El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
A medida que transcurre el tiempo, se suman más elementos al círculo ritual. Una buena cantidad de conocidos hacen acto de presencia entonces, entre los cuales destacan la sanadora Niniel y el propio hermano mayor de Chimar.
Cuando ve que Dem toma una postura meditativa, el joven inventor no puede evitar jugarle cierta broma. Mutila una hoja de su diario y luego pasa a morderla, solo cuando la bolita de material ensalivado está lista ejecuta la siguiente fase del plan infantil.
Usando su mejor pericia “a duras penas pues está a reventar de risa” le lanza el proyectil a su buen amigo, luego pone cara de monje mientras mira para otro lado. Tan fácil como quitarle el dulce a un bebé.
Canel por su parte le pega cierta mirada de reproche al genio, es curioso cómo se invierten los papeles de una manera tan rápida cuando se habla de mocosos… por desgracia no todos son juegos en el evento.
Tiene lugar cierta conmoción, alguien intenta atacar al elfo anciano que supervisa toda la comitiva arcana. Maquiavelo abre los ojos de par en par aunque no por la suerte del sujeto, reconoce al elemento peligroso.
Se trata nada más y nada menos que de Eilydh, una de las nuevas gorrionas frijoles. Cierta mueca irónica aparece en el inventor y es que ideo la medida para darle más madures al grupito infantil… quien lo diría.
El círculo de elementos que trata de detener el apocalipsis toma un nuevo protagonismo con toda la situación, ya la locura no solo se encuentra afuera con dragones dementes o gente corriendo de un lado a otro en busca de sus armas.
¡Eilydh!, ¿¡Qué significa esto!?
Emite un serio Chimar con su mejor cara de responsable regañón, como si hablara con uno de sus hermanos pequeños. Ciertamente la pose que pone y su mirada inquisidora son de retrato nobiliario.
Solo lo diré una vez, deja al elfo pasa en paz.
Modula cada palabra con firmeza, como si se trataran de pequeñas bombas. Es tal su actuación, que el propio brujito a su lado se siente intranquilo. Resta esperar que el numerito de “padre molesto” desarme el problema.
Lo que no sabe Maquiavelo es que su protegido tiene una idea propia también. Al notar que todo el ritual puede estar en riesgo, Canel destina algo de su energía para formar una ilusión. Pronto la figura de un hombre gigantesco y distorsionado aparece.
Aunque no posee ningún tipo de aditamento mágico para inducir el miedo, la manifestación en si genera recelo. Es como si un montón de rayas en movimiento se hubieran unido para conformar un ser humanoide, personaje que no obedece las leyes físicas al entrar y salir de la realidad.
Se limita a mantener los personajes involucrados en la transferencia dentro de su forma corpórea y a hostigar con la mirada cualquier elemento que se acerque demasiado, truco menor pero que debería evitar interrupciones viables.
A veces me das miedo enanito…
Es gracias a la señorita Niniel y a su técnica de respaldo “sonríe inocentemente”.
Cuando ve que Dem toma una postura meditativa, el joven inventor no puede evitar jugarle cierta broma. Mutila una hoja de su diario y luego pasa a morderla, solo cuando la bolita de material ensalivado está lista ejecuta la siguiente fase del plan infantil.
Usando su mejor pericia “a duras penas pues está a reventar de risa” le lanza el proyectil a su buen amigo, luego pone cara de monje mientras mira para otro lado. Tan fácil como quitarle el dulce a un bebé.
Canel por su parte le pega cierta mirada de reproche al genio, es curioso cómo se invierten los papeles de una manera tan rápida cuando se habla de mocosos… por desgracia no todos son juegos en el evento.
Tiene lugar cierta conmoción, alguien intenta atacar al elfo anciano que supervisa toda la comitiva arcana. Maquiavelo abre los ojos de par en par aunque no por la suerte del sujeto, reconoce al elemento peligroso.
Se trata nada más y nada menos que de Eilydh, una de las nuevas gorrionas frijoles. Cierta mueca irónica aparece en el inventor y es que ideo la medida para darle más madures al grupito infantil… quien lo diría.
El círculo de elementos que trata de detener el apocalipsis toma un nuevo protagonismo con toda la situación, ya la locura no solo se encuentra afuera con dragones dementes o gente corriendo de un lado a otro en busca de sus armas.
¡Eilydh!, ¿¡Qué significa esto!?
Emite un serio Chimar con su mejor cara de responsable regañón, como si hablara con uno de sus hermanos pequeños. Ciertamente la pose que pone y su mirada inquisidora son de retrato nobiliario.
Solo lo diré una vez, deja al elfo pasa en paz.
Modula cada palabra con firmeza, como si se trataran de pequeñas bombas. Es tal su actuación, que el propio brujito a su lado se siente intranquilo. Resta esperar que el numerito de “padre molesto” desarme el problema.
Lo que no sabe Maquiavelo es que su protegido tiene una idea propia también. Al notar que todo el ritual puede estar en riesgo, Canel destina algo de su energía para formar una ilusión. Pronto la figura de un hombre gigantesco y distorsionado aparece.
Aunque no posee ningún tipo de aditamento mágico para inducir el miedo, la manifestación en si genera recelo. Es como si un montón de rayas en movimiento se hubieran unido para conformar un ser humanoide, personaje que no obedece las leyes físicas al entrar y salir de la realidad.
Se limita a mantener los personajes involucrados en la transferencia dentro de su forma corpórea y a hostigar con la mirada cualquier elemento que se acerque demasiado, truco menor pero que debería evitar interrupciones viables.
A veces me das miedo enanito…
Es gracias a la señorita Niniel y a su técnica de respaldo “sonríe inocentemente”.
- Ilusión:
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- Off:
- Interactuó con Demian “más o menos”, también menciono a Niniel y hablo con Eilydh. Canel por su parte usa su habilidad de Lvl 1 (Metamorfagia) para generar la ilusión de una figura humanoide creepy enorme con el objetivo de que la gente se lo piense dos veces antes de interrumpir el ritual.
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Se desvaneció ante sus ojos entre el mar de personas que iban de un lado a otro, gritaban y se empujaban. El mar la engulló y él simplemente observó como pasaba y no pudo hacer nada porque era demasiado tarde, porque, al igual que en el mar, las olas te arrastran a la oscuridad para nunca más ver la luz.
- ... ritual para salvarnos...- Dijo uno que pasaba corriendo.- ¡Debemos unirnos!- Apremió a sus acompañantes mientras Sango miraba de un lado a otro aún conmocionado por la pérdida de su hacha y la aún más reciente pérdida de la que había sido su acompañante toda la noche.
Sango caminó alejándose de la muchedumbre que seguía agolpándose allí. Había una cosa que seguía sin entender y que tenía que preguntarle a alguien. Se alejó lo suficiente, hasta llegar al lugar donde había dejado las armas donde echó un rápido vistazo a la más y absoluta nada para darse la vuelta y caminar hacia el kag, su fiel compañero, que estaba tumbado de costado. El kag vio a Sango y empezó a hacer ruidos y a mover las patas para mostrar, o eso creía Sango, alegría.
- ¡Hombre, amigo!- Se acercó y se sentó con él mientras le acariciaba la cabeza.- He perdido el hacha... Bueno me la han robado... ¡Eh!, ¿has visto algo?- Dejó de acariciarle justo después de hacerle la pregunta y el kag gruñó enfadado.- Vale, vale...- Sango retomó la serie de caricias.
Estuvo un rato en silencio, acariciando al animal. Había crecido mucho desde el asedio a Lunargenta, se preguntaba si algún día podría llegar a montar sobre él. Pero ahora mismo sólo podía pensar en el hacha perdida y pese a que estar con el kag le tranquilizaba, su mente no dejaba de volver al mismo tema.
- ¿Por qué elegir este lugar para realizar el ritual? ¿No habría más gente en... no sé, Lunargenta?- Le preguntó al kag que le respondió dándose la vuelta y quedando sobre el otro costado.- Además, que cojones, si se acaba el mundo que nos pille con los que queremos, ¿verdad chico?- Le acarició dentro de la oreja que era donde más le prestaba al animal.
Pasados los minutos, se tumbó junto al kag y miró al cielo, a la estrellas. El murmullo de la muchedumbre se escuchaba de fondo y este se combinaba con una suave brisa que refrescaba la noche.
- Es todo una farsa.- Dijo al poco de tumbarse.- Esa gente pierde el tiempo, ¿por qué arriesgarse a que un hechicero te queme vivo cuando podrías estar haciendo otra cosa?- Ben se incorporó de nuevo.- Amigo, ¿sabes una cosa? He conocido a una mujer muy interesante... Tenía una conversación muy agradable y sin duda muuy...- Sango buscó la palabra adecuada durante un rato pero al final volvió al mismo término.- Sí, interesante.- Se hizo una imagen mental de la mujer y lamentó no haberle podido ver el rostro.
- Oh, pero, seguro que nos volveremos a ver, por los Dioses que sí.- Dijo mientras se levantaba.- Chico, vamos, tenemos que recuperar el hacha.- El kag se levantó a regañadientes pero le siguió a escasos dos pasos.- Eso es, tu y yo juntos de vuelta en el camino, compañero, lo que hemos hecho siempre, ¿verdad?- Dijo acariciándole de nuevo.- Joder, si nos fuéramos a morir todos o algo malo fuera a pasar, ¿no habría que pasar tiempo con tus seres queridos? Compartir tus últimos instantes y no tratar de ser un maldito egoísta.
Fue entonces cuando Ben fue consciente de que allí había un dragón volando por la zona. Sus sospechas se confirmaron, los dragones estaban involucrados de alguna manera en el plan. Escupió al suelo y reanudó la búsqueda de su hacha. Una sensación de rabia se apoderó de él.
- Que tontos hemos sido... Malditos hijos de puta... Esperad a que encuentre el hacha...- Maldijo Sango entre dientes mientras buscaba pistas.
Ben Nelad, de Cedralada, tras unos instantes de búsqueda, encontró un rastro prometedor.
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- ... ritual para salvarnos...- Dijo uno que pasaba corriendo.- ¡Debemos unirnos!- Apremió a sus acompañantes mientras Sango miraba de un lado a otro aún conmocionado por la pérdida de su hacha y la aún más reciente pérdida de la que había sido su acompañante toda la noche.
Sango caminó alejándose de la muchedumbre que seguía agolpándose allí. Había una cosa que seguía sin entender y que tenía que preguntarle a alguien. Se alejó lo suficiente, hasta llegar al lugar donde había dejado las armas donde echó un rápido vistazo a la más y absoluta nada para darse la vuelta y caminar hacia el kag, su fiel compañero, que estaba tumbado de costado. El kag vio a Sango y empezó a hacer ruidos y a mover las patas para mostrar, o eso creía Sango, alegría.
- ¡Hombre, amigo!- Se acercó y se sentó con él mientras le acariciaba la cabeza.- He perdido el hacha... Bueno me la han robado... ¡Eh!, ¿has visto algo?- Dejó de acariciarle justo después de hacerle la pregunta y el kag gruñó enfadado.- Vale, vale...- Sango retomó la serie de caricias.
Estuvo un rato en silencio, acariciando al animal. Había crecido mucho desde el asedio a Lunargenta, se preguntaba si algún día podría llegar a montar sobre él. Pero ahora mismo sólo podía pensar en el hacha perdida y pese a que estar con el kag le tranquilizaba, su mente no dejaba de volver al mismo tema.
- ¿Por qué elegir este lugar para realizar el ritual? ¿No habría más gente en... no sé, Lunargenta?- Le preguntó al kag que le respondió dándose la vuelta y quedando sobre el otro costado.- Además, que cojones, si se acaba el mundo que nos pille con los que queremos, ¿verdad chico?- Le acarició dentro de la oreja que era donde más le prestaba al animal.
Pasados los minutos, se tumbó junto al kag y miró al cielo, a la estrellas. El murmullo de la muchedumbre se escuchaba de fondo y este se combinaba con una suave brisa que refrescaba la noche.
- Es todo una farsa.- Dijo al poco de tumbarse.- Esa gente pierde el tiempo, ¿por qué arriesgarse a que un hechicero te queme vivo cuando podrías estar haciendo otra cosa?- Ben se incorporó de nuevo.- Amigo, ¿sabes una cosa? He conocido a una mujer muy interesante... Tenía una conversación muy agradable y sin duda muuy...- Sango buscó la palabra adecuada durante un rato pero al final volvió al mismo término.- Sí, interesante.- Se hizo una imagen mental de la mujer y lamentó no haberle podido ver el rostro.
- Oh, pero, seguro que nos volveremos a ver, por los Dioses que sí.- Dijo mientras se levantaba.- Chico, vamos, tenemos que recuperar el hacha.- El kag se levantó a regañadientes pero le siguió a escasos dos pasos.- Eso es, tu y yo juntos de vuelta en el camino, compañero, lo que hemos hecho siempre, ¿verdad?- Dijo acariciándole de nuevo.- Joder, si nos fuéramos a morir todos o algo malo fuera a pasar, ¿no habría que pasar tiempo con tus seres queridos? Compartir tus últimos instantes y no tratar de ser un maldito egoísta.
Fue entonces cuando Ben fue consciente de que allí había un dragón volando por la zona. Sus sospechas se confirmaron, los dragones estaban involucrados de alguna manera en el plan. Escupió al suelo y reanudó la búsqueda de su hacha. Una sensación de rabia se apoderó de él.
- Que tontos hemos sido... Malditos hijos de puta... Esperad a que encuentre el hacha...- Maldijo Sango entre dientes mientras buscaba pistas.
Ben Nelad, de Cedralada, tras unos instantes de búsqueda, encontró un rastro prometedor.
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- COSAS A COMENTAR:
- Pues básicamente Sango no se cree nada de lo que está pasando; cree que hay intereses ocultos tras toda este montaje y se aleja con su fiel amigo (un kag) a buscar su hacha con una mezcla de enfado consigo mismo y de ira con todos los dragones por haber urdido "el plan" que Sango ha ido desarrollando durante todo el evento.
No creo que tenga tiempo a hacer otro post antes del cierre. No es del todo seguro pero hay una alta probabilidad.
Interacciones: ninguna
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Debido al estado en que se encontraban ambas sospechosas, la cuerva no obtuvo gran cosa de ellas, solo una sarta de incoherencias relacionadas con su pelo, la alquimia, los monjes y el alcohol, cosa de la que las dos mujeres iban ya bien servidas.
Ninguna de ellas estaba en situación de blandir la espada, pero tampoco era algo que les interesase en aquel momento, la borrachera que llevaban encima las mantenía ajenas al caos que poco a poco se apoderaba de la plaza y su única preocupación era encontrar otro recipiente en que seguir bebiendo.
- Si no es suya, ¿de quién es? - murmuró, con una mueca de desagrado en el rostro… no quería ni imaginar dónde estaría Segadora a aquellas alturas, o peor, en qué manos habría caído.
- A mí no me sirve, que se quede aquí hasta que su dueño la reclame. - dijo, alzando un poco la voz mientras arrojaba el arma al suelo. Con suerte el propietario de la hoja la recuperaría, pero eso a ella no le importaba, solo podía pensar en una cosa, recuperar su equipo.
Negando vehemente con la cabeza, Ava rechazó la invitación de la joven que le tendía una copa, ella no tomaba alcohol… y después de ver cómo el licor había hecho mella en aquel par de muchachas aún menos.
- Tengo que concentrarme, debo encontrar alguna pista de los ladrones… - pensó, apartándose de las mujeres con intención de seguir rastreando su propio olor hasta dar con sus pertenencias, pero todo se complicó de un momento a otro, cuando un anciano se abrió paso hasta el centro de la plaza para comunicarles que Minne iba a precipitarse sobre Aerandir si no actuaban de inmediato para detenerla.
Los dorados ojos de la guerrera se alzaron hacia el cielo en busca de la estrella, que ciertamente parecía estar más cerca que la última vez que había mirado. - No puede ser… - susurró con temor, aquello simplemente no podía estar pasándole, no podía asimilar que en la misma noche perdiese sus tesoros más preciados y también tuviese que luchar para salvar la vida.
Huir no era una opción, corriendo no llegaría a ninguna parte y por desgracia, sus alas no eran lo suficientemente fuertes como para sacarla de allí antes de la catástrofe, así que solo le quedaba hacer una cosa, escuchar al elfo y confiar en que no se equivocase.
En menos de lo que grazna un cuervo se formaron dos círculos en torno al sabio, uno interno, cuyos integrantes se tomaron de las manos y comenzaron a rezar con gran entusiasmo, y otro externo, el de los defensores del ritual, por llamarlo de algún modo.
Y justo en ese instante, todo estalló, una dragona adoptó su forma bestial para interrumpir al elfo y a sus seguidores, pero gracias a los espíritus, varios de los presentes se interpusieron en su camino para neutralizarla antes de que causase una masacre.
Ava observó a los valientes con cierta frustración, quería ayudarles, pero sin su armadura y sin Segadora no tenía posibilidades de hacer daño a aquella criatura, por lo que no le quedó más remedio que hacerse a un lado… ya que de intervenir terminaría siendo un estorbo.
- ¿Qué puedo hacer? - preguntó a la nada, con los puños apretados a causa de la impotencia. - Ven conmigo Ava, podemos protegerlos. - respondió una tierna e infantil voz a su espalda, la de Daphne. - Por lo que veo Elian no te encontró, pero yo he tenido más suerte… vamos. - agregó de inmediato, tomándola del brazo y guiándola hacia el círculo externo para tomar posiciones.
La morena no se resistió al agarre de la niña, se limitó a seguirla hasta que encontraron un hueco donde colocarse, y entonces descubrió el poder de la vampira.
Una enorme sombra surgió del cuerpo de la rubia y se plantó justo delante de ésta, adoptando la aterradora forma de un ser alargadas garras, prominentes cuernos y afilados colmillos. - Que no se acerquen. - ordenó, señalando a los aliados de la dragona que avanzaban en su dirección.
La bestia obedeció a su ama, y sin mostrar un ápice de piedad se abalanzó sobre el enemigo, sembrando rápidamente el terror entre las filas de aquellos que no creían en las palabras del anciano.
- ¿Qué… qué es eso? - consiguió articular tras unos segundos, cuando el asombro inicial dejó paso a la curiosidad. - No te asustes, es una de mis habilidades, mantendrá a raya a esos tipos. - aseguró con tranquilidad. - Y si alguno consigue llegar hasta aquí lo estaremos esperando. - añadió, cruzándose de brazos mientras observaba trabajar a su sombra.
- Pero… yo no tengo nada con lo que luchar, no tengo mi hacha. - replicó la cuerva, arrepintiéndose de no haberse quedado con la espada, aunque para ser sinceros no era un arma práctica para su estilo de lucha, era demasiado ligera y poco contundente en comparación a Segadora.
- Tendrás que improvisar. - contestó Daphne, encogiéndose de hombros.
Un rápido vistazo a lo que tenía a su alrededor le dio la respuesta que buscaba, una antorcha, que extrajo del soporte y apagó inmediatamente para utilizarla a modo de maza. - Esto pesa un poco más, servirá. - murmuró, y casi no tuvo tiempo de examinarla ya que uno de los miembros del bando de la dragona consiguió abrirse paso hasta ella.
El error del extraño fue tomarla por una civil más, pero se dio cuenta demasiado tarde, cuando el metálico objeto iba en dirección a su cabeza. Algo crujió con el impacto, probablemente algún hueso al romperse, y el rostro de la Midgardiana fue lo último que alcanzó a ver aquel hombre antes de quedarse a oscuras, inconsciente sobre la tierra.
- Bien hecho. - la animó la rubia, indicándole con un gesto de la mano que regresase a su lado para mantener el punto de la barrera que ambas defendían.
Su parte del círculo estaba bien protegida, al menos de momento, pero todavía quedaban otros frentes y lo que era más preocupante, Minne.
Me alejo de Alisha y Aradia dando por hecho que no son las ladronas y me uno al ritual junto con Daphne, aquí dejo una imagen de referencia de la sombra que invoca.
Ninguna de ellas estaba en situación de blandir la espada, pero tampoco era algo que les interesase en aquel momento, la borrachera que llevaban encima las mantenía ajenas al caos que poco a poco se apoderaba de la plaza y su única preocupación era encontrar otro recipiente en que seguir bebiendo.
- Si no es suya, ¿de quién es? - murmuró, con una mueca de desagrado en el rostro… no quería ni imaginar dónde estaría Segadora a aquellas alturas, o peor, en qué manos habría caído.
- A mí no me sirve, que se quede aquí hasta que su dueño la reclame. - dijo, alzando un poco la voz mientras arrojaba el arma al suelo. Con suerte el propietario de la hoja la recuperaría, pero eso a ella no le importaba, solo podía pensar en una cosa, recuperar su equipo.
Negando vehemente con la cabeza, Ava rechazó la invitación de la joven que le tendía una copa, ella no tomaba alcohol… y después de ver cómo el licor había hecho mella en aquel par de muchachas aún menos.
- Tengo que concentrarme, debo encontrar alguna pista de los ladrones… - pensó, apartándose de las mujeres con intención de seguir rastreando su propio olor hasta dar con sus pertenencias, pero todo se complicó de un momento a otro, cuando un anciano se abrió paso hasta el centro de la plaza para comunicarles que Minne iba a precipitarse sobre Aerandir si no actuaban de inmediato para detenerla.
Los dorados ojos de la guerrera se alzaron hacia el cielo en busca de la estrella, que ciertamente parecía estar más cerca que la última vez que había mirado. - No puede ser… - susurró con temor, aquello simplemente no podía estar pasándole, no podía asimilar que en la misma noche perdiese sus tesoros más preciados y también tuviese que luchar para salvar la vida.
Huir no era una opción, corriendo no llegaría a ninguna parte y por desgracia, sus alas no eran lo suficientemente fuertes como para sacarla de allí antes de la catástrofe, así que solo le quedaba hacer una cosa, escuchar al elfo y confiar en que no se equivocase.
En menos de lo que grazna un cuervo se formaron dos círculos en torno al sabio, uno interno, cuyos integrantes se tomaron de las manos y comenzaron a rezar con gran entusiasmo, y otro externo, el de los defensores del ritual, por llamarlo de algún modo.
Y justo en ese instante, todo estalló, una dragona adoptó su forma bestial para interrumpir al elfo y a sus seguidores, pero gracias a los espíritus, varios de los presentes se interpusieron en su camino para neutralizarla antes de que causase una masacre.
Ava observó a los valientes con cierta frustración, quería ayudarles, pero sin su armadura y sin Segadora no tenía posibilidades de hacer daño a aquella criatura, por lo que no le quedó más remedio que hacerse a un lado… ya que de intervenir terminaría siendo un estorbo.
- ¿Qué puedo hacer? - preguntó a la nada, con los puños apretados a causa de la impotencia. - Ven conmigo Ava, podemos protegerlos. - respondió una tierna e infantil voz a su espalda, la de Daphne. - Por lo que veo Elian no te encontró, pero yo he tenido más suerte… vamos. - agregó de inmediato, tomándola del brazo y guiándola hacia el círculo externo para tomar posiciones.
La morena no se resistió al agarre de la niña, se limitó a seguirla hasta que encontraron un hueco donde colocarse, y entonces descubrió el poder de la vampira.
Una enorme sombra surgió del cuerpo de la rubia y se plantó justo delante de ésta, adoptando la aterradora forma de un ser alargadas garras, prominentes cuernos y afilados colmillos. - Que no se acerquen. - ordenó, señalando a los aliados de la dragona que avanzaban en su dirección.
La bestia obedeció a su ama, y sin mostrar un ápice de piedad se abalanzó sobre el enemigo, sembrando rápidamente el terror entre las filas de aquellos que no creían en las palabras del anciano.
- ¿Qué… qué es eso? - consiguió articular tras unos segundos, cuando el asombro inicial dejó paso a la curiosidad. - No te asustes, es una de mis habilidades, mantendrá a raya a esos tipos. - aseguró con tranquilidad. - Y si alguno consigue llegar hasta aquí lo estaremos esperando. - añadió, cruzándose de brazos mientras observaba trabajar a su sombra.
- Pero… yo no tengo nada con lo que luchar, no tengo mi hacha. - replicó la cuerva, arrepintiéndose de no haberse quedado con la espada, aunque para ser sinceros no era un arma práctica para su estilo de lucha, era demasiado ligera y poco contundente en comparación a Segadora.
- Tendrás que improvisar. - contestó Daphne, encogiéndose de hombros.
Un rápido vistazo a lo que tenía a su alrededor le dio la respuesta que buscaba, una antorcha, que extrajo del soporte y apagó inmediatamente para utilizarla a modo de maza. - Esto pesa un poco más, servirá. - murmuró, y casi no tuvo tiempo de examinarla ya que uno de los miembros del bando de la dragona consiguió abrirse paso hasta ella.
El error del extraño fue tomarla por una civil más, pero se dio cuenta demasiado tarde, cuando el metálico objeto iba en dirección a su cabeza. Algo crujió con el impacto, probablemente algún hueso al romperse, y el rostro de la Midgardiana fue lo último que alcanzó a ver aquel hombre antes de quedarse a oscuras, inconsciente sobre la tierra.
- Bien hecho. - la animó la rubia, indicándole con un gesto de la mano que regresase a su lado para mantener el punto de la barrera que ambas defendían.
Su parte del círculo estaba bien protegida, al menos de momento, pero todavía quedaban otros frentes y lo que era más preocupante, Minne.
Me alejo de Alisha y Aradia dando por hecho que no son las ladronas y me uno al ritual junto con Daphne, aquí dejo una imagen de referencia de la sombra que invoca.
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Ava Kenrith
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Elian no estaba seguro de si su razonamiento habría tenido algún efecto sobre la elfa del sable, a quien su acompañante había llamado Ellye, pero al menos no parecía que aquello fuera a desencadenar en otra pelea. No sólo su acompañante bajó también el arma por voluntad propia, sino que una voz más se alzó para detener la intromisión. Se trataba tan sólo de un muchacho, que además se dirigió a la elfa por un nombre diferente, pero hablaba con una autoridad asombrosa para sus cortos años. El elfo ahogó una risita ante la escena y se anotó mentalmente la doble nomenclatura de su congénere.
Aquella no fue, sin embargo, la única interrupción que sufriría el ritual en el breve periodo de tiempo que permaneció Elian junto a ambos círculos. Aunque el joven se acercó en aquel momento no buscaba explicaciones que no había tiempo de dar, sino que parecía estar más interesado en defender a la mujer con la que Elian se había acercado al centro de la plaza. Cosa que a ella no pareció conmover en absoluto. El elfo se hubiese reído también de aquella situación, de no ser porque su cerebro estaba ocupado procesando las palabras del muchacho. Puede que fuera un loco, como sugerían las palabras de la mujer de la daga oculta, pero eso de que las armas seguían en su sitio tenía sentido. Las mesas de la entrada estaban abarrotadas de armas y armaduras, ¿quién hubiese podido llevarse todo eso en tan poco tiempo y en las narices de sus vigilantes? Pero Elian sabía que había brujos que dominaban el arte de las ilusiones. No sabía cómo de potente tendría que ser uno de esos hechizos para ocultar completamente todo rastro de aquellos objetos, pero la operación que describía el chico le parecía más factible que la posibilidad de llevarse todo aquello en un momento.
—Dejadla, por favor —pidió a los dos monjes que se acercaron a detener a la mujer—, sólo quiere ayudar. Deberíamos comprobar si lo que dice el muchacho es cierto.
Los hombres se lo pensaron un momento, pero finalmente decidieron que la mujer no iría muy lejos, después de todo y se encaminaron hacia la zona de la entrada, dedicando algunas miradas nerviosas al cielo.
Elian dudó también durante un momento lo que hacer. Volvió la vista hacia la dirección por la que acababa de marcharse el chico y, suponiendo que se dirigiría a la entrada una vez que él y su acompañante recogieran al misterioso hombre-mono, si es que éste existía, miró de nuevo hacia los dos círculos que tenía ante sí. Había un buen número de personas trabajando en su interior, incluyendo a la bruja que lo había acompañado hasta allí, y parecía bien defendido, ahora que el dragón que se había lanzado contra el círculo yacía ensartado por los cuernos de otro. Hasta había un par de extrañas presencias fantasmales defendiéndolo. El elfo vio también a su madre entre los congregados, con los ojos cerrados, rezando con los suyos. Considerando que el lugar estaba todo lo bien defendido que podía estarlo y que poco más podía él aportar, Elian se dirigió a la entrada siguiendo a los otros dos monjes. Quería ver cuánto de verdad había en este asunto de las ilusiones.
Aquella no fue, sin embargo, la única interrupción que sufriría el ritual en el breve periodo de tiempo que permaneció Elian junto a ambos círculos. Aunque el joven se acercó en aquel momento no buscaba explicaciones que no había tiempo de dar, sino que parecía estar más interesado en defender a la mujer con la que Elian se había acercado al centro de la plaza. Cosa que a ella no pareció conmover en absoluto. El elfo se hubiese reído también de aquella situación, de no ser porque su cerebro estaba ocupado procesando las palabras del muchacho. Puede que fuera un loco, como sugerían las palabras de la mujer de la daga oculta, pero eso de que las armas seguían en su sitio tenía sentido. Las mesas de la entrada estaban abarrotadas de armas y armaduras, ¿quién hubiese podido llevarse todo eso en tan poco tiempo y en las narices de sus vigilantes? Pero Elian sabía que había brujos que dominaban el arte de las ilusiones. No sabía cómo de potente tendría que ser uno de esos hechizos para ocultar completamente todo rastro de aquellos objetos, pero la operación que describía el chico le parecía más factible que la posibilidad de llevarse todo aquello en un momento.
—Dejadla, por favor —pidió a los dos monjes que se acercaron a detener a la mujer—, sólo quiere ayudar. Deberíamos comprobar si lo que dice el muchacho es cierto.
Los hombres se lo pensaron un momento, pero finalmente decidieron que la mujer no iría muy lejos, después de todo y se encaminaron hacia la zona de la entrada, dedicando algunas miradas nerviosas al cielo.
Elian dudó también durante un momento lo que hacer. Volvió la vista hacia la dirección por la que acababa de marcharse el chico y, suponiendo que se dirigiría a la entrada una vez que él y su acompañante recogieran al misterioso hombre-mono, si es que éste existía, miró de nuevo hacia los dos círculos que tenía ante sí. Había un buen número de personas trabajando en su interior, incluyendo a la bruja que lo había acompañado hasta allí, y parecía bien defendido, ahora que el dragón que se había lanzado contra el círculo yacía ensartado por los cuernos de otro. Hasta había un par de extrañas presencias fantasmales defendiéndolo. El elfo vio también a su madre entre los congregados, con los ojos cerrados, rezando con los suyos. Considerando que el lugar estaba todo lo bien defendido que podía estarlo y que poco más podía él aportar, Elian se dirigió a la entrada siguiendo a los otros dos monjes. Quería ver cuánto de verdad había en este asunto de las ilusiones.
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Off rol: No interactúo directamente con nadie, pero hago referencia a Eilydh, Helena, Anders, Chimar y la sombra creada por Daphne en el post de Ava Kenrith.
Aunque venía con la intención de unirme al ritual, tras la revelación de Anders, y viendo que el ritual está bien atendido y defendido, me dirijo a la entrada a comprobar si es cierto lo que dice de las armas.
Off rol: No interactúo directamente con nadie, pero hago referencia a Eilydh, Helena, Anders, Chimar y la sombra creada por Daphne en el post de Ava Kenrith.
Aunque venía con la intención de unirme al ritual, tras la revelación de Anders, y viendo que el ritual está bien atendido y defendido, me dirijo a la entrada a comprobar si es cierto lo que dice de las armas.
Elian
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Las explicaciones de Vincent, tan coloristas como de costumbre, pusieron a Valeria rápidamente en antecedentes, si bien no terminaba de entender cómo se había complicado todo de esa forma en tan solo un momento. Ya le había parecido que aquella extraña estrella se veía más grande que unos días atrás, incluso más tarde que al principio de la noche, si le preguntaban, pero la idea de que fuera a caerse sobre todos ellos le parecía completamente irreal. No es que ella fuese una experta en aquellas artes, pero hasta donde sabía, las estrellas no se caían del cielo, salvo quizás en alguno de los cuentos que le contaba su padre de niña. «¿Acaso no encierran los cuentos una semilla de verdad?».
—Entiendo —respondió al discurso del brujo—. Ve, esperemos que ese ritual sirva para algo. Yo me quedaré a ver que tiene que decir esta gente. —añadió, volviendo su atención a la pelea que estaba teniendo lugar al otro lado de las mesas y al tipo que tenía enterrado bajo una.
Tatsuya y el hombre que había encontrado el rastro de aquel carro se decidieron por la otra vía de investigación. Valeria se alegró de perder de vista al otro brujo, no tanto al humano que, no sólo era mono, sino que parecía competente, pero qué se le iba a hacer, tenía otras cosas de las que preocuparse en aquel momento. Como por ejemplo: ¿de dónde demonios acababa de sacar aquel malhablado ese par de dagas?
Empezando a sospechar lo que ocurría, la bruja se acercó a otra mesa y se puso a palpar la superficie. Pasó las manos varias veces a través del aire mientras dejaba que Ruru y sus mariposas se encargaran del hombre. «Del brujo, querrás decir», le corrigió su cerebro. Y es que acababa de entender por qué le había costado tanto trabajo levantar aquella mesa hacía un momento: porque, a pesar de lo que todos, absolutamente todos, sus sentidos le decían, no estaba vacía. El hechizo tenía que ser muy potente para engañar también a la percepción mágica de los brujos. Cierto era que ella no tenía nada que rastrear allí, pero Vincent estaba familiarizado con algunas de las armas mágicas que allí había y tampoco había percibido nada. Aquello podía explicar también por qué no habían podido ver al guardián que había invocado Níniel. Puede que estuviera delante de ella en aquel mismo instante, completamente invisible.
Aún estaba dándole vueltas a aquella idea cuando todas las armas reaparecieron de la nada. Las mesas que quedaban en pie estaban a rebosar de armas y armaduras, mientras que, en el lugar en el que había estado la mesa que lanzara al aire momentos antes, podía verse otro buen montón de metal esparcido por el suelo. La bruja se volvió hacia los combatientes a tiempo de ver desaparecer a la carrera a los dos tipos a los que se había enfrentado Ruru. Intentó lanzarles una de las armas que tenía ahora a la vista, pero ya estaban demasiado lejos.
—¿Que qué ha pasado? —respondió Valeria, más molesta pero menos confusa que el hombre que acababa de preguntar—, que los tipos que orquestaron todo esto —dijo señalando con un amplio gesto de sus brazos el despliegue armamentístico a su alrededor— acaban de escaparse. ¡Eso es lo que ha pasado!—En aquel momento llegaron otros dos monjes y un elfo altísimo que también quedaron visiblemente asombrados antes la escena— Estoy segura de que Lady Ruru Lepidóptera y sus… —pasó la vista por los extraños acompañantes de la mariposa, una rana, un biocibernético más metálico que humano y el tipo con pinta de borracho al que Vincent había invitado a una cerveza un momento antes— sirvientes habrían detenido a ese par mucho antes de no haber sido por su intromisión. Van a tener que disculparse con esmero y agradecerle a la Dama Lazuli su intervención si quieren evitar un incidente diplomático. También sugeriría que alguien fuera tras esos dos tipos antes de que se pierda todo el rastro de su presencia.
Los recién llegados, aún asombrados por la situación, se apresuraron a salir detrás de los dos brujos, mientras que los monjes que, hasta hacía sólo unos momentos, habían peleado con Ruru y compañía se sacudían la sorpresa (y los golpes) como buenamente podían. Valeria, que prefería evitar convertirse en el centro de atención, se despidió con un guiño de la mujer-mariposa y se alejó discretamente, no sin antes acercarse a la mesa donde había sido depositado su dardo al principio de la noche para recuperarlo. De camino al centro de la plaza, sin embargo, lo perdió de nuevo, en la frente de un pirado que intentó impedir que llegara a la zona del ritual.
—Aparecieron las armas —susurró a Vincent y Níniel cuando pasó a su lado en busca de un hueco para unirse.
----------
OFF: Me despido de Vincent y veo partir a Tatsuya y Eden. Asisto a la paliza que Ruru le propina a uno de los brujos de Ayax y a la reaparición de las armas. Llega Elian con los dos monjes que habían estado persiguiendo a Helena. Utilizo mi maestría en Carisma (subrayado) para hacer ver a los monjes lo muy agradecidos que deberían estarle a la Dama Lazuli (Ruru) y sus sirvientes (Frosk, Bluto y Kendovlah) xD Elian y los monjes salen tras los tipos de Ayax y yo me despido de Ruru para unirme al ritual. Antes de sentarme con los demás, informo discretamente a Vincent y Níniel de que las armas han reaparecido. Ah, sí, y el permiso para manejar a Elian me lo doy yo misma.
—Entiendo —respondió al discurso del brujo—. Ve, esperemos que ese ritual sirva para algo. Yo me quedaré a ver que tiene que decir esta gente. —añadió, volviendo su atención a la pelea que estaba teniendo lugar al otro lado de las mesas y al tipo que tenía enterrado bajo una.
Tatsuya y el hombre que había encontrado el rastro de aquel carro se decidieron por la otra vía de investigación. Valeria se alegró de perder de vista al otro brujo, no tanto al humano que, no sólo era mono, sino que parecía competente, pero qué se le iba a hacer, tenía otras cosas de las que preocuparse en aquel momento. Como por ejemplo: ¿de dónde demonios acababa de sacar aquel malhablado ese par de dagas?
Empezando a sospechar lo que ocurría, la bruja se acercó a otra mesa y se puso a palpar la superficie. Pasó las manos varias veces a través del aire mientras dejaba que Ruru y sus mariposas se encargaran del hombre. «Del brujo, querrás decir», le corrigió su cerebro. Y es que acababa de entender por qué le había costado tanto trabajo levantar aquella mesa hacía un momento: porque, a pesar de lo que todos, absolutamente todos, sus sentidos le decían, no estaba vacía. El hechizo tenía que ser muy potente para engañar también a la percepción mágica de los brujos. Cierto era que ella no tenía nada que rastrear allí, pero Vincent estaba familiarizado con algunas de las armas mágicas que allí había y tampoco había percibido nada. Aquello podía explicar también por qué no habían podido ver al guardián que había invocado Níniel. Puede que estuviera delante de ella en aquel mismo instante, completamente invisible.
Aún estaba dándole vueltas a aquella idea cuando todas las armas reaparecieron de la nada. Las mesas que quedaban en pie estaban a rebosar de armas y armaduras, mientras que, en el lugar en el que había estado la mesa que lanzara al aire momentos antes, podía verse otro buen montón de metal esparcido por el suelo. La bruja se volvió hacia los combatientes a tiempo de ver desaparecer a la carrera a los dos tipos a los que se había enfrentado Ruru. Intentó lanzarles una de las armas que tenía ahora a la vista, pero ya estaban demasiado lejos.
—¿Que qué ha pasado? —respondió Valeria, más molesta pero menos confusa que el hombre que acababa de preguntar—, que los tipos que orquestaron todo esto —dijo señalando con un amplio gesto de sus brazos el despliegue armamentístico a su alrededor— acaban de escaparse. ¡Eso es lo que ha pasado!—En aquel momento llegaron otros dos monjes y un elfo altísimo que también quedaron visiblemente asombrados antes la escena— Estoy segura de que Lady Ruru Lepidóptera y sus… —pasó la vista por los extraños acompañantes de la mariposa, una rana, un biocibernético más metálico que humano y el tipo con pinta de borracho al que Vincent había invitado a una cerveza un momento antes— sirvientes habrían detenido a ese par mucho antes de no haber sido por su intromisión. Van a tener que disculparse con esmero y agradecerle a la Dama Lazuli su intervención si quieren evitar un incidente diplomático. También sugeriría que alguien fuera tras esos dos tipos antes de que se pierda todo el rastro de su presencia.
Los recién llegados, aún asombrados por la situación, se apresuraron a salir detrás de los dos brujos, mientras que los monjes que, hasta hacía sólo unos momentos, habían peleado con Ruru y compañía se sacudían la sorpresa (y los golpes) como buenamente podían. Valeria, que prefería evitar convertirse en el centro de atención, se despidió con un guiño de la mujer-mariposa y se alejó discretamente, no sin antes acercarse a la mesa donde había sido depositado su dardo al principio de la noche para recuperarlo. De camino al centro de la plaza, sin embargo, lo perdió de nuevo, en la frente de un pirado que intentó impedir que llegara a la zona del ritual.
—Aparecieron las armas —susurró a Vincent y Níniel cuando pasó a su lado en busca de un hueco para unirse.
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OFF: Me despido de Vincent y veo partir a Tatsuya y Eden. Asisto a la paliza que Ruru le propina a uno de los brujos de Ayax y a la reaparición de las armas. Llega Elian con los dos monjes que habían estado persiguiendo a Helena. Utilizo mi maestría en Carisma (subrayado) para hacer ver a los monjes lo muy agradecidos que deberían estarle a la Dama Lazuli (Ruru) y sus sirvientes (Frosk, Bluto y Kendovlah) xD Elian y los monjes salen tras los tipos de Ayax y yo me despido de Ruru para unirme al ritual. Antes de sentarme con los demás, informo discretamente a Vincent y Níniel de que las armas han reaparecido. Ah, sí, y el permiso para manejar a Elian me lo doy yo misma.
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
-Felishidades.- dijo Alisha, haciéndole pat pat en la cabeza a la elfa torpemente por haber encontrado la daga deseada… aunque era una espada, pero no era como si se fuera a dar cuenta en los próximos momentos. –Ahora, deberiash ir a por tu premio, que siempre se escaquean shi pueden evitarlo.- Añadió sabiamente, dándose cuenta del caos que empezaba a montarse. Nada nuevo, no era su primer concurso ni la primera vez que intentaban a escaquearse con un incendio o algo, y por lo que recordaba, la chica se había ido de casa, así que necesitaba más el dinero. –Esh todo tuyo, yo no ishe nada.- y alzó la cabeza orgullosa hacia el cielo. Y entonces se dio cuenta. –Que grande she ha hecho la cosha esha, debería pedir un desheo.- y entonces los aletargados engranajes de su embriagada mente empezaron a girar y, más importante, escuchar.
-Esho es malo…- y dirigió la mirada hacia la pelinegra gruñona, que había dejado la espada al suelo unos segundos atrás. Literalmente, allí estaba, aun tambaleándose, pero ni rastro de la mujer. Busco a su alrededor, y allí estaba acercándose a un circulo. Y había leído suficientes libros como para saber que eso era algún ritual. Aunque la gente estaba vestida en él, eso era nuevo. Y no había solo mujeres. –Dita shea, esho es lo que pasha cuando dejash a los hombresh eshcribir shobre brujash.- pero la solución parecía muy obvia. Así que se dirigió hacia el ritual a ayudar. No con Aradia, porque tenía que ir a cobrar sus cosas, así que en su lugar cogió la mano a otra mujer para compensar, una mujer de pelo negro, aunque más corto que el suyo, con una cicatriz y ojos de color avellana. –Deberiash dejártelo cresher un poco ¿shaves? Tarda musho en cresher y cuando lo quieras largo, tardaras mucho. ¡Puedo darte consejos para que sea aun mash bonito!- fue lo único que le dijo a la desconocida mientras tiraba suavemente de su mano.
-Esho es malo…- y dirigió la mirada hacia la pelinegra gruñona, que había dejado la espada al suelo unos segundos atrás. Literalmente, allí estaba, aun tambaleándose, pero ni rastro de la mujer. Busco a su alrededor, y allí estaba acercándose a un circulo. Y había leído suficientes libros como para saber que eso era algún ritual. Aunque la gente estaba vestida en él, eso era nuevo. Y no había solo mujeres. –Dita shea, esho es lo que pasha cuando dejash a los hombresh eshcribir shobre brujash.- pero la solución parecía muy obvia. Así que se dirigió hacia el ritual a ayudar. No con Aradia, porque tenía que ir a cobrar sus cosas, así que en su lugar cogió la mano a otra mujer para compensar, una mujer de pelo negro, aunque más corto que el suyo, con una cicatriz y ojos de color avellana. –Deberiash dejártelo cresher un poco ¿shaves? Tarda musho en cresher y cuando lo quieras largo, tardaras mucho. ¡Puedo darte consejos para que sea aun mash bonito!- fue lo único que le dijo a la desconocida mientras tiraba suavemente de su mano.
- OFF:
- Intento arrastrar a cierta pobre vampiresa a ayudar.
Alisha Lessard
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Nayru se sobresaltó al escuchar un chillido y miró hacia el suelo, pensando que lo mismo le había pisado el rabo a un gato sin darse cuenta, pero sólo vio la tierra sucia y nada bajo sus botas. Alzó la vista con rapidez para tratar de ubicar el sonido y alguien chocó contra ella por la espalda, con fuerza. Se tensó de inmediato y antes de poder hacer nada de repente tenía ante sí al culpable, sonriéndole con una mueca confusa de lerdo grande y alto. Por los dioses, ¿por qué eran tan altos los elfos? La vida era injusta.
-¡Mira por dónde vas, bestia gigante! -le gritó al tipo aquel, que se sujetaba las narices con preocupación. Olía a elfo, pero no lucía tan delicado como uno... no con esa constitución atlética que se adivinaba en su manera de correr como una- Espera, ¿no era aquel el tipo el tejado? ¿El de la apuesta...?
La vampiresa dejó escapar un siseo entre los dientes apretados. Desde que había entrado al festival sólo había abierto la boca dos veces, y ambas para gritarle a la gente. El próximo que chocara con ella se llevaría algo más que unas palabras. Y encima ahora todo estaba revuelto porque era verdad que sí que se habían robado las armas de la gente, y porque algo pasaba en el cielo con la estrella Minne. Sinceramente, a ella sus stilettos no le importaban demasiado, eran de los baratos y podría hacerse con unos nuevos en cualquier otro sitio. O robarlos. Lo que se presentara primero.
Alzó la vista al cielo esperando encontrar la dichosa estrella donde la había dejado, pero ésta había avanzado en el firmamento e incluso se había hecho más grande. ¿Pero qué cojones estaba pasando? Todos iban de un lado a otro como pollos sin cabeza, buscando, gritando, haciendo un círculo y bailando alrededor de... ¿¡Qué hacía un dragón transformado atacando a la gente!?
Por una fracción de segundo un velo rojo cayó sobre la vista de la vampiresa, nublándolo todo. Era difícil distinguirlos en su forma humana y eso la fastidiaba, pero cuando sacaban su lagartija interior no tenían pérdida y la entraban unas ganas terribles de... Apretó los puños tratando de calmarse y justo en ese momento alguien la agarró del brazo y la cogió de la mano. Dio un pequeño respingo. ¿Hoy era el día de invadir el espacio personal de Nayru y nadie la avisó?
La chica ante sí era bonita, y eso la distrajo un poco. ¿A quién no le gusta ver cosas bonitas? Con el pelo largo, negro y liso, y unos impresionantes ojos verdes, olía a vampiro borracho y por unos instantes se preguntó cómo sería beber de uno de su propia especie que ya estuviese embriagado. Seseando mucho y arrastrando las palabras tironeó de ella hacia el lugar donde estaba bailando la gente en círc- Ah, que no estaban bailando. Si no se equivocaba, aquella cantinela monótona sonaba más a una invocación o a la recitación de algún conjuro. Buscó con la vista al dragón, al que varias personas trataban de oponerse. ¿Su objetivo era interrumpir el... ritual? Oh. Entonces habría que contribuir al mismo para que llegase a buen puerto.
Se dejó guiar por la joven y su dulce olor a vino, y a ver qué pasaba.
Interactúo con Anders para gritarle (?)
Sumamos una vampiresa empanada y una vampiresa borracha al ritual?
-¡Mira por dónde vas, bestia gigante! -le gritó al tipo aquel, que se sujetaba las narices con preocupación. Olía a elfo, pero no lucía tan delicado como uno... no con esa constitución atlética que se adivinaba en su manera de correr como una- Espera, ¿no era aquel el tipo el tejado? ¿El de la apuesta...?
La vampiresa dejó escapar un siseo entre los dientes apretados. Desde que había entrado al festival sólo había abierto la boca dos veces, y ambas para gritarle a la gente. El próximo que chocara con ella se llevaría algo más que unas palabras. Y encima ahora todo estaba revuelto porque era verdad que sí que se habían robado las armas de la gente, y porque algo pasaba en el cielo con la estrella Minne. Sinceramente, a ella sus stilettos no le importaban demasiado, eran de los baratos y podría hacerse con unos nuevos en cualquier otro sitio. O robarlos. Lo que se presentara primero.
Alzó la vista al cielo esperando encontrar la dichosa estrella donde la había dejado, pero ésta había avanzado en el firmamento e incluso se había hecho más grande. ¿Pero qué cojones estaba pasando? Todos iban de un lado a otro como pollos sin cabeza, buscando, gritando, haciendo un círculo y bailando alrededor de... ¿¡Qué hacía un dragón transformado atacando a la gente!?
Por una fracción de segundo un velo rojo cayó sobre la vista de la vampiresa, nublándolo todo. Era difícil distinguirlos en su forma humana y eso la fastidiaba, pero cuando sacaban su lagartija interior no tenían pérdida y la entraban unas ganas terribles de... Apretó los puños tratando de calmarse y justo en ese momento alguien la agarró del brazo y la cogió de la mano. Dio un pequeño respingo. ¿Hoy era el día de invadir el espacio personal de Nayru y nadie la avisó?
La chica ante sí era bonita, y eso la distrajo un poco. ¿A quién no le gusta ver cosas bonitas? Con el pelo largo, negro y liso, y unos impresionantes ojos verdes, olía a vampiro borracho y por unos instantes se preguntó cómo sería beber de uno de su propia especie que ya estuviese embriagado. Seseando mucho y arrastrando las palabras tironeó de ella hacia el lugar donde estaba bailando la gente en círc- Ah, que no estaban bailando. Si no se equivocaba, aquella cantinela monótona sonaba más a una invocación o a la recitación de algún conjuro. Buscó con la vista al dragón, al que varias personas trataban de oponerse. ¿Su objetivo era interrumpir el... ritual? Oh. Entonces habría que contribuir al mismo para que llegase a buen puerto.
Se dejó guiar por la joven y su dulce olor a vino, y a ver qué pasaba.
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Interactúo con Anders para gritarle (?)
Sumamos una vampiresa empanada y una vampiresa borracha al ritual?
Nayru
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
«Sí, sí, elfos locos, dragones peleando y el fin del mundo. Pero más importante.» Tomé al perro por los pelos del pecho, aulló. Lo batuqueé contra el piso mientras cuestionaba. — ¡¿DONDE ESTÁN?! — No tardé en voltear y darme cuenta de que un carruaje lleno de armas venía custodiado por un caballero y par de personas más. Me acerqué al oído del perro. — Quizá considero dejarte vivo, si me dices que clase de truco utilizaron. — Lo golpeé con el codo y guiñé el ojo. — Haa. — río, me irritaba un poco su actitud. — ¿Teletransporte?.. ¿Ilusión?. — Me desvió la mirada luego de decir lo segundo. — ¿Invisibilidad? — Hizo esa expresión de ''Yo no sé nada''. — Con que eso era, un truco de invisibilidad. Jodidos brujos. — Por otra parte... Las cosas que pasaban al rededor eran más importantes que estar con el hediondo perro ese. Fui caminando, poco me importaba si escapa o lo que hiciera.
Quizás me quedaba algo de tiempo para hacer algo más, ya las armas habían sido encontradas y eso no era más mi problema. Había escuchado algo de un ritual, y que esa dragona iba a matarlos o algo. Si había entendido bien, ese ritual era para solucionar todo eso del cometa que se iba a estrellar en Aerandir. Me giré a ver al cielo, donde se veía a Minne, por segundos parecía inmutable, uno creería que sería tonto pensar que se estaba moviendo a nosotros. Pero estoy seguro de que al separar la vista y volverla uno tendría ese pensamiento de ''¿Esto no estaba más a la derecha?'' Quizás avanzaba lento, pero era obvio que estaba más grande que al inicio de la noche.
Me detuve a pensar, si aquel cometa igual y no venía a Aerandir, y si así fuera. Por qué tendría que venir justamente a este sitio que ha estado custodiado por los dragones desde hace años. Incluso pensé que podría ser algún tipo de trampa. Digo, invitarnos a beber y comer gratis, sin armas ni armaduras, mientras lentamente un cometa se dirigía a nosotros. Además de aquella dragona loca.
Pasé por un lado suyo y estaba tirada en el suelo, sangrando, con un lobo encima y frente a ella estaban un par de personas, la más destacable el hombre ese que buscaba su mandoble. «Que suerte que no me buscó algún pleito al final. Si no, hubiese terminado muy mal.» Hice un ademán y me dirigí a él. — Hey grandote, disculpa, no sé tu nombre. Pero parece que ya han encontrado las armas, hay una carreta por allá. — Todos habíamos tenido una noche un poco pesada y lo menos que podía hacer, era hacerla más amena para algunos. Un poco lejos se escuchaba como un par de personas discutían y una elfa estaba molesta por todo ese asunto de creer ciegamente en el elfo anciano. «Mierda, un elfo anciano, debe ser tan viejo como el mar.» Me dirigí hasta ese círculo del ritual, no sin antes ver a otro dragón de cuernos y parecía sacar algunas chispas. — Me gusta tu estilo. — Dije amablemente señalándolo.
Una vez ahí cerca de ese inmenso círculo, había bastante gente y la elfa esa fue regañada por un niño. Pero ese pequeño regaño no fue nada con todo lo que le dijo la rubiesita al pobre elfo, ya hablar con ella me había hecho terminar herido, aunque... Ese elfo ciertamente tenía razón, parecía que sí, las armas siempre estuvieron ahí y no había que ser muy listo para saber que poco a poco las habían movido. — Denle una oportunidad al elfo. Realmente está en lo cierto, las armas eran invisibles. Mientras una figura sombría se alzo entre la rubia de trenzas y el resto de gente. Me acerqué a ella con calma y un gesto amistoso. — Yo no seré el hombre más sabio, pero... — Suspiré. — Si bien los elfos no me caen muy bien. Yo vería más sospechosos a los dragones, que nos han traído hasta aquí para contemplar nuestro último día. — Subí mis hombros y mis palmas mirando hacia arriba, moví un poco las manos como resignándome. — Podríamos pasar todo el día señalando a cada raza, juzgando a los brujos por su orgullo y sus trucos, burlarnos de los hombres-bestia por sus garrapatas y malos olores, o despreciar a los vampiros por sus colmillos y su intolerancia a la luz. — Negué moviendo la cabeza. — Pero no esté día. Hoy es el día de la alianza. Aunque no he estado en otros días de la Alianza, creo que es este es el que más plasma la idea. Suena hasta poético. — Dije sin tener idea de poemas. — Hoy todas las razas de Aerandir, se juntarán para detener aquel cometa y preservar la paz en Aerandir. Y si te preocupa que ese elfo esté mintiendo, más deberías preocuparte por tu vida. — Estiré mi mano derecha hacia ella invitándola a unirse al ritual. No tenía ni idea de qué trataba ese ritual o qué tenía que hacer, pero esperaba ser de ayuda.
No me había puesto a pensar en lo irreal que era esta situación. De la nada venía hacía nosotros un cometa que nos mataría a todos. ¿Acaso era posible que un cometa se inmolara en Aerandir? Sería quizá alguna cosa del destino, era raro pensar en como mi vida y la del mundo se vería amenazada de esta manera tan abrupta.
«¿Será esta la voluntad de los Dioses?»
————————
Off rol: Primero que nada supongo que no hay ningún problema en que el carruaje con las armas ya haya llegado, si total ya venía Alward en camino, no?
Menciono a Helena y Anders. Interactuo con Eltrant, Reivy y los presentes en el ritual que me hayan escuchado. Mientras hablo con Eilydh y la intento hacer entrar en razón (?
PD: Nos destruirán a todos!
Quizás me quedaba algo de tiempo para hacer algo más, ya las armas habían sido encontradas y eso no era más mi problema. Había escuchado algo de un ritual, y que esa dragona iba a matarlos o algo. Si había entendido bien, ese ritual era para solucionar todo eso del cometa que se iba a estrellar en Aerandir. Me giré a ver al cielo, donde se veía a Minne, por segundos parecía inmutable, uno creería que sería tonto pensar que se estaba moviendo a nosotros. Pero estoy seguro de que al separar la vista y volverla uno tendría ese pensamiento de ''¿Esto no estaba más a la derecha?'' Quizás avanzaba lento, pero era obvio que estaba más grande que al inicio de la noche.
Me detuve a pensar, si aquel cometa igual y no venía a Aerandir, y si así fuera. Por qué tendría que venir justamente a este sitio que ha estado custodiado por los dragones desde hace años. Incluso pensé que podría ser algún tipo de trampa. Digo, invitarnos a beber y comer gratis, sin armas ni armaduras, mientras lentamente un cometa se dirigía a nosotros. Además de aquella dragona loca.
Pasé por un lado suyo y estaba tirada en el suelo, sangrando, con un lobo encima y frente a ella estaban un par de personas, la más destacable el hombre ese que buscaba su mandoble. «Que suerte que no me buscó algún pleito al final. Si no, hubiese terminado muy mal.» Hice un ademán y me dirigí a él. — Hey grandote, disculpa, no sé tu nombre. Pero parece que ya han encontrado las armas, hay una carreta por allá. — Todos habíamos tenido una noche un poco pesada y lo menos que podía hacer, era hacerla más amena para algunos. Un poco lejos se escuchaba como un par de personas discutían y una elfa estaba molesta por todo ese asunto de creer ciegamente en el elfo anciano. «Mierda, un elfo anciano, debe ser tan viejo como el mar.» Me dirigí hasta ese círculo del ritual, no sin antes ver a otro dragón de cuernos y parecía sacar algunas chispas. — Me gusta tu estilo. — Dije amablemente señalándolo.
Una vez ahí cerca de ese inmenso círculo, había bastante gente y la elfa esa fue regañada por un niño. Pero ese pequeño regaño no fue nada con todo lo que le dijo la rubiesita al pobre elfo, ya hablar con ella me había hecho terminar herido, aunque... Ese elfo ciertamente tenía razón, parecía que sí, las armas siempre estuvieron ahí y no había que ser muy listo para saber que poco a poco las habían movido. — Denle una oportunidad al elfo. Realmente está en lo cierto, las armas eran invisibles. Mientras una figura sombría se alzo entre la rubia de trenzas y el resto de gente. Me acerqué a ella con calma y un gesto amistoso. — Yo no seré el hombre más sabio, pero... — Suspiré. — Si bien los elfos no me caen muy bien. Yo vería más sospechosos a los dragones, que nos han traído hasta aquí para contemplar nuestro último día. — Subí mis hombros y mis palmas mirando hacia arriba, moví un poco las manos como resignándome. — Podríamos pasar todo el día señalando a cada raza, juzgando a los brujos por su orgullo y sus trucos, burlarnos de los hombres-bestia por sus garrapatas y malos olores, o despreciar a los vampiros por sus colmillos y su intolerancia a la luz. — Negué moviendo la cabeza. — Pero no esté día. Hoy es el día de la alianza. Aunque no he estado en otros días de la Alianza, creo que es este es el que más plasma la idea. Suena hasta poético. — Dije sin tener idea de poemas. — Hoy todas las razas de Aerandir, se juntarán para detener aquel cometa y preservar la paz en Aerandir. Y si te preocupa que ese elfo esté mintiendo, más deberías preocuparte por tu vida. — Estiré mi mano derecha hacia ella invitándola a unirse al ritual. No tenía ni idea de qué trataba ese ritual o qué tenía que hacer, pero esperaba ser de ayuda.
No me había puesto a pensar en lo irreal que era esta situación. De la nada venía hacía nosotros un cometa que nos mataría a todos. ¿Acaso era posible que un cometa se inmolara en Aerandir? Sería quizá alguna cosa del destino, era raro pensar en como mi vida y la del mundo se vería amenazada de esta manera tan abrupta.
«¿Será esta la voluntad de los Dioses?»
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Off rol: Primero que nada supongo que no hay ningún problema en que el carruaje con las armas ya haya llegado, si total ya venía Alward en camino, no?
Menciono a Helena y Anders. Interactuo con Eltrant, Reivy y los presentes en el ritual que me hayan escuchado. Mientras hablo con Eilydh y la intento hacer entrar en razón (?
PD: Nos destruirán a todos!
Tobias Pharra
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La noche de la Alianza
Sur del bosque de Sandorai
Aisha caminaba a grandes zancadas entre un grupo de avellanos. Apretaba el arco con fuerza y su respiración se aceleraba al pensar en la pelea que acababa de tener con su madre. ¿Quién se había creído para decirle que no estaba preparada? Ella ya no era ninguna niña, ¡tenía diecisiete años! Podía manejarse sola en el bosque y pensaba demostrárselo. Aquella misma noche. Enyale sería su testigo.
Apenas había perdido de vista el poblado cuando todo el bosque se sacudió con un ruido ensordecedor. Era un sonido que no se había oído nunca en Sandorai, a medio camino entre un trueno y un siseo, y vino acompañado de un destello de deslumbrante luz verde. Inmediatamente, Aisha soltó el arco y se lanzó al suelo, temblando como una hoja y cubriéndose la cabeza con las manos.
Al cabo de un momento, y al no percibir ningún otro ruido, se atrevió a abrir los ojos e incorporarse de nuevo. Aún se percibía una tenue luz verde proveniente de lo alto. Al alzar la vista al cielo, descubrió la causa de aquel resplandor: Enyale había desaparecido y, en su lugar, centenares de destellos verdes se movían por el cielo, como una extraña lluvia. Buscó un árbol con el tronco firme y trepó con agilidad hasta su copa, para tener una mejor visión de la escena.
—¡Oh, Isil, manen vana! —murmuró la joven con lágrimas en los ojos.
-----
*Traducción: ¡Oh, Isil, manen vana! → ¡Oh, Isil, qué hermoso!
Algún lugar de la Gran Estepa
Orestes y Diana observaban el espectáculo luminoso que el cielo les ofrecía envueltos en una manta, frente a la puerta de su solitaria casa. Se miraron a los ojos y sonrieron al darse cuenta de que sabían exactamente lo que el otro se estaba preguntando. ¿Les habría despertado el mismo estruendo a sus pequeños (siempre serían pequeños a ojos de sus padres)?, ¿estarían contemplando el mismo prodigio?
Diana abrazó la cintura de su esposo bajo la manta y éste le correspondió con un beso en la frente. Ella abrió la boca para decir algo, pero una especie de silbido hizo que alzara de nuevo la vista hacia el lugar del que parecía provenir el sonido. Y lo vio. Uno de aquellos destellos verdes se precipitaba a toda velocidad hacia el suelo. Otro estruendo, no tan fuerte como el primero, seguido de un breve temblor de tierra que hizo tambalear a la pareja, les avisó de que, lo que quiera que fuera aquello había caído no muy lejos de su granja.
—Ori —urgió Diana—, el rebaño.
No hizo falta que repitiera el aviso, en pocos segundos, la manta que les había guarecido desde que la estrella los sacase de la cama había quedado abandonada en el suelo y ambos dragones alzaban el vuelo en dirección al lugar del impacto. Pronto comprobaron que los bisontes, si bien se veían inquietos, no se habían alejado demasiado del pastizal en que los habían dejado al atardecer. Un vuelo de reconocimiento por los alrededores les reveló también un pequeño fuego junto a un extraño cráter. Mientras Diana abría sus fauces para apagar con agua los arbustos afectados, su esposo se posó en el borde de aquel hoyo recuperando su forma humana. El aire frío de la noche en contacto con su piel le provocó un escalofrío.
—Aquí no hay nada —dijo, desconcertado, después de observar el lugar durante un momento—, sólo...
No hacía falta que terminara la frase, su esposa podía ver a qué se refería. Aquel extraño agujero en la tierra tenía el tamaño y la forma adecuados para servir de nido a un dragón, por no hablar del extraño aura que parecía emanar de su interior. De vuelta también a su forma humana, Diana se agachó junto al borde del cráter y posó con reverencia sus manos en la tierra.
—Oh, Ori, ¿crees que los ancestrales han vuelto por fin?
Plaza de la Alianza
Tirada en el suelo de la plaza, sin fuerzas para moverse, Indira no sentía ya el dolor en su cuerpo. Sus oídos tampoco fueron capaces de registrar la explosión que se produjo en el cielo, pero sus ojos aún lograron ver el estallido de luz verde. Durante unos instantes, el resplandor fue demasiado brillante para distinguir nada más, pero al cabo de un momento, la intensidad de la luz cedió, dando paso a aquella lluvia de verdes destellos. Minne había sido destruido y sus pedazos se desperdigaban por el cielo. Aún enganchado a los cuernos de Reivy, el cuerpo sin vida de la dragona comenzó a transformarse, hasta que sólo quedó la mujer. Sus ojos abiertos miraban al cielo, pero nunca más verían nada.
—¡Lo logramos! —exclamó Thanedir alzando los brazos al cielo. Acto seguido, buscó con la mirada a la elfa que lo había desafiado—Ya os dije que esto había ocurrido antes.
¿Era imaginación de Eilydh o había algo más que alegría y alivio en la sonrisa del anciano? No tuvo más ocasión de comprobarlo, tras el asombro inicial, mucha de la gente que rodeaba al viejo se alzó en celebración de la buena nueva. Pronto, el viejo se perdería entre los celebrantes. Nadie más volvería a verlo aquella noche.
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__________________
Dado que Aerandir no ha sido aplastado por el cometa, disponemos de unos días más para el evento (y esperemos que de un puñado de años más para el foro). Este tema quedará abierto hasta el día 18 de octubre (incluido), para aquellos que quieran reaccionar a los últimos acontecimientos, dar conclusión a sus intervenciones, rolear un emotivo reencuentro con sus objetos desaparecidos… (eso sí, las lluvias de meteoritos se las dejáis a los másters, no quiero ver a nadie lanzando proyectiles en la plaza ni topandose casualmente con pedazos de meteorito, que nos conocemos). Si alguien que quiera intervenir de nuevo antes del cierre necesita más tiempo para ello, puede avisarme por mp para alargar el plazo al fin de semana. Recordad también que el Festival de Relatos ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) está abierto hasta el 21 de octubre.
Las recompensas del evento se repartirán al cierre del mismo, pero os voy adelantando algunas consecuencias:
Quienes participasteis en el ritual de Thanedir: puede que os sintáis algo cansados durante el resto del evento y el tema cronológicamente posterior. Los usuarios de magia podríais tener problemas para lanzar hechizos en ese periodo. No es nada de qué preocuparse, esto es como una donación de sangre, pronto estaréis recuperados. Pensad también que podía haber sido peor, fueron trucos ingeniosos los de Asher y Níniel.
Quienes os enfrentasteis a la dragona Indira a pecho descubierto + Ava Kenrith, que se unió al círculo exterior para proteger a los participantes en el ritual: durante el resto del evento y el tema cronológicamente posterior, recibís una inyección de autoconfianza. Puede que algunos se sientan más fanfarrones de lo habitual o que se atrevan a tomar acciones fuera de su zona de confort… queda a vuestra interpretación (¿veremos por fin a Xana y Rauko en la portada de Salsearandir?). Alternativamente, puede que alguno se pregunte si no os habréis pasado un poco con la pobre dragona.
Aquellos que habéis ayudado a esclarecer el asunto de las armas: Confío en que no esperaseis una ovación. Así son las masas: veloces a la hora de culpar, no tanto para el agradecimiento. Tendréis suerte si alguno no os acusa de estar compinchados con los ladrones.
Sobre la apuesta de Anders: Corregidme si me equivoco. Entiendo que han participado en el juego Rauko, Alisha Lessard, Aradia Hazelmere, Valyria, Nayru, Asher Daregan y el propio Anders. Anders pone 50 aeros: Rauko, 200 aeros y una bolsa de biusas; Asher y las cuatro damas, ponen 1 aero por cabeza; con lo que el bote asciende a 255 aeros (no busquéis la bolsa de biusas, las matemáticas me dan hambre) y entiendo también que por runas, el ganador del premio es Asher. En conclusión, al cierre del evento, restaré 200 aeros a Rauko y uno a cada una de las damas participantes. Si Asher se acerca con su pelirrojo a reclamar el premio de Anders antes del cierre del evento, restaré al elfo 50 aeros y sumaré a Asher 254 (255 menos el aero que ponía él). De lo contrario, restaré un aero a Asher y sumaré 205 (255 menos 50) a Anders para que disponga de ellos como mejor guste. Todo esto, al margen de la recompensa del evento.
Edición: Tras recibir aclaración de Anders, sólo se tendrán en cuenta los 50 aeros que puso él mismo y los 200 que puso Rauko, ya que los demás no llegaron a acercarse a depositar su apuesta on-rol.
Eilydh: Puede que Enyale no haya aplastado a Aerandir, pero algo en tus entrañas te dice que Thanedir calla más de lo que cuenta. No seré yo quien decida qué valor le otorgas a esos instintos, pero no te quepa duda de que tú tampoco le has pasado inadvertida al viejo elfo.
Sango: Los dioses toman nota de tus teorías conspiranoicas, es decir, conspiratorias. Ándate con ojo, no sea que te acabe pasando lo que a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Fehu
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La sangre del enemigo empapaba mis cuernos, la voz de un hombre azul algaba mi... ¿figura? luego tendría que buscarlo y ver que más le interesaba.
La dragona ya no se movía, y no era para menos, en tan solo unos minutos había aparecido gente por todas partes, que parecían querer reclamar su parte de dragón apalizado.
Entonces algo cambió en la plaza, Minne pareció destellar, tan solo pude alzar la vista un instante antes de que el fogonazo me hiciera cerrar los ojos y el sonido, aquel estruendo fue como un trueno multiplicado por 100.
Cuando logré abrir los ojos el destello aun perduraba, veía pequeñas manchas blancas por todos lados y un cuerpo inerte colgando de mi cornamenta. La lunática dragona había vuelto a su forma humana, y ahora pendía de mi cuerno derecho enganchada por el cuello. Sacudí la cabeza para sacármela de encima y pude sentir como los huesos arañaban el cuerno al salir, la mujer cayó al suelo como si fuera un saco de patatas.
Los vítores comenzaron a oírse tras el círculo protector, habíamos logrado seguir con vida un día más. Lancé un rugido victorioso uniéndome así a la celebración y di media vuelta encarando la zona del ritual, impaciente, salté el anillo defensivo y en medio de la caída volví a mi forma humana.
-¡VEY! -Seguí repitiendo su nombre y apartando gente hasta que la encontré. -¡Lavey! -Corrí hacia mi hija y la estreché entre mis brazos. -Mi niña, ¿estás bien?
La rubia reía contenta y felicitaba a los hombres-bestia que tenía a su lado.
-Estoy perfectamente, he bailado con los elfos y acabo de salvar el mundo con el poder del amor.
-Ya... -Sonreí de medio lado ante el comentario, pero al levantar la vista se me borró. Aquellos dos individuos estuvieron en el ataque a ciudad Lagarto y uno de ellos casi mata a Lavey. -Vámonos de aquí. -Fruncí el ceño mirando al perro y acto seguido desvié la atención hacia Lavey. -Recuperemos nuestras cosas y volvamos con Zöe.
_____________
Off: Menciono a Tobias y Asher.
La dragona ya no se movía, y no era para menos, en tan solo unos minutos había aparecido gente por todas partes, que parecían querer reclamar su parte de dragón apalizado.
Entonces algo cambió en la plaza, Minne pareció destellar, tan solo pude alzar la vista un instante antes de que el fogonazo me hiciera cerrar los ojos y el sonido, aquel estruendo fue como un trueno multiplicado por 100.
Cuando logré abrir los ojos el destello aun perduraba, veía pequeñas manchas blancas por todos lados y un cuerpo inerte colgando de mi cornamenta. La lunática dragona había vuelto a su forma humana, y ahora pendía de mi cuerno derecho enganchada por el cuello. Sacudí la cabeza para sacármela de encima y pude sentir como los huesos arañaban el cuerno al salir, la mujer cayó al suelo como si fuera un saco de patatas.
Los vítores comenzaron a oírse tras el círculo protector, habíamos logrado seguir con vida un día más. Lancé un rugido victorioso uniéndome así a la celebración y di media vuelta encarando la zona del ritual, impaciente, salté el anillo defensivo y en medio de la caída volví a mi forma humana.
-¡VEY! -Seguí repitiendo su nombre y apartando gente hasta que la encontré. -¡Lavey! -Corrí hacia mi hija y la estreché entre mis brazos. -Mi niña, ¿estás bien?
La rubia reía contenta y felicitaba a los hombres-bestia que tenía a su lado.
-Estoy perfectamente, he bailado con los elfos y acabo de salvar el mundo con el poder del amor.
-Ya... -Sonreí de medio lado ante el comentario, pero al levantar la vista se me borró. Aquellos dos individuos estuvieron en el ataque a ciudad Lagarto y uno de ellos casi mata a Lavey. -Vámonos de aquí. -Fruncí el ceño mirando al perro y acto seguido desvié la atención hacia Lavey. -Recuperemos nuestras cosas y volvamos con Zöe.
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Off: Menciono a Tobias y Asher.
Reivy Abadder
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La situación con el anciano elfo se desarma aunque es algo de lo que Maquiavelo no puede tener totalmente el crédito, muchos personajes intervinieron en defensa del hombre y que suerte que lo hicieron.
El ritual sigue su curso, ahora con guardianes ilusorios y fantasmales, también con una multitud creciente de personajes sumándose. Se puede decir con propiedad que medio mundo aventurero aporta su energía para la salvación de Aerandir.
De repente pasa lo que todos esperan, un evento de salvación para el planeta por decirlo de algún modo. El fenómeno celeste estalla en mil pedazos que se precipitan desde el cielo en distintas direcciones.
Bien sabe Chimar que los pedazos pueden terminar en cualquier parte de Aerandir, no logra evitar imaginarse realizando una expedición para encontrar algunos fragmentos. Mente científico aventurera por sobre todo.
Canel se le acerca por un costado a lo que el genio le sujeta de manera fraternal con su brazo derecho. Es un bonito espectáculo, uno del que podrán estar orgullosos cuando su tiempo de partir llegue.
Que cansado me siento “bosteza sonoramente”.
Es natural con la magia “sonríe de manera juguetona, acción que se gana una despeinada por parte del inventor”.
Ciertamente Chim se siente agotado y con un hambre sobrenatural pero confía en los argumentos de su hermanito, si alguien sabe de cosas arcanas raras es el. Un poco de energía parece tributo aceptable por la salvación del planeta.
Asi que los rituales pueden hacer explotar fenómenos celestes… me pregunto si sirve con ciudades.
“Canel se le queda mirando con los ojos abiertos de par en par”.
Oye, hablo hipotéticamente jeje.
Vale “asiente más calmado” si se puede, es bastante fácil en realidad.
“Maquiavelo emula ahora el rostro anterior de su pariente por elección”.
Pasan algunos segundos antes de que ambos niños estallen en carcajadas, solo bromean como buenos enanos. Una cosa esta clara, la magia no deja de sorprender, incluso puede igualar a la ciencia algunas veces.
Te dije que habría buenos fuegos artificiales.
“El brujito asiente sonriente”.
El ritual sigue su curso, ahora con guardianes ilusorios y fantasmales, también con una multitud creciente de personajes sumándose. Se puede decir con propiedad que medio mundo aventurero aporta su energía para la salvación de Aerandir.
De repente pasa lo que todos esperan, un evento de salvación para el planeta por decirlo de algún modo. El fenómeno celeste estalla en mil pedazos que se precipitan desde el cielo en distintas direcciones.
Bien sabe Chimar que los pedazos pueden terminar en cualquier parte de Aerandir, no logra evitar imaginarse realizando una expedición para encontrar algunos fragmentos. Mente científico aventurera por sobre todo.
Canel se le acerca por un costado a lo que el genio le sujeta de manera fraternal con su brazo derecho. Es un bonito espectáculo, uno del que podrán estar orgullosos cuando su tiempo de partir llegue.
Que cansado me siento “bosteza sonoramente”.
Es natural con la magia “sonríe de manera juguetona, acción que se gana una despeinada por parte del inventor”.
Ciertamente Chim se siente agotado y con un hambre sobrenatural pero confía en los argumentos de su hermanito, si alguien sabe de cosas arcanas raras es el. Un poco de energía parece tributo aceptable por la salvación del planeta.
Asi que los rituales pueden hacer explotar fenómenos celestes… me pregunto si sirve con ciudades.
“Canel se le queda mirando con los ojos abiertos de par en par”.
Oye, hablo hipotéticamente jeje.
Vale “asiente más calmado” si se puede, es bastante fácil en realidad.
“Maquiavelo emula ahora el rostro anterior de su pariente por elección”.
Pasan algunos segundos antes de que ambos niños estallen en carcajadas, solo bromean como buenos enanos. Una cosa esta clara, la magia no deja de sorprender, incluso puede igualar a la ciencia algunas veces.
Te dije que habría buenos fuegos artificiales.
“El brujito asiente sonriente”.
Invitado
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Y un resplandor convirtió la noche en día por algunos segundos. Parecía el fin. Nada más lejos de aquello.
El ritual había sido un éxito. La gran cantidad de éter reunida había sido suficiente para derrotar a lo que algunos habían llamado "la voluntad de los dioses". Era... todo un evento. La enorme ovación fue ensordecedora, pero aún había algo que no dejaba de pasarme por la cabeza.
Si podíamos detener un cometa, ¿que más sería capaz de lograr un ritual de ese estilo?
Pero aquel no era el momento. Aquello merecía una celebración. Noté como algo tiraba de mi, o más bien, Syl me acercaba a su cara para compartir un beso. Hasta él estaba visiblemente emocionado. Casi podía oírle ronronear.
-Oh, pareces estar contento. ¿Ha pasado algo bueno?- bromeé, esbozando una sonrisa sarcástica.
Solo entonces nos dimos cuenta de la niña que había estado allí durante el ritual. Había estado... cantando. Había asumido que era para tranquilizarse, o algo por el estilo, aunque parecía extrañamente alegre. La que debía ser su madre apareció corriendo poco después.
Me detuve. Aquella mujer... me sonaba de algo, definitivamente. No, había algo más raro. Sacudí la cabeza. Estaba cansado, pero había jurado haber visto algo más... otra niña, quizás, pero había algo...
Examiné el éter de la zona. Se había despejado en gran medida, aunque aún era realmente intenso. Y había... algo más, un rastro de magia intensa y dificil de identificar. No era parte de lo que había visto en el ritual. En cierto modo, lo más parecido que había visto, era... Aquel objeto del 19.
Me llevé la mano a la cabeza. Demasiado por hoy. Fuese un objeto maldito o no, no era el momento ni el lugar.
-Ten cuidado.- le dije a la mujer, quizás algo torpemente. -Si he visto lo que creo... Mantente cerca de alguien en quien confíes. Es la única forma de no perderse.- Quizás no tuviese mucho sentido, sobre todo si me equivocaba. Pero era mejor decirlo. Demasiada gente había perdido la cordura por esos objetos. Aquellos que estaban solos, o con demasiado odio en si mismos, habían enloquecido más rápido.
Como Nate Halliman. Como Bosne.
Syl tiró de mi, alejándome del ritual. Me ofreció algo que beber, y me lo tomé sin preguntar. Lo reconocí poco después, aquella poción de energía... ayudó a despertarme, aunque no tenía el mismo impacto que siempre. Quizás fuese algo mágico, después de todo.
-Así que... ¿día salvado?- pregunté, sonriendo ligeramente.
-Aún falta recuperar las armas. Alguien las ha encontrado, parece.- apuntó el felino.
Caminamos de vuelta a las mesas donde las habían dejado. Tan solo era mi garra y mi armadura, pero seguían teniendo valor. Sin embargo, hubo algo a mitad de camino que me llamó la atención. Un pelirrojo... Había oído lo de la apuesta de antes, gritos sobre una daga invisible. Y un premio en dinero.
Me forcé a examinar su éter. Estaba de espaldas, pero podía verlo.
-Ese tipo de ahí... tiene una daga invisible en horizontal a su espalda, algo por encima de la cintura, del lado izquierdo. ¿Puedes robarsela?- pregunté, señalándolo. Syl frunció el ceño, pero finalmente asintió tentativamente. Rápidamente, se aproximó a su espalda y, tentando con la mano, cerró el puño en torno a un mango imaginario y lo retiró con un rápido movimiento mientras le ponía la zancadilla por detrás.
El pelirrojo cayó al suelo con un estrépito, pero para cuando se dio la vuelta, Syl ya estaba de nuevo junto a mi, sopesando el arma con la mano.
-...Que cosas más raras me pides.- dijo, presentando el arma. La tomé con cautela, y sonreí. -¿Para que es?-
-Una apuesta. Veamos cuanto acabamos de ganar.- sonreí.
Buscar a Anders no me supuso demasiado problema. Conocía tanto su olor como su éter, y no era de esos que evitaban llamar la atención. Me aproximé a él con una sonrisa.
-Eh, "anfitrión", tengo algo para ti.- llamé, presentando el objeto. Lo puse con cuidado sobre su mano. -No sé para que es, pero ahí tienes.- Cuando presentó el premio final, mi sonrisa se ensanchó. Era una bolsa considerablemente más pesada de lo que había supuesto. -Quédate la fruta, vamos bien con esto.- añadí, guiñándole un ojo y tendiéndole la bolsa a Syl.
Tras aquello, no quedaba mucho más. Recuperar mis cosas, despedirme de Tale, y volver con los Nómadas. En total, había sido una buena noche.
Interactuo con Reivy, reclamo mi premio (¡yay, capitalismo!) y hablo con Anders.
El ritual había sido un éxito. La gran cantidad de éter reunida había sido suficiente para derrotar a lo que algunos habían llamado "la voluntad de los dioses". Era... todo un evento. La enorme ovación fue ensordecedora, pero aún había algo que no dejaba de pasarme por la cabeza.
Si podíamos detener un cometa, ¿que más sería capaz de lograr un ritual de ese estilo?
Pero aquel no era el momento. Aquello merecía una celebración. Noté como algo tiraba de mi, o más bien, Syl me acercaba a su cara para compartir un beso. Hasta él estaba visiblemente emocionado. Casi podía oírle ronronear.
-Oh, pareces estar contento. ¿Ha pasado algo bueno?- bromeé, esbozando una sonrisa sarcástica.
Solo entonces nos dimos cuenta de la niña que había estado allí durante el ritual. Había estado... cantando. Había asumido que era para tranquilizarse, o algo por el estilo, aunque parecía extrañamente alegre. La que debía ser su madre apareció corriendo poco después.
Me detuve. Aquella mujer... me sonaba de algo, definitivamente. No, había algo más raro. Sacudí la cabeza. Estaba cansado, pero había jurado haber visto algo más... otra niña, quizás, pero había algo...
Examiné el éter de la zona. Se había despejado en gran medida, aunque aún era realmente intenso. Y había... algo más, un rastro de magia intensa y dificil de identificar. No era parte de lo que había visto en el ritual. En cierto modo, lo más parecido que había visto, era... Aquel objeto del 19.
Me llevé la mano a la cabeza. Demasiado por hoy. Fuese un objeto maldito o no, no era el momento ni el lugar.
-Ten cuidado.- le dije a la mujer, quizás algo torpemente. -Si he visto lo que creo... Mantente cerca de alguien en quien confíes. Es la única forma de no perderse.- Quizás no tuviese mucho sentido, sobre todo si me equivocaba. Pero era mejor decirlo. Demasiada gente había perdido la cordura por esos objetos. Aquellos que estaban solos, o con demasiado odio en si mismos, habían enloquecido más rápido.
Como Nate Halliman. Como Bosne.
Syl tiró de mi, alejándome del ritual. Me ofreció algo que beber, y me lo tomé sin preguntar. Lo reconocí poco después, aquella poción de energía... ayudó a despertarme, aunque no tenía el mismo impacto que siempre. Quizás fuese algo mágico, después de todo.
-Así que... ¿día salvado?- pregunté, sonriendo ligeramente.
-Aún falta recuperar las armas. Alguien las ha encontrado, parece.- apuntó el felino.
Caminamos de vuelta a las mesas donde las habían dejado. Tan solo era mi garra y mi armadura, pero seguían teniendo valor. Sin embargo, hubo algo a mitad de camino que me llamó la atención. Un pelirrojo... Había oído lo de la apuesta de antes, gritos sobre una daga invisible. Y un premio en dinero.
Me forcé a examinar su éter. Estaba de espaldas, pero podía verlo.
-Ese tipo de ahí... tiene una daga invisible en horizontal a su espalda, algo por encima de la cintura, del lado izquierdo. ¿Puedes robarsela?- pregunté, señalándolo. Syl frunció el ceño, pero finalmente asintió tentativamente. Rápidamente, se aproximó a su espalda y, tentando con la mano, cerró el puño en torno a un mango imaginario y lo retiró con un rápido movimiento mientras le ponía la zancadilla por detrás.
El pelirrojo cayó al suelo con un estrépito, pero para cuando se dio la vuelta, Syl ya estaba de nuevo junto a mi, sopesando el arma con la mano.
-...Que cosas más raras me pides.- dijo, presentando el arma. La tomé con cautela, y sonreí. -¿Para que es?-
-Una apuesta. Veamos cuanto acabamos de ganar.- sonreí.
Buscar a Anders no me supuso demasiado problema. Conocía tanto su olor como su éter, y no era de esos que evitaban llamar la atención. Me aproximé a él con una sonrisa.
-Eh, "anfitrión", tengo algo para ti.- llamé, presentando el objeto. Lo puse con cuidado sobre su mano. -No sé para que es, pero ahí tienes.- Cuando presentó el premio final, mi sonrisa se ensanchó. Era una bolsa considerablemente más pesada de lo que había supuesto. -Quédate la fruta, vamos bien con esto.- añadí, guiñándole un ojo y tendiéndole la bolsa a Syl.
Tras aquello, no quedaba mucho más. Recuperar mis cosas, despedirme de Tale, y volver con los Nómadas. En total, había sido una buena noche.
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Interactuo con Reivy, reclamo mi premio (¡yay, capitalismo!) y hablo con Anders.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Alcé la vista al cielo y contemplé una lluvia de estrellas que me paralizó por completo. Mientras contemplaba ese precioso acontecimiento, no pude evitar pensar en Astralia, la chica que había conocido un rato antes en la fiesta: no sólo la estrella había estado a punto de caer sobre nosotros tal y cómo le había dicho en nuestra conversación, sino que además ahora el astro se había roto en millones de piezas que caerían sobre la superficie de Aerandir. Aquellos sí que eran "trozos de estrellas".
Volví hasta la plaza con una sonrisa en la cara. Allí, el carro había vuelto con algunas de las armas que habíamos conseguido recuperar. Me abrí paso entre la muchedumbre, en dirección al lugar dónde se encontraba la comitiva de Baslodia. En mi mano derecha, Santuario brillaba, reflejándose en ella las espectaculares luces de aquel cielo nocturno.
La comandante Gila estaba sentada, triste, muy enfadada. Ya había buscado a Santuario en el carro, pero no la había encontrado. A su alrededor, varios hombres de la ciudad: algunos de ellos habían encontrado sus armas, pero se mantenían serios a causa de la rabia de su líder.
- Comandante Gila, le devuelvo a Santuario- dije, tras llegar frente a ella, a unos tres metros.
La mujer levantó la vista y al ver su espada, el rostro le cambió por completo. Dio unos pasos hacia mí y la cogió de mi mano. Comprobó que se encontraba en buen estado y sonreía, feliz. Luego, contempló el anillo plateado con una amatista en mi mano. El anillo de protección de la Casa Burzán, algo que la sorprendió y decepcionó a partes iguales.
- Comandante, ¿está segura de que su héroe no ha tenido nada que ver en el robo de las armas?
No hizo falta girarme para saber que se trataba del mismo hombre que me había acusado anteriormente de robarlas. Contemplé el rostro de la mujer, que me miraba de cerca. Alcé las cejas, mirándola con descaro evidente, esperando su respuesta. Aunque la vi dudar, durante unos segundos.
- ¡Pareces obsesionado conmigo!- le dije al hombre, antes de que la Comandante abriese la boca, aunque sin molestarme en mirarle directamente- Deberías haber buscado el carro de las armas, haber seguido su rastro, haber matado al hombre que portaba Santuario con tus propias manos y habérsela traído tú mismo si tanto admiras a esta mujer. Pero, ¿qué hiciste? ¡Nada! Una líder cómo ella no merece hombres cómo tú.
- Si crees que tus palabras...
- ¡Cállate ya, joder!- gritó Gila, con su fiera voz de mujer madura, al impertinente hombre de su comitiva- ¡No quiero verte abrir tu boca en lo que queda de noche!
A mi espalda, escuché los pasos del hombre, alejándose visiblemente enfadado. Mantuve la mirada en la líder baslodiana.
- Gracias. Me hiciste un gran favor. Mañana podremos...
- No lo creo, Comandante.- dije, sin dejarla terminar- Tengo una importante misión al Oeste y partiré enseguida. No quiero pasar más tiempo aquí, con un grupo de gente que parece desconfiar de mis intenciones. Si me disculpa...
Al girarme vi los rostros de algunos miembros de la comitiva. Supe enseguida que algunos creían en mi historia y me felicitaron. Mientras tanto, la gran mayoría de ellos parecían desconfiar de mi relato. El anillo de protección de la Casa Burzán en mi mano derecha tampoco facilitaba demasiado las cosas. La Dama Burzán tenía mala reputación en la ciudad y yo era uno de sus protegidos. Los Gila y los Burzán no se llevaban especialmente bien.
Tras mirar de nuevo las impresionantes columnas de la Plaza de la Alianza, dignas del máximo respeto y esplendor, decidí poner rumbo al oeste, bajo aquel cielo que continuaba brillando. Tenía una misión [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y quería poner rumbo allí cuánto antes.
Volví hasta la plaza con una sonrisa en la cara. Allí, el carro había vuelto con algunas de las armas que habíamos conseguido recuperar. Me abrí paso entre la muchedumbre, en dirección al lugar dónde se encontraba la comitiva de Baslodia. En mi mano derecha, Santuario brillaba, reflejándose en ella las espectaculares luces de aquel cielo nocturno.
La comandante Gila estaba sentada, triste, muy enfadada. Ya había buscado a Santuario en el carro, pero no la había encontrado. A su alrededor, varios hombres de la ciudad: algunos de ellos habían encontrado sus armas, pero se mantenían serios a causa de la rabia de su líder.
- Comandante Gila, le devuelvo a Santuario- dije, tras llegar frente a ella, a unos tres metros.
La mujer levantó la vista y al ver su espada, el rostro le cambió por completo. Dio unos pasos hacia mí y la cogió de mi mano. Comprobó que se encontraba en buen estado y sonreía, feliz. Luego, contempló el anillo plateado con una amatista en mi mano. El anillo de protección de la Casa Burzán, algo que la sorprendió y decepcionó a partes iguales.
- Comandante, ¿está segura de que su héroe no ha tenido nada que ver en el robo de las armas?
No hizo falta girarme para saber que se trataba del mismo hombre que me había acusado anteriormente de robarlas. Contemplé el rostro de la mujer, que me miraba de cerca. Alcé las cejas, mirándola con descaro evidente, esperando su respuesta. Aunque la vi dudar, durante unos segundos.
- ¡Pareces obsesionado conmigo!- le dije al hombre, antes de que la Comandante abriese la boca, aunque sin molestarme en mirarle directamente- Deberías haber buscado el carro de las armas, haber seguido su rastro, haber matado al hombre que portaba Santuario con tus propias manos y habérsela traído tú mismo si tanto admiras a esta mujer. Pero, ¿qué hiciste? ¡Nada! Una líder cómo ella no merece hombres cómo tú.
- Si crees que tus palabras...
- ¡Cállate ya, joder!- gritó Gila, con su fiera voz de mujer madura, al impertinente hombre de su comitiva- ¡No quiero verte abrir tu boca en lo que queda de noche!
A mi espalda, escuché los pasos del hombre, alejándose visiblemente enfadado. Mantuve la mirada en la líder baslodiana.
- Gracias. Me hiciste un gran favor. Mañana podremos...
- No lo creo, Comandante.- dije, sin dejarla terminar- Tengo una importante misión al Oeste y partiré enseguida. No quiero pasar más tiempo aquí, con un grupo de gente que parece desconfiar de mis intenciones. Si me disculpa...
Al girarme vi los rostros de algunos miembros de la comitiva. Supe enseguida que algunos creían en mi historia y me felicitaron. Mientras tanto, la gran mayoría de ellos parecían desconfiar de mi relato. El anillo de protección de la Casa Burzán en mi mano derecha tampoco facilitaba demasiado las cosas. La Dama Burzán tenía mala reputación en la ciudad y yo era uno de sus protegidos. Los Gila y los Burzán no se llevaban especialmente bien.
Tras mirar de nuevo las impresionantes columnas de la Plaza de la Alianza, dignas del máximo respeto y esplendor, decidí poner rumbo al oeste, bajo aquel cielo que continuaba brillando. Tenía una misión [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y quería poner rumbo allí cuánto antes.
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Por mi parte, pongo fin al evento marchando hacia las Tierras del Oeste.
En el post, he dejado la puerta abierta a cualquier posibilidad de consecuencia negativa por haber participado en la recuperación de las armas... tal como indicó el máster.
¡Que los Dioses nos sonrían!
Eden
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
¿Quién era aquel elfo desconocido y por qué intentaba darle lecciones de moralidad?¿Era tan solo el hecho de que estuviese del lado de Helena lo que la había puesto de mal humor, o el que de pronto todos habían decidido forzarla a creer lo que la mayoría creía y unirse de manera inconsciente al ritual o al asesinato de la pobre dragona? A Helena y el elfo se le unió otro hombre que la urgía a reconsiderar sus valores y dejar al ritual continuar.
Eilydh estaba malhumorada, pero no tuvo tiempo para dar rienda suelta a su recién adquirido humor, ni siquiera para contestar a nadie, pues el cielo entró en ebullición. Sobre su cabeza las luces iluminaban el cielo sobre ellos, creando sombras y luces entre los presentes que vieron como si ritual surtía efecto, o aquello dijo Thanedir, pero... ¿Lo había hecho? La plaza estalló en vítores y una pregunta sorda quedó ahogada por el bullicio en los labios de la elfa, que había guardado al sable pero tenía intención de investigar un poco a aquel elfo viejo y su procedencia. Temía acercarse demasiado al fuego, pues su propia cabeza tenía precio entre los de su raza, pero creyó ver un atisbo de algo más que alegría en la sonrisa del viejo.
Y Eilydh era una experta en sonrisas falsas.
Cuando quiso darse cuenta el hombre se había evaporado y perdido en la nada. Vió como su túnica se perdía entre la multitud e intentó seguirlo por algunos metros intentando pillarlo sin protección y al menos lanzarle unas preguntas directas y con respuestas fáciles, pues esas, creía la elfa, eran las que más costaban responder si mentías. Ella lo sabía bastante bien.
Miró por un momento a Matt Owens y a sus conocidos de ciudad lagarto, celebrando que el cometa nunca llegó a tocarlos y el orgullo que había sido oculto por la lluvia de luces resurgió en su rostro.Agarró su daga tornasol y su armadura uniéndose a una multitud contenta de recuperar sus armas y decidió que no estaba de humor para caminar de vuelta con nadie,
Dejó a los demás en aquella celebración y caminó por donde había visto irse al elfo viejo, con piernas tan ancianas, no podría andar muy lejos.
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Eilydh intenta seguir al anciano que ayudó en el ritual, es mi manera de abandonar el evento. Menciono a varios que intentaron impedirme que cuestionase a Thanedir entre ellos Helena, Tobias, Elian...
Gran evento, me divertí mucho roleando.
Eilydh estaba malhumorada, pero no tuvo tiempo para dar rienda suelta a su recién adquirido humor, ni siquiera para contestar a nadie, pues el cielo entró en ebullición. Sobre su cabeza las luces iluminaban el cielo sobre ellos, creando sombras y luces entre los presentes que vieron como si ritual surtía efecto, o aquello dijo Thanedir, pero... ¿Lo había hecho? La plaza estalló en vítores y una pregunta sorda quedó ahogada por el bullicio en los labios de la elfa, que había guardado al sable pero tenía intención de investigar un poco a aquel elfo viejo y su procedencia. Temía acercarse demasiado al fuego, pues su propia cabeza tenía precio entre los de su raza, pero creyó ver un atisbo de algo más que alegría en la sonrisa del viejo.
Y Eilydh era una experta en sonrisas falsas.
Cuando quiso darse cuenta el hombre se había evaporado y perdido en la nada. Vió como su túnica se perdía entre la multitud e intentó seguirlo por algunos metros intentando pillarlo sin protección y al menos lanzarle unas preguntas directas y con respuestas fáciles, pues esas, creía la elfa, eran las que más costaban responder si mentías. Ella lo sabía bastante bien.
Miró por un momento a Matt Owens y a sus conocidos de ciudad lagarto, celebrando que el cometa nunca llegó a tocarlos y el orgullo que había sido oculto por la lluvia de luces resurgió en su rostro.Agarró su daga tornasol y su armadura uniéndose a una multitud contenta de recuperar sus armas y decidió que no estaba de humor para caminar de vuelta con nadie,
Dejó a los demás en aquella celebración y caminó por donde había visto irse al elfo viejo, con piernas tan ancianas, no podría andar muy lejos.
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Eilydh intenta seguir al anciano que ayudó en el ritual, es mi manera de abandonar el evento. Menciono a varios que intentaron impedirme que cuestionase a Thanedir entre ellos Helena, Tobias, Elian...
Gran evento, me divertí mucho roleando.
Eilydh
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Pocas explicaciones había dado el anciano sobre los pormenores de aquel ritual, mucho menos sobre los orígenes del mismo o de sobre cómo había obtenido aquel conocimiento y tal certeza sobre los resultados de aquel fenómeno, que para la gran mayoría no había sido hasta el momento si no una señal divina acreedora de tantas lecturas diferentes como ideas había en el mundo y poco más. ¿Acaso aquello ya había acontecido más veces en el pasado? ¿Había textos hablando de ello y de lo ocurrido después? ¿A qué clan pertenecía y cómo era que tal sabiduría no había sido compartida al menos entre los líderes de Sandorai?
Definitivamente la caída de una estrella no debía de ser algo sencillo de olvidar o considerado como algo tan irrelevante como para que no existiesen aunque fuera cuentos, leyendas, historias y algunos registros.¿Qué habría pasado si en lugar de haber sido un anciano elfo rodeado de un aura venerable, hubiese llegado un joven imberbe advirtiéndoles del peligro? Muy probablemente ni siquiera la comitiva del bosque le habría prestado demasiado atención y entonces...
Entonces en lugar de celebrando y vitoreando, estarían amontonando cientos de cuerpos sin vida...si es que quedaban pedazos de los allí reunidos del tamaño suficiente para ello. Un espectáculo dantesco muy diferente a la bella aunque inquietante lluvia de fuego que contemplaban ahora. La cuál, a pesar de los acontecimientos, sin duda seguía prestándose a ser considera como un presagio.
-Parece que ya a nadie le quedan muchas ganas de seguir tratando de buscar pelea contra nosotros.- Interrumpió sus pensamientos Catherine, llegando hasta ella y viéndola sentada en el suelo y mirando hacia el cielo, perdida en sus pensamientos. -Deberíamos cobrarles por salvarles el culo a pesar de sus intentos por suicidarse. Nos hemos librado por un pelo.- Añadió la felina sentándose a su lado y contemplando también el cielo.
-Y pensar que solo unos minutos antes estábamos preocupados únicamente por nuestras cosas, y antes de eso celebrando tranquilamente...Da que pensar...- Asintió la sacerdotisa, centrando sus pensamientos en lo pequeños que eran al lado de semejantes eventos y fuerzas. -¿Era una señal? ¿Una prueba? Solo juntos hemos podido tener éxito...-
-Ummm, la única prueba en la que quiero pensar tras esto es la de ver si puedo comerme una cuádruple ración de carne asada sin reventar en el intento. Ya sabes, si vuelve a pasar, que me pille con el estómago bien lleno.- Sonrió la felina. Níniel no pudo si no asentir ante la filosofía tras aquellas simples palabras.
-Creo que...voy a acompañarte en esa prueba. Me parece que el ritual ha sido muy exigente.- Convino entonces la sacerdotisa, levantándose del suelo con ayuda de su hermana y sintiendo que necesitaba urgentemente comer y beber algo. Al ser posible en la parte más tranquila de aquel recinto. -¿Vienes, Vinc. Creo que también te vendrá bien terminar la comida que dejamos a medias.- Invitó al brujo, que sin duda debía de sentirse tan agotada como ella.
-Así se habla. Vincent paga.- Asintió la pelirroja.
De camino a alguno de los puestos que retomaban su actividad, ambas jóvenes tendrían ocasión de recuperar sus objetos sustraídos. Gracias por lo visto al trabajo de un segundo grupo de asistentes que habían preferido dedicar sus esfuerzos en robar a los ladrones en lugar de en un ritual arcano milagroso. Los monjes dragón sin duda estarían en deuda con ellos por sus acciones, pues bien podían haberles salvado de desembolsar ingentes cantidades de dinero o incluso de perder sus cabezas. Y es que por mucho que hubiesen colaborado todos juntos, o casi, para evitar una catástrofe con éxito...
Definitivamente la caída de una estrella no debía de ser algo sencillo de olvidar o considerado como algo tan irrelevante como para que no existiesen aunque fuera cuentos, leyendas, historias y algunos registros.¿Qué habría pasado si en lugar de haber sido un anciano elfo rodeado de un aura venerable, hubiese llegado un joven imberbe advirtiéndoles del peligro? Muy probablemente ni siquiera la comitiva del bosque le habría prestado demasiado atención y entonces...
Entonces en lugar de celebrando y vitoreando, estarían amontonando cientos de cuerpos sin vida...si es que quedaban pedazos de los allí reunidos del tamaño suficiente para ello. Un espectáculo dantesco muy diferente a la bella aunque inquietante lluvia de fuego que contemplaban ahora. La cuál, a pesar de los acontecimientos, sin duda seguía prestándose a ser considera como un presagio.
-Parece que ya a nadie le quedan muchas ganas de seguir tratando de buscar pelea contra nosotros.- Interrumpió sus pensamientos Catherine, llegando hasta ella y viéndola sentada en el suelo y mirando hacia el cielo, perdida en sus pensamientos. -Deberíamos cobrarles por salvarles el culo a pesar de sus intentos por suicidarse. Nos hemos librado por un pelo.- Añadió la felina sentándose a su lado y contemplando también el cielo.
-Y pensar que solo unos minutos antes estábamos preocupados únicamente por nuestras cosas, y antes de eso celebrando tranquilamente...Da que pensar...- Asintió la sacerdotisa, centrando sus pensamientos en lo pequeños que eran al lado de semejantes eventos y fuerzas. -¿Era una señal? ¿Una prueba? Solo juntos hemos podido tener éxito...-
-Ummm, la única prueba en la que quiero pensar tras esto es la de ver si puedo comerme una cuádruple ración de carne asada sin reventar en el intento. Ya sabes, si vuelve a pasar, que me pille con el estómago bien lleno.- Sonrió la felina. Níniel no pudo si no asentir ante la filosofía tras aquellas simples palabras.
-Creo que...voy a acompañarte en esa prueba. Me parece que el ritual ha sido muy exigente.- Convino entonces la sacerdotisa, levantándose del suelo con ayuda de su hermana y sintiendo que necesitaba urgentemente comer y beber algo. Al ser posible en la parte más tranquila de aquel recinto. -¿Vienes, Vinc. Creo que también te vendrá bien terminar la comida que dejamos a medias.- Invitó al brujo, que sin duda debía de sentirse tan agotada como ella.
-Así se habla. Vincent paga.- Asintió la pelirroja.
De camino a alguno de los puestos que retomaban su actividad, ambas jóvenes tendrían ocasión de recuperar sus objetos sustraídos. Gracias por lo visto al trabajo de un segundo grupo de asistentes que habían preferido dedicar sus esfuerzos en robar a los ladrones en lugar de en un ritual arcano milagroso. Los monjes dragón sin duda estarían en deuda con ellos por sus acciones, pues bien podían haberles salvado de desembolsar ingentes cantidades de dinero o incluso de perder sus cabezas. Y es que por mucho que hubiesen colaborado todos juntos, o casi, para evitar una catástrofe con éxito...
Níniel Thenidiel
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Bajó ambas manos al ver como la figura de la dragona cambiaba lentamente hasta volver a adquirir su forma humana. De hecho, lo había hecho tan pronto como la marabunta de asistentes comenzaron a lanzarse contra la mujer.
Por un lado, estaba bien ver que todos eran capaces de trabajar por un bien común de cuando en cuando: habían parado a aquella cosa, ya no iba a aplastarles un ente caído del cielo y habían protegido a quienes habían intentado realizar el ritual.
Por otro… era algo excesivo. No había pretendido… matarla al intentar detenerla.
Solo quería eso, detenerla, hacerla parar el tiempo suficiente como para dejarles a los demás trabajar. Quizás si hubiese tomado la iniciativa lo podría haber conseguido, tenía el guantelete de su parte después de todo.
Se llevó la mano que vestía dicho guantelete hasta la cara, pensativo.
- ¿Mortal? – Se giró hacía Lyn. - ¿Todo bien? – Eltrant esbozó una sonrisa cansada y se limitó a asentir, agotado. – Sí… - dijo la vampiresa al ver la expresión del castaño. - Ha sido una noche… larga. – Aseguró al final, mirando el cuerpo sin vida de la dragona. – No suelo decir mucho esto… pero tengo ganas de que amanezca de una vez. - En ese instante, el mismo hombre al que habían acusado momentos atrás de tener una de sus armas se acercó y le informó que ya habían encontrado las armas.
Arqueando las cejas, algo sorprendido por como todo parecía haberse resuelto al mismo tiempo, asintió con suavidad al desconocido.
- Gracias. – Le dijo Eltrant de vuelta, viéndole alejarse. Parecía un buen tipo.
Cuando volvieron a estar solos, tomó aire de nuevo, profundamente, y se giró hacía la ojiazul.
- ¿Vamos? – Preguntó, yendo hacia dónde estaban sus cosas. La vampiresa, tras lanzar una última mirada al lugar en el que estaba el cadáver, asintió y siguió a su acompañante.
Se abrió paso entre la multitud que recuperaba sus cosas de las mesas, llevándose algún que otro codazo en el proceso, y llegó hasta el lugar en el que se habían dejado a Olvido, Recuerdo y el resto de su indumentaria.
Respirando profundamente, alargó la mano hacia la gigantesca espada plateada y la desenvainó un mínimo, prácticamente en un acto reflejo, observando tímidamente el acero cubierto de aire que descansaba en el interior de la vaina.
Sin mediar palabra con ninguno de los presentes, tomó sus armas pobremente, y se alejó hasta un lugar apartado de la plazoleta, dónde se dejó caer pesadamente y alzó la mirada hacia el cielo, dónde una miríada de puntitos blanquecinos dibujaban una escena que parecía salida de las mismas novelas de aventuras que leía cuando era pequeño.
- ¿Vas a llorar? – Le dijo Lyn señalando al equipo que descansaba junto al castaño, sentándose a continuación a su lado al mismo tiempo que se abrazaba las rodillas. – Quiero decir, no te culparía. – Añadió riendo en voz baja. – He visto como le hablas a esas cosas. – Eltrant no respondió inmediatamente.
- No hablo con mis cosas... – Musitó. - No siempre. - Añadió, cerrando los ojos y apoyando la cabeza en la piedra que tenía tras él.
- Bueno, vale. Ya paro. – Aseguró Lyn, viendo que su compañero no tenía demasiadas ganas de conversación. – Te has reencontrado con tu amada armadura y todo eso… - Se encogió de hombros. - ¿Quién soy yo para interponerme en el camino del amor verdadero, Mortal? – Aquella última pregunta hizo que una sonrisa se apareciese tímidamente en el rostro de Eltrant.
- No tienes gracia. – Le dijo girándose, dándole la espalda a la mujer.
- Ya, ya. Lo que pasa es que eres un soso. – Lyn abrochó y desabrochó las correas de sus botas de forma intermitente, esbozando una sonrisa mordaz.
Off: Mini-interacción con Tobias ^^
Por un lado, estaba bien ver que todos eran capaces de trabajar por un bien común de cuando en cuando: habían parado a aquella cosa, ya no iba a aplastarles un ente caído del cielo y habían protegido a quienes habían intentado realizar el ritual.
Por otro… era algo excesivo. No había pretendido… matarla al intentar detenerla.
Solo quería eso, detenerla, hacerla parar el tiempo suficiente como para dejarles a los demás trabajar. Quizás si hubiese tomado la iniciativa lo podría haber conseguido, tenía el guantelete de su parte después de todo.
Se llevó la mano que vestía dicho guantelete hasta la cara, pensativo.
- ¿Mortal? – Se giró hacía Lyn. - ¿Todo bien? – Eltrant esbozó una sonrisa cansada y se limitó a asentir, agotado. – Sí… - dijo la vampiresa al ver la expresión del castaño. - Ha sido una noche… larga. – Aseguró al final, mirando el cuerpo sin vida de la dragona. – No suelo decir mucho esto… pero tengo ganas de que amanezca de una vez. - En ese instante, el mismo hombre al que habían acusado momentos atrás de tener una de sus armas se acercó y le informó que ya habían encontrado las armas.
Arqueando las cejas, algo sorprendido por como todo parecía haberse resuelto al mismo tiempo, asintió con suavidad al desconocido.
- Gracias. – Le dijo Eltrant de vuelta, viéndole alejarse. Parecía un buen tipo.
Cuando volvieron a estar solos, tomó aire de nuevo, profundamente, y se giró hacía la ojiazul.
- ¿Vamos? – Preguntó, yendo hacia dónde estaban sus cosas. La vampiresa, tras lanzar una última mirada al lugar en el que estaba el cadáver, asintió y siguió a su acompañante.
Se abrió paso entre la multitud que recuperaba sus cosas de las mesas, llevándose algún que otro codazo en el proceso, y llegó hasta el lugar en el que se habían dejado a Olvido, Recuerdo y el resto de su indumentaria.
Respirando profundamente, alargó la mano hacia la gigantesca espada plateada y la desenvainó un mínimo, prácticamente en un acto reflejo, observando tímidamente el acero cubierto de aire que descansaba en el interior de la vaina.
Sin mediar palabra con ninguno de los presentes, tomó sus armas pobremente, y se alejó hasta un lugar apartado de la plazoleta, dónde se dejó caer pesadamente y alzó la mirada hacia el cielo, dónde una miríada de puntitos blanquecinos dibujaban una escena que parecía salida de las mismas novelas de aventuras que leía cuando era pequeño.
- ¿Vas a llorar? – Le dijo Lyn señalando al equipo que descansaba junto al castaño, sentándose a continuación a su lado al mismo tiempo que se abrazaba las rodillas. – Quiero decir, no te culparía. – Añadió riendo en voz baja. – He visto como le hablas a esas cosas. – Eltrant no respondió inmediatamente.
- No hablo con mis cosas... – Musitó. - No siempre. - Añadió, cerrando los ojos y apoyando la cabeza en la piedra que tenía tras él.
- Bueno, vale. Ya paro. – Aseguró Lyn, viendo que su compañero no tenía demasiadas ganas de conversación. – Te has reencontrado con tu amada armadura y todo eso… - Se encogió de hombros. - ¿Quién soy yo para interponerme en el camino del amor verdadero, Mortal? – Aquella última pregunta hizo que una sonrisa se apareciese tímidamente en el rostro de Eltrant.
- No tienes gracia. – Le dijo girándose, dándole la espalda a la mujer.
- Ya, ya. Lo que pasa es que eres un soso. – Lyn abrochó y desabrochó las correas de sus botas de forma intermitente, esbozando una sonrisa mordaz.
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Eltrant Tale
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Mis pensamientos sobre la indiferencia de la elfa ante mis palabras fueron cortados por un estallido en el cielo. Al girarme una gama de colores surcaba los cielos como aves migrando, los fragmentos de lo que una vez fue Minne se esparcían por todo el firmamento, ahora lentamente caían hacia Aerandir. El destino que le aguardaba a todas esas partes de un cometa que amenazó con la destrucción de Aerandir, era incierto. Algunos deslumbrados y otros maravillados ante tal espectáculo, festejaban por la vida llevando sus tarros y copas al aire, mientras toda la plaza volvía a ser una fiesta.
Luego de ver esa estela de luces fugaces, volví a lo mío. La elfa que antes se encontraba al lado mío, se había esfumado, pero no solo ella. Aquel elfo anciano también. Quizá ahora le debía una pequeña disculpa o darle la razón inmediata por desconfiar del elfo. «¿Quién salvaría Aerandir y se iría corriendo sin más?». Por suerte, logré ver por donde se metían esos dos.
Al pensar sobre el elfo y aquel ritual. «¿Si quiera ayudé?» El tipo de magia que había usado era todo un misterio, y por los momento no me sentía cansado ni sentía ninguna falta de éter. Dejé de pensar en eso y fui a por mi arma.
Estando frente a la gran mesa donde se suponía habían puesto mi sable, media mesa estaba tangible y visible, y la otra no. Supuse que el hechizo tardaría en perder fuerzas por la acumulación tan grande de éter en la zona. Curiosamente logré distinguir mi sable de entre los objetos, la empuñadura por lo menos. Cuando lo alcé, el resto del sable parecía estar aún bajo los efectos del encantamiento, pero al sacarlo poco a poco de la mesa, este volvió a estar completamente visible. «Lindo truco.»
A mí lado, la gente seguía su vida como cualquier otra noche. Aquel señor de los mandobles tomaba su equipamiento y se iba junto con la mujer pálida que me había abordado horas antes. Del otro lado un perro y un gato hablaban. Todos volvían a sus hábitos. Aerandir parecía eso, un sitio donde abruptamente te encuentras al borde de la muerte y el fin del mundo, pierdes tus armas y un dragón se enfurece, y luego, todos están felices sin preocuparse de todo lo que ha pasado. Poco me solía juntar con gente fuera del mar, pero si las cosas eran así. Tampoco me molestaría unirme otra vez a una de esta celebraciones.
Mientras caminaba sin rumbo, comenzó a dolerme el brazo. Aquella mordida hecha en el altercado solo para proteger a la rubia esa de... Bueno, yo mismo me lo había buscado. Eché un rápido vistazo al suelo y vi un borracho con una túnica tirado en el piso, aproveché su estado y sus ropas para cortarlas y hacer una especie de venda improvisada, aunque de medicina no sepa nada, había visto muchas veces las vendas para no saber amarrarme una tela en el brazo.
Mi siguiente destino no estaba claro. Sentía curiosidad por el tema del elfo y quizá aún tenía tiempo para seguirlos y ver que podría saber. Aunque una parte de mí me decía que ya estaba bueno por hoy y que era mejor solamente irme...
———————
Menciono a Eilydh, Eltrant, Asher y Syl.
Luego de ver esa estela de luces fugaces, volví a lo mío. La elfa que antes se encontraba al lado mío, se había esfumado, pero no solo ella. Aquel elfo anciano también. Quizá ahora le debía una pequeña disculpa o darle la razón inmediata por desconfiar del elfo. «¿Quién salvaría Aerandir y se iría corriendo sin más?». Por suerte, logré ver por donde se metían esos dos.
Al pensar sobre el elfo y aquel ritual. «¿Si quiera ayudé?» El tipo de magia que había usado era todo un misterio, y por los momento no me sentía cansado ni sentía ninguna falta de éter. Dejé de pensar en eso y fui a por mi arma.
Estando frente a la gran mesa donde se suponía habían puesto mi sable, media mesa estaba tangible y visible, y la otra no. Supuse que el hechizo tardaría en perder fuerzas por la acumulación tan grande de éter en la zona. Curiosamente logré distinguir mi sable de entre los objetos, la empuñadura por lo menos. Cuando lo alcé, el resto del sable parecía estar aún bajo los efectos del encantamiento, pero al sacarlo poco a poco de la mesa, este volvió a estar completamente visible. «Lindo truco.»
A mí lado, la gente seguía su vida como cualquier otra noche. Aquel señor de los mandobles tomaba su equipamiento y se iba junto con la mujer pálida que me había abordado horas antes. Del otro lado un perro y un gato hablaban. Todos volvían a sus hábitos. Aerandir parecía eso, un sitio donde abruptamente te encuentras al borde de la muerte y el fin del mundo, pierdes tus armas y un dragón se enfurece, y luego, todos están felices sin preocuparse de todo lo que ha pasado. Poco me solía juntar con gente fuera del mar, pero si las cosas eran así. Tampoco me molestaría unirme otra vez a una de esta celebraciones.
Mientras caminaba sin rumbo, comenzó a dolerme el brazo. Aquella mordida hecha en el altercado solo para proteger a la rubia esa de... Bueno, yo mismo me lo había buscado. Eché un rápido vistazo al suelo y vi un borracho con una túnica tirado en el piso, aproveché su estado y sus ropas para cortarlas y hacer una especie de venda improvisada, aunque de medicina no sepa nada, había visto muchas veces las vendas para no saber amarrarme una tela en el brazo.
Mi siguiente destino no estaba claro. Sentía curiosidad por el tema del elfo y quizá aún tenía tiempo para seguirlos y ver que podría saber. Aunque una parte de mí me decía que ya estaba bueno por hoy y que era mejor solamente irme...
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Tobias Pharra
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
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El anciano elfo que había promovido aquel ritual era alguien místico, y no en un sentido mágico, sino simplemente misterioso. Para Vinc, y seguramente para muchos de los presentes, aquel tipo que había salido de la nada era una figura llena de preguntas y misterios, más que de respuesta. Más, pese a cualquier desconfianza que pudiera nadie albergar, ¿qué otra cosa se podía hacer?
Era verdad que aquella estrella cada día era más grande, y que aquella misma noche había aumentado de tamaño una vez más. En esa parte el elfo no parecía mentir, así pues, si aquel ritual era una farsa o una mentira, o algo aún peor…
El brujo mercenario no hallaba nada en el interior de su mente que pudiera ser peor que morir irremediablemente cuando la estrella impactara contra Aerandir. Esa era la principal razón por la que había accedido a realizar el ritual, ya que, pese a no conocer la historia que mencionaba el elfo ni ese ritual salvador, realmente no es que tuvieran muchas más opciones.
Evidentemente no todo el mundo estaba de acuerdo con ello, y no tardó en aparecer personas que no estaban de acuerdo con la idea o explicaciones del anciano. Y entre todas ellas creyó reconocer a alguien. ¿Era ella realmente? ¿La chica que lo había ayudado en aquel día de contrabandos de sidra, lobos y demás complicaciones?
Vincent no había terminado de estar seguro de si era esa elfa, cuando la estrella finalmente explotó en cientos, no, miles de trozos de incandescencia luminosidad que cruzaron el firmamento por encima de sus cabezas, de una forma, por qué no decirlo, tan hermosa que llegaba hasta el alma.
- ¿Una prueba? - comentó, más para sí mismo que para las demás personas presentes. - Puede ser. Podría ser tanto una señal como una prueba, como dices, del mismo modo que la explosión de esa estrella podía ser algo que iba a pasar de todos modos y este ritual solo fuera un medio para engrandecer a alguien-, respondió a Níniel, mirando primero hacia su adorable elfa, para luego buscar con la mirada al anciano en vano.
El anciano había desparecido del lugar con la misma rapidez con la que se movían los trozos de estrella por encima de sus cabezas.
- Parece que nuestro salvador se ha ido-, dijo, para luego encogerse de hombros. - Supongo que nunca lo sabremos. Al menos no esta noche. El tiempo pone a todo el mundo en su lugar, o eso es lo que se suele decir.
Vinc era un brujo que había vivido mucho y muy intensamente. Se había encontrado con todo lo que un hombre podía encontrarse a lo largo de su vida. Buena gente, mala gente, santurrones, salvajes, locos desquiciados por la epidemia que asoló el continente, prostitutas, ladrones, salvadores, renegados a alguna causa, y sus favoritos, los estafadores.
Si habías vivido poco, esos conseguían venderte arena a las puertas de Roilkat, más, no se le escapaba lo complicado que podía ser para nadie saber que esa estrella iba a explotar justo esa noche en ese preciso momento. Era algo difícil de lograr.
En cualquier caso, el tipo no parecía querer reconocimientos, ya que no había escatimado tiempo en largarse de allí lo más rápido posible. Después de todo, puede que sí fuera un buen tipo y un salvador para todos ellos, pero la vida larga del mercenario, y particular carácter inquisitivo, le hacía replantearse todo lo que veían, conocía y aprendía.
- Eh, ¿cómo que yo pago?. Te has comido media despensa de ese establecimiento, ni con todo el dinero que hay en las arcas del rey de los humanos podría pagarlo-, comentó con fingida alarma y en tono de broma. - Bueno, señorita Valeria, si quieres puedes unirte a nosotros en una velada en la que yo no pagaré todo-, negó con un dedo mirando hacia la bruja de ojos dorados y dibujando una sonrisa en el rostro. - Sería un placer que alguien me ayudara en la economía de alimentar a una gata tragona-, bromeó sin perder la sonrisa. - Más si ello te parece un gran sacrificio puedes unirte igualmente, y si no, sólo puedo decirte que ha sido un placer volver a verte-, le comentó, antes de realizar una teatral reverencia. - Ahora vivo en Lunargenta, en la zona portuaria, justo encima de La Espada Arcana. No tiene pérdida, va ganando su renombre y soy conocido por la zona. Si quieres volver a verme por los viejos tiempos...-, se encogió de hombros, aún sonriente. - Ya sabes dónde encontrarme. Ah, y antes de que se me olvide. Gracias por ayudar a encontrar las armas-, le guiñó un ojo y comenzó su andadura hacia la zona dónde se encontraba el montante de objetos.
Después de lo que había pasado, los monjes se tendrían que conformar con ver a un Vincent con sus armas y jubón reforzado a su lado, mientras se zampaba un buen asado. No pensaba alejarse otra vez de sus objetos.
- Sobre todo porque no tengo energías para ponerme a dar galletas si tuviera que enfrentarme a un nuevo ladrón-, se dijo a sí mismo mientras caminaba, sintiéndose algo débil y cansado después del gran desgaste de energías que había sufrido durante el ritual. - ¡Eh, eh. Esperadme! ¡Níniel, no dejes que Cath se coma hasta la barra antes que yo llegue, no quiero morir de hambre! - gritó medio en broma.
Sólo medio en broma, sí, porque esa mujer bestia era capaz de hacer lo que había dicho.
Vincent Calhoun
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
No pudo reclamar el premio, le había costado un montón alzar la espada y gritar que la había encontrado pensando que era la "daga invisible" (Ahh esos estados de embriagues) para que la cuerva la arrojara como si fuera una ramita y menospreciando su enorme esfuerzo.-OYE!!!.-Le grito muy roja y entonces Alisha se alejo con una amiga de cabello corto hacia un completo revuelo que parecía un baile en conjunto, y ahí iba ella cuando vio a la multitud, demasiados elfos, eso le hizo sentir frio en el estomago, arremango su vestido hasta las rodillas y sin pensarlo mucho decidió ir por la tangente, no tenía nada de ganas de toparse con error con algún conocido o peor algún miembro directo de su familia que la tomase de la oreja y la fuera a encerrar hasta solo los dioses sabrían cuando... Esa era una historia que prefería evitar y que mejor en la noche, en medio de una celebración y cuando todos estaba distraídos en todos lados, sintió el mareo y entonces supo que la resaca después de dormir sería digna de una remembranza y recordatorio de no volver a catar vinos con Alisha... Otras cosas si, licores no. Y conforme iba hacia la salida habia gente discutiendo aquí allá, Su cabeza retumbaba y luego la noche se volvió medio día haciendo que se cubriera con el antebrazo el rostro para ver que diablos había pasado, seguro algún brujo o bruja haciendo sus chistes.... Pero no, la estrella con cola había hecho KAPUTH dejando tras de si un brillo y una lluvia de luz que agradecía haber visto medio sobria medio ebria y que le dejo dolor de cabeza, Algo le decía que se había perdido algo muy bueno pero no se perdió las luces en el cielo, ya después preguntaría que había sucedido y fue cuando se dirigió a por su mochila, parecía que algunos se apresuraron y pensaron lo mismo, o había muchos con conflictos por posibles reuniones con alguien indeseado o simplemente el estallido urgía a otros a irse del lugar... Sea como fuere llego a donde había puesto su mochila y topo con alguien que tenía el gesto solemne casi como si fuera a un funeral, quiso estirar su mano hacia el gran hombre que portaba unas espadas que podrían rivalizar con su estatura, pero alguien mas ya estaba en ello y mejor siguió con su idea inicial que fue tomar sus cosas y pegar fuga de ahí... Suspiro y sintió un peso en el corazón y antes de pensarla mucho y detenerse para ver atrás, aferro el tirante de aquello que portaba ahora su vida y fue a perderse en la oscuridad de lo que restaba de una rara y curiosa velada.
Of: Mini interacción con Eltrant
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Aradia Hazelmere
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Hice una mueca al ver el cuerpo tirado del hombre mono, que se quedaba chiquita ante la del monje mismo y su silencio, uno claramente acusatorio. Entre el cansancio, el dolor de cabeza provocado por los gritos que me habían dirigido—cosa que quizá más que me merecía, viendo que lo único que había hecho todo la noche había sido gritar—apenas tuve ganas de explicarle otra vez, como el hombre bestia había acabado de esa manera. Suspiré, negando con la cabeza, y murmuré algo de movernos hacía las mesas una vez este se lo encasquetó en el hombro.
No tenía nada de que preocuparme, al parecer. Un grupo bastante variopinto, incluyendo un hombre... ¿Rana? O sapo. Me habían empezado a agradar un poco desde que pase un rato con algunos anfibios como él en el pantano.
Más importante, también estaban las armas. Sonreí, viendo con una expresión confianzuda al monje, de esas caras que irradiaban algo que provocaban ganas de golpearlas. Por suerte el hombre había pasado años y años en un monasterio, y desconocía el trato de emociones negativas como furia... ¿no? Eso, o al menos, no se dejaría llevar por el impulso de pegarme, ¿no?
Verlo inhalar y exhalar, mientras apretaba y desapretaba el puño decían que al menos intentaba con toda su alma no hacerlo.
Entre el grupito que estaba junto a las mesas de armas había una mujer que me resultaba familiar, retirándose y dejando lo que parecía en absoluta pena a un par de monjes con los que parecía haber estado charlando antes. Enarqué una ceja, rascándome el pelo con una mano, viéndola sólo hasta que ya no pude más por gente atravesándose. Me encogí de hombros pensando que sencillamente no la conocía y serían ideas mías.
—Oye, ¿de donde es esa armadura? —pregunté al monje, señalando hacia la mujer insecto; aunque esto último no lo sabía.
—...No es una armadura. Es una mujer... mujer... —el monje entrecerró sus ojos, inseguro también de que se trataba—. Es una mujer bestia —concluyó, pasando a alejarse en un intento poco disimulado de no admitir que no lo sabía tampoco.
Lo dejaría a él y sus compañeros hacer como quisieran con el hombre mono. Cuando estaba pensando en retirarme lejos a descansar, escuché una explosión que proseguida de varios aplausos. Me di vuelta para ver, era difícil ver desde donde estaba; pero no tomaba demasiado para saber que venía más o menos desde los círculos de gente, y por la aglomeración que ahí había, ahí tenía que ser.
Me pregunté que estaban celebrando, eso sí. Al ver de reojo a un lado a una pareja señalando al cielo me digné a levantar mi cabizbaja cabeza.
—Oh... —retrocedí unos pasos, impresionado por el espectáculo de brillos en el cielo. Y era verde, no podía ser más bonito. Ensanché la sonrisa inconscientemente, viéndolo todo muy atontado, persiguiendo los distintos brillos con los ojos. Con suerte, no serían pelotas de fuego y no quemarían ningún bosque próximo.
Sólo volví en mi cuando una figura me pasó... no tanto por el lado como casi por encima, dirigiéndose a la mesa para tomar una alabarda. Sus movimientos, si tuviera que definirlos en dos palabras, diría «no muy sutiles... Err. No sutiles».
—Oh wow, gracias. Extrañaba mi arma, es bueno que las hayan encontrado.
«Claro. La necesitas para compensar» pensé mientras me encaminaba hacia la mesa también, buscando mi hacha para acomodarla en mi cinturón.
—Eh, eh ¿por qué esa cara? No he dicho nada. Ni siquiera tienes la decencia de decir "no fue nada" o...
Me lleve una mano a la cara y me aleje caminando, intentando hacer caso omiso de lo que dijera el hombre. Ojalá le cayera la hija de Isil encima.
Por las miraditas que echaban algunos a todos los que estábamos cerca de las mesas con el equipo me temía que no podía esperar mejor trato que el que me acababan de dar. Ligeramente malhumorado empecé a emprender mi camino para retirarme de la plaza, sería difícil dar con algún compañero entre tanta gente, y parecía mejor que no lo hiciera en mi estado.
Eso no aplicó demasiado cuando vi dos figuras peludas acercarse. Gruñí en voz baja, imaginándome que mis problemas no habían terminado.
—Qué q... —pestañeé repetidas veces al verlos bien. Eran Asher y Syl. Los saludé amablemente con el brazo que tenía bien mientras se acercaban, arrugando la nariz, con media sonrisa, cuando me llamo en la mentira del "anfitrión"—. Tengo una explicación bastante lógica para todo es—
Cuando sentí un peso en mi mano; aunque no veía nada en ella, vi la cara del hombre bestia algo atónito. Él y su "maestro arcanista", ¿qué se supone qué... «Oh». Le vi la cara, y luego a Syl, y luego me vi la mano, y luego les volví a ver la cara. No puede ser, Valyria tenía razón.
Asentí agradecido al hombre lobo y apreté el objeto, procediendo a soltar un chillido y sacudir la mano. Me llevo un par de segundos entender que lo había apretado del lado del filo. Exploré el pie con el suelo buscando donde había caído la estúpida daga que me había metido en todo esto, casi, y pise con fuerza al sentir algo bajo el pie. Apreté la mano para sanar el pequeñito corte producido por el apretón y...
Me lleve la mano a la cabeza, con pánico visible en el rostro. ¿Qué había hecho el dinero? ¿¡Y la fruta!? Oh Dioses, Oh Dioses, estúpido And—
Al ver al golem detrás mío me calmé casi al instante. Simplemente rebusqué dentro del mismo y saqué lo que le correspondía a Asher, tres bolsas, una con 50 aeros, y otra con 200, la tercera con las biusas... que no quiso recibir.
—¿Seguro...? Bueno —me encogí de hombros—, feliz noche, Asher, Syl —me despedí del par, agachándome para tomar la daga, esta vez si del lado del mango, y continué mi camino.
De salida vi a un enorme hombre de piel azulada… posiblemente un hombre bestia anfibio, o un dragón. No lo tenía muy claro. Parecía estar haciéndose una venda en un brazo. Por alguna razón no pude evitar sonreír, ¿casualidad de que a él también le hubiese pasado algo en el suyo esta noche?
A los pocos segundos de observación volvió a mí que había saltado en mi apoyo, más o menos, cuando aquella rubia me había gritado en el círculo. No podía ver muy bien la herida de su brazo; pero… no lucía como algo que yo pudiese atender de todas maneras.
Tomé un par de biusas de la bolsa y se las lancé cuando iba de paso, llevándome la mano a la frente para moverla y despedirme, moviendo los labios en forma de “gra-cias”, para evitar dar otro grito esta noche. Empezaba a sospechar que cuando gritaba, cosas malas me sucedían.
Habiendo partido del lugar, y sabiendo que lo primero que hice con la daga invisible fue cortarme, me desvié en el camino a un lado, donde no hubiese nadie, y empecé a escavar lentamente usando el golem de palanca y pala para abrir un hueco. Tiré el objeto allí y volví a taparlo.
A mis razones no quería la daga. Sólo había saltado a la conclusión de que si alguien había metido una invisible, es porque quería apuñalar a alguien en secreto para matarlo, y si lo encontrábamos y le quitábamos su arma no mataría a nadie.
«¿...Y si nunca quiso matar y sólo no la entregó porque iba a ser horrible buscar un arma invisible entre montones de equipo?»
Pasé varios minutos inmóvil en reflexión. La próxima vez tendría que preguntarme mejor porque estaba haciendo las cosas y cuestionar con más fuerza lo que mis amigos me dijeran. Pobre hombre de la daga.
No tenía nada de que preocuparme, al parecer. Un grupo bastante variopinto, incluyendo un hombre... ¿Rana? O sapo. Me habían empezado a agradar un poco desde que pase un rato con algunos anfibios como él en el pantano.
Más importante, también estaban las armas. Sonreí, viendo con una expresión confianzuda al monje, de esas caras que irradiaban algo que provocaban ganas de golpearlas. Por suerte el hombre había pasado años y años en un monasterio, y desconocía el trato de emociones negativas como furia... ¿no? Eso, o al menos, no se dejaría llevar por el impulso de pegarme, ¿no?
Verlo inhalar y exhalar, mientras apretaba y desapretaba el puño decían que al menos intentaba con toda su alma no hacerlo.
Entre el grupito que estaba junto a las mesas de armas había una mujer que me resultaba familiar, retirándose y dejando lo que parecía en absoluta pena a un par de monjes con los que parecía haber estado charlando antes. Enarqué una ceja, rascándome el pelo con una mano, viéndola sólo hasta que ya no pude más por gente atravesándose. Me encogí de hombros pensando que sencillamente no la conocía y serían ideas mías.
—Oye, ¿de donde es esa armadura? —pregunté al monje, señalando hacia la mujer insecto; aunque esto último no lo sabía.
—...No es una armadura. Es una mujer... mujer... —el monje entrecerró sus ojos, inseguro también de que se trataba—. Es una mujer bestia —concluyó, pasando a alejarse en un intento poco disimulado de no admitir que no lo sabía tampoco.
Lo dejaría a él y sus compañeros hacer como quisieran con el hombre mono. Cuando estaba pensando en retirarme lejos a descansar, escuché una explosión que proseguida de varios aplausos. Me di vuelta para ver, era difícil ver desde donde estaba; pero no tomaba demasiado para saber que venía más o menos desde los círculos de gente, y por la aglomeración que ahí había, ahí tenía que ser.
Me pregunté que estaban celebrando, eso sí. Al ver de reojo a un lado a una pareja señalando al cielo me digné a levantar mi cabizbaja cabeza.
—Oh... —retrocedí unos pasos, impresionado por el espectáculo de brillos en el cielo. Y era verde, no podía ser más bonito. Ensanché la sonrisa inconscientemente, viéndolo todo muy atontado, persiguiendo los distintos brillos con los ojos. Con suerte, no serían pelotas de fuego y no quemarían ningún bosque próximo.
Sólo volví en mi cuando una figura me pasó... no tanto por el lado como casi por encima, dirigiéndose a la mesa para tomar una alabarda. Sus movimientos, si tuviera que definirlos en dos palabras, diría «no muy sutiles... Err. No sutiles».
—Oh wow, gracias. Extrañaba mi arma, es bueno que las hayan encontrado.
«Claro. La necesitas para compensar» pensé mientras me encaminaba hacia la mesa también, buscando mi hacha para acomodarla en mi cinturón.
—Eh, eh ¿por qué esa cara? No he dicho nada. Ni siquiera tienes la decencia de decir "no fue nada" o...
Me lleve una mano a la cara y me aleje caminando, intentando hacer caso omiso de lo que dijera el hombre. Ojalá le cayera la hija de Isil encima.
Por las miraditas que echaban algunos a todos los que estábamos cerca de las mesas con el equipo me temía que no podía esperar mejor trato que el que me acababan de dar. Ligeramente malhumorado empecé a emprender mi camino para retirarme de la plaza, sería difícil dar con algún compañero entre tanta gente, y parecía mejor que no lo hiciera en mi estado.
Eso no aplicó demasiado cuando vi dos figuras peludas acercarse. Gruñí en voz baja, imaginándome que mis problemas no habían terminado.
—Qué q... —pestañeé repetidas veces al verlos bien. Eran Asher y Syl. Los saludé amablemente con el brazo que tenía bien mientras se acercaban, arrugando la nariz, con media sonrisa, cuando me llamo en la mentira del "anfitrión"—. Tengo una explicación bastante lógica para todo es—
Cuando sentí un peso en mi mano; aunque no veía nada en ella, vi la cara del hombre bestia algo atónito. Él y su "maestro arcanista", ¿qué se supone qué... «Oh». Le vi la cara, y luego a Syl, y luego me vi la mano, y luego les volví a ver la cara. No puede ser, Valyria tenía razón.
Asentí agradecido al hombre lobo y apreté el objeto, procediendo a soltar un chillido y sacudir la mano. Me llevo un par de segundos entender que lo había apretado del lado del filo. Exploré el pie con el suelo buscando donde había caído la estúpida daga que me había metido en todo esto, casi, y pise con fuerza al sentir algo bajo el pie. Apreté la mano para sanar el pequeñito corte producido por el apretón y...
Me lleve la mano a la cabeza, con pánico visible en el rostro. ¿Qué había hecho el dinero? ¿¡Y la fruta!? Oh Dioses, Oh Dioses, estúpido And—
Al ver al golem detrás mío me calmé casi al instante. Simplemente rebusqué dentro del mismo y saqué lo que le correspondía a Asher, tres bolsas, una con 50 aeros, y otra con 200, la tercera con las biusas... que no quiso recibir.
—¿Seguro...? Bueno —me encogí de hombros—, feliz noche, Asher, Syl —me despedí del par, agachándome para tomar la daga, esta vez si del lado del mango, y continué mi camino.
De salida vi a un enorme hombre de piel azulada… posiblemente un hombre bestia anfibio, o un dragón. No lo tenía muy claro. Parecía estar haciéndose una venda en un brazo. Por alguna razón no pude evitar sonreír, ¿casualidad de que a él también le hubiese pasado algo en el suyo esta noche?
A los pocos segundos de observación volvió a mí que había saltado en mi apoyo, más o menos, cuando aquella rubia me había gritado en el círculo. No podía ver muy bien la herida de su brazo; pero… no lucía como algo que yo pudiese atender de todas maneras.
Tomé un par de biusas de la bolsa y se las lancé cuando iba de paso, llevándome la mano a la frente para moverla y despedirme, moviendo los labios en forma de “gra-cias”, para evitar dar otro grito esta noche. Empezaba a sospechar que cuando gritaba, cosas malas me sucedían.
Habiendo partido del lugar, y sabiendo que lo primero que hice con la daga invisible fue cortarme, me desvié en el camino a un lado, donde no hubiese nadie, y empecé a escavar lentamente usando el golem de palanca y pala para abrir un hueco. Tiré el objeto allí y volví a taparlo.
A mis razones no quería la daga. Sólo había saltado a la conclusión de que si alguien había metido una invisible, es porque quería apuñalar a alguien en secreto para matarlo, y si lo encontrábamos y le quitábamos su arma no mataría a nadie.
«¿...Y si nunca quiso matar y sólo no la entregó porque iba a ser horrible buscar un arma invisible entre montones de equipo?»
Pasé varios minutos inmóvil en reflexión. La próxima vez tendría que preguntarme mejor porque estaba haciendo las cosas y cuestionar con más fuerza lo que mis amigos me dijeran. Pobre hombre de la daga.
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Hago mención de los gritos recibidos de Nayru y Helena. Luego al Escuadrón Click, más específicamente a Reike, Frosk y Ruru. Interactuo con Asher. Finalmente, interactuo (apenas) con Tobias, y me retiro del evento, con las biusas de Rauko.
Anders
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Aun con los ojos cerrados es como si pudiese ver el cometa, encima de sus cabezas, amenazando con caer en cualquier momento. Se sentía fuerte con tanto éter a su alrededor, como si pudiese hacer cualquier cosa en aquel momento, aunque empezaba a sentir un poco de molestia en la parte occipital de la cabeza.
Un fogonazo de luz le hizo apretar aún más los ojos, se rodeó con ambos brazos, a la altura del vientre, tenía miedo, aquello parecía el final. La molestia de la cabeza estalló en un fuerte dolor. Poco a poco fue notando como aquella fuerza que inundaba su cuerpo disminuía, empezando a sentirse débil, muy débil, los brazos le pesaban y la cabeza le daba vueltas. ¿Habrían muerto? Aún permanecía con los ojos cerrados, aterrada de abrirlos y ver la realidad. Podía escuchar a la gente gritar, algunos parecían incluso alegres, entonces, ¿lo habían conseguido?
Abrió los ojos, lentamente, frunciendo el ceño. Quería quitarse el velo y poder examinarlo todo mejor, pero no lo hizo, prefirió quedarse con la seguridad que este le proporcionaba. Empezó a sentirse abrumada con todo lo que estaba pasando a su alrededor, había sido un día muy largo. Sentía su cuerpo cansado y con una enorme pesadez.
Se volvió para despedirse del hombre que tenía al lado, para percatarse de que ya no estaba. Empezó a caminar hacia la zona donde se suponía que habían dejado las armas, cogería su daga y se marcharía de la fiesta.
Podía notarse que mucha gente se había marchado, pero era un gran número de personas las que alargarían aquella noche. Costaba andar entre la multitud, pero ya no tenía prisa, se lo tomó con calma.
Se guardó su daga y se dirigió a la salida, pensando fugazmente en la dragona, no la había vuelto a ver desde que empezó todo aquello del cometa. Su corazón se aceleró solo con pensar en un reencuentro, era algo para lo que aún no estaba preparada.
Agradeció la mano de ayuda que le tendieron para subir al carro, estaba agotada.
Entonces lo vio, el dragón de sus pesadillas, aunque en su forma humana. Sin querer, apretó la mano del muchacho, este al ver su cara preguntó si se encontraba bien. La bruja asintió con dificultad, le faltaba el aire, se sentó con la ayuda del joven, que aun la miraba con el ceño fruncido. La bruja pasó los brazos alrededor de su cintura, inclinando el cuerpo hacia delante, intentado ocultarse lo máximo posible. Ya no recordaba el velo, ni la fiesta, ni a nadie, tan solo quería salir de ahí. Los segundos se le hacían eternos.
- ¿Está segura de que se encuentra bien? – insistió del joven.
- Si, solo tengo que salir de aquí.
Un fogonazo de luz le hizo apretar aún más los ojos, se rodeó con ambos brazos, a la altura del vientre, tenía miedo, aquello parecía el final. La molestia de la cabeza estalló en un fuerte dolor. Poco a poco fue notando como aquella fuerza que inundaba su cuerpo disminuía, empezando a sentirse débil, muy débil, los brazos le pesaban y la cabeza le daba vueltas. ¿Habrían muerto? Aún permanecía con los ojos cerrados, aterrada de abrirlos y ver la realidad. Podía escuchar a la gente gritar, algunos parecían incluso alegres, entonces, ¿lo habían conseguido?
Abrió los ojos, lentamente, frunciendo el ceño. Quería quitarse el velo y poder examinarlo todo mejor, pero no lo hizo, prefirió quedarse con la seguridad que este le proporcionaba. Empezó a sentirse abrumada con todo lo que estaba pasando a su alrededor, había sido un día muy largo. Sentía su cuerpo cansado y con una enorme pesadez.
Se volvió para despedirse del hombre que tenía al lado, para percatarse de que ya no estaba. Empezó a caminar hacia la zona donde se suponía que habían dejado las armas, cogería su daga y se marcharía de la fiesta.
Podía notarse que mucha gente se había marchado, pero era un gran número de personas las que alargarían aquella noche. Costaba andar entre la multitud, pero ya no tenía prisa, se lo tomó con calma.
Se guardó su daga y se dirigió a la salida, pensando fugazmente en la dragona, no la había vuelto a ver desde que empezó todo aquello del cometa. Su corazón se aceleró solo con pensar en un reencuentro, era algo para lo que aún no estaba preparada.
Agradeció la mano de ayuda que le tendieron para subir al carro, estaba agotada.
Entonces lo vio, el dragón de sus pesadillas, aunque en su forma humana. Sin querer, apretó la mano del muchacho, este al ver su cara preguntó si se encontraba bien. La bruja asintió con dificultad, le faltaba el aire, se sentó con la ayuda del joven, que aun la miraba con el ceño fruncido. La bruja pasó los brazos alrededor de su cintura, inclinando el cuerpo hacia delante, intentado ocultarse lo máximo posible. Ya no recordaba el velo, ni la fiesta, ni a nadie, tan solo quería salir de ahí. Los segundos se le hacían eternos.
- ¿Está segura de que se encuentra bien? – insistió del joven.
- Si, solo tengo que salir de aquí.
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menciono a Reivy y a Go'el
Me voy de la fiesta
menciono a Reivy y a Go'el
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Nahir
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
________________________
No queda nada que narrar, vosotros habéis dado conclusión a este evento. Ha sido un placer leer vuestras reacciones y vuestras historias. Las ha habido de todo tipo: comedia, acción, encuentros entrañables, reencuentros conflictivos, relaciones madre-hija, girls night out (etílica, por supuesto)… Ni que decir tiene, que hemos disfrutado de todas y cada una de vuestras intervenciones (¡y habéis escrito un total de 216 posts!).
Más allá de las pequeñas conclusiones que ya apunté en mi anterior intervención, confirmo aquí que todo el mundo recupera su equipo perdido, aunque, a raíz de cierto anuncio que muchos ya habréis tenido ocasión de leer ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]), es posible que algunos objetos los encontréis ligeramente cambiados.
Para quienes os encarasteis con los secuaces de Ayax, tengo un mensaje de parte de Máster Thorn: El zorro se ha quedado con vuestras caras. Y no le han parecido bonitas.
Antes de pasar al reparto de las recompensas, os recuerdo una vez más que el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] estará abierto hasta el 21 de octubre, para quien se anime a participar. Con respecto a las recompensas prometidas por la Diosa Sigel, he de anunciar que, debido a las características particulares de este evento de aniversario, a la participación de los usuarios (¡49 personajes!) y a lo mucho que os habéis esforzado con vuestros posts, hemos decidido aumentar en dos los puntos de experiencia a repartir. Así pues, los 49 participantes obtenéis 7 puntos de experiencia y 50 aeros, que se os irán añadiendo a lo largo del día (sois muchos, así que puede que lleve un tiempo).
Los que más os habéis involucrado y habéis participado en diferentes tramas (propias o ajenas) recibís un obsequio, que también hemos querido que sea un poco más potente de lo que suele ser habitual en eventos sociales, debido a las características especiales de éste. Sois unos cuantos, así que, doy primero la lista y luego os explico lo que os lleváis: Tatsuya Suō, Alisha Lessard, Eltrant Tale, Helena Rhodes, Alward Sevna, Frosk, Anders, Ruru Lepidóptera, Asher Daregan, Níniel Thenidiel, Aradia Hazelmere, Sango, Nahir, Valyria, Eden, Ava Kenrith, Reivy Abadder, Eilydh, Elian, Gaia, Reike, Tobias Pharra, Vincent Calhoun, Kendovlah, Demian y Chimar.
Obsequio del evento:
Colgante de escarcha: [Consumible][2 cargas] La madrugada de la Noche de la Alianza cubrió la Plaza de escarcha, que los monjes custodios recogieron y cristalizaron para dar forma a estas joyas; un recuerdo y una disculpa por los hechos acaecidos bajo su guardia. Lo que no sabían era que la acumulación de éter en la zona había imbuido las gotas de rocío de propiedades mágicas.
El poseedor del cristal podrá utilizar una habilidad mágica a su elección de cualquiera de los personajes que participaron en el ritual del elfo Thanedir (a saber: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], en sustitución de, Chimar, por ser quien guiaba a su hermano en esta empresa). Los personajes de nivel 0-3, podréis elegir una habilidad de hasta un nivel superior al vuestro; los personajes de nivel 4 en adelante, podreis elegir una habilidad de nivel 4 o inferior.
El cristal tiene 2 cargas, pero requiere un periodo de descanso una vez utilizado, por lo que no podrá usarse dos veces en el mismo tema. Tras la segunda descarga, el cristal se resquebrajará y no podrá volver a utilizarse.
- colgante de escarcha:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Fehu
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