El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La muchacha parecía disfrutar del guiso. Era todo lo que Elian podía pedir y sonrió satisfecho cuando, además de darle la razón, se sacudió la timidez hasta el punto de lanzarse a preguntar. Y no una pregunta cualquiera, no. El elfo abrió los ojos con gesto de sorpresa y se llevó una mano a la barba para rascarse la mandíbula mientras meditaba la respuesta. Podía entender la curiosidad de Ava, pero lo cierto era que nunca le habían planteado algo así.
Por fortuna, Daphne no tuvo ningún inconveniente en liderar la conversación en ese punto. Elian la escuchó con tanta atención como la joven alada, pues nunca había oído la historia de su conversión. A juzgar por la naturalidad con la que hablaba la vampiro, imaginó que, si no se había enterado hasta ese momento, era porque había sido excesivamente escrupuloso con sus interrogantes. Después de todo, los elfos habían sido bendecidos con la magia de la luz, mientras que los vampiros sufrían la maldición de la oscuridad. Elian siempre supuso que la transformación en vampiro sería un asunto demasiado turbio como para sacarlo a colación.
Bien pensado, sin embargo, Daphne nunca le había parecido particularmente apenada por su condición vampírica. El elfo sonrió pensativo al darse cuenta de cómo, a pesar de sus años de viajar por el continente, los prejuicios de su crianza todavía se resistían a separarse de él y aparecían en los rincones más insospechados. Vivir para aprender, se dijo. El tiempo, sin embargo, le negó la posibilidad de seguir absorto en estos pensamientos, pues pronto le llegó el turno de satisfacer la curiosidad de la joven Ava.
—Ah, mis antepasados —dijo con una amplia sonrisa, mientras ganaba un poco de tiempo para reordenar sus ideas—, a algunos de ellos los conozco personalmente. Mi tatarabuela Zydre aún lidera con mano firme al clan Satari. Tiene algo más de trescientos años, pero he de decir —añadió volviendo la vista hacia la vampiro— que no se conserva tan bien como nuestra amiga Daphne, aquí presente.
La aludida sonrió ante la broma del elfo aunque, en esta ocasión, era difícil saber si realmente le había hecho gracia o sólo lo hizo por educación. Elian ya estaba acostumbrado al echo de que algunas de sus bromas tenían más gracia que otras. Se encogió de hombros y, volviéndose de nuevo hacia la mujer-bestia, cruzó los brazos por delante del pecho, levantando una de las manos hacia el mentón. Se mesó la barba pensativo unos segundos más antes de responder a la verdadera inquietud de la muchacha.
—Es cierto que los elfos solemos ser más longevos que otras razas, aunque lo cierto es que, desde nuestra perspectiva, más bien parece que las demás razas son menos duraderas, sin ánimo de ofender —añadió a modo de disculpa—. Verás, la mayoría de elfos pasa la vida en el bosque, rodeados de los suyos, por lo que pocos tienen la oportunidad de comparar su experiencia de vida con otras gentes. La perspectiva del tiempo también es diferente. Como ha dicho Daphne, supongo que vivimos más despacio, con más calma, pero para nosotros eso es el ritmo normal, no sé si me explico. —Hizo un gesto con la mano, alejándola de la barba, como para enfatizar lo que intentaba decir— No puedo hablar por los elfos que se crían fuera de Sandorai, claro, supongo que esos estarán más adaptados a las sociedades que los rodean. Por lo que se refiere a los que decidimos salir a viajar por el mundo… —Otra pausa— Bueno, debo decir que mi primer destino fueron las tierras de los dragones, así que el impacto en cuanto a ritmos de vida no fue tan grande como si me hubiera encontrado directamente entre humanos.
Su mente se distrajo un recordando aquel primer viaje con sus amigos y no pudo evitar sonreír con melancolía. Por un momento, la vampiro y la mujer-bestia desaparecieron de su retina para ser sustituidas por sus tres amigos. Sólo Nimdar seguía con vida. Sí, era cierto, como Nimdar insistía en recalcar siempre que salía el tema, que no tenían noticia de la muerte de Kerlon; por lo que sabían, podría estar surcando algún mar lejano en aquellos momentos. Pero Elian se resistía a creer que, estando vivo, nunca se hubiese puesto en contacto con ellos en todo aquel tiempo. Suspiró y sacudió levemente la cabeza, volviendo al tiempo presente.
—En fin, es más o menos lo que ha dicho Daphne: al principio, es duro ver partir a la gente, pero al cabo del tiempo, te das cuenta de que a todo el mundo le llega su hora. De hecho —agregó, cambiando el tono de voz a uno más enérgico y menos melancólico—, uno nunca sabe cuándo llegará ese momento. Incluso cuando parece que puedes tener muchos años por delante, ocurren accidentes, guerras, enfermedades… Con el tiempo —miró de nuevo a Ava, como si le hablase en confidencia—, te vas dando cuenta de que lo que importa no es la cantidad de años que vives, sino la calidad que le imprimes a esos años. Puedes vivir siglos haciendo lo mismo día tras día, una y otra vez, sin llegar a plantearte siquiera la posibilidad de que otras gentes, en otras tierras, vivan su vida de manera diferente. O puedes lanzarte a la aventura —una nueva sonrisa apareció en su rostro, acompañada de un brillo en sus pupilas— y vivir cada día como si fuera el último. De hecho —dijo señalando con un gesto de la cabeza la estrella que había atraído a tanta gente al lugar en aquella noche—, ¿quién sabe?, podría serlo.
—Elian, no seas fatalista —le cortó Daphne—, vas a asustar a nuestra amiga. Discúlpale —añadió mirando de nuevo a Ava— no puede evitar bromear con todo lo que le rodea.
—Bueno, tal vez no haya nada que temer de una estrella —concedió el elfo—. Yo sólo digo que uno tiene que aprovechar la vida mientras puede. Y si Ava ha venido hasta aquí en un momento único como éste, estoy seguro de que estará de acuerdo conmigo. —Y le guiñó el ojo a la muchacha como signo de complicidad— Pero, dinos, ¿qué fue lo que te hizo acercarte hasta aquí? ¿Fueron los rumores que se han extendido por todas partes o ya venías con la idea de buscarte a un par de viejos para recibir una clase de historia? —No pudo evitar una risita divertida al pronunciar la palabra “viejos”, él no era ningún viejo entre los suyos, estaba en la flor de la vida, y, a ojos de cualquiera, Daphne parecería la más joven del grupo.
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OFF-ROL: Sigo interactuando con Ava ^.^
Por fortuna, Daphne no tuvo ningún inconveniente en liderar la conversación en ese punto. Elian la escuchó con tanta atención como la joven alada, pues nunca había oído la historia de su conversión. A juzgar por la naturalidad con la que hablaba la vampiro, imaginó que, si no se había enterado hasta ese momento, era porque había sido excesivamente escrupuloso con sus interrogantes. Después de todo, los elfos habían sido bendecidos con la magia de la luz, mientras que los vampiros sufrían la maldición de la oscuridad. Elian siempre supuso que la transformación en vampiro sería un asunto demasiado turbio como para sacarlo a colación.
Bien pensado, sin embargo, Daphne nunca le había parecido particularmente apenada por su condición vampírica. El elfo sonrió pensativo al darse cuenta de cómo, a pesar de sus años de viajar por el continente, los prejuicios de su crianza todavía se resistían a separarse de él y aparecían en los rincones más insospechados. Vivir para aprender, se dijo. El tiempo, sin embargo, le negó la posibilidad de seguir absorto en estos pensamientos, pues pronto le llegó el turno de satisfacer la curiosidad de la joven Ava.
—Ah, mis antepasados —dijo con una amplia sonrisa, mientras ganaba un poco de tiempo para reordenar sus ideas—, a algunos de ellos los conozco personalmente. Mi tatarabuela Zydre aún lidera con mano firme al clan Satari. Tiene algo más de trescientos años, pero he de decir —añadió volviendo la vista hacia la vampiro— que no se conserva tan bien como nuestra amiga Daphne, aquí presente.
La aludida sonrió ante la broma del elfo aunque, en esta ocasión, era difícil saber si realmente le había hecho gracia o sólo lo hizo por educación. Elian ya estaba acostumbrado al echo de que algunas de sus bromas tenían más gracia que otras. Se encogió de hombros y, volviéndose de nuevo hacia la mujer-bestia, cruzó los brazos por delante del pecho, levantando una de las manos hacia el mentón. Se mesó la barba pensativo unos segundos más antes de responder a la verdadera inquietud de la muchacha.
—Es cierto que los elfos solemos ser más longevos que otras razas, aunque lo cierto es que, desde nuestra perspectiva, más bien parece que las demás razas son menos duraderas, sin ánimo de ofender —añadió a modo de disculpa—. Verás, la mayoría de elfos pasa la vida en el bosque, rodeados de los suyos, por lo que pocos tienen la oportunidad de comparar su experiencia de vida con otras gentes. La perspectiva del tiempo también es diferente. Como ha dicho Daphne, supongo que vivimos más despacio, con más calma, pero para nosotros eso es el ritmo normal, no sé si me explico. —Hizo un gesto con la mano, alejándola de la barba, como para enfatizar lo que intentaba decir— No puedo hablar por los elfos que se crían fuera de Sandorai, claro, supongo que esos estarán más adaptados a las sociedades que los rodean. Por lo que se refiere a los que decidimos salir a viajar por el mundo… —Otra pausa— Bueno, debo decir que mi primer destino fueron las tierras de los dragones, así que el impacto en cuanto a ritmos de vida no fue tan grande como si me hubiera encontrado directamente entre humanos.
Su mente se distrajo un recordando aquel primer viaje con sus amigos y no pudo evitar sonreír con melancolía. Por un momento, la vampiro y la mujer-bestia desaparecieron de su retina para ser sustituidas por sus tres amigos. Sólo Nimdar seguía con vida. Sí, era cierto, como Nimdar insistía en recalcar siempre que salía el tema, que no tenían noticia de la muerte de Kerlon; por lo que sabían, podría estar surcando algún mar lejano en aquellos momentos. Pero Elian se resistía a creer que, estando vivo, nunca se hubiese puesto en contacto con ellos en todo aquel tiempo. Suspiró y sacudió levemente la cabeza, volviendo al tiempo presente.
—En fin, es más o menos lo que ha dicho Daphne: al principio, es duro ver partir a la gente, pero al cabo del tiempo, te das cuenta de que a todo el mundo le llega su hora. De hecho —agregó, cambiando el tono de voz a uno más enérgico y menos melancólico—, uno nunca sabe cuándo llegará ese momento. Incluso cuando parece que puedes tener muchos años por delante, ocurren accidentes, guerras, enfermedades… Con el tiempo —miró de nuevo a Ava, como si le hablase en confidencia—, te vas dando cuenta de que lo que importa no es la cantidad de años que vives, sino la calidad que le imprimes a esos años. Puedes vivir siglos haciendo lo mismo día tras día, una y otra vez, sin llegar a plantearte siquiera la posibilidad de que otras gentes, en otras tierras, vivan su vida de manera diferente. O puedes lanzarte a la aventura —una nueva sonrisa apareció en su rostro, acompañada de un brillo en sus pupilas— y vivir cada día como si fuera el último. De hecho —dijo señalando con un gesto de la cabeza la estrella que había atraído a tanta gente al lugar en aquella noche—, ¿quién sabe?, podría serlo.
—Elian, no seas fatalista —le cortó Daphne—, vas a asustar a nuestra amiga. Discúlpale —añadió mirando de nuevo a Ava— no puede evitar bromear con todo lo que le rodea.
—Bueno, tal vez no haya nada que temer de una estrella —concedió el elfo—. Yo sólo digo que uno tiene que aprovechar la vida mientras puede. Y si Ava ha venido hasta aquí en un momento único como éste, estoy seguro de que estará de acuerdo conmigo. —Y le guiñó el ojo a la muchacha como signo de complicidad— Pero, dinos, ¿qué fue lo que te hizo acercarte hasta aquí? ¿Fueron los rumores que se han extendido por todas partes o ya venías con la idea de buscarte a un par de viejos para recibir una clase de historia? —No pudo evitar una risita divertida al pronunciar la palabra “viejos”, él no era ningún viejo entre los suyos, estaba en la flor de la vida, y, a ojos de cualquiera, Daphne parecería la más joven del grupo.
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Elian
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La velada no estaba yendo como a Valeria le habría gustado. Había regresado al continente para tratar de apartar de su mente los últimos acontecimientos vividos en los bosques de su isla y se había acercado a aquellos dos tipos con la intención de distraerse un rato. Pero, de alguna manera, parecía haber dado con un paladín de las causas justas y su fiel escudero. Si alguien le preguntaba, diría que no era el par más adecuado para una noche de diversión. Después de un rato bastante incómodo, probablemente para los tres, soltó la primera excusa que vino a su mente y se despidió de la pareja, dispuesta a dar con otro objetivo un poco más… festivo.
Siguió caminando por el lugar, pero saciada su hambre y sed, no había nada que llamase su atención entre los puestos y la mayoría de la gente ya se encontraba en grupo o estaba peligrosamente ebria. Al cabo de un rato, y con una sensación creciente de fastidio, empezó a plantearse la idea de largarse de allí, de vuelta a la posada.
En un momento dado, escuchó una voz ofreciendo a gritos una apuesta y una búsqueda. «Así que un pelirrojo con una daga invisible», se dijo a sí misma sin poder evitar una sonrisa socarrona. «Y, claro, todos ponen la ínfima suma de un aero, pero ¿quién se llevará el bote?». A la bruja no le cabía duda de que aquello se trataría de un timo bien montado. Sabía, por propia experiencia, que reuniones como aquella eran el patio de juego de tunantes de todo tipo.
Observó con cierta nostalgia al tipo que se apresuró a poner en juego la friolera de 200 aeros. Valeria había dejado atrás aquella vida, o eso se decía a si misma, como si aún tratase de convencerse de ello. Sin embargo, no pudo evitar imaginar el gesto de satisfacción que estaría tratando de ocultar en aquel momento el timador, a quién no podía ver desde su posición. Haciendo un gesto con la cabeza, como no queriendo presenciar la humillación del tipo de las biusas, se dio la vuelta y se alejó de allí.
De alguna manera, sus pasos acabaron acercándola de nuevo a la zona donde Matthew Owens y el resto de la comitiva de Ciudad Lagarto habían tomado como propia. No se le escapó la ironía de aquello y hasta se planteó acercarse a hablar con el “comerciante”. Tal vez sea cierto que una no puede escapar a su pasado. Por suerte o por desgracia, vio alejarse de la comitiva, encaminándose hacia donde ella estaba, nada menos que a Tatsuya Suō, sin duda, la última persona con la que querría encontrarse en aquel momento, después de los sucesos en Sacrestic.
El brujo estaba evidentemente borracho y estaba muy concentrado en intentar zafarse del agarre de su compañero, que lo llevaba prácticamente a rastras. Gracias a eso, Valeria tuvo tiempo de darse media vuelta y encaminar sus pasos en la dirección opuesta… sólo para toparse con otra de las personas con las que menos deseaba encontrarse en un momento como aquél: Vincent Calhoun.
Habían pasado años desde la última vez que lo viera y los años habían pasado factura por su rostro, pero el hombre seguía tan atractivo como siempre, puede que más. «Justo lo que necesitaba para redondear la noche», se dijo la bruja con sarcasmo. Pensando que quizá no la había visto, se planteó la posibilidad de darse la vuelta de nuevo, pero los gritos de Tatsuya a su espalda la disuadieron pronto de su idea. Puestos a elegir, prefería enfrentar a este toro que al otro.
Resignada, dio un paso al frente, sólo para percibir por el rabillo del ojo cómo una mujer elfa, alta y luminosa, como todas las de su raza, le hacía señas al brujo para que se acercara. Y ella que creía que la noche no podía mejorar. Había oído rumores que vinculaban a Vincent con un miembro de aquella raza, incluso le llegó la noticia de que se había casado. No tenía forma de saber qué de cierto había en todo aquello, por supuesto, pero una parte de ella no podía evitar sonreír internamente imaginándose el ardor de los chismorreos entre la más rancia sociedad de Beltrexus. “¡Quién lo iba a pensar, el muchacho de los Calhoun!”. Más de una Hartem o Skarth o algún otro gran apellido de la isla se habría llevado las manos a la cabeza por la pérdida.
Todo aquello, sin embargo, no hacía su situación presente menos mortificante para ella. «Con un poco de suerte», se dijo, a pesar de que se encontraba en medio del camino entre el brujo y la elfa, «no me habrá visto».
----------
OFF: Menciono a Anders, el compañero de Rauko cuyo nombre no recuerdo, Owens, Tatsuya (y Mefisto), Níniel y pongo a Reike en el radio de acción de Vincent Calhoun, pero dejo a elección de este último si interactúa con mi bruja o hace como que no la ha visto xD
Siguió caminando por el lugar, pero saciada su hambre y sed, no había nada que llamase su atención entre los puestos y la mayoría de la gente ya se encontraba en grupo o estaba peligrosamente ebria. Al cabo de un rato, y con una sensación creciente de fastidio, empezó a plantearse la idea de largarse de allí, de vuelta a la posada.
En un momento dado, escuchó una voz ofreciendo a gritos una apuesta y una búsqueda. «Así que un pelirrojo con una daga invisible», se dijo a sí misma sin poder evitar una sonrisa socarrona. «Y, claro, todos ponen la ínfima suma de un aero, pero ¿quién se llevará el bote?». A la bruja no le cabía duda de que aquello se trataría de un timo bien montado. Sabía, por propia experiencia, que reuniones como aquella eran el patio de juego de tunantes de todo tipo.
Observó con cierta nostalgia al tipo que se apresuró a poner en juego la friolera de 200 aeros. Valeria había dejado atrás aquella vida, o eso se decía a si misma, como si aún tratase de convencerse de ello. Sin embargo, no pudo evitar imaginar el gesto de satisfacción que estaría tratando de ocultar en aquel momento el timador, a quién no podía ver desde su posición. Haciendo un gesto con la cabeza, como no queriendo presenciar la humillación del tipo de las biusas, se dio la vuelta y se alejó de allí.
De alguna manera, sus pasos acabaron acercándola de nuevo a la zona donde Matthew Owens y el resto de la comitiva de Ciudad Lagarto habían tomado como propia. No se le escapó la ironía de aquello y hasta se planteó acercarse a hablar con el “comerciante”. Tal vez sea cierto que una no puede escapar a su pasado. Por suerte o por desgracia, vio alejarse de la comitiva, encaminándose hacia donde ella estaba, nada menos que a Tatsuya Suō, sin duda, la última persona con la que querría encontrarse en aquel momento, después de los sucesos en Sacrestic.
El brujo estaba evidentemente borracho y estaba muy concentrado en intentar zafarse del agarre de su compañero, que lo llevaba prácticamente a rastras. Gracias a eso, Valeria tuvo tiempo de darse media vuelta y encaminar sus pasos en la dirección opuesta… sólo para toparse con otra de las personas con las que menos deseaba encontrarse en un momento como aquél: Vincent Calhoun.
Habían pasado años desde la última vez que lo viera y los años habían pasado factura por su rostro, pero el hombre seguía tan atractivo como siempre, puede que más. «Justo lo que necesitaba para redondear la noche», se dijo la bruja con sarcasmo. Pensando que quizá no la había visto, se planteó la posibilidad de darse la vuelta de nuevo, pero los gritos de Tatsuya a su espalda la disuadieron pronto de su idea. Puestos a elegir, prefería enfrentar a este toro que al otro.
Resignada, dio un paso al frente, sólo para percibir por el rabillo del ojo cómo una mujer elfa, alta y luminosa, como todas las de su raza, le hacía señas al brujo para que se acercara. Y ella que creía que la noche no podía mejorar. Había oído rumores que vinculaban a Vincent con un miembro de aquella raza, incluso le llegó la noticia de que se había casado. No tenía forma de saber qué de cierto había en todo aquello, por supuesto, pero una parte de ella no podía evitar sonreír internamente imaginándose el ardor de los chismorreos entre la más rancia sociedad de Beltrexus. “¡Quién lo iba a pensar, el muchacho de los Calhoun!”. Más de una Hartem o Skarth o algún otro gran apellido de la isla se habría llevado las manos a la cabeza por la pérdida.
Todo aquello, sin embargo, no hacía su situación presente menos mortificante para ella. «Con un poco de suerte», se dijo, a pesar de que se encontraba en medio del camino entre el brujo y la elfa, «no me habrá visto».
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OFF: Menciono a Anders, el compañero de Rauko cuyo nombre no recuerdo, Owens, Tatsuya (y Mefisto), Níniel y pongo a Reike en el radio de acción de Vincent Calhoun, pero dejo a elección de este último si interactúa con mi bruja o hace como que no la ha visto xD
Reike
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
-Que te puedo decir. -Miré a Alward sonriendo divertida al tiempo que levantaba los hombros. -El tiempo vuela y la vida de muchas razas es corta. Tengo que aprovechar antes de que se mueran.
-No me voy a desmayar al segundo trago. -Fanfarroneaba una orgullosa Lavey junto a Sophitia. -Soy toda una experta, llevo bebiendo desde que nací. -La lagartija tenía razón, llevaba toda la vida bebiendo, pero no alcohol y menos en aquellas cantidades. -¡Te lo voy a demostrar! -Vey levantó una vez más la jarra. -Yo no soy como Tapón, no le tengo alergia a la cerveza. -Y sin más, comenzó a beber mientras un animado Uriel se acercaba.
-Esa granuja está más rebelde que nunca, Sir Sevna.
Primero vino el revoleo de ojos al cielo, después el énfasis sobre el nuevo rango de Alward y por ultimo un hermoso desencajamiento de mandíbula, al seguir con la mirada la dirección que marcaba el hombre.
-¡Por todos los celestiales! -Me llevé la mano a los ojos y abrí los dedos siguiendo el dibujo de mis cejas. -Por lo menos esta con Sophitia.
Aquello no necesariamente significaba que mi hija estuviera sana y salva, pero cuando las dos estaban juntas parecían cuidarse mutuamente.
-Si la dejara beber no se hubiera escondido detrás del barril. -Señalé con el brazo hacia Lavey, a la cual se le veía media cabeza asomarse por encima del tonel de cerveza. -Pero en fin, todos hemos tenido 16 años alguna vez. ¿O me vas a decir que tú no te escapabas de tus padres en las fiestas de tu pueblo? -Puse los brazos en jarra y levanté una ceja mirando a Alward. Para, a continuación, responder a la biotica. -Dudo mucho que esa lagartija crezca más.
Giré la cabeza para mirar a Zoë y después observé divertida como una mujer, a quien la bio había llamado Leveru, se zampa todas las patatas de la bandeja.
-¡Cla-claro que estoy bien! -Aquella exclamación por parte de la adolescente no era demasiado creíble teniendo en cuenta que lo decía agazapada tras un barril. -Y te lo voy a demostrar ahora mismo. En cuanto...
La rubia asomó la cabeza por encima del bidón y al ver que el peligro había pasado se irguió y metió la jarra dentro la barrica y la sacó rebosante de cerveza.
-Presta atención Uri, te voy a enseñar a beber. -Los pómulos de la joven dragona estaban cada vez más sonrosados. -Y tú, -Señaló con la mano libre hacia la pelirroja. -tu recordaras este momento por toda la eternidad.
-Es bueno saber que el bastón cumple su cometido. -Desvié la atención de la ama de las patatas a la dueña de la bandeja. -Si quieres uno mejor pásate a verme por Ulmer, he mejorado mucho la técnica. -Le guiñé un ojo a Siria y me giré de forma teatral para ver a todos los presentes. -Si me disculpáis, tengo una hija a la que atormentar.
Yo caminaba y Lavey se reía, yo sonreía enseñando todos los dientes y ella abría los ojos espantada. La llamé por su nombre y la nombrada le agarró el sombrero a la vampiresa, se lo puso en la cabeza y se tapó la cara bajando el ala con la mano. Para terminar de rematar el acto la rubia se colocó detrás de Sophi.
-No estoy, yo no estoy, soy tu sombra, no existo.
Murmuraba la adolescente mientras yo movía la punta del pie y me cruzaba de brazos.
-¿Alguno de vosotros puede decirme donde está mi hija? -Levanté una ceja de manera sarcástica. -Porque estoy viendo a alguien, pero no se parece en nada a mi hija.
-Se fue por ahí.
Lavey articuló aquellas palabras con un tono extremadamente agudo mientras señalaba en alguna dirección incierta.
-Ya...
Fijé la vista en Sophitia y la miré con una expresión que denotaba un claro interrogante "¿De verdad está haciendo esto?". Me hice la tonta y giré la cabeza en la dirección que señalaba el brazo. Suspire al escuchar reír entre dientes a Lavey y acto seguido sonreí lobuna al percatarme que una mujer-bestia, con cuernos de carnero, que miraba la escena sin tapujos.
-Me voy a ir, a ver si encuentro a mi hija. Si la veis avisarme. -Antes de despedirme incline el cuerpo hacia el joven vampiro. -Uri, si Vey te dice que bebas, no lo hagas.
Me puse de camino hacia la dulce oveja de pelo blanco y mullido. Y antes de que llegara a la mitad del camino escuché una risa jocosa.
-¡JA! -Lavey salió de detrás de la vampiresa. -¿Habéis visto eso? -Preguntó levantado el ala del sombrero y señalado en mi dirección. -Ni se ha enterado de que era yo. Soy la reina del camuflaje.
_____________________
Off: Interactúo con Zoë, Alward, Siria y Uri
-No me voy a desmayar al segundo trago. -Fanfarroneaba una orgullosa Lavey junto a Sophitia. -Soy toda una experta, llevo bebiendo desde que nací. -La lagartija tenía razón, llevaba toda la vida bebiendo, pero no alcohol y menos en aquellas cantidades. -¡Te lo voy a demostrar! -Vey levantó una vez más la jarra. -Yo no soy como Tapón, no le tengo alergia a la cerveza. -Y sin más, comenzó a beber mientras un animado Uriel se acercaba.
-Esa granuja está más rebelde que nunca, Sir Sevna.
Primero vino el revoleo de ojos al cielo, después el énfasis sobre el nuevo rango de Alward y por ultimo un hermoso desencajamiento de mandíbula, al seguir con la mirada la dirección que marcaba el hombre.
-¡Por todos los celestiales! -Me llevé la mano a los ojos y abrí los dedos siguiendo el dibujo de mis cejas. -Por lo menos esta con Sophitia.
Aquello no necesariamente significaba que mi hija estuviera sana y salva, pero cuando las dos estaban juntas parecían cuidarse mutuamente.
-Si la dejara beber no se hubiera escondido detrás del barril. -Señalé con el brazo hacia Lavey, a la cual se le veía media cabeza asomarse por encima del tonel de cerveza. -Pero en fin, todos hemos tenido 16 años alguna vez. ¿O me vas a decir que tú no te escapabas de tus padres en las fiestas de tu pueblo? -Puse los brazos en jarra y levanté una ceja mirando a Alward. Para, a continuación, responder a la biotica. -Dudo mucho que esa lagartija crezca más.
Giré la cabeza para mirar a Zoë y después observé divertida como una mujer, a quien la bio había llamado Leveru, se zampa todas las patatas de la bandeja.
-¡Cla-claro que estoy bien! -Aquella exclamación por parte de la adolescente no era demasiado creíble teniendo en cuenta que lo decía agazapada tras un barril. -Y te lo voy a demostrar ahora mismo. En cuanto...
La rubia asomó la cabeza por encima del bidón y al ver que el peligro había pasado se irguió y metió la jarra dentro la barrica y la sacó rebosante de cerveza.
-Presta atención Uri, te voy a enseñar a beber. -Los pómulos de la joven dragona estaban cada vez más sonrosados. -Y tú, -Señaló con la mano libre hacia la pelirroja. -tu recordaras este momento por toda la eternidad.
-Es bueno saber que el bastón cumple su cometido. -Desvié la atención de la ama de las patatas a la dueña de la bandeja. -Si quieres uno mejor pásate a verme por Ulmer, he mejorado mucho la técnica. -Le guiñé un ojo a Siria y me giré de forma teatral para ver a todos los presentes. -Si me disculpáis, tengo una hija a la que atormentar.
Yo caminaba y Lavey se reía, yo sonreía enseñando todos los dientes y ella abría los ojos espantada. La llamé por su nombre y la nombrada le agarró el sombrero a la vampiresa, se lo puso en la cabeza y se tapó la cara bajando el ala con la mano. Para terminar de rematar el acto la rubia se colocó detrás de Sophi.
-No estoy, yo no estoy, soy tu sombra, no existo.
Murmuraba la adolescente mientras yo movía la punta del pie y me cruzaba de brazos.
-¿Alguno de vosotros puede decirme donde está mi hija? -Levanté una ceja de manera sarcástica. -Porque estoy viendo a alguien, pero no se parece en nada a mi hija.
-Se fue por ahí.
Lavey articuló aquellas palabras con un tono extremadamente agudo mientras señalaba en alguna dirección incierta.
-Ya...
Fijé la vista en Sophitia y la miré con una expresión que denotaba un claro interrogante "¿De verdad está haciendo esto?". Me hice la tonta y giré la cabeza en la dirección que señalaba el brazo. Suspire al escuchar reír entre dientes a Lavey y acto seguido sonreí lobuna al percatarme que una mujer-bestia, con cuernos de carnero, que miraba la escena sin tapujos.
-Me voy a ir, a ver si encuentro a mi hija. Si la veis avisarme. -Antes de despedirme incline el cuerpo hacia el joven vampiro. -Uri, si Vey te dice que bebas, no lo hagas.
Me puse de camino hacia la dulce oveja de pelo blanco y mullido. Y antes de que llegara a la mitad del camino escuché una risa jocosa.
-¡JA! -Lavey salió de detrás de la vampiresa. -¿Habéis visto eso? -Preguntó levantado el ala del sombrero y señalado en mi dirección. -Ni se ha enterado de que era yo. Soy la reina del camuflaje.
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Última edición por Reivy Abadder el Jue Sep 19 2019, 16:30, editado 1 vez
Reivy Abadder
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
-Es más que una costumbre-Se cruzó de brazos, pensativo, contestando así la bio-cibernética-Para algunos, es más necesario que respirar-Dijo con un tono irónico. Tras el comentario, esbozo una sonrisa sin darle mayor importancia.
Después de eso vino otra mujer, Zöe se refirió a ella como "Laveru", así que ese debía ser su nombre.
El Sevna observaba la conversación sin inmiscuirse, no tenía ni idea de lo que estaban hablando, por lo que acabó por desconectar. De nuevo, se centró en lo que Reivy le decía, girando ligeramente su cuello y posando la mirada en la morena. Esta señaló el barril en el que se había escondido su hija, lo cual le sacó una sonrisa divertida a Alward.
-En las fiestas de mi pueblo, yo era el primero en aparecer, y el último en irme-Bromeó. Quizás un par de veces les había tenido que dar esquinazo a sus padres por alguna tarea que tuviera pendiente o recados que cumplir el día siguiente a la celebración, pero nunca le castigaron sin salir de casa ni nada por el estilo porque siempre cumplía o acababa cumpliendo con sus obligaciones, de una forma u otra. En cambio, su hermana ya era otro cantar...
Aquellos recuerdos hicieron que al castaño le entrase cierta nostalgia. Sin duda, habían sido tiempos buenos.
Reivy, de forma repentina, se giró sobre sí, no sin antes avisar de que iba a tener una charla con Lavey. Alward asintió. Cuando se lo proponía, la dragona podía ser la madre más dura de todas. No quería estar en el pellejo de la joven rubia en ese momento... Pero, lo que sí quería, era estar delante de aquella regañina, ya que ambas formaban una buena pareja que al Sevna le resultaba cómica.
-No puedo perderme esto...-Pensó en voz alta-Discúlpenme-Hizo una corta y breve reverencia hacia Zöe y las otras dos mujeres y se retiró para seguir a Reivy.
Sin intervenir en la escena, y como un mero espectador, fue testigo de aquello. No era la regañina que se esperaba, pero había sido bastante divertido de ver. Cuando finalmente Reivy se fue, el castaño se acercó hacia la rubia y, por sorpresa, le levantó el sombrero que portaba.
-La reina del camuflaje, ¿Eh?-La miraba, con condescendencia-Como tu madre pasa de ti, me siento en la obligación de advertirte que... Si bebes mucho, acabarás como ese tipo-Señaló a un banco, no muy lejos de allí, donde había un borracho tendido y roncando. Babeaba como si fuese un cánido, y al tener la boca abierta, se le veía una horrorosa dentadura falta de algunas piezas bucales-...O como esa-Señaló hacia otro lugar. Había una mujer borracha y abrazada a un poste, al cual besuqueaba y acosaba como si fuera un mozo bien dotado-No quieres eso...-Miró a la joven dragona a los ojos-¿Cierto?-Esbozó una sonrisa divertida, quizás nunca llegaría a esos extremos, pero le resultaba graciosa aquella situación.
Mirase a dónde mirase, siempre podría encontrar a algún ejemplo de a dónde no llegar con la bebida, ya que estos abundaban, y más en una fiesta donde el alcohol y la comida iban gratis y a mansalva.
También se percató de que el chico de antes estaba allí.
-Tú eres incluso más pequeño que Lavey...-Suspiró-No te dejes arrastrar por sus encantos femeninos-Bromeó
Allí, junto a los dos jóvenes, había una mujer que aparentaba la misma edad del Sevna. Y, en ese momento, se acordó que tenía entre sus manos algo que no le pertenecía.
-Supongo que tú eres "Sophitia"-Estiró el brazo para ofrecerle el sombrero-Y, también supongo, que esto te pertenece-Sonrió de forma cordial-Por cierto, ¿De qué conoces a Reivy y Zöe?
___________________________________________________
Off: Intercatúo con Zöe, Reivy, Uri y Siria
Después de eso vino otra mujer, Zöe se refirió a ella como "Laveru", así que ese debía ser su nombre.
El Sevna observaba la conversación sin inmiscuirse, no tenía ni idea de lo que estaban hablando, por lo que acabó por desconectar. De nuevo, se centró en lo que Reivy le decía, girando ligeramente su cuello y posando la mirada en la morena. Esta señaló el barril en el que se había escondido su hija, lo cual le sacó una sonrisa divertida a Alward.
-En las fiestas de mi pueblo, yo era el primero en aparecer, y el último en irme-Bromeó. Quizás un par de veces les había tenido que dar esquinazo a sus padres por alguna tarea que tuviera pendiente o recados que cumplir el día siguiente a la celebración, pero nunca le castigaron sin salir de casa ni nada por el estilo porque siempre cumplía o acababa cumpliendo con sus obligaciones, de una forma u otra. En cambio, su hermana ya era otro cantar...
Aquellos recuerdos hicieron que al castaño le entrase cierta nostalgia. Sin duda, habían sido tiempos buenos.
Reivy, de forma repentina, se giró sobre sí, no sin antes avisar de que iba a tener una charla con Lavey. Alward asintió. Cuando se lo proponía, la dragona podía ser la madre más dura de todas. No quería estar en el pellejo de la joven rubia en ese momento... Pero, lo que sí quería, era estar delante de aquella regañina, ya que ambas formaban una buena pareja que al Sevna le resultaba cómica.
-No puedo perderme esto...-Pensó en voz alta-Discúlpenme-Hizo una corta y breve reverencia hacia Zöe y las otras dos mujeres y se retiró para seguir a Reivy.
Sin intervenir en la escena, y como un mero espectador, fue testigo de aquello. No era la regañina que se esperaba, pero había sido bastante divertido de ver. Cuando finalmente Reivy se fue, el castaño se acercó hacia la rubia y, por sorpresa, le levantó el sombrero que portaba.
-La reina del camuflaje, ¿Eh?-La miraba, con condescendencia-Como tu madre pasa de ti, me siento en la obligación de advertirte que... Si bebes mucho, acabarás como ese tipo-Señaló a un banco, no muy lejos de allí, donde había un borracho tendido y roncando. Babeaba como si fuese un cánido, y al tener la boca abierta, se le veía una horrorosa dentadura falta de algunas piezas bucales-...O como esa-Señaló hacia otro lugar. Había una mujer borracha y abrazada a un poste, al cual besuqueaba y acosaba como si fuera un mozo bien dotado-No quieres eso...-Miró a la joven dragona a los ojos-¿Cierto?-Esbozó una sonrisa divertida, quizás nunca llegaría a esos extremos, pero le resultaba graciosa aquella situación.
Mirase a dónde mirase, siempre podría encontrar a algún ejemplo de a dónde no llegar con la bebida, ya que estos abundaban, y más en una fiesta donde el alcohol y la comida iban gratis y a mansalva.
También se percató de que el chico de antes estaba allí.
-Tú eres incluso más pequeño que Lavey...-Suspiró-No te dejes arrastrar por sus encantos femeninos-Bromeó
Allí, junto a los dos jóvenes, había una mujer que aparentaba la misma edad del Sevna. Y, en ese momento, se acordó que tenía entre sus manos algo que no le pertenecía.
-Supongo que tú eres "Sophitia"-Estiró el brazo para ofrecerle el sombrero-Y, también supongo, que esto te pertenece-Sonrió de forma cordial-Por cierto, ¿De qué conoces a Reivy y Zöe?
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Off: Intercatúo con Zöe, Reivy, Uri y Siria
Alward Sevna
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Gaia escuchó atenta a su murciélago preferido. Se llevó la mano al mentón focalizando la mirada en su cara menuda a medida que se presentaba. Desafortunadamente Uri no pudo quedarse con ella mucho tiempo, y cuando el niño se despidió Gaia puso un gesto de suma tristeza y le dijo adiós con las manos.
Terminó su jarra de hidromiel y jugueteó por un momento con las flores de su cabeza. Luna estaba impaciente. Buscaba a Go'el con la mirada como si por el mero hecho de no estar en un círculo de dos metros a su lado ya sintiese que podría perder su dominio sobre Gaia. Poco sabía Luna que aquella noche la tenía ganada. Más que nada por la cantidad de alcohol que el cuerpo menudo de Gaia había ingerido.
Luna, oh mi Luna.. Go'el no está muy lejos quizás debiésemos acercarnos. Quién sabe si el dragón se marchará pronto y nos dejará aquí en medio de la....
-Malditos aburridos...- dijo la bruja en voz más alta de lo que quizás hubiese querido. -Será que se han olvidado de divertirse...
Miró por un momento a su alrededor. Veía cómo la mayoría de invitados a aquel evento se habían unido en pequeños grupos. No le molestaba la idea de no pertenecer a ninguno. al fin y al cabo y debido a su situación mental temporal y reincidente, Gaia pocas veces encajaba en nada que pudiese parecer rutinario y normal. Visualizó a un grupo de elfos no muy lejos de ella. Todos con la misma expresión de tener algo bajo sus narices que les impedía oler nada que fuese agradable. O al menos así los imaginaba la bruja.
Sacó un trozo de pergamino de su bolsillo.y agarró un pequeño palo que encontró tirado en la maleza. Se acercó al grupo de elfos, interrumpiendo deliberadamente su conversación. Estos la miraron con ojos vacíos mientras se preguntaban qué demonios quería aquella chica.
Oh Luna.. mi dulce Luna. Si vamos a estar estancadas en este lugar durante un tiempo... ¿qué mejor que sacar partido de él?
Buenas noches señores...orejas largas- aquello produjo un malestar general entre los elfos haciendo que algunos se apartase- No... esperen , perdón me refiero a excelentisimos... orejas largas- sonrió con una media reverencia.
Uno de ellos emitió una sonora carcajada. Gaia notó como su mirada se posaba en sus caderas y como el brazo del elfo agarraba al que quería marcharse mientras daba un codazo a otro y se cruzaba de brazos. Expectante.
-Esto... - tragó saliva-Vengo a ofrecerles un poco de diversión- sonrió un tanto indecisa sobre cómo formular sus palabras-Apuestas. Sobre todo lo que queráis. Todo cuánto queráis apostar. Tengo algunos temas pre-establecidos pero siempre puedo añadir algunos más claro. Tenéis la ventaja de ser los primeros en apostar. Por lo tanto... ya sabéis el dividendo es mayor- Sonrió de manera deliberada. Tan solo necesitaba convencerlos de que estaba un poco más loca de lo que aparentaba. O quizás lo estaba.
Improvisó una piedra en medio del pequeño circulo que se había formado a su alrededor y se sentó cruzando las piernas mientras sacaba su pergamino de nuevo.
-Por ahora tengo estas dos:- bajó el pergamino y lo leyó-Veis a la señorita rubia, la de la expresión molesta. Helena, creo que se llamaba- se llevó un dedo a la barbilla meditando por un segundo antes de añadir- Pues eso.. esa señorita y la otra de al lado. Llevan 5 minutos, intentando ampliar su espacio vital alejadas de ese chico que se les ha acercado- Los elfos las miraron y asintieron divertidos-Mi apuesta es 2:1 a que no consigue a ninguna de las dos- dijo simplemente.
-No! yo creo que el hombre es fuerte, y de semblante atractivo... apuesto 10 Aeros a que al menos se lleva a una a algún lugar apartado- dijo uno de los elfos sacando el dinero de la bolsa.
Gaia lo anotó y agarró las monedas rápidamente
-Yo secundo tu oferta, niña y tampoco creo que vaya a ser muy afortunado- dijo otro de los elfos y le pasó 5 aeros.-[/color=ff6666] Cuál es la siguiente que tienes abierta?[/color]-
-¿Veis el cometa?- dijo la chica señalando al cielo-3:1 que va a estrellarse en un lugar cercano. 2:1 Que pasará de largo. 1:1 Que ha sido un experimento fallido de un cierto.. pirómano del que se habló mucho en el evento Midsommar según los pregoneros.-
-Já! apuesto por el impacto. Esta claro que vamos a acabar muertos esta noche!- dijo un hombre que se había acercado al redondel que Gaia había iniciado-
-Pues yo creo que es una estratagema de Matt owens para robarnos la bolsa- dijo otro de los hombres que también se había unido a ellos- Y apuesto 30 aeros - dijo, lanzándolos a Gaia que los agarró al vuelo.
-Genial, Genial... esa posibilidad también es factible. Lo añadiré a las opciones. ¿Alguna apuesta más? ¿Alguien que quiera apostar or algo más? - dijo la chica, recaudando otros 10 aeros de otro elfo que señalaba varias opciones.
La multitud a su alrededor empezó a crecer y las apuestas se multiplicaron. Gaia apuntaba cualquier posibilidad que le sugiriesen: Go'el llevaba peluca, Ciudad lagarto estaba en realidad dominada por las prostitutas y Matt era tan solo una marioneta... El tal niño vampiro era en realidad hijo de la dragona Reivy... La cabeza que normalmente cargaba Gerrit predecía el futuro...
Su delgada bolsa de apuestas se iba abultando con cada apuesta.
Gaia no daba abasto repartiendo los aeros siempre que una de las apuestas se consumaba.
Oh Luna... mi dulce Luna... todos saben que quien reparte siempre siempre se lleva la mejor parte.
Gaia sonrió. Tachando el nombre de varias apuestas zanjadas y llevándose a su propia bolsa el beneficio.
Terminó su jarra de hidromiel y jugueteó por un momento con las flores de su cabeza. Luna estaba impaciente. Buscaba a Go'el con la mirada como si por el mero hecho de no estar en un círculo de dos metros a su lado ya sintiese que podría perder su dominio sobre Gaia. Poco sabía Luna que aquella noche la tenía ganada. Más que nada por la cantidad de alcohol que el cuerpo menudo de Gaia había ingerido.
Luna, oh mi Luna.. Go'el no está muy lejos quizás debiésemos acercarnos. Quién sabe si el dragón se marchará pronto y nos dejará aquí en medio de la....
-Malditos aburridos...- dijo la bruja en voz más alta de lo que quizás hubiese querido. -Será que se han olvidado de divertirse...
Miró por un momento a su alrededor. Veía cómo la mayoría de invitados a aquel evento se habían unido en pequeños grupos. No le molestaba la idea de no pertenecer a ninguno. al fin y al cabo y debido a su situación mental temporal y reincidente, Gaia pocas veces encajaba en nada que pudiese parecer rutinario y normal. Visualizó a un grupo de elfos no muy lejos de ella. Todos con la misma expresión de tener algo bajo sus narices que les impedía oler nada que fuese agradable. O al menos así los imaginaba la bruja.
Sacó un trozo de pergamino de su bolsillo.y agarró un pequeño palo que encontró tirado en la maleza. Se acercó al grupo de elfos, interrumpiendo deliberadamente su conversación. Estos la miraron con ojos vacíos mientras se preguntaban qué demonios quería aquella chica.
Oh Luna.. mi dulce Luna. Si vamos a estar estancadas en este lugar durante un tiempo... ¿qué mejor que sacar partido de él?
Buenas noches señores...orejas largas- aquello produjo un malestar general entre los elfos haciendo que algunos se apartase- No... esperen , perdón me refiero a excelentisimos... orejas largas- sonrió con una media reverencia.
Uno de ellos emitió una sonora carcajada. Gaia notó como su mirada se posaba en sus caderas y como el brazo del elfo agarraba al que quería marcharse mientras daba un codazo a otro y se cruzaba de brazos. Expectante.
-Esto... - tragó saliva-Vengo a ofrecerles un poco de diversión- sonrió un tanto indecisa sobre cómo formular sus palabras-Apuestas. Sobre todo lo que queráis. Todo cuánto queráis apostar. Tengo algunos temas pre-establecidos pero siempre puedo añadir algunos más claro. Tenéis la ventaja de ser los primeros en apostar. Por lo tanto... ya sabéis el dividendo es mayor- Sonrió de manera deliberada. Tan solo necesitaba convencerlos de que estaba un poco más loca de lo que aparentaba. O quizás lo estaba.
Improvisó una piedra en medio del pequeño circulo que se había formado a su alrededor y se sentó cruzando las piernas mientras sacaba su pergamino de nuevo.
-Por ahora tengo estas dos:- bajó el pergamino y lo leyó-Veis a la señorita rubia, la de la expresión molesta. Helena, creo que se llamaba- se llevó un dedo a la barbilla meditando por un segundo antes de añadir- Pues eso.. esa señorita y la otra de al lado. Llevan 5 minutos, intentando ampliar su espacio vital alejadas de ese chico que se les ha acercado- Los elfos las miraron y asintieron divertidos-Mi apuesta es 2:1 a que no consigue a ninguna de las dos- dijo simplemente.
-No! yo creo que el hombre es fuerte, y de semblante atractivo... apuesto 10 Aeros a que al menos se lleva a una a algún lugar apartado- dijo uno de los elfos sacando el dinero de la bolsa.
Gaia lo anotó y agarró las monedas rápidamente
-Yo secundo tu oferta, niña y tampoco creo que vaya a ser muy afortunado- dijo otro de los elfos y le pasó 5 aeros.-[/color=ff6666] Cuál es la siguiente que tienes abierta?[/color]-
-¿Veis el cometa?- dijo la chica señalando al cielo-3:1 que va a estrellarse en un lugar cercano. 2:1 Que pasará de largo. 1:1 Que ha sido un experimento fallido de un cierto.. pirómano del que se habló mucho en el evento Midsommar según los pregoneros.-
-Já! apuesto por el impacto. Esta claro que vamos a acabar muertos esta noche!- dijo un hombre que se había acercado al redondel que Gaia había iniciado-
-Pues yo creo que es una estratagema de Matt owens para robarnos la bolsa- dijo otro de los hombres que también se había unido a ellos- Y apuesto 30 aeros - dijo, lanzándolos a Gaia que los agarró al vuelo.
-Genial, Genial... esa posibilidad también es factible. Lo añadiré a las opciones. ¿Alguna apuesta más? ¿Alguien que quiera apostar or algo más? - dijo la chica, recaudando otros 10 aeros de otro elfo que señalaba varias opciones.
La multitud a su alrededor empezó a crecer y las apuestas se multiplicaron. Gaia apuntaba cualquier posibilidad que le sugiriesen: Go'el llevaba peluca, Ciudad lagarto estaba en realidad dominada por las prostitutas y Matt era tan solo una marioneta... El tal niño vampiro era en realidad hijo de la dragona Reivy... La cabeza que normalmente cargaba Gerrit predecía el futuro...
Su delgada bolsa de apuestas se iba abultando con cada apuesta.
Gaia no daba abasto repartiendo los aeros siempre que una de las apuestas se consumaba.
Oh Luna... mi dulce Luna... todos saben que quien reparte siempre siempre se lleva la mejor parte.
Gaia sonrió. Tachando el nombre de varias apuestas zanjadas y llevándose a su propia bolsa el beneficio.
off:
No interactúo con nadie en especial pero menciono de pasada y en ocasiones sin nombre a Asher, Go'el, Matthew Owens, Gerrit y Helena.
Si tienen alguna apuesta... sois bienvenidos a apostar.
Gaia
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Odiaba el traqueteo del carro, parecía que aquel trasto de madera se fuese a desmontar con cada una de las piedras que se encontraban en el camino. A pesar de que fuese de noche, hacía calor, aunque las muchas copas de vino que se había bebido también ayudaban a caldear el ambiente.
- ¿Falta mucho para llegar a esa fiesta?
- Ya queda poco, señor…
Ayax hizo un gesto con el brazo para que le rellenasen de nuevo su copa cuando, en aquel momento, el carro dio una fuerte sacudida y la mitad del líquido acabó en el brazo del hombre bestia. Este arrugó la nariz y gruñó, dejando ver sus dientes mientras tiraba la copa al suelo.
- L-lo siento señor, yo no…
- ¡Calla! – escupió, buscando algo con lo que poder limpiarse.
El joven se quitó el chaleco y se lo tendió, para que lo usase a modo de pañuelo. El hombre bestia miró la prenda, después miró al muchacho, y poniendo cara de asco como respuesta se sacó una tela de la bolsa que llevaba colgando del cinturón.
- Ya hemos llegado.
Los cuatro bajaron del carro y se aproximaron a la zona donde se estaba celebrando el día de la alianza.
- Deberán desprenderse de sus armas y armaduras para poder acceder. – dijo uno de los monjes, cortándole el paso al hombre bestia.
El zorro chasqueó la lengua en un gesto de desagrado, no le gustaba la idea de ir sin armas, y mucho menos en un lugar con tanta… purria.
- ¿Crees que alguien como yo tiene que llevar armas? – se mofó el zorro alzando los brazos, como si no tuviese nada que esconder. – Chicos, haced caso a este señor, no queremos que nos dejen fuera de la fiesta… - adoptó un tono inocente antes de empezar a reírse.
El primero en dejar sus armas fue Edmun, actualmente el hombre de mayor confianza para Ayax, este dejó la cota de malla, dos dagas gemelas y su alabarda. Le siguió Ceriön, el conductor del carro, dándole al monje su escudo y su maza pequeña de dos cabezas. Por último, el joven Eilith, que dejó su hombrera de hierro y el martillo.
- ¿Entonces, ya somos bienvenidos?
El dragón asintió con la cabeza.
- Chicos, sed buenos…- dijo Ayax sonriendo de manera ladina, ya una vez dentro. –Ya sabéis lo que hay que hacer.
Los cuatro se tomaron su tiempo para disfrutar del festejo o, mejor dicho, analizar a la gente que había en él y su comportamiento.
Sólo les hacía falta una distracción.
Ayax se acercó a Ceriön y le hizo un gesto con la mano para que se agachase y poder susurrarle algo al oído. Este obedeció, asintiendo con la cabeza mientras el hombre bestia le daba las instrucciones, después se perdió entre el gentío, buscando el lugar perfecto para hacerse ver.
Mientras, Edmun y Eilith se iban acercando lentamente a la zona donde descansaban todas las armas. No tenían ninguna prisa, paraban a comer y beber en cada mesa que veían libre, intentando interactuar con la gente lo menos posible. No tardaron mucho en llegar a la zona más cercana a las armas sin levantar sospechas, ahora tan solo necesitaban la esperada distracción para proceder.
Ceriön bebía una enorme jarra de cerveza, mirando a la gente de su alrededor. ¿Pero que podría hacer para llamar tanto la atención? Allí había mucha gente, con montar una pequeña escenita no bastaba. Entonces la vio. Dejó la jarra en una mesa y fue directo hacía ella.
- ¡EH! – gritó al toparse con una rubia despampanante. - ¡Esta mujer lleva un arma!
- ¿!No es una de las de cuidad Lagarto?! - se escuchó a lo lejos.
- ¡Seguro que todos ellos han colado más!
El caos no tardó en aparecer, poniendo en el punto de mira a los habitantes de cuidad lagarto. Aquella distracción fue más que suficiente para que los hermanos se ocupasen del objetivo principal: las armas. Apenas necesitaron una segundos para dejar las mesas vacías.
- ¿Falta mucho para llegar a esa fiesta?
- Ya queda poco, señor…
Ayax hizo un gesto con el brazo para que le rellenasen de nuevo su copa cuando, en aquel momento, el carro dio una fuerte sacudida y la mitad del líquido acabó en el brazo del hombre bestia. Este arrugó la nariz y gruñó, dejando ver sus dientes mientras tiraba la copa al suelo.
- L-lo siento señor, yo no…
- ¡Calla! – escupió, buscando algo con lo que poder limpiarse.
El joven se quitó el chaleco y se lo tendió, para que lo usase a modo de pañuelo. El hombre bestia miró la prenda, después miró al muchacho, y poniendo cara de asco como respuesta se sacó una tela de la bolsa que llevaba colgando del cinturón.
- Ya hemos llegado.
Los cuatro bajaron del carro y se aproximaron a la zona donde se estaba celebrando el día de la alianza.
- Deberán desprenderse de sus armas y armaduras para poder acceder. – dijo uno de los monjes, cortándole el paso al hombre bestia.
El zorro chasqueó la lengua en un gesto de desagrado, no le gustaba la idea de ir sin armas, y mucho menos en un lugar con tanta… purria.
- ¿Crees que alguien como yo tiene que llevar armas? – se mofó el zorro alzando los brazos, como si no tuviese nada que esconder. – Chicos, haced caso a este señor, no queremos que nos dejen fuera de la fiesta… - adoptó un tono inocente antes de empezar a reírse.
El primero en dejar sus armas fue Edmun, actualmente el hombre de mayor confianza para Ayax, este dejó la cota de malla, dos dagas gemelas y su alabarda. Le siguió Ceriön, el conductor del carro, dándole al monje su escudo y su maza pequeña de dos cabezas. Por último, el joven Eilith, que dejó su hombrera de hierro y el martillo.
- ¿Entonces, ya somos bienvenidos?
El dragón asintió con la cabeza.
- Chicos, sed buenos…- dijo Ayax sonriendo de manera ladina, ya una vez dentro. –Ya sabéis lo que hay que hacer.
Los cuatro se tomaron su tiempo para disfrutar del festejo o, mejor dicho, analizar a la gente que había en él y su comportamiento.
Sólo les hacía falta una distracción.
Ayax se acercó a Ceriön y le hizo un gesto con la mano para que se agachase y poder susurrarle algo al oído. Este obedeció, asintiendo con la cabeza mientras el hombre bestia le daba las instrucciones, después se perdió entre el gentío, buscando el lugar perfecto para hacerse ver.
Mientras, Edmun y Eilith se iban acercando lentamente a la zona donde descansaban todas las armas. No tenían ninguna prisa, paraban a comer y beber en cada mesa que veían libre, intentando interactuar con la gente lo menos posible. No tardaron mucho en llegar a la zona más cercana a las armas sin levantar sospechas, ahora tan solo necesitaban la esperada distracción para proceder.
Ceriön bebía una enorme jarra de cerveza, mirando a la gente de su alrededor. ¿Pero que podría hacer para llamar tanto la atención? Allí había mucha gente, con montar una pequeña escenita no bastaba. Entonces la vio. Dejó la jarra en una mesa y fue directo hacía ella.
- ¡EH! – gritó al toparse con una rubia despampanante. - ¡Esta mujer lleva un arma!
- ¿!No es una de las de cuidad Lagarto?! - se escuchó a lo lejos.
- ¡Seguro que todos ellos han colado más!
El caos no tardó en aparecer, poniendo en el punto de mira a los habitantes de cuidad lagarto. Aquella distracción fue más que suficiente para que los hermanos se ocupasen del objetivo principal: las armas. Apenas necesitaron una segundos para dejar las mesas vacías.
Bueno, Sigel no iba a ser la única en pasarlo bien.
→ Los habitantes de cuidad Lagarto han sido señalados públicamente, todos los ojos están puestos en ellos por ser acusados de colar armas en la fiesta.
→ Mientras, todas las armas que han sido entregadas a los monjes han desaparecido sin dejar rastro.
→ Nadie ha podido ver a los hermanos, por lo que nadie es libre de sospecha.
Thorn
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
No fue el ruido de su alrededor, el alboroto, el olor de la comida o alguna persona lo que la hizo salir de su concentración en su meditación, sino una pequeña flor, un Diente de León, que apareció frente a su nariz sin que pudiera notarlo hasta que las pequeñas y molestas partículas terminaron por hacerla estornudar. Como pueden imaginar, su estornudo difería mucho del de un humano, con un suave “achís” que se acercaba mucho al de un animal pequeño.
- Salud, cariño – le dijo una voz cercana, una femenina muy anciana.
Gracias al (adorable) estornudo, no había conseguido ver qué había ocurrido, pero cuando pudo recomponerse pudo observar al Diente de León con casi todas sus semillas arrancadas por la fuerza del estornudo y la mano que tomaba el resto del tallo arrancado. Pero a diferencia de muchas otras manos que se encontraban en el lugar, esta era mucho más gruesa y verdosa que las manos de los demás asistentes al evento. Era como las de un reptil y, cuando miró a su costado, confirmó lo que sus ojos le habían mostrado, aunque con un giro algo más inesperado: no se trataba de cualquier reptil, sino de una enorme tortuga que, por sus facciones humanoides, pudo adivinar que también se trataba de un hombre bestia. Tenía la piel de color violeta, cabellos blancos que parecían algas caídas, una enorme caparazón que ocultaba todo su torso y espalda y, junto con su voz, podía adivinarse que tenía muchos años en el cuerpo.
- Bienvenida al mundo material – su voz era dulce y no habían señales de sarcasmo en su tono de voz, se sentía casi como si se tratara de una señora de mucha edad que hablaba educadamente a quien trataba, a veces más como abuela frente a sus nietos más que otra cosa.
- Uh… ehh…
Claro estaba, nuestra hermosa, confundida y somnolienta Alexandra se encontraba más confundida que un juglar contratado para funeral, no sabía si sentirse enojada por su intromisión o… enojada por su intromisión. En realidad no le molestaba si necesitaba algo, y el hecho de que sonara como una anciana le hacía pensar que solo era alguien que estaba acostumbrada a tratar a la gente bajo otros estándares.
- Lo siento, cariño – y sin mencionar lo afable que sonaba, como si fuera la abuela de la joven – La verdad es que hace mucho que esperaba que reaccionaras, pero como nada te sacaba del trance, solo hice lo que pensé que ayudaría a cualquiera a comprobar si estaba vivo o no.
- … eztoy ze viva, grraziaz.
Fue entonces cuando cayó en el hecho. Y bien que se demoró, debido a que no había conocido a algún hombre bestia como ella antes.
- Ezperre… a uzted la ze zonozí el año pazado, cuando me contrrató para zu ze viaje.
- ¡Oh, que bueno saber que me recuerdas, cariño!
Había sido uno de los trabajos más extraños que tuvo alguna vez. Usualmente los trabajos de mercenarios involucraban peleas o usos de habilidades en algún punto. Pero el trabajo que ella encargó fue uno distinto: simplemente acompañarla hasta Ulmer y escuchar sus historias mientras llegaba a su destino. Nunca tomaron una ruta peligrosa y siempre estuvieron acompañados de otros mercantes que viajaban, incluso ella pagaba las estadías y las comidas. A cambio, solo pedía que la escucharan. Y es que Alexandra jamás había tenido experiencia antes con alguien nacido de la tribu de los Tortolia.
Aquellos eran seres singulares. Muchos hombres bestias y licántropos formaban sus propias tribus, en composiciones de gente que tenían algo en común: siempre estaban unidos. Muchos pueblos nacían así, como sucedió con Ulmer hace unos años, mientras que otros desaparecían al separarse sus miembros. El caso de la tribu de Tortolia era singular porque la mayoría de sus miembros estaban separados y dispersos por todo Aerandir, buscando e intercambiando conocimiento e historias, y en ocasiones algunos Tortolianos se juntaban para escuchar y compartir historias para, nuevamente, seguir sus caminos.
- Recuerdo que en aquel entonces viajamos a Ulmer por algunas semanas y fue muy agradable encontrar a alguien que estuviera tan disponible para escuchar mis historias.
Aunque el gusto por contar y compartir sus historias podían llegar a un extremo que hacía que la gente perdiera la paciencia fácilmente.
- No fue ze nada.
Aunque parezca lo contrario, nuestra hermosa, atenta y paciente Alexandra tiene mucha paciencia con la gente que no hace las cosas con una intención maligna. En la mayoría de los casos, en todo caso. Es por eso que no le molestó realmente tanta conversación por parte de su acompañante.
- Es curioso encontrarte aquí, cariño. No pareces del tipo que le gusten este tipo de celebraciones.
- Uzualmente no. Penzé que el eztarr ze acá me ayudarría a liberrar un poco la mente, perro no ha zido ze azí.
- Las distracciones como ésta rara vez ayudan, en realidad. Te ayudan a dispersarte un poco, pero si hay algo que te incomoda o no te deja en paz, usualmente esta ahí, merodeando y esperando al ataque cuando no estamos pensando en ello.
- Hmm…
La mujer tortuga, en un momento, pidió disculpas y se levantó de su asiento. Con la promesa de volver, se dirigió a la barra y habló con alguien que se encontraba ahí para que le diera un par de jarras de cerveza. Con dos buenas jarras en mano, volvió donde su futura catadora de cervezas y colocó una jarra frente a ella.
- Ehm… yo… - obviamente su necesidad alcoholica y la resistencia a ella ocasionó que se viera más nerviosa de lo normal - … tengo… ze… eh… prroblemaz de alcohol, zabe.
- No te preocupes, cariño. Escuché hace un rato a una mujer por ahí que le decía a otra de esta cerveza que inventaron por necesidad. Está hecha de pan y no tiene alcohol.
Su nerviosismo se convirtió en incredulidad. Había escuchado los mitos, pero jamás se había encontrado con ese trago en los bares, por lo que terminó creyendo que era una historia para atraer a los inocentes y hacerlos alcoholicos. Es por esa incredulidad que olió un poco su jarra, intentando determinar su origen, y en efecto se dio cuenta que no tenía uno que se asemejara a algo que había bebido antes. Su curiosidad sacó lo mejor de ella y probó un sorbo, moviendo el poco de cerveza alrededor de su boca, haciendo lo que muchos expertos conocen como “catar”. Aunque no existía algo equivalente para la cerveza.
- Hmmmm… ze nota que el ze orrigen y la ze ferrmentazión no llevan conzigo una carrga alcohólica que te pueda dejarr ze borrracho… - parecía pensar por unos minutos su accionar, finalmente se encogió de hombros - … perro me bazta y zobrra – consiguiendo que la mitad de la jarra terminara en su panza de un solo trago.
- Salud, cariño – le dijo una voz cercana, una femenina muy anciana.
Gracias al (adorable) estornudo, no había conseguido ver qué había ocurrido, pero cuando pudo recomponerse pudo observar al Diente de León con casi todas sus semillas arrancadas por la fuerza del estornudo y la mano que tomaba el resto del tallo arrancado. Pero a diferencia de muchas otras manos que se encontraban en el lugar, esta era mucho más gruesa y verdosa que las manos de los demás asistentes al evento. Era como las de un reptil y, cuando miró a su costado, confirmó lo que sus ojos le habían mostrado, aunque con un giro algo más inesperado: no se trataba de cualquier reptil, sino de una enorme tortuga que, por sus facciones humanoides, pudo adivinar que también se trataba de un hombre bestia. Tenía la piel de color violeta, cabellos blancos que parecían algas caídas, una enorme caparazón que ocultaba todo su torso y espalda y, junto con su voz, podía adivinarse que tenía muchos años en el cuerpo.
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- Bienvenida al mundo material – su voz era dulce y no habían señales de sarcasmo en su tono de voz, se sentía casi como si se tratara de una señora de mucha edad que hablaba educadamente a quien trataba, a veces más como abuela frente a sus nietos más que otra cosa.
- Uh… ehh…
Claro estaba, nuestra hermosa, confundida y somnolienta Alexandra se encontraba más confundida que un juglar contratado para funeral, no sabía si sentirse enojada por su intromisión o… enojada por su intromisión. En realidad no le molestaba si necesitaba algo, y el hecho de que sonara como una anciana le hacía pensar que solo era alguien que estaba acostumbrada a tratar a la gente bajo otros estándares.
- Lo siento, cariño – y sin mencionar lo afable que sonaba, como si fuera la abuela de la joven – La verdad es que hace mucho que esperaba que reaccionaras, pero como nada te sacaba del trance, solo hice lo que pensé que ayudaría a cualquiera a comprobar si estaba vivo o no.
- … eztoy ze viva, grraziaz.
Fue entonces cuando cayó en el hecho. Y bien que se demoró, debido a que no había conocido a algún hombre bestia como ella antes.
- Ezperre… a uzted la ze zonozí el año pazado, cuando me contrrató para zu ze viaje.
- ¡Oh, que bueno saber que me recuerdas, cariño!
Había sido uno de los trabajos más extraños que tuvo alguna vez. Usualmente los trabajos de mercenarios involucraban peleas o usos de habilidades en algún punto. Pero el trabajo que ella encargó fue uno distinto: simplemente acompañarla hasta Ulmer y escuchar sus historias mientras llegaba a su destino. Nunca tomaron una ruta peligrosa y siempre estuvieron acompañados de otros mercantes que viajaban, incluso ella pagaba las estadías y las comidas. A cambio, solo pedía que la escucharan. Y es que Alexandra jamás había tenido experiencia antes con alguien nacido de la tribu de los Tortolia.
Aquellos eran seres singulares. Muchos hombres bestias y licántropos formaban sus propias tribus, en composiciones de gente que tenían algo en común: siempre estaban unidos. Muchos pueblos nacían así, como sucedió con Ulmer hace unos años, mientras que otros desaparecían al separarse sus miembros. El caso de la tribu de Tortolia era singular porque la mayoría de sus miembros estaban separados y dispersos por todo Aerandir, buscando e intercambiando conocimiento e historias, y en ocasiones algunos Tortolianos se juntaban para escuchar y compartir historias para, nuevamente, seguir sus caminos.
- Recuerdo que en aquel entonces viajamos a Ulmer por algunas semanas y fue muy agradable encontrar a alguien que estuviera tan disponible para escuchar mis historias.
Aunque el gusto por contar y compartir sus historias podían llegar a un extremo que hacía que la gente perdiera la paciencia fácilmente.
- No fue ze nada.
Aunque parezca lo contrario, nuestra hermosa, atenta y paciente Alexandra tiene mucha paciencia con la gente que no hace las cosas con una intención maligna. En la mayoría de los casos, en todo caso. Es por eso que no le molestó realmente tanta conversación por parte de su acompañante.
- Es curioso encontrarte aquí, cariño. No pareces del tipo que le gusten este tipo de celebraciones.
- Uzualmente no. Penzé que el eztarr ze acá me ayudarría a liberrar un poco la mente, perro no ha zido ze azí.
- Las distracciones como ésta rara vez ayudan, en realidad. Te ayudan a dispersarte un poco, pero si hay algo que te incomoda o no te deja en paz, usualmente esta ahí, merodeando y esperando al ataque cuando no estamos pensando en ello.
- Hmm…
La mujer tortuga, en un momento, pidió disculpas y se levantó de su asiento. Con la promesa de volver, se dirigió a la barra y habló con alguien que se encontraba ahí para que le diera un par de jarras de cerveza. Con dos buenas jarras en mano, volvió donde su futura catadora de cervezas y colocó una jarra frente a ella.
- Ehm… yo… - obviamente su necesidad alcoholica y la resistencia a ella ocasionó que se viera más nerviosa de lo normal - … tengo… ze… eh… prroblemaz de alcohol, zabe.
- No te preocupes, cariño. Escuché hace un rato a una mujer por ahí que le decía a otra de esta cerveza que inventaron por necesidad. Está hecha de pan y no tiene alcohol.
Su nerviosismo se convirtió en incredulidad. Había escuchado los mitos, pero jamás se había encontrado con ese trago en los bares, por lo que terminó creyendo que era una historia para atraer a los inocentes y hacerlos alcoholicos. Es por esa incredulidad que olió un poco su jarra, intentando determinar su origen, y en efecto se dio cuenta que no tenía uno que se asemejara a algo que había bebido antes. Su curiosidad sacó lo mejor de ella y probó un sorbo, moviendo el poco de cerveza alrededor de su boca, haciendo lo que muchos expertos conocen como “catar”. Aunque no existía algo equivalente para la cerveza.
- Hmmmm… ze nota que el ze orrigen y la ze ferrmentazión no llevan conzigo una carrga alcohólica que te pueda dejarr ze borrracho… - parecía pensar por unos minutos su accionar, finalmente se encogió de hombros - … perro me bazta y zobrra – consiguiendo que la mitad de la jarra terminara en su panza de un solo trago.
Alexandra Whiskers
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
-...-Frosk observaba a Amit con sus grandes ojos amarillentos, como si le pillara de sorpresa el enfado del roedor. Acto seguido, lo miró con desdén-Será desagradecido... Croac-Tras eso, se acercó al ratón y le tapó la boca con ambas manos-Se supone que tenemos que ser sigilosos, señor Amit
Aunque el anfibio quería una rápida reconciliación, el roedor no estaba por la labor de dejar pasar tal "afrenta" contra su dignidad.
Frosk hinchó su saco vocal y le dedicó al ratón una mirada desinteresada.
-Lo que usted diga, croac-Dijo adelantándose al grupo y saliendo del escondite para ir a donde estaban las armas
Ahora, el lugar no estaba vigilado, Ruru había hecho un buen trabajo con sus mariposas, solo por eso no se le pasaría por la cabeza comérselas, aunque tendría que luchar contra su propia tentación.
-Buen trabajo, señorita mariposa-Sonrió al mismo tiempo que hinchaba su saco vocal
El hombre rana quedó frente a la pila de armas y armaduras que se alzaba en el lugar, tuvo incluso que inclinar mucho la cabeza hacia arriba para ver el fin.
-Croac...-Hinchó su saco vocal, mostrando admiración
A su lado pasó un Amit enrabietado, agarrándose los pantalones y caminando de una forma ridícula que al anfibio le hizo mucha gracia. El roedor empezó a escalar la pila. Frosk, por su parte, se quedó en el mismo sitio, intentando buscar, ya que estaba allí, su arma.
Unos pasos estruendosos se escucharon venir, el anfibio los reconocía a la perfección por lo que no se inmutó; era su compañero cibernético, el cual dejó una caja llena de comida a un lado en cuanto llegó a la altura de Frosk.
-¿Ves por algún lado mi espada, croac?
-Me temo que tendremos que estar un buen rato buscando, señor Frosk-Se miró sus muñecas, las cuales estaban faltas de manos-Ya que estamos, también me gustaría recuperar mis manos, se me han caído algunas cajas y hay mucha comida y bebida tirada por ahí, los monjes han acabado enfureciéndose conmigo y me han mandado aquí a vigilar
-Croac...-Miró de reojo al ser de metal-Al menos no hay ningún peligro-Notó cómo su tripa reclamaba alimento-Croac...-Hinchó su saco vocal mientras se llevaba una mano a su estómago con cierta molestia y lástima-Necesito comer...-Miró hacia arriba-¡Señor Amit!-Llamó al ratón, alzando la voz-¿Ha encontrado ya los insectos?
De pronto, dos extraños llegaron al lugar, se notaban apresurados, y casi que ni hicieron caso a la presencia de Frosk, Bluto, Amit o Ruru.
El hombre rana les lanzó una mirada desconfiada, llenó su saco vocal y luego croó despectivamente. Bluto también se les quedó mirando, sin juzgarlos, simplemente los seguía con la mirada.
Ambos volvieron a dirigir sus miradas hacia la pila de armas y armaduras, pero para su sorpresa, toda ella había desaparecido... Frosk abrió los ojos como platos, casi parecía que se les iban a salir de las órbitas. Bluto también quedó sorprendido, aunque lo exteriorizó de forma mínima.
-¡CROAAAC!-Volvieron a mirar rápidamente hacia donde estaban los recién llegados, pero también habían desaparecido-¿¿¿¡¡¡CROAAAAAAAAC!!!???-Dio un pequeño bote que incluso sobresaltó al propio bio-cibernético-¡LADRONES!-Señaló hacia ninguna parte en concreto. Luego, con impotencia, cayó de rodillas y empezó a dar golpes al suelo-¡Mis insectos...!-Se pausó, aunque los golpes siguieron-...¡Mi espada!-Siguió lamentándose, dando golpes en el suelo con su puño
-Magia-Comentó, recuperando la parsimonia de la que siempre hacía gala y observando el lugar-Es una ilusión-Comprobó para ver si las cosas seguían allí, acercándose para tocarlas, pero no hubo suerte, solo había espacio vacío-Se las han llevado-Se giró hacia Frosk y Ruru, asintiendo para reafirmar sus palabras-¿Dónde está el señor Amit?-Miró en todas las direcciones para ver si el ratón se encontraba por allí cerca
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Off: Interactúo con Ruru y Amit
Aunque el anfibio quería una rápida reconciliación, el roedor no estaba por la labor de dejar pasar tal "afrenta" contra su dignidad.
Frosk hinchó su saco vocal y le dedicó al ratón una mirada desinteresada.
-Lo que usted diga, croac-Dijo adelantándose al grupo y saliendo del escondite para ir a donde estaban las armas
Ahora, el lugar no estaba vigilado, Ruru había hecho un buen trabajo con sus mariposas, solo por eso no se le pasaría por la cabeza comérselas, aunque tendría que luchar contra su propia tentación.
-Buen trabajo, señorita mariposa-Sonrió al mismo tiempo que hinchaba su saco vocal
El hombre rana quedó frente a la pila de armas y armaduras que se alzaba en el lugar, tuvo incluso que inclinar mucho la cabeza hacia arriba para ver el fin.
-Croac...-Hinchó su saco vocal, mostrando admiración
A su lado pasó un Amit enrabietado, agarrándose los pantalones y caminando de una forma ridícula que al anfibio le hizo mucha gracia. El roedor empezó a escalar la pila. Frosk, por su parte, se quedó en el mismo sitio, intentando buscar, ya que estaba allí, su arma.
Unos pasos estruendosos se escucharon venir, el anfibio los reconocía a la perfección por lo que no se inmutó; era su compañero cibernético, el cual dejó una caja llena de comida a un lado en cuanto llegó a la altura de Frosk.
-¿Ves por algún lado mi espada, croac?
-Me temo que tendremos que estar un buen rato buscando, señor Frosk-Se miró sus muñecas, las cuales estaban faltas de manos-Ya que estamos, también me gustaría recuperar mis manos, se me han caído algunas cajas y hay mucha comida y bebida tirada por ahí, los monjes han acabado enfureciéndose conmigo y me han mandado aquí a vigilar
-Croac...-Miró de reojo al ser de metal-Al menos no hay ningún peligro-Notó cómo su tripa reclamaba alimento-Croac...-Hinchó su saco vocal mientras se llevaba una mano a su estómago con cierta molestia y lástima-Necesito comer...-Miró hacia arriba-¡Señor Amit!-Llamó al ratón, alzando la voz-¿Ha encontrado ya los insectos?
De pronto, dos extraños llegaron al lugar, se notaban apresurados, y casi que ni hicieron caso a la presencia de Frosk, Bluto, Amit o Ruru.
El hombre rana les lanzó una mirada desconfiada, llenó su saco vocal y luego croó despectivamente. Bluto también se les quedó mirando, sin juzgarlos, simplemente los seguía con la mirada.
Ambos volvieron a dirigir sus miradas hacia la pila de armas y armaduras, pero para su sorpresa, toda ella había desaparecido... Frosk abrió los ojos como platos, casi parecía que se les iban a salir de las órbitas. Bluto también quedó sorprendido, aunque lo exteriorizó de forma mínima.
-¡CROAAAC!-Volvieron a mirar rápidamente hacia donde estaban los recién llegados, pero también habían desaparecido-¿¿¿¡¡¡CROAAAAAAAAC!!!???-Dio un pequeño bote que incluso sobresaltó al propio bio-cibernético-¡LADRONES!-Señaló hacia ninguna parte en concreto. Luego, con impotencia, cayó de rodillas y empezó a dar golpes al suelo-¡Mis insectos...!-Se pausó, aunque los golpes siguieron-...¡Mi espada!-Siguió lamentándose, dando golpes en el suelo con su puño
-Magia-Comentó, recuperando la parsimonia de la que siempre hacía gala y observando el lugar-Es una ilusión-Comprobó para ver si las cosas seguían allí, acercándose para tocarlas, pero no hubo suerte, solo había espacio vacío-Se las han llevado-Se giró hacia Frosk y Ruru, asintiendo para reafirmar sus palabras-¿Dónde está el señor Amit?-Miró en todas las direcciones para ver si el ratón se encontraba por allí cerca
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Off: Interactúo con Ruru y Amit
Frosk
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Tensó los músculos al escuchar lo que estaba sucediendo.
Tenía que haberlo imaginado. Aunque lo había hecho, que era lo peor, había sospechado que algo iba a suceder y se había limitado a quedarse mirando y, por eso, su indumentaria ahora estaba en paradero desconocido.
Entregaba sus armas, su equipo, en un gesto de buena voluntad y todo acababa desapareciendo. ¿Es que la seguridad del evento dejaba tantísimo que desear? Gruñó en voz baja varios improperios, sintiendo la necesidad de golpear algo con el guantelete se giró hacia el lobo.
- Lo que decíamos... – Le dijo a Asher analizando todas y cada una de las personas que se movían a su alrededor.
¿Quién había sido…?
Olvido y Recuerdo… eran muy importante para él. Eran más que unas simples espadas por muchos motivos diferentes, los nombres que tenían no era para parecer más misterioso o por que le gustaban y ya.
Por mucho que Lyn bromease al respecto tenían un significado más relevante detrás.
Las quejas y los gritos se sucedían por el lugar y las culpas parecían ir dirigidas, principalmente, a la comitiva de Ciudad Lagarto, quienes, por su ciudad de origen quizás, eran los más fáciles de culpar de todos los asistentes. Estaba bastante seguro de que Helena, además, había colado el arma oculta que le forjó hacía un tiempo.
Por supuesto, el ser un mero espectador de todo aquello era muy fácil para Eltrant, los dioses se la tenían jurada, así que no pasó mucho tiempo hasta que alguien le señaló y gritó que portaba un arma a su espalda. Frunciendo el ceño, el castaño se giró hacia la persona que le gritaba y hecho la mano hasta su espalda.
Dónde había un sable.
- ¿Pero qué…? – Miró a Asher, después a Syl y, finalmente, a Lyn. - ¿Habéis visto cuando…? – Mas gritos por parte del hombre en su contra, ahora también le acusaban a él de ladrón. – ¿Para que querría yo robar un sable, genio? ¿Para usarlo de mondadientes? – Respondió de mala manera, encarándose momentáneamente al hombre.
Alguien le había puesto aquella cosa a la espalda, lo cual era hilarante si tenían en cuenta que no sabía siquiera cómo usarla correctamente; el tipo de armas que usaba solía ser más... contundente. ¿Una distracción? ¿Había algún motivo más relevante detrás de aquello?
- Estate atento. – Le dijo al lobo a continuación. - Voy a devolver esto antes de que vaya a peor. - dijo antes de apartar al hombre que seguía gritándole ladrón en la cara de un empujón y caminar hasta estar, aproximadamente, en el centro del lugar.
Empezaba a estar muy, muy enfadado.
Levantó el sable por encima de su cabeza.
- ¡Alguien me ha puesto esto en la espalda! ¡No sé por qué! – Gritó, lo suficientemente alto como para que todos los presentes le oyesen, esforzándose por alzar su voz sobre las quejas multitudinarias. – ¡No es mío y me gustaría devolvérselo a su dueño! – Agregó a continuación, zarandeando el arma. - ¡Voy a pensar, en un principio, que esto que me acaba de pasar ha sucedido con todas las armas que han desaparecido! – Siguió gritando. - ¡Un mandoble en una vaina roja hecha a medida, una espada bastarda en una vaina de color azul, un martillo de guerra y un sinfín de cuchillos! – Exclamó. – ¡Además de una armadura de placas completa! – Respiró hondo. – ¡Todas mis armas tienen una media luna grabada en la empuñadura, la armadura también tiene una! – Aseveró finalmente.
Se calló un instante, esperando ver alguna reacción.
- Espero que, si alguien tiene algo mío, se preste a devolvérmelo por las buenas. – dijo, dando una última muestra de buena voluntad a los presentes. – Porque os puedo asegurar que no necesito una espada para hacerle daño a alguien. – dijo al final, en el mismo tono de voz y bajando la espada que había estado enarbolando durante todo el tiempo.
No iba a irse de allí sin su equipo, eso lo tenía totalmente claro.
Off: Interactuo con Asher y gritó a todos los que quieran oírme.
Muestro a todos un sable que estoy bastante seguro que Eilydh es capaz de reconocer. :'D
Tenía que haberlo imaginado. Aunque lo había hecho, que era lo peor, había sospechado que algo iba a suceder y se había limitado a quedarse mirando y, por eso, su indumentaria ahora estaba en paradero desconocido.
Entregaba sus armas, su equipo, en un gesto de buena voluntad y todo acababa desapareciendo. ¿Es que la seguridad del evento dejaba tantísimo que desear? Gruñó en voz baja varios improperios, sintiendo la necesidad de golpear algo con el guantelete se giró hacia el lobo.
- Lo que decíamos... – Le dijo a Asher analizando todas y cada una de las personas que se movían a su alrededor.
¿Quién había sido…?
Olvido y Recuerdo… eran muy importante para él. Eran más que unas simples espadas por muchos motivos diferentes, los nombres que tenían no era para parecer más misterioso o por que le gustaban y ya.
Por mucho que Lyn bromease al respecto tenían un significado más relevante detrás.
Las quejas y los gritos se sucedían por el lugar y las culpas parecían ir dirigidas, principalmente, a la comitiva de Ciudad Lagarto, quienes, por su ciudad de origen quizás, eran los más fáciles de culpar de todos los asistentes. Estaba bastante seguro de que Helena, además, había colado el arma oculta que le forjó hacía un tiempo.
Por supuesto, el ser un mero espectador de todo aquello era muy fácil para Eltrant, los dioses se la tenían jurada, así que no pasó mucho tiempo hasta que alguien le señaló y gritó que portaba un arma a su espalda. Frunciendo el ceño, el castaño se giró hacia la persona que le gritaba y hecho la mano hasta su espalda.
Dónde había un sable.
- ¿Pero qué…? – Miró a Asher, después a Syl y, finalmente, a Lyn. - ¿Habéis visto cuando…? – Mas gritos por parte del hombre en su contra, ahora también le acusaban a él de ladrón. – ¿Para que querría yo robar un sable, genio? ¿Para usarlo de mondadientes? – Respondió de mala manera, encarándose momentáneamente al hombre.
Alguien le había puesto aquella cosa a la espalda, lo cual era hilarante si tenían en cuenta que no sabía siquiera cómo usarla correctamente; el tipo de armas que usaba solía ser más... contundente. ¿Una distracción? ¿Había algún motivo más relevante detrás de aquello?
- Estate atento. – Le dijo al lobo a continuación. - Voy a devolver esto antes de que vaya a peor. - dijo antes de apartar al hombre que seguía gritándole ladrón en la cara de un empujón y caminar hasta estar, aproximadamente, en el centro del lugar.
Empezaba a estar muy, muy enfadado.
Levantó el sable por encima de su cabeza.
- ¡Alguien me ha puesto esto en la espalda! ¡No sé por qué! – Gritó, lo suficientemente alto como para que todos los presentes le oyesen, esforzándose por alzar su voz sobre las quejas multitudinarias. – ¡No es mío y me gustaría devolvérselo a su dueño! – Agregó a continuación, zarandeando el arma. - ¡Voy a pensar, en un principio, que esto que me acaba de pasar ha sucedido con todas las armas que han desaparecido! – Siguió gritando. - ¡Un mandoble en una vaina roja hecha a medida, una espada bastarda en una vaina de color azul, un martillo de guerra y un sinfín de cuchillos! – Exclamó. – ¡Además de una armadura de placas completa! – Respiró hondo. – ¡Todas mis armas tienen una media luna grabada en la empuñadura, la armadura también tiene una! – Aseveró finalmente.
Se calló un instante, esperando ver alguna reacción.
- Espero que, si alguien tiene algo mío, se preste a devolvérmelo por las buenas. – dijo, dando una última muestra de buena voluntad a los presentes. – Porque os puedo asegurar que no necesito una espada para hacerle daño a alguien. – dijo al final, en el mismo tono de voz y bajando la espada que había estado enarbolando durante todo el tiempo.
No iba a irse de allí sin su equipo, eso lo tenía totalmente claro.
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Off: Interactuo con Asher y gritó a todos los que quieran oírme.
Muestro a todos un sable que estoy bastante seguro que Eilydh es capaz de reconocer. :'D
Eltrant Tale
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
- … e-esperen…
No pude siquiera conversar un poco más con ellos cuando se marcharon hacia donde originalmente estaban las chicas en la barra bebiendo. La verdad no solo quería saber de Zöe y qué había sido de ella después de tanto tiempo, también quería conocer a las personas con las que se había hecho compañeras de viaje. No solo porque me interesaba saber que no estaban abusando de ella con mandados o tratándola como objeto, sino también porque me daba genuina curiosidad el cómo ellas influenciaban su vida, si la hacían sentir un poco más y liberando ese cascaron que siempre tuvo, o si ella era la que estaba influenciando sus vidas.
Pero supongo que ya no podía ser.
- Oye Siria, se supone que soy yo la aguafiestas. Me estás quitando el trabajo – dijo Leveru mientras se terminaba las patatas.
Fue entonces cuando comenzaron los gritos. Por un momento, pensé que se trataba de gente que otra vez quería llamar la atención con desastres, pero lentamente se expandió a toda una comitiva que estaba en una mesa, luego el mismisimo Eltrant salió gritando sobre sus armas y fue cuando caímos en el hecho de que algo más grave había ocurrido.
- Hey, Zöe – Leveru fue la que habló antes de que pudiera articular algún pensamiento – Es mejor que vas a ver a tus acompañantes. Al parecer algo pasó con las armas que dejamos en la entrada y quizás termine siendo peligroso para todos si caen en las manos equivocadas.
Y considerando como todos comenzaban a ponerse nerviosos, quizás no era necesario que alguien comenzara a usar las armas, solo la violencia que podía traer que las pertenencias de los demás desaparecieran podía poner el panorama bien feo.
- Cierto – por fin pude armar mis ideas – Iremos a ver qué sucedió con Leveru. Si tenemos alguna actualización a este problema, intentaremos informarte.
Con eso, dejamos atrás a Zöe, aunque no sin antes decirle que le mandara saludos de mi parte a Sebastián y… al resto de sus robotitos que no recuerdo los nombres (Creo que siquiera se llamaba Sebastián, pero fue el que me dejó la impresión más fuerte).
Alrededor, el ambiente se presentaba tenso. No solo las armas habían desaparecido, sino que algunos habían colado armas al evento. Eltrant hacía mención de que el mismo tenía un arma que no era de él, y que iba a hacer lamentar al que había hecho desaparecer sus cosas.
- … no me gustaría estar en los zapatos del que robó sus cosas.
- Créeme, ese tipo sabía los riesgos – respondió Leveru mientras miraba a su alrededor – y no se va a sentir amedrentado por lo que digan.
Lo que significaba una cosa. Si no podían sentirse amenazados por sus palabras, necesitarían hacerlo por las acciones.
----
Off: Interactuo con Zöe y hago mención a Eltrant por sus gritos
No pude siquiera conversar un poco más con ellos cuando se marcharon hacia donde originalmente estaban las chicas en la barra bebiendo. La verdad no solo quería saber de Zöe y qué había sido de ella después de tanto tiempo, también quería conocer a las personas con las que se había hecho compañeras de viaje. No solo porque me interesaba saber que no estaban abusando de ella con mandados o tratándola como objeto, sino también porque me daba genuina curiosidad el cómo ellas influenciaban su vida, si la hacían sentir un poco más y liberando ese cascaron que siempre tuvo, o si ella era la que estaba influenciando sus vidas.
Pero supongo que ya no podía ser.
- Oye Siria, se supone que soy yo la aguafiestas. Me estás quitando el trabajo – dijo Leveru mientras se terminaba las patatas.
Fue entonces cuando comenzaron los gritos. Por un momento, pensé que se trataba de gente que otra vez quería llamar la atención con desastres, pero lentamente se expandió a toda una comitiva que estaba en una mesa, luego el mismisimo Eltrant salió gritando sobre sus armas y fue cuando caímos en el hecho de que algo más grave había ocurrido.
- Hey, Zöe – Leveru fue la que habló antes de que pudiera articular algún pensamiento – Es mejor que vas a ver a tus acompañantes. Al parecer algo pasó con las armas que dejamos en la entrada y quizás termine siendo peligroso para todos si caen en las manos equivocadas.
Y considerando como todos comenzaban a ponerse nerviosos, quizás no era necesario que alguien comenzara a usar las armas, solo la violencia que podía traer que las pertenencias de los demás desaparecieran podía poner el panorama bien feo.
- Cierto – por fin pude armar mis ideas – Iremos a ver qué sucedió con Leveru. Si tenemos alguna actualización a este problema, intentaremos informarte.
Con eso, dejamos atrás a Zöe, aunque no sin antes decirle que le mandara saludos de mi parte a Sebastián y… al resto de sus robotitos que no recuerdo los nombres (Creo que siquiera se llamaba Sebastián, pero fue el que me dejó la impresión más fuerte).
Alrededor, el ambiente se presentaba tenso. No solo las armas habían desaparecido, sino que algunos habían colado armas al evento. Eltrant hacía mención de que el mismo tenía un arma que no era de él, y que iba a hacer lamentar al que había hecho desaparecer sus cosas.
- … no me gustaría estar en los zapatos del que robó sus cosas.
- Créeme, ese tipo sabía los riesgos – respondió Leveru mientras miraba a su alrededor – y no se va a sentir amedrentado por lo que digan.
Lo que significaba una cosa. Si no podían sentirse amenazados por sus palabras, necesitarían hacerlo por las acciones.
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Off: Interactuo con Zöe y hago mención a Eltrant por sus gritos
Siria
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
No se dio cuenta sino hasta la mitad de su bazo, aquellos que ofrecían la cerveza eran elfos. Elfos que ahora esbozaban una sonrisa con malicia al ver el ímpetu con el que el túnica naranja bebía. -No bebera todo el vaso, lo escupirá a la mitad-. Escuchó decir a uno de los elfos y olvidó el real motivo de aquel evento. No iba a dejar que unos elfos se burlasen de él así que bebió lo que quedaba de golpe. El licor corrió por su garganta haciendo mella en todo su organismo.
Los ojos de los elfos se abrieron como platos y antes de que hiciera efecto, el brujo toma otra vaso aunque comienza a caminar tambaleante. Los más adultos de la mesa se rieron a carcajadas. El brujo no prestó atención, sentía como el licor le quemaba y comenzaba a hacerse ideas graciosas en su cabeza.
-La reina mariposa, orejas puntiagudas... ¿En qué estaba?-. Pasó al lado de un rubio algo mayor a él que maldecía a los tacaños de la fiesta. Esto le hizo gracia, estaba claro que no podía beber más. Tomo una de las manos de su congenie de raza, tambaleó nuevamente y le dejo el segundo vaso que no había tocado más que para sacarlo de la mesa. -Con cuidado hick. Esos jodidos elfos hacen buena cerveza-. Dijo y se alejó cuando comenzó a escuchar el griterío.
Examinó de nuevo el lugar. Miro a Niniel y a Catherine a lo lejos. Se sonrojó bastante al recordar a la gata pero se sacudió la cabeza, estaba en algo más importante. -Jodida mariposa... Hick. ¡Eso!-.
¿Qué gritos vinieron primero? ¿El robo de armas, el del sapo y el bio o la comitiva de ciudad lagarto? Daba igual en cierta manera. Logró escuchar el grito del sapo y el bio quienes estaban más cerca gracias a las mariposas de ruru que le habían guiado antes. -Ruru...-. Se sacudió la cabeza y se metió en la tienda donde estaban los tres aunque en un principio no pudo ver al roedor.
Busco su espada con la palma de su mano pero solo logró tambalearse al entrar. -Malditos dragones, maldita celebración, malditos hick elfos y su jodida cerveza-. Miró a Ruru y sonrió. Volvió a sonrojarse, esta vez producto del alcohol elfico. -¡Sorpresa! ¿A qué venía?... ¿Qué ha pasado hack aquí?-. Preguntó algo confuso. Cerro los ojos tratando de pensar y recordar, el efecto de la bebida actuó demasiado rápido en el joven sin mucha experiencia con el alcohol. -Ruru y ¿ustedes eran?-. Preguntó al sapo y al bio como si los conociera de antes aunque esto solo era a causa de la bebida.
Off:
¡Salud Vincent! xD
Después de dar la cerveza a Vin interactuo con Ruru y Frosk. Mi brujo aún no ve a Amit en escena :3
Los ojos de los elfos se abrieron como platos y antes de que hiciera efecto, el brujo toma otra vaso aunque comienza a caminar tambaleante. Los más adultos de la mesa se rieron a carcajadas. El brujo no prestó atención, sentía como el licor le quemaba y comenzaba a hacerse ideas graciosas en su cabeza.
-La reina mariposa, orejas puntiagudas... ¿En qué estaba?-. Pasó al lado de un rubio algo mayor a él que maldecía a los tacaños de la fiesta. Esto le hizo gracia, estaba claro que no podía beber más. Tomo una de las manos de su congenie de raza, tambaleó nuevamente y le dejo el segundo vaso que no había tocado más que para sacarlo de la mesa. -Con cuidado hick. Esos jodidos elfos hacen buena cerveza-. Dijo y se alejó cuando comenzó a escuchar el griterío.
Examinó de nuevo el lugar. Miro a Niniel y a Catherine a lo lejos. Se sonrojó bastante al recordar a la gata pero se sacudió la cabeza, estaba en algo más importante. -Jodida mariposa... Hick. ¡Eso!-.
¿Qué gritos vinieron primero? ¿El robo de armas, el del sapo y el bio o la comitiva de ciudad lagarto? Daba igual en cierta manera. Logró escuchar el grito del sapo y el bio quienes estaban más cerca gracias a las mariposas de ruru que le habían guiado antes. -Ruru...-. Se sacudió la cabeza y se metió en la tienda donde estaban los tres aunque en un principio no pudo ver al roedor.
Busco su espada con la palma de su mano pero solo logró tambalearse al entrar. -Malditos dragones, maldita celebración, malditos hick elfos y su jodida cerveza-. Miró a Ruru y sonrió. Volvió a sonrojarse, esta vez producto del alcohol elfico. -¡Sorpresa! ¿A qué venía?... ¿Qué ha pasado hack aquí?-. Preguntó algo confuso. Cerro los ojos tratando de pensar y recordar, el efecto de la bebida actuó demasiado rápido en el joven sin mucha experiencia con el alcohol. -Ruru y ¿ustedes eran?-. Preguntó al sapo y al bio como si los conociera de antes aunque esto solo era a causa de la bebida.
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Off:
¡Salud Vincent! xD
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Kendovlah
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
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Interactúo con Kendo/"el simpático chico que de pasada me da una buena cerveza" :D, luego con Reike, para después arrastrarla con mi encanto natural, :D, junto a Níniel, y finalmente con la propia Níniel, mi dulce y querida elfa ^^
Menciono al Eltrant "gritón" que se encuentra espadas enganchadas en su espalda (maldito afortunado (?) XD
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Interactúo con Kendo/"el simpático chico que de pasada me da una buena cerveza" :D, luego con Reike, para después arrastrarla con mi encanto natural, :D, junto a Níniel, y finalmente con la propia Níniel, mi dulce y querida elfa ^^
Menciono al Eltrant "gritón" que se encuentra espadas enganchadas en su espalda (maldito afortunado (?) XD
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Por los dioses, eso sí que era una “fiesta” por todo lo alto. Había contemplado funerales con más alegría.
Y no era para menos, lo que el brujo veían ante sus ojos, casi le hacía replantearse la idea de haber dejado a su hija con su madre Yenn, ya que uno los motivos para dejarla en casa era lo alejado que estaba el lugar y que seguramente era una celebración en la que el alcohol fluiría como aguas del Tymer. No quería ver a su hija envuelta en una trifulca de borrachos, incluso sabiendo que seguramente ellos se llevarían una paliza de la pequeña Allyson. La ya no tan niña había mejorado mucho con sus dotes mágicas en los últimos años.
En cualquier caso, era evidente que en lo del alcohol no se había equivocado demasiado, aunque en cierta forma, más bien parecían personas ahogando sus penas que celebrando algo. De todos modos poco importaba, pese a no encontrarse en la celebración que había imaginado al partir, lo cierto es que seguía sintiendo que había hecho bien en dejar a su hija en casa.
El espíritu festivo iba más bien por zonas, no era generalizado, y suponía que se debía al hecho de esa llamarada que estaba encendida día y noche en el firmamento y que los había traído hasta allí. Hasta que los dioses no movieran ficha era imposible saber si esa señal era el preludio de unos buenos tiempos o de unos nefastos.
- Ello sin contar que no paramos de matarnos en los últimos tiempos-, se dijo entre dientes.
Cierto era. No estaban en el mejor momento de convivencia posible, aunque de todos modos, eso no evitó que un chico la mar de simpático le diera una buena cerveza que por lo visto, estaba creada por elfos.
- ¡Ese es el espíritu! - gritó, señalando al chico que le había entregado la bebida y seguía su camino. - Una buena acción para ganarnos nuestro sitio junto a los dioses.
El presente de alcohol había alegrado al bueno de Vinc, más este no tardó en ver el gesto de una figura femenina bien conocida, que hizo que se sintiera aún más feliz.
- Ah, mi dulce Nin-, se dijo esta vez el brujo, comenzando a moverse en dirección a la sacerdotisa.
Ella siempre sabía sacarle a Vinc un rostro de felicidad incluso en los momento más tensos y peligrosos. Aunque lo que seguramente nunca se habría esperado, era ver otra figura femenina bien reconocible y presente en sus recuerdos. En unos recuerdos bien antiguos y que ya databan de varios años. Unos recuerdos del final de su adolescencia y los inicios de su juventud, muy antiguos sí, que casi parecían las vivencias de otro brujo, de otro hombre.
- ¿Val? - preguntó, más para sí mismo que para ella, aunque esta pudiera escucharle perfectamente.
Sí, era normal que el brujo tuviera esa sensación al ver un trozo de su pasado. No era para menos. Realmente Vincent era un hombre diferente. Mucho había llovido entre el mozalbete que era, y entre el hombre que se había enrolado en una compañía mercenaria, había ido al norte en busca de sus padres junto a su hermana y el resto de su vida otra vez como soldado de fortuna, pero esta vez por libre.
- Vaya, vaya-, comentó, dibujando una media sonrisa socarrona en el rostro y acercándose a la dama de cabellos oscuros y dorada mirada. - La magnífica y elegante Valeria Reike. El mundo es un pañuelo, ¿verdad? - dijo, aún acercándose a ella.
La verdad, cualquiera que pensara mal bien podría imaginar que la señorita Reike estaba intentando pasar desapercibida y alejarse del mercenario de rubios cabellos. Cualquiera menos el bueno de Vinc ¿no es así?
- Aunque cualquiera diría que te estás escabullendo de mí-, manifestó, aunque sin perder la sonrisa socarrona. - Vaya. Ha pasado mucho tiempo-, dijo con franca obviedad, manteniendo su mirada sobre sus ojos del color del sol. - Y tenemos mucho de lo que hablar, muchas historias que contarnos, si no tienes algo más urgente que hacer-, comentó seguido, y al mismo tiempo recordando el saludo de Níniel. - Ven, te presentaré a Níniel y a Catherine. No puedes negarme que te invite a una copa. Teniendo en cuenta el panorama actual, debo ser el único por aquí que ande invitando a nadie-, bromeó con lo último, para después encaminarse hacia el lugar al que inicialmente iba a ir antes de ver a Reike pasar a su lado.
Unos pasos bastaron para que Vinc alcanzara el puesto en el que Cath literalmente se estaba poniendo las botas y desde el cual Níniel le saludara instantes antes.
- La más hermosa e inteligente elfa de todos los tiempos-, saludó con pompa y cariño a su querida compañera, atrapándola en un fuerte abrazo y dándole un besito. - No esperaba encontrarte aquí. Aunque lo agradezco, tenía la sensación de que iba a verme muy solo e iba a aburrirme de manera espectacular.
Nada más saludar a Níniel, Vinc miró de reojo a Cath, pero la gata bien parecía olvidar que existía un mundo a su alrededor y zampaba como si fuera su último día sobre la faz de Aerandir. Quien sabía, teniendo en cuenta la estrella que se movía por el cielo, quizás estuviera en lo cierto.
- Níniel, permíteme presentaros. Valeria Reike, una amiga y antigua compañera en la academia de magia-, presentó a Val, como marcaba la buena educación. - Níniel Thenidiel, Alta Sacerdotisa de su clan y Alta Encantadora de la Logia de Hechiceros, así como la elfa que me robó el corazón-, comentó sin maldad ni como reproche. Simplemente para él lo más valioso entre ellos es que se querían y estaban juntos, y eso le importaba más que cualquier título. - Y la que come como si no hubiera un mañana, aquí al lado, es nuestra amiga Catherine Brie, también integrante de la Logia-, presentó también a la mujer bestia.
Cath por fin se dio por aludida y volvió al mundo alrededor de su plato de carne para asentir mirando hacia Reike y después volvió a lo suyo.
Por supuesto, Vinc intentó robarle una pieza de pollo antes de que la mujer volviera su antención sobre el plato, más, era bien complicado hacerle una jugada de ese tipo a una chica tan ágil como Cath y lo único que cobró fue un zarpazo contra su mano.
- Auch-, se quejó al tiempo que se acariciaba la zona del golpe con su otra mano. - Pues es verdad eso que dicen: Ningún gato deja manosear su plato de comida-, bromeó, tomándose la situación con humor, pues, por otro lado, ya sabía que Cath le pillaría.
Cath bufó y sonrió enseñando los colmillos, a lo que Vinc no pudo evitar reír. Cada vez se llevaba mejor con la gata, aunque seguía siendo un poco tosca, pese a los intentos de Nín de “civilizarla”
- Nadie invita a una copa, nadie reparte su comida, menuda fiesta más sosa-, bromeó después de reír, y haciendo un gesto a uno de los regentes del puesto para que le trajera varias bebidas alcohólicas.
O al menos lo estaba siendo para el brujo, pues nada más comentar lo sosa que estaba siendo la celebración para él, todo se animó de buenas a primeras, aunque no del modo en el que él hubiera deseado. Un joven vociferaba algo sobre una espada que no era suya, y de que las armas habían desaparecido.
Un rumor que se fue extendiendo entre los presentes, y que poco a poco se fue haciendo patente como cierto.
- Maldita sea. La espada de mi padre estaba en esas mesas. Cómo los monjes la hayan perdido me voy a cabrear-, dijo, tomándose de un trago la cerveza que le hubiera dado antes aquel joven tan majo. - Tenemos que encontrarla-, comentó seguido, sintiendo el fuego bajar por su garganta, y dejando la taza de cerámica sobre la barra de madera del puesto con un sonoro golpe al posarla. Cómo había dicho el chico, sí que era fuerte aquel mejunje élfico, que nadie dijera que el pueblo de los bosques no sabía hacer bebidas que pegaban duro. - Tiene un valor sentimental para mí. Por suerte, somos tres magos y una gata que reparte como nadie aún sin armas. Nadie podrá pararnos-, dijo más animado, sabiendo que en solitario hubiera tenido más problemas para desenvolverse en esa situación, pero que con Cath y la magia de Val y Nín lo tendría más sencillo. - ¿Alguna idea de por dónde empezar? - preguntó finalmente.
Sí, eran un grupo sólido y fuerte pese a no ir armados, pero aunque ahora sabía que las armas habían desaparecido, seguía habiendo una cuestión importante por desvelar. ¿Quién demonios las había robado?
Hasta que no resolviera ese enigma, poco podría hacer por recuperar su espada y su daga gemela, unos de los pocos legados que le dejara su padre.
Vincent Calhoun
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Mientras aún me dirigía hacia la rubia y su compañera. No podía evitar fijarme en las expresiones y movimientos de la primera, una sonrisa tierna, unos gestos encantadores y movimientos atractivos. — ¿Qué te pasa Tobias? Guarda la compostura chico. — Me dije a mí mismo.
Una vez a su lado, no era realmente como imaginé, la impertinente chica hablaba rápido, un poco nerviosa y alterada hacía preguntas un poco... — ¿Tontas? Si bien no me conocían, ahora sabían mi nombre al menos, por otra parte, sí la encontraba atractiva, ¿acaso no lo dije?
De igual forma no pude evitar sentirme atravesado por su cortante, impetuosa y audaz actitud. No tardó en decirme que mis esfuerzos eran inútiles para cautivarla, y no solo eso, si no que estaba en el peldaño más bajo en la lista de sus pretendientes, rió la sinvergüenza. Luego con un poco de furia en sus labios procedió a correrme del lugar, no sin antes inclinarse de manera picara y pasar sus dedos por mi nariz de una forma descarada. — Esta mujer me iba a volver loco. — Señaló con su otra mano a mi derecha, a donde antes estaba viendo, ahí se encontraba una figura alta e imponente formando un escándalo.
Desde mis espaldas salió una voz. — ¡EH! ¡Esta mujer lleva un arma!
— ¿!No es una de las de cuidad Lagarto?! — se escuchó a lo lejos.
— ¡Seguro que todos ellos han colado más!
— Mierda. — Imaginando el tipo de gente que albergaba Ciudad Lagarto, era factible que la rubia escondiese un arma. — Ciudad Lagarto... — Si quería proteger mis intereses debía ayudarla en esta situación. Antes de que todos volteasen traté de bajar el brazo de la mujer y me acerqué a ella. — Tranquila, yo arreglo esto. — Le dije, intentando ponerme de su lado. Seguidamente me volteé ante el infeliz que había delatado a la rubia.
[1] Era un hombre bestia canino, alto pero se encorvaba, un poco flaco, de orejas puntiagudas, pelaje azulado y tenía un par de dientes que se asomaban.
Me pude acercar lo suficiente a él, mi olfato no era bueno, pero desprendía un olor a perro mojado bastante fuerte, y yo podía reconocer un pirata cuando lo veía, incluso en tierra. Me dirigí a él en un tono molesto y serio. — ¿Y tú cómo te atreves perro de mar? A acusar así a la hermosa mujer. — Podía ver como fruncía el ceño y gruñía un poco. Me acerqué a más él, no era más alto que yo, mientras hacia ademanes extravagantes y furiosos le dije. — Los perros como tú no deberían salir del agua, no saben como comportarse. — Con mi último ademán me di cuenta de que mi mano pesaba más, era muy extraño, me giré un momento a verla. [2] Alzaba con mi mano un espadón, con una funda roja, se me hacía difícil seguir sosteniéndolo, era bastante pesado.
De repente me aclaré, pude distinguir cuál era la bulla que vociferaba aquella enorme figura que vi de reojo antes. Quería su espada, más concretamente una gran espada con vaina roja. Justo como la que yo tenía en la mano. El perro frente a mí mostró una sonrisa aclamando su victoria. — ¿Cómo lo había hecho? ¿Lo había hecho él? — No respondí esas preguntas, giré mi vista al hombre alto y musculoso que enfurecido gritaba y gritaba, sosteniendo una cimitarra, parecía que escupía fuego al hablar.
Una cimitarra que parecía haber estado en los mares tanto tiempo como yo. Desde sus ojos podría ser mía, y yo ahí me encontraba con su espada en la mano. Bajé el espadón y miré al perro.
— ¡Aquí está tu espada! — Gritó el can, alejándose de mí.
[3] Desde mi corazón podía sentir grandes pasos que se acercaban a mí, como un reloj que anunciaba mis últimos momentos. — ¡NO TE ESCAPARÁS! te perseguiré por todo el mar de Aerandir si es necesario. — Le grité al perro mientras apretaba mis dientes con furia y mi piel empezaba a escamarse [4].
—————————————
OFF ROL:
[1]: Como no dieron descripción física de Ceriön, decidí dársela yo, y espero no incomode como lo describí y tampoco el uso que le di en mi respuesta.
[2]: No, no es Recuerdo, es una espada bastarda de funda roja cualquiera. Pero nadie está consciente de ello.
[3]: No hablo de una acción de Eltrant, si no de como percibe mi personaje la situación.
[4]: Utilizo mi racial, aunque apenas está empezando la transformación.
Interactuo con Helena y Ceriön, menciono a Eltrant.
Una vez a su lado, no era realmente como imaginé, la impertinente chica hablaba rápido, un poco nerviosa y alterada hacía preguntas un poco... — ¿Tontas? Si bien no me conocían, ahora sabían mi nombre al menos, por otra parte, sí la encontraba atractiva, ¿acaso no lo dije?
De igual forma no pude evitar sentirme atravesado por su cortante, impetuosa y audaz actitud. No tardó en decirme que mis esfuerzos eran inútiles para cautivarla, y no solo eso, si no que estaba en el peldaño más bajo en la lista de sus pretendientes, rió la sinvergüenza. Luego con un poco de furia en sus labios procedió a correrme del lugar, no sin antes inclinarse de manera picara y pasar sus dedos por mi nariz de una forma descarada. — Esta mujer me iba a volver loco. — Señaló con su otra mano a mi derecha, a donde antes estaba viendo, ahí se encontraba una figura alta e imponente formando un escándalo.
Desde mis espaldas salió una voz. — ¡EH! ¡Esta mujer lleva un arma!
— ¿!No es una de las de cuidad Lagarto?! — se escuchó a lo lejos.
— ¡Seguro que todos ellos han colado más!
— Mierda. — Imaginando el tipo de gente que albergaba Ciudad Lagarto, era factible que la rubia escondiese un arma. — Ciudad Lagarto... — Si quería proteger mis intereses debía ayudarla en esta situación. Antes de que todos volteasen traté de bajar el brazo de la mujer y me acerqué a ella. — Tranquila, yo arreglo esto. — Le dije, intentando ponerme de su lado. Seguidamente me volteé ante el infeliz que había delatado a la rubia.
[1] Era un hombre bestia canino, alto pero se encorvaba, un poco flaco, de orejas puntiagudas, pelaje azulado y tenía un par de dientes que se asomaban.
- Ceriön:
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Me pude acercar lo suficiente a él, mi olfato no era bueno, pero desprendía un olor a perro mojado bastante fuerte, y yo podía reconocer un pirata cuando lo veía, incluso en tierra. Me dirigí a él en un tono molesto y serio. — ¿Y tú cómo te atreves perro de mar? A acusar así a la hermosa mujer. — Podía ver como fruncía el ceño y gruñía un poco. Me acerqué a más él, no era más alto que yo, mientras hacia ademanes extravagantes y furiosos le dije. — Los perros como tú no deberían salir del agua, no saben como comportarse. — Con mi último ademán me di cuenta de que mi mano pesaba más, era muy extraño, me giré un momento a verla. [2] Alzaba con mi mano un espadón, con una funda roja, se me hacía difícil seguir sosteniéndolo, era bastante pesado.
De repente me aclaré, pude distinguir cuál era la bulla que vociferaba aquella enorme figura que vi de reojo antes. Quería su espada, más concretamente una gran espada con vaina roja. Justo como la que yo tenía en la mano. El perro frente a mí mostró una sonrisa aclamando su victoria. — ¿Cómo lo había hecho? ¿Lo había hecho él? — No respondí esas preguntas, giré mi vista al hombre alto y musculoso que enfurecido gritaba y gritaba, sosteniendo una cimitarra, parecía que escupía fuego al hablar.
Una cimitarra que parecía haber estado en los mares tanto tiempo como yo. Desde sus ojos podría ser mía, y yo ahí me encontraba con su espada en la mano. Bajé el espadón y miré al perro.
— ¡Aquí está tu espada! — Gritó el can, alejándose de mí.
[3] Desde mi corazón podía sentir grandes pasos que se acercaban a mí, como un reloj que anunciaba mis últimos momentos. — ¡NO TE ESCAPARÁS! te perseguiré por todo el mar de Aerandir si es necesario. — Le grité al perro mientras apretaba mis dientes con furia y mi piel empezaba a escamarse [4].
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OFF ROL:
[1]: Como no dieron descripción física de Ceriön, decidí dársela yo, y espero no incomode como lo describí y tampoco el uso que le di en mi respuesta.
[2]: No, no es Recuerdo, es una espada bastarda de funda roja cualquiera. Pero nadie está consciente de ello.
[3]: No hablo de una acción de Eltrant, si no de como percibe mi personaje la situación.
[4]: Utilizo mi racial, aunque apenas está empezando la transformación.
Interactuo con Helena y Ceriön, menciono a Eltrant.
Tobias Pharra
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Y ahí iba… acercándose hasta el centro de la multitud y vociferando a un público para nada receptivo. Habría hecho una broma al respecto, pero hasta ella sabía que no era lo normal verle así.
Aunque no era para menos, sabía lo mucho que el Mortal apreciaba aquellas armas y se las habían robado en un evento que había garantizado la seguridad de las mismas. En cierto modo, lo último que quedaba de Melissa estaba en el interior Olvido, a ella también le daría… algo de pena si desaparecía el mandoble.
- Voy a… - Jugó con su flequillo. – ¿Me haces el favor de vigilarlo? No es que sea especialmente difícil, tampoco. – Le dijo a Syl, con una sonrisa, antes de perderse entre la multitud.
La paz, el amor y las alianzas funcionarían mejor si, para empezar, no abusaran de la confianza de los pocos que se prestaban a… intentar hacer funcionar la paz, las alianzas y el amor.
Con el paso de los años lo había visto muchas veces y de bastantes formas diferentes, pero aquel tipo de cosas siempre solían fracasar por algún oportunista que se aprovechaba del buen corazón de los demás.
Era, de hecho, una suerte que siguiese existiendo gente capaz de prestarse a ser engañada una y otra vez. Y le diría algo al Mortal, pero sabía perfectamente que era demasiado cabezón para cambiar de parecer.
Aunque le daba igual, era de las facetas que más le gustaban de él.
Mientras su acompañante informaba a los demás que su equipo había desaparecido y que alguien le había entregado una espada Lyn continuó moviéndose entre la multitud como poco más que una sombra.
Siempre se le había dado bien aquello, de todas formas; si no querían que la viesen no iban a verla. Ahora con más motivo, además.
- ¿Si fuese un ladrón con instintos suicidas dónde me escondería…? –
— ¡Aquí está tu espada! — Una voz seca, dura, la de alguien que había vivido muchas cosas captó la atención de la vampiresa.
Un perro se alejaba a grandes zancadas de un hombre-bestia, o de un dragón a medio transformar, que gritaba al can que no escaparía de allí. Lo interesante era, sin embargo, lo que el muchacho tenía entre las manos.
- ¡Hola, campeón! – Le dijo Lyn al hombre, acercándose a este con una enormísima sonrisa en los labios. - ¡Bonita espada! – Le dijo - ¿Es tuya? – Agregó a continuación, examinando la vaina detenidamente.
Enarcando una ceja, la vampiresa obvió cualquier cosa parecía al espacio personal del dragón y ojeó directamente la empuñadura del arma. No tenía la media luna de Eltrant, aunque la vaina era increíblemente similar a la que había visto constantemente en el cinto de su compañero.
Y el Mortal presumía de diseños con ella cuando estaban solos.
- El morado es un color que se lleva más últimamente. Sí. Te lo recomiendo. – Le dijo asintiendo para sí. – No es mala espada, muy afilada, muy espada. – Se cruzó de brazos. – En una escala del uno al trece… - Hizo como si se atusase la barba, imitando a Eltrant cuando trabajaba de herrero. – ...le doy un dragón. – Tras decir aquellas palabras, agitó la mano como despedida y se alejó del hombre con relativamente prisa.
Principalmente porque Eltrant también había oído al perro gritar y se estaba acercando hasta dónde estaban Lyn y el desconocido con cara de pocos amigos. Por supuesto, la vampiresa se encargó de pararle antes de que hubiese más malentendidos.
- Ya lo he mirado, no es tu espada. – Le dijo tranquilizadora, el castaño enarcó una ceja y dejó escapar un pequeño suspiro. – Vamos, vamos. Relájate, ya aparecerán. – Sonrió. – Respira hondo y repite conmigo: “Las rosas son rojas…” -
- Eso no va a… - Lyn levantó la mano izquierda, para que su compañero se callase e hiciese lo que le pedía.
Tras unos segundos en silencio, Eltrant respiró de la forma que le había pedido su compañera y, para su sorpresa, consiguió tranquilizarse mínimamente.
- “Las… las rosas son rojas” –
- ¡Vaya! – Lyn rio en voz baja. – No esperaba que lo hicieses. – Eltrant taladró a su compañera con la mirada, que jugueteó divertida con su flequillo unos instantes. – No te enfades, no te enfades. Lo estás haciendo bien. – Aseguró, sonriendo. – Venga sigue: “Las violetas son azules”. – Movió su muñeca derecha instando a su compañero a que repitiese tras él.
- “Las violetas son azules” -
- Bien, bien – Miró a su alrededor, la gente seguía acusándose de ladrón entre ellos, después se volvió hacia su acompañante y le hizo de nuevo una seña para que repitiese lo que estaba a punto de decir. – “No quiero hundirle el pecho de un puñetazo a quien tenga mis cosas” –
- “No quiero hundirle el…” …eso ni siquiera rima. – dijo Eltrant, bajando ambas manos hasta la cintura.
- ¡No pretendía que rimase! – dijo la ojiazul sacudiendo la cabeza. - Tú relájate. ¿Vale? Ya verás como aparece todo. Están Asher, Syl, Níniel... tenemos muchos amigos aquí. – Eltrant se pasó la mano por el pelo y asintió cansado. – Ve a devolverle eso a los monjes, anda. – Señaló el sable que había aparecido en la espalda del castaño. – Voy a ver mientras tanto si encuentro a alguien con algo parecido a tu cosas. Te aviso si pasa algo. – dijo al final, alzando el colgante con el “Vinculo de Sangre” que les había hecho Asher a los dos.
Tras ver a Lyn volver a perderse entre la multitud, Eltrant bajó la mirada hasta el sable que tenía entre las manos e inspiró por la nariz. Segundos más tarde había atravesado el lugar hasta llegar a uno de los monjes que había custodiado las armas y armaduras y le tendía el sable.
- Alguien me ha colocado esto en la espalda. – Le dijo, ofreciéndole el arma. – No es realmente mío.Probablemente para… - Miró a su alrededor, todo se llamaba ladrones los unos a los otros, no había que ser un genio para imaginarlo.
¿Una distracción de los ladrones reales?
- Gracias. – Respondió este dando una pequeña reverencia. – Si encuentra más armas extraviadas tráigalas de vuelta, por favor. – dijo el monje, con una sonrisa educada.
Tras aquello, se encaminó de vuelta a dónde estaban Asher y Syl, asegurando de fijarse en todos los presentes mientras volvía por si veía algún arma conocida.
Off: Lyn interactua con Tobias, Syl y Asher! Eltrant devuelve el sable de Eilydh a las autoridades del evento. ^^
Aunque no era para menos, sabía lo mucho que el Mortal apreciaba aquellas armas y se las habían robado en un evento que había garantizado la seguridad de las mismas. En cierto modo, lo último que quedaba de Melissa estaba en el interior Olvido, a ella también le daría… algo de pena si desaparecía el mandoble.
- Voy a… - Jugó con su flequillo. – ¿Me haces el favor de vigilarlo? No es que sea especialmente difícil, tampoco. – Le dijo a Syl, con una sonrisa, antes de perderse entre la multitud.
La paz, el amor y las alianzas funcionarían mejor si, para empezar, no abusaran de la confianza de los pocos que se prestaban a… intentar hacer funcionar la paz, las alianzas y el amor.
Con el paso de los años lo había visto muchas veces y de bastantes formas diferentes, pero aquel tipo de cosas siempre solían fracasar por algún oportunista que se aprovechaba del buen corazón de los demás.
Era, de hecho, una suerte que siguiese existiendo gente capaz de prestarse a ser engañada una y otra vez. Y le diría algo al Mortal, pero sabía perfectamente que era demasiado cabezón para cambiar de parecer.
Aunque le daba igual, era de las facetas que más le gustaban de él.
Mientras su acompañante informaba a los demás que su equipo había desaparecido y que alguien le había entregado una espada Lyn continuó moviéndose entre la multitud como poco más que una sombra.
Siempre se le había dado bien aquello, de todas formas; si no querían que la viesen no iban a verla. Ahora con más motivo, además.
- ¿Si fuese un ladrón con instintos suicidas dónde me escondería…? –
— ¡Aquí está tu espada! — Una voz seca, dura, la de alguien que había vivido muchas cosas captó la atención de la vampiresa.
Un perro se alejaba a grandes zancadas de un hombre-bestia, o de un dragón a medio transformar, que gritaba al can que no escaparía de allí. Lo interesante era, sin embargo, lo que el muchacho tenía entre las manos.
- ¡Hola, campeón! – Le dijo Lyn al hombre, acercándose a este con una enormísima sonrisa en los labios. - ¡Bonita espada! – Le dijo - ¿Es tuya? – Agregó a continuación, examinando la vaina detenidamente.
Enarcando una ceja, la vampiresa obvió cualquier cosa parecía al espacio personal del dragón y ojeó directamente la empuñadura del arma. No tenía la media luna de Eltrant, aunque la vaina era increíblemente similar a la que había visto constantemente en el cinto de su compañero.
Y el Mortal presumía de diseños con ella cuando estaban solos.
- El morado es un color que se lleva más últimamente. Sí. Te lo recomiendo. – Le dijo asintiendo para sí. – No es mala espada, muy afilada, muy espada. – Se cruzó de brazos. – En una escala del uno al trece… - Hizo como si se atusase la barba, imitando a Eltrant cuando trabajaba de herrero. – ...le doy un dragón. – Tras decir aquellas palabras, agitó la mano como despedida y se alejó del hombre con relativamente prisa.
Principalmente porque Eltrant también había oído al perro gritar y se estaba acercando hasta dónde estaban Lyn y el desconocido con cara de pocos amigos. Por supuesto, la vampiresa se encargó de pararle antes de que hubiese más malentendidos.
- Ya lo he mirado, no es tu espada. – Le dijo tranquilizadora, el castaño enarcó una ceja y dejó escapar un pequeño suspiro. – Vamos, vamos. Relájate, ya aparecerán. – Sonrió. – Respira hondo y repite conmigo: “Las rosas son rojas…” -
- Eso no va a… - Lyn levantó la mano izquierda, para que su compañero se callase e hiciese lo que le pedía.
Tras unos segundos en silencio, Eltrant respiró de la forma que le había pedido su compañera y, para su sorpresa, consiguió tranquilizarse mínimamente.
- “Las… las rosas son rojas” –
- ¡Vaya! – Lyn rio en voz baja. – No esperaba que lo hicieses. – Eltrant taladró a su compañera con la mirada, que jugueteó divertida con su flequillo unos instantes. – No te enfades, no te enfades. Lo estás haciendo bien. – Aseguró, sonriendo. – Venga sigue: “Las violetas son azules”. – Movió su muñeca derecha instando a su compañero a que repitiese tras él.
- “Las violetas son azules” -
- Bien, bien – Miró a su alrededor, la gente seguía acusándose de ladrón entre ellos, después se volvió hacia su acompañante y le hizo de nuevo una seña para que repitiese lo que estaba a punto de decir. – “No quiero hundirle el pecho de un puñetazo a quien tenga mis cosas” –
- “No quiero hundirle el…” …eso ni siquiera rima. – dijo Eltrant, bajando ambas manos hasta la cintura.
- ¡No pretendía que rimase! – dijo la ojiazul sacudiendo la cabeza. - Tú relájate. ¿Vale? Ya verás como aparece todo. Están Asher, Syl, Níniel... tenemos muchos amigos aquí. – Eltrant se pasó la mano por el pelo y asintió cansado. – Ve a devolverle eso a los monjes, anda. – Señaló el sable que había aparecido en la espalda del castaño. – Voy a ver mientras tanto si encuentro a alguien con algo parecido a tu cosas. Te aviso si pasa algo. – dijo al final, alzando el colgante con el “Vinculo de Sangre” que les había hecho Asher a los dos.
Tras ver a Lyn volver a perderse entre la multitud, Eltrant bajó la mirada hasta el sable que tenía entre las manos e inspiró por la nariz. Segundos más tarde había atravesado el lugar hasta llegar a uno de los monjes que había custodiado las armas y armaduras y le tendía el sable.
- Alguien me ha colocado esto en la espalda. – Le dijo, ofreciéndole el arma. – No es realmente mío.Probablemente para… - Miró a su alrededor, todo se llamaba ladrones los unos a los otros, no había que ser un genio para imaginarlo.
¿Una distracción de los ladrones reales?
- Gracias. – Respondió este dando una pequeña reverencia. – Si encuentra más armas extraviadas tráigalas de vuelta, por favor. – dijo el monje, con una sonrisa educada.
Tras aquello, se encaminó de vuelta a dónde estaban Asher y Syl, asegurando de fijarse en todos los presentes mientras volvía por si veía algún arma conocida.
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Off: Lyn interactua con Tobias, Syl y Asher! Eltrant devuelve el sable de Eilydh a las autoridades del evento. ^^
Eltrant Tale
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Del mismo modo que con Daphne, Ava escuchó atentamente lo que Elian tenía que decir acerca de su longevidad, envidiándolo un poco por el hecho de que hubiese conocido a tantas generaciones de su familia y que aún siguiesen con vida.
Ella tenía que conformarse con las historias que Bullier le contaba y algún que otro retrato antiguo, eso por la rama paterna, pues de los orígenes de Celene sabía muy poco y después de la ruptura del matrimonio debía admitir que no le interesaba indagar al respecto.
¿Seguiría con vida esa mujer en algún lugar? No le importaba, para la joven su madre murió el día que lo arruinó todo y si no volvía a verla ni a saber de ella mejor.
Alejando esos pensamientos de su cabeza, ya que no quería que le malograsen la celebración y el buen rato que estaba pasando en compañía del elfo y la vampira, la Midgardiana prestó atención a las palabras de Elian, comprendiendo su punto de vista.
Aquellos que pasaban toda su vida en Sandorai no llegaban a darse cuenta de la diferencia que existía entre su esperanza de vida y la de otras razas, tenían su propio ritmo, uno mucho más tranquilo que el de los humanos.
Por otro lado, los que decidían abandonar el bosque y mudarse a las ciudades terminaban adaptándose a sus nuevos hogares, y con el tiempo aprendían o se acostumbraban a ver marchar a quienes los rodeaban, considerando que solo habían agotado el tiempo que los espíritus les habían regalado en aquella tierra.
- Ya entiendo. - musitó, bajando un poco la vista. - En realidad ellos tampoco son inmortales, están hechos de carne y hueso, pueden enfermar y morir como cualquiera. - pensó, mirándolos alternativamente durante unos instantes. - Algo tan simple como el sol podría acabar con ella, y él sangraría igual que yo si lo cortasen… - siguió reflexionando, aunque no olvidaba que en las condiciones adecuadas, ambos seguirían en Aerandir durante muchos siglos más.
- Vivir cada día como si fuera el último… - repitió en voz baja, y entonces empezó a cuestionarse por qué seguía en Verisar cuando su objetivo era ver cada rincón del continente.
Ya llevaba unos meses en Lunargenta y a pesar de que se decía que necesitaba ahorrar antes de seguir adelante la realidad era que aquel sitio le gustaba. Allí podía pasar desapercibida, nadie la señalaba con el dedo ni hacía comentarios ofensivos hacia su persona… se había acomodado, pero eso no entraba dentro de sus planes iniciales.
Las palabras del Satari calaron hondo en la morena, no podía seguir así, ya era hora de que continuase su viaje y con ello la aventura en que se había embarcado al dejar Midgar, había llegado el momento de elegir un nuevo destino en el mapa.
Los brillantes ojos de la muchacha surcaron el cielo hasta toparse con Minne, aquel astro que tenía en vilo a todo el mundo y que bien se les podría caer sobre las cabezas de un momento a otro. - No te preocupes, no temo a esa estrella, ha sido mi curiosidad por todo lo que la envuelve lo que me ha traído hasta aquí esta noche. - explicó, tranquilizando a Daphne y respondiendo a la pregunta de Elian.
- Todo el mundo espera que pase algo grande y quería formar parte de ello, ser testigo de lo que ocurriese… pero no contaba con encontrar una compañía tan agradable, gracias por haberte acercado a mí cuando estaba sola… - dijo, primero centrándose en la rubia. - Y… y gra…gracias también a ti por compartir tu comida con una completa extraña. - continuó, ésta vez dirigiéndose al hijo de Sandorai.
Los dos se habían mostrado muy amables con la cuerva, hasta el punto de contestar sus preguntas, que otros podrían haber considerado inapropiadas para un primer encuentro.
En su cabeza quedaban muchas más por supuesto, varias relacionadas con los posibles poderes de la vampira y el famoso don para sanar de los orejas puntiagudas, pero no tuvo ocasión de hacerlas ya que un extraño alboroto interrumpió la conversación.
Los gritos de un individuo acabaron con el festivo ambiente que había reinado hasta el momento, dando paso a acusaciones hacia la comitiva de ciudad Lagarto y al caos. - ¿Qué? - preguntó en voz baja, poniéndose en pie para enterarse de lo que estaba pasando.
Al parecer habían descubierto a una mujer armada, y eso bastó para que la desconfianza se apoderase de muchos de los presentes, quienes daban por hecho que otros también habrían colado más objetos en la celebración. - No me sorprende que esto haya pasado. - pensó la mujer bestia, cruzándose de brazos.
Los monjes habían cometido un error en su labor, puede que más de uno, y para Ava sus exigencias seguían siendo estúpidas, esa sensación de seguridad que perseguían era una mera ilusión, cualquier invitado podía iniciar un conflicto sin llevar armas encima.
Muchos elementos de las tiendas eran susceptibles de ser utilizados para causar daño a otros, las botellas de vidrio por ejemplo, que en malas manos podían llegar a arrebatar vidas. Pero no fue aquel despiste por parte de los organizadores lo que la preocupó, sino las quejas y reproches que siguieron al escándalo, anunciando a los cuatro vientos que todas las pertenencias que habían quedado en manos de los dragones habían desaparecido.
- No puede ser. - masculló, atendiendo a las palabras de un humano que le resultaba vagamente familiar y que denunciaba abiertamente que el sable que llevaba a la espalda se lo había puesto alguien a propósito. - Dis…disculpadme, te… tengo que ir a recuperar mis cosas. - se excusó, lamentando el tener que irse de aquella manera, pero no le quedaba otra opción.
- Esto no puede estar pasando. - pensó, mientras se abría paso entre la multitud para llegar hasta los monjes. Lo que vio allí la dejó perpleja, todas las mesas estaban vacías, no quedaba rastro de Segadora ni de su armadura. - ¡¿Dónde está mi arma?! - preguntó a voz en grito nada más reaccionar, avanzando hacia uno de los dragones y cediendo a su parte de animal.
- ¡Le he hecho una pregunta! ¿dónde está? - continuó hecha una furia, y con el juicio nublado no dudó en sujetar al hombre por las solapas de su túnica y sacudirlo bruscamente. - ¡Tranquilícese! No… no sabemos qué es lo que ha pasado, pero no es necesario que se ponga así. - le replicó el individuo, tratando de mantener la calma ante el aluvión de afectados que iba a por él.
- ¿Cómo se atreve a decirme eso? - contestó apretando los dientes y combatiendo el impulso de golpearlo en plena cara. ¿Qué sabía ese tipo? Nada, no tenía ni idea del valor de sus pertenencias ni de lo que significaban para ella, mucho menos del trabajo y cariño que Bullier había puesto en ellas al crearlas para su única hija.
- ¿Y mi espada? ¿dónde la habéis metido? - increpó una voz a su espalda, a la cual siguieron muchas otras, todas alteradas. - ¡Por favor mantengan la compostura! ¡Este es un sitio de paz, no pierdan los nervios! - exclamó el dragón, liberándose del agarre de la Midgardiana y alejándose de ella antes de que pudiese volver a ponerle las manos encima.
- ¡No se preocupen! ¡Encontraremos a los responsables! - aseguró, pero sus palabras no valían nada, no para Ava.
Terriblemente enfadada, la joven ignoró cuanto había a su alrededor y comenzó su propia búsqueda, rastreando el olor que ella misma había dejado en sus cosas para intentar seguirlo hasta los culpables del robo. - Esto no va a ser fácil, hay demasiada gente. - la cantidad de aromas que flotaban por el lugar era innumerable, apenas podía percibir su propia fragancia entre la multitud y eso iba a complicarle la tarea.
Frustrada, anduvo por entre las tiendas mirando a todas partes, y fue así como percibió el comportamiento sospechoso de un par de mujeres, que revolvían bajo una mesa como si estuviesen escondiendo algo. - ¿Qué estarán tramando esas dos? - susurró, desviando sus pasos hacia las extrañas y esperando a que se marchasen para echar un vistazo.
¿Y qué encontró bajo el mantel? ¡Un arma! Aunque desafortunadamente no fue la suya. - ¡Esperad! - las llamó, sacando el objeto para luego ir hacia las jóvenes. - ¿Qué significa esto? Os he visto junto a la mesa, ¿es vuestra esta espada o la habéis robado? - inquirió sin ningún tipo de sutileza, llamando la atención de los invitados más cercanos.
Pero el estado de las chicas no era el mejor, un simple vistazo bastaba para ver que habían bebido más de la cuenta. - ¡Hablad! ¿de quién es? ¿dónde está el resto? - insistió, manteniendo la hoja a la vista de todos.
Interactúo con Elian y me despido a causa del alboroto.
Siguiendo las instrucciones de master Thorn me fijo en el comportamiento de Alisha y Aradia, así que voy a por ellas en busca de explicaciones. Como no me especificó que clase de arma encontraba o a quien pertenece he puesto que se trata de una simple espada.
Ella tenía que conformarse con las historias que Bullier le contaba y algún que otro retrato antiguo, eso por la rama paterna, pues de los orígenes de Celene sabía muy poco y después de la ruptura del matrimonio debía admitir que no le interesaba indagar al respecto.
¿Seguiría con vida esa mujer en algún lugar? No le importaba, para la joven su madre murió el día que lo arruinó todo y si no volvía a verla ni a saber de ella mejor.
Alejando esos pensamientos de su cabeza, ya que no quería que le malograsen la celebración y el buen rato que estaba pasando en compañía del elfo y la vampira, la Midgardiana prestó atención a las palabras de Elian, comprendiendo su punto de vista.
Aquellos que pasaban toda su vida en Sandorai no llegaban a darse cuenta de la diferencia que existía entre su esperanza de vida y la de otras razas, tenían su propio ritmo, uno mucho más tranquilo que el de los humanos.
Por otro lado, los que decidían abandonar el bosque y mudarse a las ciudades terminaban adaptándose a sus nuevos hogares, y con el tiempo aprendían o se acostumbraban a ver marchar a quienes los rodeaban, considerando que solo habían agotado el tiempo que los espíritus les habían regalado en aquella tierra.
- Ya entiendo. - musitó, bajando un poco la vista. - En realidad ellos tampoco son inmortales, están hechos de carne y hueso, pueden enfermar y morir como cualquiera. - pensó, mirándolos alternativamente durante unos instantes. - Algo tan simple como el sol podría acabar con ella, y él sangraría igual que yo si lo cortasen… - siguió reflexionando, aunque no olvidaba que en las condiciones adecuadas, ambos seguirían en Aerandir durante muchos siglos más.
- Vivir cada día como si fuera el último… - repitió en voz baja, y entonces empezó a cuestionarse por qué seguía en Verisar cuando su objetivo era ver cada rincón del continente.
Ya llevaba unos meses en Lunargenta y a pesar de que se decía que necesitaba ahorrar antes de seguir adelante la realidad era que aquel sitio le gustaba. Allí podía pasar desapercibida, nadie la señalaba con el dedo ni hacía comentarios ofensivos hacia su persona… se había acomodado, pero eso no entraba dentro de sus planes iniciales.
Las palabras del Satari calaron hondo en la morena, no podía seguir así, ya era hora de que continuase su viaje y con ello la aventura en que se había embarcado al dejar Midgar, había llegado el momento de elegir un nuevo destino en el mapa.
Los brillantes ojos de la muchacha surcaron el cielo hasta toparse con Minne, aquel astro que tenía en vilo a todo el mundo y que bien se les podría caer sobre las cabezas de un momento a otro. - No te preocupes, no temo a esa estrella, ha sido mi curiosidad por todo lo que la envuelve lo que me ha traído hasta aquí esta noche. - explicó, tranquilizando a Daphne y respondiendo a la pregunta de Elian.
- Todo el mundo espera que pase algo grande y quería formar parte de ello, ser testigo de lo que ocurriese… pero no contaba con encontrar una compañía tan agradable, gracias por haberte acercado a mí cuando estaba sola… - dijo, primero centrándose en la rubia. - Y… y gra…gracias también a ti por compartir tu comida con una completa extraña. - continuó, ésta vez dirigiéndose al hijo de Sandorai.
Los dos se habían mostrado muy amables con la cuerva, hasta el punto de contestar sus preguntas, que otros podrían haber considerado inapropiadas para un primer encuentro.
En su cabeza quedaban muchas más por supuesto, varias relacionadas con los posibles poderes de la vampira y el famoso don para sanar de los orejas puntiagudas, pero no tuvo ocasión de hacerlas ya que un extraño alboroto interrumpió la conversación.
Los gritos de un individuo acabaron con el festivo ambiente que había reinado hasta el momento, dando paso a acusaciones hacia la comitiva de ciudad Lagarto y al caos. - ¿Qué? - preguntó en voz baja, poniéndose en pie para enterarse de lo que estaba pasando.
Al parecer habían descubierto a una mujer armada, y eso bastó para que la desconfianza se apoderase de muchos de los presentes, quienes daban por hecho que otros también habrían colado más objetos en la celebración. - No me sorprende que esto haya pasado. - pensó la mujer bestia, cruzándose de brazos.
Los monjes habían cometido un error en su labor, puede que más de uno, y para Ava sus exigencias seguían siendo estúpidas, esa sensación de seguridad que perseguían era una mera ilusión, cualquier invitado podía iniciar un conflicto sin llevar armas encima.
Muchos elementos de las tiendas eran susceptibles de ser utilizados para causar daño a otros, las botellas de vidrio por ejemplo, que en malas manos podían llegar a arrebatar vidas. Pero no fue aquel despiste por parte de los organizadores lo que la preocupó, sino las quejas y reproches que siguieron al escándalo, anunciando a los cuatro vientos que todas las pertenencias que habían quedado en manos de los dragones habían desaparecido.
- No puede ser. - masculló, atendiendo a las palabras de un humano que le resultaba vagamente familiar y que denunciaba abiertamente que el sable que llevaba a la espalda se lo había puesto alguien a propósito. - Dis…disculpadme, te… tengo que ir a recuperar mis cosas. - se excusó, lamentando el tener que irse de aquella manera, pero no le quedaba otra opción.
- Esto no puede estar pasando. - pensó, mientras se abría paso entre la multitud para llegar hasta los monjes. Lo que vio allí la dejó perpleja, todas las mesas estaban vacías, no quedaba rastro de Segadora ni de su armadura. - ¡¿Dónde está mi arma?! - preguntó a voz en grito nada más reaccionar, avanzando hacia uno de los dragones y cediendo a su parte de animal.
- ¡Le he hecho una pregunta! ¿dónde está? - continuó hecha una furia, y con el juicio nublado no dudó en sujetar al hombre por las solapas de su túnica y sacudirlo bruscamente. - ¡Tranquilícese! No… no sabemos qué es lo que ha pasado, pero no es necesario que se ponga así. - le replicó el individuo, tratando de mantener la calma ante el aluvión de afectados que iba a por él.
- ¿Cómo se atreve a decirme eso? - contestó apretando los dientes y combatiendo el impulso de golpearlo en plena cara. ¿Qué sabía ese tipo? Nada, no tenía ni idea del valor de sus pertenencias ni de lo que significaban para ella, mucho menos del trabajo y cariño que Bullier había puesto en ellas al crearlas para su única hija.
- ¿Y mi espada? ¿dónde la habéis metido? - increpó una voz a su espalda, a la cual siguieron muchas otras, todas alteradas. - ¡Por favor mantengan la compostura! ¡Este es un sitio de paz, no pierdan los nervios! - exclamó el dragón, liberándose del agarre de la Midgardiana y alejándose de ella antes de que pudiese volver a ponerle las manos encima.
- ¡No se preocupen! ¡Encontraremos a los responsables! - aseguró, pero sus palabras no valían nada, no para Ava.
Terriblemente enfadada, la joven ignoró cuanto había a su alrededor y comenzó su propia búsqueda, rastreando el olor que ella misma había dejado en sus cosas para intentar seguirlo hasta los culpables del robo. - Esto no va a ser fácil, hay demasiada gente. - la cantidad de aromas que flotaban por el lugar era innumerable, apenas podía percibir su propia fragancia entre la multitud y eso iba a complicarle la tarea.
Frustrada, anduvo por entre las tiendas mirando a todas partes, y fue así como percibió el comportamiento sospechoso de un par de mujeres, que revolvían bajo una mesa como si estuviesen escondiendo algo. - ¿Qué estarán tramando esas dos? - susurró, desviando sus pasos hacia las extrañas y esperando a que se marchasen para echar un vistazo.
¿Y qué encontró bajo el mantel? ¡Un arma! Aunque desafortunadamente no fue la suya. - ¡Esperad! - las llamó, sacando el objeto para luego ir hacia las jóvenes. - ¿Qué significa esto? Os he visto junto a la mesa, ¿es vuestra esta espada o la habéis robado? - inquirió sin ningún tipo de sutileza, llamando la atención de los invitados más cercanos.
Pero el estado de las chicas no era el mejor, un simple vistazo bastaba para ver que habían bebido más de la cuenta. - ¡Hablad! ¿de quién es? ¿dónde está el resto? - insistió, manteniendo la hoja a la vista de todos.
Interactúo con Elian y me despido a causa del alboroto.
Siguiendo las instrucciones de master Thorn me fijo en el comportamiento de Alisha y Aradia, así que voy a por ellas en busca de explicaciones. Como no me especificó que clase de arma encontraba o a quien pertenece he puesto que se trata de una simple espada.
Ava Kenrith
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Por suerte Vincent no tardó en verla a pesar del gentío que se congregaba cerca de aquel puesto y los colindantes a este. Y es que seguramente ser la única elfa peliblanca de más de metro ochenta ayudaba en situaciones como aquella, aunque podía ser engorroso en según qué aventuras. Además la joven podría jurar que alguno de los clientes del lugar no había visto con buenos ojos sus intentos por hacerse ver, a juzgar por las miradas molestas que un par de brujos sentados a unas mesas de distancia comenzaron a dedicarle.
El rubio no tardó en comenzar a dirigir sus pasos hasta donde Níniel se encontraba, moviéndose con soltura por entre las mesas y la numerosa clientela, más a medio camino pareció toparse con una persona conocida que le hizo detenerse e intercambiar unas palabras con ella antes de proseguir, no sin animar a su recién reencontrada amistad a ir con él hasta la mesa, donde sin duda habría espacio de sobra para una más.
-Exageras...- Fue cuanto la peliblanca pudo decir sonrojada ante la introducción que Vincent le dedicó. Sofoco que no hizo si no aumentar cuando al presentarla no escatimó en títulos y halagos hacia su persona. Bajando la mirada azorada como si no fuese más que una chiquilla humana. -Mucho gusto.- Pudo decir tras poder sobreponerse, aunque aún con el sonrojo llegando hasta la punta de sus orejas. -Precisamente no hace mucho visité la academia de las islas, aunque no como alumna.- Añadió entonces como modo de romper el hielo.
-Podría compartir la carne...aunque no pienso hacerlo. El golpe ha sido porque he echado en falta algunos títulos y alabanzas al presentarme...- Intervino la felina tras defender su amada carne del intento de asalto perpetrado por el brujo. -Ya sabes, soy la hermosa Catherine...el fulgor rojo...gran asesina de...básicamente cualquier cosa que nos moleste a mi o a mi hermana...- Se vanaglorió señalando al brujo con un hueso desprovisto de carne que luego dejó a un lado de su plato.
Níniel le susurró una leve reprimenda a la felina y esbozó una sonrisa. -¿Sí verdad? El ambiente está un poco raro. Hay quien parece querer pasar un buen rato pero otros...Y eso parece afectar a todos.- Respondió al comentario del brujo sobre el enrarecido ambiente.
A la joven le hubiese gustado tener un tiempo para hablar con Vincent y su amiga. Hablar de todo lo que había ocurrido desde su último encuentro. Sobre Aerandir. Tal vez incluso escuchar alguna historia suya cuando era un estudiante de la academia, que seguro que debía de haber muchas y Reike debía de conocer alguna...Pero parecía que al final Asher estaba en lo cierto, y que tarde o temprano algo acabaría pasando. Algo más que algún desacuerdo o discusión de escasa importancia.
Comenzó como un rumor y cierto revuelo, pero pronto acabaría yendo en aumento hasta amenazar la paz y todos los principios en los que se basaba aquella celebración. Por lo visto alguien había robado las armas y armaduras requisadas en la entrada por los monjes dragón, lo que estaba generando todo un cruce de acusaciones y sospechas que iban a más y amenazaban con llegar a las manos. Por si aquello no fuera suficiente, si había que hacer caso al caos que poco a poco se apoderaba del lugar, estaban apareciendo armas ocultas aquí y allá por algunos de los asistentes...Muchas voces señalaban a la delegación de ciudad lagarto, allí donde Níniel había estado momentos antes, pero otras señalaban también en otras y diversas direcciones, con o sin pruebas, reales estas o no...
-Esto es serio...No solo es que nos hayan robado...Mirad a vuestro alrededor. Esto podría acabar convirtiéndose en una batalla campal si va a más.- Alertó la peliblanca alarmada. Por supuesto quería recuperar sus cosas, pero...Bien podían estar ante algo mucho más grave que un intento de robo. Podría haber una facción tratando de asesinar a otros, o de iniciar allí mismo una guerra como no había habido en Aerandir desde hacía ciento treinta años...Incluso de no ser esa la intención de los ladrones, bien podría acabar de ese modo. Muchos de los allí presentes solo necesitarían una excusa para lanzarse al cuello de otros...
-Si empieza una batalla quiero mis cosas de vuelta...- Espetó Catherine dejando a un lado la comida y tratando de averiguar algo entre todo aquel caos creciente. Incluso Eltrant, a cierta distancia, estaba gritando y amenazando a los ladrones con algo muy malo si no aparecían sus numerosas, y muy valiosas, posesiones.
-No sé si sería de ayuda que ahora todo el mundo empuñara sus armas...- Claro que ciertamente muchos de los asistentes realmente no las necesitaban, como bien había señalado Vincent. -Los ladrones no pueden estar muy lejos...Creo que puedo averiguar dónde están si aún tienen nuestras cosas encima.- Expresó la peliblanca concentrándose.
-La elfa está conjurando un hechizo.- Acusó uno de aquellos brujos que minutos antes la mirase mal. -Detenedla antes de que nos ataque.- Añadió entonces logrando que la joven se girara para mirarle con incredulidad. En ese momento vio como él mismo también estaba preparando un hechizo, el cual se materializó en un orbe de hielo justo sobre su cabeza. Varios asistentes trataron de alejarse asustados mientras que otros parecían a punto de intervenir a su vez. Níniel pudo sentir al menos a un elfo cerca de ella acumulando éter...Aunque fue Catherine la primera en actuar.
Con un potente impulso se lanzó a por el brujo, agarrando su rostro con fuerza y derribándolo contra el suelo, sin haberle dado tiempo de lanzar su magia. Su mirada de ojos escarlata emanaba peligro y amenaza a cualquiera que levantara la mano contra su hermana...Aunque quizá su noble impulso fuese más un problema que una solución. Había más brujos cerca.
-No estoy preparando ningún ataque.- Se apresuró a explicarse la elfa antes de que la cosa fuese a más. -Mi bastón estaba entre las armas robadas. Es un objeto valioso y además posee a a mi espíritu guardián. Trataba de contactar con él.- Dijo la joven levantando murmullos a su alrededor.
-Si los ladrones lo tienen podría indicarnos dónde están nuestras cosas.- Dijo una voz entre la gente. Y aquello sí fue mejor recibido que la explicación de la peliblanca.
-Esa era mi idea...Lamento la confusión. Debí advertiros antes...- Se disculpó la joven recibiendo el visto bueno de la mayoría de los allí congregados. Incluso el brujo derribado pareció aceptarlo, aunque seguía más que molesto y no se disculpó por haber intentado atacar a alguien sin estar seguro.
-Vamos allá. Buscad una pequeña luz en el cielo.- Instó Níniel antes de volver a concentrarse y finalmente gritar un nombre al aire.
-KIRI.-
En algún punto no muy lejano. Una pequeña figura alada de pura luz brotaría del bastón con cabeza de dragón de la elfa y se alzaría en el aire, comenzando a trazar círculos sobre su posición y a emitir una señal de luz intermitente. Allí estaba su bastón. Hacia allí deberían ir tan rápido como les fuera posible.
El rubio no tardó en comenzar a dirigir sus pasos hasta donde Níniel se encontraba, moviéndose con soltura por entre las mesas y la numerosa clientela, más a medio camino pareció toparse con una persona conocida que le hizo detenerse e intercambiar unas palabras con ella antes de proseguir, no sin animar a su recién reencontrada amistad a ir con él hasta la mesa, donde sin duda habría espacio de sobra para una más.
-Exageras...- Fue cuanto la peliblanca pudo decir sonrojada ante la introducción que Vincent le dedicó. Sofoco que no hizo si no aumentar cuando al presentarla no escatimó en títulos y halagos hacia su persona. Bajando la mirada azorada como si no fuese más que una chiquilla humana. -Mucho gusto.- Pudo decir tras poder sobreponerse, aunque aún con el sonrojo llegando hasta la punta de sus orejas. -Precisamente no hace mucho visité la academia de las islas, aunque no como alumna.- Añadió entonces como modo de romper el hielo.
-Podría compartir la carne...aunque no pienso hacerlo. El golpe ha sido porque he echado en falta algunos títulos y alabanzas al presentarme...- Intervino la felina tras defender su amada carne del intento de asalto perpetrado por el brujo. -Ya sabes, soy la hermosa Catherine...el fulgor rojo...gran asesina de...básicamente cualquier cosa que nos moleste a mi o a mi hermana...- Se vanaglorió señalando al brujo con un hueso desprovisto de carne que luego dejó a un lado de su plato.
Níniel le susurró una leve reprimenda a la felina y esbozó una sonrisa. -¿Sí verdad? El ambiente está un poco raro. Hay quien parece querer pasar un buen rato pero otros...Y eso parece afectar a todos.- Respondió al comentario del brujo sobre el enrarecido ambiente.
A la joven le hubiese gustado tener un tiempo para hablar con Vincent y su amiga. Hablar de todo lo que había ocurrido desde su último encuentro. Sobre Aerandir. Tal vez incluso escuchar alguna historia suya cuando era un estudiante de la academia, que seguro que debía de haber muchas y Reike debía de conocer alguna...Pero parecía que al final Asher estaba en lo cierto, y que tarde o temprano algo acabaría pasando. Algo más que algún desacuerdo o discusión de escasa importancia.
Comenzó como un rumor y cierto revuelo, pero pronto acabaría yendo en aumento hasta amenazar la paz y todos los principios en los que se basaba aquella celebración. Por lo visto alguien había robado las armas y armaduras requisadas en la entrada por los monjes dragón, lo que estaba generando todo un cruce de acusaciones y sospechas que iban a más y amenazaban con llegar a las manos. Por si aquello no fuera suficiente, si había que hacer caso al caos que poco a poco se apoderaba del lugar, estaban apareciendo armas ocultas aquí y allá por algunos de los asistentes...Muchas voces señalaban a la delegación de ciudad lagarto, allí donde Níniel había estado momentos antes, pero otras señalaban también en otras y diversas direcciones, con o sin pruebas, reales estas o no...
-Esto es serio...No solo es que nos hayan robado...Mirad a vuestro alrededor. Esto podría acabar convirtiéndose en una batalla campal si va a más.- Alertó la peliblanca alarmada. Por supuesto quería recuperar sus cosas, pero...Bien podían estar ante algo mucho más grave que un intento de robo. Podría haber una facción tratando de asesinar a otros, o de iniciar allí mismo una guerra como no había habido en Aerandir desde hacía ciento treinta años...Incluso de no ser esa la intención de los ladrones, bien podría acabar de ese modo. Muchos de los allí presentes solo necesitarían una excusa para lanzarse al cuello de otros...
-Si empieza una batalla quiero mis cosas de vuelta...- Espetó Catherine dejando a un lado la comida y tratando de averiguar algo entre todo aquel caos creciente. Incluso Eltrant, a cierta distancia, estaba gritando y amenazando a los ladrones con algo muy malo si no aparecían sus numerosas, y muy valiosas, posesiones.
-No sé si sería de ayuda que ahora todo el mundo empuñara sus armas...- Claro que ciertamente muchos de los asistentes realmente no las necesitaban, como bien había señalado Vincent. -Los ladrones no pueden estar muy lejos...Creo que puedo averiguar dónde están si aún tienen nuestras cosas encima.- Expresó la peliblanca concentrándose.
-La elfa está conjurando un hechizo.- Acusó uno de aquellos brujos que minutos antes la mirase mal. -Detenedla antes de que nos ataque.- Añadió entonces logrando que la joven se girara para mirarle con incredulidad. En ese momento vio como él mismo también estaba preparando un hechizo, el cual se materializó en un orbe de hielo justo sobre su cabeza. Varios asistentes trataron de alejarse asustados mientras que otros parecían a punto de intervenir a su vez. Níniel pudo sentir al menos a un elfo cerca de ella acumulando éter...Aunque fue Catherine la primera en actuar.
Con un potente impulso se lanzó a por el brujo, agarrando su rostro con fuerza y derribándolo contra el suelo, sin haberle dado tiempo de lanzar su magia. Su mirada de ojos escarlata emanaba peligro y amenaza a cualquiera que levantara la mano contra su hermana...Aunque quizá su noble impulso fuese más un problema que una solución. Había más brujos cerca.
-No estoy preparando ningún ataque.- Se apresuró a explicarse la elfa antes de que la cosa fuese a más. -Mi bastón estaba entre las armas robadas. Es un objeto valioso y además posee a a mi espíritu guardián. Trataba de contactar con él.- Dijo la joven levantando murmullos a su alrededor.
-Si los ladrones lo tienen podría indicarnos dónde están nuestras cosas.- Dijo una voz entre la gente. Y aquello sí fue mejor recibido que la explicación de la peliblanca.
-Esa era mi idea...Lamento la confusión. Debí advertiros antes...- Se disculpó la joven recibiendo el visto bueno de la mayoría de los allí congregados. Incluso el brujo derribado pareció aceptarlo, aunque seguía más que molesto y no se disculpó por haber intentado atacar a alguien sin estar seguro.
-Vamos allá. Buscad una pequeña luz en el cielo.- Instó Níniel antes de volver a concentrarse y finalmente gritar un nombre al aire.
-KIRI.-
En algún punto no muy lejano. Una pequeña figura alada de pura luz brotaría del bastón con cabeza de dragón de la elfa y se alzaría en el aire, comenzando a trazar círculos sobre su posición y a emitir una señal de luz intermitente. Allí estaba su bastón. Hacia allí deberían ir tan rápido como les fuera posible.
OFF: Interactúo con Vincent y Reike. También menciono a Eltrant que anda on fire no muy lejos.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Miré a Astralia sorprendido por aquella revelación del hombre pantera. Al parecer, un hombre del pasado de Astralia estaba igualmente interesado por la astronomía y los trozos de estrellas caídas. Alguien a quién conocía lo suficiente cómo para tener un dibujo suyo tan detallado que, al contemplarlo un extraño, la reconociera a ella por la ilustración.
Pero la conversación terminó allí. A nuestro alrededor, la gente comenzó a hablar demasiado fuerte, algunos incluso gritaban y los rumores se extendían. Alguien gritó que habían robado las armas y sorprendido, enseguida pensé en Ámbar, mi vieja y preciada daga, y me dispuse a marcharme.
- Astralia, sígueme- le dije a mi acompañante antes de huir de aquella reunión.
La fiesta se había convertido en un auténtico caos. Las personas, nerviosas, se cruzaban en mi camino y me abría paso entre ellos cómo podía. Algunos hablaban sobre usar la violencia para recuperar las armas, otros en hacer inspecciones... Algunos culpaban a la comitiva de Ciudad Lagarto por aquel robo, debido a su pésima reputación...
Llegué hasta el lugar que ocupaba la comitiva de Baslodia, mi ciudad natal. Allí la comandante Esther Gila estaba realmente enfurecida y gritaba que quién tocase a Santuario, su espada, lo pagaría con su vida. Al verme, varios miembros de la comitiva se acercaron hasta mí y me rodearon. No sabía qué estaba ocurriendo, pero parecían enfadados:
- Eden, ¿no tendrás nada que ver con el robo de las armas?- me preguntó uno de ellos, al que yo no le resultaba especialmente simpático- Se rumoreaba en la ciudad que te dedicas a... actividades ilegales. ¡Espero que no hayas sido tan estúpido para deshonrar a nuestra ciudad en este importante evento!
Aquellos hombres furiosos parecían capaces de creerse cualquier cosa. Entre el estado de embriaguez de la mayoría de ellos y la ira por el robo, estaban dispuestos a llegar al fondo del asunto y poco les parecía importar acusar a un inocente en sus sospechas.
- Si fuérais inteligentes, me descartaríais de inmediato. Mirad a vuestro alrededor. ¿Cuántas personas hay aquí y cuántas armas han traído cada una? ¿Podría una sola persona robar todas las armas de los aquí presentes? Además, he estado acompañado todo el tiempo por...
En ese momento, me giré, con la seguridad de que encontraría a Astralia tras de mí, pero la joven, al parecer, no había seguido mis pasos. Mi coartada se había esfumado en aquel caos de personas cabreadas.
- ¿Quién te ha acompañado?- preguntó el líder del grupo, al ver mi desconcierto, que seguramente daba por fingido.
- He estado con una mujer y un grupo de hombres bestias, que he dejado atrás... Además, si han sido los dragones quiénes nos han requisado todas las armas, ¿no es más fácil pensar que son ellos los que pueden tenerlas? Llevan días preparando esta reunión. Han podido organizarse para hacerlo... ¿Por qué debemos confiar en ellos si no han sido capaces de custodiarlas? Yo no soy responsable de que hayamos cometido la estupidez de confiar nuestras armas a unos extraños... ¡Dejadme en paz, panda de inútiles!
Rompí el cerco que formaban empujando a uno para poder pasar. Enfadado, me dispuse a colaborar todo lo posible para averiguar que había pasado allí. Me propuse recuperar a Ámbar y ser yo quién llevase de vuelta a Santuario a la comandante Gila y demostrar a los tarugos miembros de la comitiva quién era yo.
Pero la conversación terminó allí. A nuestro alrededor, la gente comenzó a hablar demasiado fuerte, algunos incluso gritaban y los rumores se extendían. Alguien gritó que habían robado las armas y sorprendido, enseguida pensé en Ámbar, mi vieja y preciada daga, y me dispuse a marcharme.
- Astralia, sígueme- le dije a mi acompañante antes de huir de aquella reunión.
La fiesta se había convertido en un auténtico caos. Las personas, nerviosas, se cruzaban en mi camino y me abría paso entre ellos cómo podía. Algunos hablaban sobre usar la violencia para recuperar las armas, otros en hacer inspecciones... Algunos culpaban a la comitiva de Ciudad Lagarto por aquel robo, debido a su pésima reputación...
Llegué hasta el lugar que ocupaba la comitiva de Baslodia, mi ciudad natal. Allí la comandante Esther Gila estaba realmente enfurecida y gritaba que quién tocase a Santuario, su espada, lo pagaría con su vida. Al verme, varios miembros de la comitiva se acercaron hasta mí y me rodearon. No sabía qué estaba ocurriendo, pero parecían enfadados:
- Eden, ¿no tendrás nada que ver con el robo de las armas?- me preguntó uno de ellos, al que yo no le resultaba especialmente simpático- Se rumoreaba en la ciudad que te dedicas a... actividades ilegales. ¡Espero que no hayas sido tan estúpido para deshonrar a nuestra ciudad en este importante evento!
Aquellos hombres furiosos parecían capaces de creerse cualquier cosa. Entre el estado de embriaguez de la mayoría de ellos y la ira por el robo, estaban dispuestos a llegar al fondo del asunto y poco les parecía importar acusar a un inocente en sus sospechas.
- Si fuérais inteligentes, me descartaríais de inmediato. Mirad a vuestro alrededor. ¿Cuántas personas hay aquí y cuántas armas han traído cada una? ¿Podría una sola persona robar todas las armas de los aquí presentes? Además, he estado acompañado todo el tiempo por...
En ese momento, me giré, con la seguridad de que encontraría a Astralia tras de mí, pero la joven, al parecer, no había seguido mis pasos. Mi coartada se había esfumado en aquel caos de personas cabreadas.
- ¿Quién te ha acompañado?- preguntó el líder del grupo, al ver mi desconcierto, que seguramente daba por fingido.
- He estado con una mujer y un grupo de hombres bestias, que he dejado atrás... Además, si han sido los dragones quiénes nos han requisado todas las armas, ¿no es más fácil pensar que son ellos los que pueden tenerlas? Llevan días preparando esta reunión. Han podido organizarse para hacerlo... ¿Por qué debemos confiar en ellos si no han sido capaces de custodiarlas? Yo no soy responsable de que hayamos cometido la estupidez de confiar nuestras armas a unos extraños... ¡Dejadme en paz, panda de inútiles!
Rompí el cerco que formaban empujando a uno para poder pasar. Enfadado, me dispuse a colaborar todo lo posible para averiguar que había pasado allí. Me propuse recuperar a Ámbar y ser yo quién llevase de vuelta a Santuario a la comandante Gila y demostrar a los tarugos miembros de la comitiva quién era yo.
________________
> Sigo las instrucciones de Thorn en las que me indicaba que las personas que me conocían (los miembros de la Comitiva) sospechaban de mí respecto al robo de las armas y entre las varias opciones ofrecidas, decido hacer lo posible por averiguar lo que ha sucedido...
Cómo mi compañera de rol en el evento está ausente, estoy dispuesto a unirme a cualquier grupo de investigación sobre el paradero de las armas para demostrar mi inocencia en este robo y recuperar Santuario para la Comandante Esther Gila, a ser posible con gente con la que no esté roleando ya en otros temas para evitar problemas con la cronología.
Eden
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
En un momento estaba intentando quitarse a un borracho de en medio, a ella y a Helena, claro.
Lyra quien tenía su rostro descubierto sonrió mientras escuchaba y observaba como su compañera dejaba en tonto, humillando a ese tipo de cierta manera.
Le provocó una cierta sonrisa de satisfacción el ver eso, se había metido donde nadie le llamaba, probablemente con el peor dúo que podría intentar cortejar, al menos en ese momento y de esa manera.
Todo era una sonrisa y tranquilidad, los gritos usuales de festejos ya era algo que sonaba en el trasfondo casi en un loop, pero eso comenzó a cambiar.
De un minuto para otro todo el mundo empezó a levantarse de sus sillas, la mayoría dejaban las bebidas y todos al grito de...
— ¡Esta mujer lleva un arma! —
Recordó inmediatamente el guantelete que Helena llevaba con aquella daga oculta, gruñó y apretujó sus dientes, y de forma rápida casi como un instinto se colocó la capucha que portaba sus prendas y también colocó el pañuelo que colgaba en su cuello en su rostro, atándolo en su nuca primero.
Quiso ver al tipo que gritó eso, pero al parecer el borrachín quería jugarselas de héroe, perfecto, miró a su alrededor y al parecer la única tienda vacía cerca de ellas era la que recientemente habían dejado.
Y pronto un grito por parte de un humano bastante grande llamó la atención, algo sobre que le habían plantado un sable.
— ¡Le están plantando armas a la gente! —
Gritó Lyra mientras apretó a Helena de la muñeca, justo donde aquel guante se encontraba a la par que miraba a la multitud a su alrededor, en el caos de los gritos, algunos peleándose, otros discutiendo.
Lo único que pidió en ese momento es que su arco no lo tenga nadie o se iba a ligar un buen puñetazo antes de que lo tome.
Lyra quien tenía su rostro descubierto sonrió mientras escuchaba y observaba como su compañera dejaba en tonto, humillando a ese tipo de cierta manera.
Le provocó una cierta sonrisa de satisfacción el ver eso, se había metido donde nadie le llamaba, probablemente con el peor dúo que podría intentar cortejar, al menos en ese momento y de esa manera.
Todo era una sonrisa y tranquilidad, los gritos usuales de festejos ya era algo que sonaba en el trasfondo casi en un loop, pero eso comenzó a cambiar.
De un minuto para otro todo el mundo empezó a levantarse de sus sillas, la mayoría dejaban las bebidas y todos al grito de...
— ¡Esta mujer lleva un arma! —
Recordó inmediatamente el guantelete que Helena llevaba con aquella daga oculta, gruñó y apretujó sus dientes, y de forma rápida casi como un instinto se colocó la capucha que portaba sus prendas y también colocó el pañuelo que colgaba en su cuello en su rostro, atándolo en su nuca primero.
Quiso ver al tipo que gritó eso, pero al parecer el borrachín quería jugarselas de héroe, perfecto, miró a su alrededor y al parecer la única tienda vacía cerca de ellas era la que recientemente habían dejado.
Y pronto un grito por parte de un humano bastante grande llamó la atención, algo sobre que le habían plantado un sable.
— ¡Le están plantando armas a la gente! —
Gritó Lyra mientras apretó a Helena de la muñeca, justo donde aquel guante se encontraba a la par que miraba a la multitud a su alrededor, en el caos de los gritos, algunos peleándose, otros discutiendo.
Lo único que pidió en ese momento es que su arco no lo tenga nadie o se iba a ligar un buen puñetazo antes de que lo tome.
Lyra
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La conversación pareció dirigida a los dioses. Me mantuve callado mientras miraba alrededor. No iba a aportar mucho en aquello, después de todo. Sin embargo, no pude resistirme ante la última frase de la llamada Nana Black sobre como "los dioses nos salvarían". Esbocé una sonrisa irónica. Si los dioses fueran a salvar a alguien, mi trabajo no sería necesario.
-No, gracias. Procuramos no beber nada.- dije, haciendo un gesto con la mano. -No querría perderme lo que vaya a pasar, después de todo.- añadí. Con eso, me quedé junto a Eltrant y Lyn. Suspiré ligeramente. No tendríamos mucho tiempo. Podía notar la tensión aumentando.
Y entonces, empezaron los gritos.
-Las armas... hmm.- murmuré. Un número muy atrevido, sobre todo si no era por parte de los dragones. Un sable apareció en la espalda de Eltrant, tal como gritó un tipo. -¿Esto no te parece...?- Demasiado tarde. El humano ya estaba en su modo más temperamental. Ladeé la cabeza. Lyn también fue tras él al poco rato.
Le di un toque en el hombro a Syl. Íbamos a necesitar una posición mejor.
-Te has dado cuenta, ¿no?- pregunté, mientras avanzábamos dándole un amplio margen a la caótica turba que estaba montando el espectáculo. Acusaciones, gritos sobre armas... No era como si no hubiese perdido nada, personalmente: había dejado mi garra y armadura allí, después de todo. Pero aquello no era lo importante.
-¿Es una distracción?- preguntó el gato. Sonreí. -Podrían haber desaparecido sin más. Dejar armas atrás no sirve de mucho salvo para sembrar el caos.- razonó. Asentí, dejándole continuar. -¿Algo más importante?-
-Más que robar el mayor botín de objetos encantados y de guerra que nadie haya reunido.- dije.
-¿Hay algo tan grande?- preguntó. Me giré, observándole con mis otros ojos. Aquellos que detectaban magia.
-Cualquiera pensaría que podría encontrar esas cosas fácilmente. Antes, cuando estábamos hablando, busqué la daga invisible de la que alguien había hablado.- dije. Si es que había una realmente, por supuesto. En principio, había mirado para comprobarlo. -Fue dificil. Igual que es difícil rastrear el éter de un arma como Olvido o Recuerdo, con las que soy familiar. O mi propia garra.- expliqué. -Difícil porque hay algo aquí que desprende una cantidad absurda de magia. Más éter del que tiene un artefacto Centinela. Más de la que encuentras en toda mi tienda, en el Hekshold, o en la Logía.
El felino se quedó en silencio durante unos instantes.
-¿Quieres decir...?- preguntó, mirando al cielo.
-Creo que nadie más lo sabe.- respondí. -Para los brujos y elfos no es tan fácil, después de todo. No es tan claro como verlo. Pero está ahí.- expliqué, sonriendo. -Esa cosa tiene más magia de la que he visto nunca. La suficiente como para que no pueda ver mucho más.-
Finalmente, llegamos hasta nuestro destino. Una parte relativamente despejada de la zona. No llegaba a ser silenciosa, pero tampoco nos molestarían demasiado, no de sorpresa al menos. Me giré y tomé al felino de la mano.
-¿Qué significa, entonces?- preguntó. Parecía algo preocupado. Bueno, de poco servía esconderlo.
Me acerqué a él, y susurré la respuesta a su oído.
Respondo a las interacciones.
Me alejo un poco de todo el mundo.
-No, gracias. Procuramos no beber nada.- dije, haciendo un gesto con la mano. -No querría perderme lo que vaya a pasar, después de todo.- añadí. Con eso, me quedé junto a Eltrant y Lyn. Suspiré ligeramente. No tendríamos mucho tiempo. Podía notar la tensión aumentando.
Y entonces, empezaron los gritos.
-Las armas... hmm.- murmuré. Un número muy atrevido, sobre todo si no era por parte de los dragones. Un sable apareció en la espalda de Eltrant, tal como gritó un tipo. -¿Esto no te parece...?- Demasiado tarde. El humano ya estaba en su modo más temperamental. Ladeé la cabeza. Lyn también fue tras él al poco rato.
Le di un toque en el hombro a Syl. Íbamos a necesitar una posición mejor.
-Te has dado cuenta, ¿no?- pregunté, mientras avanzábamos dándole un amplio margen a la caótica turba que estaba montando el espectáculo. Acusaciones, gritos sobre armas... No era como si no hubiese perdido nada, personalmente: había dejado mi garra y armadura allí, después de todo. Pero aquello no era lo importante.
-¿Es una distracción?- preguntó el gato. Sonreí. -Podrían haber desaparecido sin más. Dejar armas atrás no sirve de mucho salvo para sembrar el caos.- razonó. Asentí, dejándole continuar. -¿Algo más importante?-
-Más que robar el mayor botín de objetos encantados y de guerra que nadie haya reunido.- dije.
-¿Hay algo tan grande?- preguntó. Me giré, observándole con mis otros ojos. Aquellos que detectaban magia.
-Cualquiera pensaría que podría encontrar esas cosas fácilmente. Antes, cuando estábamos hablando, busqué la daga invisible de la que alguien había hablado.- dije. Si es que había una realmente, por supuesto. En principio, había mirado para comprobarlo. -Fue dificil. Igual que es difícil rastrear el éter de un arma como Olvido o Recuerdo, con las que soy familiar. O mi propia garra.- expliqué. -Difícil porque hay algo aquí que desprende una cantidad absurda de magia. Más éter del que tiene un artefacto Centinela. Más de la que encuentras en toda mi tienda, en el Hekshold, o en la Logía.
El felino se quedó en silencio durante unos instantes.
-¿Quieres decir...?- preguntó, mirando al cielo.
-Creo que nadie más lo sabe.- respondí. -Para los brujos y elfos no es tan fácil, después de todo. No es tan claro como verlo. Pero está ahí.- expliqué, sonriendo. -Esa cosa tiene más magia de la que he visto nunca. La suficiente como para que no pueda ver mucho más.-
Finalmente, llegamos hasta nuestro destino. Una parte relativamente despejada de la zona. No llegaba a ser silenciosa, pero tampoco nos molestarían demasiado, no de sorpresa al menos. Me giré y tomé al felino de la mano.
-¿Qué significa, entonces?- preguntó. Parecía algo preocupado. Bueno, de poco servía esconderlo.
Me acerqué a él, y susurré la respuesta a su oído.
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Respondo a las interacciones.
Me alejo un poco de todo el mundo.
Asher Daregan
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Miraba al hombre, entrecerrando los ojos de tanto en tanto según lo que este decía. Le parecía interesante la gran curiosidad de aquel humano.
Tomó su gran trago como una invitación para ella hacer lo mismo, pero se había acabado la copa. ¿Cuántas había bebido ya? Dos… ¿dos? Desde hacía más o menos un mes que el alcohol no le sentaba muy bien, mejor tomarse la noche con calma.
¿Una ilusión? Miró al cielo, igual que el pelirrojo, pensando por primera vez aquella posibilidad. ¿Qué finalidad había detrás de aquello, contando que se tratase de una ilusión? De ser así, la excusa de la fiesta era la que más le pesaba, le costaba pesar en algo más conspiratorio respecto al tema.
Volvió a mirar al hombre cuando este arrancó con su monologo sobre su teoría. No pudo evitar sonreír al escuchar su primera teoría “todos nosotros somos idiotas”, si, aquello le cuadraba.
- Creo que más de la mitad de la gente habrá dejado las armas a desgana o contra su voluntad, más como un mero acto simbólico de paz…- añadió aprovechado que el hombre le estaba dando un trago a su jarra.
Se mantuvo callada el resto del tiempo que el hombre se tomó pala hablar. Realmente el tema se ponía interesante, había muchos puntos de vista referentes a aquel tema.
Dejó la copa vacía encima de la mesa para dejar sus manos apoyadas encima de la falda, entrelazando los dedos.
- Hay muchísimas cosas que pueden ayudar a esa división de la que hablas. Si ya entre familiares, temas como la guerra, el amor, el trabajo y los negocios, son motivos más que suficientes como para romper el vinculo, imagina si encima no hay relación. ¿Que más te da a ti que en la ciudad vecina las lluvias hayan arrasado con todo el cultivo si las tuyas continúan intactas? La gente es curiosa, sí, pero también egoísta e interesada. No veo tan difícil el tema de la división, es más, con la gente que hay aquí, con pensamientos tan diferentes, me extraña que algunos no se hayan enganchado ya.
Entonces el hombre le propuso ir a por algo de comer. En un primer momento fue a negarse, no le hacía mucha gracia quedarse a solas con nadie, aquella idea incluso la ponía nerviosa, pero en aquel lugar parecía imposible estar solo, así que no debía de pasar nada por alejare un poco de aquella mesa. Pero eso no quitaba que guardase las distancias.
- Claro, comer algo estaría bien…- ¡Me muero de hambre! Pensó la bruja, empezado a caminar.
Ella no es que viese perfectamente las mesas, así que se limitó a seguir a Sango, cualquier cosa para comer le estaba bien.
No podía evitar mirar a los lados, esperando encontrarse con alguien conocido. Era como si supiese con certeza que aquello iba a pasar en cualquier momento, pero Nahir intentaría retrasarlo lo máximo posible, si es que aquello no se podía evitar.
- ¿Y de dónde eres, Sango?
Levantó la vista y sintió que el corazón se le encogía. ¿Era ella? Nahir entrecerró los ojos, intentado fijar la vista para ver con más claridad. Empezó a sentir una sensación de mareo, así como un fuerte dolor de estómago. No le hacía falta quitarse el velo para reconocerla.
Se puso nerviosa. Sus manos temblaban, así que las escondió a sus espaldas para que el pelirrojo no lo notase, y sentía un sudor frío recorrer su espalda.
Tenía que salir de ahí.
Pero entonces la gente empezó a gritar y formar alboroto: Alguien había robado las armas.
Tomó su gran trago como una invitación para ella hacer lo mismo, pero se había acabado la copa. ¿Cuántas había bebido ya? Dos… ¿dos? Desde hacía más o menos un mes que el alcohol no le sentaba muy bien, mejor tomarse la noche con calma.
¿Una ilusión? Miró al cielo, igual que el pelirrojo, pensando por primera vez aquella posibilidad. ¿Qué finalidad había detrás de aquello, contando que se tratase de una ilusión? De ser así, la excusa de la fiesta era la que más le pesaba, le costaba pesar en algo más conspiratorio respecto al tema.
Volvió a mirar al hombre cuando este arrancó con su monologo sobre su teoría. No pudo evitar sonreír al escuchar su primera teoría “todos nosotros somos idiotas”, si, aquello le cuadraba.
- Creo que más de la mitad de la gente habrá dejado las armas a desgana o contra su voluntad, más como un mero acto simbólico de paz…- añadió aprovechado que el hombre le estaba dando un trago a su jarra.
Se mantuvo callada el resto del tiempo que el hombre se tomó pala hablar. Realmente el tema se ponía interesante, había muchos puntos de vista referentes a aquel tema.
Dejó la copa vacía encima de la mesa para dejar sus manos apoyadas encima de la falda, entrelazando los dedos.
- Hay muchísimas cosas que pueden ayudar a esa división de la que hablas. Si ya entre familiares, temas como la guerra, el amor, el trabajo y los negocios, son motivos más que suficientes como para romper el vinculo, imagina si encima no hay relación. ¿Que más te da a ti que en la ciudad vecina las lluvias hayan arrasado con todo el cultivo si las tuyas continúan intactas? La gente es curiosa, sí, pero también egoísta e interesada. No veo tan difícil el tema de la división, es más, con la gente que hay aquí, con pensamientos tan diferentes, me extraña que algunos no se hayan enganchado ya.
Entonces el hombre le propuso ir a por algo de comer. En un primer momento fue a negarse, no le hacía mucha gracia quedarse a solas con nadie, aquella idea incluso la ponía nerviosa, pero en aquel lugar parecía imposible estar solo, así que no debía de pasar nada por alejare un poco de aquella mesa. Pero eso no quitaba que guardase las distancias.
- Claro, comer algo estaría bien…- ¡Me muero de hambre! Pensó la bruja, empezado a caminar.
Ella no es que viese perfectamente las mesas, así que se limitó a seguir a Sango, cualquier cosa para comer le estaba bien.
No podía evitar mirar a los lados, esperando encontrarse con alguien conocido. Era como si supiese con certeza que aquello iba a pasar en cualquier momento, pero Nahir intentaría retrasarlo lo máximo posible, si es que aquello no se podía evitar.
- ¿Y de dónde eres, Sango?
Levantó la vista y sintió que el corazón se le encogía. ¿Era ella? Nahir entrecerró los ojos, intentado fijar la vista para ver con más claridad. Empezó a sentir una sensación de mareo, así como un fuerte dolor de estómago. No le hacía falta quitarse el velo para reconocerla.
Se puso nerviosa. Sus manos temblaban, así que las escondió a sus espaldas para que el pelirrojo no lo notase, y sentía un sudor frío recorrer su espalda.
Tenía que salir de ahí.
Pero entonces la gente empezó a gritar y formar alboroto: Alguien había robado las armas.
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Interactuo con Sango
Veo a Reivy de lejos
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Chimar llega un poco tarde a este evento y es que… bueno, no es la mejor idea de todas jugar a las escondidas con Canel, resulta difícil encontrarle incluso jugando. El joven genio bien pudo solicitar que finalizara el juego pero odia perder.
Lo bueno se hace esperar según dicen, la promesa de comida gratis despeja cualquier posible duda sobre asistir. Después de todo, los eventos en Aerandir son memorables, de una forma u otra jamás aburren.
Cuando el genio llega se encuentra una conmoción enorme, no es algo raro en las festividades de los reinos sin duda pero esta destaca por la cantidad de gente involucrada. Se debe admitir que la fiesta atrae a todo el gremio aventurero.
Hay muchos rostros conocidos entre las diversas multitudes, Maquiavelo saluda a los que puede pero a distancia pues están involucrados en sus propias tramas. Logra divisar a buenos compañeros también.
El niño inventor no conoce mucho de la fecha importante que se celebra, nunca tuvo en mucha estima las celebraciones culturales. Por otro lado, que se relacione con el fenómeno celeste fue lo que termino por convencerle de asistir.
Por desgracia ahora mismo no puede pedir una sinopsis histórica a nadie ya que todo avanzo hacia la locura, locura en la que ambos niños se ven envueltos pronto por jugarretas del destino… algunas cosas nunca cambian.
No entiendo nada de nada.
Ahora sabes cómo me siento…
Por lo que se puede ver, alguien robo las armas de todos, buena suerte tuvo Maquiavelo de llegar luego del acontecimiento pues su equipo es su vida. Es justo agregar que no es la mejor idea del mundo robar equipamiento a los aventureros, nunca acaba bien.
Que se señale a los habitantes de Ciudad Lagarto como culpables sin duda le hace esbozar una sonrisa maliciosa, crea fama y acuéstate a dormir según dicen. Esto justifica lo de haber llegado tarde en todo sentido.
Oye enano, cuanto quieres apostar a que los cuelg… ¿¡Canel!?
Con la pericia que tiene cualquier niño para eludir a su protector predilecto, el chiquillo brujo desaparece. Afortunadamente es hallado poco después tirando la manga de cierta señorita bastante rara, alguien que Maquiavelo no conoce todavía.
Hola “sonríe de forma boba” ¿Puede decirnos que ocurre?
¡Mocoso! “le toma de la mano” ¿Que te dije sobre perderte asi?... ¿Y qué te dije sobre molestar a gente desconocida?, no sabes qué clase de loco puedes encontrarte en el camino “nota que está siendo irrespetuoso casi al instante” sin ofender claro...
Lo bueno se hace esperar según dicen, la promesa de comida gratis despeja cualquier posible duda sobre asistir. Después de todo, los eventos en Aerandir son memorables, de una forma u otra jamás aburren.
Cuando el genio llega se encuentra una conmoción enorme, no es algo raro en las festividades de los reinos sin duda pero esta destaca por la cantidad de gente involucrada. Se debe admitir que la fiesta atrae a todo el gremio aventurero.
Hay muchos rostros conocidos entre las diversas multitudes, Maquiavelo saluda a los que puede pero a distancia pues están involucrados en sus propias tramas. Logra divisar a buenos compañeros también.
El niño inventor no conoce mucho de la fecha importante que se celebra, nunca tuvo en mucha estima las celebraciones culturales. Por otro lado, que se relacione con el fenómeno celeste fue lo que termino por convencerle de asistir.
Por desgracia ahora mismo no puede pedir una sinopsis histórica a nadie ya que todo avanzo hacia la locura, locura en la que ambos niños se ven envueltos pronto por jugarretas del destino… algunas cosas nunca cambian.
No entiendo nada de nada.
Ahora sabes cómo me siento…
Por lo que se puede ver, alguien robo las armas de todos, buena suerte tuvo Maquiavelo de llegar luego del acontecimiento pues su equipo es su vida. Es justo agregar que no es la mejor idea del mundo robar equipamiento a los aventureros, nunca acaba bien.
Que se señale a los habitantes de Ciudad Lagarto como culpables sin duda le hace esbozar una sonrisa maliciosa, crea fama y acuéstate a dormir según dicen. Esto justifica lo de haber llegado tarde en todo sentido.
Oye enano, cuanto quieres apostar a que los cuelg… ¿¡Canel!?
Con la pericia que tiene cualquier niño para eludir a su protector predilecto, el chiquillo brujo desaparece. Afortunadamente es hallado poco después tirando la manga de cierta señorita bastante rara, alguien que Maquiavelo no conoce todavía.
Hola “sonríe de forma boba” ¿Puede decirnos que ocurre?
¡Mocoso! “le toma de la mano” ¿Que te dije sobre perderte asi?... ¿Y qué te dije sobre molestar a gente desconocida?, no sabes qué clase de loco puedes encontrarte en el camino “nota que está siendo irrespetuoso casi al instante” sin ofender claro...
- Off:
- Interactuó con Gaia
Invitado
Invitado
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La chica de los ojos bonitos es la única que parece responder a la pregunta al aire de Eilydh. Ésta pudo o no imaginar un tono seco en la tal Eyre, o así había escuchado llamarla a Matt Owens en varias ocasiones, pero si lo hizo no dijo nada, tan solo entendió aquello como una especie de alto al fuego momentáneo.
Al menos era un comienzo.
Vio el trajín alrededor de ellos que causaba el movimiento de varias figuras pequeñitas, y el estar rodeada de tantos desconocidos y posiblemente varios elfos de su propio clan la estaba poniendo demasiado nerviosa, así que dio otro sorbo a su copa de hidromiel. Debía sosegarse, No quería dar mala impresión a Matt en particular, pero a todos en general.
Estaba un poco obnubilada con la figura de alguien a quien creyó reconocer cuando la noticia de que las armas habían desaparecido estalló. De pronto muchas miradas se enfocaron en la comitiva de indeseables de Ciudad Lagarto entre la que ella misma se contaba. Aquello no le gustó Arrugó un poco la nariz como si sencillamente no diese crédito a lo que estaba pasando.
Muchos a su alrededor incluso habían compuesto un gesto violento y la miraban a ella a Matt y a Eyre que era a los que tenían más cercanos con gesto inquisitivo como si esperasen alguna respuesta de ellos tres por el mero hecho de donde provenían.
Una excusa fácil para acultar al verdadero ladrón, por supuesto.- pensó la chica.
Una voz conocida voceó algo que Eilydh no llegó a entender bien, apenas iba a desviar la mirada cuando se dio cuenta de que se trataba de Eltrant, con el que había coincidido hacía no mucho. Por supuesto no lo conocía lo suficiente como para hacer suposiciones, pero el hombre no parecía alguien que acostumbrase a gritar de aquella manera. Ella misma había perdido su daga tornasol. Y por supuesto su recién adquirido sable del capitán Denau, Aquello le estaba ocasionando un nudo en el estómago que estaba incrementando por momentos, casi tornaba la violencia pero no se imaginó gritan...
¡Aquel era su sable! Eltrant elevaba su sable al aire como un trofeo barato que le sobraba en sus armas legendarias. Aquello la molestó incluso más aún.
-Disculpame, Matt- le dijo al hombre, casi sin mirarlo enfocada en la figura de Eltrant- Pero creo que alguien me está llamando a voces.
Tuvo que esquivar las miradas violentas de los que pensaban que había robado sus armas para acercase a donde estaba Eltrant, ahora entregando su sable a los monjes que organizaban el evento. A medida que avanzaba a paso ligero entre la multitud se dio cuenta de que era más ligera de lo normal y su corazón dio un vuelco enorme acordándose de que también se había tenido que deshacer de su amada armadura. Aquello era la gota que colmó el vaso y desafortunadamente el monje que acababa de recibir su sable fue la presa más fácil.
-Es mio- dijo la chica agarrando al monje por el cuello de su túnica con cara de pocos amigos- Así que no hará falta que lo lleves muy lejos- dijo sin mas, arrebatándole el arma de las manos sin dejar de mirar por donde Eltrant acababa de marcharse.
El monje abrió su boca para decir algo pero Eilydh tiró con fuerza del arma a la vez que seguía sujetando al menudo hombre por el cuello de su atuendo, casi elevándolo a sus puntillas y finalmente cedió, liberándola. Eilydh le echó un vistazo rápido y comprobó que sus iniciales, E.S grabadas en el cuero por su daga no hacía mucho estaban en la empuñadura. Un leve vistazo sirvió para comprobarlo y a falta de otra pista, y sumida en el estrés de tener mil miradas sobre ella, siguió a Eltrant hasta donde el hombre se fue.
Se cruzó con un hombre bestia a su llegada que dejó el pequeño grupo donde Eltrant se encontraba y habló con algo más de rencor de lo que hubiese preferido.
-Supongo que en tus bolsillos no habrán puesto casualmente también mi armadura ¿no?- dijo dedicándole una mirada inquisidora- No te lo tomes a mal, pero no creo que la anchura de mi espalda sea la misma que la tuya... y dudo que la puedas usar. Tampoco imagino que lleves oculta mi daga tornasol en uno de tus muslos ¿no? Al fin y al cabo es un arma común y nada digna de tus manos- dijo con una pizca de ironía y dolor ante los comentarios que había hecho sobre su sable- Si no es así, y teniendo en cuenta como has voceado delante de todo, espero que entiendas que eres un señuelo y por lo tanto mi necesidad de hacerte saber que debemos encontrar el resto de mis armas... y las tuyas.- dijo simplemente- y las de todos- añadió mirando a sus acompañantes- Y la manera en la que te han tratado como simple cabeza de turco, espero que te haga entender que ni yo ni ninguno de los integrantes de la comitiva de ciudad lagarto tenemos nada que ver con el robo de vuestras preciadas armas- dijo aquello aún mirando directamente a Eltrant, pero elevando un poco la voz para que todos los de alrededor que la ojeaban de manera inquisidora escuchase.
Puso especial atención en pronunciar de manera melosa la palabra preciadas. Por alguna razón aún seguía molesta por el hecho de que a Eltrant, su sable le hubiese parecido una baratija.
Heroes. "Cria fama y juzga armas ajenas...." Al menos ella tenía su sable de vuelta.
Por ahora.
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Menciono levemente a Asher e interactuo con Eltrant y quien esté lo bastante cerca como para oirme.
Al menos era un comienzo.
Vio el trajín alrededor de ellos que causaba el movimiento de varias figuras pequeñitas, y el estar rodeada de tantos desconocidos y posiblemente varios elfos de su propio clan la estaba poniendo demasiado nerviosa, así que dio otro sorbo a su copa de hidromiel. Debía sosegarse, No quería dar mala impresión a Matt en particular, pero a todos en general.
Estaba un poco obnubilada con la figura de alguien a quien creyó reconocer cuando la noticia de que las armas habían desaparecido estalló. De pronto muchas miradas se enfocaron en la comitiva de indeseables de Ciudad Lagarto entre la que ella misma se contaba. Aquello no le gustó Arrugó un poco la nariz como si sencillamente no diese crédito a lo que estaba pasando.
Muchos a su alrededor incluso habían compuesto un gesto violento y la miraban a ella a Matt y a Eyre que era a los que tenían más cercanos con gesto inquisitivo como si esperasen alguna respuesta de ellos tres por el mero hecho de donde provenían.
Una excusa fácil para acultar al verdadero ladrón, por supuesto.- pensó la chica.
Una voz conocida voceó algo que Eilydh no llegó a entender bien, apenas iba a desviar la mirada cuando se dio cuenta de que se trataba de Eltrant, con el que había coincidido hacía no mucho. Por supuesto no lo conocía lo suficiente como para hacer suposiciones, pero el hombre no parecía alguien que acostumbrase a gritar de aquella manera. Ella misma había perdido su daga tornasol. Y por supuesto su recién adquirido sable del capitán Denau, Aquello le estaba ocasionando un nudo en el estómago que estaba incrementando por momentos, casi tornaba la violencia pero no se imaginó gritan...
¡Aquel era su sable! Eltrant elevaba su sable al aire como un trofeo barato que le sobraba en sus armas legendarias. Aquello la molestó incluso más aún.
-Disculpame, Matt- le dijo al hombre, casi sin mirarlo enfocada en la figura de Eltrant- Pero creo que alguien me está llamando a voces.
Tuvo que esquivar las miradas violentas de los que pensaban que había robado sus armas para acercase a donde estaba Eltrant, ahora entregando su sable a los monjes que organizaban el evento. A medida que avanzaba a paso ligero entre la multitud se dio cuenta de que era más ligera de lo normal y su corazón dio un vuelco enorme acordándose de que también se había tenido que deshacer de su amada armadura. Aquello era la gota que colmó el vaso y desafortunadamente el monje que acababa de recibir su sable fue la presa más fácil.
-Es mio- dijo la chica agarrando al monje por el cuello de su túnica con cara de pocos amigos- Así que no hará falta que lo lleves muy lejos- dijo sin mas, arrebatándole el arma de las manos sin dejar de mirar por donde Eltrant acababa de marcharse.
El monje abrió su boca para decir algo pero Eilydh tiró con fuerza del arma a la vez que seguía sujetando al menudo hombre por el cuello de su atuendo, casi elevándolo a sus puntillas y finalmente cedió, liberándola. Eilydh le echó un vistazo rápido y comprobó que sus iniciales, E.S grabadas en el cuero por su daga no hacía mucho estaban en la empuñadura. Un leve vistazo sirvió para comprobarlo y a falta de otra pista, y sumida en el estrés de tener mil miradas sobre ella, siguió a Eltrant hasta donde el hombre se fue.
Se cruzó con un hombre bestia a su llegada que dejó el pequeño grupo donde Eltrant se encontraba y habló con algo más de rencor de lo que hubiese preferido.
-Supongo que en tus bolsillos no habrán puesto casualmente también mi armadura ¿no?- dijo dedicándole una mirada inquisidora- No te lo tomes a mal, pero no creo que la anchura de mi espalda sea la misma que la tuya... y dudo que la puedas usar. Tampoco imagino que lleves oculta mi daga tornasol en uno de tus muslos ¿no? Al fin y al cabo es un arma común y nada digna de tus manos- dijo con una pizca de ironía y dolor ante los comentarios que había hecho sobre su sable- Si no es así, y teniendo en cuenta como has voceado delante de todo, espero que entiendas que eres un señuelo y por lo tanto mi necesidad de hacerte saber que debemos encontrar el resto de mis armas... y las tuyas.- dijo simplemente- y las de todos- añadió mirando a sus acompañantes- Y la manera en la que te han tratado como simple cabeza de turco, espero que te haga entender que ni yo ni ninguno de los integrantes de la comitiva de ciudad lagarto tenemos nada que ver con el robo de vuestras preciadas armas- dijo aquello aún mirando directamente a Eltrant, pero elevando un poco la voz para que todos los de alrededor que la ojeaban de manera inquisidora escuchase.
Puso especial atención en pronunciar de manera melosa la palabra preciadas. Por alguna razón aún seguía molesta por el hecho de que a Eltrant, su sable le hubiese parecido una baratija.
Heroes. "Cria fama y juzga armas ajenas...." Al menos ella tenía su sable de vuelta.
Por ahora.
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Menciono levemente a Asher e interactuo con Eltrant y quien esté lo bastante cerca como para oirme.
Eilydh
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Miró a la recién llegada durante varios segundos, enarcando una ceja.
Cualquier otro día, quizás, se habría molestado en analizar detenidamente las extrañas acusaciones que estaba haciendo la mujer. Poco a poco, palabra a palabra, estaba empezando a perder la paciencia.
¿De qué demonios estaba hablando? ¿Cuándo había menospreciado él aquel sable? ¿Zarandeándolo? ¿Haciéndolo ver entre una muchedumbre que no se dignaba a escuchar en busca de su dueño? Él, que seguía teniendo entre sus posesiones lo que quedaba de la espada oxidada que había tenido desde que se escapó de la granja, seguro que no.
Por supuesto, estaba cansado de darle explicaciones a todo el mundo, así que se quedó en silencio, mirando fijamente a la mujer, esperando a que esta terminase su monologo.
¿No había recuperado ya su arma? ¿Qué más le daba lo que los demás pensasen del sable? El orgullo funcionaba de formas muy extrañas, Eltrant supuso que, quizás, la mujer se había sentido personalmente atacada.
- No recuerdo haber sugerido nada de eso. Es un buen sable, bien equilibrado. Le vendría bien una aleación nueva, quizás más ligera y resistente. – Fue lo primero y único que le dijo antes de girarse sobre sí mismo con intención de alejarse de la mujer y dar por zanjada la conversación.
No obstante, se detuvo antes de continuar su camino a mirarla, interiorizando algunas de las cosas que parecía haber insinuado la mujer con sus palabras.
– Tampoco he acusado a ninguno de tus amigos de Ciudad Lagarto. Creo que he dejado bastante claro eso antes, al intentar devolverte tu espada. – Le dijo, mirándola de la misma forma que ella lo había hecho. A sus ojos le había hecho un favor. ¿Hubiese preferido la mujer que se quedase con la cimitarra o que tratase de robarla? Empezaba a parecerlo. – De hecho, he sido yo quien ha forjado algunas de las armas de los que te acompañan. – Musitó, mirando rápidamente a Helena, quien llegados a aquel punto tenía claro que era parte de la comitiva de la ciudad. – Ah, y una llave bastante especial a tu querido virrey. - dijo lanzando un último vistazo a Owens. – Si pensase que va a usarla para robar a cualquiera como si fuese un imbécil no lo habría hecho, para empezar. – Suspiró. – Así que ahórrate el tono de voz. No estoy de humor. - Era consciente de que muchas veces pecaba de inocente, pero Owens... podía ser muchas cosas, pero no era idiota; no se llegaba a liderar una ciudad siéndolo, para empezar.
Robar todas aquellas armas en aquel lugar no era la acción de alguien precisamente inteligente. ¿Enemistarse con todo Aerandir? ¿En un lugar en el que había, al menos que había visto, dos centinelas? ¿Uno de ellos capaz de hacer estallar cosas sin ser brujo?
No, no era inteligente.
Pero, por supuesto, el intercambio con la mujer no parecía dispuesto a acabar.
“Preciadas armas”
Aquello sí que le molestó, bastante, además.
Aunque quería haberse ido, no podía hacerlo del todo. ¿Qué insinuaba? ¿Qué era un noble arrogante? ¿Qué solo quería aquellas armas por su valor en Aeros?¿Que les miraba por encima del hombro por la ciudad de la que venían? Atravesó la distancia que le separaba de la elfa en apenas un par de zancadas y, con una expresión totalmente neutra, miró directamente a la mujer que tenía delante durante unos instantes.
Después, suspiró, y se llevó la mano hasta los ojos.
¿Qué iba a ganar enemistándose con ella? Probablemente estaba tan alterada como él mismo. Se acordó de las palabras de Lyn y respiró hondo durante unos instantes; El ambiente ya estaba lo suficientemente caldeado.
Ya había vivido una aventura bastante peligrosa con Ellie. Sabía que no era mala persona, o al menos en su momento no se lo había parecido. Fuese como fuese, lo mejor que podía hacer era dejarlo estar.
- Mira… tu sable sería igual de preciado para ti si tuviese lo último que te queda de un amigo encerrado dentro. – Le dijo, volviendo a acordarse de Melissa. - Siento si te he ofendido... o algo. - Aquella noche estaba agotándole mucho más de lo que quería admitir, ni Térpoli le dejó tan exhausto. – Así que… si no tienes nada más de lo que acusarme o te has quedado sin ningún insulto nuevo … voy a seguir buscando. – Se pasó la mano por la barba unos instantes, volvió a girarse en dirección a la multitud. – Si encuentro tu armadura o el puñal los dejaré con los monjes si no te veo. – Agregó finalmente.
Interactuo con Eilydh y menciono a Helena y a Matt. Elt esta abierto a cualquiera que se quiera acercar a él. ^^
Cualquier otro día, quizás, se habría molestado en analizar detenidamente las extrañas acusaciones que estaba haciendo la mujer. Poco a poco, palabra a palabra, estaba empezando a perder la paciencia.
¿De qué demonios estaba hablando? ¿Cuándo había menospreciado él aquel sable? ¿Zarandeándolo? ¿Haciéndolo ver entre una muchedumbre que no se dignaba a escuchar en busca de su dueño? Él, que seguía teniendo entre sus posesiones lo que quedaba de la espada oxidada que había tenido desde que se escapó de la granja, seguro que no.
Por supuesto, estaba cansado de darle explicaciones a todo el mundo, así que se quedó en silencio, mirando fijamente a la mujer, esperando a que esta terminase su monologo.
¿No había recuperado ya su arma? ¿Qué más le daba lo que los demás pensasen del sable? El orgullo funcionaba de formas muy extrañas, Eltrant supuso que, quizás, la mujer se había sentido personalmente atacada.
- No recuerdo haber sugerido nada de eso. Es un buen sable, bien equilibrado. Le vendría bien una aleación nueva, quizás más ligera y resistente. – Fue lo primero y único que le dijo antes de girarse sobre sí mismo con intención de alejarse de la mujer y dar por zanjada la conversación.
No obstante, se detuvo antes de continuar su camino a mirarla, interiorizando algunas de las cosas que parecía haber insinuado la mujer con sus palabras.
– Tampoco he acusado a ninguno de tus amigos de Ciudad Lagarto. Creo que he dejado bastante claro eso antes, al intentar devolverte tu espada. – Le dijo, mirándola de la misma forma que ella lo había hecho. A sus ojos le había hecho un favor. ¿Hubiese preferido la mujer que se quedase con la cimitarra o que tratase de robarla? Empezaba a parecerlo. – De hecho, he sido yo quien ha forjado algunas de las armas de los que te acompañan. – Musitó, mirando rápidamente a Helena, quien llegados a aquel punto tenía claro que era parte de la comitiva de la ciudad. – Ah, y una llave bastante especial a tu querido virrey. - dijo lanzando un último vistazo a Owens. – Si pensase que va a usarla para robar a cualquiera como si fuese un imbécil no lo habría hecho, para empezar. – Suspiró. – Así que ahórrate el tono de voz. No estoy de humor. - Era consciente de que muchas veces pecaba de inocente, pero Owens... podía ser muchas cosas, pero no era idiota; no se llegaba a liderar una ciudad siéndolo, para empezar.
Robar todas aquellas armas en aquel lugar no era la acción de alguien precisamente inteligente. ¿Enemistarse con todo Aerandir? ¿En un lugar en el que había, al menos que había visto, dos centinelas? ¿Uno de ellos capaz de hacer estallar cosas sin ser brujo?
No, no era inteligente.
Pero, por supuesto, el intercambio con la mujer no parecía dispuesto a acabar.
“Preciadas armas”
Aquello sí que le molestó, bastante, además.
Aunque quería haberse ido, no podía hacerlo del todo. ¿Qué insinuaba? ¿Qué era un noble arrogante? ¿Qué solo quería aquellas armas por su valor en Aeros?¿Que les miraba por encima del hombro por la ciudad de la que venían? Atravesó la distancia que le separaba de la elfa en apenas un par de zancadas y, con una expresión totalmente neutra, miró directamente a la mujer que tenía delante durante unos instantes.
Después, suspiró, y se llevó la mano hasta los ojos.
¿Qué iba a ganar enemistándose con ella? Probablemente estaba tan alterada como él mismo. Se acordó de las palabras de Lyn y respiró hondo durante unos instantes; El ambiente ya estaba lo suficientemente caldeado.
Ya había vivido una aventura bastante peligrosa con Ellie. Sabía que no era mala persona, o al menos en su momento no se lo había parecido. Fuese como fuese, lo mejor que podía hacer era dejarlo estar.
- Mira… tu sable sería igual de preciado para ti si tuviese lo último que te queda de un amigo encerrado dentro. – Le dijo, volviendo a acordarse de Melissa. - Siento si te he ofendido... o algo. - Aquella noche estaba agotándole mucho más de lo que quería admitir, ni Térpoli le dejó tan exhausto. – Así que… si no tienes nada más de lo que acusarme o te has quedado sin ningún insulto nuevo … voy a seguir buscando. – Se pasó la mano por la barba unos instantes, volvió a girarse en dirección a la multitud. – Si encuentro tu armadura o el puñal los dejaré con los monjes si no te veo. – Agregó finalmente.
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Interactuo con Eilydh y menciono a Helena y a Matt. Elt esta abierto a cualquiera que se quiera acercar a él. ^^
Eltrant Tale
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
-El odio engendra odio.- Cito, a alguien cuyo nombre no recordaba. –Ashi que es mejor asegurarte primero de que vale la pena el riesgo.- dijo en la sabiduría y confianza típica de alguien al borde de quedar ciego por exceso de alcohol. –Pero Ari, como diablosh va a cashar brujos si lushen normalesh. Ni shombrerosh puntiagudosh ni nah. ¡Indignante! Nadie reshpeta las viejas tradishiones. Guardia esh la mejor opshion.- no tenía corazón de decirle a la elfa que los brujos que había conocido eran bastante agradables. El pobre Samy parecía confuso, indeciso, y otra miríada de emociones que no iba a saber leer en su estado de embriaguez, así que tomo la sabia decisión de dejarle meditar la oferta después de darle unas palmaditas para animarlo mientras volvía a armarse de…bueno, no valor precisamente. Aunque aparentemente algunos lo llamaban valor líquido.
Durante su paseo, Alisha había dedicado unos preciosos minutos de su alcohólico estupor en buscar al tipo ese de la daga invisible. Más para tener algo que hacer mientras se bebía hasta el agua de los floreros que porque entendiera verdaderamente que estaba buscando, pero aun así, no parecía tener demasiada suerte. Pero seguía buscando, por supuesto, incluso cuando una bonita mujer se puso ante ella, y esta empezó a hablar con ella. Las palabras tardarían aun unos segundos en penetrar su nebulosa mente, por lo que antes de siquiera entender lo que se le decía, Alisha se había agachado un poco, acercando la cara con una mano al lado de la boca, como contando un secreto.
-No deberiash sacar la eshpada aquí, los monjes she enfadaran. Cómo la trajiste shiquiera, ¿donde la teniash metida?- luego se fijó mejor en la mujer, mientras las palabras empezaban a tener sentido. Solo empezaban. –Me encanta tu pelo. ¿Con que te lo labash? Esh alchimia a que shi? No consigo ashertar la formula…- solo entonces acabo de entender lo que le estaba diciendo la mujer cornuda. Más o menos.
-Oh, debe sher una mesha mágica. Shaca aquello que tu corashon más desea.- dijo, aplastantemente, mientras se acercaba y metía la mano debajo. –Eshpejito eshpejito, que desea mi corashonshito.- una copa, aparentemente. Alisha se la ofreció a la mujer. –No she lo digash a Aradia, pero me guarde un poco del vino de limón. Shhhhh. ¿Quieresh?- dijo con un dedo sobre su boca, con la elfa al lado.
Durante su paseo, Alisha había dedicado unos preciosos minutos de su alcohólico estupor en buscar al tipo ese de la daga invisible. Más para tener algo que hacer mientras se bebía hasta el agua de los floreros que porque entendiera verdaderamente que estaba buscando, pero aun así, no parecía tener demasiada suerte. Pero seguía buscando, por supuesto, incluso cuando una bonita mujer se puso ante ella, y esta empezó a hablar con ella. Las palabras tardarían aun unos segundos en penetrar su nebulosa mente, por lo que antes de siquiera entender lo que se le decía, Alisha se había agachado un poco, acercando la cara con una mano al lado de la boca, como contando un secreto.
-No deberiash sacar la eshpada aquí, los monjes she enfadaran. Cómo la trajiste shiquiera, ¿donde la teniash metida?- luego se fijó mejor en la mujer, mientras las palabras empezaban a tener sentido. Solo empezaban. –Me encanta tu pelo. ¿Con que te lo labash? Esh alchimia a que shi? No consigo ashertar la formula…- solo entonces acabo de entender lo que le estaba diciendo la mujer cornuda. Más o menos.
-Oh, debe sher una mesha mágica. Shaca aquello que tu corashon más desea.- dijo, aplastantemente, mientras se acercaba y metía la mano debajo. –Eshpejito eshpejito, que desea mi corashonshito.- una copa, aparentemente. Alisha se la ofreció a la mujer. –No she lo digash a Aradia, pero me guarde un poco del vino de limón. Shhhhh. ¿Quieresh?- dijo con un dedo sobre su boca, con la elfa al lado.
Alisha Lessard
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La elfa no sabía que esperaba exactamente de aquella interacción, pero estaba segura de que fuese lo que fuese exactamente que la había molestado como para acercarse a Eltrant, no esperaba que el chico estuviese igual o más furioso que ella.
Lo escuchó con atención, mordiendose la lengua en varias ocasiones para no contestarle con algo de lo que pudiese arrepentirse luego. Al fin y al cabo aquel hombre pertenecía a la guardia real, y había ganado más peleas de las que Eilydh había oído hablar.
¿Mi querido virrey?¿Mi tono de voz? Y qué diablos le importaba a ella de qué humor estuviese o no el gran Eltrant Tale? - Pensó y sus mejillas se encendieron un poco. La furia volvió a apoderarse de ella. - SI este chico está intentando evitar que le tire de las barbas está usando justo las palabras equivocadas...- frunció el ceño percatándose de que la furia la había hecho acercarse más a el y agarrar de manera involuntaria la empuñadura de su sable.
Pero el chico respiró hondo, y algo en su gesto hicieron que Eilydh recordase que seguramente él también hubiese perdido algo de valor no material sino como su daga tornasol, sentimental y aquello unido a las palabras más pausadas de Eltrant la hicieron sosegarse. Tanto que sintió vergüenza incluso de haber pensado en acercar su sable en contra de alguien que sabía pelear incluso sin armas, y de que quizás debía recular un poco en la mordacidad de sus palabras tambien. Eltrant no era su enemigo. Al menos no en aquel momento.
El chico se alejaba un poco ya cuando Eilydh decidió que ella también debía ser justa.Le agarró del brazo levemente y caminó hasta estar a su nivel de nuevo.
-Hey... Eltrant...- dijo carraspeando en tono pausado y claramente arrepentida de haber estado tan hiriente antes- Creo que ya he perdido algo más que mis armas y mi armadura.-obvio el trozo que le faltaba por completar de aquella frase y que sugería que no quería pelear con él- Y ambos tenemos experiencia buscando personas... no creo que buscar cosas sea muy distinto- aquello era una bandera de paz. Si no hubiese estado rodeada de ojos curiosos se hubiese soltado una trenza en señal de respeto. Susurró un poco para que no la oyesen los monjes cercanos - No se tu, pero yo preferiría dejar mis armas en manos de cualquier ladrón común antes que en las de estos monjes. ¿Cómo se esfuman miles de armas en un segundo supuestamente a la vista de todos ellos y sin que ninguno se de cuenta? Huelen a sospechosos, numero 1. Dos mentes piensan más que una, así que acepto tus ideas, y espero que te unas a mi búsqueda-
Aquello era lo más que el orgullo de Eilydh estaba dispuesto a rebajarse para indicar que olvidase cualquier enemistad. Esperó que funcionase e hiciesen equipo para buscar las armas. Sino, se iría por donde vino. Al fin y al cabo era una elfa, con su aférrimo orgullo y todo.
---Lo escuchó con atención, mordiendose la lengua en varias ocasiones para no contestarle con algo de lo que pudiese arrepentirse luego. Al fin y al cabo aquel hombre pertenecía a la guardia real, y había ganado más peleas de las que Eilydh había oído hablar.
¿Mi querido virrey?¿Mi tono de voz? Y qué diablos le importaba a ella de qué humor estuviese o no el gran Eltrant Tale? - Pensó y sus mejillas se encendieron un poco. La furia volvió a apoderarse de ella. - SI este chico está intentando evitar que le tire de las barbas está usando justo las palabras equivocadas...- frunció el ceño percatándose de que la furia la había hecho acercarse más a el y agarrar de manera involuntaria la empuñadura de su sable.
Pero el chico respiró hondo, y algo en su gesto hicieron que Eilydh recordase que seguramente él también hubiese perdido algo de valor no material sino como su daga tornasol, sentimental y aquello unido a las palabras más pausadas de Eltrant la hicieron sosegarse. Tanto que sintió vergüenza incluso de haber pensado en acercar su sable en contra de alguien que sabía pelear incluso sin armas, y de que quizás debía recular un poco en la mordacidad de sus palabras tambien. Eltrant no era su enemigo. Al menos no en aquel momento.
El chico se alejaba un poco ya cuando Eilydh decidió que ella también debía ser justa.Le agarró del brazo levemente y caminó hasta estar a su nivel de nuevo.
-Hey... Eltrant...- dijo carraspeando en tono pausado y claramente arrepentida de haber estado tan hiriente antes- Creo que ya he perdido algo más que mis armas y mi armadura.-obvio el trozo que le faltaba por completar de aquella frase y que sugería que no quería pelear con él- Y ambos tenemos experiencia buscando personas... no creo que buscar cosas sea muy distinto- aquello era una bandera de paz. Si no hubiese estado rodeada de ojos curiosos se hubiese soltado una trenza en señal de respeto. Susurró un poco para que no la oyesen los monjes cercanos - No se tu, pero yo preferiría dejar mis armas en manos de cualquier ladrón común antes que en las de estos monjes. ¿Cómo se esfuman miles de armas en un segundo supuestamente a la vista de todos ellos y sin que ninguno se de cuenta? Huelen a sospechosos, numero 1. Dos mentes piensan más que una, así que acepto tus ideas, y espero que te unas a mi búsqueda-
Aquello era lo más que el orgullo de Eilydh estaba dispuesto a rebajarse para indicar que olvidase cualquier enemistad. Esperó que funcionase e hiciesen equipo para buscar las armas. Sino, se iría por donde vino. Al fin y al cabo era una elfa, con su aférrimo orgullo y todo.
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