MERCADO de Aerandir

Era otro de esos días en el que mi único propósito de existencia y levantarme de la cama era comer, y saber que no tenía aeros para costearme la comida. Me saqué la pereza de arriba, asomándome por la ventana de la habitación. Oscuridad absoluta.

Las primeras horas de la mañana, donde sólo estaban despiertos dos tipos de personas: ladrones asesinos, de lo que abundaba en Lunargenta, y mercaderes montando sus cosas, de lo que también abundaba en Lunargenta. Abandoné más dormido que despierto la posada en la que me había hospedado, y me busqué a alguien que le faltasen un par de manos que quisieran trabajar por bajo costo para ayudar a descargar y preparar todo.

Para los primeros vestigios del sol ya se había terminado de acomodar casi todo. Estaba sudando como un cerdo, agotado de tanto mover cajas, y es que no sabía porque demonios pesaban tanto hasta que vi los contenidos, es decir...

¿Por qué este desgraciado había puesto un mueble en una caja, si podía poner el mueble solo en el carro? ¿Para qué los qué descargaban se ganasen los aeros de verdad o...?

Oh bueno. No importaba. El hombre claramente era un carpintero y puede que un herrero por un par de armaduras que tenía por allí, si bien no me extrañaría que no fuesen hechas por sus manos. Mientras el sujeto estaba ocupado haciendo lo suyo y mandando a otros a "no, un poquito más a la derecha" como me hizo a mi doce veces consecutivas, lo que quería decir que no era un poquito a la derecha, curioseaba un poco las cosas que tenía por allí. En una caja ahora vacía había tirados unos dibujos, aplastados por una figurilla.

—¿Hmm? —agarré la figura y los papeles, revisándolos. Estaban arrugados y amarillentos, revelando su antigüedad... una no fija; pero antiguos de todas maneras. Los trazos en el papel eran apenas visibles, pero de poder entenderse, se podía.
—Tu pago, hijo —me alarmó con sus palabras por agarrarme distraído. Al verme viendo los papeles enarcó una ceja—. ¿De donde sacaste...?
—Lo siento —tanteé con las hojas un momento, dándoselas—. Los encontré en el fondo de una de las cajas.

El hombre revisó los papeles, pestañeando bastante lentamente entre ellos. Cuando terminó de chequear los dos primeros de lo que era una decena, o un poco más, se encogió de hombros y los tomo del tome, listo para romperlos.

—¡Espere! —puse las manos al frente, deteniéndolo—. ¿Qué... qué hace?
—¿Romperlas? Son cosas viejas de hace unos años, pensé que simplemente las había tirado por allí luego de aprendérmelas de memoria, ya me sé esto de memoria.
—Hmm... son... ¿Trampas, no? Y creo que una casa —el hombre asintió, luciendo levemente confuso—. Bien. ¿Me las puede regalar?
—Por supuesto que no. Soy comerciante, no buena persona.
—¿...Vender?
Se encogió de hombros.
—Suena bien. Hmm. Toma cinco de ellas, es para lo que te alcanza tu pago.
Asentí, agarrando las hojas y revisando lo que me llamaba la atención en el momento.

Luego de decidirme finalmente en que quería, guarde los diagramas y me despedí del hombre, yéndome camino a mi "taller" para guardarlas en ese lugar.

Y esa es la historia de como pase un día sin comer, por olvidarme de ello comprándome unos dibujos.

La primera tienda.

Era un problema lo de los agujeros de su taller. Por culpa de la humedad y el agua que se filtraba cuando llovía había perdido todas y cada una de las recetas para trabajar el cuero: el pequeño manual que había creado era ahora una masa de papel mojado ilegible.

Eso le decía dos cosas: en primer lugar, tenía que haberse aprendido todas las recetas y, en segundo, tenía que gastarse un mínimo de dinero en mejorar el taller. O en taparle los boquetes al menos.

Pero daba igual, aquel evento solo le indicaba lo lejos que estaba de llegar a tener la cantidad suficiente de Aeros como para iniciar las reformas.

- ¿Hay alguien? – Preguntó, en cuanto entró en el modesto taller a varias calles del suyo propio.

No le contestaron inmediatamente. Una mujer regordeta entrada en años salió de una habitación contigua a la que Eltrant estaba y le ofreció una sonrisa a su cliente antes de colocarse tras el mostrador.

No hubo que intercambiar demasiadas palabras, Eltrant señaló un modesto libro de recetas que la mujer tenía colocado en el escaparate y, simplemente, depositó los Aeros sobre el mostrador.

Una vez hubo pagado aquel pequeño libro, continuó su camino.

La pequeña odisea en la que estaba no había hecho más que empezar.

____________________________________________________

RECETAS A APRENDER		AEROS
Capa de Camaleón	[Capa] Si no llevas armadura media o pesada: Esta capa cambia de color para volverse similar al entorno cuando estés completamente quieto en un lugar.	30
Capa de Tejido Reforzado	[Capa] Elaborada con hilos especiales reforzados, provee protección similar a una cota de mallas delgada. Pesa el triple de una capa normal.	30
Botas de Njord	[Botas] hechas de cueros de criaturas mágicas, permiten al portador correr y saltar ligeramente (aproximadamente un 10%) más rápido y fuerte de lo normal.	30
Arma Flexible Superior	[Arma Flexible] como un látigo o boleadoras. Hecha de extraños cueros de calidad Superior. Posee la propiedad de extender su largo hasta en 2 metros cuando es necesario.	30
Armadura Ligera Superior	[Armadura Ligera] hecha en base a cuero y tela, otorga una protección ligera sin interferir con la movilidad del personaje. Su calidad es Superior.	30
TOTAL		150

El segundo taller.

Cada vez estaba más seguro de lo difícil que iba a hacer recomponer el maldito libro de recetas.

Había recorrido ya media ciudad, vagando entre las diferentes tiendas de curtiduría que había en la misma, sintiendo como su propio taller se volvía más pequeño y desordenado con cada local que encontraba para comparar.

- Me falta… - Inspirando por la nariz, se hizo con la bola grisácea que antes había sido un elaborado manuscrito de recetas y lo abrió como buenamente pudo por la parte central. – No demasiado… - Suspiró. - Definitivamente, me las tengo que aprender de memoria. – Aseveró, tratando de olvidar las carcajadas que le dedicó Lyn al sacar lo que quedaba del manuscrito de la mesa de trabajo que había quedado anegada por culpa del agua de lluvia.

Continuó preguntando hasta aproximadamente el medio día, dónde se encontró con un ostentoso taller que presumía de ser “El centro del cuero de Lunargenta.” Enarcando una ceja y, tras releer la ostentosa autopromoción que acompañaba al cartel, Eltrant se encogió de hombros y se adentró en la tienda.

Un hombre rubio, joven y de unos profundos ojos azules le dio la bienvenida con una amplia sonrisa. Una que se borró al ver la indumentaria de Eltrant.

- Por todos los dioses. – dijo el hombre, claramente alarmado. – Si necesitas ropajes nuevos has venido al lugar indicado, buen hombre. - dijo compungido, al borde del llanto.

- No, verá… - Eltrant hizo ademán de levantar lo que quedaba de su libro de recetas, pero el dueño del lugar le acalló enseguida.

- ¡Pobre hombre! – Exclamó, negando con la cabeza. – Cree que sabe leer ese… - Entornó los ojos mirando los restos del tomo. - … esa cosa. – Volvió a mirar a Eltrant, que ahora cruzado de brazos esperaba su oportunidad para detener a un sujeto que, por lo que parecía, no iba a parar. – Venga aquí… venga… ¿Quiere usted una sopa? Puedo decirle un albergue muy barato que… -

- No, quiero decir. Vengo a comprar. – dijo el mencionado enseguida, tratando de detener a un hombre que comenzó a hablar como si la vida le fuese en ello.

Diez minutos esperó Eltrant, de forma educada, a que el curtidor enumerase todos los defectos que tenían los ropajes que vestía. Los cuales, al parecer, iban desde el color hasta la puntada más inocua de la manga derecha de la camisa.

- ¿Tiene…? – Suspiró, masajeándose la sien. - ¿Tiene al menos algunas recetas con la que pueda corregir los desperfectos? Todas son pocas, me gustaría aprender más. – dijo, sospechando que aquella fuese la única forma de salir de una conversación que comenzaba a aturdirle.

- ¡Por supuestísimo! – Clamó el curtidor, echando mano de un pequeño libro que guardaba bajo el mostrador y colocándolo frente a los ojos del exmercenario. - ¡Mis mejores recetas! ¡Del mismísimo Curtis C. Cuero! No encontrarás nada mejor. – Curtis asintió para sí, orgulloso de su modesto librito, y lo deslizó hacia adelante, ofreciéndoselo a Eltrant.

- ¿Cuánto le debo? – Preguntó finalmente, tras ojear las páginas y asentir ante lo que vio en su interior.

- Enseguida vamos con eso, primero… - Miró largo y tendido a Eltrant. – ¿Necesita que le enseñe como leer? – Señaló la letra “A” – Esta letra… es “A”, abra la boca conmigo, así como cuando algo duele: “A” – Mientras gesticulaba de forma exagerada, el señor Cuero fue interrumpido por la bolsita de Aeros que el castaño dejó sobre el mostrador.

- Me las ingeniaré yo mismo, gracias. – Comentó este, deseando salir de allí.


______________________________________________________

RECETAS A APRENDER		AEROS
Armadura Media Superior	[Armadura Media] hecha en base a cuero y refuerzos en malla u otros materiales resistentes, otorga equilibrio entre protección y movilidad. Hace algo de ruido al moverse. De calidad Superior.	30
Armadura de Fieras Superior	[Armadura Ligera o Media] hecha en base a cuero y posibles refuerzos en malla u otros materiales resistentes (elegir si es medio o ligera al crearla). Se adapta a los cambios de forma, pudiendo seguir en forma de Lobo o Dragón. Es de calidad Superior.	15
Ropas Comunes Superiores	No están pensadas para protección en batalla, sino para abrigar y vestir. Al ser de calidad Superior, poseen diseños elegantes que favorecen la interacción social.	30
Ropas Arcanas Superiores	[Túnica] El diseño puede variar. No puede usarse junto a una Armadura. Posee bolsillos para portar materiales de hechizos. Cuando puedes descansar y rellenar energías (ej: beber) por al menos 30 minutos, recuperas un uso de una habilidad mágica de nivel igual o menor a 6, una vez al día.	30
Bolso del Aventurero	[Bolso] Contiene una varita que produce fuego o luz, 10 metros de cuerda firme y ligera, gancho de escalada, cantimplora que mágicamente contiene 20 litros sin pesar casi nada, raciones de comida mágica que satisface de inmediato, mapas, un saco de dormir muy ligero y resistente al frío, hilo de pescar con anzuelo, trampa para conejos, martillo, algunos clavos y una palanca tipo pata de cabra.	30
TOTAL		135

El tercer y último taller en el que había encontrado lo que necesitaba no era lo que había esperado. Si bien era un lugar pequeñito, en cierto modo similar a su propia herrería, el problema no estaba en la ubicación ni en el aspecto del lugar, si no en la persona que lo regentaba.

Una entrañable anciana que, probablemente, no pasase del metro cincuenta.

- Recetas. – Repitió Eltrant por tercera vez.

- ¿Maquetas? – La señora, subida a un taburete, se ajustó las gigantescas gafas que llevaba. – Creo que no tengo ninguna, guapo. Aunque puedo… - Miró a su alrededor, algo confundida.

- No, no. – Eltrant negó con la cabeza y, apoyado contra el mostrador, se inclinó hacia adelante y se acercó más a la anciana. – Re-ce-tas. – Se aseguró de pronunciar detenidamente cada silaba que salió de sus labios. – De curtiduría– Añadió, entiendo que quizás lo que la mujer necesitase fuese algo de contexto.

- ¡Oh! – La señora asintió jovial. - ¡Una perfumería! – Sonrió, contenta. - Al final de la calle hay una. La lleva la hija del Svenson, “El Pato”. Una joven adorable. Está encinta y tiene así como brillo propio a su alrededor. ¡Ay, el hijo del lechero y ella! Que buena pareja que hacen. ¿Los conoces? – Tragando saliva entrecerró tímidamente los ojos y se acercó aún más a la tendera.

- Sí, adorables. Me alegro por ellos. Pero curtiduría. Recetas. – Repitió, aún más despacio de ser posible. – Para trabajar el cuero. – dijo prácticamente a la oreja de la mujer.

- ¿¡Qué quiere verme usted en cueros!? – La mujer dio un pequeño saltito en el taburete, algo sonrojada. - ¡Ah, la juventud de hoy siempre sorprende! ¡Pero no me extraña! En su época tuve muchísimos pretendientes. – dejo escapar una carcajada. - ¡Incluso el médico me pidió ir a la feria de verano! Ay, Roberto, que recuerdos... - Eltrant miró fijamente un punto indeterminado de la pared que la anciana tenía tras ella. – Lo siento mucho hermoso. Estoy felizmente casada y… -

- Abuela, que quiere unas recetas. –

Una niña que apenas llegaría a la decena de edad, ataviada en un modesto vestido de color añil se subió en un taburete al lado de la anciana y miró fijamente a un Eltrant que estuvo a punto de romper a llorar al ver a alguien que le entendía en el lugar.

- ¿Tú no eres muy alto? – Preguntó la niña, analizando a Eltrant con curiosidad. - ¿Te hacen las capas a medida o…? -

- ¿Unas recetas? – La señora interrumpió a su nieta y, tras alisarle el pelo con la mano, se giró hacia Eltrant. - ¿Y por qué no lo has dicho antes? – Chasqueando la lengua, la señora se bajó de un salto del taburete y se puso a curiosear por el taller. - ¡Si no tuvieses la cabeza pegada a los hombros seguro que la perdías! - La escuchó decir mientras se movía.

O eso le pareció a Eltrant, pues este solo vio la coronilla canosa de la mujer ir de aquí a allá, dando pequeños saltitos por el lugar. Si es que no podía ni enfadarse.

- Aquí tienes. – dijo la mujer dejando un inusitado número de libros de recetas, de todos los tipos, sobre el mostrador.

- Este. – dijo Eltrant, tomando el libro que había visto en el escaparate. - ¿Cuánto es? – Preguntó, según rebuscaba Aeros en sus bolsillos.

- Tres jamones y un chófer de caravana, sí. –

- Eso no abuela, el precio. –


________________________________________________________________

RECETAS A APRENDER		AEROS
Calzado del Cazador	[Técnica] Tratas un conjunto de calzado para que no produzca ruidos al caminar, mejorando la capacidad de sigilo de su portador. Este efecto dura 30 minutos.	100
Confeccionar Disfraz	[Técnica] Confeccionas un disfraz que puede intentar hacer pasar al portador por algo o alguien que no es. No es suficiente para engañar a alguien que conozca bien a la persona, si se imita a alguien, pero sí a quienes no la vean con frecuencia.	100
Kit de Curtiduría Superior	[Limitado, Requiere ser Curtidor, 2 Usos] Set de cuchillos, agujas, telas y cueros que permiten llevar a cabo una Técnica de Curtiduría a nivel Experto.	30
TOTAL		230

Desde hacía tiempo, el mundo de la alquimia me interesaba, razón por la que en cuánto tuve la oportunidad, decidí abrir un pequeño negocio para elaborar mis propios elixires y venenos, y lucrarme con la venta de mis pociones. Además, que alguien de mi profesión tuviese un negocio, siempre iba bien, ya que así evitaba levantar sospechas sobre mis ingresos.
Llegué hasta un puesto dónde vendían algunas de las recetas de pociones más interesantes. Tras hojear durante un largo rato todos aquellos elixires y venenos, decidí comprar algunos, que me ayudarían a iniciarme en el taller que tenía pensado abrir.
Escogí la receta de dos venenos simples que me veía capacitado para preparar, esperando tener la suerte de no autoenvenenarme en el proceso... Además, añadí la receta de un perfume que parecía aumentar el atractivo a los ojos de los demás, pensando que podía venderlo fácilmente a mineros y marineros de la ciudad... Mi cuarta receta fue una que al parecer sanaba heridas leves rápidamente. La quinta y última hacía que tuviera más resistencia al dolor durante un breve periodo de tiempo. Ambas buenas elecciones para curar las continuas heridas leves que sufría en mis trabajos cómo truhán.
Tras elegir las recetas, se las ofrecí al mercader, que muy gustosamente me pidió 25 Aeros por la compra de las mismas. Rebusqué entre mis monedas y le pagué el precio exacto, prometiéndole volver pronto.

_______________

Un par de días más tarde, tras mis primeros ingresos en mi taller, volví al Mercado en búsqueda de nuevas recetas. Caminé por sus calles, intentando encontrar las mejores ofertas y mis pasos me llevaron hasta el mismo puesto dónde había comprado las anteriores.

El dueño, aquel hombre al que le faltaba la mitad de su dentadura, me sonrió con su boca desdentada al reconocerme y me preguntó si venía a comprar más recetas y cómo habían sido mis progresos.

- Sí, he hecho los primeros venenos y elixires y he conseguido salir vivo, así que creo que me desenvolveré bastante bien.

Busqué en su recetario y enseguida encontré dos nuevas recetas que llamaron mi atención: una era el elixir del sabueso, que al parecer, aumentaba tanto el oído como el olfato de quién lo consumiera. Pensé en lo útil que sería cuándo hiciese una incursión en la casa de alguna familia adinerada. Tener los sentidos agudizados siempre era una buena opción.

Por otro lado, estaba la poción de recuperación, que al parecer, eliminaba los daños y afecciones de todo tipo en lo que duraba en el tercio de un día. Tras asentir con la cabeza, lo separé también del resto.

- Creo que esto será suficiente por hoy, amigo.

Indicó que me costaría 10 aeros, dinero que pagué gustoso antes de volver a mi taller, dispuesto a poner en práctica aquellos nuevos conocimientos.

Chimar casi se cae de la silla “literalmente” cuando le llego una noticia de lo más interesante, la creación del gremio inventor en Lunargenta. Algo que sin duda le trajo sentimientos encontrados.

Por un lado no puede sentirse más feliz debido a la diversificación de su rama técnica, por el otro… ya no es un chico tan original en lo que respecta a la realidad inventiva. Claro que no tarda en encontrar consuelo en haber sido el primero de Aerandir.

Lo bueno se pega jejeje.

Termina saliendo de la esfera a toda velocidad, rumbo a la Universidad de los Susurros. Fue el sitio donde se fundó el gremio, algo bastante lógico teniendo en cuenta que se necesita cierta educación para crear.

Canel viene con él por supuesto, ciertamente también se encuentra algo animado. Le gusta ver cosas nuevas y siempre se alegra con muchas invenciones de su hermano mayor, ¿A que niño no le agradan las creaciones curiosas?

No les toma llegar mucho a la estructura, está en los distritos altos y esas zonas no son tan concurridas por obvias razones. Una vez adentro encuentra varias figuras conocidas pues la profesión educativa es algo de por vida.

Luego de saludar a algunos personajes y… notar varias miradas temerosas debido a sus antiguas andanzas en el lugar, terminan llegando a la cereza del pastel. El recién fundado conclave de inventores.

Tranquilos, su miembro más prominente llego.

No es recibido por mucha gente sin duda… parece ser demasiado nuevo y exclusivo como para tener cientos de miembros. Pero eso no le molesta, las miradas le reconocen pronto debido a su reputación.

Nos preguntábamos cuando llegarías.

Dice el más anciano de todos, con un tono ameno. Antes de lo que canta un gallo, Chim ya tiene su anillo de pertenencia y es nombrado miembro. Canel por su parte recibe el titulo ayudante honorario, algo que le anima a sobremanera.

En breve, ambos niños son llevados a un curioso salón de clases. Bastante similar a los que utilizaba el pequeño genio durante sus años de universidad aunque con claras mejoras dedicadas a la rama inventora.

Si bien ya existían materias dedicadas a las invenciones del hombre, la creación del gremio parece haber dotado de una credibilidad impresionante a la tendencia. Ahora tienen su legítimo lugar en el mundo académico y sobre todo más allá.

Que comience la clase.

¿Clase?

Si, debes aprender las nuevas invenciones desarrolladas.

Pues… adelante “dice sin convencerse mucho pero dispuesto a darles una oportunidad”.