El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Se detuvo cuando sintió que alguien le tomaba suavemente de uno de sus brazos.
Ellie.
Enarcó una ceja unos segundos y, después, relajó la expresión cuando comprendió lo que decía el rostro de la muchacha.
- No te preocupes. – Sonrió, agotado, y se llevó la mano hasta la cara. – Todo está muy tenso y… - Decir que “Había perdido las formas” era quedarse corto. – No ha pasado nada. – Le dijo después, ampliando ligeramente la sonrisa.
Ellie no tardó en hacer referencia a que, si querían encontrar las armas, quizás deberían trabajar en equipo. Lo cual era mejor idea que ir por libre gritando a viva voz que tenía armas en su posesión que no eran suyas.
- Sí. – Asintió el castaño, aun de brazos cruzados, sin pensar demasiado en la idea. – Si seguimos discutiendo los ladrones van a aprovechar… - Se detuvo. – Probablemente lo estén haciendo ahora mismo. – Volvió a llevarse la mano hasta la cara y, tras unos segundos de reflexión, se giró hacía la rubia. – Cooperar es lo mejor que podemos hacer. – dijo. – De eso va el día de la Alianza ¿No? – dijo, dejando escapar una risa que denotaba lo cansado que estaba. - Trabajo en equipo entonces. - Respiró profundamente y cerró los ojos.
Ellie tenía razón, hacer desaparecer tal número de armas de forma tan… rápida no era algo precisamente sencillo. Magia, probablemente, pero no conocía realmente a nadie capaz de hacer aquel tipo de magia, no le sonaba.
¿Hacer desaparecer objetos? Por supuesto que sabía quién hacia algo similar, pero…
- Dioses, sí que soy estúpido… – dijo llevándose la mano hasta la cara de nuevo al recordar lo que tenía que haber hecho desde el principio.
Tras terminar de menospreciar su propia inteligencia mentalmente se volvió de nuevo hacía su, ahora, aliada.
- Ellie… – Se atusó la barba mientras buscaba a su amigo por el lugar. – Sabemos que los que han robado las armas quieren instigar una trifulca, que culpan a los de Ciudad Lagarto... - Sacudió la cabeza. – ¿Quienes lo han dicho primero? Vuelve con tus compañeros y diles que has recuperado tu espada y enseñala al publico o algo, a ver si recordáis a alguien. Avísame si encuentras algo útil o ves a alguien sospechoso tambien. – Le dijo rápidamente. – Tengo una idea. Voy a estar por aquella zona, te aviso de vuelta si encuentro algo. – Señaló al otro lado de la plaza y, después, tras ofrecerle la mano a la mujer, se marchó hacía dónde estaba Asher.
Mientras se encaminaba hacia allí se encargó de detener a algunos que ya habían llegado a las manos. Aquello estaba acabando en una espiral bastante peligrosa.
- Sí,sí. Soy idiota. – Le dijo al lobo según llegaba junto a él y se apoyaba en la pared, a su lado, algo cabizbajo. – Ya lo sé. – Suspiró una vez más. – Podéis decirle a Lyn que lo he admitido, estoy seguro de que ella también lo sabía y no me lo ha dicho por... – Arqueó una ceja. ¿Por qué no se lo había dicho? ¿Estaban en uno de esos pequeños momentos en los que la vampiresa se había preocupado por sus sentimientos? Incluso se había preocupado por alejarse de Asher e ir por su cuenta a mirar a si encontraba a Olvido.
En cualquier caso, la pareja de hombres-bestia se habían ido a un sitio ligeramente apartado de todo el mundo y, en contraste con todos los demás, parecía bastante más tranquilos.
Pero lo que no había sido capaz de apreciar hasta el momento era la capacidad que Asher tenía para vislumbrar el éter.
Aunque, conociéndole, si no había actuado todavía es que no habría visto gran cosa. Pero sabía que los Nómadas esperaban fuera del recinto, así que había pocas posibilidades de que los ladrones escapen sin ser vistos por el momento.
- ¿Habéis visto algo mientras me dejaba en evidencia? – Le preguntó a su amigo. - Esa espada... - Eltrant bajó la mirada un momento sin saber exactamente como explicar lo que sentía en aquel momento, aunque confiaba en que Asher le comprendiese: sabía que Eclipse también era muy importante para él.
¿Podría pedirle que le hiciese una runa similar a la que tenía su espada? Lo dudaba, requeriría, al menos, un mínimo de control mágico que él sabía perfectamente que no tenía.
Off: Interactuo con Eilydh y Asher. :'D
Ellie.
Enarcó una ceja unos segundos y, después, relajó la expresión cuando comprendió lo que decía el rostro de la muchacha.
- No te preocupes. – Sonrió, agotado, y se llevó la mano hasta la cara. – Todo está muy tenso y… - Decir que “Había perdido las formas” era quedarse corto. – No ha pasado nada. – Le dijo después, ampliando ligeramente la sonrisa.
Ellie no tardó en hacer referencia a que, si querían encontrar las armas, quizás deberían trabajar en equipo. Lo cual era mejor idea que ir por libre gritando a viva voz que tenía armas en su posesión que no eran suyas.
- Sí. – Asintió el castaño, aun de brazos cruzados, sin pensar demasiado en la idea. – Si seguimos discutiendo los ladrones van a aprovechar… - Se detuvo. – Probablemente lo estén haciendo ahora mismo. – Volvió a llevarse la mano hasta la cara y, tras unos segundos de reflexión, se giró hacía la rubia. – Cooperar es lo mejor que podemos hacer. – dijo. – De eso va el día de la Alianza ¿No? – dijo, dejando escapar una risa que denotaba lo cansado que estaba. - Trabajo en equipo entonces. - Respiró profundamente y cerró los ojos.
Ellie tenía razón, hacer desaparecer tal número de armas de forma tan… rápida no era algo precisamente sencillo. Magia, probablemente, pero no conocía realmente a nadie capaz de hacer aquel tipo de magia, no le sonaba.
¿Hacer desaparecer objetos? Por supuesto que sabía quién hacia algo similar, pero…
- Dioses, sí que soy estúpido… – dijo llevándose la mano hasta la cara de nuevo al recordar lo que tenía que haber hecho desde el principio.
Tras terminar de menospreciar su propia inteligencia mentalmente se volvió de nuevo hacía su, ahora, aliada.
- Ellie… – Se atusó la barba mientras buscaba a su amigo por el lugar. – Sabemos que los que han robado las armas quieren instigar una trifulca, que culpan a los de Ciudad Lagarto... - Sacudió la cabeza. – ¿Quienes lo han dicho primero? Vuelve con tus compañeros y diles que has recuperado tu espada y enseñala al publico o algo, a ver si recordáis a alguien. Avísame si encuentras algo útil o ves a alguien sospechoso tambien. – Le dijo rápidamente. – Tengo una idea. Voy a estar por aquella zona, te aviso de vuelta si encuentro algo. – Señaló al otro lado de la plaza y, después, tras ofrecerle la mano a la mujer, se marchó hacía dónde estaba Asher.
Mientras se encaminaba hacia allí se encargó de detener a algunos que ya habían llegado a las manos. Aquello estaba acabando en una espiral bastante peligrosa.
- Sí,sí. Soy idiota. – Le dijo al lobo según llegaba junto a él y se apoyaba en la pared, a su lado, algo cabizbajo. – Ya lo sé. – Suspiró una vez más. – Podéis decirle a Lyn que lo he admitido, estoy seguro de que ella también lo sabía y no me lo ha dicho por... – Arqueó una ceja. ¿Por qué no se lo había dicho? ¿Estaban en uno de esos pequeños momentos en los que la vampiresa se había preocupado por sus sentimientos? Incluso se había preocupado por alejarse de Asher e ir por su cuenta a mirar a si encontraba a Olvido.
En cualquier caso, la pareja de hombres-bestia se habían ido a un sitio ligeramente apartado de todo el mundo y, en contraste con todos los demás, parecía bastante más tranquilos.
Pero lo que no había sido capaz de apreciar hasta el momento era la capacidad que Asher tenía para vislumbrar el éter.
Aunque, conociéndole, si no había actuado todavía es que no habría visto gran cosa. Pero sabía que los Nómadas esperaban fuera del recinto, así que había pocas posibilidades de que los ladrones escapen sin ser vistos por el momento.
- ¿Habéis visto algo mientras me dejaba en evidencia? – Le preguntó a su amigo. - Esa espada... - Eltrant bajó la mirada un momento sin saber exactamente como explicar lo que sentía en aquel momento, aunque confiaba en que Asher le comprendiese: sabía que Eclipse también era muy importante para él.
¿Podría pedirle que le hiciese una runa similar a la que tenía su espada? Lo dudaba, requeriría, al menos, un mínimo de control mágico que él sabía perfectamente que no tenía.
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Off: Interactuo con Eilydh y Asher. :'D
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Ese té estaba desabrido, y si sabía que ella no lo colaba pero usaba hierbas secas no frescos pétalos de no sé qué ni tallos de orquídea… Se sacó un pistilo de los labios y entonces noto que había perdido su copa, miro por todos lados pero el movimiento de girar sobre si la mareo bastante y se apoyó en la mesa mientras Alisha hablaba de los magos.-Pero son malos como la carne de troll mal cocinada.-Musitaba mientras apoyada en la mesa veía por si algún lado un vaso, copa, taza o similar que no estuviera usada. No por asco, por el hecho de poder tomar algo sin mezclar sabores.
-¡Vaso vasito, copa copitha!- Dijo arrastrando las palabras y entonces recordó el secreto que le dijo Alisha.-¡¡DEBAJO DE LA MESA!! –Dijo como si hubiera ganado un premio y como pudo se agacho sin terminar de bruces, en ese momento la gravedad, el equilibrio y un vestido blanco de seda y pedrería no eran los mejores amigos de la elfa por lo que termino arremangando la falda hasta las rodillas y tras estar esculcando bajo la mesa moviendo algunas bolsas dio con, ¿una espada? rayos estaban cerca del área de las armas.¿quien ponía una mesa de vinos cerca de las armas?
-ALISH ALISH esthamos en la thienda equivocada!! –Dijo buscando con la mano a Alisha mientras medio salía, con las mejillas rojas y arrastraba la espada que le parecía demasiado pesada para ella, y la dejo en el suelo, ella quería una copa, y una voz medio familiar le hizo hueco en la cabeza y se alzó sin pensar que medio cuerpo seguía debajo y salió sobándose la cabeza.-Calma calma clama, calama.-Dijo arrastrando las palabras parpadeando mucho y sentándose sintiendo la cabeza como si fuera un florero con el agua al borde.-¿Qué de que con quién?
Alisha decía algo del cabello, de alquimia de monjes enojados.- ¿Y cómo no van a estar enojados? Esta mesa esta pecgada a la tineda de las armas.-Gimió tratando de levantarse cayendo de culo al suelo.-¡A que daño!
Medio oía la palabrería de la pelinegra, cuando tomo la espada y con su poca fuerza la medio lanzo a sus pies y señalo al otro lado de la mesa- Phuesh buscas allá, que yo quiero un vaso no una espada que no phuedo carghar, yo tengo un –Hizo círculos con el índice de la mano derecha y dibujaba algo con la izquierda de arriba a abajo.-Un eso que gira y corta y se ve lindo! Y me lo dio mi Thia!!.-Señalo y pensó en su mochila y lagrimeo.-Exthraño a mi thia, ¿dónde está mi mochila? A shi con los mondjes. –Dijo señalando al cielo como si su idea estuviera flotando.
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Viendo arcoiris interactua con Alisha y Ava.
-¡Vaso vasito, copa copitha!- Dijo arrastrando las palabras y entonces recordó el secreto que le dijo Alisha.-¡¡DEBAJO DE LA MESA!! –Dijo como si hubiera ganado un premio y como pudo se agacho sin terminar de bruces, en ese momento la gravedad, el equilibrio y un vestido blanco de seda y pedrería no eran los mejores amigos de la elfa por lo que termino arremangando la falda hasta las rodillas y tras estar esculcando bajo la mesa moviendo algunas bolsas dio con, ¿una espada? rayos estaban cerca del área de las armas.¿quien ponía una mesa de vinos cerca de las armas?
-ALISH ALISH esthamos en la thienda equivocada!! –Dijo buscando con la mano a Alisha mientras medio salía, con las mejillas rojas y arrastraba la espada que le parecía demasiado pesada para ella, y la dejo en el suelo, ella quería una copa, y una voz medio familiar le hizo hueco en la cabeza y se alzó sin pensar que medio cuerpo seguía debajo y salió sobándose la cabeza.-Calma calma clama, calama.-Dijo arrastrando las palabras parpadeando mucho y sentándose sintiendo la cabeza como si fuera un florero con el agua al borde.-¿Qué de que con quién?
Alisha decía algo del cabello, de alquimia de monjes enojados.- ¿Y cómo no van a estar enojados? Esta mesa esta pecgada a la tineda de las armas.-Gimió tratando de levantarse cayendo de culo al suelo.-¡A que daño!
Medio oía la palabrería de la pelinegra, cuando tomo la espada y con su poca fuerza la medio lanzo a sus pies y señalo al otro lado de la mesa- Phuesh buscas allá, que yo quiero un vaso no una espada que no phuedo carghar, yo tengo un –Hizo círculos con el índice de la mano derecha y dibujaba algo con la izquierda de arriba a abajo.-Un eso que gira y corta y se ve lindo! Y me lo dio mi Thia!!.-Señalo y pensó en su mochila y lagrimeo.-Exthraño a mi thia, ¿dónde está mi mochila? A shi con los mondjes. –Dijo señalando al cielo como si su idea estuviera flotando.
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Aradia Hazelmere
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Demasiadas cosas pasaron a una velocidad vertiginosa en muy poco tiempo, tan poco, que a la rubia le pilló totalmente por sorpresa y sin saber cómo reaccionar.
En primer lugar, alguien la acusó gratuitamente (aunque con razón) de portar armas, fue el primer encogimiento de corazón que tuvo en ese momento. Luego, el tipo que se le había acercado se encaró con aquel que había hecho aquella acusación. Después, más revuelo se armó y muchas voces sonaron al unísono, cada una hablando de un tema, todas señalándola de forma directa o indirecta. Ese fue el segundo encogimiento de corazón. Después, notó cómo Lyra la agarró de la muñeca y la arrastró para sacarle del lugar.
No sabía cómo, había logrado esconderse en una tienda vacía junto a la vampiresa. Suspiró y empezó a andar de un sitio a otro del lugar, nerviosa.
-...Mierda-Maldijo, pateando un barril-¿¡Cómo me han descubierto!?-La ira se estaba apoderando de ella-¡Si tuviera enfrente al hijo de puta que me ha delatado lo degollaría, lo desollaría, le abriría en canal y luego le obligaría a comerse sus propias entrañas!-Hacía tiempo que no notaba esa furia y rabia recorrerle por el cuerpo, casi que se había despertado una sed de sangre irracional, y sus ojos estaban inyectados en ella.
Acto seguido, le dio un puñetazo a un poste de madera.
Tras eso, se quedó unos segundos respirando rápido, mirando al poste como si tuviera algún problema personal con él. Cuando se calmó, o al menos cuando la rabia ciega le permitía hablar con coherencia, se giró hacia Lyra.
-Si al menos tuviera una capucha, podría escapar de aquí... ¡Pero todos han visto quién soy!-Apretó la mandíbula con tal fuerza que sería capaz de destrozarse sus propios dientes. Apartó la mirada de la vampiresa y resopló, frustrada-Eres una inútil, Helena...
Se agarró ambas manos de la cabeza, pensando nerviosa.
De pronto, entraron dos monjes en la tienda.
-Aquí está-Confirmó uno de ellos
-¡No te muevas!-Le ordenó a Helena
La bruja hizo caso omiso y, sin pensárselo, descubrió su daga oculta y echó a correr en la dirección opuesta donde se encontraban los monjes. Cortó la tela de la tienda que le impedía el paso y salió las postrimerías del campamento, lugar que se encontraba desierto entre muchas tiendas, cajas enormes y tablones. Tenía que haber algún modo de cruzar la empalizada que rodeaba toda la zona, ese era su objetivo.
Los monjes no se achantaron y fueron tras la Rhodes.
Daba zancadas rápidas y lo más estiradas que podía, su corazón iba a mil y la respiración le resultaba agitada. Esquivaba todo tipo de obstáculos; tablones de madera, barriles, cajas, algunos postes que se le cruzaban...
Debajo de una pila de objetos, había un hueco, no a más de cincuenta metros de su posición. La bruja no deceleró y, en el momento justo, se deslizó por debajo de dicho hueco. Una vez al otro lado, se puso en pie nuevamente y conjuró un potente chorro de agua que hizo que toda la pila se derrumbara obstaculizando completamente el paso hacia donde ella estaba. Así perdió de vista a los monjes que la perseguían.
Para recuperar el aliento, se encorvó y apoyó sus manos en las rodillas. Tras unos segundos así, echó un vistazo a su alrededor para ver una posible salida. Vio una especie de pasillo entre dos tiendas que daba a una calle más principal. Si tenía suerte, quizás podría camuflarse entre la gente y pasar desapercibida, para lograr así salir de allí.
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Off: Interactúo con Lyra y menciono a Tobias ^^
En primer lugar, alguien la acusó gratuitamente (aunque con razón) de portar armas, fue el primer encogimiento de corazón que tuvo en ese momento. Luego, el tipo que se le había acercado se encaró con aquel que había hecho aquella acusación. Después, más revuelo se armó y muchas voces sonaron al unísono, cada una hablando de un tema, todas señalándola de forma directa o indirecta. Ese fue el segundo encogimiento de corazón. Después, notó cómo Lyra la agarró de la muñeca y la arrastró para sacarle del lugar.
No sabía cómo, había logrado esconderse en una tienda vacía junto a la vampiresa. Suspiró y empezó a andar de un sitio a otro del lugar, nerviosa.
-...Mierda-Maldijo, pateando un barril-¿¡Cómo me han descubierto!?-La ira se estaba apoderando de ella-¡Si tuviera enfrente al hijo de puta que me ha delatado lo degollaría, lo desollaría, le abriría en canal y luego le obligaría a comerse sus propias entrañas!-Hacía tiempo que no notaba esa furia y rabia recorrerle por el cuerpo, casi que se había despertado una sed de sangre irracional, y sus ojos estaban inyectados en ella.
Acto seguido, le dio un puñetazo a un poste de madera.
Tras eso, se quedó unos segundos respirando rápido, mirando al poste como si tuviera algún problema personal con él. Cuando se calmó, o al menos cuando la rabia ciega le permitía hablar con coherencia, se giró hacia Lyra.
-Si al menos tuviera una capucha, podría escapar de aquí... ¡Pero todos han visto quién soy!-Apretó la mandíbula con tal fuerza que sería capaz de destrozarse sus propios dientes. Apartó la mirada de la vampiresa y resopló, frustrada-Eres una inútil, Helena...
Se agarró ambas manos de la cabeza, pensando nerviosa.
De pronto, entraron dos monjes en la tienda.
-Aquí está-Confirmó uno de ellos
-¡No te muevas!-Le ordenó a Helena
La bruja hizo caso omiso y, sin pensárselo, descubrió su daga oculta y echó a correr en la dirección opuesta donde se encontraban los monjes. Cortó la tela de la tienda que le impedía el paso y salió las postrimerías del campamento, lugar que se encontraba desierto entre muchas tiendas, cajas enormes y tablones. Tenía que haber algún modo de cruzar la empalizada que rodeaba toda la zona, ese era su objetivo.
Los monjes no se achantaron y fueron tras la Rhodes.
Daba zancadas rápidas y lo más estiradas que podía, su corazón iba a mil y la respiración le resultaba agitada. Esquivaba todo tipo de obstáculos; tablones de madera, barriles, cajas, algunos postes que se le cruzaban...
Debajo de una pila de objetos, había un hueco, no a más de cincuenta metros de su posición. La bruja no deceleró y, en el momento justo, se deslizó por debajo de dicho hueco. Una vez al otro lado, se puso en pie nuevamente y conjuró un potente chorro de agua que hizo que toda la pila se derrumbara obstaculizando completamente el paso hacia donde ella estaba. Así perdió de vista a los monjes que la perseguían.
Para recuperar el aliento, se encorvó y apoyó sus manos en las rodillas. Tras unos segundos así, echó un vistazo a su alrededor para ver una posible salida. Vio una especie de pasillo entre dos tiendas que daba a una calle más principal. Si tenía suerte, quizás podría camuflarse entre la gente y pasar desapercibida, para lograr así salir de allí.
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Helena Rhodes
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La bolsa de Gaia se ensanchaba con cada apuesta que ganaba. Si dijésemos que había apostado a las posibilidades más certeras mentiríamos con creces, pero nadie se hace de dinero con apuestas fácil, y aquella chica, al fin y al cabo estaba loca. Unos aeros mas o menos en su bolsa le pesaban más cuando la había sentido vacía por tiempos innumerables.
El hecho de que todos hubiesen perdido sus armas había hecho que las apuestas se intensificasen de manera insospechadas. Los elfos, casi tan tercos como los mulos que tiraban sus carromatos parecían querer sacar beneficio de lo que sucedía y las apuestas a que los habitantes de ciudad lagarto, incluyéndose ella misma, hubiesen sido los causantes de todo aquel revuelo les daba una falsa seguridad que los elevaba incluso por encima de ellos mismos.
No había nada que los elfos disfrutasen más que la desgracia ajena. Incluso si aquello incluía a gente de los de su misma raza.
Gaia anotaba en su pergamino, cada vez más lleno todo lo que aquellos elfos le decían. No estaba muy segura del momento exacto cuando el ambiente empezó a tornarse tosco. El momento en el que los ojos de los elfos empezaron a mirarla con desden, pero se imaginó que fue el momento justo en el que vieron esa bolsa suya abultada y la disminución considerable de la de los demás.
-APUESTO...- Empezó a vocear la chica pues quería que más gente se uniese a ella y dejar a los elfos al lado. Uno de los monjes la miró con cara de pocos amigos, preguntándose exactamente qué hacía y dispuesto a acercársele a desmantelar el garito. Gaia reculó- HA PUESTO toda su fe en que vais a encontrar a los causantes de este robo...- dijo improvisando y agarró una de las manitas de un niño que acababa de acercársele-¿Es que vais a dejar que este pobre chico desconfíe de los monjes el resto de su vida? ¿Qué mensaje va a dar esto al resto de generaciones de Aerandir? Nada de paz en ningún sitio... ni siquiera en el día de la alianza... Deberíais estar buscando mis armas... VAGOS!- dijo y se levantó de su piedra por unos insntantes hasta que el monje, avergonzado se marchó.
¡Luna, oh mi Luna... Mira qué manos más pequeñas... ideal para robar sin ser notado!
-Lo que ocurre- dijo la bruja mirando a Canel con el labio como si estuviese a punto de llorar. Se acercó un poco a él y le dijo susurrando-Es que uno de estos elfos me ha robado un aero especial. Uno con mis Iniciales GL. Ahora se niegan a dármelo, y estoy apuntando aquí a todos los que me han dado uno como prueba de que no me mienten... pero hay tantos que registrar!! Me pregunto si tú... amiguito- le acicaló el cabello a Canel en gesto cariñoso- Podrías ayudarme y bueno... encontrar la moneda perdida.
- dijo la chica- No hace falta que las compruebes todas. Con que me las traigas a mi, me vale .
Sonrió con la sonrisa más dulce que pudo regalarle al chico.
Aquel era su día de suerte.
El hecho de que todos hubiesen perdido sus armas había hecho que las apuestas se intensificasen de manera insospechadas. Los elfos, casi tan tercos como los mulos que tiraban sus carromatos parecían querer sacar beneficio de lo que sucedía y las apuestas a que los habitantes de ciudad lagarto, incluyéndose ella misma, hubiesen sido los causantes de todo aquel revuelo les daba una falsa seguridad que los elevaba incluso por encima de ellos mismos.
No había nada que los elfos disfrutasen más que la desgracia ajena. Incluso si aquello incluía a gente de los de su misma raza.
Gaia anotaba en su pergamino, cada vez más lleno todo lo que aquellos elfos le decían. No estaba muy segura del momento exacto cuando el ambiente empezó a tornarse tosco. El momento en el que los ojos de los elfos empezaron a mirarla con desden, pero se imaginó que fue el momento justo en el que vieron esa bolsa suya abultada y la disminución considerable de la de los demás.
-APUESTO...- Empezó a vocear la chica pues quería que más gente se uniese a ella y dejar a los elfos al lado. Uno de los monjes la miró con cara de pocos amigos, preguntándose exactamente qué hacía y dispuesto a acercársele a desmantelar el garito. Gaia reculó- HA PUESTO toda su fe en que vais a encontrar a los causantes de este robo...- dijo improvisando y agarró una de las manitas de un niño que acababa de acercársele-¿Es que vais a dejar que este pobre chico desconfíe de los monjes el resto de su vida? ¿Qué mensaje va a dar esto al resto de generaciones de Aerandir? Nada de paz en ningún sitio... ni siquiera en el día de la alianza... Deberíais estar buscando mis armas... VAGOS!- dijo y se levantó de su piedra por unos insntantes hasta que el monje, avergonzado se marchó.
¡Luna, oh mi Luna... Mira qué manos más pequeñas... ideal para robar sin ser notado!
-Lo que ocurre- dijo la bruja mirando a Canel con el labio como si estuviese a punto de llorar. Se acercó un poco a él y le dijo susurrando-Es que uno de estos elfos me ha robado un aero especial. Uno con mis Iniciales GL. Ahora se niegan a dármelo, y estoy apuntando aquí a todos los que me han dado uno como prueba de que no me mienten... pero hay tantos que registrar!! Me pregunto si tú... amiguito- le acicaló el cabello a Canel en gesto cariñoso- Podrías ayudarme y bueno... encontrar la moneda perdida.
- dijo la chica- No hace falta que las compruebes todas. Con que me las traigas a mi, me vale .
Sonrió con la sonrisa más dulce que pudo regalarle al chico.
Aquel era su día de suerte.
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off: Interactuo con Chimar.
Gaia
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Resultó que la había visto. De hecho, parecía encantado de habérsela encontrado. Por su parte, que aquel “Val” fuera lo primero que oía en la voz del hombre después de tantos años no ayudó a incrementar su autoconfianza.
—Un pañuelo, sin duda —respondió con la mejor de sus sonrisas. «Lleno hasta arriba de mocos», fue lo que se calló—. ¿Escaparme? Qué cosas tienes. —Era buena, pero quizá, no tanto. Ni siquiera se le ocurrió “algo más urgente que hacer”. Al menos, no antes de que un entusiasmado Vincent la arrastrase hasta el lugar donde se encontraba su radiante elfa— Claro, ¿por qué no? —murmuró por el camino, aunque dudaba que el hombre la hubiese escuchado.
Las presentaciones no se hicieron esperar demasiado, tras la carantoña de rigor. A Valeria le hubiese sentado mejor una puñalada, pero, por desgracia, todas las armas habían sido confiscadas a la entrada. Alta Saterdotisa y Alta Encantadora; lo de que era alta, no hacía falta que se lo contaran, saltaba a la vista. La bruja la observaba desde su mucho más modesta posición preguntándose si realmente era tan joven como parecía o sería de aquellas elfas que seguían pareciendo muchachas bien pasada la cincuentena. El sonrojo de la aludida ante los halagos del rubio le llevó a pensar que se trataba de lo primero, pero lo cierto era que, a aquellas alturas, ya ni siquiera sabía cuál de las dos opciones la dejaba a ella en peor situación.
—El gusto es mío —respondió educada. Puede que no tuviera un puesto rimbombante, pero jamás se diría de ella que le faltaba educación. Para alguien que se había criado prácticamente en la calle no estaba tan mal, ¿cierto?—. Vaya, es una pena que no hayamos coincidido. Espero que encontraras la visita agradable. Cuando Vincent y yo estudiábamos allí, el lugar no era tan abierto como ahora.
Era cierto. Sólo después de aquella terrible epidemia el Hekshold había abierto sus puertas a estudiantes del continente. Aún así, el clima en el colegio distaba aún mucho de convertirse en un símbolo de paz y armonía. No hacía tanto que había evitado, por los pelos, que un par de orejas picudas salieran apaleados por un grupo de brujos insatisfechos.
Valeria respondió un tanto distraída al saludo de Catherine. Algo que había dicho el brujo resonaba de repente en algún rincón de su mente. «Un momento, ¿son todos miembros de la Logia? Y me lo dices sin más. Vincent, cariño, siempre fuiste demasiado confiado». Demasiado confiado para estar con alguien en quien no se podía confiar, reflexionaba la bruja con cierta tristeza mientras asistía a lo que para muchos sería un entrañable intercambio entre tres viejos amigos. Para Valeria, fue como otra daga clavándose en sus entrañas. «¿Qué esperabas, Val, querida?», sonó en su mente la voz de Bhima, extrañamente parecida a la de Owens, «sabes bien cuál es tu sitio».
Por fortuna para la bruja, un giro en los acontecimientos la sacó inmediatamente de sus oscuros pensamientos. Una parte de ella se sintió agradecida por el barullo que se había armado. A otra no le hacía tanta gracia que la hubiese pillado en medio. Sobre todo, desde que su querido amigo la enrolara tan alegremente en la búsqueda de las armas. ¿Qué le importaba a ella la espada de su padre? Nada. Que no la hubiese traído. ¿Es que no podía haberse documentado un poco antes de venir? Ya no sabía qué le había irritado más: que le presentase a su flamante compañera o que sacase a relucir la herencia familiar.
Por desgracia, y bien lo sabía la bruja, ya no se trataba sólo de la espada de Vincent. Que alguien hiciera desaparecer tal cantidad de armas y armaduras delante de las narices de todo el mundo no era algo como para cruzarse de brazos y dejarlo pasar. Y estaba el asunto del caos claro («gracias, Níniel, por tu inestimable contribución»).
La bruja echó un vistazo a su alrededor para hacer un balance de situación. Apenas había apartado la vista de sus acompañantes cuando estalló el conflicto y, antes de que tuviera tiempo de reaccionar, Catherine, el fulgor rojo, ya se había tomado cartas en el asunto. Aunque a aquellas alturas, no le hubiese importado descargar un poco de adrenalina lanzando unas cuantas mesas contra unas cuantas cabezas, no pudo sino agradecer que la joven sacerdotisa fuera capaz de deshacer el malentendido.
Ahora sólo restaba buscar aquella luz en el cielo. La única luz que a la bruja se le ocurría era la de Minne, pero supuso que la elfa se refería a algo más pequeño y más cercano. Todo el que había presenciado los actos de Níniel buscaba frenéticamente aquella luz, aquella señal de que no todo estaba perdido, de que sus pertenencias estaban en alguna parte. Para poder ver mejor entre tanta gente, Valeria se puso de pie en una silla, para subir después sobre la mesa. Desde su nueva posición, tenía una mejor panorámica de la plaza, por encima de las cabezas de los congregados. Despacio, prestando toda su atención, dio varias vueltas sobre sí misma, buscando aquella pequeña luz en medio de la noche.
—Yo no veo nada —dijo uno de los congregados.
—Yo tampoco —añadió otro, muy poco satisfecho.
A Valeria no le gustó nada el tono en el que iban llegando las negativas, pero ella misma no tenía una respuesta mejor. Mirase a donde mirase, no hallaba nada que se pareciese a lo que les había descrito Níniel. O algo había fallado con la invocación de la elfa, o es que el bastón estaba más lejos de lo que pensaban.
La bruja bajó la vista por un momento, intentando concentrarse en el éter que la rodeaba. Si habían aparecido armas en manos ajenas “como por arte de magia”, quizá pudiese percibir algo en los alrededores. Pero había demasiada gente, demasiados usuarios de magia… y algo más interfiriendo todo. Alzó la vista al cielo, nerviosa, sólo para volver a bajarla cuando oyó de nuevo las acusaciones. Eliminada la esperanza de encontrar lo que les pertenecía, los humos volvían a caldearse a pasos agigantados. Bajó rápidamente de la mesa y se dirigió directamente a Vincent, que era quien tenía más cerca.
—Será mejor que salgamos de aquí antes de que alguien trate de retomar la pelea —susurró apresuradamente—. Si vamos a buscar esas armas, habrá que empezar por el lugar donde los monjes las depositaron.
Sin terminar siquiera de hablar, la menuda bruja ya estaba encaminando sus pasos en la dirección que ella misma había señalado… solo para chocar con un hombre que avanzaba precipitadamente en la misma dirección. El golpe fue lo bastante fuerte para hacerla perder el equilibrio.
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OFF: Interactúo con Vincent, Níniel y Catherine.
Siguiendo las instrucciones de máster Thorn, por más que miramos alrededor, ni yo ni los demás tipos que andan buscando vemos ni rastro de las señales que nos describe Níniel.
Finalmente, me choco con un tipo que puede o no ser Eden, dependiendo de si quiere o no unirse a nosotros en la búsqueda de los culpables del robo.
—Un pañuelo, sin duda —respondió con la mejor de sus sonrisas. «Lleno hasta arriba de mocos», fue lo que se calló—. ¿Escaparme? Qué cosas tienes. —Era buena, pero quizá, no tanto. Ni siquiera se le ocurrió “algo más urgente que hacer”. Al menos, no antes de que un entusiasmado Vincent la arrastrase hasta el lugar donde se encontraba su radiante elfa— Claro, ¿por qué no? —murmuró por el camino, aunque dudaba que el hombre la hubiese escuchado.
Las presentaciones no se hicieron esperar demasiado, tras la carantoña de rigor. A Valeria le hubiese sentado mejor una puñalada, pero, por desgracia, todas las armas habían sido confiscadas a la entrada. Alta Saterdotisa y Alta Encantadora; lo de que era alta, no hacía falta que se lo contaran, saltaba a la vista. La bruja la observaba desde su mucho más modesta posición preguntándose si realmente era tan joven como parecía o sería de aquellas elfas que seguían pareciendo muchachas bien pasada la cincuentena. El sonrojo de la aludida ante los halagos del rubio le llevó a pensar que se trataba de lo primero, pero lo cierto era que, a aquellas alturas, ya ni siquiera sabía cuál de las dos opciones la dejaba a ella en peor situación.
—El gusto es mío —respondió educada. Puede que no tuviera un puesto rimbombante, pero jamás se diría de ella que le faltaba educación. Para alguien que se había criado prácticamente en la calle no estaba tan mal, ¿cierto?—. Vaya, es una pena que no hayamos coincidido. Espero que encontraras la visita agradable. Cuando Vincent y yo estudiábamos allí, el lugar no era tan abierto como ahora.
Era cierto. Sólo después de aquella terrible epidemia el Hekshold había abierto sus puertas a estudiantes del continente. Aún así, el clima en el colegio distaba aún mucho de convertirse en un símbolo de paz y armonía. No hacía tanto que había evitado, por los pelos, que un par de orejas picudas salieran apaleados por un grupo de brujos insatisfechos.
Valeria respondió un tanto distraída al saludo de Catherine. Algo que había dicho el brujo resonaba de repente en algún rincón de su mente. «Un momento, ¿son todos miembros de la Logia? Y me lo dices sin más. Vincent, cariño, siempre fuiste demasiado confiado». Demasiado confiado para estar con alguien en quien no se podía confiar, reflexionaba la bruja con cierta tristeza mientras asistía a lo que para muchos sería un entrañable intercambio entre tres viejos amigos. Para Valeria, fue como otra daga clavándose en sus entrañas. «¿Qué esperabas, Val, querida?», sonó en su mente la voz de Bhima, extrañamente parecida a la de Owens, «sabes bien cuál es tu sitio».
Por fortuna para la bruja, un giro en los acontecimientos la sacó inmediatamente de sus oscuros pensamientos. Una parte de ella se sintió agradecida por el barullo que se había armado. A otra no le hacía tanta gracia que la hubiese pillado en medio. Sobre todo, desde que su querido amigo la enrolara tan alegremente en la búsqueda de las armas. ¿Qué le importaba a ella la espada de su padre? Nada. Que no la hubiese traído. ¿Es que no podía haberse documentado un poco antes de venir? Ya no sabía qué le había irritado más: que le presentase a su flamante compañera o que sacase a relucir la herencia familiar.
Por desgracia, y bien lo sabía la bruja, ya no se trataba sólo de la espada de Vincent. Que alguien hiciera desaparecer tal cantidad de armas y armaduras delante de las narices de todo el mundo no era algo como para cruzarse de brazos y dejarlo pasar. Y estaba el asunto del caos claro («gracias, Níniel, por tu inestimable contribución»).
La bruja echó un vistazo a su alrededor para hacer un balance de situación. Apenas había apartado la vista de sus acompañantes cuando estalló el conflicto y, antes de que tuviera tiempo de reaccionar, Catherine, el fulgor rojo, ya se había tomado cartas en el asunto. Aunque a aquellas alturas, no le hubiese importado descargar un poco de adrenalina lanzando unas cuantas mesas contra unas cuantas cabezas, no pudo sino agradecer que la joven sacerdotisa fuera capaz de deshacer el malentendido.
Ahora sólo restaba buscar aquella luz en el cielo. La única luz que a la bruja se le ocurría era la de Minne, pero supuso que la elfa se refería a algo más pequeño y más cercano. Todo el que había presenciado los actos de Níniel buscaba frenéticamente aquella luz, aquella señal de que no todo estaba perdido, de que sus pertenencias estaban en alguna parte. Para poder ver mejor entre tanta gente, Valeria se puso de pie en una silla, para subir después sobre la mesa. Desde su nueva posición, tenía una mejor panorámica de la plaza, por encima de las cabezas de los congregados. Despacio, prestando toda su atención, dio varias vueltas sobre sí misma, buscando aquella pequeña luz en medio de la noche.
—Yo no veo nada —dijo uno de los congregados.
—Yo tampoco —añadió otro, muy poco satisfecho.
A Valeria no le gustó nada el tono en el que iban llegando las negativas, pero ella misma no tenía una respuesta mejor. Mirase a donde mirase, no hallaba nada que se pareciese a lo que les había descrito Níniel. O algo había fallado con la invocación de la elfa, o es que el bastón estaba más lejos de lo que pensaban.
La bruja bajó la vista por un momento, intentando concentrarse en el éter que la rodeaba. Si habían aparecido armas en manos ajenas “como por arte de magia”, quizá pudiese percibir algo en los alrededores. Pero había demasiada gente, demasiados usuarios de magia… y algo más interfiriendo todo. Alzó la vista al cielo, nerviosa, sólo para volver a bajarla cuando oyó de nuevo las acusaciones. Eliminada la esperanza de encontrar lo que les pertenecía, los humos volvían a caldearse a pasos agigantados. Bajó rápidamente de la mesa y se dirigió directamente a Vincent, que era quien tenía más cerca.
—Será mejor que salgamos de aquí antes de que alguien trate de retomar la pelea —susurró apresuradamente—. Si vamos a buscar esas armas, habrá que empezar por el lugar donde los monjes las depositaron.
Sin terminar siquiera de hablar, la menuda bruja ya estaba encaminando sus pasos en la dirección que ella misma había señalado… solo para chocar con un hombre que avanzaba precipitadamente en la misma dirección. El golpe fue lo bastante fuerte para hacerla perder el equilibrio.
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OFF: Interactúo con Vincent, Níniel y Catherine.
Siguiendo las instrucciones de máster Thorn, por más que miramos alrededor, ni yo ni los demás tipos que andan buscando vemos ni rastro de las señales que nos describe Níniel.
Finalmente, me choco con un tipo que puede o no ser Eden, dependiendo de si quiere o no unirse a nosotros en la búsqueda de los culpables del robo.
Reike
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
El juego de palabras que tiene la mujer con el pequeño Canel hace que Maquiavelo arquee su ceja derecha por varios segundos, es claro para él lo que pasa. No es un pequeño niño con dotes de ladrón por nada.
Ciertamente Chim guarda silencio y le deja continuar, mas por ocio que otra cosa. Una especie de cortesía profesional que suele tener con “colegas” despabilados que tratan de usar sus habilidades en él.
Resulta obvio que la señorita está apostando, esto atrae la atención de uno de los organizadores aunque es rebotado pronto por la pequeña treta. El chiquillo ilusionista hace bien su papel de confusión vale destacar.
Con el frijol molestando a otros elementos, todo se centra en las tres personas. El inventor se acerca a su hermanito para escuchar los argumentos que la mujer le dispensa y no puede evitar emitir una carcajada al final.
Claaaro.
Es el “cuento fantástico” con menos bases que ha visto el genio en mucho tiempo, ni los niños corrientes son tan tontos. Se tiene que ser especialmente poco dotado para creerse una mentira tan descarada y…
Debemos ayudarla, hermano.
Las palabras del brujito hacen que su pariente por elección ponga una cara digna de retrato, sabe bien que es fácil de engañar pero sucumbir ante tal mentira es ridículo. Una vez se recupera de su asombro, no tarda en tratar de hacer entrar en razón al mocoso.
Vamos enano... es obvio que está mintiendo.
No lo creo “pone una mueca dramática” debemos ayudarla, es lo correcto.
Vale, suficiente “se aclara la garganta” señorita rara, ¿Puede decirle que es un juego?
Un intento por apelar a la cortesía, no sabe bien como terminara pero en este momento no tiene muchas opciones. Cuando a Canel se le mete algo en la cabeza pues… es un digno hermano pequeño de Chimar.
Hay mucha comida esperando y se puede ver como la paciencia del intelectual es drenada con cada minuto, con la gente amotinada por recuperar sus cosas ya no tienen que preocuparse por la sana competencia.
Ciertamente Chim guarda silencio y le deja continuar, mas por ocio que otra cosa. Una especie de cortesía profesional que suele tener con “colegas” despabilados que tratan de usar sus habilidades en él.
Resulta obvio que la señorita está apostando, esto atrae la atención de uno de los organizadores aunque es rebotado pronto por la pequeña treta. El chiquillo ilusionista hace bien su papel de confusión vale destacar.
Con el frijol molestando a otros elementos, todo se centra en las tres personas. El inventor se acerca a su hermanito para escuchar los argumentos que la mujer le dispensa y no puede evitar emitir una carcajada al final.
Claaaro.
Es el “cuento fantástico” con menos bases que ha visto el genio en mucho tiempo, ni los niños corrientes son tan tontos. Se tiene que ser especialmente poco dotado para creerse una mentira tan descarada y…
Debemos ayudarla, hermano.
Las palabras del brujito hacen que su pariente por elección ponga una cara digna de retrato, sabe bien que es fácil de engañar pero sucumbir ante tal mentira es ridículo. Una vez se recupera de su asombro, no tarda en tratar de hacer entrar en razón al mocoso.
Vamos enano... es obvio que está mintiendo.
No lo creo “pone una mueca dramática” debemos ayudarla, es lo correcto.
Vale, suficiente “se aclara la garganta” señorita rara, ¿Puede decirle que es un juego?
Un intento por apelar a la cortesía, no sabe bien como terminara pero en este momento no tiene muchas opciones. Cuando a Canel se le mete algo en la cabeza pues… es un digno hermano pequeño de Chimar.
Hay mucha comida esperando y se puede ver como la paciencia del intelectual es drenada con cada minuto, con la gente amotinada por recuperar sus cosas ya no tienen que preocuparse por la sana competencia.
- Off:
- Interactuó con Gaia
Última edición por Chimar el Jue Sep 26 2019, 19:46, editado 1 vez
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
-¿Pero qué dices tú? -Lavey seguía sonriendo por su gran triunfo. -Mi madre no pasa de mí, ¡Yo paso de ella! ¿No has visto con que elegancia me he escondido? ¡JA! estaba delante suya y ni me a olido. -La rubia siguió con atención la mano del castaño, mirando a cada una de las personas que señalaba. -Pff, esos son unos cualquieras. Yo soy del norte ¡Que no te enteras de na, tito Al! -Y por tercera vez, la adolescente llenó la jarra. -Las mujeres del norte tenemos sangre en las venas... ¿o era ginebra? ¡Es igual! que yo puedo con esto y más.
La cerveza le quemaba en la mano a la adolescente, tenía que sacársela de encima así que comenzó a beber mientras Alward hablaba con Uriel y Sophi la llamaba pequeña ebria.
La cara de la dragoncilla estaba completamente roja y el calor que sentía por el cuerpo la hizo descorrer unos cuantos nudos de la camisa. Una parte de la bebida se le estaba derramando por las comisuras de la boca, aunque eso parecía darle igual a la rubia. Lo que si pareció importarle fue uno de los últimos comentarios del caballero.
-¡¿PERDOOONAAA?! -Lavey lanzó la jarra dentro del barril. -Mis encantos femeninos no arrastran a nadie. ¿Te enteras? A na-die. -La lagartija se acercó todo lo que pudo al humano y levantó la cabeza para mirarlo. -Mis encantos, -Comenzó la rubia, pasando las manos por el perfil de su torso, marcando así las curvas que la adolescencia comenzaba a acentuar. -son delicados. Atraen a todos sin pretenderlo y... -En ese momento miró su falta de pecho y arrugó la nariz. -¡Y tienen el tamaño justo!
Tas decir aquello se cruzó de brazos dejándolos por debajo de su busto, intentando así realzar aquel par de curvas sutiles.
Mientras que hija defendía su posición de mujer en la flor de la vida, yo estaba asimilando el duro golpe de la mujer-oveja.
Resulta que la bola de lana sí que estaba mirando, pero solo estaba divirtiéndose con la escena que acabábamos de montar.
Tampoco es que pasara nada, ella se lo perdía, y, además, seguro que no habría sido para tanto.
Otee la zona que me rodeaba y pude ver como un hombre pelirrojo acompañaba a una mujer tapada de pies a cabeza. En ese momento lo vi claro, me giré hacia Alward y le silbé con una mano en la boca mientras con la otra le hacía movimientos para que viniera.
-Señor caballero. -Le dije sonriendo con malicia. -Tengo una importante tarea para ti, más que una tarea es un reto a tu hombría. -Estiré la espalda para sacar pecho y le di un codazo en el brazo al castaño. -Si consigues que esa mujer, -Señalé hacia la mesa donde está sentada la misteriosa dama. -se quite el velo para ti en lugar de para mí... -Me quedé pensativa un momento. -Si lo consigues... te daré una espada única.
Guiñé el ojo al hombre y comencé a caminar en dirección a las mesas.
A los pocos pasos comenzó armarse revuelo, la gente gritaba que la comitiva de ciudad Lagarto había colado armas, lo cual no era raro de imaginar. No sabia a que venia tanto escándalo, había mil formas de matar a alguien sin un arma y estaba claro que muchas de las razas presentes, podían diezmar fácilmente a cualquier grupo con tan solo cambiar de forma o lanzar un puñado de hechizos.
La muchedumbre no tardó en gritar que las armas que cuidaban los monjes también habían sido robadas y que no había ni rastro de ellas.
-¿Estas oyendo eso? -Miraba los ojos del caballero y señalaba con el pulgar a un punto incierto del gentío. -Está claro que esta gente se ha fumado algo muy serio, ¿cómo van a robar las armas sin que nadie lo vea? ¿Te haces una idea de lo que tiene que pasar todo ese montón de cosas? Tendría que haber bajado un celestial para poder cargarlas todas y si eso pasa, te aseguro que se da cuenta todo el mundo. -Reí sarcástica llevándome una mano al pelo para recolocar el flequillo. -Recuerda tu objetivo, -Volví a darle un codazo a Alward, esta vez en el costado, cuando faltaban pocos metros para llegar a las mesas. -si yo le saco antes el velo, no hay espada que valga.
___________
Interactúo con Alward y me acerco a Nahir y Sango.
La cerveza le quemaba en la mano a la adolescente, tenía que sacársela de encima así que comenzó a beber mientras Alward hablaba con Uriel y Sophi la llamaba pequeña ebria.
La cara de la dragoncilla estaba completamente roja y el calor que sentía por el cuerpo la hizo descorrer unos cuantos nudos de la camisa. Una parte de la bebida se le estaba derramando por las comisuras de la boca, aunque eso parecía darle igual a la rubia. Lo que si pareció importarle fue uno de los últimos comentarios del caballero.
-¡¿PERDOOONAAA?! -Lavey lanzó la jarra dentro del barril. -Mis encantos femeninos no arrastran a nadie. ¿Te enteras? A na-die. -La lagartija se acercó todo lo que pudo al humano y levantó la cabeza para mirarlo. -Mis encantos, -Comenzó la rubia, pasando las manos por el perfil de su torso, marcando así las curvas que la adolescencia comenzaba a acentuar. -son delicados. Atraen a todos sin pretenderlo y... -En ese momento miró su falta de pecho y arrugó la nariz. -¡Y tienen el tamaño justo!
Tas decir aquello se cruzó de brazos dejándolos por debajo de su busto, intentando así realzar aquel par de curvas sutiles.
Mientras que hija defendía su posición de mujer en la flor de la vida, yo estaba asimilando el duro golpe de la mujer-oveja.
Resulta que la bola de lana sí que estaba mirando, pero solo estaba divirtiéndose con la escena que acabábamos de montar.
Tampoco es que pasara nada, ella se lo perdía, y, además, seguro que no habría sido para tanto.
Otee la zona que me rodeaba y pude ver como un hombre pelirrojo acompañaba a una mujer tapada de pies a cabeza. En ese momento lo vi claro, me giré hacia Alward y le silbé con una mano en la boca mientras con la otra le hacía movimientos para que viniera.
-Señor caballero. -Le dije sonriendo con malicia. -Tengo una importante tarea para ti, más que una tarea es un reto a tu hombría. -Estiré la espalda para sacar pecho y le di un codazo en el brazo al castaño. -Si consigues que esa mujer, -Señalé hacia la mesa donde está sentada la misteriosa dama. -se quite el velo para ti en lugar de para mí... -Me quedé pensativa un momento. -Si lo consigues... te daré una espada única.
Guiñé el ojo al hombre y comencé a caminar en dirección a las mesas.
A los pocos pasos comenzó armarse revuelo, la gente gritaba que la comitiva de ciudad Lagarto había colado armas, lo cual no era raro de imaginar. No sabia a que venia tanto escándalo, había mil formas de matar a alguien sin un arma y estaba claro que muchas de las razas presentes, podían diezmar fácilmente a cualquier grupo con tan solo cambiar de forma o lanzar un puñado de hechizos.
La muchedumbre no tardó en gritar que las armas que cuidaban los monjes también habían sido robadas y que no había ni rastro de ellas.
-¿Estas oyendo eso? -Miraba los ojos del caballero y señalaba con el pulgar a un punto incierto del gentío. -Está claro que esta gente se ha fumado algo muy serio, ¿cómo van a robar las armas sin que nadie lo vea? ¿Te haces una idea de lo que tiene que pasar todo ese montón de cosas? Tendría que haber bajado un celestial para poder cargarlas todas y si eso pasa, te aseguro que se da cuenta todo el mundo. -Reí sarcástica llevándome una mano al pelo para recolocar el flequillo. -Recuerda tu objetivo, -Volví a darle un codazo a Alward, esta vez en el costado, cuando faltaban pocos metros para llegar a las mesas. -si yo le saco antes el velo, no hay espada que valga.
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Interactúo con Alward y me acerco a Nahir y Sango.
Reivy Abadder
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Terriblemente enfadado, caminé entre aquellas personas histéricas en ese terrible caos. Mi primera intención fue buscar a Astralia, a la que había dejado sola con aquellos hombres bestias. Volví atrás sobre mis pasos, hasta la mesa dónde habíamos compartido comida con ellos, pero ya no había nadie allí. Busqué en los alrededores, pero al no encontrarla entre la multitud, decidí poner rumbo hacia el lugar dónde los dragones nos habían pedido nuestras armas y armaduras. Quizás estuviera allí reclamando sus pertenencias.
- Malditos dragones- dije, susurrante, con claro tono de ofensa.
Entre la multitud, terminé chocando con una mujer, una colisión fortuita que me hizo caer, estrellando mis nalgas contra la dureza del suelo. Cuándo me encontré sentado, a los pies de tanta gente gritando desesperada, miré hacia la mujer con la que me había cruzado y no pude evitar soltar una carcajada, algo que me ayudó a aliviar la tensión. ¡Se me vería totalmente ridículo!
- Perdone señorita, está siendo una noche complicada cómo puedes ver- dije riendo, justo antes de ponerme de pie- Me dirigía enfurecido a patear el culo de algún monje dragón por custodiar tan mal nuestras armas y no la vi cruzarse en mi camino. Espero no haberle hecho daño. ¿Se encuentra bien?
Junto a ella, había un pequeño grupo de personas que miraban la escena.
- Malditos dragones- dije, susurrante, con claro tono de ofensa.
Entre la multitud, terminé chocando con una mujer, una colisión fortuita que me hizo caer, estrellando mis nalgas contra la dureza del suelo. Cuándo me encontré sentado, a los pies de tanta gente gritando desesperada, miré hacia la mujer con la que me había cruzado y no pude evitar soltar una carcajada, algo que me ayudó a aliviar la tensión. ¡Se me vería totalmente ridículo!
- Perdone señorita, está siendo una noche complicada cómo puedes ver- dije riendo, justo antes de ponerme de pie- Me dirigía enfurecido a patear el culo de algún monje dragón por custodiar tan mal nuestras armas y no la vi cruzarse en mi camino. Espero no haberle hecho daño. ¿Se encuentra bien?
Junto a ella, había un pequeño grupo de personas que miraban la escena.
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Una pequeña intervención para chocarme con Reike y unirme al grupo de Reike, Vincent, Níniel y Catherine.
Gracias por el ofrecimiento. Me quedé huérfano en la trama por la ausencia de Astralia.
Eden
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Mientras perseguía al perro, una mujer de tez pálida se me acercó hablando cosas sobre el arma que tenía en la mano, un mandoble que solté, no pretendía involucrarme en nada de eso, furioso me lancé sobre aquel perro, era rápido, pero yo era listo.
Lancé un chorro de agua en su dirección. — HAAAHAAHE, fallaste. — Riendo como una hiena se mofaba de mí, él no sabía lo que le esperaba, pues las aguas se convirtieron en una pequeña ola que lo revolcó, y lo dejó tendido en el suelo. Se levantó rápido, pero ya estaba cerca de él, fui rodeándolo para apresarlo, saltó hacia mí y me mordió. Por un momento pensé en morderle el cuello y matarlo, pero la oportunidad de interrogarlo era buena. Aguanté su mordida y lo enrollé, afisxiándolo hasta que perdió la consciencia.
[1] Hice señas a un par de personas cerca, que me ayudaron a atar y llevar al perro a un lugar con más gente. Tomé la birra de algún bebedor y se la arrojé a la cara, despertó y estaba rodeado. Lo golpeé en la cara. — HAAAHHE. — gritó, me dolía el brazo, ahí tenía una marca y sus dientes estaban de firma, sangraba aunque poco.
— Tú estás involucrado, lo sé. Dinos donde están las armas si aprecias tu vida. — Al principio calló. Volví a golpearlo pero con más fuerza, se le cayó un diente. — HEEHEEHAA, ¿Dónde están las armas? Realmente son estúpi- — Otro golpe más impactó en su cara. — ¿Dónde crees tú que están? Sacar tantas armas en tan poco tiempo y sin ser vistos, ¿no te parece cosa de magia? — Me detuve a pensarlo, era imposible que existiera alguien tan rápido y fuerte para llevarlo todo así, pero... ¿Qué sabría este tipo de magia? Algo no cuadraba.
— Te quedarás aquí hasta que encontremos todo. Luego, veremos cuánto tiempo aguantas en el agua. — No podría estar seguro de si había sido un acto de magia o algo así, pero este sujeto me las iba a pagar.
Off rol: [1] Si alguno quiere decir que ayudó a Tobias a apresar a Ceriön, pueden decirlo. Infección: La mordida de Ceriön me ha infectado el brazo durante este tema y los dos siguientes.
Lancé un chorro de agua en su dirección. — HAAAHAAHE, fallaste. — Riendo como una hiena se mofaba de mí, él no sabía lo que le esperaba, pues las aguas se convirtieron en una pequeña ola que lo revolcó, y lo dejó tendido en el suelo. Se levantó rápido, pero ya estaba cerca de él, fui rodeándolo para apresarlo, saltó hacia mí y me mordió. Por un momento pensé en morderle el cuello y matarlo, pero la oportunidad de interrogarlo era buena. Aguanté su mordida y lo enrollé, afisxiándolo hasta que perdió la consciencia.
[1] Hice señas a un par de personas cerca, que me ayudaron a atar y llevar al perro a un lugar con más gente. Tomé la birra de algún bebedor y se la arrojé a la cara, despertó y estaba rodeado. Lo golpeé en la cara. — HAAAHHE. — gritó, me dolía el brazo, ahí tenía una marca y sus dientes estaban de firma, sangraba aunque poco.
— Tú estás involucrado, lo sé. Dinos donde están las armas si aprecias tu vida. — Al principio calló. Volví a golpearlo pero con más fuerza, se le cayó un diente. — HEEHEEHAA, ¿Dónde están las armas? Realmente son estúpi- — Otro golpe más impactó en su cara. — ¿Dónde crees tú que están? Sacar tantas armas en tan poco tiempo y sin ser vistos, ¿no te parece cosa de magia? — Me detuve a pensarlo, era imposible que existiera alguien tan rápido y fuerte para llevarlo todo así, pero... ¿Qué sabría este tipo de magia? Algo no cuadraba.
— Te quedarás aquí hasta que encontremos todo. Luego, veremos cuánto tiempo aguantas en el agua. — No podría estar seguro de si había sido un acto de magia o algo así, pero este sujeto me las iba a pagar.
Off rol: [1] Si alguno quiere decir que ayudó a Tobias a apresar a Ceriön, pueden decirlo. Infección: La mordida de Ceriön me ha infectado el brazo durante este tema y los dos siguientes.
Tobias Pharra
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Parapetada tras las sombras de unos árboles bajos Nayru observaba con atención, los brazos cruzados sobre el pecho y un gesto adusto en el rostro ovalado.
Así que el Día de la Alianza, eh. Un día grandioso, excelente para la fanfarria y la exaltación de viejas glorias, para el recuerdo de historias obsoletas que ya no formaban parte de la realidad. ¿Todas las razas unidas? La mujer chasqueó la lengua con desagrado y burla, entrecerrando los ojos sin perder detalle. A unos veinte metros discurría toda una fila de personajes variopintos, desde el más distinguido noble hasta el más humilde ratero, esperando pacientes su turno para... que los desarmasen. Suspirando echó la mirada al cielo estrellado, limpio aquella noche. Una estrella extraña destacaba sobre las demás, pero tampoco le prestó demasiada atención. Con un pequeño gesto de resignación interna se puso en marcha.
Tratando de ser lo más discreta posible la mujer serpenteó entre la gente, acercándose a la entrada del evento. Había visto carteles por todas partes, todo el mundo llevaba hablando de lo mismo varias semanas. Sinceramente, no es que ella tuviese mucho que hacer ahí, y menos ser desvalijada voluntariamente por un par de dragones a los que gustosa descabezaría de serle posible, pero tenía curiosidad. Y contra eso poco podía hacer, sobre todo si podía saciarla en un entorno relativamente... no violento. Apostaría su colmillo izquierdo a que algún listo había colado su arma.
Sin poder evitar un gesto de odio despreciativo, dejó caer de punta en las manos de un monje sus dos finas hojas, sin que éste se inmutarse. Las agarró con habilidad y las dejó sobre un montón de acero dispar, ignorando a la mujeres por completo una vez desarmada. La vampiresa pasó de largo echando pestes por lo bajo, siguiendo a la gente; sus armas, si bien útiles y cómodas, no eran de gran calidad y podría sustituidas. En el fondo esperaba que el banquete de celebración proveyese de cuchillos de trinchar o algo. Tendría que estar atenta.
El lugar... rebosaba gente. De toda raza y credo. Se escuchaba algo de música al fondo. Nayru fue navegando entre los presentes en silencio y con agilidad, sin saber muy bien qué estaba buscando o comprender por qué diablos estaba allí de verdad. El ambiente rebosaba con olores y sonido, de todo tipo de comidas y de todo tipo de charlas. En un lado había una comitiva gigante de nosequé ciudad. En otro lado había una criatura extraña que parecía un insecto. Elfos, humanos, mecánicos. Su propia raza, los vampiros, parecían mezclarse sin demasiados problemas. Los odiosos dragones, malditos fueran mil veces, disfrutaban como cualquier otro de la noche estrellada. Un revuelo por aquí, robos por allá, reclamaciones sobre armamento perdido y aclamaciones de borrachos alocados.
Empezaba a liarse, como pasa con todas las fiestas en las que dejas que gente poderosa y conflictiva se relaje. La mujer se acercó a una mesa y se sentó en el borde, apoderándose con gracia de una jarra de cerveza especiada y muy atenta a lo que pudiera ocurrir.
Sonrió con ganas dejando sus colmillos al descubierto y dio un trago a la cerveza.
Así que el Día de la Alianza, eh. Un día grandioso, excelente para la fanfarria y la exaltación de viejas glorias, para el recuerdo de historias obsoletas que ya no formaban parte de la realidad. ¿Todas las razas unidas? La mujer chasqueó la lengua con desagrado y burla, entrecerrando los ojos sin perder detalle. A unos veinte metros discurría toda una fila de personajes variopintos, desde el más distinguido noble hasta el más humilde ratero, esperando pacientes su turno para... que los desarmasen. Suspirando echó la mirada al cielo estrellado, limpio aquella noche. Una estrella extraña destacaba sobre las demás, pero tampoco le prestó demasiada atención. Con un pequeño gesto de resignación interna se puso en marcha.
Tratando de ser lo más discreta posible la mujer serpenteó entre la gente, acercándose a la entrada del evento. Había visto carteles por todas partes, todo el mundo llevaba hablando de lo mismo varias semanas. Sinceramente, no es que ella tuviese mucho que hacer ahí, y menos ser desvalijada voluntariamente por un par de dragones a los que gustosa descabezaría de serle posible, pero tenía curiosidad. Y contra eso poco podía hacer, sobre todo si podía saciarla en un entorno relativamente... no violento. Apostaría su colmillo izquierdo a que algún listo había colado su arma.
Sin poder evitar un gesto de odio despreciativo, dejó caer de punta en las manos de un monje sus dos finas hojas, sin que éste se inmutarse. Las agarró con habilidad y las dejó sobre un montón de acero dispar, ignorando a la mujeres por completo una vez desarmada. La vampiresa pasó de largo echando pestes por lo bajo, siguiendo a la gente; sus armas, si bien útiles y cómodas, no eran de gran calidad y podría sustituidas. En el fondo esperaba que el banquete de celebración proveyese de cuchillos de trinchar o algo. Tendría que estar atenta.
El lugar... rebosaba gente. De toda raza y credo. Se escuchaba algo de música al fondo. Nayru fue navegando entre los presentes en silencio y con agilidad, sin saber muy bien qué estaba buscando o comprender por qué diablos estaba allí de verdad. El ambiente rebosaba con olores y sonido, de todo tipo de comidas y de todo tipo de charlas. En un lado había una comitiva gigante de nosequé ciudad. En otro lado había una criatura extraña que parecía un insecto. Elfos, humanos, mecánicos. Su propia raza, los vampiros, parecían mezclarse sin demasiados problemas. Los odiosos dragones, malditos fueran mil veces, disfrutaban como cualquier otro de la noche estrellada. Un revuelo por aquí, robos por allá, reclamaciones sobre armamento perdido y aclamaciones de borrachos alocados.
Empezaba a liarse, como pasa con todas las fiestas en las que dejas que gente poderosa y conflictiva se relaje. La mujer se acercó a una mesa y se sentó en el borde, apoderándose con gracia de una jarra de cerveza especiada y muy atenta a lo que pudiera ocurrir.
Sonrió con ganas dejando sus colmillos al descubierto y dio un trago a la cerveza.
Nayru
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Las mariposas revoloteaban cerca de las antenas de Ruru como si le estuvieran hablando, obviamente escuchandolas, la joven mujer mariposa movía levemente sus mullidas largas antenas ¡Kendovlah estaba cerca! Parece ser que reconoció a una de sus mariposas y le pasó un mensaje para ella ¡Conocía a ese brujo, sería de mucha ayuda a salir de esta situación! La mujer-bestia permitió que sus pequeñas amigas se posaran sobre su cabeza y hombros mientras encaraba a la joven rana, que estaba justo a su lado.
“¡Click!”
El hombre rana parecía estar llamando al ratón pero enseguida sus palabras se volvieron un chillido, hizo chirriar dolorosamente a Ruru mientras apartaba lo más que podía sus antenas de él ¡Una aguda sensación de dolor cruzó su cabeza bajó por su espalda y terminó en la punta de sus pies! ¡Se sentía justo como una patada eléctrica! Sus antenas eran muy sensibles a ruidos fuertes a su lado, justo como el chillido del adolescente justo ahora, provocando un montón de dolor a la mariposa.
Este hombres-bestia irreflexi….Tranquila Ruru, recuerda tu entrenamiento, recuerdalo
Una punzada de molestia atravesó al a mujer mariposa quien acicaló sus antenas, un equivalente a masajearse las sienes para ella, intentando calmar el dolor de cabeza que el grito provocó. Enseguida logró calmarse por pura fuerza de voluntad, suspirando, se dijo a sí misma que no podía hacer nada desde que la rana era aún adolescente (Aunque la misma Ruru era una adolescente también) y debía tenerle paciencia. Ruru se acercó y palmeó levemente la espalda del anfibio para llamar su atención, le enseñó una nota:
"No te desanimes, recuperaremos nuestras cosas. Pero de momento no hagas más ruido ¿vale? Es peligroso”
Tiene gracia ¡Tanta que Ruru apretó la nota y está prácticamente acabó un poco agujereada! Justo cuando la mariposa se disponía aproximarse para buscar a los responsables de hacer desaparecer las armas y armaduras, la conocida voz de un brujo resonó….Ebrio…...Ruru se paró en seco y el ambiente bajó de temperatura al menos 4 o 5 grados.
Estamos en el lugar más incriminatorio posible, los ladrones podrían seguir aquí y los guardias vendrán al mínimo ruido estos ¿Que cree que está-....?¡No! Cálmate, Ruru ¡Tranquila, tranquila! Kendovlah no sabía nada ¡Acaba de llegar! No lo sabía, no lo sabía…….
Ruru comenzó a repetirse esas palabras en la cabeza con tal de no dejar que su creciente ira la afectara. Cuando pensó que finalmente estaba más tranquila, se giró hacía el brujo y rápidamente escribió en su bloc de notas;
“Saludos, Kendovlah. Lo siento, estamos en una situación peliaguda y me temo que no podem-....”
No acabó de escribir esas palabras, los gritos de los guardáis dragones y las voces de los dos hermanos hizo que Ruru arrugara el papel hasta agujerearlo del todo ¡Esa fue la gota que derramó el vaso! Si la temperatura antes bajó, en estos instantes era prácticamente el polo norte.
Primero un chico rana intenta devorarme, luego por alguna razón nos metemos a las carpas, lo cual obviamente fue una mala idea. Casi somos pillados por guardias dragones…..Luego vienen unos ladrones pretendiendo robar todas las armas y armaduras ¡Estamos en el peor lugar y en el peor momento! ¡Pero la rana se pone a gritar y la rata a rebuscar entre las cosas ruidosamente! Y ahora llega un brujo totalmente pedo ¡Ya tuve suficiente! Solo haré lo que tenga que hacer y punto…..
Sin dudarlo caminó hacía los dos hermanos apretando los puños con furia, si reducían a los dos ladrones antes de que llegaran los guardias dragones entonces puede que los organizadores del evento no fueran demasiado duros con ellos.
“¡Click!”
El hombre rana parecía estar llamando al ratón pero enseguida sus palabras se volvieron un chillido, hizo chirriar dolorosamente a Ruru mientras apartaba lo más que podía sus antenas de él ¡Una aguda sensación de dolor cruzó su cabeza bajó por su espalda y terminó en la punta de sus pies! ¡Se sentía justo como una patada eléctrica! Sus antenas eran muy sensibles a ruidos fuertes a su lado, justo como el chillido del adolescente justo ahora, provocando un montón de dolor a la mariposa.
Este hombres-bestia irreflexi….Tranquila Ruru, recuerda tu entrenamiento, recuerdalo
Una punzada de molestia atravesó al a mujer mariposa quien acicaló sus antenas, un equivalente a masajearse las sienes para ella, intentando calmar el dolor de cabeza que el grito provocó. Enseguida logró calmarse por pura fuerza de voluntad, suspirando, se dijo a sí misma que no podía hacer nada desde que la rana era aún adolescente (Aunque la misma Ruru era una adolescente también) y debía tenerle paciencia. Ruru se acercó y palmeó levemente la espalda del anfibio para llamar su atención, le enseñó una nota:
"No te desanimes, recuperaremos nuestras cosas. Pero de momento no hagas más ruido ¿vale? Es peligroso”
Tiene gracia ¡Tanta que Ruru apretó la nota y está prácticamente acabó un poco agujereada! Justo cuando la mariposa se disponía aproximarse para buscar a los responsables de hacer desaparecer las armas y armaduras, la conocida voz de un brujo resonó….Ebrio…...Ruru se paró en seco y el ambiente bajó de temperatura al menos 4 o 5 grados.
Estamos en el lugar más incriminatorio posible, los ladrones podrían seguir aquí y los guardias vendrán al mínimo ruido estos ¿Que cree que está-....?¡No! Cálmate, Ruru ¡Tranquila, tranquila! Kendovlah no sabía nada ¡Acaba de llegar! No lo sabía, no lo sabía…….
Ruru comenzó a repetirse esas palabras en la cabeza con tal de no dejar que su creciente ira la afectara. Cuando pensó que finalmente estaba más tranquila, se giró hacía el brujo y rápidamente escribió en su bloc de notas;
“Saludos, Kendovlah. Lo siento, estamos en una situación peliaguda y me temo que no podem-....”
No acabó de escribir esas palabras, los gritos de los guardáis dragones y las voces de los dos hermanos hizo que Ruru arrugara el papel hasta agujerearlo del todo ¡Esa fue la gota que derramó el vaso! Si la temperatura antes bajó, en estos instantes era prácticamente el polo norte.
Primero un chico rana intenta devorarme, luego por alguna razón nos metemos a las carpas, lo cual obviamente fue una mala idea. Casi somos pillados por guardias dragones…..Luego vienen unos ladrones pretendiendo robar todas las armas y armaduras ¡Estamos en el peor lugar y en el peor momento! ¡Pero la rana se pone a gritar y la rata a rebuscar entre las cosas ruidosamente! Y ahora llega un brujo totalmente pedo ¡Ya tuve suficiente! Solo haré lo que tenga que hacer y punto…..
Sin dudarlo caminó hacía los dos hermanos apretando los puños con furia, si reducían a los dos ladrones antes de que llegaran los guardias dragones entonces puede que los organizadores del evento no fueran demasiado duros con ellos.
Última edición por Ruru Lepidoptera el Dom Sep 29 2019, 16:46, editado 1 vez
Ruru Lepidoptera
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Los bosques del este, cuántos años habrían pasado desde el exilio, ¿diez o tal vez más? -Un poco más, creo-. Oh, puede ser, gracias Ragabash. -¿Ya nos vamos?-. No, te guste o no hay una historia que contar aquí, ahora si me disculpas.
En fin, como iba diciendo: Ahroun caminaba nuevamente por los bosques del este. El tiempo pudo haber sido más o menos, era irrelevante al caso. Había un evento que llamaba la atención del lobo, había sido prohibido por la tribu, pero ya no formaba parte de esta. El mismo estaba prohibido, así que pensó si tenía cuidado por donde pisaba, el reunirse con las otras razas en este evento podría ser benefico. -No lo será-. Bueno, ¿quién esta relatando? ¿crees poder hacerlo mejor? -Si que puedo, aparta cachorro-.
El cachorro de Ahroun creía que lo iba a dejar en paz. Le dije que se mantuviera alerta pero no... Se dejo llevar por un grupo de personas que caminaban sin cuidado al evento por territorio prohibido. Lo deje encerrado tras cuatro paredes sin poder ver la luz, tan solo uso sus recuerdos si es necesario. Es como se dice... Una enciclopedia abierta, su mente es tan frágil como un recién nacido y el descarado me sigue culpando.
Mi olfato detectaba a los cabrones que nos habían exiliado pero les faltaban cojones. No entendían mi grandeza, ¿cómo podía ser tal destreza la mía una maldición? Esas costumbres ajenas que tomaban como propias, bah... No se atreverían a atacar mientras estuviera en el territorio acordado con los del evento. Otros seres también con pocos cojones que habían necesitado juntarse con otras razas para expulsar al invasor. ¡Yo mismo los habría mandado con la cola entre las piernas de vuelta a casa! Pero me daba pereza nacer en esos tiempos.
Llegué sin problemas... Ah perdón, olvidaba mi apariencia. Iba vestido como de costumbre, solo que el cachorro había pensado en el agregado de la capa que me cubría gran parte del rostro y las prendas. Un punto a favor, la discreción era buena para engañar el enemigo según la enciclopedia del cachorro.
Otro dato que pude conseguir mientras miro a los que llegaban era que hacían fila para entregar las armas. Enclenques jugando a ser guerreros, los de verdad no necesitamos esa cosa. Se me tentó la idea de jugar con ellos.
-No se a que vine. Pueden intentar desarmarme si se atreven-.
-Las armas, por favor-.
-Un poco de cojones no viene mal, ¿quieres probarme?-.
-Las armas-.
-Bien, ¿cuál quieres? ¿izquierda, derecha o colmillos?-.
El monje dragón me quedo mirando asustado o indeciso, no podía estar seguro con ese ceño fruncido. Le faltaban agallas para intentar desarmarme.
-Mira cachorro, las armas son para los débiles. Si me cortas los brazos usaré las piernas, si me cortas las piernas usare los colmillos y así. ¿Entiendes?-. Sonreí mostrando los colmillos. Ahroun habría descrito mi sonrisa como llena de maldad pero lo cierto era que solo estaba jugando. Su enciclopedia ya me había advertido que era un evento de paz pero eso tanto a él como a mi se nos hacía aburrido. Quizás provoque alguna pelea y lo deje salir.
-Bien, si no usas armas puedes pasar y deja de hacer que perdamos el tiempo-.
-Aguafiestas-.
Metí las manos en los bolsillos y comencé a mirar alrededor. Muchas carpas con mesas ofreciendo y bebiendo alcohol. El olor no solo venía de estas, podía sentirlo salir de la boca de varios y en cierto sentido era repugnante. Solía aprovechar cuando Ahroun estaba en este estado curiosamente para tratar de olvidarse de mi y de su desdicha. Oh el pobre cachorro también se asusta de mi grandeza, piensa que soy la maldición de la bestia. No sabe que aún le falta crecer para controlar a la bestia y no, yo no soy ninguna bestia, siempre estuve ahí. Ese maldito chamán me despertó y por su culpa nos exiliaron. Como lo vea de nuevo lo destriparé así como hice con la madre del cachorro y casi media tribu... Ah que noche aquella, casi se me hace agua la boca. Perdón, sigo.
Una escena se me hizo curiosa. Por el olor me costó discernir sobre la naturaleza de la mujer y es que apestaba a alcohol como casi todos los involucrados. Esta acariciaba la cabeza a uno de los pequeños, suponía era el más incauto de los dos. El otro era un humano, tenía ese olor. La esencia del ingenuo era similar a la de la mujer. Camine hacía ellos mientras buscaba en los recuerdos de Ahroun.
Aparte una caja y la puse por detrás de la mujer para sentarme con la mano en la cabeza. -Haber... dos brujos y un humano, creo-. Mire hacía la bruja, notaba algo raro en ella pero no podía aventurarme a las posibilidades. -¿A que juegan?-.
Off: Interactuo con Gaia y Chimar.
En fin, como iba diciendo: Ahroun caminaba nuevamente por los bosques del este. El tiempo pudo haber sido más o menos, era irrelevante al caso. Había un evento que llamaba la atención del lobo, había sido prohibido por la tribu, pero ya no formaba parte de esta. El mismo estaba prohibido, así que pensó si tenía cuidado por donde pisaba, el reunirse con las otras razas en este evento podría ser benefico. -No lo será-. Bueno, ¿quién esta relatando? ¿crees poder hacerlo mejor? -Si que puedo, aparta cachorro-.
(…)
El cachorro de Ahroun creía que lo iba a dejar en paz. Le dije que se mantuviera alerta pero no... Se dejo llevar por un grupo de personas que caminaban sin cuidado al evento por territorio prohibido. Lo deje encerrado tras cuatro paredes sin poder ver la luz, tan solo uso sus recuerdos si es necesario. Es como se dice... Una enciclopedia abierta, su mente es tan frágil como un recién nacido y el descarado me sigue culpando.
Mi olfato detectaba a los cabrones que nos habían exiliado pero les faltaban cojones. No entendían mi grandeza, ¿cómo podía ser tal destreza la mía una maldición? Esas costumbres ajenas que tomaban como propias, bah... No se atreverían a atacar mientras estuviera en el territorio acordado con los del evento. Otros seres también con pocos cojones que habían necesitado juntarse con otras razas para expulsar al invasor. ¡Yo mismo los habría mandado con la cola entre las piernas de vuelta a casa! Pero me daba pereza nacer en esos tiempos.
Llegué sin problemas... Ah perdón, olvidaba mi apariencia. Iba vestido como de costumbre, solo que el cachorro había pensado en el agregado de la capa que me cubría gran parte del rostro y las prendas. Un punto a favor, la discreción era buena para engañar el enemigo según la enciclopedia del cachorro.
Otro dato que pude conseguir mientras miro a los que llegaban era que hacían fila para entregar las armas. Enclenques jugando a ser guerreros, los de verdad no necesitamos esa cosa. Se me tentó la idea de jugar con ellos.
-No se a que vine. Pueden intentar desarmarme si se atreven-.
-Las armas, por favor-.
-Un poco de cojones no viene mal, ¿quieres probarme?-.
-Las armas-.
-Bien, ¿cuál quieres? ¿izquierda, derecha o colmillos?-.
El monje dragón me quedo mirando asustado o indeciso, no podía estar seguro con ese ceño fruncido. Le faltaban agallas para intentar desarmarme.
-Mira cachorro, las armas son para los débiles. Si me cortas los brazos usaré las piernas, si me cortas las piernas usare los colmillos y así. ¿Entiendes?-. Sonreí mostrando los colmillos. Ahroun habría descrito mi sonrisa como llena de maldad pero lo cierto era que solo estaba jugando. Su enciclopedia ya me había advertido que era un evento de paz pero eso tanto a él como a mi se nos hacía aburrido. Quizás provoque alguna pelea y lo deje salir.
-Bien, si no usas armas puedes pasar y deja de hacer que perdamos el tiempo-.
-Aguafiestas-.
Metí las manos en los bolsillos y comencé a mirar alrededor. Muchas carpas con mesas ofreciendo y bebiendo alcohol. El olor no solo venía de estas, podía sentirlo salir de la boca de varios y en cierto sentido era repugnante. Solía aprovechar cuando Ahroun estaba en este estado curiosamente para tratar de olvidarse de mi y de su desdicha. Oh el pobre cachorro también se asusta de mi grandeza, piensa que soy la maldición de la bestia. No sabe que aún le falta crecer para controlar a la bestia y no, yo no soy ninguna bestia, siempre estuve ahí. Ese maldito chamán me despertó y por su culpa nos exiliaron. Como lo vea de nuevo lo destriparé así como hice con la madre del cachorro y casi media tribu... Ah que noche aquella, casi se me hace agua la boca. Perdón, sigo.
Una escena se me hizo curiosa. Por el olor me costó discernir sobre la naturaleza de la mujer y es que apestaba a alcohol como casi todos los involucrados. Esta acariciaba la cabeza a uno de los pequeños, suponía era el más incauto de los dos. El otro era un humano, tenía ese olor. La esencia del ingenuo era similar a la de la mujer. Camine hacía ellos mientras buscaba en los recuerdos de Ahroun.
Aparte una caja y la puse por detrás de la mujer para sentarme con la mano en la cabeza. -Haber... dos brujos y un humano, creo-. Mire hacía la bruja, notaba algo raro en ella pero no podía aventurarme a las posibilidades. -¿A que juegan?-.
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Off: Interactuo con Gaia y Chimar.
Ahroun
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
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Interactúo con Níniel, Reike y Eden al que gratamente unimos a nuestro grupo. Bienvenido y espero que lo pases bien con nosotros ^^
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Vincent en un principio no se había percatado del verdadero problema al que se enfrentaban. La espada era importante para él y lo había distraído lo suficiente para no percatarse de ello. No obstante, pronto comenzó a observar el comportamiento de las personas de su alrededor, y el comentario de Níniel dejó bien claro por dónde estaba el “verdadero” problema.
Un conflicto que, por otro lado, no tardó en alcanzarles.
- Ya está bien, fulgor rojo, asesina de platos de pollo y ternera. Ya le has dejado bien claro quién es la más dura y fuerte del lugar, pero ahora intenta no matar a nadie-, le sugirió a Cat en tono medio en broma, intentando evitar que la cosa fuera a mayores. - Al fin y al cabo, todos estamos tensos por este robo. A todos nos han robado algo, así que no es momento de pelear sino de cooperar-, secundó a Níniel, ayudando a calmar las turbulentas aguas.
Siguiendo las instrucciones de la sacerdotisa, el brujo esperó ver una señal en el cielo que ya había visto en más de una ocasión. Desgraciadamente, no pudo apreciar nada a su alrededor, lo cual solo podía significar que las armas estaban aún más lejos de lo que habría podido imaginar.
- Maldita sea, esto es un gran contratiempo-, maldijo en voz alta.
Pero no, no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente, y cómo bien había sugerido Reike, lo mejor sería ir hacia las mesas de los monjes para comenzar a investigar por allí.
- Sí, vayamos hacia allí. Es nuestra mejor baza en estos momentos-, estuvo de acuerdo, y comenzó a caminar hacia la zona de la entrada.
Si volver a ver a Valeria le había traído al brujo cientos de lejanas remembranzas, volver a escuchar la voz de Reike no había sido menos. Cada sílaba mostraba en su mente trazas discontinuas e inconexas de otra era, escenas tan antiguas que parecían irreales por mucho que supiera que eran ciertas, y al mismo tiempo le hacía acordarse de lo extraño que estaba siendo este reencuentro con su antigua “amiga”.
Sí, Reike había sido mucho más que una amiga, pero ahora que la volvía a ver le revoloteaban mil preguntas en el interior de su cabeza. Desde las típicas de por dónde había ido su vida, dónde había estado y qué tal le había ido, a preguntas más interiores y personales.
¿Sería siendo igual de ambiciosa?
Sólo observarla, sólo ver sus dorados ojos ante sí le daban la respuesta, no sabía si real, de que seguramente lo era aún más.
Un choque entre dos personas devolvió a Vincent al mundo de los mortales. Un mundo que no permitía distracciones y que dejaba todo lo demás en un segundo plano. Ya tendría tiempo de hablar con Reike y de pensar sobre todo aquello que le rondaba la cabeza, así como de ese reencuentro que estaba discurriendo de tan extraña manera.
- Vaya, ¿se encuentra bien? - no pudo evitar preguntar al muchacho que había caído al suelo tras el encontronazo contra Valeria. - Por los dioses, Val, los hombres siguen cayendo a tus pies-, dijo esta vez con humor, sin poder evitar tomarle el pelo a la morena como haría antaño. - Si desea patear culos de monjes puedes venir con nosotros. Porque básicamente íbamos a hacer lo mismo. O casi-, dijo, antes de reír.
Bueno, concretamente iba a investigar, no a pegarle a nadie, pero suponía que se sobreentendía que iban en la misma dirección a buscar explicaciones de parte de los monjes.
- Alguien nos debe más de una explicación-, comentó después de animar al chico a unirse a ellos, y poniéndose nuevamente en marcha.
En cualquier caso, no perdió más tiempo y se dirigió a la entrada. Sin mediar palabra con monje alguno se pudo a mirar sobre las mesas y en los alrededores en busca de una pista, por lo que no era raro que los monjes le miraran con cara de: Qué demonios hace este tipo.
- Por los dioses, en este lugar seguro que habían armas mágicas de gran poder. Mínimo estaba tu poderoso bastón, Níniel. Por qué no puedo notar su marca latente en el éter-, le preguntó a su querida elfa.
Maldita sea. Todo estaba yendo de mal en peor. Ahora tendría que probar otra cosa, buscar marcas que le pudieran dar una idea de quien había sido o por dónde se había marchado.
Vincent Calhoun
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Sango no quiso intervenir mientras Nahir exponía su punto de vista. Le gustaba oírla pero sobre todo disfrutaba de su compañía y se alegró mucho de que aceptara acompañarle a por algo de comer. Se levantó y con un gesto con la mano, le indicó a Nahir por donde debían ir.
- ¿Sabes? Creo que tienes razón, Na- se interrumpió bruscamente antes de decir su nombre. Volvió la mirada al velo y detuvo sus ojos en ella un par de latidos antes de carraspear y continuar.- Tienes razón. Creo que has dado con la clave: el interés.- Hizo una pausa mientras seguían caminando entre el ambiente festivo que reinaba la zona. Gritos, risas, charlas animadas y mientras tanto Ben miraba de un lado para otro buscando algo que llevarse a la boca.
- En su momento, cuando hubo todo aquello de los invasores, el interés particular de cada pueblo era seguir siendo soberano de sus tierras.- tropezó con algo en suelo pero no llegó a caer. Maldijo en silencio.- Podría ser que la suma de intereses particulares diera como resultado un interés general: una alianza, vaya.- Se detuvo y señaló una mesa.- ¡Allí!- Caminaron en aquella dirección.
En la mesa había gente que charlaba, bebía y comía. Que se acercaran dos personas más no impidió que siguieran con aquella celebración. Sango se inclinó sobre un hombre para hacerse hueco y alcanzar de esta manera una bandeja que contenía lo que parecía, a primera vista, empanada. Al cogerla, lo primero que hizo fue ofrecer el contenido a Nahir, después, él mismo cogió un trozo y dejó la bandeja en su sitio. Mordió y a pesar de no distinguir de qué era, le sabía realmente bien.
- Volviendo al tema, ¿qué paso cuándo el interés general quedó satisfecho? Cada uno por su lado, y el hecho de que alguien haya querido recordar aquello con todo esto- hizo un gesto con el brazo libre señalando a su alrededor- bueno... en fin, qué decir, ¿verdad?- Sango se concentró en terminar el trozo de empanada mientras miraba a su alrededor, cosa que sí hacía demasiado rápido se mareaba como consecuencia de haber bebido tanto en tan corto periodo de tiempo. Su pregunta hizo que volviera a mirar hacia ella.
- Ah, soy de Lunargenta. Bueno, miento... soy de una pequeña aldea, Cedralada, que está a medio día de caballo de Lunargenta, más o menos. - Justo en ese preciso instante sintió ganas de preguntarle por el porqué del velo, pero algo estalló tras él.
El corazón le había dado un vuelco cuando supo que las armas habían desaparecido. No podía dejar de pensar en el hacha que le había dado su padre el día que había marchado de casa. No podía dejar de pensar en ese último recuerdo que le quedaba de ellos.
Sacudió la cabeza tratando de despejar de su cabeza. Su hacha… Suspiró y se dejó caer sobre la mesa más cercana. Se sentía desolado por mucho esfuerzo que hiciera en querer hacer algo y olvidarse momentáneamente de la pérdida del hacha. Pero lo que más miedo le daba era que tenía razón, que había
- ¿Qué pretenden con todas las armas? Los dragones no las necesitan, se transforman y te aplastan con su peso o te comen. No, algo pretenden.- Miró a Nahir.- Nadie ha visto nada, nadie ha oído nada… Aquí hay magia de por medio y podría ser el mismo que ha puesto esa puñetera luz en el cielo.- Sango se volvió a poner de pie y caminaba nervioso sin alejarse de Nahir- Mi hacha… - Se llevaba la mano a la cabeza y se la pasaba una y otra vez por el pelo. Miró a la mujer y se tranquilizó lo justo como para poder hablar.- He perdido un hacha que me era muy querida, un regalo de mis padres… Nunca me he separado de ella y ahora parece que la he perdido para siempre…- Cerró los ojos y se dejó caer de nuevo en la mesa.- ¿Qué podemos hacer? Los gritos no ayudan.- Señaló a la gente que alborotaba por allí.- ¿Vamos a ver si hay algún rastro?- Propuso Sango sin mucho ánimo.
La sensación de pérdida se iba haciendo cada vez más intensa. Y la cantidad de recuerdos iba en aumento. La noche, seguro, sería larga.
***********
Interactuo con Nahir.
En la segunda parte, a Sango le entra una sensación de bloqueo, desolación, frustración, miedo, por haber perdido su hacha.
- ¿Sabes? Creo que tienes razón, Na- se interrumpió bruscamente antes de decir su nombre. Volvió la mirada al velo y detuvo sus ojos en ella un par de latidos antes de carraspear y continuar.- Tienes razón. Creo que has dado con la clave: el interés.- Hizo una pausa mientras seguían caminando entre el ambiente festivo que reinaba la zona. Gritos, risas, charlas animadas y mientras tanto Ben miraba de un lado para otro buscando algo que llevarse a la boca.
- En su momento, cuando hubo todo aquello de los invasores, el interés particular de cada pueblo era seguir siendo soberano de sus tierras.- tropezó con algo en suelo pero no llegó a caer. Maldijo en silencio.- Podría ser que la suma de intereses particulares diera como resultado un interés general: una alianza, vaya.- Se detuvo y señaló una mesa.- ¡Allí!- Caminaron en aquella dirección.
En la mesa había gente que charlaba, bebía y comía. Que se acercaran dos personas más no impidió que siguieran con aquella celebración. Sango se inclinó sobre un hombre para hacerse hueco y alcanzar de esta manera una bandeja que contenía lo que parecía, a primera vista, empanada. Al cogerla, lo primero que hizo fue ofrecer el contenido a Nahir, después, él mismo cogió un trozo y dejó la bandeja en su sitio. Mordió y a pesar de no distinguir de qué era, le sabía realmente bien.
- Volviendo al tema, ¿qué paso cuándo el interés general quedó satisfecho? Cada uno por su lado, y el hecho de que alguien haya querido recordar aquello con todo esto- hizo un gesto con el brazo libre señalando a su alrededor- bueno... en fin, qué decir, ¿verdad?- Sango se concentró en terminar el trozo de empanada mientras miraba a su alrededor, cosa que sí hacía demasiado rápido se mareaba como consecuencia de haber bebido tanto en tan corto periodo de tiempo. Su pregunta hizo que volviera a mirar hacia ella.
- Ah, soy de Lunargenta. Bueno, miento... soy de una pequeña aldea, Cedralada, que está a medio día de caballo de Lunargenta, más o menos. - Justo en ese preciso instante sintió ganas de preguntarle por el porqué del velo, pero algo estalló tras él.
El corazón le había dado un vuelco cuando supo que las armas habían desaparecido. No podía dejar de pensar en el hacha que le había dado su padre el día que había marchado de casa. No podía dejar de pensar en ese último recuerdo que le quedaba de ellos.
Sacudió la cabeza tratando de despejar de su cabeza. Su hacha… Suspiró y se dejó caer sobre la mesa más cercana. Se sentía desolado por mucho esfuerzo que hiciera en querer hacer algo y olvidarse momentáneamente de la pérdida del hacha. Pero lo que más miedo le daba era que tenía razón, que había
- ¿Qué pretenden con todas las armas? Los dragones no las necesitan, se transforman y te aplastan con su peso o te comen. No, algo pretenden.- Miró a Nahir.- Nadie ha visto nada, nadie ha oído nada… Aquí hay magia de por medio y podría ser el mismo que ha puesto esa puñetera luz en el cielo.- Sango se volvió a poner de pie y caminaba nervioso sin alejarse de Nahir- Mi hacha… - Se llevaba la mano a la cabeza y se la pasaba una y otra vez por el pelo. Miró a la mujer y se tranquilizó lo justo como para poder hablar.- He perdido un hacha que me era muy querida, un regalo de mis padres… Nunca me he separado de ella y ahora parece que la he perdido para siempre…- Cerró los ojos y se dejó caer de nuevo en la mesa.- ¿Qué podemos hacer? Los gritos no ayudan.- Señaló a la gente que alborotaba por allí.- ¿Vamos a ver si hay algún rastro?- Propuso Sango sin mucho ánimo.
La sensación de pérdida se iba haciendo cada vez más intensa. Y la cantidad de recuerdos iba en aumento. La noche, seguro, sería larga.
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Interactuo con Nahir.
En la segunda parte, a Sango le entra una sensación de bloqueo, desolación, frustración, miedo, por haber perdido su hacha.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Marcus batía las alas con desesperación. Las últimas semanas habían sido una dura prueba tanto para su resistencia física, como para su paciencia. Después del viaje hasta Lunargenta, había tenido que esperar varios días sólo para que le concedieran una audiencia en el castillo. Luego vino el interrogatorio. ¿Estás seguro de lo que cuentas? Por supuesto que estaba seguro, su maestro había hecho aquellos cálculos al menos veinte veces.
Cuando hubo respondido no menos de tres veces cada una de las preguntas que le hicieron, llegó el momento de hacer llamar a los eruditos para que estudiaran la información que le muchacho les acababa de hacer llegar. Marcus no entendía qué había que estudiar, los datos estaban claros, era el momento de actuar. Aún así, su maestro habría querido que se mostrase paciente y respetuoso con sus mayores, así que esperó. Esperó mientras aquellos hombres sabios realizaban sus observaciones, repetían sus cálculos y consultaban los archivos; esperó mientras discutían a puerta cerrada como si no se les echara el tiempo encima.
—Lo que tu maestro temía es imposible —le dijeron finalmente—. No tenemos registros de nada parecido.
¿Qué registros?, se preguntaba Marcus, ¿acaso habían sobrevivido a la guerra? Pero aquellos hombres no veían o no querían ver lo que a él le parecía evidente. Esperemos y observemos, le decían. La estrella pasará de largo, como lo hizo la última vez. Ya verás, muchacho, no hay necesidad de alarmarse.
Abatido, el joven buscó a alguien que le escuchara, pero para entonces, ya se había corrido la voz de que la voluntad de los dioses se manifestaría el Día de la Alianza. Nadie quería oír acerca de cálculos matemáticos.
Fue una casualidad que se topara con Thanedir. Marcus nunca había visto a un elfo de barba blanca y rostro arrugado, ni siquiera sabía que aquello fuera posible. Debía de tener al menos mil años. El anciano afirmó que había presenciado algo parecido en su juventud y que sabía lo que debían hacer. A Marcus se le acababan el tiempo y las opciones, por lo que no dudó en agarrarse a la cuerda que el elfo le lanzaba.
Tras varios días de vuelo, con frecuentes paradas para el descanso de su frágil jinete, su destino por fin se hallaba a la vista, pero el muchacho no podía evitar sentir que llegaban demasiado tarde. Había demasiada gente, pero, sobre todo, había demasiado alboroto. Y no parecía deberse a la alegría de la celebración. ¿Cómo iban a hacerse escuchar en medio de aquello?
Melicor y sus hijos trataban de pasar desapercibidos mientras se acercaban poco a poco a la salida de la plaza. Al brujo no le gustaba en qué se había convertido la celebración. Tampoco le preocupaba que hubieran desaparecido todas las armas; después de todo, él no las necesitaba. Lo único que deseaba era salir de allí y mantener a salvo a su familia. Hasta que se cruzó con aquel anciano elfo que, apoyado en un escuálido muchacho, avanzaba con dificultad hacia el centro de la plaza. A pesar del caos que reinaba en el lugar, nadie tropezó siquiera con la pareja. Era como si un pasillo se abriera a su paso.
De alguna manera, aquel frágil anciano se las arregló para alzar la voz por encima del tumulto. Melicor, sus hijos y mucha de la gente que los rodeaba, volvieron los rostros hacia el elfo para escuchar su mensaje, pero no a todos les gustó lo que tenía que decir. ¿Qué significaba aquello de que la estrella se dirigía hacia Aerandir? ¿Acaso los dioses permitirían algo así? Y, lo más importante, ¿qué diablos había pasado con sus armas?
—No es la primera vez que ocurre algo así —insistía el anciano—, pero aún estamos a tiempo de detenerlo.
Para entonces, muy pocos eran ya los que escuchaban las divagaciones de aquel viejo. Uno de tantos locos que viajaban por los caminos, se decían. Un grupo de elfos sí que se acercó, presentó sus respetos al anciano y se prestó a seguir sus instrucciones. En muy poco tiempo, se habían organizado formando dos círculos en torno al anciano. Los del círculo interior, tomados de las manos y con las cabezas inclinadas, daban la sensación de estar rezando, mientras los del círculo exterior trataban, como buenamente podían, de aislar y proteger a sus congéneres del tumulto que los rodeaba.
—Padre, vámonos ya —oyó Melicor a su espalda—. Si es verdad lo de la estrella, cuanto más lejos nos pille, mejor.
—No podrán hacerlo solos —respondió el brujo, sin apartar la vista del anciano. Sus hijos lo miraron como si se hubiera vuelto loco—. ¿Es que no lo notáis? Cerrad los ojos, concentraos.
Los dos jóvenes obedecieron. Les llevó un momento darse cuenta, pero pronto abrieron los ojos en reconocimiento. El éter que parecía emanar de lo alto era mucho más intenso que el que rodeaba al modesto grupo de elfos. Padre e hijos se miraron, asintieron y, sin mediar palabra, avanzaron hacia el grupo.
—Venimos a ayudar —dijo Melicor cuando uno de los elfos del círculo exterior salió a su encuentro. El guerrero asintió y les permitió el paso.
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Indira estaba harta de todo aquello. Llevaba décadas cuidando del lugar, aquel símbolo de unión y concordia. Había presenciado, con melancolía, cómo el olvido se asentaba entre sus piedras y había contemplado con emoción cómo el recuerdo volvía a resurgir, gracias al regreso de la estrella. Los dioses manifestarían su voluntad aquella noche.
Los hombres y mujeres que habían acudido a presenciar la voluntad de los dioses habían dejado atrás sus armas, como estaba escrito que debía suceder. Algunos con más reticenia que otros, había que reconocerlo, pero lo habían hecho. ¿Y todo para qué? Para que algún impío sin respeto por la más básica decencia se aprovechara de todos ellos, se riera de su buena voluntad y su devoción. ¿Cuánto les había durado el deseo de paz?
Animales, pensaba la dragona, se habían convertido en perros hambrientos peleando por un miserable hueso. ¿Acaso el milagro de la estrella no era suficiente para frenar sus deseos de matarse unos a otros?
Y entonces oyó las palabras del anciano: la estrella se precipitaba sobre Aerandir. En aquel momento, Indira lo vio todo más claro que nunca. La voluntad de los dioses se manifestaría a través de la estrella. Si la voluntad de los dioses era borrar de la existencia a toda aquella recua de impíos y arrogantes asnos, que así fuera.
—Indira, ¿qué haces? —gritó desconcertado uno de sus compañeros—. ¡Este es un lugar de paz!
Pero la mujer ya se había transformado y se dirigía hacia el centro de la plaza a toda velocidad.
__________________
Veo que aún no habéis conseguido recuperar vuestras armas. Una pena, a algunos os habrían venido bien para lo que llega. Resumo: Según los cálculos del maestro de Marcus, nuestro hermoso cometa Minne se dirige derechito a Aerandir. Como habéis podido comprobar, no todo el mundo se lo cree. Thanedir, un anciano elfo, afirma conocer un ritual que puede salvar a todos del temido choque y un puñado de personas se ha prestado a ayudarle con él. Por otro lado, tenemos a una dragona enfurecida dispuesta a que el grupo no consiga sus propósitos. Me muero de ganas de ver qué haréis los demás.
Nuevo objetivo: Debéis tomar una decisión y actuar en consecuencia. ¿Creéis al joven Marcus? ¿Y a Thanedir? Y, de ser así, ¿les ayudaréis a detener lo que se avecina? Podéis uniros al ritual (no es necesario ser un usuario de magia, pues todos los aeradianos pueden prestar su éter a tal fin) o tratar de proteger a quienes se unan (suerte con Indira y los amotinados). Puede que prefiráis salvar el pellejo, aun a costa de dejar atrás vuestras armas; o a lo mejor decidís que todo eso no va con vosotros y lo que realmente queréis es recuperar vuestro equipo de una buena vez y basta ya de bromas. No juzgaría a nadie por acurrucarse en un rincón esperando que pase la noche.
En definitiva, es vuestra decisión y tenéis total libertad para tomarla. Tampoco será necesario tirar runa, todo lo que ocurra dependerá de vuestras acciones... o de vuestra inacción. Recordad, eso sí, que los dioses os vigilan y que vuestros actos tendrán consecuencias, aunque quizá no las que vosotros esperáis.
Como dijo Sigel en la apertura de este evento, la fecha de cierre no está asegurada, pero lo que tenga que ocurrir, ocurrirá el día 13 de octubre de 2019. Lo que pase (o no) después de esa fecha, dependerá de lo que hagáis a continuación. Buena suerte.
Tenéis permiso para usar a los personajes aquí mencionados, siempre con coherencia y teniendo en cuenta lo que se haya escrito en posts anteriores. La especialización de Indira es la de Monje Dragón (Privilegian el don propio de su raza, venerando a los antiguos dragones y favoreciendo la meditación y la búsqueda de la armonía. A la hora del combate usan su forma de dragón, combatiendo mediante un estilo bestial que contrasta con su usual tranquilidad en forma humana).
Un último apunte: a fecha de hoy, han participado en este tema un total de 49 personajes y habéis escrito nada menos que 161 post. No está nada mal. ¡Feliz décimo aniversario!
Fehu
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Un personaje aparece entonces, es tan rarito como la mujer ante ellos... una convención de personajes peculiares al parecer, típico evento aerandiano. Este sujeto en particular por alguna razón huele a perro mojado.
Hablando de…
El comentario soez que se disponía a manifestar sin duda era memorable, tristemente algo lo interrumpe. Cierta conmoción en un lateral cercano tiene lugar, un anciano elfo da el discurso más extraño de la década.
Por severos instantes Chim presta más atención a la apariencia del individuo que a las palabras de su boca, nunca en su vida había visto a un elfo arrugado… dicho personaje debe tener una edad destacable para ostentar la apariencia de la pasa común.
Eventualmente se centra en las palabras del viejo orejas picudas, son noticias alarmantes sin duda. Teniendo en cuenta varios principios científicos, que un cuerpo celeste se estrelle contra Aerandir ocasionaría mucha destrucción.
Esto es grave...
Naturalmente muchos de los paletos incultos deciden ignorar la advertencia y seguir con sus asuntos, todo esto mientras el anciano junto con un grupo de elfos voluntarios tratan de elaborar una contramedida arcana.
Maquiavelo entonces medita como ayudar… ciertamente con tiempo podría haber ideado algo más tecnológico pero la jodida cosa ya está demasiado avanzada, aunque odie decirlo ahora mismo dependen enteramente de la magia.
Canel pasa a tomar la batuta, sujeta la mano de su hermano mayor y lo lleva hasta el círculo ritual. Su mirada es decidida, no tiene duda alguna. No tarda en indicar con los ojos a su pariente por elección que deben entrar.
No sé si lo has notado enanito pero… no soy brujo.
No importa, puedes ayudar de igual forma esta vez.
La ceja derecha del inventor se arquea a niveles memorables pero termina aceptando entrar al círculo, más por iniciativa del brujito que otra cosa claro. Ambos niños no tardan en sentarse y tomar un estado más contemplativo.
El amigo del inventor sabe exactamente que hacer como suele ser costumbre pero Maquiavelo se limita a imitar, con una pose fingida de serenidad incluso. No tarda mucho en intervenir en defensa de la razón.
Peque… ¿Qué debo hacer?
Lo estás haciendo bien.
Pero no hago nada…
Exacto.
Eventualmente tiene lugar una sensación extraña en el chico genio, como un cosquilleo en todo su cuerpo. No sabe nada de magia pero tiene nociones científicas fuertes, es claro que tiene que ver con energía de algún tipo.
En medio del círculo, Chim no es consciente de que una dragona loca quiere atacarlos. En caso contrario hubiera salido a defender directamente el ritual… aunque ahora mismo algo le dice que no puede despegarse ni deseándolo.
Hablando de…
El comentario soez que se disponía a manifestar sin duda era memorable, tristemente algo lo interrumpe. Cierta conmoción en un lateral cercano tiene lugar, un anciano elfo da el discurso más extraño de la década.
Por severos instantes Chim presta más atención a la apariencia del individuo que a las palabras de su boca, nunca en su vida había visto a un elfo arrugado… dicho personaje debe tener una edad destacable para ostentar la apariencia de la pasa común.
Eventualmente se centra en las palabras del viejo orejas picudas, son noticias alarmantes sin duda. Teniendo en cuenta varios principios científicos, que un cuerpo celeste se estrelle contra Aerandir ocasionaría mucha destrucción.
Esto es grave...
Naturalmente muchos de los paletos incultos deciden ignorar la advertencia y seguir con sus asuntos, todo esto mientras el anciano junto con un grupo de elfos voluntarios tratan de elaborar una contramedida arcana.
Maquiavelo entonces medita como ayudar… ciertamente con tiempo podría haber ideado algo más tecnológico pero la jodida cosa ya está demasiado avanzada, aunque odie decirlo ahora mismo dependen enteramente de la magia.
Canel pasa a tomar la batuta, sujeta la mano de su hermano mayor y lo lleva hasta el círculo ritual. Su mirada es decidida, no tiene duda alguna. No tarda en indicar con los ojos a su pariente por elección que deben entrar.
No sé si lo has notado enanito pero… no soy brujo.
No importa, puedes ayudar de igual forma esta vez.
La ceja derecha del inventor se arquea a niveles memorables pero termina aceptando entrar al círculo, más por iniciativa del brujito que otra cosa claro. Ambos niños no tardan en sentarse y tomar un estado más contemplativo.
El amigo del inventor sabe exactamente que hacer como suele ser costumbre pero Maquiavelo se limita a imitar, con una pose fingida de serenidad incluso. No tarda mucho en intervenir en defensa de la razón.
Peque… ¿Qué debo hacer?
Lo estás haciendo bien.
Pero no hago nada…
Exacto.
Eventualmente tiene lugar una sensación extraña en el chico genio, como un cosquilleo en todo su cuerpo. No sabe nada de magia pero tiene nociones científicas fuertes, es claro que tiene que ver con energía de algún tipo.
En medio del círculo, Chim no es consciente de que una dragona loca quiere atacarlos. En caso contrario hubiera salido a defender directamente el ritual… aunque ahora mismo algo le dice que no puede despegarse ni deseándolo.
- Off:
- Chimar y Canel se unen al ritual para tratar de evitar... el Armagedón (?)
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
–¡Suéltame! –exigió el pelirrojo, bastante molesto–. Yo no tengo esa supuesta daga.
–¿Y cómo esperas demostrarlo? –interpelé.
–Él no tiene la daga, estúpido –respondió Hyro, que se acercó sin que yo lo notara. Y si él lo decía, debía ser cierto, por desgracia.
Solté al hombre de inmediato y nos levantamos. Pero antes de que él pudiera desquitarse, la noticia de la masiva y absurda desaparición de las armas llamó nuestra atención.
Mi estómago dio un vuelco y caí sobre mis rodillas. Todo se derrumbó dentro de mí… pero no literalmente, por supuesto. Sería muy raro que así fuera.
–Rauko…. ¿Qué estás haciendo? –preguntó Hyro al verme hecho bolita en el suelo.
–Ya nada tiene sentido –dije con la voz vacía–. Nada…. Nada… Nada…
Xana, dejando de hacer lo que sea que estuvo haciendo, llegó a mi lado. Habló con Hyro sobre mí durante un rato e intentaron ayudarme, sin éxito.
De pronto escuché sobre una estrella que impactaría con Aerandir y que, por lo tanto, todos moriríamos.
–Uy, no lo puedo creer –exclamé en voz baja, espabilando al fin para el alivio de mis compañeros–. Eso sí me interesa. –Puede que mi vida ya no tuviera sentido, pero no podía ignorar la posibilidad de que el resto de personas murieran.
Me levanté y alcé la mirada al cielo.
–Parece que ya hay algunas personas haciendo algo al respecto –notó Hyro señalando con un dedo al grupo mencionado, que formaban un círculo mientras hacían un ritual–. No sé cómo detener esa estrella si realmente llega a caerse, así que contribuiré con los que sí parecen tener una idea. –Caminó despreocupadamente hacia el grupo. No parecía creer del todo en las palabras del elfo anciano, pero prefería evitar morir por incrédulo.
–No parece difícil –comentó Xana–. Ayudemos mientras aparecen nuestras armas. –Me tomó del brazo y me arrastró tras Hyro.
Pero ambos nos detuvimos al ver a una dragona venir directo hacia el círculo del ritual. En seguida llevé una mano a mi espalda, pero ya no había un arma ahí. Se me retorció el estómago y apareció una mueca de dolor en mi ahora pálido rostro.
–Ay, no puede ser. –Xana se separó de mí y se situó de prisa entre la dragona y el grupo del ritual, encarando a la enemiga, con un aura de luz empezando a cubrir su cuerpo–. Acércate más y te detendré –advirtió, y, a su pesar, sus palabras fueron ignoradas; la dragona no se detuvo en ningún momento–. Lamento lo que voy a hacerte.
La dragona abrió sus fauces en cuanto estuvo cerca de su obstáculo. Y una repentina explosión de luz la impelió hacia atrás, aunque sin hacerle daño a su gruesa piel escamosa.[1] Al instante Xana tocó el suelo con una mano y, en respuesta, un centelleante rayo de luz golpeó a su objetivo desde abajo, quien se tambaleó.[2] Aprovechando esa oportunidad, Xana disparó una última esfera de luz, acertando con facilidad.[3]
–El combate ha terminado –declaró Xana–. Con esa última descarga te he hecho temporalmente incapaz de atacar a otros. –Se tensó al ver a la dragona, que gruñía por un horrible dolor, girarse para golpearla con la cola. El contundente golpe la lanzó a varios metros, y se lamentó de haber subestimado la admirable tolerancia al dolor de su enemiga.
–¡Xana! –grité al verla caer inconsciente. Corté la distancia que me separaba de la dragona en un instante, concentrando una gran dosis de éter en una de mis piernas. Di un enorme salto potenciado,[4] posicionándome sobre ella, y, al caer, conecté una patada en su cabeza, liberando como una onda de choque la energía almacenada.[5]
El impacto apenas la mantuvo aturdida un breve momento antes de que atacara nuevamente con su cola. Y no pude evadirlo. El golpe me hizo aterrizar lejos, dolorosamente. Ahora en el suelo, con el dolor impidiéndome levantarme, tuve que canalizar mi éter en mis heridas para sanarlas, esperando que alguien pudiera terminar el trabajo que patéticamente dejé a medias.
–¿Y cómo esperas demostrarlo? –interpelé.
–Él no tiene la daga, estúpido –respondió Hyro, que se acercó sin que yo lo notara. Y si él lo decía, debía ser cierto, por desgracia.
Solté al hombre de inmediato y nos levantamos. Pero antes de que él pudiera desquitarse, la noticia de la masiva y absurda desaparición de las armas llamó nuestra atención.
Mi estómago dio un vuelco y caí sobre mis rodillas. Todo se derrumbó dentro de mí… pero no literalmente, por supuesto. Sería muy raro que así fuera.
–Rauko…. ¿Qué estás haciendo? –preguntó Hyro al verme hecho bolita en el suelo.
–Ya nada tiene sentido –dije con la voz vacía–. Nada…. Nada… Nada…
Xana, dejando de hacer lo que sea que estuvo haciendo, llegó a mi lado. Habló con Hyro sobre mí durante un rato e intentaron ayudarme, sin éxito.
De pronto escuché sobre una estrella que impactaría con Aerandir y que, por lo tanto, todos moriríamos.
–Uy, no lo puedo creer –exclamé en voz baja, espabilando al fin para el alivio de mis compañeros–. Eso sí me interesa. –Puede que mi vida ya no tuviera sentido, pero no podía ignorar la posibilidad de que el resto de personas murieran.
Me levanté y alcé la mirada al cielo.
–Parece que ya hay algunas personas haciendo algo al respecto –notó Hyro señalando con un dedo al grupo mencionado, que formaban un círculo mientras hacían un ritual–. No sé cómo detener esa estrella si realmente llega a caerse, así que contribuiré con los que sí parecen tener una idea. –Caminó despreocupadamente hacia el grupo. No parecía creer del todo en las palabras del elfo anciano, pero prefería evitar morir por incrédulo.
–No parece difícil –comentó Xana–. Ayudemos mientras aparecen nuestras armas. –Me tomó del brazo y me arrastró tras Hyro.
Pero ambos nos detuvimos al ver a una dragona venir directo hacia el círculo del ritual. En seguida llevé una mano a mi espalda, pero ya no había un arma ahí. Se me retorció el estómago y apareció una mueca de dolor en mi ahora pálido rostro.
–Ay, no puede ser. –Xana se separó de mí y se situó de prisa entre la dragona y el grupo del ritual, encarando a la enemiga, con un aura de luz empezando a cubrir su cuerpo–. Acércate más y te detendré –advirtió, y, a su pesar, sus palabras fueron ignoradas; la dragona no se detuvo en ningún momento–. Lamento lo que voy a hacerte.
La dragona abrió sus fauces en cuanto estuvo cerca de su obstáculo. Y una repentina explosión de luz la impelió hacia atrás, aunque sin hacerle daño a su gruesa piel escamosa.[1] Al instante Xana tocó el suelo con una mano y, en respuesta, un centelleante rayo de luz golpeó a su objetivo desde abajo, quien se tambaleó.[2] Aprovechando esa oportunidad, Xana disparó una última esfera de luz, acertando con facilidad.[3]
–El combate ha terminado –declaró Xana–. Con esa última descarga te he hecho temporalmente incapaz de atacar a otros. –Se tensó al ver a la dragona, que gruñía por un horrible dolor, girarse para golpearla con la cola. El contundente golpe la lanzó a varios metros, y se lamentó de haber subestimado la admirable tolerancia al dolor de su enemiga.
–¡Xana! –grité al verla caer inconsciente. Corté la distancia que me separaba de la dragona en un instante, concentrando una gran dosis de éter en una de mis piernas. Di un enorme salto potenciado,[4] posicionándome sobre ella, y, al caer, conecté una patada en su cabeza, liberando como una onda de choque la energía almacenada.[5]
El impacto apenas la mantuvo aturdida un breve momento antes de que atacara nuevamente con su cola. Y no pude evadirlo. El golpe me hizo aterrizar lejos, dolorosamente. Ahora en el suelo, con el dolor impidiéndome levantarme, tuve que canalizar mi éter en mis heridas para sanarlas, esperando que alguien pudiera terminar el trabajo que patéticamente dejé a medias.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
[1][2][3] Habis level 1, 4 y 2 de Xana, respectivamente.[4][5] Habis level 2 y 4 de Rauko.
¿Y para qué? Para nada significativo, realmente. La dragona, aunque herida, sigue disponible para que algún otro pueda disfrutar dándole duro ( ͡° ͜ʖ ͡°)
Rauko
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Reivy llamó a Alward, al parecer quería algo. El castaño se acercó hasta su amiga con premura.
"Reto a tu hombría", es como lo calificó la morena. Alward se cruzó de brazos y frunció el ceño, confundido. No sabía qué diantres se traería entre manos la dragona, o qué tipo de plan maquinaba. Esta señaló a una mujer que iba tapada con un velo negro, Alward siguió con la mirada la dirección en la que se encontraba. La misión de Reivy era "sencilla", conseguir que la mujer se quitara el velo, a cambio, le daría una espada especial... Sonaba a chiste, uno muy mal contado.
El Sevna suspiró y devolvió su mirada a la morena.
-No me interesa-Declaró-No voy a importunar a esa mujer-Estaba muy seguro de sus palabras, y además, no le gustaba molestar a la gente así como así-...Si quiero tu "espada única", tan solo tendré que colarme en tu carpintería y tomarla "prestada"-Dijo con sarcasmo y esbozando una sonrisa pícara-Pero si lo que quieres es que te acompañe para que puedas flirtear, adelante-Asintió, aún con esa sonrisa dibujada en sus labios
Cierto revuelo se armó, por suerte, no estaban metidos en él, aunque se escuchaban cosas muy turbias y sospechosas. Robo de armas y armaduras y gente que colaba armas en la celebración. Aquella situación lo puso un poco tenso y nervioso, ¿Sería verdad? Reivy no lo creía, pero la duda persistía en el humano.
De nuevo, Reivy volvió a insistir en que intentara que la mujer se quitara el velo, a lo que Alward, un poco ruborizado, se negó nuevamente.
-¡Que no voy a hacer eso!-Dijo alzando un poco la voz, aunque con el jaleo del gentío, se disimuló.
De pronto, otro murmullo empezó a expandirse, en relación con la estrella; la famosa Minne. Decían que iba a precipitarse sobre ellos, sobre el mundo, sobre Aerandir... Cada vez, aquella celebración se volvía más turbia, y toda esa propaganda de paz y amor quedaba ya lejos. Todo se había vuelto muy catastrofista en cuestión de minutos.
El murmullo pasó a convertirse en gritos de escándalo y de gente corriendo de un lado a otro cuando un dragón transformado hizo acto de presencia.
Alward agarró el hombro de Reivy, obligándola a pararse.
-Reivy, esto se está descontrolando. Debemos de evacuar a la gente.-La mirada del Sevna denotaba seriedad. Desvió su mirada hacia la dragona que estaba armando todo el revuelo-Yo intentaré ir a por mis armas. No-te-transformes-Hizo especial énfasis en esas tres últimas palabras. Bajó el brazo del hombro de su amiga-...Y busca a Lavey
Si tuviera sus armas, lucharía contra la dragona, pero en su estado actual, poco podría hacer ante la demoledora bestia. Su experiencia en el combate cuerpo a cuerpo no estaba hecha ni mucho menos para enfrentarse a un enemigo así.
Sin más, se alejó de Reivy para ir a por las armas, aunque... Realmente no sabía ni por dónde empezar.
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Off: Interactúo con Reivy y menciono a Nahir.
"Reto a tu hombría", es como lo calificó la morena. Alward se cruzó de brazos y frunció el ceño, confundido. No sabía qué diantres se traería entre manos la dragona, o qué tipo de plan maquinaba. Esta señaló a una mujer que iba tapada con un velo negro, Alward siguió con la mirada la dirección en la que se encontraba. La misión de Reivy era "sencilla", conseguir que la mujer se quitara el velo, a cambio, le daría una espada especial... Sonaba a chiste, uno muy mal contado.
El Sevna suspiró y devolvió su mirada a la morena.
-No me interesa-Declaró-No voy a importunar a esa mujer-Estaba muy seguro de sus palabras, y además, no le gustaba molestar a la gente así como así-...Si quiero tu "espada única", tan solo tendré que colarme en tu carpintería y tomarla "prestada"-Dijo con sarcasmo y esbozando una sonrisa pícara-Pero si lo que quieres es que te acompañe para que puedas flirtear, adelante-Asintió, aún con esa sonrisa dibujada en sus labios
Cierto revuelo se armó, por suerte, no estaban metidos en él, aunque se escuchaban cosas muy turbias y sospechosas. Robo de armas y armaduras y gente que colaba armas en la celebración. Aquella situación lo puso un poco tenso y nervioso, ¿Sería verdad? Reivy no lo creía, pero la duda persistía en el humano.
De nuevo, Reivy volvió a insistir en que intentara que la mujer se quitara el velo, a lo que Alward, un poco ruborizado, se negó nuevamente.
-¡Que no voy a hacer eso!-Dijo alzando un poco la voz, aunque con el jaleo del gentío, se disimuló.
De pronto, otro murmullo empezó a expandirse, en relación con la estrella; la famosa Minne. Decían que iba a precipitarse sobre ellos, sobre el mundo, sobre Aerandir... Cada vez, aquella celebración se volvía más turbia, y toda esa propaganda de paz y amor quedaba ya lejos. Todo se había vuelto muy catastrofista en cuestión de minutos.
El murmullo pasó a convertirse en gritos de escándalo y de gente corriendo de un lado a otro cuando un dragón transformado hizo acto de presencia.
Alward agarró el hombro de Reivy, obligándola a pararse.
-Reivy, esto se está descontrolando. Debemos de evacuar a la gente.-La mirada del Sevna denotaba seriedad. Desvió su mirada hacia la dragona que estaba armando todo el revuelo-Yo intentaré ir a por mis armas. No-te-transformes-Hizo especial énfasis en esas tres últimas palabras. Bajó el brazo del hombro de su amiga-...Y busca a Lavey
Si tuviera sus armas, lucharía contra la dragona, pero en su estado actual, poco podría hacer ante la demoledora bestia. Su experiencia en el combate cuerpo a cuerpo no estaba hecha ni mucho menos para enfrentarse a un enemigo así.
Sin más, se alejó de Reivy para ir a por las armas, aunque... Realmente no sabía ni por dónde empezar.
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Off: Interactúo con Reivy y menciono a Nahir.
Alward Sevna
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
La mujer mariposa le pasó una nota a Frosk, que confuso, la agarró, aún de rodillas y medio lamentado por lo ocurrido. El anfibio la miró a los ojos y, más calmado, asintió. Sin más, se puso en pie y, junto a Bluto, siguió a la mujer bestia.
De pronto, un joven borracho apareció. Frosk lo miro, con los ojos entrecerrados, sospechando.
-¿Quién es este, croac?-Miro a la mariposa, que parecía llamarse "Ruru", por los gritos de aquel hombre-¿Lo conoces?-Parecía ser que sí
Cuando preguntó el nombre de ambos, Bluto, muy servicial como siempre, se dispuso a hablar.
-Puedo ser identificado como "EAH-5998", aunque me suelen llamar "Bluto". Encantado.-Se acercó al joven y le intentó estrechar la mano, pero... Entonces recordó que no tenía; ni izquierda ni derecha. Se quedó mirando por unos segundos sus extremidades hasta que, finalmente, acabó por señalar con una de estas al hombre rana-...Y él es...
-¡Eso no importa ahora, croac!-Dio varios saltitos, visiblemente molesto
Pudo escuchar varios ruidos y voces procedentes del exterior. También llamaron la atención de Ruru, que notablemente molesta, salió a encararse con aquellos que parecían ser los causantes de todo esto. Frosk, siguió a la mariposa, y Bluto siguió al anfibio.
Y allí estaban, dos tipos con pintas sospechosas, parecidos el uno al otro. Frosk no llegó a verles el rostro minutos atrás, pero estaba seguro de que eran ellos. El anfibio entonces se puso en guardia, con sus manos como única arma y defensa. Tensó su cuerpo y tornó su rostro en una mezcla entre rabia y concentración. Bluto, por su parte, se mantenía impasible... Frosk lo miro de reojo, y le dedicó una mirada con desdén.
-¡Prepárate para pelear!-Le ordenó al bio-cibernético-¡Ellos son...!-No pudo terminar su frase cuando tres monjes aparecieron también en escena, visiblemente hostiles tanto hacia los hermanos como hacia el trío y posiblemente el joven borracho, si es que aún se encontraba allí-¡Croac!-Hinchó su saco vocal, nervioso
Bluto, esta vez sí, pareció ponerse en guardia.
Frosk se abalanzó hasta uno de los hermanos, queriéndole dar un golpe con ambas ancas. Pero falló. Entonces, uno de los monjes se abalanzó hacia el anfibio, con una velocidad y técnica increíbles, se notaba que era un profesional en las artes de la lucha, como seguramente el resto de sus iguales en aquel lugar. Frosk, lo único que le dio tiempo hacer fue... gritar.
-¡CROAAAC!-Hinchó de nuevo su saco vocal, con las fauces muy abiertas. El puño se lo comió literalmente, y el golpe fue absorbido por su lengua recogida en el interior de su boca. El hombre rana cerró sus fauces, quedando medio brazo del monje dentro.
-¡SACADME A ESTE BICHO!-Gritaba el monje mientras movía su brazo de un lado a otro, lo que por ende, hacía que Frosk volara en dichas direcciones siempre pegado a este, con los ojos tan abiertos como platos.-¡QUITA, SUÉLTAME!-Paró de mover el brazo y ahora, con el otro, intentaba sacarse de encima al anfibio, que seguía con su boca cerrada y media extremidad del monje dentro de sus fauces.
Bluto se acercó por detrás a este y, sin que este notara su presencia, ya que estaba bastante ocupado, golpeó al monje con sus dos brazos de metal a la vez en cada lado de la cabeza, lo que hizo que este cayera inconsciente, y probablemente con un gran dolor de cabeza cuando se levantase.
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Off: Interactúo con Ruru y Kendo
De pronto, un joven borracho apareció. Frosk lo miro, con los ojos entrecerrados, sospechando.
-¿Quién es este, croac?-Miro a la mariposa, que parecía llamarse "Ruru", por los gritos de aquel hombre-¿Lo conoces?-Parecía ser que sí
Cuando preguntó el nombre de ambos, Bluto, muy servicial como siempre, se dispuso a hablar.
-Puedo ser identificado como "EAH-5998", aunque me suelen llamar "Bluto". Encantado.-Se acercó al joven y le intentó estrechar la mano, pero... Entonces recordó que no tenía; ni izquierda ni derecha. Se quedó mirando por unos segundos sus extremidades hasta que, finalmente, acabó por señalar con una de estas al hombre rana-...Y él es...
-¡Eso no importa ahora, croac!-Dio varios saltitos, visiblemente molesto
Pudo escuchar varios ruidos y voces procedentes del exterior. También llamaron la atención de Ruru, que notablemente molesta, salió a encararse con aquellos que parecían ser los causantes de todo esto. Frosk, siguió a la mariposa, y Bluto siguió al anfibio.
Y allí estaban, dos tipos con pintas sospechosas, parecidos el uno al otro. Frosk no llegó a verles el rostro minutos atrás, pero estaba seguro de que eran ellos. El anfibio entonces se puso en guardia, con sus manos como única arma y defensa. Tensó su cuerpo y tornó su rostro en una mezcla entre rabia y concentración. Bluto, por su parte, se mantenía impasible... Frosk lo miro de reojo, y le dedicó una mirada con desdén.
-¡Prepárate para pelear!-Le ordenó al bio-cibernético-¡Ellos son...!-No pudo terminar su frase cuando tres monjes aparecieron también en escena, visiblemente hostiles tanto hacia los hermanos como hacia el trío y posiblemente el joven borracho, si es que aún se encontraba allí-¡Croac!-Hinchó su saco vocal, nervioso
Bluto, esta vez sí, pareció ponerse en guardia.
Frosk se abalanzó hasta uno de los hermanos, queriéndole dar un golpe con ambas ancas. Pero falló. Entonces, uno de los monjes se abalanzó hacia el anfibio, con una velocidad y técnica increíbles, se notaba que era un profesional en las artes de la lucha, como seguramente el resto de sus iguales en aquel lugar. Frosk, lo único que le dio tiempo hacer fue... gritar.
-¡CROAAAC!-Hinchó de nuevo su saco vocal, con las fauces muy abiertas. El puño se lo comió literalmente, y el golpe fue absorbido por su lengua recogida en el interior de su boca. El hombre rana cerró sus fauces, quedando medio brazo del monje dentro.
-¡SACADME A ESTE BICHO!-Gritaba el monje mientras movía su brazo de un lado a otro, lo que por ende, hacía que Frosk volara en dichas direcciones siempre pegado a este, con los ojos tan abiertos como platos.-¡QUITA, SUÉLTAME!-Paró de mover el brazo y ahora, con el otro, intentaba sacarse de encima al anfibio, que seguía con su boca cerrada y media extremidad del monje dentro de sus fauces.
Bluto se acercó por detrás a este y, sin que este notara su presencia, ya que estaba bastante ocupado, golpeó al monje con sus dos brazos de metal a la vez en cada lado de la cabeza, lo que hizo que este cayera inconsciente, y probablemente con un gran dolor de cabeza cuando se levantase.
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Saboreando su bebida, por los viejos tiempos más que nada, la vampiresa contemplaba el discurrir de la fiesta nocturna observando todo y todos, en busca de nada en concreto. A veces estaba bien sentarse y mirar y no pensar demasiado. Al menos eso era lo que Fémur decía, pero no es que ella pensase demasiado en general.
Sonrió un poco al recordar a su compañera. Paseó la mirada por todos los presentes, humanos, mecánicos, bestias, elfos, vampiros... Dragones. Ugh. Lo peor era que no podía distinguirlos a simple vista... En fin. Tantas razas. Tan diferentes entre sí y tan indiferentes respecto a ello ahora mismo. Quizá fuera cosa del alcohol, del ambiente festivo.
Se levantó de la mesa sobre la que estaba sentada, dispuesta a dar un paseo a ver qué veía por ahí. Quizá hubiese algún hombre suculento que se ofreciera libremente, que ya llevase unas copas encima y cuya sangre fuese deliciosa. Nunca le había hincado el diente a un hombre bestia; sentía mucha, mucha curiosidad sobre si los mecánicos tendrían sangre o hierro. O siquiera venas. Un choque la devolvió a la realidad y lanzó por los aires su cerveza, derramándola por todas partes. Un hombre pelirrojo acababa de chocar contra ella y sin siquiera mirar hacia atrás siguió corriendo, esquivando a la gente.
-¡Eh hijoputa! ¡Ven aquí! -exclamó, amenazando en vano al individuo con la jarra vacía de madera.
Chascó la lengua con desprecio y lanzó la jarra por encima del hombro, enfadada. Qué manera más estúpida de agriarle a una el ánimo. Con el ceño fruncido se metió las manos en los bolsillos y comenzó a caminar, en busca de algo que la distrajese.
Encaramado a un edificio vio un elfo que clamaba tener un juego para todos. Consistía en encontrar a un pelirrojo que llevaba consigo una daga invisible escondida. Una daga. Invisible. Escondida. Y un pelirrojo. Como el que acababa de arrollarla. Puta suerte. ¿Los requisitos? Un Aero. Una mísera moneda no la iba a sacar de pobre, así que sonrió sesgado y con un brillo peligroso en los ojos empezó a escanear la multitud cada vez más bullente.
Me uno al asunto del pelirrojo ladrón xD
Sigo sin interactuar con nadie porque soy bien antisocial (?)
Soy consciente del post de mastereo y adaptaré a éste mi siguiente respuesta.
Sonrió un poco al recordar a su compañera. Paseó la mirada por todos los presentes, humanos, mecánicos, bestias, elfos, vampiros... Dragones. Ugh. Lo peor era que no podía distinguirlos a simple vista... En fin. Tantas razas. Tan diferentes entre sí y tan indiferentes respecto a ello ahora mismo. Quizá fuera cosa del alcohol, del ambiente festivo.
Se levantó de la mesa sobre la que estaba sentada, dispuesta a dar un paseo a ver qué veía por ahí. Quizá hubiese algún hombre suculento que se ofreciera libremente, que ya llevase unas copas encima y cuya sangre fuese deliciosa. Nunca le había hincado el diente a un hombre bestia; sentía mucha, mucha curiosidad sobre si los mecánicos tendrían sangre o hierro. O siquiera venas. Un choque la devolvió a la realidad y lanzó por los aires su cerveza, derramándola por todas partes. Un hombre pelirrojo acababa de chocar contra ella y sin siquiera mirar hacia atrás siguió corriendo, esquivando a la gente.
-¡Eh hijoputa! ¡Ven aquí! -exclamó, amenazando en vano al individuo con la jarra vacía de madera.
Chascó la lengua con desprecio y lanzó la jarra por encima del hombro, enfadada. Qué manera más estúpida de agriarle a una el ánimo. Con el ceño fruncido se metió las manos en los bolsillos y comenzó a caminar, en busca de algo que la distrajese.
Encaramado a un edificio vio un elfo que clamaba tener un juego para todos. Consistía en encontrar a un pelirrojo que llevaba consigo una daga invisible escondida. Una daga. Invisible. Escondida. Y un pelirrojo. Como el que acababa de arrollarla. Puta suerte. ¿Los requisitos? Un Aero. Una mísera moneda no la iba a sacar de pobre, así que sonrió sesgado y con un brillo peligroso en los ojos empezó a escanear la multitud cada vez más bullente.
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Me uno al asunto del pelirrojo ladrón xD
Sigo sin interactuar con nadie porque soy bien antisocial (?)
Soy consciente del post de mastereo y adaptaré a éste mi siguiente respuesta.
Nayru
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
-Hmm. Bueno, parece que ya viene.- musité, pensativo. Eltrant se había acercado a nosotros. No dije demasiado, pero sonreí, invitándole a que se quedase con nosotros.
Desde allí, podíamos ver lo que ocurría. Como la gente hacía un círculo, y como reunían una ligera cantidad de éter. Minúscula en comparación con la del temible cometa, pero visible para mi. Poco iban a conseguir sin ayuda. También podíamos ver otra cosa: la carga de una mujer y el escándalo que estaba montando. Poco práctico. Pero era de esperar que alguien entrase en pánico.
Eclipse apareció en mi mano mientras me levantaba. Dibujé una linea en el aire, y una copia de la espada se materializó en el aire, un arma hecha de luz pura. [1] Le hice un gesto a Eltrant para que la tomase y asentí con tranquilidad.
-Evita que causen problemas, Elt.- dije, dándole una palmada en el hombro. -Podemos morir todos, pero... sin presión. Veamos si puedo hacer algo.- añadí. Syl me siguió mientras bajábamos hacia donde la gente se había reunido.
A decir verdad, detener un meteorito estaba algo más allá de donde llegaban mis capacidades normales. Si no hubiera habido un ritual de ese tipo... Bueno, habría tenido que usar runas de transporte, y a saber si aquello sería suficiente. Por el momento, solo podía reaccionar a lo que veía, y lo que veía era... poco ideal.
-Vais a necesitar un poco de ayuda para esto.- afirmé una vez llegué al segundo círculo. Tomé algo de tiza arcana de uno de mis bolsillos, y dibujé un símbolo en el suelo, uno pequeño. A su alrededor, un par de runas más, y otras tantas más en torno a un círculo. Cuando terminé, presioné mi mano izquierda en la runa, y el suelo bajo los que realizaban el ritual se iluminó ligeramente mientras unos grabados aparecían a su alrededor. [2]
Un círculo arcano, diseñado para facilitar el flujo de éter. Después de todo, no podíamos desaprovechar nada.
-Si lo que quereis es magia, tengo de eso.- afirmé. Los elfos ya se habían hecho a un lado, dándome espacio para participar. Syl hizo ademán de seguirme. Pensé en detenerlo, pero... Decidí no hacerlo. No iba a negarle aquello. Pasase lo que pasase, estaríamos juntos en ello.
Suspiré. Sobreviviríamos, a cualquier precio.
-Así que... día de la Alianza. Quizás haya algo en esto, después de todo.- susurré, de forma que solo el felino podía oírme. -Ahora que hay motivos para trabajar juntos.-
Las crisis como aquella podían unir a la gente, siempre que les amenazases con una extinción masiva.
-Es emocionante.- dijo el gato, esbozando una vaga sonrisa. Reí ligeramente. Lo era.
Toda la magia que tenía a mi disposición comenzó a fluir. Las runas de mi cuerpo y mi espada, la magia de mi grimorio, de la Corona Astada, y la de mi misma sangre. Era casi cegador. Un espectáculo como el que nunca podía haber imaginado.
Jamás olvidaría lo que solo mis ojos podían ver.
[1] uso Eclipse - Runa de Oshu para darle una copia de la espada a Eltrant durante un turno.
[2] Utilizo mi maestría rúnica (y profesión de arcanos) para crear un glifo que ayude a potenciar el ritual.
Participo en el ritual usando la magia que tengo, que no es poca.
Desde allí, podíamos ver lo que ocurría. Como la gente hacía un círculo, y como reunían una ligera cantidad de éter. Minúscula en comparación con la del temible cometa, pero visible para mi. Poco iban a conseguir sin ayuda. También podíamos ver otra cosa: la carga de una mujer y el escándalo que estaba montando. Poco práctico. Pero era de esperar que alguien entrase en pánico.
Eclipse apareció en mi mano mientras me levantaba. Dibujé una linea en el aire, y una copia de la espada se materializó en el aire, un arma hecha de luz pura. [1] Le hice un gesto a Eltrant para que la tomase y asentí con tranquilidad.
-Evita que causen problemas, Elt.- dije, dándole una palmada en el hombro. -Podemos morir todos, pero... sin presión. Veamos si puedo hacer algo.- añadí. Syl me siguió mientras bajábamos hacia donde la gente se había reunido.
A decir verdad, detener un meteorito estaba algo más allá de donde llegaban mis capacidades normales. Si no hubiera habido un ritual de ese tipo... Bueno, habría tenido que usar runas de transporte, y a saber si aquello sería suficiente. Por el momento, solo podía reaccionar a lo que veía, y lo que veía era... poco ideal.
-Vais a necesitar un poco de ayuda para esto.- afirmé una vez llegué al segundo círculo. Tomé algo de tiza arcana de uno de mis bolsillos, y dibujé un símbolo en el suelo, uno pequeño. A su alrededor, un par de runas más, y otras tantas más en torno a un círculo. Cuando terminé, presioné mi mano izquierda en la runa, y el suelo bajo los que realizaban el ritual se iluminó ligeramente mientras unos grabados aparecían a su alrededor. [2]
Un círculo arcano, diseñado para facilitar el flujo de éter. Después de todo, no podíamos desaprovechar nada.
-Si lo que quereis es magia, tengo de eso.- afirmé. Los elfos ya se habían hecho a un lado, dándome espacio para participar. Syl hizo ademán de seguirme. Pensé en detenerlo, pero... Decidí no hacerlo. No iba a negarle aquello. Pasase lo que pasase, estaríamos juntos en ello.
Suspiré. Sobreviviríamos, a cualquier precio.
-Así que... día de la Alianza. Quizás haya algo en esto, después de todo.- susurré, de forma que solo el felino podía oírme. -Ahora que hay motivos para trabajar juntos.-
Las crisis como aquella podían unir a la gente, siempre que les amenazases con una extinción masiva.
-Es emocionante.- dijo el gato, esbozando una vaga sonrisa. Reí ligeramente. Lo era.
Toda la magia que tenía a mi disposición comenzó a fluir. Las runas de mi cuerpo y mi espada, la magia de mi grimorio, de la Corona Astada, y la de mi misma sangre. Era casi cegador. Un espectáculo como el que nunca podía haber imaginado.
Jamás olvidaría lo que solo mis ojos podían ver.
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[1] uso Eclipse - Runa de Oshu para darle una copia de la espada a Eltrant durante un turno.
[2] Utilizo mi maestría rúnica (y profesión de arcanos) para crear un glifo que ayude a potenciar el ritual.
Participo en el ritual usando la magia que tengo, que no es poca.
Asher Daregan
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Aceptó de buena gana el arma de luz que le entregó Asher.
Era bastante más ligera que Olvido, pero era de un tamaño similar a Recuerdo; no tendría ningún problema para blandirla correctamente. Asintió a la petición de su amigo, alzando la mirada para examinar la brillante de luz que, repentinamente, iba a precipitarse sobre sus cabezas.
- La noche no hace más que mejorar. – Le dijo, suspirando, pasándose la hoja de luz de una mano a otra. – No te preocupes. – Aseveró. – La pararé. – Prometió, abriéndose paso entre la multitud y yendo hacia el origen de los gritos.
Todo había sucedido… tan rápido que le costaba asumirlo realmente.
Un anciano afirmaba ser capaz de realizar un ritual para parar el acabar aplastado por lo que parecía una señal de los dioses, mientras que una dragona se había amotinado y afirmaba tratar de detenerles por… algún motivo que no había alcanzado a oír debido a la multitud.
Eltrant no sabía demasiado de magia, pero si Asher decía querer ayudar al tipo del ritual, supuso que era la opción correcta. Además de que el monje, a diferencia de la norteña, estaba siendo pacifico.
Para cuando llegó a ver la trifulca, un elfo y su compañera ya estaban tratando de detener a la dragona. Le hicieron daño, el suficiente como para que la dragona dejase escapar un rugido de dolor y se tambalease presa del mismo, no obstante, la pareja acabó saliendo despedida por los aires, víctimas de uno de los feroces ataques de la mujer, algo que solo aseveró a ojos del exmercenario la resistencia y fuerza de esta.
- ¿Estás bien? – dijo, agachándose junto al herido, ayudándole levantarse. – Te tomó el relevo. – Le dijo sonriéndole, adelantándose un par de pasos, colocándose frente a la mujer.
La dragona era… grande, bastante más de los que había acostumbrado a encarar. Pero no sería un problema siempre y cuando consiguiese evitar que el cielo cayese sobre sus cabezas.
- El ritual va a seguir. – Le dijo, colocando la espada de luz frente a él.
La norteña se lanzó contra él, haciendo alarde a su vez de una velocidad sorprendente si tenía en cuenta que no solo estaba herida, si no que su tamaño era bastante sorprendente. Apretó los dientes, anticipando un impactó que le hizo rodar varios metros en la dirección a la que daba la espalda.
Volvió a levantarse rápidamente, ignorando el dolor de la embestida, y colocó la espada de luz entre su cara y la garra de la dragona, y después, tras detener un golpe que le hizo retroceder un par de pasos, lanzó un tajo en diagonal hacía la cara de la mujer cortándolo levemente en el proceso.
Respirando con dificultad, fue incapaz de detener la pata opuesta de la mujer, que volvió a arrojarle por el lugar como si fuese un muñeco de felpa. Maldiciendo en voz baja, echando de menos su arma y su armadura, sacudió la cabeza y se levantó de nuevo, musitando una rápida disculpa a la persona sobre la que había caído.
- ¡No te adelantes! – Otra estocada evitó que la mujer continuase avanzando, la forzó a prestar atención al humano de la espada de luz. - ¡Yo también estoy teniendo una mala noche! ¿¡Sabes!? - Si la multitud quería unirse para dar su éter al monje Eltrant no iba a permitir que aquella dragona les detuviese.
Él día de la Alianza era, después de todo, un ejemplo de todas las razas trabajando juntas con un único fin. ¿Y qué mejor fin que detener un supuesto fin del mundo?
Pero era difícil; empezaba a entender lo frustrante que era pelear contra alguien a quien tus ataques parecían no hacerle realmente nada. Tenía que demostrarle que, si quería internarse en el círculo del ritual para detenerlo, tendría que encargarse de él primero.
Tensó los músculos y, previendo otro asalto por parte de la dragona, cerró el puño izquierdo con firmeza. El siseo que el guantelete mágico dejó escapar, apagado por las voces de la multitud, acompasó a la espesa nube de vapor blanco que este liberaba cada vez que Eltrant se proponía usarlo.
Eltrant alzó el puño justo cuando la garra de la mujer impactó en su pecho, rasgando la camisa y cortando la carne que había debajo con facilidad. [1] Apretando los dientes, conteniendo el dolor, se centró en que su puño golpease directamente en la mandíbula de la dragona, lanzándola hacía atrás con toda la fuerza que el errante pudo reunir.
No sabía exactamente cuándo más golpes podía soportar la norteña. Pero, al verla sacudir la cabeza a varios metros de dónde había estado antes, estaba seguro de que aquel puñetazo le había dolido bastante.
Sonrió, aun jadeando, sintiendo como el tatuaje curativo de su brazo izquierdo se activaba y comenzaba, lentamente, a sanar los gruesos cortes que Eltrant ahora tenía en su pecho.
- Todavía estas a tiempo de donar parte de tu éter. – dijo el castaño. – Podemos dejarlo en tablas. – Aseveró, asiendo la réplica de Eclipse frente a su cara.
- ¿No puedes evitarlo, no es verdad Mortal? – Mencionó la voz de la vampiresa, a su lado. Al parecer esta le había visto pelear; aunque no era algo especialmente difícil teniendo en cuenta lo que estaba pasando. – Bueno, esta vez tienes excusa. – Mencionó, centrándose en lo que tenía frente a ella, extendiendo las manos, haciendo oscilar con suavidad la sombra del oponente de su acompañante.
Daba igual quien fuese el que se adelantaba a ayudar en el ritual.
Eltrant les protegería a todos. [2]
Off: Interactuo con Asher y Rauko. Ayudo a proteger todos los que quieran unirse al ritual.
[1] Habilidad de Eltrant de nivel 8: Seísmo.
[2] Habilidad de Eltrant de nivel 6: Muro de Acero. (Si Indira a ataca a cualquier otra persona que no sea Eltrant, este la atacará a ella usando su habilidad de Nivel 3: Hoja Cargada.)
Era bastante más ligera que Olvido, pero era de un tamaño similar a Recuerdo; no tendría ningún problema para blandirla correctamente. Asintió a la petición de su amigo, alzando la mirada para examinar la brillante de luz que, repentinamente, iba a precipitarse sobre sus cabezas.
- La noche no hace más que mejorar. – Le dijo, suspirando, pasándose la hoja de luz de una mano a otra. – No te preocupes. – Aseveró. – La pararé. – Prometió, abriéndose paso entre la multitud y yendo hacia el origen de los gritos.
Todo había sucedido… tan rápido que le costaba asumirlo realmente.
Un anciano afirmaba ser capaz de realizar un ritual para parar el acabar aplastado por lo que parecía una señal de los dioses, mientras que una dragona se había amotinado y afirmaba tratar de detenerles por… algún motivo que no había alcanzado a oír debido a la multitud.
Eltrant no sabía demasiado de magia, pero si Asher decía querer ayudar al tipo del ritual, supuso que era la opción correcta. Además de que el monje, a diferencia de la norteña, estaba siendo pacifico.
Para cuando llegó a ver la trifulca, un elfo y su compañera ya estaban tratando de detener a la dragona. Le hicieron daño, el suficiente como para que la dragona dejase escapar un rugido de dolor y se tambalease presa del mismo, no obstante, la pareja acabó saliendo despedida por los aires, víctimas de uno de los feroces ataques de la mujer, algo que solo aseveró a ojos del exmercenario la resistencia y fuerza de esta.
- ¿Estás bien? – dijo, agachándose junto al herido, ayudándole levantarse. – Te tomó el relevo. – Le dijo sonriéndole, adelantándose un par de pasos, colocándose frente a la mujer.
La dragona era… grande, bastante más de los que había acostumbrado a encarar. Pero no sería un problema siempre y cuando consiguiese evitar que el cielo cayese sobre sus cabezas.
- El ritual va a seguir. – Le dijo, colocando la espada de luz frente a él.
La norteña se lanzó contra él, haciendo alarde a su vez de una velocidad sorprendente si tenía en cuenta que no solo estaba herida, si no que su tamaño era bastante sorprendente. Apretó los dientes, anticipando un impactó que le hizo rodar varios metros en la dirección a la que daba la espalda.
Volvió a levantarse rápidamente, ignorando el dolor de la embestida, y colocó la espada de luz entre su cara y la garra de la dragona, y después, tras detener un golpe que le hizo retroceder un par de pasos, lanzó un tajo en diagonal hacía la cara de la mujer cortándolo levemente en el proceso.
Respirando con dificultad, fue incapaz de detener la pata opuesta de la mujer, que volvió a arrojarle por el lugar como si fuese un muñeco de felpa. Maldiciendo en voz baja, echando de menos su arma y su armadura, sacudió la cabeza y se levantó de nuevo, musitando una rápida disculpa a la persona sobre la que había caído.
- ¡No te adelantes! – Otra estocada evitó que la mujer continuase avanzando, la forzó a prestar atención al humano de la espada de luz. - ¡Yo también estoy teniendo una mala noche! ¿¡Sabes!? - Si la multitud quería unirse para dar su éter al monje Eltrant no iba a permitir que aquella dragona les detuviese.
Él día de la Alianza era, después de todo, un ejemplo de todas las razas trabajando juntas con un único fin. ¿Y qué mejor fin que detener un supuesto fin del mundo?
Pero era difícil; empezaba a entender lo frustrante que era pelear contra alguien a quien tus ataques parecían no hacerle realmente nada. Tenía que demostrarle que, si quería internarse en el círculo del ritual para detenerlo, tendría que encargarse de él primero.
Tensó los músculos y, previendo otro asalto por parte de la dragona, cerró el puño izquierdo con firmeza. El siseo que el guantelete mágico dejó escapar, apagado por las voces de la multitud, acompasó a la espesa nube de vapor blanco que este liberaba cada vez que Eltrant se proponía usarlo.
Eltrant alzó el puño justo cuando la garra de la mujer impactó en su pecho, rasgando la camisa y cortando la carne que había debajo con facilidad. [1] Apretando los dientes, conteniendo el dolor, se centró en que su puño golpease directamente en la mandíbula de la dragona, lanzándola hacía atrás con toda la fuerza que el errante pudo reunir.
No sabía exactamente cuándo más golpes podía soportar la norteña. Pero, al verla sacudir la cabeza a varios metros de dónde había estado antes, estaba seguro de que aquel puñetazo le había dolido bastante.
Sonrió, aun jadeando, sintiendo como el tatuaje curativo de su brazo izquierdo se activaba y comenzaba, lentamente, a sanar los gruesos cortes que Eltrant ahora tenía en su pecho.
- Todavía estas a tiempo de donar parte de tu éter. – dijo el castaño. – Podemos dejarlo en tablas. – Aseveró, asiendo la réplica de Eclipse frente a su cara.
- ¿No puedes evitarlo, no es verdad Mortal? – Mencionó la voz de la vampiresa, a su lado. Al parecer esta le había visto pelear; aunque no era algo especialmente difícil teniendo en cuenta lo que estaba pasando. – Bueno, esta vez tienes excusa. – Mencionó, centrándose en lo que tenía frente a ella, extendiendo las manos, haciendo oscilar con suavidad la sombra del oponente de su acompañante.
Daba igual quien fuese el que se adelantaba a ayudar en el ritual.
Eltrant les protegería a todos. [2]
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Off: Interactuo con Asher y Rauko. Ayudo a proteger todos los que quieran unirse al ritual.
[1] Habilidad de Eltrant de nivel 8: Seísmo.
[2] Habilidad de Eltrant de nivel 6: Muro de Acero. (Si Indira a ataca a cualquier otra persona que no sea Eltrant, este la atacará a ella usando su habilidad de Nivel 3: Hoja Cargada.)
Eltrant Tale
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Hablando de jugar, comencé a quitarme la ropa sin pudor alguno dejándola donde estaba sentado. Las cosas se estaba saliendo de control y varios personajes comenzaban a hacer lo suyo. No me habían puesto al día, pero no hacía falta. No le iba a decir que no a una buena batalla.
Los mocosos por su parte comenzaron una conversación de lo más extraño, pude olfatear el éter que se les escapaba de su cuerpo. Iban hacía un circulo de chamanes al parecer. Me importaba poco lo que intentaran de hacer estos.
Una dragona ya se había transformado y planeaba atacar a los chamanes. Mi cuerpo comenzó a crecer, lenta y dolorosamente como de costumbre. El pelo comenzó a salir y mis garras a crecer. Odiaba que el proceso fuese tan... Jodido, pero era necesario. Al final tome la forma maldita, mi cuerpo habrá crecido casi un metro más* y solté un aullido mientras uno de los personajes usaba una espada conjurada contra la dragona.
No le iba a decir que no a una pelea, aunque estuviera en desventaja. No conocía el honor, simplemente buscaba desquitarme y destrozar. Era probable que la tribu sintiese mi llamado a las armas, poco me importaba. ¿Cuántos más buscarían pelea? Estaba ansioso por saberlo. Me pareció curioso que para ese entonces pocos hubieran sacado sus armas, pero tampoco importaba. Era hora de que los cachorros se hicieran hombres sin estas.
-¡Más gusanos que aplastar!-. Grité mientras comenzaba a correr sobre mis cuatro garras a gran velocidad.
La enciclopedia de las batallas de Ahroun por fin eran útiles. Pude ver varios puntos débiles al haber sido golpeada tantas veces.** A ver si con esto se quedaba quita; Giré en el aíre para quedar sobre ella. Mis garras delanteras se clavaron con fuerza sobre su cuello pero esta seguía peleando y resistiéndose a pesar del dolor provocado.
-¡Solo eres un gusano de mayor tamaño, joder!-. Grité ejerciendo más presión en mi agarre. Aún se movía mucho como para dar el golpe final.
* : Lobo bípedo. Especialización.
**: Penetración. Habilidad nivel 0.
El lobo ayuda a pelear contra la dragona :3
Los mocosos por su parte comenzaron una conversación de lo más extraño, pude olfatear el éter que se les escapaba de su cuerpo. Iban hacía un circulo de chamanes al parecer. Me importaba poco lo que intentaran de hacer estos.
Una dragona ya se había transformado y planeaba atacar a los chamanes. Mi cuerpo comenzó a crecer, lenta y dolorosamente como de costumbre. El pelo comenzó a salir y mis garras a crecer. Odiaba que el proceso fuese tan... Jodido, pero era necesario. Al final tome la forma maldita, mi cuerpo habrá crecido casi un metro más* y solté un aullido mientras uno de los personajes usaba una espada conjurada contra la dragona.
No le iba a decir que no a una pelea, aunque estuviera en desventaja. No conocía el honor, simplemente buscaba desquitarme y destrozar. Era probable que la tribu sintiese mi llamado a las armas, poco me importaba. ¿Cuántos más buscarían pelea? Estaba ansioso por saberlo. Me pareció curioso que para ese entonces pocos hubieran sacado sus armas, pero tampoco importaba. Era hora de que los cachorros se hicieran hombres sin estas.
-¡Más gusanos que aplastar!-. Grité mientras comenzaba a correr sobre mis cuatro garras a gran velocidad.
La enciclopedia de las batallas de Ahroun por fin eran útiles. Pude ver varios puntos débiles al haber sido golpeada tantas veces.** A ver si con esto se quedaba quita; Giré en el aíre para quedar sobre ella. Mis garras delanteras se clavaron con fuerza sobre su cuello pero esta seguía peleando y resistiéndose a pesar del dolor provocado.
-¡Solo eres un gusano de mayor tamaño, joder!-. Grité ejerciendo más presión en mi agarre. Aún se movía mucho como para dar el golpe final.
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* : Lobo bípedo. Especialización.
**: Penetración. Habilidad nivel 0.
El lobo ayuda a pelear contra la dragona :3
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Fruncí el ceño ante el ultimo comentario de Alward, si él no participaba no tenía gracia, ahora entendía porque Emmanuel lo llamaba aburrido.
Me crucé de brazos y torcí la boca, aunque el gesto me duró poco, el caballero tenia razón. La fiesta se había terminado.
-Al cuerno la gente. -Contesté alterada. -¿Dónde está mi hija?
Giré sobre mis talones dándole la espalda a la mujer a la que pretendía conquistar. La gente corría por todos lados, señalaban al cielo, gritaban el nombre de la estrella y maldecían su existencia. En el centro de la plaza un grupo de elfos se reunían y... ¡¿Dónde estaba mi hija!?
Salí corriendo hacia el último lugar donde la había visto.
-Anda mira, -Lavey tiraba de la manga de Sophitia y señalaba el círculo de elfos. -los elfos están haciendo un baile, vamos con ellos, Sophi. -Pero la vampiresa miró con seriedad a la rubia y tras quitarle el sombrero se fue en otra dirección. -¡Pues vale! tú te lo pierdes.
La adolescente comenzó a caminar y a los pocos pasos apareció ante ella una niña, la jovencita era rubia y miraba fijamente y con alegría a Lavey.
-Yo a ti te conozco, -Dijo la lagartija con voz gangosa. -eres la chica del puerto... Nija.
-No soy nija, soy Jani. -Respondió la niña mientras le devolvía la mirada a Lavey. -¿Dónde estamos, Arancel? -La joven miró desorienta alrededor y después hacia Minne, la estrella. -Pero Viernes dijo que aquí encontraríamos muchos amigos.
-¿Con quién hablas? -Lavey miraba confundida a Jani. -¿Te vienes a bailar con los elfos?
-Si nos vamos Viernes se enfadara mucho. -La niña parecía no hacerle caso a la dragona. -¿Peligroso, porque? Vale, nos vamos.
-Oye, si no me vas a decir nada quítate de en medio.
Lavey dio un paso al frente para mover a aquella niña extraña, pero cuando alzó la mano para empujarla desapareció. La lagartija parpadeo un par de veces intentando comprender lo que pasaba, pero su mente olvido el suceso antes de llegar a una conclusión, ahora lo importante era bailar con los elfos. Al llegar al círculo exterior del ritual Vey escuchó a uno de ellos.
-Necesitamos ayuda para detener a la estrella.
-¿La estrella? -Lavey miró hacia arriba intentando no caerse de espaldas. -Pero no tengo mi arco. ¡Ya se! Salvaré al mundo con el poder del amor. Elfo, -Dijo la adolescente con toda la seriedad que pudo. -déjame pasar. Voy a bailar con tus amigos.
El elfo hizo caso y dio paso a la muchacha, toda ayuda era bien recibida, aunque fuera poca y en estado embriaguez.
Lavey caminó dando pasos rítmicos, hasta llegar al asegundo circulo y se coló en medio de un perro gigante y un gato que tenía pinta de ser muy suave.
-Salvemos el mundo. -Les dijo a los dos hombres sonriendo. -Te quiero mucho, -Lavey sonreía mirando alternativamente al perro y el gato. Su voz comenzó a adquirir un tono agudo. -aunque te suene a lo de siempre... -La lagartija se había puesto a cantar, o al menos, a intentarlo. -...Juntos, un día entre dos, parece mucho más que un día. Juntos, amor para dos, amor en buen compañía... -La rubia movía las manos de arriba abajo, sin despegar los codos de la cintura, al mismo tiempo que meneaba la cadera de un lado a otro con desplazamientos cortos. -...El mundo entre dos, diciendo a los problemas adiós.
Solté un grito ahogado cuando llegué a la tienda donde Lavey debería estar, mi hija no estaba allí. Volví a girarme con la desesperación pintada en la cara y vi su melena rubia moviéndose entre la gente. Un dragón enajenado se peleaba con dos elfos justo al lado de Lavey, aceleré la carrera, pero cuando llegué la adolescente ya estaba dentro del círculo ritual. Miré al dragón y a los elfos y descubrí a Eltrant levantando a uno de ellos.
-¡Eltrant! -Alcé la voz mientras acudía junto al humano. -Me da igual lo que hagas, pero mi hija esta ahí dentro. -Gritaba al hombre encolerizada por el instinto de madre protectora. -Voy destrozar a ese lagarto.
Me aparté del humano empezando a correr hacia la bestia, cambie de forma en medio de la carrera y un licántropo saltó sobre la dragona, enganchándose a su cuello y haciendo que este quedara expuesto por la parte delantera.
Sin pensármelo demasiado y soltando un rugido, embestí a mi homologa, clavé los cuernos en su garganta y solté una descarga eléctrica sin sacar los pitones de la carne.1
_______________
Off: Interactuó con Alward, Eltrant y Ahroun. Menciono a Asher y Rauko.
1: Habilidad lvl0 Centella dividida (a quema ropa)
Lavey ayuda en el ritual y Reivy cornea y electrocuta a la dragona.
Me crucé de brazos y torcí la boca, aunque el gesto me duró poco, el caballero tenia razón. La fiesta se había terminado.
-Al cuerno la gente. -Contesté alterada. -¿Dónde está mi hija?
Giré sobre mis talones dándole la espalda a la mujer a la que pretendía conquistar. La gente corría por todos lados, señalaban al cielo, gritaban el nombre de la estrella y maldecían su existencia. En el centro de la plaza un grupo de elfos se reunían y... ¡¿Dónde estaba mi hija!?
Salí corriendo hacia el último lugar donde la había visto.
-Anda mira, -Lavey tiraba de la manga de Sophitia y señalaba el círculo de elfos. -los elfos están haciendo un baile, vamos con ellos, Sophi. -Pero la vampiresa miró con seriedad a la rubia y tras quitarle el sombrero se fue en otra dirección. -¡Pues vale! tú te lo pierdes.
La adolescente comenzó a caminar y a los pocos pasos apareció ante ella una niña, la jovencita era rubia y miraba fijamente y con alegría a Lavey.
-Yo a ti te conozco, -Dijo la lagartija con voz gangosa. -eres la chica del puerto... Nija.
-No soy nija, soy Jani. -Respondió la niña mientras le devolvía la mirada a Lavey. -¿Dónde estamos, Arancel? -La joven miró desorienta alrededor y después hacia Minne, la estrella. -Pero Viernes dijo que aquí encontraríamos muchos amigos.
-¿Con quién hablas? -Lavey miraba confundida a Jani. -¿Te vienes a bailar con los elfos?
-Si nos vamos Viernes se enfadara mucho. -La niña parecía no hacerle caso a la dragona. -¿Peligroso, porque? Vale, nos vamos.
-Oye, si no me vas a decir nada quítate de en medio.
Lavey dio un paso al frente para mover a aquella niña extraña, pero cuando alzó la mano para empujarla desapareció. La lagartija parpadeo un par de veces intentando comprender lo que pasaba, pero su mente olvido el suceso antes de llegar a una conclusión, ahora lo importante era bailar con los elfos. Al llegar al círculo exterior del ritual Vey escuchó a uno de ellos.
-Necesitamos ayuda para detener a la estrella.
-¿La estrella? -Lavey miró hacia arriba intentando no caerse de espaldas. -Pero no tengo mi arco. ¡Ya se! Salvaré al mundo con el poder del amor. Elfo, -Dijo la adolescente con toda la seriedad que pudo. -déjame pasar. Voy a bailar con tus amigos.
El elfo hizo caso y dio paso a la muchacha, toda ayuda era bien recibida, aunque fuera poca y en estado embriaguez.
Lavey caminó dando pasos rítmicos, hasta llegar al asegundo circulo y se coló en medio de un perro gigante y un gato que tenía pinta de ser muy suave.
-Salvemos el mundo. -Les dijo a los dos hombres sonriendo. -Te quiero mucho, -Lavey sonreía mirando alternativamente al perro y el gato. Su voz comenzó a adquirir un tono agudo. -aunque te suene a lo de siempre... -La lagartija se había puesto a cantar, o al menos, a intentarlo. -...Juntos, un día entre dos, parece mucho más que un día. Juntos, amor para dos, amor en buen compañía... -La rubia movía las manos de arriba abajo, sin despegar los codos de la cintura, al mismo tiempo que meneaba la cadera de un lado a otro con desplazamientos cortos. -...El mundo entre dos, diciendo a los problemas adiós.
Solté un grito ahogado cuando llegué a la tienda donde Lavey debería estar, mi hija no estaba allí. Volví a girarme con la desesperación pintada en la cara y vi su melena rubia moviéndose entre la gente. Un dragón enajenado se peleaba con dos elfos justo al lado de Lavey, aceleré la carrera, pero cuando llegué la adolescente ya estaba dentro del círculo ritual. Miré al dragón y a los elfos y descubrí a Eltrant levantando a uno de ellos.
-¡Eltrant! -Alcé la voz mientras acudía junto al humano. -Me da igual lo que hagas, pero mi hija esta ahí dentro. -Gritaba al hombre encolerizada por el instinto de madre protectora. -Voy destrozar a ese lagarto.
Me aparté del humano empezando a correr hacia la bestia, cambie de forma en medio de la carrera y un licántropo saltó sobre la dragona, enganchándose a su cuello y haciendo que este quedara expuesto por la parte delantera.
Sin pensármelo demasiado y soltando un rugido, embestí a mi homologa, clavé los cuernos en su garganta y solté una descarga eléctrica sin sacar los pitones de la carne.1
_______________
Off: Interactuó con Alward, Eltrant y Ahroun. Menciono a Asher y Rauko.
1: Habilidad lvl0 Centella dividida (a quema ropa)
Lavey ayuda en el ritual y Reivy cornea y electrocuta a la dragona.
Reivy Abadder
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Demian se encogió de hombros, mirando a la mujer de apellido Black.
–¿A todos? –dijo con escasa preocupación–... Mi maestro decía que todos los dioses eran parte del Éter. Algunos una misma parte, pero que la gente llamaba con distintos nombres.
Finalmente, ella misma procedió a hacer una contra-invitación, ante la sugerencia de Artyhom. Demian aceptó y pronto se encontró en un puesto con una jarra de hidromiel. Le sirvieron una bastante suave, pero no era realmente la primera vez que bebía.
Asher, por otro lado, no pareció muy interesado en la propuesta y pronto se fue a ver un asunto con las armas. Demian, de momento prefirió esperar y observar. No era un chico de apresurarse a las cosas, mucha gente parecía moverse y esperaba que el caos cesara antes de hacer alguna jugada.
–Esa cosa está creciendo –dice mientras toma un sorbo–. Podría jurar que era un poco más pequeña la noche anterior.
Si hacía memoria, desde la primera noche que había notado la presencia de aquella estrella con cola el tamaño era distinto en cada aparición. Aún así, era como si la crecida estuviera siendo cada vez más rápida. Decidió que era mejor enfocarse en lo que tenía en frente.
–Media docena de esas b-bolas de carne –dijo a la persona que atendía, dejando unos aeros sobre el mesón.
Se trataba de unos palillos en los que habían ensartados unas bolas hechas de carne y algún otro ingrediente para mantenerlas firmes y sin deshacerse. El dueño del lugar las mantenía sobre una parrilla. Tenían buen aroma.
–Ulmer... creo que no he ido por allí, sólo he estado de paso un par de veces. Deberíamos ir a conocerlo un día, ¿no crees, Arty?
El mecánico asintió.
* * *
Más tarde, Demian se rascó la cabeza, pensativo. No comprendía del todo lo que pasaba, porque la información que había oído no era completa, pero tampoco se requería de demasiado para saber que, por algún motivo, esa cosa amenazaba con caerle encima a todos y que se iba a llevar a cabo un ritual para detenerla.
"¿Qué tan grande podía ser?", reflexionó. No se veía muy enorme como para requerir de mucha magia, y encima era lenta si tardaba tanto en caer. Aunque... ¿realmente qué tan lejos estaba?. Sus ojos le decían que algunos kilómetros, quizás el doble de lejos que las nubes, pero ¿cómo podía algo cayendo moverse tan poco y verse desde lugares tan lejanos? ¿Y si en verdad estaba más lejos que eso?
Sacudió su cabeza. No iba a resolver nada intentando adivinar qué tan lejos estaba.
Se acercó a la zona del ritual, pasando junto a Eltrant, quien se había plantado la misión de proteger el mismo frente al caos y a la presencia, ahora, de una dragona.
–Esto ya lo habíamos hecho, ¿no? –dice al joven guerrero.
No había pasado mucho tiempo, en efecto, desde que Demian participara de un ritual protegido por Eltrant. En esa ocasión también iban a detener una fuerza de la naturaleza y una dragona no estaba de acuerdo. Claro, las proporciones de poder eran muy distintas entonces. Eltrant seguro no iba a tener problemas con ésta.
–Creo que por ahora no voy a hacer de jinete de dragones –dijo el chico mientras se retiraba, con algo de tristeza en la voz. El guerrero iba a necesitar espacio para pelear tranquilo y, si efectivamente el ritual requería de mucha magia, era mejor no gastarla en un enemigo que podía ser derrotado por otros medios. Aún así, una parte suya quería montar la dragona y luchar como había hecho en otras ocasiones, aunque esta fuera más pequeña.
Se acercó al grupo. Estaban allí Asher, Chimar, Canel, el elfo que le había reforjado la daga y algunas otras personas.
–Hola chicos –dice a los presentes.
Demian sacó un libro de entre sus pertenencias. Lo abrió y no eran más que páginas en blanco. Se sentó con las piernas cruzadas y depositó el libro entre ellas.
–¿Crees que una de mis historias sería capaz de alcanzar esa cosa? –comentó a Artyhom.
El mecánico se encogió de hombros. Era la respuesta más sensata.
–Tienes razón, mejor por ahora escuchemos lo que ellos tienen –dice asintiendo.
–Estoy aquí para ayudar. Aunque no lo p-parezca, soy bastante competente con el Éter –dice a uno de los organizadores.
A continuación cierra sus ojos. Su mente se conecta al vacío, dejando de lado todo lo demás. El vacío nunca le ha fallado, siempre está dispuesto a concederle sus dones, siempre y cuando Demian lo alimente con su Éter.
–Debí haber comido más de esa carne asada –comenta–, algo me dice que esto será cansador.
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(*) Demian interactúa con Nana, Eltrant y, en menor medida, con los presentes en el ritual.
Demian
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