El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Acompañé a aquel grupo hasta la entrada, lugar dónde habíamos dejado las armas. Los monjes dragones continuaba allí y al contemplarles, les eché una mirada de odio y me acerqué a ellos, claramente indignado:
- Cuándo aparezca mi arma, os vendré a buscar- amenacé, antes de comenzar mi observación- Y estaré enfadado...
(1) Años de experiencia en el robo me daba ciertas facilidades de análisis en situaciones cómo esa. La más evidente: allí había una gran cantidad de personas, que habían llevado con ellos centenares de armas. ¿Cómo podrían haber desaparecido de forma tan rápida?
Una persona sola no podía haberlo hecho, ya que necesitaba mucha fuerza y tiempo para apropiarse de todo ese arsenal. Tampoco podría haberse alejado con semejante carga andando. Le hubieran descubierto pronto.
Así, si no me equivocaba en mi análisis, lo más probable es que se tratara de más de una persona, pero de un grupo pequeño que pasara desapercibido y que, además, utilizarían algún transporte de carga.
Miré al suelo, intentando encontrar huellas o alguna señal. Me dirigí hacia el camino de entrada principal, pero aquello era demasiado obvio. Un camino que se abra paso entre los árboles, algún sendero... adelantarán más despacio, aunque se podrán ocultar mejor.
Entonces, vi las señales de un par de ruedas. Un carro acababa de pasar recientemente por allí, pero era imposible de concretar si llevaban o no las armas, o se trataba de unas huellas menos recientes.
- He encontrado el rastro de un carro. Podéis...
En aquel momento, escuché un alboroto aún mayor y vi cómo todos miraban al cielo.
La estrella parecía aproximarse hacia el suelo. Al final, la idea que le había comentado a Astralia, de que Minne parecía caer sobre nosotros, parecía convertirse en una posibilidad bastante real.
- Creo que deberíamos marcharnos...
Entonces un dragón se alzó en el cielo y temí que aquello iba a complicarse demasiado.
- Cuándo aparezca mi arma, os vendré a buscar- amenacé, antes de comenzar mi observación- Y estaré enfadado...
(1) Años de experiencia en el robo me daba ciertas facilidades de análisis en situaciones cómo esa. La más evidente: allí había una gran cantidad de personas, que habían llevado con ellos centenares de armas. ¿Cómo podrían haber desaparecido de forma tan rápida?
Una persona sola no podía haberlo hecho, ya que necesitaba mucha fuerza y tiempo para apropiarse de todo ese arsenal. Tampoco podría haberse alejado con semejante carga andando. Le hubieran descubierto pronto.
Así, si no me equivocaba en mi análisis, lo más probable es que se tratara de más de una persona, pero de un grupo pequeño que pasara desapercibido y que, además, utilizarían algún transporte de carga.
Miré al suelo, intentando encontrar huellas o alguna señal. Me dirigí hacia el camino de entrada principal, pero aquello era demasiado obvio. Un camino que se abra paso entre los árboles, algún sendero... adelantarán más despacio, aunque se podrán ocultar mejor.
Entonces, vi las señales de un par de ruedas. Un carro acababa de pasar recientemente por allí, pero era imposible de concretar si llevaban o no las armas, o se trataba de unas huellas menos recientes.
- He encontrado el rastro de un carro. Podéis...
En aquel momento, escuché un alboroto aún mayor y vi cómo todos miraban al cielo.
La estrella parecía aproximarse hacia el suelo. Al final, la idea que le había comentado a Astralia, de que Minne parecía caer sobre nosotros, parecía convertirse en una posibilidad bastante real.
- Creo que deberíamos marcharnos...
Entonces un dragón se alzó en el cielo y temí que aquello iba a complicarse demasiado.
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(1) Uso de: Habilidad de nivel 0: Análisis de Rutinas (rasgo)
Eden tiene la capacidad de observar a una persona, un edificio, una ruta comercial o una estancia, sacando un efectivo análisis que le permite conocer el momento más oportuno para efectuar un ataque o robo de la forma más eficaz, aunque pueden ocurrir imprevistos y situaciones inesperadas, producto del destino o del azar.
Continúo con el grupo de Reike, Vincent, Níniel y Catherine.
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// He tomado la decisión de huir de la plaza del Evento hacia la dirección dónde presupongo que se ha marchado el carro con las armas, con la intención de recuperarlas. Quien quiera unirse a esta "huida con causa" que cuente conmigo //
Eden
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Nos habíamos perdido todo lo que había pasado, no solo porque estuvimos dormidos por el alcohol un rato, si no porque nos habíamos alejado del campamento, a una zona rodeada de arboles para poder apreciar lo que el día estaba dando, aquello era una obra de los ancestrales y no solo debíamos disfrutar, si no que también debíamos agradecer.
Me arrodille lejos del campamento y cerré mis ojos, Merlín cubría mis espaldas, confiaba en el.
Con los ojos cerrados, comencé a murmurar. Di las gracias a el dragón de luz, al dragón de fuego, al de tierra, al de agua, al de viento... todos y cada uno de ellos, tuve mis dudas en mi viaje, a veces empece a sospechar que no era mas que mi imaginación... pero cada vez que lo pensaba sabía que ellos eran los que me daban fuerza, los que me dieron el don y mis fuerzas para pelear, para seguir con vida y seguir mi misión sagrada.
Poco a poco esa misión daba sus frutos, poco a poco todo se empezaba a notar de manera mas clara y el objetivo se empezaba a alcanzar. Lo que tanto anhelaba no era su llegada, quizás a simple vista lo parecía, pero el verdadero motivo de mis luchas no era solo para complacer a los dioses, si no que alcanzar la paz entre razas, ese motivo, era el mio.
"Una segunda oportunidad" esas palabras habían venido a mi mente, me gustaría volver en el tiempo y que papá viera todo lo que había hecho, se que no era posible y tampoco sabía si el podía verme ahora, cuando era chico, el me había echado porque creía que estaba maldito. "Mírame ahora papá, logre cosas, estando maldito o no, no me impidió ayudar a Aerandir a forjar un mundo mejor, no importa cuan grande sea lo que hice, cada paso es un avance."
Pronto cerré con mas fuerzas mis ojos... habían vuelto a mi mente, mis hermanos. No los había olvidado, nunca lo hice, con cada victoria sabía que ellos estaban conmigo, como un equipo. En ese instante, Merlín se acerco, y se arrodillo a mi lado.
— Hay cosas... que son difíciles de explicar, y espero un día poder hacerlo. Se que ellos están en tu mente, yo tengo a los míos en la mía, es mejor que permanezcan ahí. — dijo palmeando mi hombro, apretándolo levemente y volviéndose a levantar. No comprendí de que cosas hablaba pero en este momento, no debía preguntar.
Tras sus palabras, me levante y asentí mirando el cielo una ultima vez antes de empezar el camino de vuelta al campamento.
— [Idioma Dragón] Nust dein ko dii hah, alun. Kremm, Tiranius, Zu, Draco ahrk Wawel — susurre usando aquel idioma que no habia usado hace meses.
Al llegar al campamento la situación había cambiado, gente corría, otras rezaban... alce mi mirada al cielo, era la estrella, venia hacia nosotros. ¿Acaso eran los ancestrales bajando? ¿Por qué había cambiado el curso de su viaje? ¿Por qué intentaban detenerla?
Empece a dudar, no sabia a quien debia ayudar, ¿y si era el mismísimo dragón de luz dirigiéndose hacia nosotros? podía ser una de las posibilidades, sin embargo no podía dejar caer lo que fuera esa cosa sin saber con seguridad que estaba cayendo. Me acerque al ritual, la dragona se enfrentaba a una batalla poco ventajosa... y deshonrosa, meterme ahí no serviría de nada.
El brillo de mis ojos aumento mientras extendía ambas manos en dirección a los chamanes, 2 de ellos se vieron cubiertos por una capa de piedra para que aquella dragona no pudiera desconcentrarlos, mire a Merlín y lo señale con mi mano izquierda cubriéndolo por aquella misma capa.
Finalmente me arrodille y empece a compartir mi poder hacia los chamanes, iban a necesitar toda la fuerza posible. Merlín se acerco de igual forma y a través de sus manos las cuales empezaron a soltar pequeños rayos, transmitiendo su éter.
Me arrodille lejos del campamento y cerré mis ojos, Merlín cubría mis espaldas, confiaba en el.
Con los ojos cerrados, comencé a murmurar. Di las gracias a el dragón de luz, al dragón de fuego, al de tierra, al de agua, al de viento... todos y cada uno de ellos, tuve mis dudas en mi viaje, a veces empece a sospechar que no era mas que mi imaginación... pero cada vez que lo pensaba sabía que ellos eran los que me daban fuerza, los que me dieron el don y mis fuerzas para pelear, para seguir con vida y seguir mi misión sagrada.
Poco a poco esa misión daba sus frutos, poco a poco todo se empezaba a notar de manera mas clara y el objetivo se empezaba a alcanzar. Lo que tanto anhelaba no era su llegada, quizás a simple vista lo parecía, pero el verdadero motivo de mis luchas no era solo para complacer a los dioses, si no que alcanzar la paz entre razas, ese motivo, era el mio.
"Una segunda oportunidad" esas palabras habían venido a mi mente, me gustaría volver en el tiempo y que papá viera todo lo que había hecho, se que no era posible y tampoco sabía si el podía verme ahora, cuando era chico, el me había echado porque creía que estaba maldito. "Mírame ahora papá, logre cosas, estando maldito o no, no me impidió ayudar a Aerandir a forjar un mundo mejor, no importa cuan grande sea lo que hice, cada paso es un avance."
Pronto cerré con mas fuerzas mis ojos... habían vuelto a mi mente, mis hermanos. No los había olvidado, nunca lo hice, con cada victoria sabía que ellos estaban conmigo, como un equipo. En ese instante, Merlín se acerco, y se arrodillo a mi lado.
— Hay cosas... que son difíciles de explicar, y espero un día poder hacerlo. Se que ellos están en tu mente, yo tengo a los míos en la mía, es mejor que permanezcan ahí. — dijo palmeando mi hombro, apretándolo levemente y volviéndose a levantar. No comprendí de que cosas hablaba pero en este momento, no debía preguntar.
Tras sus palabras, me levante y asentí mirando el cielo una ultima vez antes de empezar el camino de vuelta al campamento.
— [Idioma Dragón] Nust dein ko dii hah, alun. Kremm, Tiranius, Zu, Draco ahrk Wawel — susurre usando aquel idioma que no habia usado hace meses.
Al llegar al campamento la situación había cambiado, gente corría, otras rezaban... alce mi mirada al cielo, era la estrella, venia hacia nosotros. ¿Acaso eran los ancestrales bajando? ¿Por qué había cambiado el curso de su viaje? ¿Por qué intentaban detenerla?
Empece a dudar, no sabia a quien debia ayudar, ¿y si era el mismísimo dragón de luz dirigiéndose hacia nosotros? podía ser una de las posibilidades, sin embargo no podía dejar caer lo que fuera esa cosa sin saber con seguridad que estaba cayendo. Me acerque al ritual, la dragona se enfrentaba a una batalla poco ventajosa... y deshonrosa, meterme ahí no serviría de nada.
El brillo de mis ojos aumento mientras extendía ambas manos en dirección a los chamanes, 2 de ellos se vieron cubiertos por una capa de piedra para que aquella dragona no pudiera desconcentrarlos, mire a Merlín y lo señale con mi mano izquierda cubriéndolo por aquella misma capa.
Finalmente me arrodille y empece a compartir mi poder hacia los chamanes, iban a necesitar toda la fuerza posible. Merlín se acerco de igual forma y a través de sus manos las cuales empezaron a soltar pequeños rayos, transmitiendo su éter.
Rakan'Drag
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Entreabrí los ojos y sentí las palpitaciones de mis sienes, acompañadas de algunas náuseas. Aún se hacía escuchar, y muy claro además, el bullicio de la celebración, por lo que no habría pasado demasiado tiempo. Conforme se extendía más y más mi campo de visión, recordaba en concordancia los sucesos más recientes: mi humillación frente a la comitiva de Ciudad Lagarto, la cómica situación con Oromë... ay, ay. Estaba acostumbrado a hacer el idiota en más de una ocasión, pero debía admitir que allí sí que me había pasado. Me di unas cuantas palmadas en el rostro, intentando despertarme, y conseguí ver con claridad: frente a mí, o bueno, encima mío, me observaba el irritado rostro de Yorha, ornamentado por su ceño fruncido característico. En mi nuca noté el suave roce de lo que, imaginé, sería su piel. Mi mente hizo un "click" al llegar a la conclusión de que descansaba sobre el regazo de la elfa.
–¿Cuánto tiempo ha pasado? – inquirí con una voz ronca. Los gritos de antes me pasaban factura.
–El suficiente como para querer darte una paliza. – respondió con su característico temperamento. Sin embargo, no tardó en mostrar una sonrisa y acariciarse algunos cabellos que le cayeron por la frente – Aún así, creo que ya tuviste suficiente con la que te dio Mefisto, eso sin contar que por poco te degolla la comitiva de Ciudad Lagarto.
–Te habría encantado verlo. – sonreí.
–Como no tienes idea.
No podía quejarme; ya había pasado por todas las etapas que normalmente uno atraviesa en este tipo de reuniones: borrachera, despecho y dormir. Para ese momento, ya no me quedaban ganas de seguir festejando, probablemente porque ya estaba demasiado cómodo sobre las acolchadas piernas de Yorha. ¡Y ya era demasiada suerte que no me rebanara la lengua por el atrevimiento! Así que podría decir que eso era todo lo que tenía para ofrecer Tatsuya Suou por el resto de la noche... hasta que se hicieron oír los coléricos gritos de una voz familiar.
Me levanté y miré hacia mi hombro derecho, notando en la distancia, entre el gentío, la alta y fornida figura de Eltrant Tale, reclamando el hecho de que le hubieran puesto un arma en la espalda. «Yo que tú estaría saltando de la alegría, Tale», pensé, antes de escuchar el resto de la historia. Mi rostro se contorsionó de la risueña expresión de un hombre recién levantado, a la de un depredador al que le habían arrebatado sus cachorros. ¡Se habían robado el armamento de todos los presentes en la ceremonia! Allí sí que me habían hundido el dedo en la llaga, y me crisparon los nervios hasta el punto que se me escapó un grito de histeria.
–¡¿Qué pasa?! ¿Te has vuelto loco? – dijo Yorha tras meterme una bofetada.
–¡Mi katana! ¡Se la robaron! ¡Apenas y la había mandado a hacer!
–Yo creo que te está bien empleado. Qué absurdo eso de depender de una herramienta de acero para pelear; si los dioses nos otorgaron los puños, fue por algo. – afirmó con aspereza. Al notar que sus comentarios no mejoraban para nada mis ánimos, bufó y descendió su tono a uno más compasivo. – En fin, que no es para tanto. Deja de lloriquear. Eres el cara-de-culo más duro que conozco, seguro que si te topas con esos... ¿cómo es que les dices? ¡hideputas! ¡Eso! Que si te los encuentras, seguro que no viven para contarlo.
–Te juro que voy a cortarles la cabeza y ofrecerlos como sacrificio al Dios de la tormenta.
–Permíteme ayudarte.
Me levanté y di unos cuantos pasos en dirección a Eltrant, con la intención de apoyar su puchero. Sin embargo, en el camino me topé con un grupo de lo más variopinto: una felina de mirada feroz, una elfa peliblanca de lo más encantadora, Vincent Calhoun, a quien hacía apenas unas semanas le había encargado mi katana y... ¿una mujer? No pude verla demasiado bien. Por algún motivo, su rostro se me hacía especialmente difícil de reconocer a causa del alcohol: era como una mancha difuminada, de cabellos oscuros y áureos ojos, descripción algo familiar, pero no lo suficiente para cautivar mi atención particularmente. A los pies de la desconocida yacía un humano de lo más simpático, que se levantó sin el menor ápice de rencor.
Me llamaron la atención las palabras de este último: hablaba algo sobre "patear culos de dragón", algo con lo que el resto de la cofradía pareció estar de acuerdo, especialmente el rubio. Enarqué una ceja y me volví a Yorha para señalarle con un ademán que me uniría al grupo, pues sabía que no le gustaba socializar.
–Dishculpen... – hice una pausa para carraspear y escupir un moco atravesado – Ahem. Disculpen. Buenas noches, antes que todo. Escuché que iban a "patear culos de monjes" y no pude evitar sentir curiosidad. – les regalé una socarrona y fugaz sonrisa de medio lado – Imagino que tendrá algo que ver con las armas perdidas, así que cuenten conmigo. Ahora mismo esa es mi mayor prioridad. Yo soy Tatsuya, por cierto, y ella es Yorha.
La orejuda permaneció en silencio, evitando el contacto visual con el grupo. Nos dirigimos a la entrada, y aproveché el interín de tiempo para conversar momentáneamente con el Calhoun, ya que el grupo se mantenía en silencio.
–Por cierto, excelente la espada que me forjaste. Me ha servido de las mil maravillas. – le di unas palmaditas en el hombro – Espero que tengas alguna especie de garantía y me forjes una nueva de gratis, porque de como la pierda aquí, me tiro a las profundidades del Tymer.
Finalmente arribamos a las mesas y entre todos nos dedicamos a registrar cada rincón en busca de alguna señal: huellas, rastros de éter, entre otros. Me rasqué la barba, analizando la situación: ¿cómo habían movido un cargamento tan grande, sin que nadie se diera cuenta? Sospeché que sería magia, pero tampoco tenía ninguna prueba que fundamentara mi hipótesis: desde pequeño, nunca fui bueno percibiendo el éter.
El humano consiguió las recientes huellas de un carromato que se dirigían hacia el exterior del recinto. Su primer instinto fue avisarnos, suponiendo que habría sido el medio de transporte para el armamento. No era una idea descabellada y no habían pruebas más sólidas, así que por los momentos seguir el rastro podría ser la opción más factible.
–¡'Suya! ¡'Suya! – voceó la elfa a mis espaldas, tirando de mi kimono – ¡Mira!
Al darme la vuelta, un grupo de personas se congregaban en el centro de la plaza, formando un círculo y tomándose de las manos. En su centro, un anciano nos advertía sobre el peligro del cometa, que "se acercaba cada vez más por cada segundo que pasaba, para aniquilarnos a todos." Chasqueé la lengua, suponiendo que no serían más que los delirios de un elfo anciano. Después de todo, mil años de vida eran suficiente para volverse loco. No obstante, lo que sí me hizo palidecer fue la aparición de una inmensa dragona, más amenazadora de lo normal, lanzando chirridos y coletazos por doquier. Un grupo de personas, entre ellos Eltrant, se unieron a darle caza. Deseé unirme a la empresa, pero recuperar mi equipamiento era lo primordial.
–¡Démonos prisa! – le dije al grupo – Más vale recuperar las armas antes de que esa dragona se coma a la mitad de Aerandir.
–¿Cuánto tiempo ha pasado? – inquirí con una voz ronca. Los gritos de antes me pasaban factura.
–El suficiente como para querer darte una paliza. – respondió con su característico temperamento. Sin embargo, no tardó en mostrar una sonrisa y acariciarse algunos cabellos que le cayeron por la frente – Aún así, creo que ya tuviste suficiente con la que te dio Mefisto, eso sin contar que por poco te degolla la comitiva de Ciudad Lagarto.
–Te habría encantado verlo. – sonreí.
–Como no tienes idea.
No podía quejarme; ya había pasado por todas las etapas que normalmente uno atraviesa en este tipo de reuniones: borrachera, despecho y dormir. Para ese momento, ya no me quedaban ganas de seguir festejando, probablemente porque ya estaba demasiado cómodo sobre las acolchadas piernas de Yorha. ¡Y ya era demasiada suerte que no me rebanara la lengua por el atrevimiento! Así que podría decir que eso era todo lo que tenía para ofrecer Tatsuya Suou por el resto de la noche... hasta que se hicieron oír los coléricos gritos de una voz familiar.
Me levanté y miré hacia mi hombro derecho, notando en la distancia, entre el gentío, la alta y fornida figura de Eltrant Tale, reclamando el hecho de que le hubieran puesto un arma en la espalda. «Yo que tú estaría saltando de la alegría, Tale», pensé, antes de escuchar el resto de la historia. Mi rostro se contorsionó de la risueña expresión de un hombre recién levantado, a la de un depredador al que le habían arrebatado sus cachorros. ¡Se habían robado el armamento de todos los presentes en la ceremonia! Allí sí que me habían hundido el dedo en la llaga, y me crisparon los nervios hasta el punto que se me escapó un grito de histeria.
–¡¿Qué pasa?! ¿Te has vuelto loco? – dijo Yorha tras meterme una bofetada.
–¡Mi katana! ¡Se la robaron! ¡Apenas y la había mandado a hacer!
–Yo creo que te está bien empleado. Qué absurdo eso de depender de una herramienta de acero para pelear; si los dioses nos otorgaron los puños, fue por algo. – afirmó con aspereza. Al notar que sus comentarios no mejoraban para nada mis ánimos, bufó y descendió su tono a uno más compasivo. – En fin, que no es para tanto. Deja de lloriquear. Eres el cara-de-culo más duro que conozco, seguro que si te topas con esos... ¿cómo es que les dices? ¡hideputas! ¡Eso! Que si te los encuentras, seguro que no viven para contarlo.
–Te juro que voy a cortarles la cabeza y ofrecerlos como sacrificio al Dios de la tormenta.
–Permíteme ayudarte.
Me levanté y di unos cuantos pasos en dirección a Eltrant, con la intención de apoyar su puchero. Sin embargo, en el camino me topé con un grupo de lo más variopinto: una felina de mirada feroz, una elfa peliblanca de lo más encantadora, Vincent Calhoun, a quien hacía apenas unas semanas le había encargado mi katana y... ¿una mujer? No pude verla demasiado bien. Por algún motivo, su rostro se me hacía especialmente difícil de reconocer a causa del alcohol: era como una mancha difuminada, de cabellos oscuros y áureos ojos, descripción algo familiar, pero no lo suficiente para cautivar mi atención particularmente. A los pies de la desconocida yacía un humano de lo más simpático, que se levantó sin el menor ápice de rencor.
Me llamaron la atención las palabras de este último: hablaba algo sobre "patear culos de dragón", algo con lo que el resto de la cofradía pareció estar de acuerdo, especialmente el rubio. Enarqué una ceja y me volví a Yorha para señalarle con un ademán que me uniría al grupo, pues sabía que no le gustaba socializar.
–Dishculpen... – hice una pausa para carraspear y escupir un moco atravesado – Ahem. Disculpen. Buenas noches, antes que todo. Escuché que iban a "patear culos de monjes" y no pude evitar sentir curiosidad. – les regalé una socarrona y fugaz sonrisa de medio lado – Imagino que tendrá algo que ver con las armas perdidas, así que cuenten conmigo. Ahora mismo esa es mi mayor prioridad. Yo soy Tatsuya, por cierto, y ella es Yorha.
La orejuda permaneció en silencio, evitando el contacto visual con el grupo. Nos dirigimos a la entrada, y aproveché el interín de tiempo para conversar momentáneamente con el Calhoun, ya que el grupo se mantenía en silencio.
–Por cierto, excelente la espada que me forjaste. Me ha servido de las mil maravillas. – le di unas palmaditas en el hombro – Espero que tengas alguna especie de garantía y me forjes una nueva de gratis, porque de como la pierda aquí, me tiro a las profundidades del Tymer.
Finalmente arribamos a las mesas y entre todos nos dedicamos a registrar cada rincón en busca de alguna señal: huellas, rastros de éter, entre otros. Me rasqué la barba, analizando la situación: ¿cómo habían movido un cargamento tan grande, sin que nadie se diera cuenta? Sospeché que sería magia, pero tampoco tenía ninguna prueba que fundamentara mi hipótesis: desde pequeño, nunca fui bueno percibiendo el éter.
El humano consiguió las recientes huellas de un carromato que se dirigían hacia el exterior del recinto. Su primer instinto fue avisarnos, suponiendo que habría sido el medio de transporte para el armamento. No era una idea descabellada y no habían pruebas más sólidas, así que por los momentos seguir el rastro podría ser la opción más factible.
–¡'Suya! ¡'Suya! – voceó la elfa a mis espaldas, tirando de mi kimono – ¡Mira!
Al darme la vuelta, un grupo de personas se congregaban en el centro de la plaza, formando un círculo y tomándose de las manos. En su centro, un anciano nos advertía sobre el peligro del cometa, que "se acercaba cada vez más por cada segundo que pasaba, para aniquilarnos a todos." Chasqueé la lengua, suponiendo que no serían más que los delirios de un elfo anciano. Después de todo, mil años de vida eran suficiente para volverse loco. No obstante, lo que sí me hizo palidecer fue la aparición de una inmensa dragona, más amenazadora de lo normal, lanzando chirridos y coletazos por doquier. Un grupo de personas, entre ellos Eltrant, se unieron a darle caza. Deseé unirme a la empresa, pero recuperar mi equipamiento era lo primordial.
–¡Démonos prisa! – le dije al grupo – Más vale recuperar las armas antes de que esa dragona se coma a la mitad de Aerandir.
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Off rol: Yorha y yo nos unimos al grupo de Níniel, Catherine, Vincent, Eden y Reike, a quien no reconozco por motivos del alcohol y porque necesito una buena excusa para que Tatsuya no se lance a partirle la nariz (?.
- Apariencia de Yorha:
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Tatsuya Suō
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Por mucho que mirasen y por mucha atención que prestasen al cielo, ninguna pequeña figura alada pudo ser vista por nadie de los allí congregados. Allí en lo alto solo podía verse la luz de aquella gran estrella que, ahora que Níniel se fijaba, parecía más grande que la noche anterior, y notablemente mayor que la primera vez que fijó su vista en ella.
-Debería haber funcionado. Esto no es para nada una buena señal.- Comunicó la joven a los demás, ahora más preocupada por el destino de su arma que antes. -Si esto no funciona no se me ocurre otra manera mejor para dar con nuestras cosas que una búsqueda tradicional...- Aquellas palabras desalentaron a muchas de las personas que les habían seguido, dispersando a buena parte del grupo, algunos incluso murmurando que había sido perder el tiempo. Especialmente osco se mostró aquel brujo al que Catherine derribó antes de que atacara a Níniel, aunque bastó una mirada de la pelirroja para que decidiera irse a buscar sus cosas a otra parte en paz.
-Bueno. Técnicamente al dejar nuestras cosas a cargo de esos monjes idiotas...son responsables de las pérdidas. Si te preguntan mis cosas valían 2000 aeros, Nín, y las tuyas 10.000. Tendrán que pagarnos con el oro del norte.- Elucubró la felina, una propuesta con cierto sentido pero que a la lefa no le resultaba de consuelo. Su bastón era más que un mero objeto valioso. Los dragones deberían rebuscar en lo más profundo de sus más profundas cámaras para encontrar algo parecido...y ni aún así sería lo mismo.
-Si han escapado al menos sé que mi bastón no es algo que pueda cambiar de manos sin llamar la atención. Y si la llama, van a lamentar haberlo tocado.- Respondió la joven llegando ya hasta la entrada de la plaza, donde los monjes parecían estar teniendo que sofocar toda una revuelta con poco más que palabras para ofrecer.
-Desde luego no se puede decir que la fiesta no se ha animado...- Bromeó Catherine mientras trataba de hablar con alguno de los monjes para reclamar y amenazar como tantos otros estaban haciendo. Algo de escasa utilidad, a diferencia de la última incorporación a su reducido grupo, quien parecía al menos tratar de buscar alguna pista. Incluso parecía haber dado con algo en mitad de los disturbios.
No obstante, antes de poder compartir sus hallazgos, una nueva conmoción sacudiría la plaza del festival de la alianza. Un elfo muy anciano pero con aura venerable había hecho su aparición, y sus palabras generaron no poca conmoción en el ya caótico evento. Mucha gente pareció decidir ignorarlo tras un primer momento, volviendo a lo que estaban haciendo antes de su llegada. Pero Níniel, viendo su aura y respetándolo como anciano de su misma raza, sintió que no era un charlatán o presagista más. Muchos elfos parecían creer lo mismo que ella, pues fueron de los primeros en reunirse en torno a su figura.
-Yo...quiero saber más.- Fueron las palabras de la joven ante la propuesta de Edén. -Creo que podría ser realmente importante.- Añadió mirando a los ojos a Vincent y decidiéndose a acercarse a aquel anciano elfo y los suyos. Catherine se mostró contrariada, pero no iba a dejar sola a su hermana, especialmente viendo que en torno al grupo de seguidores del anciano elfo se estaba formando toda una tangana. Por no llamarlo una batalla campal con incluso una dragona a la vanguardia.
-Oh, justo mi clase de fiesta preferida...- Se jactó la felina abriéndose paso entre la multitud.
-¿Otra elfa? No vamos a dejar que te unas a tus amigos preciosa. Si queréis hacer vuestras mierdas de salvajes del bosque iros al bosque.- Las interceptaría un humano de cierto tamaño secundado por un par de matones más. Parecían apoyar a la dragona en su propósito de truncar el ritual que el anciano había comenzado, en su caso impidiendo que la gente se uniera al mismo.
-No sois nada sin vuestros arbolitos y vuestros arquitos, ¿eh?- Profirió de nuevo aquel orejas redondas, esta vez tratando de tomar a Níniel por el brazo. Todo un error.
Antes de darse cuenta quién le agarraba a él por el brazo era Catherine, que detuvo su mano sin esfuerzo antes de comenzar a apretar hasta hacerlo gritar de dolor y ponerlo de rodillas en el suelo, una posición mucho más cómoda para hablar con él debido a su baja estatura. Sonreía ferozmente.
-¿Acaso crees que mi hermana iba a dejar su mejor arma al cuidado de extraños? Largaos antes de decida que ya no necesitáis todas vuestras extremidades.- Amenazó soltándolo. Los tres salieron corriendo dejándolas por fin acceder al círculo del ritual.
-Ayuda a mantener el ritual a salvo, Cath. Yo me uniré a ellos.- Instó la peliblanca preparándose para tomar un lugar en el círculo internos. Más antes de hacerlo tuvo una idea. Aquella dragona parecía fuerte y llena de vitalidad. Por lo que la elfa se bendijo a sí misma y a otros miembros del ritual con un incremento de sus capacidades mágicas y a continuación drenó la energía de aquella dragona, no una, sino tres veces, haciendo que su éter pasara de ir en contra del ritual, a colaborar con él. [1]
Entonces sí ocupó su lugar en el círculo.
Off:
Me uno al ritual.
1: Níniel se bendice a sí misma y a otras tres personas (users que así lo quieran o npcs) con un gran incremento de su INT al usar su hab. Intelecto arcano. A continuación usa la Hab. Furia de Anar y 3x su habilidad Aspir sobre la dragona peleona.
-Debería haber funcionado. Esto no es para nada una buena señal.- Comunicó la joven a los demás, ahora más preocupada por el destino de su arma que antes. -Si esto no funciona no se me ocurre otra manera mejor para dar con nuestras cosas que una búsqueda tradicional...- Aquellas palabras desalentaron a muchas de las personas que les habían seguido, dispersando a buena parte del grupo, algunos incluso murmurando que había sido perder el tiempo. Especialmente osco se mostró aquel brujo al que Catherine derribó antes de que atacara a Níniel, aunque bastó una mirada de la pelirroja para que decidiera irse a buscar sus cosas a otra parte en paz.
-Bueno. Técnicamente al dejar nuestras cosas a cargo de esos monjes idiotas...son responsables de las pérdidas. Si te preguntan mis cosas valían 2000 aeros, Nín, y las tuyas 10.000. Tendrán que pagarnos con el oro del norte.- Elucubró la felina, una propuesta con cierto sentido pero que a la lefa no le resultaba de consuelo. Su bastón era más que un mero objeto valioso. Los dragones deberían rebuscar en lo más profundo de sus más profundas cámaras para encontrar algo parecido...y ni aún así sería lo mismo.
-Si han escapado al menos sé que mi bastón no es algo que pueda cambiar de manos sin llamar la atención. Y si la llama, van a lamentar haberlo tocado.- Respondió la joven llegando ya hasta la entrada de la plaza, donde los monjes parecían estar teniendo que sofocar toda una revuelta con poco más que palabras para ofrecer.
-Desde luego no se puede decir que la fiesta no se ha animado...- Bromeó Catherine mientras trataba de hablar con alguno de los monjes para reclamar y amenazar como tantos otros estaban haciendo. Algo de escasa utilidad, a diferencia de la última incorporación a su reducido grupo, quien parecía al menos tratar de buscar alguna pista. Incluso parecía haber dado con algo en mitad de los disturbios.
No obstante, antes de poder compartir sus hallazgos, una nueva conmoción sacudiría la plaza del festival de la alianza. Un elfo muy anciano pero con aura venerable había hecho su aparición, y sus palabras generaron no poca conmoción en el ya caótico evento. Mucha gente pareció decidir ignorarlo tras un primer momento, volviendo a lo que estaban haciendo antes de su llegada. Pero Níniel, viendo su aura y respetándolo como anciano de su misma raza, sintió que no era un charlatán o presagista más. Muchos elfos parecían creer lo mismo que ella, pues fueron de los primeros en reunirse en torno a su figura.
-Yo...quiero saber más.- Fueron las palabras de la joven ante la propuesta de Edén. -Creo que podría ser realmente importante.- Añadió mirando a los ojos a Vincent y decidiéndose a acercarse a aquel anciano elfo y los suyos. Catherine se mostró contrariada, pero no iba a dejar sola a su hermana, especialmente viendo que en torno al grupo de seguidores del anciano elfo se estaba formando toda una tangana. Por no llamarlo una batalla campal con incluso una dragona a la vanguardia.
-Oh, justo mi clase de fiesta preferida...- Se jactó la felina abriéndose paso entre la multitud.
-¿Otra elfa? No vamos a dejar que te unas a tus amigos preciosa. Si queréis hacer vuestras mierdas de salvajes del bosque iros al bosque.- Las interceptaría un humano de cierto tamaño secundado por un par de matones más. Parecían apoyar a la dragona en su propósito de truncar el ritual que el anciano había comenzado, en su caso impidiendo que la gente se uniera al mismo.
-No sois nada sin vuestros arbolitos y vuestros arquitos, ¿eh?- Profirió de nuevo aquel orejas redondas, esta vez tratando de tomar a Níniel por el brazo. Todo un error.
Antes de darse cuenta quién le agarraba a él por el brazo era Catherine, que detuvo su mano sin esfuerzo antes de comenzar a apretar hasta hacerlo gritar de dolor y ponerlo de rodillas en el suelo, una posición mucho más cómoda para hablar con él debido a su baja estatura. Sonreía ferozmente.
-¿Acaso crees que mi hermana iba a dejar su mejor arma al cuidado de extraños? Largaos antes de decida que ya no necesitáis todas vuestras extremidades.- Amenazó soltándolo. Los tres salieron corriendo dejándolas por fin acceder al círculo del ritual.
-Ayuda a mantener el ritual a salvo, Cath. Yo me uniré a ellos.- Instó la peliblanca preparándose para tomar un lugar en el círculo internos. Más antes de hacerlo tuvo una idea. Aquella dragona parecía fuerte y llena de vitalidad. Por lo que la elfa se bendijo a sí misma y a otros miembros del ritual con un incremento de sus capacidades mágicas y a continuación drenó la energía de aquella dragona, no una, sino tres veces, haciendo que su éter pasara de ir en contra del ritual, a colaborar con él. [1]
Entonces sí ocupó su lugar en el círculo.
Off:
Me uno al ritual.
1: Níniel se bendice a sí misma y a otras tres personas (users que así lo quieran o npcs) con un gran incremento de su INT al usar su hab. Intelecto arcano. A continuación usa la Hab. Furia de Anar y 3x su habilidad Aspir sobre la dragona peleona.
Níniel Thenidiel
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Comenzó a leer la letra de Ruru con algo de esfuerzo pues la visión comenzaba a fallar un poco, como si alguien le hubiese puesto unos lentes con demasiado aumento. Se sorprendió algo al ver que no terminaba de escribir pero su metabolismo y el cuerpo entero lo sentía bastante raro.
Los efectos de la cerveza o de algo más... Su culo golpeó el suelo y tomo un largo bostezo cuando comenzó a escuchar la voz del sapo y del hombre de metal. -Bluto-. Dijo respondió riéndose algo, tuvo que parar al sentir un revoltijo en el estómago. -Un placer, Kendovlah. Y si, nos conocemos-. Dijo mirando a Ruru con una sonrisa aunque esta ya había desaparecido de donde estaba según el ebrio. En realidad se estaba preparando para pelear. -¿Qué diablos pasa aquí?-. Preguntó con la mano en la cien.
Se levantó con algo de esfuerzo. Miro a los dos hermanos, pero el dolor de cabeza fue en aumento al escuchar todo el alboroto que había tanto fuera como dentro de la carpa.
-Joder... La resaca tan pronto-. Dijo cuando vio entrar a los monjes dragón. Se le erizó la piel por completo al verlos. Ahora comenzaba a recordar un poco mejor las cosas aunque la cabeza sentía que estaba por explotar. Aún así no pudo evitar reír al ver la escena del hombre sapo tratando de tragar al dragón. Había visto cosas raras pero esa se llevaba el premio, pensó.
Sin embargo, los monjes no se tomaron la escena ni la risa del brujo con tanta gracia. El brujo por su parte se tambaleó hacía atrás al ver que uno de los monjes se acercaban a él. Esquivo un golpe de pura suerte y su píe accidentalmente sirvió para hacerle una zancadilla. El dragón calló primero y el brujo quedo sobre él. Por momentos pareció que iba a... Bueno, todo lo que comió el día de anterior quedo esparcido en el rostro y ropas del monje quien salió corriendo de la tienda para limpiarse y cambiarse seguramente
Por su parte el túnica naranja se levantó con algo de esfuerzo. El mareo se le había pasado por momentos pero aún quedaba otro monje dragón mientras que Ruru encaraba a los dos hermanos que habían hecho desaparecer las armas.
-Lo siento, el almuerzo de ayer salió corriendo-. Se disculpó mientras miraba al monje dragón restante.
Off: Interactuo con Ruru y Frosk.
Los efectos de la cerveza o de algo más... Su culo golpeó el suelo y tomo un largo bostezo cuando comenzó a escuchar la voz del sapo y del hombre de metal. -Bluto-. Dijo respondió riéndose algo, tuvo que parar al sentir un revoltijo en el estómago. -Un placer, Kendovlah. Y si, nos conocemos-. Dijo mirando a Ruru con una sonrisa aunque esta ya había desaparecido de donde estaba según el ebrio. En realidad se estaba preparando para pelear. -¿Qué diablos pasa aquí?-. Preguntó con la mano en la cien.
Se levantó con algo de esfuerzo. Miro a los dos hermanos, pero el dolor de cabeza fue en aumento al escuchar todo el alboroto que había tanto fuera como dentro de la carpa.
-Joder... La resaca tan pronto-. Dijo cuando vio entrar a los monjes dragón. Se le erizó la piel por completo al verlos. Ahora comenzaba a recordar un poco mejor las cosas aunque la cabeza sentía que estaba por explotar. Aún así no pudo evitar reír al ver la escena del hombre sapo tratando de tragar al dragón. Había visto cosas raras pero esa se llevaba el premio, pensó.
Sin embargo, los monjes no se tomaron la escena ni la risa del brujo con tanta gracia. El brujo por su parte se tambaleó hacía atrás al ver que uno de los monjes se acercaban a él. Esquivo un golpe de pura suerte y su píe accidentalmente sirvió para hacerle una zancadilla. El dragón calló primero y el brujo quedo sobre él. Por momentos pareció que iba a... Bueno, todo lo que comió el día de anterior quedo esparcido en el rostro y ropas del monje quien salió corriendo de la tienda para limpiarse y cambiarse seguramente
Por su parte el túnica naranja se levantó con algo de esfuerzo. El mareo se le había pasado por momentos pero aún quedaba otro monje dragón mientras que Ruru encaraba a los dos hermanos que habían hecho desaparecer las armas.
-Lo siento, el almuerzo de ayer salió corriendo-. Se disculpó mientras miraba al monje dragón restante.
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Off: Interactuo con Ruru y Frosk.
Kendovlah
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
—No es buena señal, no —murmuró Valeria ante las palabras de la Níniel.
Puede que no le entusiasmase reconocerlo, pero era evidente que la elfa tenía razón: algo raro estaba pasando y a la bruja no le agradaba encontrarse en medio de todo ello. El choque con aquel caballero y las bromas, tanto de éste como de Vincent fue lo que la sacó de sus cavilaciones, contribuyendo a aliviar la tensión del momento. Por desgracia, aquello no afectó igual a todo el mundo y tuvieron que abrirse paso entre un buen montón de gente más que molesta hasta llegar a la entrada de la plaza, donde los monjes habían requisado las armas a todos los asistentes.
Por el camino, tuvo el disgusto de escuchar una voz familiar, aunque algo más gangosa de lo que recordaba. Era evidente que aquel no era el día para esquivar antiguos conocidos: a pesar de sus esfuerzos, el bueno de Tatsuya había dado con ella. La buena noticia era que parecía demasiado borracho como para reconocerla; la mala noticia, que las borracheras no duraban eternamente. Cuanto antes se largara de aquella Plaza, tanto mejor. Por el momento, tuvo que contentarse con evitar en lo posible cruzar miradas con el brujo.
Una vez en el lugar de los hechos, Catherine se decantó por la vía del “diálogo” con los monjes, cosa que a Valeria le pareció bien; así se los quitaba de encima a los demás mientras husmeaban por allí. El tipo del encontronazo se puso manos a la obra de inmediato. Se notaba que era un hombre observador y la bruja hubiera apostado a que era “de los suyos”. «Es bueno», se dijo, «pero, sin duda, no es brujo». Un brujo habría empezado por donde lo hizo Vincent.
¿Cómo era posible que no notaran la marca latente de todas las armas que habían estado allí hasta hacía sólo unos momentos? Valeria se acercó a una de las mesas y posó ambas manos sobre su superficie. Cerró los ojos tratando de concentrarse en sus alrededores. Podía sentir el familiar cosquilleo en la piel que solía acompañar a las alteraciones en el éter, o a altas acumulaciones del mismo, pero lo cierto es que había estado sintiendo lo mismo a intervalos aleatorios a lo largo de la noche. Volvió a mirar al cielo inquieta. ¿Era su imaginación o aquella cosa se veía más grande?
En cualquier caso, no hacía falta confirmación mágica para darse cuenta de que allí habían usado magia. Era la única explicación posible al hecho de que todas aquellas armas y armaduras hubieran desaparecido tan rápidamente a la vista de todo el mundo. Por eso no le convenció demasiado como pista eso del carro: era un medio de transporte demasiado lento y, después de todo, si uno tiene el poder de trasladar todas esas armas a una carreta en un abrir y cerrar de ojos, ¿por qué no trasladarlas directamente a otro lugar?
En aquel momento, sus compañeros parecieron dirigir la atención hacia el centro de la plaza. Valeria, por su parte, se fijó en el altercado que estaba teniendo lugar al otro lado de las mesas. No fue la pelea en sí lo que llamó la atención, puesto que se habían cruzado con unas cuantas de camino, sino la presencia de una figura familiar.
La bruja solo se había encontrado en una ocasión con la mujer-bestia, pero un ser con unas características como las suyas era difícil de olvidar. Tampoco es que su encuentro hubiera sido largo y profundo, pero si algo le había enseñado la vida en las calles de Beltrexus era a juzgar el carácter de las personas con las que se encontraba, pues de ello podía depender su próxima comida. Hasta donde ella podía juzgar, Ruru Lepidóptera no era la clase de mujer que se mete en una pelea, a menos que tenga alguna noble motivación. Y teniendo en cuenta dónde se encontraban, a Valeria se le ocurría una muy evidente.
Aquella idea le bastó y, teniendo en cuenta cómo andaban los humos, se le ocurrió que, en aquella ocasión, sería más efectivo actuar primero y preguntar después, sobre todo, teniendo en cuenta que la mayor parte de la gente a su alrededor estaba distraída en otra cosa. Se concentró en la mesa en la que acababa de tener apoyadas las manos. Aunque se trataba de una mesa enorme de madera maciza, le sorprendió que aquello le estuviera costando tanto esfuerzo. Negó con la cabeza e imprimió más energía en ello. En un momento, la mesa se elevó en el aire y fue a dar contra uno de los tipos a los que se enfrentaban la mujer mariposa y sus variopintos acompañantes. El peso de la mesa lo dejó tumbado en el suelo, aún consciente. La bruja no se molestó en volver a levantar la mesa.
—Perdonad si aún está un poco crudo —dijo alzando la voz, para que la oyeran la mariposa, el sapo, el gigante metálico y el tipo de la túnica—. ¿Lo preferís solo u os sirvo también un poco de salsa? —Acto seguido, se dirigió a su acompañante, el que había encontrado el rastro del carro y ahora les urgía a salir de allí— Me da en la nariz que esta gente podría tener algo que decir.
Por el rabillo del ojo, pudo ver cómo la elfa, Níniel, y su amiga peluda se alejaban del grupo en dirección al centro de la plaza. Aquello la extrañó lo suficiente para prestar más atención a lo que sucedía allí, pero era demasiado extraño para un análisis rápido de situación. Era evidente que se había perdido algo mientras jugaba a recolocar las mesas.
—¿Qué está ocurriendo? —preguntó a Vincent—, ¿por qué se marchan?
El tipo que yacía bajo la mesa soltó un gemido y trató de levantarse. Valeria alzó una mano hacia donde se encontraban y la mesa volvió a empujar ligeramente hacia abajo, para mantenerlo aprisionado.
----------
OFF: Perdón por el tocho, han pasado muchas cosas y no quería saltarme ninguna ni ignorar a nadie (no sé qué tal se me habrá dado xD). Hago resumen, subrayando a los pjs implicados:
Salgo con Vincent, Níniel y compañía hacia el lugar donde se guardaban las armas. Por el camino, me choco con Eden, que se incorpora al grupo, y se nos une también un ebrio Tatsuya y compañía. Rebuscamos pistas entre las mesas y, como Reike es muy observadora y su user se ha leído todos y cada uno de los posts de este evento (xD), me fijo en la pelea que está teniendo lugar allí entre Ruru, Frosk, Kendovlah y unos tipos muy interesantes. Intervengo en apoyo de Ruru y compañía, tratando de alejar la atención de Eden del rastro del carro y dirigirlo hacia estas personas (NOTA: Ruru y Frosk estaban presentes en el lugar en el momento en que se produjo el robo, lo que los convierte en testigos presenciales. En serio, gente, no entiendo por qué nadie los está interrogando todavía xDD). Como estaba muy distraída lanzando mesas por el aire, no me entero del discurso del elfo de Fehu, así que le pregunto a Vincent para que me explique qué demonios está pasando.
Edito para subrayar el uso de la Telequinesis avanzada de Reike
Puede que no le entusiasmase reconocerlo, pero era evidente que la elfa tenía razón: algo raro estaba pasando y a la bruja no le agradaba encontrarse en medio de todo ello. El choque con aquel caballero y las bromas, tanto de éste como de Vincent fue lo que la sacó de sus cavilaciones, contribuyendo a aliviar la tensión del momento. Por desgracia, aquello no afectó igual a todo el mundo y tuvieron que abrirse paso entre un buen montón de gente más que molesta hasta llegar a la entrada de la plaza, donde los monjes habían requisado las armas a todos los asistentes.
Por el camino, tuvo el disgusto de escuchar una voz familiar, aunque algo más gangosa de lo que recordaba. Era evidente que aquel no era el día para esquivar antiguos conocidos: a pesar de sus esfuerzos, el bueno de Tatsuya había dado con ella. La buena noticia era que parecía demasiado borracho como para reconocerla; la mala noticia, que las borracheras no duraban eternamente. Cuanto antes se largara de aquella Plaza, tanto mejor. Por el momento, tuvo que contentarse con evitar en lo posible cruzar miradas con el brujo.
Una vez en el lugar de los hechos, Catherine se decantó por la vía del “diálogo” con los monjes, cosa que a Valeria le pareció bien; así se los quitaba de encima a los demás mientras husmeaban por allí. El tipo del encontronazo se puso manos a la obra de inmediato. Se notaba que era un hombre observador y la bruja hubiera apostado a que era “de los suyos”. «Es bueno», se dijo, «pero, sin duda, no es brujo». Un brujo habría empezado por donde lo hizo Vincent.
¿Cómo era posible que no notaran la marca latente de todas las armas que habían estado allí hasta hacía sólo unos momentos? Valeria se acercó a una de las mesas y posó ambas manos sobre su superficie. Cerró los ojos tratando de concentrarse en sus alrededores. Podía sentir el familiar cosquilleo en la piel que solía acompañar a las alteraciones en el éter, o a altas acumulaciones del mismo, pero lo cierto es que había estado sintiendo lo mismo a intervalos aleatorios a lo largo de la noche. Volvió a mirar al cielo inquieta. ¿Era su imaginación o aquella cosa se veía más grande?
En cualquier caso, no hacía falta confirmación mágica para darse cuenta de que allí habían usado magia. Era la única explicación posible al hecho de que todas aquellas armas y armaduras hubieran desaparecido tan rápidamente a la vista de todo el mundo. Por eso no le convenció demasiado como pista eso del carro: era un medio de transporte demasiado lento y, después de todo, si uno tiene el poder de trasladar todas esas armas a una carreta en un abrir y cerrar de ojos, ¿por qué no trasladarlas directamente a otro lugar?
En aquel momento, sus compañeros parecieron dirigir la atención hacia el centro de la plaza. Valeria, por su parte, se fijó en el altercado que estaba teniendo lugar al otro lado de las mesas. No fue la pelea en sí lo que llamó la atención, puesto que se habían cruzado con unas cuantas de camino, sino la presencia de una figura familiar.
La bruja solo se había encontrado en una ocasión con la mujer-bestia, pero un ser con unas características como las suyas era difícil de olvidar. Tampoco es que su encuentro hubiera sido largo y profundo, pero si algo le había enseñado la vida en las calles de Beltrexus era a juzgar el carácter de las personas con las que se encontraba, pues de ello podía depender su próxima comida. Hasta donde ella podía juzgar, Ruru Lepidóptera no era la clase de mujer que se mete en una pelea, a menos que tenga alguna noble motivación. Y teniendo en cuenta dónde se encontraban, a Valeria se le ocurría una muy evidente.
Aquella idea le bastó y, teniendo en cuenta cómo andaban los humos, se le ocurrió que, en aquella ocasión, sería más efectivo actuar primero y preguntar después, sobre todo, teniendo en cuenta que la mayor parte de la gente a su alrededor estaba distraída en otra cosa. Se concentró en la mesa en la que acababa de tener apoyadas las manos. Aunque se trataba de una mesa enorme de madera maciza, le sorprendió que aquello le estuviera costando tanto esfuerzo. Negó con la cabeza e imprimió más energía en ello. En un momento, la mesa se elevó en el aire y fue a dar contra uno de los tipos a los que se enfrentaban la mujer mariposa y sus variopintos acompañantes. El peso de la mesa lo dejó tumbado en el suelo, aún consciente. La bruja no se molestó en volver a levantar la mesa.
—Perdonad si aún está un poco crudo —dijo alzando la voz, para que la oyeran la mariposa, el sapo, el gigante metálico y el tipo de la túnica—. ¿Lo preferís solo u os sirvo también un poco de salsa? —Acto seguido, se dirigió a su acompañante, el que había encontrado el rastro del carro y ahora les urgía a salir de allí— Me da en la nariz que esta gente podría tener algo que decir.
Por el rabillo del ojo, pudo ver cómo la elfa, Níniel, y su amiga peluda se alejaban del grupo en dirección al centro de la plaza. Aquello la extrañó lo suficiente para prestar más atención a lo que sucedía allí, pero era demasiado extraño para un análisis rápido de situación. Era evidente que se había perdido algo mientras jugaba a recolocar las mesas.
—¿Qué está ocurriendo? —preguntó a Vincent—, ¿por qué se marchan?
El tipo que yacía bajo la mesa soltó un gemido y trató de levantarse. Valeria alzó una mano hacia donde se encontraban y la mesa volvió a empujar ligeramente hacia abajo, para mantenerlo aprisionado.
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OFF: Perdón por el tocho, han pasado muchas cosas y no quería saltarme ninguna ni ignorar a nadie (no sé qué tal se me habrá dado xD). Hago resumen, subrayando a los pjs implicados:
Salgo con Vincent, Níniel y compañía hacia el lugar donde se guardaban las armas. Por el camino, me choco con Eden, que se incorpora al grupo, y se nos une también un ebrio Tatsuya y compañía. Rebuscamos pistas entre las mesas y, como Reike es muy observadora y su user se ha leído todos y cada uno de los posts de este evento (xD), me fijo en la pelea que está teniendo lugar allí entre Ruru, Frosk, Kendovlah y unos tipos muy interesantes. Intervengo en apoyo de Ruru y compañía, tratando de alejar la atención de Eden del rastro del carro y dirigirlo hacia estas personas (NOTA: Ruru y Frosk estaban presentes en el lugar en el momento en que se produjo el robo, lo que los convierte en testigos presenciales. En serio, gente, no entiendo por qué nadie los está interrogando todavía xDD). Como estaba muy distraída lanzando mesas por el aire, no me entero del discurso del elfo de Fehu, así que le pregunto a Vincent para que me explique qué demonios está pasando.
Edito para subrayar el uso de la Telequinesis avanzada de Reike
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
A Elian, la brusca despedida de la joven Ava le sorprendió incluso más que los gritos que se oían en los alrededores. ¿Cómo era posible que alguien hubiese colado un arma en el lugar? La rapidez con la que creció el alboroto hizo que volviera la vista hacia la vampiro, alarmado. Estaba seguro de que ambos estaban pensando lo mismo: no era bueno que una muchacha anduviera sola en un momento y un lugar como aquel.
—Cuídate, Daphne —dijo por toda despedida—. Veré si puedo encontrarla.
—Cuidate tú, Elian Satari —respondió Daphne mientras se perdía en la oscuridad—. Yo tengo a las sombras como aliadas. Tú eres una criatura de luz.
Abandonando la marmita de estofado a su suerte (nadie se iba a dedicar a robar marmitas en un momento así), echó a andar en la dirección en la que se había marchado la mujer-bestia, pero el caos que lo rodeaba hizo que la perdiera rápidamente de vista. Oyó los rumores (gritos) que hablaban de que las armas habían desaparecido. Sin querer creerlos, trató de avanzar hacia la entrada de la plaza, pensando que quizás Ava había ido a comprobarlo por sí misma. La mayoría de la gente a su alrededor, sin embargo, parecía haber tenido la misma idea, así que el avance se hacía tortuoso.
Decidió darse la vuelta y dar un rodeo. Conocía bien el lugar, por lo que no era ningún desafío dar con una ruta alternativa. Por el camino, sin embargo, se cruzó con dos de los monjes que custodiaban el lugar. Los conocía.
—Edgar, Míriam —los saludo—, ¿es cierto lo que anda contando la gente, lo de que han desaparecido las armas?
—Me temo que sí, Elian —contestó la mujer—. Disculpa que no podamos quedarnos a hablar, pero estamos siguiendo la pista de una mujer que parece haber colado armas. Dicen que estaba con la comitiva de Ciudad Lagarto, puede que sepan algo.
—Claro, adelante —dijo el elfo, aunque lo cierto era que aquella acusación le sonaba más a maniobra de distracción que a otra cosa.
Ciudad Lagarto era el perfecto chivo expiatorio. Era una ciudad joven y todo el mundo conocía su reputación. Pero llegar al evento con toda aquella pompa para luego robarse las armas de los asistentes era demasiado evidente para ser cierto. O al menos, así pensaba Elian.
En estas cavilaciones andaba cuando, tras colarse en el estrecho hueco entre dos tiendas para esquivar a un grupo con cara de pocos amigos, se encontró de frente con una joven rubia acurrucada en un rincón. Tenía la respiración acelerada, por lo que dedujo que debía de haber estado corriendo. Su mente no tardó mucho en atar cabos. Se acercó con precaución, alzando un poco las manos como para mostrar que no pretendía hacerle daño.
—¿Te encuentras bien? —preguntó. Después alzó la vista, mirando a ambos lados del improvisado callejón. Nadie parecía estar prestándoles atención—. Si lo que quieres es salir de aquí, creo que puedo ayudarte.
En aquel momento, el barullo pareció descender ligeramente y una voz firme se hizo oír en el lugar. Elian dio un par de pasos atrás para volver la vista hacia el lugar del que provenía y vio al anciano elfo que le hablaba a la multitud. Las noticias que traía le pesaron profundamente, pero no podía despreciarlas viniendo de quien venían. Levantó la vista al cielo con cierta melancolía y luego la llevó de nuevo hacia la mujer, aunque esta vez, era el eco de una idea lo que podía verse brillando en sus ojos.
—Definitivamente, sé cómo ayudarte a salir de este embrollo. —A pesar de la grave situación, no pudo evitar una sonrisa— Y de paso, tal vez ayudes a que no nos caiga el cielo sobre las cabezas. ¿Qué dices?
—Cuídate, Daphne —dijo por toda despedida—. Veré si puedo encontrarla.
—Cuidate tú, Elian Satari —respondió Daphne mientras se perdía en la oscuridad—. Yo tengo a las sombras como aliadas. Tú eres una criatura de luz.
Abandonando la marmita de estofado a su suerte (nadie se iba a dedicar a robar marmitas en un momento así), echó a andar en la dirección en la que se había marchado la mujer-bestia, pero el caos que lo rodeaba hizo que la perdiera rápidamente de vista. Oyó los rumores (gritos) que hablaban de que las armas habían desaparecido. Sin querer creerlos, trató de avanzar hacia la entrada de la plaza, pensando que quizás Ava había ido a comprobarlo por sí misma. La mayoría de la gente a su alrededor, sin embargo, parecía haber tenido la misma idea, así que el avance se hacía tortuoso.
Decidió darse la vuelta y dar un rodeo. Conocía bien el lugar, por lo que no era ningún desafío dar con una ruta alternativa. Por el camino, sin embargo, se cruzó con dos de los monjes que custodiaban el lugar. Los conocía.
—Edgar, Míriam —los saludo—, ¿es cierto lo que anda contando la gente, lo de que han desaparecido las armas?
—Me temo que sí, Elian —contestó la mujer—. Disculpa que no podamos quedarnos a hablar, pero estamos siguiendo la pista de una mujer que parece haber colado armas. Dicen que estaba con la comitiva de Ciudad Lagarto, puede que sepan algo.
—Claro, adelante —dijo el elfo, aunque lo cierto era que aquella acusación le sonaba más a maniobra de distracción que a otra cosa.
Ciudad Lagarto era el perfecto chivo expiatorio. Era una ciudad joven y todo el mundo conocía su reputación. Pero llegar al evento con toda aquella pompa para luego robarse las armas de los asistentes era demasiado evidente para ser cierto. O al menos, así pensaba Elian.
En estas cavilaciones andaba cuando, tras colarse en el estrecho hueco entre dos tiendas para esquivar a un grupo con cara de pocos amigos, se encontró de frente con una joven rubia acurrucada en un rincón. Tenía la respiración acelerada, por lo que dedujo que debía de haber estado corriendo. Su mente no tardó mucho en atar cabos. Se acercó con precaución, alzando un poco las manos como para mostrar que no pretendía hacerle daño.
—¿Te encuentras bien? —preguntó. Después alzó la vista, mirando a ambos lados del improvisado callejón. Nadie parecía estar prestándoles atención—. Si lo que quieres es salir de aquí, creo que puedo ayudarte.
En aquel momento, el barullo pareció descender ligeramente y una voz firme se hizo oír en el lugar. Elian dio un par de pasos atrás para volver la vista hacia el lugar del que provenía y vio al anciano elfo que le hablaba a la multitud. Las noticias que traía le pesaron profundamente, pero no podía despreciarlas viniendo de quien venían. Levantó la vista al cielo con cierta melancolía y luego la llevó de nuevo hacia la mujer, aunque esta vez, era el eco de una idea lo que podía verse brillando en sus ojos.
—Definitivamente, sé cómo ayudarte a salir de este embrollo. —A pesar de la grave situación, no pudo evitar una sonrisa— Y de paso, tal vez ayudes a que no nos caiga el cielo sobre las cabezas. ¿Qué dices?
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Ni un día. Ni un solo día pasaba sin que se liara de una manera u otra.
Y esta vez se había liado mucho, pero que muchísimo. Alguien había perdido sus armas, y aun no lo había superado cuando un dragón enloquecido había empezado a atacar. Oh, y esa estrella fugaz que no paraba de hacerse más y más grande, cosa alarmante sinceramente.
Y lo peor, buscando esa daga invisible había perdido a Anders, así que no tenía a quien quejarse. –Y así estamos. ¿Crees que mis dotes de pelea de taberna bastan para cargarme a un dragón con una pata de mesa?-
-Woof.- dijo el perro.
-Puede que tengas razón, esos tipos dándose la mano sería una mejor opción. Pero… no me convence, ¿creo que puedo hacer un poco más sabes?- le rascó la cabeza al chucho, que ya estaba completamente segura de que no era un hombre bestia particularmente bajito, y miro a su alrededor mientras su acompañante agitaba la cola hasta volverla un borrón. –Oh… ¿es ese Eltrant? Todo arreglado entonces, es muy capaz, ¿sabes?- Otro ladrido. –Pero siempre puede recibir un poco de ayuda supongo… y luego ritual. Si… decidido.-
Dejo a su peludo acompañante, que gimoteo un poco triste, pero Valyria ya estaba concentrándose. Esa dragona había interrumpido una fiesta, y notaba el tirón que eso provocaba de una manera que, sospechaba, muy pocos de los presentes entendían. –Oh guardianes, escuchad mi llamada.- Empezó. –Mi enemigo ha interrumpido esta fiesta sagrada, yo os imploro, acudid en mi ayuda.- notaba las oleadas, los seres atraídos a la fiesta, y el enfado que una interrupción tan violenta provocaba. –Yo os ruego, acudid en nuestra ayuda, proteged a mi amigo…- a cada palabra, la siguiente era más fácil automática, a medida que esas cosas mostraban más y más interés aunque… no podía dejar que aparecieran con ESE aspecto. Forzó la imagen de algo más adorable, de un gatito, y pareció gustarles, extendiéndose rápidamente por su mente.
Pequeñas criaturas aparecieron a su alrededor, con sonoros pufs y flashes de luz, adorables gatos flotando en el aire perezosamente, disfrazados, porque era una fiesta y eran a grandes rasgos seres bromistas. Había uno con una calabaza en la cabeza, otro negro con un esqueleto pintado, y los que parecían más grandes y brillantes, uno con monóculo y sombrero de copa y otro con adorables alas de murciélago de papel. –Lord Purrington, Conde Miawcula, ¡ayudad a Eltrant!- [1] ambos giraron en el aire, mirándola bocaabajo, y la elfa les señaló al hombre. Ambos parecieron entender y salieron volando con un ronroneo, siendo perseguidos por su cuadrilla de gatos disfrazados. Y ahora, a ayudar en ese maldito ritual. Más le valía a alguien encontrar sus armas después de haberse tomado tantos problemas.
Y esta vez se había liado mucho, pero que muchísimo. Alguien había perdido sus armas, y aun no lo había superado cuando un dragón enloquecido había empezado a atacar. Oh, y esa estrella fugaz que no paraba de hacerse más y más grande, cosa alarmante sinceramente.
Y lo peor, buscando esa daga invisible había perdido a Anders, así que no tenía a quien quejarse. –Y así estamos. ¿Crees que mis dotes de pelea de taberna bastan para cargarme a un dragón con una pata de mesa?-
-Woof.- dijo el perro.
-Puede que tengas razón, esos tipos dándose la mano sería una mejor opción. Pero… no me convence, ¿creo que puedo hacer un poco más sabes?- le rascó la cabeza al chucho, que ya estaba completamente segura de que no era un hombre bestia particularmente bajito, y miro a su alrededor mientras su acompañante agitaba la cola hasta volverla un borrón. –Oh… ¿es ese Eltrant? Todo arreglado entonces, es muy capaz, ¿sabes?- Otro ladrido. –Pero siempre puede recibir un poco de ayuda supongo… y luego ritual. Si… decidido.-
Dejo a su peludo acompañante, que gimoteo un poco triste, pero Valyria ya estaba concentrándose. Esa dragona había interrumpido una fiesta, y notaba el tirón que eso provocaba de una manera que, sospechaba, muy pocos de los presentes entendían. –Oh guardianes, escuchad mi llamada.- Empezó. –Mi enemigo ha interrumpido esta fiesta sagrada, yo os imploro, acudid en mi ayuda.- notaba las oleadas, los seres atraídos a la fiesta, y el enfado que una interrupción tan violenta provocaba. –Yo os ruego, acudid en nuestra ayuda, proteged a mi amigo…- a cada palabra, la siguiente era más fácil automática, a medida que esas cosas mostraban más y más interés aunque… no podía dejar que aparecieran con ESE aspecto. Forzó la imagen de algo más adorable, de un gatito, y pareció gustarles, extendiéndose rápidamente por su mente.
Pequeñas criaturas aparecieron a su alrededor, con sonoros pufs y flashes de luz, adorables gatos flotando en el aire perezosamente, disfrazados, porque era una fiesta y eran a grandes rasgos seres bromistas. Había uno con una calabaza en la cabeza, otro negro con un esqueleto pintado, y los que parecían más grandes y brillantes, uno con monóculo y sombrero de copa y otro con adorables alas de murciélago de papel. –Lord Purrington, Conde Miawcula, ¡ayudad a Eltrant!- [1] ambos giraron en el aire, mirándola bocaabajo, y la elfa les señaló al hombre. Ambos parecieron entender y salieron volando con un ronroneo, siendo perseguidos por su cuadrilla de gatos disfrazados. Y ahora, a ayudar en ese maldito ritual. Más le valía a alguien encontrar sus armas después de haberse tomado tantos problemas.
- Off:
- [1]Uso mi habilidad Fluffy guardians para proteger a Eltrant. Atacaran a cualquier enemigo a menos de 5m de el durante 4 turnos.
Y luego ayudo en el ritual. Que alguien recupere mis armas!
Valyria
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
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Interactúo con Níniel, Reike, Eden, Tatsuya y acompañante, Kendo y aunque no dirijo mis palabras directamente hacia Ruru y Frosk, estoy al lado de ellos cuando le explico la situación a Reike y pueden escucharme perfectamente.
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Interactúo con Níniel, Reike, Eden, Tatsuya y acompañante, Kendo y aunque no dirijo mis palabras directamente hacia Ruru y Frosk, estoy al lado de ellos cuando le explico la situación a Reike y pueden escucharme perfectamente.
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Por unos instantes, aquella situación se sentía como una aguja de acero candente atravesando su sien. Un dolor agudo que penetraba en su cabeza por el centro de su frente para robarle cualquier atisbo de inteligencia.
No era para menos. Las armas habían desaparecido y la gente empezaba a impacientarse y buscaba cualquier excusa para entrar en combate, sí, pero aún peor, él estaba perdido en un mar de dudas y cada solución que atisbaba en el horizonte terminaba en doloroso fracaso.
Al lobo de Beltrexus le habían enseñado desde niño que el mayor arma de un soldado y un brujo no era ni su magia ni su acero, sino su mente. Ser inteligente marcaba la diferencia entre la victoria y la derrota, entre la vida y la muerte.
Para Vincent, que apareciera un problema no era relevante en sí mismo, ya que el mundo estaba lleno de ellos y de personas dispuestas a crearlos. No, para un hombre como él el verdadero problema era no encontrar la solución para dichas dificultades.
- No entiendo por qué no puedo captar el latente éter de las armas mágicas-, comentó con notable molestia.
Eso era nuevo. Algo que nunca le había pasado a Vinc y que por tal motivo no tardó en centrar todos los recursos que había en el interior de su cabeza para buscarle sentido. Pero con tanto drama, la espada de su padre los dioses sabían dónde y con un grupo de personas a punto de estallar en una discusión de puños, su cabeza estaba muy lejos de hilar un hipótesis lógica y más bien parecía a punto de explotar.
- ¿Un rastro? - preguntó curioso, saliendo de sus propios pensamientos para centrarse en las palabras del muchacho. - Ahora mismo es lo único que tenemos, supongo que tendremos que seguirlo-, terminó por decir, mirando hacia lo que parecía el tan esperado inicio de la pelea.
O quizás no.
Níniel se había adentrado en medio del grupo sin aparente oposición, pero el mundo no tardó en demostrarle que no sería tan fácil y que no todas las personas estaban dispuestas a ayudar. Por desgracia para ellos, esa sacerdotisa acompañada por una gata sin problema alguno en armar su brazo y dar golpes les enseñó que se habían equivocado de objetivo para sus insultos.
En cualquier caso, lo que decía ese anciano bien podría ser toda una sarta de estupideces, del mismo modo que podía ser el único que tenía la mente preclara y sabía lo que se traía entre manos.
Vinc no sabía muy bien qué hacer en esos instantes, si creerle o no, más Níniel lo había hecho y no era de las personas crédulas que se creían cualquier tontería o leyenda inventada. Ella lo consideraba importante y eso bastaba para que él también lo pensara. Después de todo, era cierto que la estrella que se desplazaba por el firmamento cada día parecía más grande…
- Oh, buenas-, contestó al muchacho que se acercó hasta ellos y… ¿soltó un señor “flemazo” al suelo? - Encantado de conocerle, señor Tatsuya y señorita Yorha-, respondió con cortesía.
Porque el mundo se fuera a la mierda Vinc no tenía que ser descortés, ¿no era así? Perder la compostura no entraba en su estilo. De todos modos, educación aparte, había algo en ese hombre que le resultaba familiar. Una cuestión que no tardó en contestarse sin llegar a preguntarlo ni pensarlo más.
- Ah, ya me acuerdo de usted. Supongo que mi memoria ya no es lo que era-, bromeó de buen humor. En realidad, simplemente era complicado recordar todas las personas que pasaban por su taller a lo largo de tantos días. - Me alegro que le haya servido y espero poder recuperarla así como las de todos los demás. Esto empieza a ser una broma de muy mal gusto-, dijo más serio, pensando en lo que le haría al imbécil que se dedicaba a robar delante de sus narices.
Estaba claro, que ese ladrón no sabía cómo se las gastaba el mayor de los Calhoun cuando le tocaban las narices más de la cuenta.
Más no era momento de pensar en venganzas, antes debía recuperar sus armas y hallar el culpable. Eso sin contar, que debía ayudar a evitar que la estrella andante cayera sobre sus cabezas, y todo con una batalla por medio que acababa de iniciar un dragón bien loco. O quizás dragona, cuándo estaban transformados le era complicado diferenciar el sexo de los semidragones.
En todo caso, una pelea más cercana captó la atención del mercenario e hizo que se acercara inevitablemente al lugar donde se había escuchado el golpe.
- Con salsa siempre están más sabrosos. O eso he oído decir. No soy experto en cocina-, comentó con sorna, quitándole una jarra de cerveza a un tipo del lugar que miraba la escena con la boca abierta y dándosela al chico que reconocía como la única persona amable que se había prestado a invitarle al primer trago. - Ten chico, que no se diga que un Calhoun no paga sus deudas-, le dijo, guiñándole un ojo. - Pues digamos que una estrella, o lo que sea eso, se nos cae en la cabeza y debemos ayudar con ese ritual a que no ocurra. Ya que si eso pasara, bien que poco importará quién demonios tenga las jodidas armas. Muertos de poco nos van a servir-, se encogió de hombros. - Por otro lado-, señaló donde se encontraba el dragón transformado. - Tenemos norteños de mal beber dando por culo. Ninguna novedad, si se me permite añadir. Y para terminar-, señaló con el pulgar y el resto de dedos cerrados, por encima de su hombro, al chico que casi mata Reike de un trompazo. - El joven que atropellaste ha visto un rastro que podríamos seguir. Y dadas las circunstancias, y teniendo en cuenta que aparte de esa no tenemos una mierda de pistas, diría que es la única opción que tenemos para encontrar las armas-, comentó, dando por terminada su plática. O casi. - Por cierto, chico, ¿cómo te llamas? - le preguntó, girando sobre sus talones para mirarlo de frente. - Creo que antes no tuve la debida educación de preguntarte-, se disculpó con él.
Sí, todo se había precipitado de tal manera que Vinc le había animado a unirse a ellos antes de preguntarle su nombre. Una circunstancia que debía corregir.
- Bueno, todo explicado es hora de tomar una decisión. Yo optaré por unirme al ritual junto a Níniel. Porque como dije antes, de poco nos servirá ningún bien material estando muertos y enterrados bajo toneladas de estrella-, dijo en tono ácido, quitándole algo de hierro al asunto de estar a punto de morir. Al fin y al cabo, no era la primera ver que estaba entre la vida y la muerte. Ni tampoco al última, si conseguía salir de esa, claro estaba. - De todos modos, tampoco estaría bien dejar enfriar la pista del chico, así como buscar más pistas o testigos, o pararle los pies a ese perturbado dragón-, abrió opciones. - Yo iré al ritual como dije, pero podemos dividirnos y cubrir más terreno. Buena caza-, les deseó suerte. - Y si todo sale mal, nos vemos junto a los dioses-, bromeó socarrón, antes de encaminarse e internarse en la zona del ritual.
Allí, dentro de ese círculo cada vez más grande personas, Vinc se reencontraría con Níniel y tomaría su mano para ayudar con su propia fuerza espiritual a completar el ritual.
Offrol / Resumen
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Le digo a Eden que su pista es lo único que tenemos y que deberíamos seguirla, pero mientras lo pienso entiendo la importancia del ritual por medio de Níniel. Aún sin decidirme por nada en concreto, recibo al bueno de Tat y Yorha y los saludo. Después me acerco al lugar donde Reike la lía, reconozco al chico que me dio la cerveza y le "regalo" una. (Sí, en realidad la cerveza era de un tío que estaba así :o, y acabó así :O) Finalmente le explico a Reike la importancia del ritual, expongo posibles opciones para todos los presentes (todo aquel del grupo que quiera estar presente para escucharme), y voy donde está Nín realizando el ritual ^^ De esto modo también soy una de las tres posibles personas que pueden aprovecharse de sus bonificaciones.
Por supuesto, cualquier cosa que esté mal sólo tienen que decirme y lo edito. Y si cualquiera quiere unirse a las tramas del evento con los subgrupos que se irán formando de nuestro grupo actual, adelante, son bienvenidos ^^
Vincent Calhoun
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Luego de terminar con mi alboroto me paralicé unos segundos, visualizando el lugar desde la altura. La noche no ayudaba muchísimo, quizá un vampiro la hubiese tenido más fácil que yo; pero que le iba a hacer.
Entrecerré los ojos intentando centrar la vista, la idea era que cualquiera fuese el tipo que había metido la daga al lugar entrará en pánico e intentase escapar. Si no intentaba escapar para no hacerse tan obvio, entonces alguien se le aproximaría, ¡era a prueba de fallos!
...Excepto el fallo de que varias personas sólo se me quedaron viendo, otras sonreían, seguramente burlándose. Me costó fijar caras, más bien centrado en... cosas rojas. Al escuchar "aeros" en voz altas levanté la oreja, viendo hacia un hombre de pelo lacio y castaño, relativamente bien vestido. Junto a él estaba... ¿flotando alg—
Cuando la bolsa se disparó subí una mano por reflejo para cubrirme. Tarde, sí, habiéndolo hecho dos segundos después de que me impactase en la cara, aún así, impacto y sonido me dejaron claro que tenía dentro. Baje la mano para atraparla cuando iba de caída, decidiendo no quejarme por la cooperación del que claramente era un brujo.
Y luego me impactó otra cosa más en la cara. La verdad, debí haber esperado que me tirasen cosas nada más alzar la voz desde aquí arriba. Me agaché tomando la bolsa, y... «¿Fruta...?» me pregunté, viendo el contenido de la misma. No, no parecía—
—¿Q-Qué? —pregunté sorprendido, algo fuera de base por ver a lo que parecía un elfo sobre el tejado, ¿cuando había subido y se me había parado al lado? ¿Cómo?—. Quiero decir... ¿Sí? —me encogí de hombros, cuestionándome lo que me había comentado la rubia antes. Cuando saludó a Valyria y a Jeannie alcé una ceja, volteando a ver donde veía. A mis ojos, era ver a Valyria y a Irinnil, ¿sería su segundo nombre?
Aprovechando que conocía a Valyria, iba a explicarle mejor la situación al hombre, antes de que gruñera, y se lanzara cual dragón en celo sobre un hombre pelirrojo. Con un poco menos de gracia que un dragón en celo, al menos. Luego derribó al hombre y...
Ya me estaba arrepintiendo de todo esto. Estiré el cuello lo más que pude, intentando alcanzar a oír al hombre, quién parecía estar preguntando algo. En medio de esa pequeña escena caótica, escuché lo que quería oír:
"¡EH! ¡Esta mujer lleva un arma!"
¡Esa era nuestra señal!
Estuve a punto de lanzarme del tejado, antes de analizar bien la situación. Era una mujer, y la que estaba siendo observada más era una rubia, qué no pelo rojo, rubio. Así que o Valyria estaba ciega y no sabía diferenciar entre chicos y chicas, o aquel sujeto tenía razón.
La tensión que se había hecho con el ambiente con solo esas palabras era desagradable, era frase no había sido pronunciada como que habían dado con el sujeto de un juego tanto como una acusasión para tirarle la guardia encima a alguien. Decidí esperar para observar qué sucedía. Bastante pronto, alguien se unió al quilombo alzando un arma.
¿Eltrant?
Sonreí viendo al hombre, «Quizá debería pasar menos tiempo en armadura, si es guapo incluso». Claro, mis pensamientos no se mantuvieron demasiado tiempo en esa línea, escuchando lo que decía.
Posiblemente era la persona más honrada que conocía en el mundo.
Ok, no conocía a muchos, ¡pero eso no le quitaba honradez a Eltrant! Curiosamente, esta situación me resultaba familiar a aquella en la que lo conocí. El grito de una voz femenina, clamando que estaban plantando armas a la gente era exactamente lo que me estaba imaginando, y no era bueno.
Corrí (es decir caminé muy lentamente, temblando a cada paso sin equilibrio por temor a caerme y quebrarme el cuello) sobre el tejado, viendo hacia ambas elfas.
—Val, ¡ten! —exclamé hacia la rubia. Bueno, hacia donde estaba la rubia, ¿dónde rayos se había metido? Ah, bueno. Deje caer el cuenco con los 250 aeros para librar mis manos y poder bajar, cuando iba a eso, desvié la mirada hacia aquel elfo que también las conocía, momento en que lo note.
Dos hombres bestia viéndome desde un costado del elfo. Cuando empecé a agacharme para sostenerme del techo uno apuntó hacia mí y ambos se movieron rápidamente, no en una línea recta, sino desapareciendo entre el caos de personas que ahora se movían de forma más errática y molesta.
Terminé de soltarme, cayendo sobre el golem, cosa que no resultó agradable para mi retaguardia al no haber tomado en cuenta para mi caída esta vez que había dejado ir primero el montón de monedas. Fuese quien se fuese a quedar eso, sólo podía esperar que no supiera que me le senté encima unos segundos.
Me recuperé rápidamente, poniéndome de pie, tomando el cuenco estúpido, y mi golem, y corrí, y realmente no sabía a dónde iba a ir o qué iba a hacer. Al final ni había corrido, no tanto al menos, me detuve frente a Irinnil, notando que brujo que había donado las frutas y los aeros estaba junto al otro… arrodillado… y… y… ¿luciendo triste?
Agité la cabeza para centrarme.
—Oy… —antes de poder decirle algo a la mujer visualicé, gracias a que ella no era precisamente un muro y no ocupaba mucho campo de visión, a uno de los dos hombres que me estaba observando antes, escondido detrás de unas personas.
Tenía bastante en claro que no me miraba porque le resultase atractivo. Dolorosamente claro. Entrecerré los ojos, sospechando que sería un ladrón pendiente del dinero, no me apetecía pensar de mala manera en nadie durante la celebración, pero alguien se había llevado todas las putas armas, y no me veía con demasiadas opciones. Quebré una sonrisa nerviosa y señalé con la cabeza al tejado para recordarle el “punto de encuentro” en dado caso que fuese necesario.
Y arranqué a correr, como un maldito. Sólo por terminar de confirmar mis sospechas volteé atrás, y efectivamente, el desgraciado me estaba siguiendo. Por suerte era difícil seguir el paso a cualquier cosa entre el túmulo de gente, cosa que agradecía y no agradecía a partes iguales. Los gritos, el mal ambiente, la tensión, el puño que iba hacia mi cara…
¿Ah?
Chillé ante el puñetazo, mi cabeza rebotando atrás cual pelota mientras recordaba que eran dos tras mi pista, no uno. No tenían que decirme que iba a pasar ahora; bajé la cabeza y me moví a un lado, evitando el golpe de continuación a ese. Mi espalda chocó con la de alguien más, a saber quien era, giré sobre esa persona para quedar a frente y le sonreí—más bien ofrecí una mueca confusa—, observando por demasiado breves instantes una frentona, pero enorme, un cabello negro que apenas parecía alcanzar su cuello, y una cicatriz en una mejilla, ¿era derecha o izquierda? ¿o—
Al ver al sujeto recuperarse seguí mi huida, intentando pegarme una mano a la nariz para aliviar el dolor lentamente.
No sé si era, no sé, toda la mierda que estaba pasando; pero mi aguante estaba decayendo más rápido de lo normal. Estresado, el golem respondió a mis emociones, formando un pesado guantelete sobre mi brazo y hombro, donde acumuló lo que llevaba dentro de él, para protegerme; aunque yo lo tomé como que era cosa mía: tenía ganas de pegarle a alguien.
Me di vuelta, sacando un puñetazo hacia atrás sin ver. Mi golpe dio en la boca de mi blanco. Literalmente.
El hombre cocodrilo empezó a apretar el hocico, demostrando que la fuerza de su mandíbula era un poco superior a lo que yo podía endurecer a mi propio golem. Tragué saliva considerando que de seguir, ahí se iba a ir mi brazo, esto era un poco exagerado por 250 aeros, yo le daba unos 300 a un brazo, mínimo.
Con la mano que sostenía el cuenco recordé toda mis hipótesis dementes sobre como matar a alguien en este lugar “sin armas”, aplasté el mismo contra el pecho del escamoso, quien solo pudo reaccionar como cualquiera lo habría hecho, una pequeña mueca de burla, eso no iba a atravesar sus defensas. Volví a golpearlo con eso, rompiendo el cuenco y cortándome un poco la palma por fragmentos afilados. Apreté con fuerza los dientes, empezando a sentir el sufrimiento en mi brazo, no pensaba permitir que la arcilla cediera a sus dientes.
Eso no impedía que igual fuese demasiado para mis pobres huesos. Tenía meses sin tomar leche, meses.
Acomodé uno de los fragmentos que restaron en mi mano y le salté encima gruñendo, clavándoselo en el ojo para que me soltara. El bastardo rugió retrocediendo, llevándose las garras al ojo sangrante mientras yo dejaba caer mi golem al suelo, jadeando, y sintiendo un intenso dolor que probablemente era una fractura en el brazo. No me fracturé subiendo ni bajándome de un tejado, dos veces, no, me tenía que fracturar metiéndole el brazo a un hombre cocodrilo en la boca. Tuve como primer reflejo llevarme la otra mano al brazo para sanar las heridas de mi palma y del interior, estando inseguro si lo segundo era posible; pero ni siquiera pude hacer eso. Las punzadas de dolor al tocarme suponían un obstáculo horrible, y yo no era muy afianzado a sentir dolor.
Gemí en voz baja, agachándome para agarrar las bolsas de aeros y frutas antes de que un maldito placaje me lanzó en un espacio entre dos pequeños puestos. Rodé quejándome del dolor al detenerme por un impacto con unas cajas y vi al segundo hombre bestia, un mono, o sea un humano muy peludo, acercarse lentamente mientras se sonaba los nudillos. Iba a ponerme de pie, pero al tocar el suelo con la mano libre la punzada de dolor volvió. No podría. Prefería endeudarme un poco que perecer.
—E-Espera —dije, en algo que era entre un gruñido y una súplica—, te dejare los aeros, no hay necesidad d—
—No me importan los aeros.
Abrí la boca atónito, ¿entonces POR QUÉ me estaban golpeando?
—…No me digas, alguien atacó a tu novio, que es pelirrojo, por lo que dije; pero es que es verdad, no era mi intención, pero hay un t—
—¿…Qué? —hesitó un momento, dejando de avanzar y riéndose, negando con la cabeza—. No, no, no le agradado al jefe, ningún bocón le gusta. No es nada personal.
—¡Eso suena totalmente personal! —me quejé.
—Lo será.
Juntos su puños cuales martillos y los alzó, oh amigo, si me daba, se me iba a fracturar el cuerpo.
Cerré los ojos en pánico al escuchar un sonido estridente, ahí iban mis huesos, y… ¿no me dolía nada? Abrí los ojos, exhalando con fuerza por haber detenido incluso mi respiración, el simio se había distraído con el rugido de un dragón por unos instantes y había volteado atrás.
Mi golem ya había alcanzado detrás de él, ¿por qué era tan lento? ¿Por qué no podía animar como alguien normal?
—¿Quién es… tu jefe? —el hombre mono alzó las cejas, centrando su atención de nuevo en mi. Su sonrisa me indicó que no pensaba caer por algo así y responderme. «EstiraestiraestiraestiraestiraESTIRA» clamé por dentro, alcanzando por la punta del calzado al golem, momento en que descargué todo el éter y la desesperación que pude al mismo tiempo dentro del mismo, haciéndolo regurgitar todo lo que guardaba dentro del mismo por mi túmulo mental.
Pan de hace quien sabe cuantas semanas, un trozo de tela, un cilindro metálico donde guardaba un pergamino de runas, y dos frascos con un contenido amarillo-verdoso. Centré mis ojos en esos últimos e intenté apretar a través del golem uno de los frascos, quebrajándolo y liberando una nube amarilla detrás del mismo. Agarré aire con la boca, sin saber si eso era un veneno, un explosivo, o lo que fuese, pero sabía una cosa: no quería respirarlo.
Cuando el humo penetró las fosas del mono este empezó a sufrir espasmos y a hacer movimientos que resultaban asquerosamente familiares… el Midsommar. Apreté los labios, recordándome a mí mismo no respirar. Quería quedarme ahí tirado y descansar mientras él estaba bajo los efectos de eso, ¿cuánto duraría? ¿horas, cómo en aquella fiesta?
Vi al cielo desde donde estaba, casi tirado. La hija de Isil se veía… enorme.
Quise reír en el momento, debía estar viendo cosas por tantas vueltas. El humo iba a empezar a llegar a mi posición si no me movía ya. Aún sin dejar ir el aire me di vuelta, apoyándome sobre el brazo lastimado, casi lagrimeando del dolor mientras pasaba de apretar labios a morderme el inferior mientras lloriqueaba en mi mente, intentando convencerme que valía la pena.
Lentamente me puse de pie, apoyándome de una pared, aguantándome el dolor y arrastrándome más adentro del “pasillo” que formaban ambos puestos para evitar que me alcanzase el humo. A una distancia prudente, respiré, posando una mirada como yo: cansada y molesta, sobre el danzante mono.
—Ha… —suspiré, esperando que el golem se acercase a mí otra vez y escalara a través de mi cuerpo, posándose en mi brazo bueno otra vez. Formé una pinza y me giré hacia él, recostado de una de las paredes—, ¿quién… es tu jefe…? —empecé—. ¿Y cuál es su problema conmigo? —gruñí en un tono ronco, acercando la pinza hacia su cuello.
Me arrastré a mí mismo fuera del lugar, al menos lo primero que vi afuera fue una imagen agradable: gente de todas las razas, si bien una mayoría parecía elfos, haciendo un círculo tomándose de las manos. Usualmente habría estado en contra de envolver demasiado a Dioses en esto si iba a terminar en sacrificios; pero no había un dios común para todas las razas, así que, no era eso.
Qué envidia.
Pegué la espalda en la mesa, dejándola arrastrar hasta caer sentado para descansar un rato. Me les uniría... más tarde, más tarde...
Entrecerré los ojos intentando centrar la vista, la idea era que cualquiera fuese el tipo que había metido la daga al lugar entrará en pánico e intentase escapar. Si no intentaba escapar para no hacerse tan obvio, entonces alguien se le aproximaría, ¡era a prueba de fallos!
...Excepto el fallo de que varias personas sólo se me quedaron viendo, otras sonreían, seguramente burlándose. Me costó fijar caras, más bien centrado en... cosas rojas. Al escuchar "aeros" en voz altas levanté la oreja, viendo hacia un hombre de pelo lacio y castaño, relativamente bien vestido. Junto a él estaba... ¿flotando alg—
Cuando la bolsa se disparó subí una mano por reflejo para cubrirme. Tarde, sí, habiéndolo hecho dos segundos después de que me impactase en la cara, aún así, impacto y sonido me dejaron claro que tenía dentro. Baje la mano para atraparla cuando iba de caída, decidiendo no quejarme por la cooperación del que claramente era un brujo.
Y luego me impactó otra cosa más en la cara. La verdad, debí haber esperado que me tirasen cosas nada más alzar la voz desde aquí arriba. Me agaché tomando la bolsa, y... «¿Fruta...?» me pregunté, viendo el contenido de la misma. No, no parecía—
—¿Q-Qué? —pregunté sorprendido, algo fuera de base por ver a lo que parecía un elfo sobre el tejado, ¿cuando había subido y se me había parado al lado? ¿Cómo?—. Quiero decir... ¿Sí? —me encogí de hombros, cuestionándome lo que me había comentado la rubia antes. Cuando saludó a Valyria y a Jeannie alcé una ceja, volteando a ver donde veía. A mis ojos, era ver a Valyria y a Irinnil, ¿sería su segundo nombre?
Aprovechando que conocía a Valyria, iba a explicarle mejor la situación al hombre, antes de que gruñera, y se lanzara cual dragón en celo sobre un hombre pelirrojo. Con un poco menos de gracia que un dragón en celo, al menos. Luego derribó al hombre y...
Ya me estaba arrepintiendo de todo esto. Estiré el cuello lo más que pude, intentando alcanzar a oír al hombre, quién parecía estar preguntando algo. En medio de esa pequeña escena caótica, escuché lo que quería oír:
"¡EH! ¡Esta mujer lleva un arma!"
¡Esa era nuestra señal!
Estuve a punto de lanzarme del tejado, antes de analizar bien la situación. Era una mujer, y la que estaba siendo observada más era una rubia, qué no pelo rojo, rubio. Así que o Valyria estaba ciega y no sabía diferenciar entre chicos y chicas, o aquel sujeto tenía razón.
La tensión que se había hecho con el ambiente con solo esas palabras era desagradable, era frase no había sido pronunciada como que habían dado con el sujeto de un juego tanto como una acusasión para tirarle la guardia encima a alguien. Decidí esperar para observar qué sucedía. Bastante pronto, alguien se unió al quilombo alzando un arma.
¿Eltrant?
Sonreí viendo al hombre, «Quizá debería pasar menos tiempo en armadura, si es guapo incluso». Claro, mis pensamientos no se mantuvieron demasiado tiempo en esa línea, escuchando lo que decía.
Posiblemente era la persona más honrada que conocía en el mundo.
Ok, no conocía a muchos, ¡pero eso no le quitaba honradez a Eltrant! Curiosamente, esta situación me resultaba familiar a aquella en la que lo conocí. El grito de una voz femenina, clamando que estaban plantando armas a la gente era exactamente lo que me estaba imaginando, y no era bueno.
Corrí (es decir caminé muy lentamente, temblando a cada paso sin equilibrio por temor a caerme y quebrarme el cuello) sobre el tejado, viendo hacia ambas elfas.
—Val, ¡ten! —exclamé hacia la rubia. Bueno, hacia donde estaba la rubia, ¿dónde rayos se había metido? Ah, bueno. Deje caer el cuenco con los 250 aeros para librar mis manos y poder bajar, cuando iba a eso, desvié la mirada hacia aquel elfo que también las conocía, momento en que lo note.
Dos hombres bestia viéndome desde un costado del elfo. Cuando empecé a agacharme para sostenerme del techo uno apuntó hacia mí y ambos se movieron rápidamente, no en una línea recta, sino desapareciendo entre el caos de personas que ahora se movían de forma más errática y molesta.
Terminé de soltarme, cayendo sobre el golem, cosa que no resultó agradable para mi retaguardia al no haber tomado en cuenta para mi caída esta vez que había dejado ir primero el montón de monedas. Fuese quien se fuese a quedar eso, sólo podía esperar que no supiera que me le senté encima unos segundos.
Me recuperé rápidamente, poniéndome de pie, tomando el cuenco estúpido, y mi golem, y corrí, y realmente no sabía a dónde iba a ir o qué iba a hacer. Al final ni había corrido, no tanto al menos, me detuve frente a Irinnil, notando que brujo que había donado las frutas y los aeros estaba junto al otro… arrodillado… y… y… ¿luciendo triste?
Agité la cabeza para centrarme.
—Oy… —antes de poder decirle algo a la mujer visualicé, gracias a que ella no era precisamente un muro y no ocupaba mucho campo de visión, a uno de los dos hombres que me estaba observando antes, escondido detrás de unas personas.
Tenía bastante en claro que no me miraba porque le resultase atractivo. Dolorosamente claro. Entrecerré los ojos, sospechando que sería un ladrón pendiente del dinero, no me apetecía pensar de mala manera en nadie durante la celebración, pero alguien se había llevado todas las putas armas, y no me veía con demasiadas opciones. Quebré una sonrisa nerviosa y señalé con la cabeza al tejado para recordarle el “punto de encuentro” en dado caso que fuese necesario.
Y arranqué a correr, como un maldito. Sólo por terminar de confirmar mis sospechas volteé atrás, y efectivamente, el desgraciado me estaba siguiendo. Por suerte era difícil seguir el paso a cualquier cosa entre el túmulo de gente, cosa que agradecía y no agradecía a partes iguales. Los gritos, el mal ambiente, la tensión, el puño que iba hacia mi cara…
¿Ah?
Chillé ante el puñetazo, mi cabeza rebotando atrás cual pelota mientras recordaba que eran dos tras mi pista, no uno. No tenían que decirme que iba a pasar ahora; bajé la cabeza y me moví a un lado, evitando el golpe de continuación a ese. Mi espalda chocó con la de alguien más, a saber quien era, giré sobre esa persona para quedar a frente y le sonreí—más bien ofrecí una mueca confusa—, observando por demasiado breves instantes una frentona, pero enorme, un cabello negro que apenas parecía alcanzar su cuello, y una cicatriz en una mejilla, ¿era derecha o izquierda? ¿o—
Al ver al sujeto recuperarse seguí mi huida, intentando pegarme una mano a la nariz para aliviar el dolor lentamente.
No sé si era, no sé, toda la mierda que estaba pasando; pero mi aguante estaba decayendo más rápido de lo normal. Estresado, el golem respondió a mis emociones, formando un pesado guantelete sobre mi brazo y hombro, donde acumuló lo que llevaba dentro de él, para protegerme; aunque yo lo tomé como que era cosa mía: tenía ganas de pegarle a alguien.
Me di vuelta, sacando un puñetazo hacia atrás sin ver. Mi golpe dio en la boca de mi blanco. Literalmente.
- Apariencia hombre cocodrilo:
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El hombre cocodrilo empezó a apretar el hocico, demostrando que la fuerza de su mandíbula era un poco superior a lo que yo podía endurecer a mi propio golem. Tragué saliva considerando que de seguir, ahí se iba a ir mi brazo, esto era un poco exagerado por 250 aeros, yo le daba unos 300 a un brazo, mínimo.
Con la mano que sostenía el cuenco recordé toda mis hipótesis dementes sobre como matar a alguien en este lugar “sin armas”, aplasté el mismo contra el pecho del escamoso, quien solo pudo reaccionar como cualquiera lo habría hecho, una pequeña mueca de burla, eso no iba a atravesar sus defensas. Volví a golpearlo con eso, rompiendo el cuenco y cortándome un poco la palma por fragmentos afilados. Apreté con fuerza los dientes, empezando a sentir el sufrimiento en mi brazo, no pensaba permitir que la arcilla cediera a sus dientes.
Eso no impedía que igual fuese demasiado para mis pobres huesos. Tenía meses sin tomar leche, meses.
Acomodé uno de los fragmentos que restaron en mi mano y le salté encima gruñendo, clavándoselo en el ojo para que me soltara. El bastardo rugió retrocediendo, llevándose las garras al ojo sangrante mientras yo dejaba caer mi golem al suelo, jadeando, y sintiendo un intenso dolor que probablemente era una fractura en el brazo. No me fracturé subiendo ni bajándome de un tejado, dos veces, no, me tenía que fracturar metiéndole el brazo a un hombre cocodrilo en la boca. Tuve como primer reflejo llevarme la otra mano al brazo para sanar las heridas de mi palma y del interior, estando inseguro si lo segundo era posible; pero ni siquiera pude hacer eso. Las punzadas de dolor al tocarme suponían un obstáculo horrible, y yo no era muy afianzado a sentir dolor.
Gemí en voz baja, agachándome para agarrar las bolsas de aeros y frutas antes de que un maldito placaje me lanzó en un espacio entre dos pequeños puestos. Rodé quejándome del dolor al detenerme por un impacto con unas cajas y vi al segundo hombre bestia, un mono, o sea un humano muy peludo, acercarse lentamente mientras se sonaba los nudillos. Iba a ponerme de pie, pero al tocar el suelo con la mano libre la punzada de dolor volvió. No podría. Prefería endeudarme un poco que perecer.
—E-Espera —dije, en algo que era entre un gruñido y una súplica—, te dejare los aeros, no hay necesidad d—
—No me importan los aeros.
Abrí la boca atónito, ¿entonces POR QUÉ me estaban golpeando?
—…No me digas, alguien atacó a tu novio, que es pelirrojo, por lo que dije; pero es que es verdad, no era mi intención, pero hay un t—
—¿…Qué? —hesitó un momento, dejando de avanzar y riéndose, negando con la cabeza—. No, no, no le agradado al jefe, ningún bocón le gusta. No es nada personal.
—¡Eso suena totalmente personal! —me quejé.
—Lo será.
Juntos su puños cuales martillos y los alzó, oh amigo, si me daba, se me iba a fracturar el cuerpo.
Cerré los ojos en pánico al escuchar un sonido estridente, ahí iban mis huesos, y… ¿no me dolía nada? Abrí los ojos, exhalando con fuerza por haber detenido incluso mi respiración, el simio se había distraído con el rugido de un dragón por unos instantes y había volteado atrás.
Mi golem ya había alcanzado detrás de él, ¿por qué era tan lento? ¿Por qué no podía animar como alguien normal?
—¿Quién es… tu jefe? —el hombre mono alzó las cejas, centrando su atención de nuevo en mi. Su sonrisa me indicó que no pensaba caer por algo así y responderme. «EstiraestiraestiraestiraestiraESTIRA» clamé por dentro, alcanzando por la punta del calzado al golem, momento en que descargué todo el éter y la desesperación que pude al mismo tiempo dentro del mismo, haciéndolo regurgitar todo lo que guardaba dentro del mismo por mi túmulo mental.
Pan de hace quien sabe cuantas semanas, un trozo de tela, un cilindro metálico donde guardaba un pergamino de runas, y dos frascos con un contenido amarillo-verdoso. Centré mis ojos en esos últimos e intenté apretar a través del golem uno de los frascos, quebrajándolo y liberando una nube amarilla detrás del mismo. Agarré aire con la boca, sin saber si eso era un veneno, un explosivo, o lo que fuese, pero sabía una cosa: no quería respirarlo.
Cuando el humo penetró las fosas del mono este empezó a sufrir espasmos y a hacer movimientos que resultaban asquerosamente familiares… el Midsommar. Apreté los labios, recordándome a mí mismo no respirar. Quería quedarme ahí tirado y descansar mientras él estaba bajo los efectos de eso, ¿cuánto duraría? ¿horas, cómo en aquella fiesta?
Vi al cielo desde donde estaba, casi tirado. La hija de Isil se veía… enorme.
Quise reír en el momento, debía estar viendo cosas por tantas vueltas. El humo iba a empezar a llegar a mi posición si no me movía ya. Aún sin dejar ir el aire me di vuelta, apoyándome sobre el brazo lastimado, casi lagrimeando del dolor mientras pasaba de apretar labios a morderme el inferior mientras lloriqueaba en mi mente, intentando convencerme que valía la pena.
Lentamente me puse de pie, apoyándome de una pared, aguantándome el dolor y arrastrándome más adentro del “pasillo” que formaban ambos puestos para evitar que me alcanzase el humo. A una distancia prudente, respiré, posando una mirada como yo: cansada y molesta, sobre el danzante mono.
—Ha… —suspiré, esperando que el golem se acercase a mí otra vez y escalara a través de mi cuerpo, posándose en mi brazo bueno otra vez. Formé una pinza y me giré hacia él, recostado de una de las paredes—, ¿quién… es tu jefe…? —empecé—. ¿Y cuál es su problema conmigo? —gruñí en un tono ronco, acercando la pinza hacia su cuello.
[…]
Me arrastré a mí mismo fuera del lugar, al menos lo primero que vi afuera fue una imagen agradable: gente de todas las razas, si bien una mayoría parecía elfos, haciendo un círculo tomándose de las manos. Usualmente habría estado en contra de envolver demasiado a Dioses en esto si iba a terminar en sacrificios; pero no había un dios común para todas las razas, así que, no era eso.
Qué envidia.
Pegué la espalda en la mesa, dejándola arrastrar hasta caer sentado para descansar un rato. Me les uniría... más tarde, más tarde...
___________________________
Siento el desastre de post. Menciono a Rauko, e Hyro, a Eltrant, a Lyra, a Valyria, interactuo con Irinnil (ella está ocupada y solicité su permiso para mencionarla y decir qué hacía su pj, aunque lo tiré suelto, para que suponga lo que ella misma quiera), me chocó contra Nayru, y como me dijo Mast-DIGO, como me dijo... uhm... ¡Nadie, nadie me dijo! Dos hombres me persiguieron para darme una paliza, y resultó en esto, hala. Si a alguien le apetece puede interactuar conmigo y arruinar el resto de mi noche, diciéndome que el cielo se nos cae encima. (?)
¡Sobre la apuesta! Y eso, uhm. Bien, por ahora el bote lo tiene Asher, desgraciado perro sarnoso... mentis Asher, te quiero. Pero falta Nayru por tirar runas, que buscó, pero no tiró runas, así que si sacas una mejor Nayru, consigues al pelirrojo, sino, Asher, que puede hacer shenanigans "maestro arcanista" y haberlo sometido hace rato o qué se yo. Y subrayado uso del Objeto Máster "Poción de Baile".
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La sonrisa de Gaia se ensanchó ante los ojos inocentes del tal Canel.
Luna mi dulce Luna... este niño nos va a hacer ricas en todo este alboroto. Me pregunto si podríamos de hecho, robar a ese niño cuando su hermano no se de cuenta. mi dulce Luna. Al fin y al cabo, un niño menos sin padres es un problema menos del que preocuparse... y a nosotras nos haría tan felices, mi dulce e ingenua Luna.
Apenas tuvo tiempo para agarrar al niño de la manita, con la intención de mostrarle exactamente que monedas agarrar de las bolsas ajenas cuando todo de nuevo en aquel lugar pareció volverse loco. No muy lejos de ella se había formado un círculo donde elfos y seres que dominaban el éter de una u otra forma parecían usar sus plegarias para evitar la colisión incipiente del cometa.
Aquello pareció ser justo lo que acabó de alejar a Canel y su hermano de Gaia. Que de pronto se acordó que había venido a aquel lugar con más personas y se puso de puntillas agarrándose a los hombros de varios de los elfos a su lado para vislumbrar donde estaba el grupo de ciudad lagarto. Vio la melena rubia de Go'el no muy lejos y Luna se tranquilizó en su mente.
¡Casi le perdemos, Luna.. mi dulce Luna! y qué ibamos a hacer sin él, ¿Eh...? Dime... Deberías ir a acercarte no queremos quedarnos rezaga....
Gaia miró a su alrededor. La mayoría de elfos a los que había estado intentando estafas con las apuestas habían decidido alejarse ahora de su pequeño garito e ir a la ayuda de los demás del ritual. Los humanos parecían haber decidido a ayudar a detener al dragón y aquello verdaderamente molestó a la bruja pues estaba empezando a darse cuenta que los humanos eran más abiertos a apostar una mayor suma de dinero que los tacaños elfos.
Tenía que hacer algo...Se concentró en la dragona que estaba intentando impedir aquel ritual y dejó que su magia fluyese y se conectase con la mente de la criatura. Podía notar la furia que emanaba de esta intentando luchar con todos y siendo atacada. Justo aquello fue lo que le bastó para susurrarle en su mente, como hacía cuando usaba sus poderes.
-¿Qué haces luchando contra ti misma, dragoncita?- le dijo-No ves que te estás haciendo daño? Para... estás herida y todos tus golpes y defensas tan solo te dañan a ti misma. Deberías... tan solo... relajarte- La voz mental de Gaia creó la ilusión casi corpórea de que la dragona estaba luchando contra si misma y la confundió haciendo que dejase de atacar sin saber exactamente a quién atacaba.
Aunque la habilidad de Gaia no pudo hacer que la dragona se frenase de manera inmediata, si que la distrajo a que dejase de atacar a cualquier otra persona o criatura que no fuese esa ilusión distorsionada de ella misma.
Gaia se dió por satisfecha con aquello.Se subió a la tarima de sus apuestas y empezó a vocear.
-APUESTAS APUESTAAAAAAAS- dijo mirando a todos-Una nueva apuesta acaba de ser lanzada: 2:1 a que la dragona va a acabar escaldada por ese tal Tale heroico. 3:1 A que la pantalla de Éter va a detener el cometa ahora que hay unos dibujos escritos en el suelo... Oh... 5:3 Que el sapo que vi hace un momento tiene algo que ver con la desaparición de las armas... APUEEEEEEEESTAS. HAGAN SUS APUEEEEEEESTAS! - Voceó apuntando los nombres de los que se acercaban en su libro.
Oh Luna... mi dulce dulce Luna.... nos vamos a hacer de oro.
----
Subrayado: Uso de habilidad de nivel 0 de Gaia contra la dragona: crea la ilusión de otro dragón igual a ella misma con rasgos muy realistas pero incorpóreos, que la distrae desviando su atención y ataques hacia otro personaje que sea esa ilusión.
Espero que eso les de ventaja a los que están intentando luchar contra ella... :p
No interactúo con nadie en especial pero menciono a Chimar, Go'el, Frosk y Eltrant de pasada.
¡¡¡¡HAGAN SUS APUESTAS!!!!!
Luna mi dulce Luna... este niño nos va a hacer ricas en todo este alboroto. Me pregunto si podríamos de hecho, robar a ese niño cuando su hermano no se de cuenta. mi dulce Luna. Al fin y al cabo, un niño menos sin padres es un problema menos del que preocuparse... y a nosotras nos haría tan felices, mi dulce e ingenua Luna.
Apenas tuvo tiempo para agarrar al niño de la manita, con la intención de mostrarle exactamente que monedas agarrar de las bolsas ajenas cuando todo de nuevo en aquel lugar pareció volverse loco. No muy lejos de ella se había formado un círculo donde elfos y seres que dominaban el éter de una u otra forma parecían usar sus plegarias para evitar la colisión incipiente del cometa.
Aquello pareció ser justo lo que acabó de alejar a Canel y su hermano de Gaia. Que de pronto se acordó que había venido a aquel lugar con más personas y se puso de puntillas agarrándose a los hombros de varios de los elfos a su lado para vislumbrar donde estaba el grupo de ciudad lagarto. Vio la melena rubia de Go'el no muy lejos y Luna se tranquilizó en su mente.
¡Casi le perdemos, Luna.. mi dulce Luna! y qué ibamos a hacer sin él, ¿Eh...? Dime... Deberías ir a acercarte no queremos quedarnos rezaga....
Gaia miró a su alrededor. La mayoría de elfos a los que había estado intentando estafas con las apuestas habían decidido alejarse ahora de su pequeño garito e ir a la ayuda de los demás del ritual. Los humanos parecían haber decidido a ayudar a detener al dragón y aquello verdaderamente molestó a la bruja pues estaba empezando a darse cuenta que los humanos eran más abiertos a apostar una mayor suma de dinero que los tacaños elfos.
Tenía que hacer algo...Se concentró en la dragona que estaba intentando impedir aquel ritual y dejó que su magia fluyese y se conectase con la mente de la criatura. Podía notar la furia que emanaba de esta intentando luchar con todos y siendo atacada. Justo aquello fue lo que le bastó para susurrarle en su mente, como hacía cuando usaba sus poderes.
-¿Qué haces luchando contra ti misma, dragoncita?- le dijo-No ves que te estás haciendo daño? Para... estás herida y todos tus golpes y defensas tan solo te dañan a ti misma. Deberías... tan solo... relajarte- La voz mental de Gaia creó la ilusión casi corpórea de que la dragona estaba luchando contra si misma y la confundió haciendo que dejase de atacar sin saber exactamente a quién atacaba.
Aunque la habilidad de Gaia no pudo hacer que la dragona se frenase de manera inmediata, si que la distrajo a que dejase de atacar a cualquier otra persona o criatura que no fuese esa ilusión distorsionada de ella misma.
Gaia se dió por satisfecha con aquello.Se subió a la tarima de sus apuestas y empezó a vocear.
-APUESTAS APUESTAAAAAAAS- dijo mirando a todos-Una nueva apuesta acaba de ser lanzada: 2:1 a que la dragona va a acabar escaldada por ese tal Tale heroico. 3:1 A que la pantalla de Éter va a detener el cometa ahora que hay unos dibujos escritos en el suelo... Oh... 5:3 Que el sapo que vi hace un momento tiene algo que ver con la desaparición de las armas... APUEEEEEEEESTAS. HAGAN SUS APUEEEEEEESTAS! - Voceó apuntando los nombres de los que se acercaban en su libro.
Oh Luna... mi dulce dulce Luna.... nos vamos a hacer de oro.
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Subrayado: Uso de habilidad de nivel 0 de Gaia contra la dragona: crea la ilusión de otro dragón igual a ella misma con rasgos muy realistas pero incorpóreos, que la distrae desviando su atención y ataques hacia otro personaje que sea esa ilusión.
Espero que eso les de ventaja a los que están intentando luchar contra ella... :p
No interactúo con nadie en especial pero menciono a Chimar, Go'el, Frosk y Eltrant de pasada.
¡¡¡¡HAGAN SUS APUESTAS!!!!!
Gaia
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Alward caminaba entre la multitud, en dirección hacia la salida del recinto. Por algún motivo, en su cabeza era el único sitio donde poder encontrar alguna pista sobre las armas desaparecidas, porque al fin y al cabo, no se podían haber volatilizado sin más.
Pasó por al lado de un grupo cualquiera, uno de los integrantes de este mencionó algo de las huellas de un carro... Quizás, esa sería la pista que estaría buscando. Apresuró el paso hasta la misma entrada. La vigilancia de los monjes había sido reducida, o simplemente estos no tenían en demasiada consideración a un humano más entre tantos, desarmado y sin siquiera armadura, frente a todo el revuelo de las armas, el cometa o los amotinados.
Era cierto. Las huellas de un carro, gracias a la tierra blanda que había por el camino, se dirigían lejos de allí. Jamás habría conseguido visualizar y encajar todo aquello. Si tenía la oportunidad, debería de agradecerle al tipo que lo mencionó.
Echó a correr tras la pista. Dio un largo y sonoro silbido, llamando así a su montura. No andaría lejos, siempre le gustaba pastar por los alrededores de donde el Sevna se encontraba.
Oyó un relincho, era ella; Epons.
Logró subirse a lomos de la yegua en carrera, y se puso en dirección a donde se abrían camino las huellas.
No le costó demasiado encontrarlo. Iba lento, y con una gran lona con la que cubría su cargamento. Un solo cochero, encapuchado, iba en el asiento. Al galope, el Sevna colocó a su montura a unos diez metros de distancia del carro. El caballero se bajó de su montura e hizo un claro gesto indicativo para que detuviera la marcha.
-¡Alto!-El carro se detuvo. El castaño se acercó un poco más-¿Qué llevas ahí?-Preguntó de forma directa
-¿Quién lo pregunta? ¿Por qué me asaltas de esa forma?-Preguntó el conductor, aparentemente indignado. No podía verse su rostro, por lo que el misterio no hacía más que acrecentarse.
-Sir Alward Sevna-Le enseñó la insignia de la Guardia. Era de las pocas cosas de su inventario habitual que aún conservaba-Guardia de Verisar-Especificó
Esa respuesta pareció pillar totalmente por sorpresa al conductor, que se quedó sin habla durante unos segundos, hasta que, debajo de su capucha, el Sevna pudo ver una media sonrisa extraña para aquella situación.
-...Vaya, menudo infortunio-Soltó
De pronto, la lona se agitó y de los laterales del carro salieron cuatro tipos más, todos armados. El conductor tiró un poco de la lona y dejó un poco descubierto su cargamento. ¡Habían tantas armas que era imposible contarlo! Este agarró una espada que al Sevna le era más que de sobra conocida; empuñadura negra, guarda y pomo plateados, la hoja tan blanca e impoluta como la propia nieve... Era Værdi, su espada.
Alward retrocedió un par de pasos, sin perder de vista a aquella gente. Apretó los dientes y mostró un gesto de preocupación; cinco armados hasta los dientes contra uno solo, sin más defensa que sus puños, no era una buena apuesta.
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Off: Menciono a Eden y sigo su idea
Pasó por al lado de un grupo cualquiera, uno de los integrantes de este mencionó algo de las huellas de un carro... Quizás, esa sería la pista que estaría buscando. Apresuró el paso hasta la misma entrada. La vigilancia de los monjes había sido reducida, o simplemente estos no tenían en demasiada consideración a un humano más entre tantos, desarmado y sin siquiera armadura, frente a todo el revuelo de las armas, el cometa o los amotinados.
Era cierto. Las huellas de un carro, gracias a la tierra blanda que había por el camino, se dirigían lejos de allí. Jamás habría conseguido visualizar y encajar todo aquello. Si tenía la oportunidad, debería de agradecerle al tipo que lo mencionó.
Echó a correr tras la pista. Dio un largo y sonoro silbido, llamando así a su montura. No andaría lejos, siempre le gustaba pastar por los alrededores de donde el Sevna se encontraba.
Oyó un relincho, era ella; Epons.
Logró subirse a lomos de la yegua en carrera, y se puso en dirección a donde se abrían camino las huellas.
No le costó demasiado encontrarlo. Iba lento, y con una gran lona con la que cubría su cargamento. Un solo cochero, encapuchado, iba en el asiento. Al galope, el Sevna colocó a su montura a unos diez metros de distancia del carro. El caballero se bajó de su montura e hizo un claro gesto indicativo para que detuviera la marcha.
-¡Alto!-El carro se detuvo. El castaño se acercó un poco más-¿Qué llevas ahí?-Preguntó de forma directa
-¿Quién lo pregunta? ¿Por qué me asaltas de esa forma?-Preguntó el conductor, aparentemente indignado. No podía verse su rostro, por lo que el misterio no hacía más que acrecentarse.
-Sir Alward Sevna-Le enseñó la insignia de la Guardia. Era de las pocas cosas de su inventario habitual que aún conservaba-Guardia de Verisar-Especificó
Esa respuesta pareció pillar totalmente por sorpresa al conductor, que se quedó sin habla durante unos segundos, hasta que, debajo de su capucha, el Sevna pudo ver una media sonrisa extraña para aquella situación.
-...Vaya, menudo infortunio-Soltó
De pronto, la lona se agitó y de los laterales del carro salieron cuatro tipos más, todos armados. El conductor tiró un poco de la lona y dejó un poco descubierto su cargamento. ¡Habían tantas armas que era imposible contarlo! Este agarró una espada que al Sevna le era más que de sobra conocida; empuñadura negra, guarda y pomo plateados, la hoja tan blanca e impoluta como la propia nieve... Era Værdi, su espada.
Alward retrocedió un par de pasos, sin perder de vista a aquella gente. Apretó los dientes y mostró un gesto de preocupación; cinco armados hasta los dientes contra uno solo, sin más defensa que sus puños, no era una buena apuesta.
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Off: Menciono a Eden y sigo su idea
Alward Sevna
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Caminó de manera concienzuda de vuelta a donde se encontraba el resto de sus compañeros mientras veía como Tale se alejaba de ella a hacer lo mismo. El tono casi de mandato que el chico había usado la había enervado un poco, teniendo en cuenta que acababan de tener un encontronazo, pero se dijo a si misma que estaba algo irascible y que al fin y al cabo había recuperado su sable.
Lo observó un poco para alejar su mirada de ojos prejuiciosos mientras que se escabullía entre el tumulto. Lo cierto es que no tenía que esquivar miradas algunas, pues la mayoría de los presentes estaban demasiado ocupados en dos frentes distintos: Casi de la nada un anciano barbudo y con la barba larga había hablado acerca del cometa, resguardado de las masas por un joven que indicaba la trayectoria en el cielo a aquel se se acercase a escucharlo. Marcus o así lo llamaron los elfos cercanos a ella, hablaba de una inminente colisión. El hombre viejo, por otra parte, del fin de Aerandir y de esas cosas de las que hablan los libros de magia de brujos negros pero no los dioses elfos.
Marcus se había empeñado en hacer entender a todos la necesidad y urgencia de parar a aquel cometa. Hablaba de cálculos como si todos pudiesen entender la dificultad de sus principios y estaba ilusionado porque hubiese gente que al fin le prestase atención y asustado de todo lo que estaba pasando a partes iguales. Tenía la expresión de un cachorro ilusionado porque acababa de hacer algo bien al fin y ahora no sabía cómo hacer para atener sus consecuencias. Eilydh dudó poco de sus teorías. Nadie que esté mintiendo luce tan sorprendido de que se crea su mentira.
Pero... ¿quién era ese tal Thaendir? Hablaba del ritual como si hubiese estado esperando años en usarlo. Milenios. hablaba de él como si la fuerza propia del mismo les hubiese salvado varias veces, Y aún así... ¿Lo había hecho?Dirigía a la muchedumbre como si en cada una de sus órdenes intentase ocultar la necesidad de que todas fuesen perfectas y como si todas y cada una de ellas hubiesen estado esperando una eternidad para ser comandadas. Se atusaba la barba de cuando en cuando, y Eilydh se tuvo que recordar los motivos exactos por los que aquel gesto le resultaba infinitamente poco natural teniendo en cuenta que aquel hombre decía ser un elfo. Por su edad, debería ser parte del consejo, pero no lo recordó como tal y por otro lado había visto a pocos elfos con barbas. Aunque quizás fuese parte de las características especificas de su clan.
-¿Qué dices Virrey?- le dijo a la Matt Owens que estaba de nuevo cerca suya mientras señalaba al hombre anciano que acababa iniciar un ritual- Supongo que todos los charlatanes os reconocéis entre vosotros.- le guiñó un ojo.- Aunque creo que ese te lleva unos....- miró a Matt y después a Thaendir- dos o tres años de experiencias- sonrió con una media sonrisa.
La elfa se acercó un poco al ritual sin formar parte de él para escuchar lo que se decía.
Observó como el poder de convicción de aquel hombre era casi tan poderoso como su voz, que a pesar de escapar de un cuerpo menudo y raquítico diezmado por el paso de los años parecía alzarse sin problema ante los elfos y los que decidían que su palabra era lo suficientemente importante como para ser seguida.
No le gustaba.
Ni él ni la manera en la que combatía éter con éter. Eilydh no creía que existiese vaso canalizador lo suficientemente grande como para parar a aquel cometa, si es que iba a estrellarse. Pero... sí, quizás, que lo atrayese hacia él.
Los sonidos sordos de la lucha entre una dragona y lo que parecía ser un batallón justiciero interrumpió sus pensamientos. La chica no tardó tiempo en transformarse y menos aún tardaron aquellos que decidieron que sus ansias de detener aquel ritual eran lo suficientemente peligrosas como para dejarla sin su merecido.
¿Pero merecía aquello? Eilydh no estaba tan segura. Y aunque lo mereciese... era tan solo una mujer dragón. Una frente a un séquito de luchadores que sin duda alguna la estaban diezmando sin darle tregua.
Eilydh no era una experta en valores, pero aquella no le parecía una lucha muy justa.
Desenvainó su sable y forcejeó con aquellos que se estaban sublevando por el hecho de que ella tuviese un arma. Consiguió zafarse de ello no sin dar algunos puñetazos y patadas a los que se le acercaron lo suficiente como para evitar que avanzase. Cuano llegó frente a donde se alzaba la pelea contra la dragona se paró en seco junto a ella.
Tenía heridas por todas las partes de su cuerpo. Otra dragona había conseguido herir su cuello de manera casi mortal. Un hombre lobo se alzaba sobre ella y parecía querer domarla. Varios le habían lanzado maldiciones y Eltrant había sacado una espada de algún sitio y también se había unido a la lucha.
-PARAD- gritó, con las mejillas encendidas de vergüenza por el hecho de tener que defender aquella causa. Con o sin razón ante sus ojos, pero totalmente innecesaria.- ¿No veis que ya casi está muerta?- La dragona parecía mermada de toda su energía y se desangraba por varios puntos. Daba estocadas a la nada producto de una ilusión y en aquellos momentos, daba más pena que miedo.
Su grito no sirvió de mucho, por supuesto, y Eilydh no creyó que aquel acto poco propio de ella fuese a convencer a nadie de nada, así que decidió simplemente dividir y conquistar.
Se acercó a Eltrant pues era el único que conocía de todos los que estaban luchando contra ella. Aprovechó que los demás la estaban atacando y que el hombre tenía un hueco en el que no necesitaba defenderse y lo agarró del brazo.
-¿Quién es ese Thaendir?- le dijo con gesto serio y grave evitando que el chico moviese su mano, protegiendo de manera indirecta a la dragona de otro ataque mas- ¿Y por qué estamos tomando sus palabras como verdad absoluta? No se tú, pero yo no acato normas de nadie tan solo porque tengan una barba de más de cien años y sepan canalizar éter. ¿Alguien más conoce este supuesto ritual?¿Esta te parece una batalla justa, Eltrant? ¿Una contra un centenar?- le dijo, señalando a la dragona malherida. Y se lo preguntó esperando una afirmación confirmando o desmintiendo. No conocía a nadie más justo que aquel humano. Al menos más que ella misma.
Aquello fue una sacudida a su realidad y supuso que un intento en ganar adeptos. A ella no le parecía que el tal Thaendir fuese alguien en quién confiar de manera particular, así que tras aquello, dejó a Eltrant, esperando que al menos se cuestionase qué hacía y caminó hasta el hombre bajito que se resguardaba entre guardias elfos.
-Puedo preguntar...- dijo sin premeditarlo mucho- ¿Quién eres y el motivo exacto por el que crees que todo el éter de Aerandir va a poder paralizar eso-? señaló al cometa- Y por supuesto... ¿Cómo sabes que este ritual va a funcionar?. ¿Cómo lo sabemos todos? ...y porqué estás en el lugar adecuado en el momento justo ante una multitud sin armas que puedan negar lo que dices... o al menos cuestionarlo.- dijo.
¿Se estaba volviendo loca? Nadie más parecía cuestionarlo. Tampoco es que le importase.
La hoja de su sable era la única aliada que necesitaba si tenía dudas suficientes. Vio cómo varios elfos se acercaban por detrás con intención de retenerla. Eilydh alzó su sable como advertencia. Si no por las buenas, y teniendo en cuenta que los demás elfos no iban a tener piedad de ella...Quizás aquel hombre estaba dispuesto a hablar por las malas.
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Perdón por el post largo. Menciono a Matt Owens y a Eltrant Tale.
Uso mii habilidad de nivel 0: Sabiduría innata . (Rasgo) Aumenta la Sabiduría del personaje en un 15%. Para cuestionar a Thaerandil
No me creo a Thaendil. Medio defiendo a la dragona pero sin atacar directamente a nadie. Será que tengo ganas de llevar la contraria hoy....
Lo observó un poco para alejar su mirada de ojos prejuiciosos mientras que se escabullía entre el tumulto. Lo cierto es que no tenía que esquivar miradas algunas, pues la mayoría de los presentes estaban demasiado ocupados en dos frentes distintos: Casi de la nada un anciano barbudo y con la barba larga había hablado acerca del cometa, resguardado de las masas por un joven que indicaba la trayectoria en el cielo a aquel se se acercase a escucharlo. Marcus o así lo llamaron los elfos cercanos a ella, hablaba de una inminente colisión. El hombre viejo, por otra parte, del fin de Aerandir y de esas cosas de las que hablan los libros de magia de brujos negros pero no los dioses elfos.
Marcus se había empeñado en hacer entender a todos la necesidad y urgencia de parar a aquel cometa. Hablaba de cálculos como si todos pudiesen entender la dificultad de sus principios y estaba ilusionado porque hubiese gente que al fin le prestase atención y asustado de todo lo que estaba pasando a partes iguales. Tenía la expresión de un cachorro ilusionado porque acababa de hacer algo bien al fin y ahora no sabía cómo hacer para atener sus consecuencias. Eilydh dudó poco de sus teorías. Nadie que esté mintiendo luce tan sorprendido de que se crea su mentira.
Pero... ¿quién era ese tal Thaendir? Hablaba del ritual como si hubiese estado esperando años en usarlo. Milenios. hablaba de él como si la fuerza propia del mismo les hubiese salvado varias veces, Y aún así... ¿Lo había hecho?Dirigía a la muchedumbre como si en cada una de sus órdenes intentase ocultar la necesidad de que todas fuesen perfectas y como si todas y cada una de ellas hubiesen estado esperando una eternidad para ser comandadas. Se atusaba la barba de cuando en cuando, y Eilydh se tuvo que recordar los motivos exactos por los que aquel gesto le resultaba infinitamente poco natural teniendo en cuenta que aquel hombre decía ser un elfo. Por su edad, debería ser parte del consejo, pero no lo recordó como tal y por otro lado había visto a pocos elfos con barbas. Aunque quizás fuese parte de las características especificas de su clan.
-¿Qué dices Virrey?- le dijo a la Matt Owens que estaba de nuevo cerca suya mientras señalaba al hombre anciano que acababa iniciar un ritual- Supongo que todos los charlatanes os reconocéis entre vosotros.- le guiñó un ojo.- Aunque creo que ese te lleva unos....- miró a Matt y después a Thaendir- dos o tres años de experiencias- sonrió con una media sonrisa.
La elfa se acercó un poco al ritual sin formar parte de él para escuchar lo que se decía.
Observó como el poder de convicción de aquel hombre era casi tan poderoso como su voz, que a pesar de escapar de un cuerpo menudo y raquítico diezmado por el paso de los años parecía alzarse sin problema ante los elfos y los que decidían que su palabra era lo suficientemente importante como para ser seguida.
No le gustaba.
Ni él ni la manera en la que combatía éter con éter. Eilydh no creía que existiese vaso canalizador lo suficientemente grande como para parar a aquel cometa, si es que iba a estrellarse. Pero... sí, quizás, que lo atrayese hacia él.
Los sonidos sordos de la lucha entre una dragona y lo que parecía ser un batallón justiciero interrumpió sus pensamientos. La chica no tardó tiempo en transformarse y menos aún tardaron aquellos que decidieron que sus ansias de detener aquel ritual eran lo suficientemente peligrosas como para dejarla sin su merecido.
¿Pero merecía aquello? Eilydh no estaba tan segura. Y aunque lo mereciese... era tan solo una mujer dragón. Una frente a un séquito de luchadores que sin duda alguna la estaban diezmando sin darle tregua.
Eilydh no era una experta en valores, pero aquella no le parecía una lucha muy justa.
Desenvainó su sable y forcejeó con aquellos que se estaban sublevando por el hecho de que ella tuviese un arma. Consiguió zafarse de ello no sin dar algunos puñetazos y patadas a los que se le acercaron lo suficiente como para evitar que avanzase. Cuano llegó frente a donde se alzaba la pelea contra la dragona se paró en seco junto a ella.
Tenía heridas por todas las partes de su cuerpo. Otra dragona había conseguido herir su cuello de manera casi mortal. Un hombre lobo se alzaba sobre ella y parecía querer domarla. Varios le habían lanzado maldiciones y Eltrant había sacado una espada de algún sitio y también se había unido a la lucha.
-PARAD- gritó, con las mejillas encendidas de vergüenza por el hecho de tener que defender aquella causa. Con o sin razón ante sus ojos, pero totalmente innecesaria.- ¿No veis que ya casi está muerta?- La dragona parecía mermada de toda su energía y se desangraba por varios puntos. Daba estocadas a la nada producto de una ilusión y en aquellos momentos, daba más pena que miedo.
Su grito no sirvió de mucho, por supuesto, y Eilydh no creyó que aquel acto poco propio de ella fuese a convencer a nadie de nada, así que decidió simplemente dividir y conquistar.
Se acercó a Eltrant pues era el único que conocía de todos los que estaban luchando contra ella. Aprovechó que los demás la estaban atacando y que el hombre tenía un hueco en el que no necesitaba defenderse y lo agarró del brazo.
-¿Quién es ese Thaendir?- le dijo con gesto serio y grave evitando que el chico moviese su mano, protegiendo de manera indirecta a la dragona de otro ataque mas- ¿Y por qué estamos tomando sus palabras como verdad absoluta? No se tú, pero yo no acato normas de nadie tan solo porque tengan una barba de más de cien años y sepan canalizar éter. ¿Alguien más conoce este supuesto ritual?¿Esta te parece una batalla justa, Eltrant? ¿Una contra un centenar?- le dijo, señalando a la dragona malherida. Y se lo preguntó esperando una afirmación confirmando o desmintiendo. No conocía a nadie más justo que aquel humano. Al menos más que ella misma.
Aquello fue una sacudida a su realidad y supuso que un intento en ganar adeptos. A ella no le parecía que el tal Thaendir fuese alguien en quién confiar de manera particular, así que tras aquello, dejó a Eltrant, esperando que al menos se cuestionase qué hacía y caminó hasta el hombre bajito que se resguardaba entre guardias elfos.
-Puedo preguntar...- dijo sin premeditarlo mucho- ¿Quién eres y el motivo exacto por el que crees que todo el éter de Aerandir va a poder paralizar eso-? señaló al cometa- Y por supuesto... ¿Cómo sabes que este ritual va a funcionar?. ¿Cómo lo sabemos todos? ...y porqué estás en el lugar adecuado en el momento justo ante una multitud sin armas que puedan negar lo que dices... o al menos cuestionarlo.- dijo.
¿Se estaba volviendo loca? Nadie más parecía cuestionarlo. Tampoco es que le importase.
La hoja de su sable era la única aliada que necesitaba si tenía dudas suficientes. Vio cómo varios elfos se acercaban por detrás con intención de retenerla. Eilydh alzó su sable como advertencia. Si no por las buenas, y teniendo en cuenta que los demás elfos no iban a tener piedad de ella...Quizás aquel hombre estaba dispuesto a hablar por las malas.
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Perdón por el post largo. Menciono a Matt Owens y a Eltrant Tale.
Uso mii habilidad de nivel 0: Sabiduría innata . (Rasgo) Aumenta la Sabiduría del personaje en un 15%. Para cuestionar a Thaerandil
No me creo a Thaendil. Medio defiendo a la dragona pero sin atacar directamente a nadie. Será que tengo ganas de llevar la contraria hoy....
Eilydh
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
En su caminar acelerado, se encontró de frente con un desconocido. Como acto reflejo, dio un par de pasos hacia atrás y tensó todo su cuerpo, por si tenía que defenderse. Aunque, aquel hombre de mirada gentil no parecía querer hacer ningún acto hostil hacia su persona. Eso la relajó, pero no del todo.
No respondió a su primera pregunta. Entre que estaba intentando recuperar el aliento y que no sabía exactamente cómo o qué responder, el silencio se apoderó de su respuesta.
Acto seguido, le ofreció ayuda, cosa que no hizo más que sorprender a la bruja. Quizás era la única persona, aparte de Matthew Owens, que no tenía ganas de entregarla ante los monjes. El hombre levantó la vista al cielo, y es entonces cuando pudo ver que se trataba de un elfo por su rasgo más característico. Quién lo iba a imaginar, un orejas puntiagudas ayudando a una bruja.
-¿Q-qué es lo que tienes "pensado", exactamente?-Preguntó, con desconfianza-¡¿Yo?! ¿Ayudar?-No entendía nada-¿Por qué voy a confiar en ti...?
Sin darle muchas más alternativas a la rubia, el hombre la instó para que lo siguiera. Helena, sin saber muy bien por qué lo hizo, colándose así entre la multitud, que ahora discutía entre ella y estaba más alborotada que antes. La aparición de una dragona no había ayudado a apaciguar la tensión, y ahora la bruja entendía de dónde salían todos esos ruidos de batalla que había estado oyendo detrás de las carpas en su huida y escabullimiento.
Aquel hombre le contó de forma escueta y precisa sobre todo lo que había experimentado en la plaza. Al parecer, el cometa se había convertido en una amenaza, una de la que si no ayudaban a evitarla, acabarían todos muertos. Eso, de alguna u tora forma, afianzaba más el concepto de aquella celebración; todos trabajando por un mismo objetivo, sin importar raza, clase social o alguna otra forma de discriminación... Eso le afectaba también de forma directa a la Rhodes, ya que si aquella cosa caía, el mundo podría estallar, y ella vivía en ese mundo, era más que lógico el querer participar en el ritual del anciano elfo. Finalmente, aquel hombre acabó por convencerla. Ya no desconfiaba de él.
Pero, en mitad del camino, casi entrando en el ritual, se encontró a Eilydh, con claros gestos hostiles hacia todo aquello que la rodeaba.
La bruja torció el gesto y entrecerró los ojos, con desconfianza.
-Ellye, ¿Qué haces?-Más que una pregunta normal, era acusatoria y cuestionadora sobre la posición de la elfa-Apártate-Le dijo con un tono neutral. Varios elfos se veían con la intención de asaltar a su congénere. Eso solo podía significar que esta tenía claras intenciones hostiles-Siempre me pareciste una persona de poco fiar... Pero jamás pensé que de verdad estabas loca-En un acto reivindicativo, en el que limpiar su nombre, se enfrentó públicamente con la elfa. Hizo un breve espasmo con su muñeca y descubrió su famosa daga oculta que tanto revuelo había ocasionado. Acto seguido, se puso en guardia-Te lo repetiré tan solo una vez más, y será la última...-Su brazo derecho (el que estaba desarmado) iba adquiriendo una tonalidad pálida y azulada, haciendo que poco a poco ciertas venas se le marcaran por este con un tono morado-...Apártate-Su mirada y tono denotaban seriedad y contundencia. No había dicho esas últimas palabras en vano.
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Off: Interactúo con Elian y Eilydh (Todas las acciones que digo sobre Elian están aceptadas por el propio user)
No respondió a su primera pregunta. Entre que estaba intentando recuperar el aliento y que no sabía exactamente cómo o qué responder, el silencio se apoderó de su respuesta.
Acto seguido, le ofreció ayuda, cosa que no hizo más que sorprender a la bruja. Quizás era la única persona, aparte de Matthew Owens, que no tenía ganas de entregarla ante los monjes. El hombre levantó la vista al cielo, y es entonces cuando pudo ver que se trataba de un elfo por su rasgo más característico. Quién lo iba a imaginar, un orejas puntiagudas ayudando a una bruja.
-¿Q-qué es lo que tienes "pensado", exactamente?-Preguntó, con desconfianza-¡¿Yo?! ¿Ayudar?-No entendía nada-¿Por qué voy a confiar en ti...?
Sin darle muchas más alternativas a la rubia, el hombre la instó para que lo siguiera. Helena, sin saber muy bien por qué lo hizo, colándose así entre la multitud, que ahora discutía entre ella y estaba más alborotada que antes. La aparición de una dragona no había ayudado a apaciguar la tensión, y ahora la bruja entendía de dónde salían todos esos ruidos de batalla que había estado oyendo detrás de las carpas en su huida y escabullimiento.
Aquel hombre le contó de forma escueta y precisa sobre todo lo que había experimentado en la plaza. Al parecer, el cometa se había convertido en una amenaza, una de la que si no ayudaban a evitarla, acabarían todos muertos. Eso, de alguna u tora forma, afianzaba más el concepto de aquella celebración; todos trabajando por un mismo objetivo, sin importar raza, clase social o alguna otra forma de discriminación... Eso le afectaba también de forma directa a la Rhodes, ya que si aquella cosa caía, el mundo podría estallar, y ella vivía en ese mundo, era más que lógico el querer participar en el ritual del anciano elfo. Finalmente, aquel hombre acabó por convencerla. Ya no desconfiaba de él.
Pero, en mitad del camino, casi entrando en el ritual, se encontró a Eilydh, con claros gestos hostiles hacia todo aquello que la rodeaba.
La bruja torció el gesto y entrecerró los ojos, con desconfianza.
-Ellye, ¿Qué haces?-Más que una pregunta normal, era acusatoria y cuestionadora sobre la posición de la elfa-Apártate-Le dijo con un tono neutral. Varios elfos se veían con la intención de asaltar a su congénere. Eso solo podía significar que esta tenía claras intenciones hostiles-Siempre me pareciste una persona de poco fiar... Pero jamás pensé que de verdad estabas loca-En un acto reivindicativo, en el que limpiar su nombre, se enfrentó públicamente con la elfa. Hizo un breve espasmo con su muñeca y descubrió su famosa daga oculta que tanto revuelo había ocasionado. Acto seguido, se puso en guardia-Te lo repetiré tan solo una vez más, y será la última...-Su brazo derecho (el que estaba desarmado) iba adquiriendo una tonalidad pálida y azulada, haciendo que poco a poco ciertas venas se le marcaran por este con un tono morado-...Apártate-Su mirada y tono denotaban seriedad y contundencia. No había dicho esas últimas palabras en vano.
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Helena Rhodes
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
De todas las personas sobre la faz de aerandir. Helena "dolordecabeza" Rhodes era la que por supuesto se alzó a llevar la contraria a la elfa. La chica tenía la mirada de alguien que cree que siempre tiene razón y Eilydh no iba a ponerse a hacer una lista de razones por la que era así, estaba casi segura de que aquella bruja había dramatizado todas las escenas de su vida para llegar donde estaba.Mas cuando su futuro socio Matt Owens había en parte hecho que el ego de la asesina a sueldo aumentase y que la enemistad entre ambas fuese algo más que encontronazos.
Al parecer la bruja había estado buscando cualquier excusa para sacar el puñal que los había condenado a todos y usarlo como amenaza hacia Eilydh. De hecho, aquella mujer sabía que las amenazas no servían con la elfa, por eso Eilydh tuvo la certeza de que aquello era una excusa barata. Suspiró varias veces, como cansada e intentó sosegarse. Puso los ojos en blanco antes de girarse ante la voz de la Rhodes.
-Por supuesto... Helena- dijo Eilydh como constatando que no esperaba a nadie mas que intentase contradecirla, como cansada ante aquella aparicion- Qué suerte que te acercaste a hablar... justo eso estaba haciendo con este...- miró al elfo- anciano. Le preguntaba los motivos exactos de este ritual, su objetivo y por qué debo confiar en él. Me gusta saber las razones por las que las cosas pasan sobre todo si esperan mi ayuda. O eso implica matar de manera injusta- dijo guiñándole un ojo- Además se ve que es la segunda cosa que tenemos en común hoy, aparte de que yo también tengo un arma- dijo señalando su sable pero haciendo caso omiso a las advertencias de Helena- Y es que yo tampoco confío ni en ti ni en este hombre. - dijo- Y me extraña tu fe ciega . Te consideraba muchas cosas- dijo sopesando qué palabras usar, al fin y al cabo los números no la ayudaban- Pero siempre había pensado que no habías perdido el juicio...- se llevó el dedo a sus labios, casi divertida- Se ve que por lo visto tenemos eso también en común. Ambas locas.-
Suspiró de nuevo calmándose y se llevó las manos a una de sus trenzas, indecisa, como haciendo el amago deshacerlas, pero sin decidirse.Le costó todo el esfuerzo que tenía disponible dirigirse de nuevo a Helena sin rebanarle esa mano fría suya con el sable, pero finalmente habló de manera pausada y seria.
-Vamos, Helena. Tú eres una bruja. Dime... ¿aprecias tan poco tu éter como para regalarlo a una causa poco legítima y ponernos en peligro a todos?Si es así.. tengo poco que hablar contigo. Si al menos las barbas de este hombre te resultan un mínimo sospechosas... dejarás al menos que termine mi interrogatorio-
-Como te decía- bajó el sable pues los elfos estaban empezando a impacientarse y ella no era una kamikaze . ¿Es que quizás era la única que sospechaba de aquel hombre? Casi pensaba que aquello era una especie de encantamiento común. Nadie tenía tan poco juicio como para dar éter de manera indiscriminada. Mucho menos los elfos....- Necesito que me des razones contundentes que certifiquen que esto que estas ideando no es todo lo contrario a lo que predicas. Ante mis ojos, ahora mismo bien podrías estar trayendo a esa cosa hacia nosotros en vez de intentando que nos proteja. Míralo por el lado positivo... Si no hay nada que ocultar esto tan solo deberá callar posible desconcierto y reafirmar de tus buenas acciones a tus... lacayos.- dijo conteniendo su lengua para no enfadar a más nadie pero al mismo tiempo empezando a molestarse.
El anciano elfo parecía divertido ante todo aquello y se mantenía callado y observando la interacción entre ambas mujeres. Por alguna razón aquel hombre le recordó a alguien en particular.Al parecer la bruja había estado buscando cualquier excusa para sacar el puñal que los había condenado a todos y usarlo como amenaza hacia Eilydh. De hecho, aquella mujer sabía que las amenazas no servían con la elfa, por eso Eilydh tuvo la certeza de que aquello era una excusa barata. Suspiró varias veces, como cansada e intentó sosegarse. Puso los ojos en blanco antes de girarse ante la voz de la Rhodes.
-Por supuesto... Helena- dijo Eilydh como constatando que no esperaba a nadie mas que intentase contradecirla, como cansada ante aquella aparicion- Qué suerte que te acercaste a hablar... justo eso estaba haciendo con este...- miró al elfo- anciano. Le preguntaba los motivos exactos de este ritual, su objetivo y por qué debo confiar en él. Me gusta saber las razones por las que las cosas pasan sobre todo si esperan mi ayuda. O eso implica matar de manera injusta- dijo guiñándole un ojo- Además se ve que es la segunda cosa que tenemos en común hoy, aparte de que yo también tengo un arma- dijo señalando su sable pero haciendo caso omiso a las advertencias de Helena- Y es que yo tampoco confío ni en ti ni en este hombre. - dijo- Y me extraña tu fe ciega . Te consideraba muchas cosas- dijo sopesando qué palabras usar, al fin y al cabo los números no la ayudaban- Pero siempre había pensado que no habías perdido el juicio...- se llevó el dedo a sus labios, casi divertida- Se ve que por lo visto tenemos eso también en común. Ambas locas.-
Suspiró de nuevo calmándose y se llevó las manos a una de sus trenzas, indecisa, como haciendo el amago deshacerlas, pero sin decidirse.Le costó todo el esfuerzo que tenía disponible dirigirse de nuevo a Helena sin rebanarle esa mano fría suya con el sable, pero finalmente habló de manera pausada y seria.
-Vamos, Helena. Tú eres una bruja. Dime... ¿aprecias tan poco tu éter como para regalarlo a una causa poco legítima y ponernos en peligro a todos?Si es así.. tengo poco que hablar contigo. Si al menos las barbas de este hombre te resultan un mínimo sospechosas... dejarás al menos que termine mi interrogatorio-
-Como te decía- bajó el sable pues los elfos estaban empezando a impacientarse y ella no era una kamikaze . ¿Es que quizás era la única que sospechaba de aquel hombre? Casi pensaba que aquello era una especie de encantamiento común. Nadie tenía tan poco juicio como para dar éter de manera indiscriminada. Mucho menos los elfos....- Necesito que me des razones contundentes que certifiquen que esto que estas ideando no es todo lo contrario a lo que predicas. Ante mis ojos, ahora mismo bien podrías estar trayendo a esa cosa hacia nosotros en vez de intentando que nos proteja. Míralo por el lado positivo... Si no hay nada que ocultar esto tan solo deberá callar posible desconcierto y reafirmar de tus buenas acciones a tus... lacayos.- dijo conteniendo su lengua para no enfadar a más nadie pero al mismo tiempo empezando a molestarse.
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Interactúo con la mejor amiga de Eilydh: Helena Rhodes :p
Eilydh
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
El grupo recién formado un instante antes parecía dividirse de nuevo a causa de aquel terrible caos. Había que estar muy loco para quedarse allí. Correría tras las armas y luego me pondría en camino a las Tierras del Oeste, dónde tenía mis propios planes.
Finalmente, me quedé junto a Tatsuya, a quién había conocido unas semanas antes en Baslodia, que se había unido al grupo mientras buscaba el rastro, cuya presencia no me había sido advertida antes.
- Tatsuya, vayamos a buscar las... ¿Estás borracho?
En ese momento, un hombre corrió tras el rastro que había identificado. Iba rápido, veloz, cómo si la muerte le persiguiese.
- Sigamos a ese hombre. Parece tan cabreado cómo yo. ¿Crees que podrá seguir nuestro ritmo?
No esperé la respuesta, ya que di por hecho de que le costaría bastante. Estaba seguro de que vomitaría a medio camino.
Entré en el bosque, cruzando entre los árboles, siguiendo el rastro de las ruedas del carro. El hombre avanzaba veloz a unos metros delante de mí. De la nada, apareció una yegua, se montó en ella con gran agilidad y continuó la persecución.
- ¡Maldita sea! Debería comprarme un puto caballo- dije, quejándome viendo cómo el hombre se alejaba- O robarlo. ¡Vamos Tatso!
Corrí a toda velocidad. Estaba acostumbrado a hacerlo, debido a mi intenso entrenamiento, pero aquel suelo no era el de la ciudad y tropecé en un par de ocasiones, aunque mantuve el equilibrio cómo pude.
En la distancia, divisé el carro y vi cómo frenaba al llegar aquel hombre hasta él. Vi como cuatro personas salían del interior del carruaje.
Me salí del camino que había seguido el carro y avancé por uno de sus laterales, con la intención de aparecer por uno de los laterales del carro. Quizás podía pasar desapercibido, acercarme hasta alguno de ellos y romperle el cuello con mis manos. Enseguida recordé de que no tenía demasiada fuerza y descarté la idea.
A medida de que me aproximaba, ralenticé el ritmo. Al llegar a una zona próxima, pasé junto a un par de grandes piedras. Seguí adelante, aunque volví un segundo después, cogiendo una de ellas con mi mano derecha, la más grande.
- Espero que mi puntería sea buena- susurré en voz baja, recordando las clases de arco de mi infancia... Siempre había sido nefasto.
Ya a unos metros del grupo, lancé la piedra con fuerza, sobrevolando el aire hacia los cuatro hombres que habían salido del carro. Dirigida a uno de ellos, alcanzó a otro, en uno de los laterales de su rostro, haciéndole perder el equilibrio a causa del impacto y la sangre que emanaba de su rostro. Sin duda, había perdido el conocimiento...
__________________________________________________Finalmente, me quedé junto a Tatsuya, a quién había conocido unas semanas antes en Baslodia, que se había unido al grupo mientras buscaba el rastro, cuya presencia no me había sido advertida antes.
- Tatsuya, vayamos a buscar las... ¿Estás borracho?
En ese momento, un hombre corrió tras el rastro que había identificado. Iba rápido, veloz, cómo si la muerte le persiguiese.
- Sigamos a ese hombre. Parece tan cabreado cómo yo. ¿Crees que podrá seguir nuestro ritmo?
No esperé la respuesta, ya que di por hecho de que le costaría bastante. Estaba seguro de que vomitaría a medio camino.
Entré en el bosque, cruzando entre los árboles, siguiendo el rastro de las ruedas del carro. El hombre avanzaba veloz a unos metros delante de mí. De la nada, apareció una yegua, se montó en ella con gran agilidad y continuó la persecución.
- ¡Maldita sea! Debería comprarme un puto caballo- dije, quejándome viendo cómo el hombre se alejaba- O robarlo. ¡Vamos Tatso!
Corrí a toda velocidad. Estaba acostumbrado a hacerlo, debido a mi intenso entrenamiento, pero aquel suelo no era el de la ciudad y tropecé en un par de ocasiones, aunque mantuve el equilibrio cómo pude.
En la distancia, divisé el carro y vi cómo frenaba al llegar aquel hombre hasta él. Vi como cuatro personas salían del interior del carruaje.
Me salí del camino que había seguido el carro y avancé por uno de sus laterales, con la intención de aparecer por uno de los laterales del carro. Quizás podía pasar desapercibido, acercarme hasta alguno de ellos y romperle el cuello con mis manos. Enseguida recordé de que no tenía demasiada fuerza y descarté la idea.
A medida de que me aproximaba, ralenticé el ritmo. Al llegar a una zona próxima, pasé junto a un par de grandes piedras. Seguí adelante, aunque volví un segundo después, cogiendo una de ellas con mi mano derecha, la más grande.
- Espero que mi puntería sea buena- susurré en voz baja, recordando las clases de arco de mi infancia... Siempre había sido nefasto.
Ya a unos metros del grupo, lancé la piedra con fuerza, sobrevolando el aire hacia los cuatro hombres que habían salido del carro. Dirigida a uno de ellos, alcanzó a otro, en uno de los laterales de su rostro, haciéndole perder el equilibrio a causa del impacto y la sangre que emanaba de su rostro. Sin duda, había perdido el conocimiento...
Con la clara intención de recuperar las armas, sigo, algo asfixiado, los pasos de Alward "veloz" Sevna. Me sigue Tatsuya, que llegaré en breve, si su estado se lo permite...
Eden
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Como era de esperar, la joven reaccionó a la defensiva al principio, pero, por fortuna, no hizo falta recurrir a la violencia. No es que Elian no estuviese dispuesto a pelear si la ocasión lo ameritaba, pero en un lugar como aquel y en semejante fecha, prefería evitarlo, siempre que fuera posible. Por desgracia, no todo el mundo opinaba lo mismo y el elfo empezaba a maldecir el día en que aquella estrella hizo su aparición.
Durante años, había tenido el Día de la Alianza como una celebración sencilla. Los que acudían regularmente al evento eran pocos, pero bien avenidos y los monjes que custodiaban el lugar los recibían con los brazos abiertos. Pero aquella noche, el mundo parecía haberse vuelto loco. ¿Qué hacía toda aquella gente allí si no habían venido a celebrar la unión de las razas? Aunque, bien mirado, no parecía que los conflictos estuvieran focalizados en torno a la raza de cada uno.
Aquello no hacía que el elfo se sintiera mejor. Sí, entendía que el hecho de que alguien pudiera llegar y robar una más que considerable cantidad de armas delante de las narices de tanta gente resultaba preocupante en sí mismo, pero no creía que eso justificase todo el revuelo que se había montado. En lugar de colaborar para encontrar las pertenencias perdidas, pareciera que todo el mundo sospechase de todo el mundo. Hacía que uno se cuestionase su fe en la humanidad. Hasta que se cruzó con la joven de los cabellos rubios. Un poco de diálogo y ya podían caminar y charlar juntos civilizadamente. No era tan difícil, ¿verdad? O puede que sí.
Para cuando llegaron al círculo donde se celebraba el ritual propuesto por el anciano, las tornas habían cambiado. Resultó que la mujer sí que había metido un arma oculta en la plaza, después de todo, pero saltaba a la vista que no había sido la única. Aunque no entendía cómo se les pudo pasar un sable a los monjes de la entrada.
La visión de las dos mujeres enfrentadas, resultaba casi tan imponente como la imagen de los dos dragones entrelazados no mucho más lejos. Los guerreros que rodeaban a los congregados en el ritual no parecían tener muy claro cómo reaccionar y Elian no podía culparlos por ello, pues ninguno iba armado.
—Hey —se atrevió a intervenir, alzando ligeramente las manos, como lo había hecho momentos antes en el callejón, para mostrar que no pretendía atacar a nadie—, no nos precipitemos. No hay necesidad de recurrir a la violencia.
Elian ni siquiera supo si la elfa llegó a oír sus palabras, pues lo cierto es que iban dirigidas a la que se revelaba entonces como bruja, que estaba más cerca, pero el caso fue que bajó el sable justo en aquel momento. Respiró aliviado; ya no eran necesarios más ataques, ¿cierto? Pero las palabras de la elfa hicieron que desviara la atención de la bruja hacia el centro del círculo. Algunas personas que habían escuchado las preguntas de la mujer, también observaban con curiosidad.
—Ya lo he dicho antes —fue toda la defensa del anciano—: no es la primera vez que ocurre algo así. Eres demasiado joven para recordarlo, todos lo sois. ¿Qué razones puedo darte, muchacha? Enyale no esperará a que tú estés convencida de mis intenciones; ya casi está aquí.
Elian, como algunos otros de los presentes, alzó la vista al cielo al oír esa última advertencia. Era cierto que parecía más grande que hacía unos días. ¿No lo había comentado también su madre cuando se encontró con ella al principio de la noche?
—Escucha —se dirigió Elian a la mujer del sable—, no creo que tengamos muchas alternativas ahora mismo. Además, ¿por qué iba a estar atrayendo a la estrella? Seguro que hay formas más sencillas de suicidarse, ¿no crees? —añadió sin poder evitar una ligera sonrisa.
Durante años, había tenido el Día de la Alianza como una celebración sencilla. Los que acudían regularmente al evento eran pocos, pero bien avenidos y los monjes que custodiaban el lugar los recibían con los brazos abiertos. Pero aquella noche, el mundo parecía haberse vuelto loco. ¿Qué hacía toda aquella gente allí si no habían venido a celebrar la unión de las razas? Aunque, bien mirado, no parecía que los conflictos estuvieran focalizados en torno a la raza de cada uno.
Aquello no hacía que el elfo se sintiera mejor. Sí, entendía que el hecho de que alguien pudiera llegar y robar una más que considerable cantidad de armas delante de las narices de tanta gente resultaba preocupante en sí mismo, pero no creía que eso justificase todo el revuelo que se había montado. En lugar de colaborar para encontrar las pertenencias perdidas, pareciera que todo el mundo sospechase de todo el mundo. Hacía que uno se cuestionase su fe en la humanidad. Hasta que se cruzó con la joven de los cabellos rubios. Un poco de diálogo y ya podían caminar y charlar juntos civilizadamente. No era tan difícil, ¿verdad? O puede que sí.
Para cuando llegaron al círculo donde se celebraba el ritual propuesto por el anciano, las tornas habían cambiado. Resultó que la mujer sí que había metido un arma oculta en la plaza, después de todo, pero saltaba a la vista que no había sido la única. Aunque no entendía cómo se les pudo pasar un sable a los monjes de la entrada.
La visión de las dos mujeres enfrentadas, resultaba casi tan imponente como la imagen de los dos dragones entrelazados no mucho más lejos. Los guerreros que rodeaban a los congregados en el ritual no parecían tener muy claro cómo reaccionar y Elian no podía culparlos por ello, pues ninguno iba armado.
—Hey —se atrevió a intervenir, alzando ligeramente las manos, como lo había hecho momentos antes en el callejón, para mostrar que no pretendía atacar a nadie—, no nos precipitemos. No hay necesidad de recurrir a la violencia.
Elian ni siquiera supo si la elfa llegó a oír sus palabras, pues lo cierto es que iban dirigidas a la que se revelaba entonces como bruja, que estaba más cerca, pero el caso fue que bajó el sable justo en aquel momento. Respiró aliviado; ya no eran necesarios más ataques, ¿cierto? Pero las palabras de la elfa hicieron que desviara la atención de la bruja hacia el centro del círculo. Algunas personas que habían escuchado las preguntas de la mujer, también observaban con curiosidad.
—Ya lo he dicho antes —fue toda la defensa del anciano—: no es la primera vez que ocurre algo así. Eres demasiado joven para recordarlo, todos lo sois. ¿Qué razones puedo darte, muchacha? Enyale no esperará a que tú estés convencida de mis intenciones; ya casi está aquí.
Elian, como algunos otros de los presentes, alzó la vista al cielo al oír esa última advertencia. Era cierto que parecía más grande que hacía unos días. ¿No lo había comentado también su madre cuando se encontró con ella al principio de la noche?
—Escucha —se dirigió Elian a la mujer del sable—, no creo que tengamos muchas alternativas ahora mismo. Además, ¿por qué iba a estar atrayendo a la estrella? Seguro que hay formas más sencillas de suicidarse, ¿no crees? —añadió sin poder evitar una ligera sonrisa.
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Off rol: Interactúo con Helena y Eilydh, pero cualquiera que esté en la zona del ritual puede oírme.
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Elian
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Armas robadas una estrella cayendo en picada, y ella estaba como una cuba con una espada a sus pies, bueno si las armas estaba perdidas y ella tenía una -HEY HEE HEY HEE- se levantó y agito las manos señalando la espada que no podía cargar mientras Ali había hablado con la mujer de alas negras, sufría de una curiosa euforia en sus mejillas rojas cuando se inclinó y trato de levantar la espada.
-¡¡Aquí hay una aquí hay una!!-Luego lo pensó y aferro el mango de la espada mirando alrededor medio inclinada. ¿Y si era?-GANAMOS GANE ALISHA GANAMOS- no había pelirrojo, no era una daga ni era invisible pero tenía el presentimiento de que habían encontrado algo valioso, eso merecía un brindis, al parecer nadie la oía y grito más fuerte soltando el arma que hizo un sonoro escándalo y ella juntaba las manos para hacer un cono y que se oyera más su voz-¡¡ ENCONTRE LE PREMIO DENME MIS 200 AEROS!! Creían que no la encontraríamos dando pistas falsas.
Le dijo a Alisha señalando la espada entre risitas y aplaudiendo, pero todos parecían estar juntándose, corriendo o peleando.. – ¿Una buena fiesta siempre acaba así?
Dijo ignorando mucho de las costumbres ajenas, y hasta medio propias hacia su propia fiesta entre brinquitos pensando alegremente que había ganado 200 aeros.- ¿Qué haremos con ellos, bueno sería mitad mitad…
Decia arrastrando las palabras y abrazo a Alisha a modo de celebración.
Off: Interacción con Alisha y cualquiera que se guste sumar
-¡¡Aquí hay una aquí hay una!!-Luego lo pensó y aferro el mango de la espada mirando alrededor medio inclinada. ¿Y si era?-GANAMOS GANE ALISHA GANAMOS- no había pelirrojo, no era una daga ni era invisible pero tenía el presentimiento de que habían encontrado algo valioso, eso merecía un brindis, al parecer nadie la oía y grito más fuerte soltando el arma que hizo un sonoro escándalo y ella juntaba las manos para hacer un cono y que se oyera más su voz-¡¡ ENCONTRE LE PREMIO DENME MIS 200 AEROS!! Creían que no la encontraríamos dando pistas falsas.
Le dijo a Alisha señalando la espada entre risitas y aplaudiendo, pero todos parecían estar juntándose, corriendo o peleando.. – ¿Una buena fiesta siempre acaba así?
Dijo ignorando mucho de las costumbres ajenas, y hasta medio propias hacia su propia fiesta entre brinquitos pensando alegremente que había ganado 200 aeros.- ¿Qué haremos con ellos, bueno sería mitad mitad…
Decia arrastrando las palabras y abrazo a Alisha a modo de celebración.
Off: Interacción con Alisha y cualquiera que se guste sumar
Aradia Hazelmere
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Sango hablaba, pero no podía escucharle, era como si se le hubiesen taponado los oídos, la cabeza le daba vueltas. Se llevó una mano a la parte baja del estómago e hizo presión aliviando la sensación de mal estar que empezaba a apoderarse de ella. Tan solo eran nervios, se repetía una y otra vez la bruja, con calmarse todo pasaría. Reivy se acercaba a la zona donde estaban Sango y ella, ¿acaso la había reconocido tan fácilmente? Dio un paso atrás, intentando enfocar la vista para poder ver mejor su expresión, seguro que ni siquiera la había visto, se estaba poniendo nervios por nada.
- ¿Rastro?
Giró la cabeza para mirar de nuevo al pelirrojo, parecía preocupado por lo de sus armas. Frunció el ceño, no había escuchado nada de lo que le había dicho, pero podía intuir a lo que se refería. Aquella era una buena forma para alejarse de ahí, y así perder a la dragona de vista. Volvió la cabeza para mirarla una última vez antes de marcharse con Sango en busca de las armas, pero la actitud de la morena llamó su atención. Estaba pasando algo más.
- Sango, algo pasa…- susurró la bruja mirando a su alrededor.
La gente corría y gritaba, todo era un caos. Aquello no era para nada lo que la joven había imaginado al asistir al día de la alianza. No se había dado cuenta, pero había cerrado los puños con fuerza, intentando contener los nervios. No podía ser que todo aquel revuelo fuese causado por la desaparición de las armas, aquella gente parecía tener… miedo.
No estaba del todo segura de sí sería buena idea husmear, quizás lo mejor era aprovechar aquel momento para desaparecer de aquel lugar, pero su curiosidad no la dejaba irse.
Volvió la cabeza para mirar al humano con el que había pasado gran parte de la noche, como preguntándole si le acompañaba o se quedaba ahí.
Era realmente difícil andar hasta el foco de la histeria, la gente corría desesperada en dirección contraria, propinándole empujones y golpes. El aire que se respiraba ahora mismo en aquel lugar la ponía en tensión.
Entonces vio al dragón.
Los ojos de la bruja se abrieron como platos. ¿Qué hacía un dragón ahí? Pero lo realmente importante no era el dragón en sí, mucha de la gente que había ahí era de aquella raza, aquel dragón estaba atacando. No le hizo falta mirar dos veces para darse cuenta de que el dragón que se estaba abalanzando sobre él era Reivy. Aquello era una locura, debía hacer algo. Un grupo de gente rezaba al lado de todo aquel alboroto, Nahir se acercó a uno de ellos.
- ¿Qué está sucediendo?
- Es la estrella… - no levantó la cabeza para contestarle.
Nahir miró al cielo antes de continuar preguntando.
- ¿Qué le pasa a la estrella?
El hombre se limitó a tomar la mano de la bruja y colocarla a su lado. En un principio la joven opuso algo de resistencia, no entendía lo que estaba sucediendo, aun así, imitó al hombre. Cerró los ojos, bajó la cabeza y se concentró, no hacían falta palabras para explicar aquello. Nahir apretó su mano con fuerza.
- ¿Rastro?
Giró la cabeza para mirar de nuevo al pelirrojo, parecía preocupado por lo de sus armas. Frunció el ceño, no había escuchado nada de lo que le había dicho, pero podía intuir a lo que se refería. Aquella era una buena forma para alejarse de ahí, y así perder a la dragona de vista. Volvió la cabeza para mirarla una última vez antes de marcharse con Sango en busca de las armas, pero la actitud de la morena llamó su atención. Estaba pasando algo más.
- Sango, algo pasa…- susurró la bruja mirando a su alrededor.
La gente corría y gritaba, todo era un caos. Aquello no era para nada lo que la joven había imaginado al asistir al día de la alianza. No se había dado cuenta, pero había cerrado los puños con fuerza, intentando contener los nervios. No podía ser que todo aquel revuelo fuese causado por la desaparición de las armas, aquella gente parecía tener… miedo.
No estaba del todo segura de sí sería buena idea husmear, quizás lo mejor era aprovechar aquel momento para desaparecer de aquel lugar, pero su curiosidad no la dejaba irse.
Volvió la cabeza para mirar al humano con el que había pasado gran parte de la noche, como preguntándole si le acompañaba o se quedaba ahí.
Era realmente difícil andar hasta el foco de la histeria, la gente corría desesperada en dirección contraria, propinándole empujones y golpes. El aire que se respiraba ahora mismo en aquel lugar la ponía en tensión.
Entonces vio al dragón.
Los ojos de la bruja se abrieron como platos. ¿Qué hacía un dragón ahí? Pero lo realmente importante no era el dragón en sí, mucha de la gente que había ahí era de aquella raza, aquel dragón estaba atacando. No le hizo falta mirar dos veces para darse cuenta de que el dragón que se estaba abalanzando sobre él era Reivy. Aquello era una locura, debía hacer algo. Un grupo de gente rezaba al lado de todo aquel alboroto, Nahir se acercó a uno de ellos.
- ¿Qué está sucediendo?
- Es la estrella… - no levantó la cabeza para contestarle.
Nahir miró al cielo antes de continuar preguntando.
- ¿Qué le pasa a la estrella?
El hombre se limitó a tomar la mano de la bruja y colocarla a su lado. En un principio la joven opuso algo de resistencia, no entendía lo que estaba sucediendo, aun así, imitó al hombre. Cerró los ojos, bajó la cabeza y se concentró, no hacían falta palabras para explicar aquello. Nahir apretó su mano con fuerza.
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Interactuo con Sango. Menciono a Reivy. Me uno al ritual.
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Nahir
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Aquél combate contra la dragona no tardó en convertirse en una injusta matanza: conté a más de veinte personas, curiosamente armadas, atacando a la criatura desde todos los flancos, inflingiéndole heridas cortantes en el proceso, de las cuales brotaba una sangre rutilante que se acumulaba sobre el anillo principal de la plaza. Era injusto, ciertamente, pero si algo me enseñaron mis años como mercenario es que para ganar se tiene que jugar sucio.
Un caballero castaño me despertó de mis pensamientos con su estridente silbido, al cual acudió una yegua entre relinchos. Seguidamente este se acomodó sobre su lomo y partió siguiendo el rastro que uno de mis acompañantes había encontrado recientemente, cuyo rostro se me hacía extrañamente familiar, como si lo hubiera visto en alguna parte. Mi mente procesaba lo que ocurría más lento de lo normal, por lo que me detuve por un instante, pensando tanto en lo que estaría buscando el jinete al salir corriendo de aquella manera, y como en qué nombre tendría familiar. Yorha se extrañó al observarme en esa situación, por lo que me sacudió, sin conseguir despertarme. Finalmente, mi cerebro unió todas las piezas con un "click"
—¡Hedén! ¡Eso era! — grité para mí mismo, llamando la atención de algunos presentes — Ahem. Eden. Eso. Y el mozo ese salió en busca de las armas — añadí y me volví al humano para contestarle — Parcialmente borracho, pero funcional.
—No, no. Es todo lo contrario. — comentó Yorha jugando con algunos de sus cabellos — Mejor ve a recostarte un rato, caraculo. Yo me encargo de la persecución.
Prefería perder mi espada antes que dejar que me hirieran el orgullo de tal manera, por lo que me llevé los dedos a la boca y me induje el vómito, vertiendo gran parte del líquido fermentado sobre el pasto. No podía ver el rostro de nadie mientras lo hacía, pero seguro que serían dignos de poesía.
—Ahora... sí que estoy listo. — dije, limpiándome algunos restos que se colgaban de mi barba, para darme cuenta de que me habían dejado solo. Blasfemé, y seguí el rastro del carro a toda velocidad.
Al recorrer unos cuantos centenares de metros pude divisar a la distancia un carromato detenido, con cuatro personas en pie y un pobre desgraciado en el suelo, junto a una piedra teñida de escarlata. Una gran montaña de objetos destellantes yacía a sus espaldas, que no tardaría en identificar como el armamento... ahora restaba recuperarlo de alguna forma.
Frente a ellos estaba el jinete que se nos adelantó, observando con una mirada preocupada cómo los guardias del cargamento descendían de sus respectivos puestos, con ademán de ataque y armas en mano. No podía culparlo; yo mismo me frené con los talones de mis pies al darme cuenta de que éramos dos idiotas con sus manos desnudas frente a tres hideputas bien equipados. Por suerte, el grave estado de uno de sus integrantes los tenía alerta de los alrededores, desde donde vino la piedra, desviando su atención de nosotros... probablemente porque no nos consideraban una amenaza directa.
—Tú te lanzas sobre el canijo de la izquierda, y yo le suelto un derechazo al de la derecha. — le susurré al castaño una vez me acerqué lo suficiente — Entonces le das un golpe con el costado de la mano en el cuello y... mierda.
Mi compañera orejuda emergió desde la penumbra de los árboles, cayendo sobre uno de los ladrones y clavándole los dientes en el cuello... el resto fue poco placentero para la vista. Sería mejor concluir que ahora contaban con un miembro menos en la cuadrilla. Las tornas se inclinaban a nuestro favor: si Eden era el autor de la pedrada, entonces éramos cuatro contra tres... y las cosas podían ponerse aún mejores.
Canalicé el éter a través del aire y realicé un ademán con la mano, levantando una de las tantas espadas cortas que formaban parte del botín. A continuación, deslicé mis dedos en dirección a uno de los maleantes, que aún no se había percatado de la anomalía. Para cuando se volteó, ya era demasiado tarde: la espada lo atravesó de extremo a extremo, haciéndolo caer de inmediato.(1)
Off rol: Interactúo con Eden y Alward.
(1) Uso de habilidad racial: Telequinesis
Un caballero castaño me despertó de mis pensamientos con su estridente silbido, al cual acudió una yegua entre relinchos. Seguidamente este se acomodó sobre su lomo y partió siguiendo el rastro que uno de mis acompañantes había encontrado recientemente, cuyo rostro se me hacía extrañamente familiar, como si lo hubiera visto en alguna parte. Mi mente procesaba lo que ocurría más lento de lo normal, por lo que me detuve por un instante, pensando tanto en lo que estaría buscando el jinete al salir corriendo de aquella manera, y como en qué nombre tendría familiar. Yorha se extrañó al observarme en esa situación, por lo que me sacudió, sin conseguir despertarme. Finalmente, mi cerebro unió todas las piezas con un "click"
—¡Hedén! ¡Eso era! — grité para mí mismo, llamando la atención de algunos presentes — Ahem. Eden. Eso. Y el mozo ese salió en busca de las armas — añadí y me volví al humano para contestarle — Parcialmente borracho, pero funcional.
—No, no. Es todo lo contrario. — comentó Yorha jugando con algunos de sus cabellos — Mejor ve a recostarte un rato, caraculo. Yo me encargo de la persecución.
Prefería perder mi espada antes que dejar que me hirieran el orgullo de tal manera, por lo que me llevé los dedos a la boca y me induje el vómito, vertiendo gran parte del líquido fermentado sobre el pasto. No podía ver el rostro de nadie mientras lo hacía, pero seguro que serían dignos de poesía.
—Ahora... sí que estoy listo. — dije, limpiándome algunos restos que se colgaban de mi barba, para darme cuenta de que me habían dejado solo. Blasfemé, y seguí el rastro del carro a toda velocidad.
Al recorrer unos cuantos centenares de metros pude divisar a la distancia un carromato detenido, con cuatro personas en pie y un pobre desgraciado en el suelo, junto a una piedra teñida de escarlata. Una gran montaña de objetos destellantes yacía a sus espaldas, que no tardaría en identificar como el armamento... ahora restaba recuperarlo de alguna forma.
Frente a ellos estaba el jinete que se nos adelantó, observando con una mirada preocupada cómo los guardias del cargamento descendían de sus respectivos puestos, con ademán de ataque y armas en mano. No podía culparlo; yo mismo me frené con los talones de mis pies al darme cuenta de que éramos dos idiotas con sus manos desnudas frente a tres hideputas bien equipados. Por suerte, el grave estado de uno de sus integrantes los tenía alerta de los alrededores, desde donde vino la piedra, desviando su atención de nosotros... probablemente porque no nos consideraban una amenaza directa.
—Tú te lanzas sobre el canijo de la izquierda, y yo le suelto un derechazo al de la derecha. — le susurré al castaño una vez me acerqué lo suficiente — Entonces le das un golpe con el costado de la mano en el cuello y... mierda.
Mi compañera orejuda emergió desde la penumbra de los árboles, cayendo sobre uno de los ladrones y clavándole los dientes en el cuello... el resto fue poco placentero para la vista. Sería mejor concluir que ahora contaban con un miembro menos en la cuadrilla. Las tornas se inclinaban a nuestro favor: si Eden era el autor de la pedrada, entonces éramos cuatro contra tres... y las cosas podían ponerse aún mejores.
Canalicé el éter a través del aire y realicé un ademán con la mano, levantando una de las tantas espadas cortas que formaban parte del botín. A continuación, deslicé mis dedos en dirección a uno de los maleantes, que aún no se había percatado de la anomalía. Para cuando se volteó, ya era demasiado tarde: la espada lo atravesó de extremo a extremo, haciéndolo caer de inmediato.(1)
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Tatsuya Suō
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Ignorando cualquier otra molestia Ruru avanzó hacía los dos hermanos, por detrás le seguían en tropa sus mariposas. Cuando Ruru usa su habilidad, Mente Colmena, la mujer mariposa es capaz de conectar con las pequeñas criaturas y manejarlas a su antojo ¡Incluso podría controlarlas y obligarlas! Pero no era algo que a Ruru le hiciera gracia hacer, a sus ojos las pequeñas criaturas son aliadas, no esclavas; En su lugar prefiere usar la conexión para transmitir sus pensamientos y emociones a sus compañeras, quienes eran voluntaria de cumplir o no cumplir sus órdenes. Y de hecho, es debido a esta misma conexión, que sus mariposas estaban igual de cabreadas que la mujer bestia, sus aleteos era duros y poco sutiles, de alguna forma se entendía que estaban igualmente molestas, tal vez más.
Los dos hermanos más temprano que tarde se percataron de la cada vez más próxima Ruru, esbozaron un gesto de desagrado al ver a la mujer, aunque sus naturalezas eran bastantes diferentes. El mayor parecía más asqueado y repugnado con la apariencia de la mujer, mientras que el menor parecía más asustado y nervioso que otra cosa, probablemente no a visto a demasiados hombre-bestia. Ruru parecía estar ignorándolos, pero sus mariposas revelaron, en sus aleteos, que a ellas no les hizo tanta gracia.
“¡M-Montru-.....!”
El menor, cuyo rostro estaba visiblemente asustado, dio un paso hacía atrás al sentir la presión de que en cualquier momento Ruru tomaría la ofensiva. El otro brujo, que por apariencia debía de ser el hermano mayor del asustado joven, arrugó la frente furioso y exclamó:
“¡Imbécil! ¡No dejes la formación!”
"P-Pero….”
“¡Agggh! ¡Que le jodan! ¡Como fallemos el señor Ayax va a cortarnos las maldita pelotas! ¡Solo mátala! A estas alturas ya no importa….”
Confiando en las palabras de su hermano ciegamente, el chico alargó su mano a lo que parecía ser un espacio completamente vacío donde solían estar las armas ¿Que pretendía? ¡Para sorpresa de Ruru, sacó un martillo del espacio completamente vacío! ¿Como-....? Ruru no tuvo tiempo para razonar lo que acababa de pasar, el joven brujo se lanzó contra ella blandiendo el enorme martillo de aspecto pesado martillo.
Los martillazos hacían que el suelo temblara levemente, aveces incluso abriendo grietas en el suelo ¡Ese tipo sabía más que magia! Pero Ruru era más rápida, ágil y ,dado los golpes dados sin cuidado, podía predecir rápidamente los movimientos de su contrincante ¡Aunque no podía subestimar al joven brujo! Si la golpeaba su exoesqueleto no podría defenderla, probablemente sería roto sin miramientos, en el peor de los casos totalmente despedazado.
“¡Date prisa, zopenco! ¡Es una puta mariposa! ¿¡No me digas que es tan puto complicado!?”
Reaccionando al regaño de su hermano mayor, el brujo comenzó a dar golpes más rápidos y fuertes ¡Comenzaba a ser hasta complicado esquivar incluso si sabía que movimiento haría! ¿Debería usar sus mariposas para cegarlo momentáneamente y aprovechar para golpear? Pero si lo hacía las pequeñas saldrían como mínimo heridas por el martillo.
Esto se vuelve problemático…..
El combate comenzaba a volverse más complicado, casi difícil pero un inesperado suceso ocurrió ¡Una mesa entera vino volando y derribo al brujo! Ruru quedó unos segundos aturdida pero enseguida reconoció la voz de cierta bruja que conoció hará un tiempo.
“¡Click!”
Exclamó alegre un chirrido, que, incluso si no lo parecía, era el nombre de Reike. El hermano mayor frunció el ceño y miró con odio al par de mujeres, dando un paso adelante exclamó:
“¡Aggghhh! Estoy hasta la polla de putas entrometidas”
El hombre, obviamente cabreado, sacó de Dios sabe dónde un par de dagas ¡Este par no dejaba de sacar armas de los dioses sabrán donde! El hombre se abalanzó contra la mujer-bestia, pero ella ya estaba preparada para ello; Chirrió, haciendo que sus mariposas se abalanzaron contra él. El hombre no lo esperaba, antes de que se diera cuenta un grupo de furiosas mariposas estaban tapando su visión, posándose y/o aleteando en su cara furiosamente. Ruru no desaprovechó la oportunidad.
“¡Ghhh!”
La mariposa pateó y golpeó sin piedad al hombre, las mariposas se apartaban únicamente para esquivar los desesperados cortes al aire para matarlas o ante los golpes de su comandante. Era una táctica sucia, y Ruru lo sabía Pero…..¿Y qué? No planeaba ser detenida y probablemente ejecutada por “estropear” una festividad tan importante ¡Mucho menos ser llamada ladrona! No llegaría tan lejos como para matarlo, pero tampoco planeaba ser una espadachina justa contra un tipo que intentó robar las armas aprovechándose de una festividad que, tal vez más o menos hipócrita, buscaba reunir pacíficamente todas las razas.
Ruru planeaba noquearlo, pero el brujo era más listo que su hermano menor; Comprendió que debía retirarse o sería atrapado. Dejó de luchar contra las mariposas y en su lugar buscó alejarse ellas, claramente tratando de huir. Ruru se dispuso a seguirlo, pero el hombre, con un gesto de las manos......¡Provocó que todas las armas reaparecieron justo en frente de la cara de la mujer-bestia!
“¡Click!”
Chirriando en sorpresa, Ruru tardo unos segundo en reaccionar, segundos que el brujo aprovechó para, de alguna forma que Ruru no alcanzó a ver, sacar a su hermano de la presión de la mesa y huir, perdiéndose entre las tiendas. Ruru se sintió frustrada, al no poder capturarlos ¡Pero al menos lograron que no se llevaran las armas! Eso era…..¿Bueno? Aunque el problema ahora es…..:
“¿¡Que puñetas acaba de pasar!?”
La voz de un monje sonó detrás de Ruru, sonaba confusa y molesta…..Si, llegó el momento de responder preguntas incomodas.
----------------------Off-Rol--------------------------------
Interactúo con Kendovlah, Reike, Frosk y.......¿Vincent? ¿Creo?
Ruru Lepidoptera
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Luego de pasar el tiempo propicio tirado en el suelo, recorriendo mi cuerpo allí donde dolía con mi brazo bueno, puse sanar un poco y recuperar los aires. Mi brazo derecho no estaba bien; pero debía actuar en validez de lo dicho antes de que fuese tarde y la información se volviese obsoleta. Mi golem salió arrastrándose del lugar, habiendo "tragado" de nuevo mis pertenencias. Lo tomé, endureciéndolo en la forma de un bastón para ponerme de pie.
El problema era cómo, exactamente. ¿Gritar otra vez a todo pulmón? Ya había dicho una estupidez esta noche, y me había costado. Difícilmente alguien iba a creerme así sin más. Camine, cojeando un poco, hacia donde se encontraba el doble círculo de personas, allí, más cerca, podía sentir sin concentrarme demasiado el éter. Debía ser una concentración enorme... ¿qué rayos estaban haciendo?
No muy lejano a ellos había un... una dragona herida, junto a otra en mucho mejor estado. Hubo una pelea. «Oh... es... debió ser de alguno de ellas el rugido». Me giré otra vez hacia los círculos, la tenían casi en frente; pero nadie se movía, seguían haciendo algo... raro. Miré de un lado a otro, algo desesperado mientras pensaba que hacer. Mis ojos dieron otra vez con el barbudo, ¡Eltrant! ¡Él me creería!
¿...Estaba sangrando? Y esa arma de luz... me resultaba familiar. Miré a mis alrededores, Asher debía estar cerca.
Desde Eltrant lleve la mirada hacia una mujer rubia cercana al círculo pero sin formar parte del mismo, sosteniendo un sable y encarando a una segunda rubia, empuñando una daga, y con un brazo que parecía estar bañado a moretones.
A mis ojos teníamos gente tomadas de la mano, en círculo, con la cara abajo, un segundo círculo afuera, como cubriendo a estos, una dragona herida de gravedad, y dos rubias en lo que parecía ser el inicio de un duelo, junto a un hombre rubio altísimo, como de dos metros, con barba, lo que quería decir que no era elfo, ¿verdad? Entonces...
¿Qué coño estaba pasando?
¡Ni siquiera me podía rascar la cabeza o acariciarme el cuello con mi brazo derecho! ¡Ese era mi favorito!
Ahora que lo pensaba, no sabía con que brazo solía hacer eso. De hecho, nunca pensaba en que me rascaba o me acariciaba mucho allí. Las cosas que se descubrían cuando no podías mover a gusto una extremidad...
Agité la cabeza, apretando los ojos para detener mis pensamientos e intentar centrarme. En un respingo generado por un recuerdo, reconocí a la mujer de la daga. Era la que había visto ser acusada, seguramente, le habían plantado esa arma también y el grupo de elfos liderados por la del sable iban a por ella. Ahora que lo recordaba, no sólo sé había tratado de ella, sino de todas los miembros de una llamada Ciudad Lagarto.
No la conocía; pero me resultaba demasiado obvio de que se trataba. Una ciudad llena de hombres bestia lagarto, ¡dah! Si les habían intentando echar la culpa a ellos, no podía tener mejores aliados.
Me encaminé hacia el trío, pidiendo paso entre el grupo de elfos que parecían titubear entre saltar o no adelante. Me detuve, flanqueando a ambas a lo que consideré una distancia prudente. En el momento volví a distraerme un poco, viendo más de cerca a aquel hombre. «Es una torre, cielos».
—Ah... eh... ¡Alto! —dije terminando de meterme entre el trío—. ¡Esta mujer no ha hecho nada! ¡Le plantaron un arma! —repetí lo que debía ser ya un conocimiento regado por la festividad; pero prefería actuar en suposición de qué no lo sabían—. ¡Esto es obra de Ayax! ¡Un...! Un... —los ojos se me achicaron, notando que el hombre mono no mencionó esa parte. ¿Qué era? Podía suponer que se trataría de un hombre bestia, viendo que los dos que me hicieron pasar un mal trago lo eran, y que quien parecía haber acusado a esta mujer específicamente también era uno; pero afirmarlo así, a secas, sin saber la verdad.. además. Hombre-bestia. ¿Pero qué bestia?—. Un... un pelirrojo.
En ese pequeño instante quise morir. Que un tensai de tierra hiciera que una grieta me tragara. Insistía en lo de pelirrojo. Miré a mi alrededor, asegurándome de que no hubiese demasiados. Aquí no podría atacarme de improviso, ni él ni más de sus hombres, no sin ponerse en riesgo de ser descubierto.
...Siempre podían clavarme un flechazo de lejos. Esperaría que no. Agarré aire, inflando un poco mi pecho.
—¡Sé donde están las armas! —grité, alzando más la voz para atraer atención extra, especialmente de monjes dragones—. ¡Siguen en las mesas! ¡Están cubiertas bajo un hechizo ilusorio qué las oculta a los sentidos! ¡Están esperando para llevárselas! ¡Las plantaron para ponernos en contra unos a otros! ¡Estamos haciendo justo lo qué quieren! ¡Hay qué cubrir las mesas, así no podrán llevarse nada!
—¿Puedes probar qué lo qué dices es cierto? —preguntó un elfo, con pinta de altanero.
Le señale a mi brazo derecho, colgando malamente. Tan solo alzó una ceja poco impresionado.
—Ugh. No. No soy un brujo de ilusiones; pero... quiero decir, ¿alguien ha visto demasiada gente retirándose? ¿Carretas? Escucha, deje a un hombre mono que me atacó inconsciente entre dos tiendas...
Entrecerré los ojos. En realidad no estaba seguro si luego de apretarle el cuello con la pinza-golem estaba inconsciente o muerto.
En eso un monje dragón se hizo pasó entre los guardias elfos, al parecer, precisamente hacia las mesas, ya estaba rebotando el problema de las armas. Habiendo escuchado lo que clamaba, me pidió acompañarle, a lo que accedí. Con cautela.
—¿...Puedo ir cargado en tu espalda?
—...
—Ok, bien, ¿puedes cargar al hombre mono para llevárnoslo de testigo?
Esa segunda petición fue infinitamente más aceptable. Miré la cara de las dos mujeres y de la torre con algo de barba y seguí al monje dragón a duras penas, caminando con debilidad. Sólo esperaba que esas dos no se matasen ahora, y que siguiendo al monje dragón no viniera un hombre halcón o algo así a matarme a mí.
Menciono a la piñata, digo, monje dragona, a Reivy (estoy entendiendo que sigue en forma de dragón), a Eltrant y a Asher. Interactuo con el grupo de Elian, Helena y Eylidh hablando sin saber que sucede entre ustedes en realidad porque es un salido, y después me muevo hacia donde están Ruru, Kendo, Reike y Frosk. Si Vincent también está, pues también, pero Ru me metió duda. (??)
Cualquiera de ustedes siéntase libre de mencionar ver a Anders aproximarse junto a un monje dragón con un hombre mono montado en el hombro. Si tiene que ver con las armas, podeís suponer a libertad que va decir lo mismo que gritó en el área del ritual y todo ese asunto, si es otra cosa pues por Discord/MP cualquier pregunta vale ^^
El problema era cómo, exactamente. ¿Gritar otra vez a todo pulmón? Ya había dicho una estupidez esta noche, y me había costado. Difícilmente alguien iba a creerme así sin más. Camine, cojeando un poco, hacia donde se encontraba el doble círculo de personas, allí, más cerca, podía sentir sin concentrarme demasiado el éter. Debía ser una concentración enorme... ¿qué rayos estaban haciendo?
No muy lejano a ellos había un... una dragona herida, junto a otra en mucho mejor estado. Hubo una pelea. «Oh... es... debió ser de alguno de ellas el rugido». Me giré otra vez hacia los círculos, la tenían casi en frente; pero nadie se movía, seguían haciendo algo... raro. Miré de un lado a otro, algo desesperado mientras pensaba que hacer. Mis ojos dieron otra vez con el barbudo, ¡Eltrant! ¡Él me creería!
¿...Estaba sangrando? Y esa arma de luz... me resultaba familiar. Miré a mis alrededores, Asher debía estar cerca.
Desde Eltrant lleve la mirada hacia una mujer rubia cercana al círculo pero sin formar parte del mismo, sosteniendo un sable y encarando a una segunda rubia, empuñando una daga, y con un brazo que parecía estar bañado a moretones.
A mis ojos teníamos gente tomadas de la mano, en círculo, con la cara abajo, un segundo círculo afuera, como cubriendo a estos, una dragona herida de gravedad, y dos rubias en lo que parecía ser el inicio de un duelo, junto a un hombre rubio altísimo, como de dos metros, con barba, lo que quería decir que no era elfo, ¿verdad? Entonces...
¿Qué coño estaba pasando?
¡Ni siquiera me podía rascar la cabeza o acariciarme el cuello con mi brazo derecho! ¡Ese era mi favorito!
Ahora que lo pensaba, no sabía con que brazo solía hacer eso. De hecho, nunca pensaba en que me rascaba o me acariciaba mucho allí. Las cosas que se descubrían cuando no podías mover a gusto una extremidad...
Agité la cabeza, apretando los ojos para detener mis pensamientos e intentar centrarme. En un respingo generado por un recuerdo, reconocí a la mujer de la daga. Era la que había visto ser acusada, seguramente, le habían plantado esa arma también y el grupo de elfos liderados por la del sable iban a por ella. Ahora que lo recordaba, no sólo sé había tratado de ella, sino de todas los miembros de una llamada Ciudad Lagarto.
No la conocía; pero me resultaba demasiado obvio de que se trataba. Una ciudad llena de hombres bestia lagarto, ¡dah! Si les habían intentando echar la culpa a ellos, no podía tener mejores aliados.
Me encaminé hacia el trío, pidiendo paso entre el grupo de elfos que parecían titubear entre saltar o no adelante. Me detuve, flanqueando a ambas a lo que consideré una distancia prudente. En el momento volví a distraerme un poco, viendo más de cerca a aquel hombre. «Es una torre, cielos».
—Ah... eh... ¡Alto! —dije terminando de meterme entre el trío—. ¡Esta mujer no ha hecho nada! ¡Le plantaron un arma! —repetí lo que debía ser ya un conocimiento regado por la festividad; pero prefería actuar en suposición de qué no lo sabían—. ¡Esto es obra de Ayax! ¡Un...! Un... —los ojos se me achicaron, notando que el hombre mono no mencionó esa parte. ¿Qué era? Podía suponer que se trataría de un hombre bestia, viendo que los dos que me hicieron pasar un mal trago lo eran, y que quien parecía haber acusado a esta mujer específicamente también era uno; pero afirmarlo así, a secas, sin saber la verdad.. además. Hombre-bestia. ¿Pero qué bestia?—. Un... un pelirrojo.
En ese pequeño instante quise morir. Que un tensai de tierra hiciera que una grieta me tragara. Insistía en lo de pelirrojo. Miré a mi alrededor, asegurándome de que no hubiese demasiados. Aquí no podría atacarme de improviso, ni él ni más de sus hombres, no sin ponerse en riesgo de ser descubierto.
...Siempre podían clavarme un flechazo de lejos. Esperaría que no. Agarré aire, inflando un poco mi pecho.
—¡Sé donde están las armas! —grité, alzando más la voz para atraer atención extra, especialmente de monjes dragones—. ¡Siguen en las mesas! ¡Están cubiertas bajo un hechizo ilusorio qué las oculta a los sentidos! ¡Están esperando para llevárselas! ¡Las plantaron para ponernos en contra unos a otros! ¡Estamos haciendo justo lo qué quieren! ¡Hay qué cubrir las mesas, así no podrán llevarse nada!
—¿Puedes probar qué lo qué dices es cierto? —preguntó un elfo, con pinta de altanero.
Le señale a mi brazo derecho, colgando malamente. Tan solo alzó una ceja poco impresionado.
—Ugh. No. No soy un brujo de ilusiones; pero... quiero decir, ¿alguien ha visto demasiada gente retirándose? ¿Carretas? Escucha, deje a un hombre mono que me atacó inconsciente entre dos tiendas...
Entrecerré los ojos. En realidad no estaba seguro si luego de apretarle el cuello con la pinza-golem estaba inconsciente o muerto.
En eso un monje dragón se hizo pasó entre los guardias elfos, al parecer, precisamente hacia las mesas, ya estaba rebotando el problema de las armas. Habiendo escuchado lo que clamaba, me pidió acompañarle, a lo que accedí. Con cautela.
—¿...Puedo ir cargado en tu espalda?
—...
—Ok, bien, ¿puedes cargar al hombre mono para llevárnoslo de testigo?
Esa segunda petición fue infinitamente más aceptable. Miré la cara de las dos mujeres y de la torre con algo de barba y seguí al monje dragón a duras penas, caminando con debilidad. Sólo esperaba que esas dos no se matasen ahora, y que siguiendo al monje dragón no viniera un hombre halcón o algo así a matarme a mí.
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Menciono a la piñata, digo, monje dragona, a Reivy (estoy entendiendo que sigue en forma de dragón), a Eltrant y a Asher. Interactuo con el grupo de Elian, Helena y Eylidh hablando sin saber que sucede entre ustedes en realidad porque es un salido, y después me muevo hacia donde están Ruru, Kendo, Reike y Frosk. Si Vincent también está, pues también, pero Ru me metió duda. (??)
Cualquiera de ustedes siéntase libre de mencionar ver a Anders aproximarse junto a un monje dragón con un hombre mono montado en el hombro. Si tiene que ver con las armas, podeís suponer a libertad que va decir lo mismo que gritó en el área del ritual y todo ese asunto, si es otra cosa pues por Discord/MP cualquier pregunta vale ^^
Anders
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Estaba contra las cuerdas y con pocas posibilidades de salir de allí ileso. Había sido un acto demasiado imprudente, pero su instinto le obligó a hacerlo, y las pulsaciones estaban demasiado aceleradas con todo lo que ocurría en el interior del recinto de la celebración.
Por suerte, una piedra salida de la nada impactó en la cabeza de uno de los ladrones, y de forma bastante oportuna, una mujer saltó desde un árbol hacia otro hincando sus dientes en el cuello de su víctima... ¿Era una vampira? En esos momentos, daba igual, ya que como por arte de magia, un arma que no sabía ni de dónde había salido impactó en otro de los ladrones, atravesándolo como a un burdo animal.
El tipo que tenía a Værdi se encaro con Alward, con claras intenciones de atacarle.
El Sevna tensó su posición y, cuando su oponente se abalanzó hacia él en un más que previsible tajo, lo esquivó como pudo. El tipejo quedó ahora frente a Epons, que no dudó en defender a su jinete poniéndose en pie con sus cuartos traseros y moviendo sus patas delanteras de arriba a abajo.
En ese momento, Alward aprovechó escabullirse para agarrar la espada que había sido previamente lanzada y que ahora reposaba sobre el cadáver de uno de los ladrones. Observó por un momento su arma, no era suya, pero parecía ser una buena hoja. La blandió y se encaró de nuevo contra su anterior oponente.
-¡Eh!-Lo llamó. Este se volteó, y al ver que el Sevna ahora estaba armado, torció el gesto-¿Qué te parece si ahora peleamos de verdad?
Dicho y hecho. El ladrón se abalanzó de nuevo contra Alward, pero esta vez él lo esperó, y cuando lo tuvo encima tan solo interpuso la hoja que ahora blandía, repeliendo así el ataque. Ahora era el momento de contraatacar con un tajo sencillo, pero el tipejo era más ágil de lo que Alward pensaba y logró esquivar el ataque. El castaño dio otro tajo; fue esquivado. Otro tajo; fue esquivado. Por último, arremetió contra su oponente con una estocada y este desvió la hoja del Sevna.
Ambos combatientes dieron un par de pasos atrás para recuperar el aliento. Ya se habían tanteado, por lo que era el momento de ir en serio.
Ahora, ambos se abalanzaron a la misma vez el uno contra el otro. Chocaron varias veces sus armas en tajos que dieron, hasta que finalmente, en uno de los ataques de su rival, el Sevna fintó con precisión hacia un lado, colocándose detrás de su oponente y poniéndole el filo de su arma en uno de los riñones, una parte vital. Todo se detuvo por un instante, la siguiente reacción del ladrón sería trascendental para el devenir de su propia vida.
-Has perdido-Sentenció, con un rostro totalmente serio y concentrado-Tira el arma-Le ordenó
Y, aunque al principio no se encontraba conforme, el ladrón aceptó su derrota y dejó caer a Værdi al suelo.
Alward entonces entonó el silbido que servía como llamada para su yegua, y esta se acercó. No disponía de ninguna cuerda ni grilletes con los que mantener en seguridad al ladrón, por lo que optó por darle un golpe en la sien con la empuñadura del arma que portaba y así dejarlo inconsciente. Lo subió a lomos de Epons para llevarlo de vuelta al festival y que así los monjes le juzgaran.
Alzó la vista para ver el resto del lugar. No sabía si sus rescatadores seguirían allí o se habrían marchado con sus cosas. Le habían salvado la vida, lo menos que podía hacer era agradecérselo, y tenía ganas también de ver quiénes eran. Lo que sí sabía era lo que tenía que hacer; llevar todo ese montón de armas de vuelta al recinto y recuperar sus propias pertenencias.
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Off: Interactúo con Eden y Tatsuya (Aunque no directamente porque no salen de sus escondites (?))
Por suerte, una piedra salida de la nada impactó en la cabeza de uno de los ladrones, y de forma bastante oportuna, una mujer saltó desde un árbol hacia otro hincando sus dientes en el cuello de su víctima... ¿Era una vampira? En esos momentos, daba igual, ya que como por arte de magia, un arma que no sabía ni de dónde había salido impactó en otro de los ladrones, atravesándolo como a un burdo animal.
El tipo que tenía a Værdi se encaro con Alward, con claras intenciones de atacarle.
El Sevna tensó su posición y, cuando su oponente se abalanzó hacia él en un más que previsible tajo, lo esquivó como pudo. El tipejo quedó ahora frente a Epons, que no dudó en defender a su jinete poniéndose en pie con sus cuartos traseros y moviendo sus patas delanteras de arriba a abajo.
En ese momento, Alward aprovechó escabullirse para agarrar la espada que había sido previamente lanzada y que ahora reposaba sobre el cadáver de uno de los ladrones. Observó por un momento su arma, no era suya, pero parecía ser una buena hoja. La blandió y se encaró de nuevo contra su anterior oponente.
-¡Eh!-Lo llamó. Este se volteó, y al ver que el Sevna ahora estaba armado, torció el gesto-¿Qué te parece si ahora peleamos de verdad?
Dicho y hecho. El ladrón se abalanzó de nuevo contra Alward, pero esta vez él lo esperó, y cuando lo tuvo encima tan solo interpuso la hoja que ahora blandía, repeliendo así el ataque. Ahora era el momento de contraatacar con un tajo sencillo, pero el tipejo era más ágil de lo que Alward pensaba y logró esquivar el ataque. El castaño dio otro tajo; fue esquivado. Otro tajo; fue esquivado. Por último, arremetió contra su oponente con una estocada y este desvió la hoja del Sevna.
Ambos combatientes dieron un par de pasos atrás para recuperar el aliento. Ya se habían tanteado, por lo que era el momento de ir en serio.
Ahora, ambos se abalanzaron a la misma vez el uno contra el otro. Chocaron varias veces sus armas en tajos que dieron, hasta que finalmente, en uno de los ataques de su rival, el Sevna fintó con precisión hacia un lado, colocándose detrás de su oponente y poniéndole el filo de su arma en uno de los riñones, una parte vital. Todo se detuvo por un instante, la siguiente reacción del ladrón sería trascendental para el devenir de su propia vida.
-Has perdido-Sentenció, con un rostro totalmente serio y concentrado-Tira el arma-Le ordenó
Y, aunque al principio no se encontraba conforme, el ladrón aceptó su derrota y dejó caer a Værdi al suelo.
Alward entonces entonó el silbido que servía como llamada para su yegua, y esta se acercó. No disponía de ninguna cuerda ni grilletes con los que mantener en seguridad al ladrón, por lo que optó por darle un golpe en la sien con la empuñadura del arma que portaba y así dejarlo inconsciente. Lo subió a lomos de Epons para llevarlo de vuelta al festival y que así los monjes le juzgaran.
Alzó la vista para ver el resto del lugar. No sabía si sus rescatadores seguirían allí o se habrían marchado con sus cosas. Le habían salvado la vida, lo menos que podía hacer era agradecérselo, y tenía ganas también de ver quiénes eran. Lo que sí sabía era lo que tenía que hacer; llevar todo ese montón de armas de vuelta al recinto y recuperar sus propias pertenencias.
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Off: Interactúo con Eden y Tatsuya (Aunque no directamente porque no salen de sus escondites (?))
Alward Sevna
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Helena mantenía su posición; tensa y a la espera de cualquier señal mínima de hostilidad de Ellye para abalanzarse contra ella y no dudar en rebanarle el cuello. Pero, para su sorpresa, no fue así. La elfa guardó su sable y el resto de los elfos también se calmaron. La Rhodes tardó en guardar su daga y hacer que su otro brazo retomara el color natural. No se fiaba.
De pronto, el hombre que la acompañaba intervino, pacificador y con intenciones pacifistas, lejos de hostilidad alguna, tal y como había ocurrido en el callejón momentos atrás.
Se mantuvo callada, con un mohín en sus labios y observando y escuchando toda la conversación entre la elfa y su congénere más anciano.
Aquel hombre desprendía sabiduría y experiencia por todos sus costados. No le parecía sospechoso, y estaba dispuesta a ayudar con el ritual con tal de que aquella cosa no se precipitara sobre ellos y acabara con toda la existencia.
Alzó la mirada al cielo y suspiró. Iba a hablar, a decir algo, una frase célebre, una que quizás consiguiera convencer a Ellye de que era el momento de dejar sus rencillas atrás para salvar a todo y a todos... Pero entonces, un extraño elfo apareció de la nada, diciendo cosas más extrañas. Parecía haber sido arrollado por un dragón, literalmente.
La Rhodes arrugó el entrecejo, expresando su sorpresa y confusión.
En cuanto mencionó lo del pelirrojo, lo reconoció; era el tipo que antes de que todo se fuese de madre gritaba a los cuatro vientos sobre un arma escondida que pertenecía a un pelirrojo... O algo así.
La bruja bajó la mirada, visiblemente molesta... Y cabreada. Acto seguido, miró al elfo con cara de pocos amigos.
-¡¿PERO TÚ ESTÁS MAL DE LA CABEZA?!-Le reprochó-¡DEJA DE INVENTARTE COSAS SOBRE PELIRROJOS!-Quizás la ira reprimida la había soltado de esa forma con ese pobre e inocente elfo
Sin más, y sin echarle mucha más cuenta a aquel recién llegado, se adelantó unos pasos hasta quedar prácticamente enfrente del anciano. En ese momento, unos monjes dragones también llegaron al lugar, justo los mismos que habían perseguido a la bruja antes.
-¡Alto!-Ordenó uno de ellos
La rubia les lanzó una mirada molesta.
-¡No es momento de jugar a "seguidores de la justicia"! ¡Hay un problema mucho mayor sobre nuestras cabezas!-Señaló hacia arriba-¡Dejaos de normas sin sentido y disponeos a ayudar!-Esa última frase no iba tan solo para aquellos dos monjes, sino también para Ellye y cualquier otra persona que tuviese dudas o no estuviese haciendo realmente nada. Se arrodilló junto al anciano y, con una mirada decidida, le preguntó-¿Qué es lo que tengo que hacer?
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off: Interactúo con Elian, Eilydh y Anders
De pronto, el hombre que la acompañaba intervino, pacificador y con intenciones pacifistas, lejos de hostilidad alguna, tal y como había ocurrido en el callejón momentos atrás.
Se mantuvo callada, con un mohín en sus labios y observando y escuchando toda la conversación entre la elfa y su congénere más anciano.
Aquel hombre desprendía sabiduría y experiencia por todos sus costados. No le parecía sospechoso, y estaba dispuesta a ayudar con el ritual con tal de que aquella cosa no se precipitara sobre ellos y acabara con toda la existencia.
Alzó la mirada al cielo y suspiró. Iba a hablar, a decir algo, una frase célebre, una que quizás consiguiera convencer a Ellye de que era el momento de dejar sus rencillas atrás para salvar a todo y a todos... Pero entonces, un extraño elfo apareció de la nada, diciendo cosas más extrañas. Parecía haber sido arrollado por un dragón, literalmente.
La Rhodes arrugó el entrecejo, expresando su sorpresa y confusión.
En cuanto mencionó lo del pelirrojo, lo reconoció; era el tipo que antes de que todo se fuese de madre gritaba a los cuatro vientos sobre un arma escondida que pertenecía a un pelirrojo... O algo así.
La bruja bajó la mirada, visiblemente molesta... Y cabreada. Acto seguido, miró al elfo con cara de pocos amigos.
-¡¿PERO TÚ ESTÁS MAL DE LA CABEZA?!-Le reprochó-¡DEJA DE INVENTARTE COSAS SOBRE PELIRROJOS!-Quizás la ira reprimida la había soltado de esa forma con ese pobre e inocente elfo
Sin más, y sin echarle mucha más cuenta a aquel recién llegado, se adelantó unos pasos hasta quedar prácticamente enfrente del anciano. En ese momento, unos monjes dragones también llegaron al lugar, justo los mismos que habían perseguido a la bruja antes.
-¡Alto!-Ordenó uno de ellos
La rubia les lanzó una mirada molesta.
-¡No es momento de jugar a "seguidores de la justicia"! ¡Hay un problema mucho mayor sobre nuestras cabezas!-Señaló hacia arriba-¡Dejaos de normas sin sentido y disponeos a ayudar!-Esa última frase no iba tan solo para aquellos dos monjes, sino también para Ellye y cualquier otra persona que tuviese dudas o no estuviese haciendo realmente nada. Se arrodilló junto al anciano y, con una mirada decidida, le preguntó-¿Qué es lo que tengo que hacer?
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Helena Rhodes
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
El hombre que había recibido el golpe con la piedra tardaría en levantarse. El jinete luchaba con un segundo, mientras que Tatsuya y una mujer a la que no conocía se ocupaban de otros dos.
Mi mirada se fijó en el quinto, que parecía pasar desapercibido. Espada en mano, comenzó a huir. Le hubiese dejado escapar si no fuera porque distinguí Santuario, la espada de la Comandante Gila en una de sus manos.
Comencé a correr tras él, abriéndome paso entre los árboles. El hombre se movía con seguridad. Parecía conocer la zona. En cambio, yo me limitaba a seguir sus pasos con precaución, intentando no tropezar de nuevo en aquella penumbra.
La distancia se iba reduciendo entre nosotros poco a poco. Al hombre se le veía cansado. No parecía estar acostumbrado a correr veloz grandes distancias. Unos minutos más tarde, a 500 metros de dónde habíamos dejado el carro, conseguí alcanzarle.
Me tiré sobre su cuerpo, alcanzando sus hombros con mis manos, haciéndole caer. Sobre él, cogí su cabeza y la golpeé contra el suelo un par de veces, hasta que el hombre quedó completamente inconsciente. Alrededor de ella, fue surgiendo un charco de sangre, cada vez más abundante
- Maldito bastardo- le dije, con voz entrecortada a causa de la carrera, aún sabiendo que no podía oírme.
Con Santuario ya en una de mis manos ensangrentadas, corrí de vuelta hacia dónde había dejado el carro con las armas. Con un poco de suerte, encontraría a Ámbar allí.
Recorrí velozmente el camino de vuelta, siguiendo el rastro de mis propios pies. Cuándo llegué al lugar dónde había dejado el carro, éste ya no lo encontré allí, al igual que las tres personas que había visto allí luchando por las armas. Con la pelea, había algunas espadas desperdigadas por el suelo, pero todas eran de mala calidad.
Cuándo hube perdido toda la esperanza, encontré mi daga, Ámbar, bajo la hoja de una hacha. Sonreí como un crío al palpar de nuevo el diamante amarillento incrustado en ella. Con las dos armas en las manos, me dirigí hacia la Plaza de la Alianza con la intención de devolver a Santuario a su legítima dueña y demostrar a la comitiva de Baslodia que no había tenido nada que ver con el robo de las armas...
Mi mirada se fijó en el quinto, que parecía pasar desapercibido. Espada en mano, comenzó a huir. Le hubiese dejado escapar si no fuera porque distinguí Santuario, la espada de la Comandante Gila en una de sus manos.
Comencé a correr tras él, abriéndome paso entre los árboles. El hombre se movía con seguridad. Parecía conocer la zona. En cambio, yo me limitaba a seguir sus pasos con precaución, intentando no tropezar de nuevo en aquella penumbra.
La distancia se iba reduciendo entre nosotros poco a poco. Al hombre se le veía cansado. No parecía estar acostumbrado a correr veloz grandes distancias. Unos minutos más tarde, a 500 metros de dónde habíamos dejado el carro, conseguí alcanzarle.
Me tiré sobre su cuerpo, alcanzando sus hombros con mis manos, haciéndole caer. Sobre él, cogí su cabeza y la golpeé contra el suelo un par de veces, hasta que el hombre quedó completamente inconsciente. Alrededor de ella, fue surgiendo un charco de sangre, cada vez más abundante
- Maldito bastardo- le dije, con voz entrecortada a causa de la carrera, aún sabiendo que no podía oírme.
Con Santuario ya en una de mis manos ensangrentadas, corrí de vuelta hacia dónde había dejado el carro con las armas. Con un poco de suerte, encontraría a Ámbar allí.
Recorrí velozmente el camino de vuelta, siguiendo el rastro de mis propios pies. Cuándo llegué al lugar dónde había dejado el carro, éste ya no lo encontré allí, al igual que las tres personas que había visto allí luchando por las armas. Con la pelea, había algunas espadas desperdigadas por el suelo, pero todas eran de mala calidad.
Cuándo hube perdido toda la esperanza, encontré mi daga, Ámbar, bajo la hoja de una hacha. Sonreí como un crío al palpar de nuevo el diamante amarillento incrustado en ella. Con las dos armas en las manos, me dirigí hacia la Plaza de la Alianza con la intención de devolver a Santuario a su legítima dueña y demostrar a la comitiva de Baslodia que no había tenido nada que ver con el robo de las armas...
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Me separo de Alward y Tatsuya para perseguir al quinto hombre del grupo para recuperar a Santuario.
Al volver unos diez minutos más tarde al lugar dónde ha ocurrido la pelea, ya no encuentro a nadie allí.
Con permiso del master, recupero mi humilde daga Ámbar y a Santuario para devolvérselo a la Comandante Gila.
Eden
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