijé como miraba hacia el techo de la sala. Le hablaba a una especie de… ¿lámpara? ¡Por los dioses! ¿Qué era aquello? Tenía muchos brazos móviles. Había visto demonios y seres muy extraños en los libros, pero en mi vida nada semejante. Le recriminaba a la biocibernética haber acabado con su vida y dejarle en su actual situación. Como un “adorno” en el techo.
Por lo visto, biocibernética y… aquella cosa del techo, habían sido matrimonio. Pero su destino se vio truncado cuando se toparon con Vladimir. Quedando ella relegada a una vida en servidumbre con el único propósito de fabricar más y más hijos. Eran los biocibernéticos que ayudaban a Mortagglia en sus incursiones. La historia no podía ser más dramática e injusta con aquel dúo, pero no podía eximirles de sus pecados ahora. No después de haber asesinado a tanta gente.
No sería yo la que atacaría a E-VHA. Cuando desaté el último grillete a mi compañero, Jules, conmovido por la furia, se levantó rápidamente y tomó su ballesta, que estaba en el suelo junto a la mesa y disparó y disparó a la mujer.
-¡Hija de puta! Vas a pagar por lo que le has hecho a Rachel, chiflada. – gritó, ensartándola contra la pared. Se llevó la mano al carcaj y recargó rápidamente una nueva flecha. Era la primera vez que veía a mi amigo actuar así. El brujo estaba actuando en caliente, aunque tampoco podía privarle de actuar así con un ser tan repugnante como E-VHA. Igualmente, tendría que acabar matándola. Me coloqué a su espalda a ver cómo la acribillaba, flecha tras flecha, contra la pared hasta que, finalmente, ésta no pudo moverse. Había perdido la vida. Hasta cinco virotes terminaron clavados en distintas partes de su cuerpo, fruto de la gran puntería del brujo, casi tan buena o más que la mía. – Rachel… - suspiró, bajando su arma con una mano y llevándose la otra a la cara, para tranquilizarse, momento en el que se giró hacia mí, que contemplé silenciosa la escena desde su espalda. – Vladimir es el principal culpable de esto. – dedujo, cuando pudo asimilar la conversación entre E-VHA y aquella cosa extraña del techo. - Huracán, ¿acabaremos con él? ¿Aunque Elen se oponga? – No contesté con palabras, simplemente hice un gesto afirmativo con la cabeza. Esbozando una leve sonrisa de seguridad. De confianza. – Gracias, amiga. Le daremos estopa de la buena al vampiro. – contestó éste devolviéndome la sonrisa.
Era un momento emotivo, al menos para el brujo, y también para mí, a mi manera, pensando el destino que había corrido la pequeña de los Roche y de lo malvado que era Vladimir. Cada nuevo dato que tenía de él era un motivo más para acabar con su vida. Ahora Jules tenía una nueva motivación para unirse a la cruzada contra el chupasangres.
Pero no teníamos tiempo para descansar. Un brazo metálico del techo trató de alcanzarnos y ambos saltamos hacia atrás. Aquella cosa comenzó a atacarnos. Furiosa por haber acabado con su mujer. -¡No! Vosotros no teníais derecho a arrebatarle la vida a E-VHA. Acabaré con vosotros. – retumbó la voz en toda la sala.
El problema no era él, sino todas las creaciones biocibernéticas que aún seguían en el suelo. Unos sin piernas, reptando desde el suelo, otros sin cabeza. Pero todos comenzaron a abalanzarse contra nosotros.
-¡Venid, al centro! – Grité y tanto él como Overholser y yo nos pusimos espalda con espalda, los tres. – ¡Jules, crea una barrera! – ordené, y el tensái de fuego chasqueó sus dedos y provocó una llama en su mano. A continuación hizo un giro largo sobre sí mismo y creó una poderosa barrera circular de casi dos metros de altura alrededor nuestro para protegernos de los enemigos que vendrían a por nosotros. – ¡Disparadle! ¡Vamos! – apremié con rapidez.
Acompasados, nos abrimos los tres de espalda, girando hacia un lado cada uno, con los movimientos que teníamos ensayados. Hincamos una rodilla sobre el suelo para estabilizarnos y poder flexionarla en caso de que aquella especie de pulpo nos atacase y comenzamos a dispararle flechas al techo, tratando de alcanzarle la cabeza. Estábamos protegidos por el fuego y, si conseguíamos matarle, también caerían probablemente todos los biocibernéticos que trataban de traspasar, de momento sin éxito, la barrera del fuego del brujo.
Anastasia Boisson
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 627
Nivel de PJ : : 7
Re: Vladimir el Inmortal [Quest] [Elen Calhoun y Huracán]
El miembro 'Huracán' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tyr
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2234
Nivel de PJ : : 0
Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Temas similares
» La luz del bosque [Quest][Elen Calhoun]
» Presagios de muerte [Trabajo][Huracán - Elen]
» Lágrimas bajo el mar [Cátedra] [Elen y Vincent Calhoun]
» Ascensión [Quest] [Elen]
» Vientos Grises [quest][Elen]
» Presagios de muerte [Trabajo][Huracán - Elen]
» Lágrimas bajo el mar [Cátedra] [Elen y Vincent Calhoun]
» Ascensión [Quest] [Elen]
» Vientos Grises [quest][Elen]
Página 2 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Ayer a las 23:14 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 05:53 por Lukas
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Ayer a las 00:33 por Vincent Calhoun
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar Nov 19 2024, 22:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr