El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Uriel tiró inocentemente de la mano de Zöe intentando aproximarse a un puestecillo que daba diferentes golosinas y bocadillos para vampiro, por primera vez no temía decir en voz alta su propia raza ¡Nunca se había sentido tan libre! Había cosas para todas las razas, comida de todo tipo ¡Hasta para vampiro! Había una tienda que vendía sangre de animal mezclada con soluciones de sabores especiales que eludían la maldición, caramelos y dulces hechos con sangre coagulada ¡Hasta helado de sangre saborizada! A Uriel se le hizo la boca agua solo de pensarlo ¡Incluso cuando era humano no pudo probar casi ningún dulce! Como vampiro no pudo debido a la maldición ¡Si no aprovechaba para hincharse a dulces no sería adecuado para considerarse un Nova!
“Vayamos a ver señorita Zöe ¡Luce delicioso~! Ah ¡Eso también parece genial! Jejeje~”
Tirando de la mano cual hijo caprichoso y consentido con su madre en el parque de atracciones, el vampiro arrastra de aquí para allá a su “madre” hasta que una voz conocida interrumpió la travesía, pertenecía a una mujer y le era extremadamente familiar. Uriel miró al a mujer con ojos curiosos, enseguida la reconoció y con una amplia sonrisa dijo:
“¡Es la señorita hermosa! ¡Ah! E-errr…..¡Señorita Reivy! ”
Uriel sin querer dijo en voz alta el nombre que le dio a la mujer en su cabeza. Tapó con sus manitas su boca al decir el sobrenombre en voz alta, luego rectificó con una amplia sonrisa alegre inocente que reflejaba un poco de timidez. Ofreció un educado saludo a la dragona, se acordaba de ella perfectamente; Una mujer realmente amable y hermosa con una hija realmente encantadora con quien jugó y bailó toda la noche ¡Su nombre era Lavey! Acordándose de la draconcita, el vampirito la buscó con la cabecita curiosamente, viéndola alejándose alegremente con Shopi, Uriel hizo una mueca un poco decepcionado pero enseguida recuperó su alegre sonrisa. Animadamente le habló a la dragona adulta:
“¡A pasado un tiempo, señorita Reivy! ¿Estuvo bien todo este tiempo?”
Volvió a sostener la mano de Zöe, esta vez estaba quietecito y no tironeaba, como se esperaba de un niño bueno y educado ¡Era una pena! ¡A pesar de que quería seguir jugando y explorando el infante tiene que ser un buen niño y dejar que Zöe y Reivy hablen tranquilamente! No quería hacer sentir a Zöe decepcionada por tener una mala conducta o darle una mala impresión a la agradable dragona ¡Les mostraría orgullosamente como de buen niño era! Permaneciendo dócil al lado de la bio, el niño siguió a las dos adultas felizmente.
“Vayamos a ver señorita Zöe ¡Luce delicioso~! Ah ¡Eso también parece genial! Jejeje~”
Tirando de la mano cual hijo caprichoso y consentido con su madre en el parque de atracciones, el vampiro arrastra de aquí para allá a su “madre” hasta que una voz conocida interrumpió la travesía, pertenecía a una mujer y le era extremadamente familiar. Uriel miró al a mujer con ojos curiosos, enseguida la reconoció y con una amplia sonrisa dijo:
“¡Es la señorita hermosa! ¡Ah! E-errr…..¡Señorita Reivy! ”
Uriel sin querer dijo en voz alta el nombre que le dio a la mujer en su cabeza. Tapó con sus manitas su boca al decir el sobrenombre en voz alta, luego rectificó con una amplia sonrisa alegre inocente que reflejaba un poco de timidez. Ofreció un educado saludo a la dragona, se acordaba de ella perfectamente; Una mujer realmente amable y hermosa con una hija realmente encantadora con quien jugó y bailó toda la noche ¡Su nombre era Lavey! Acordándose de la draconcita, el vampirito la buscó con la cabecita curiosamente, viéndola alejándose alegremente con Shopi, Uriel hizo una mueca un poco decepcionado pero enseguida recuperó su alegre sonrisa. Animadamente le habló a la dragona adulta:
“¡A pasado un tiempo, señorita Reivy! ¿Estuvo bien todo este tiempo?”
Volvió a sostener la mano de Zöe, esta vez estaba quietecito y no tironeaba, como se esperaba de un niño bueno y educado ¡Era una pena! ¡A pesar de que quería seguir jugando y explorando el infante tiene que ser un buen niño y dejar que Zöe y Reivy hablen tranquilamente! No quería hacer sentir a Zöe decepcionada por tener una mala conducta o darle una mala impresión a la agradable dragona ¡Les mostraría orgullosamente como de buen niño era! Permaneciendo dócil al lado de la bio, el niño siguió a las dos adultas felizmente.
Uri
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Pegó un gran bostezo en cuanto rodeó por quinta vez la misma tienda. Se había perdido, y en él empezaba a estar presente una sensación de somnolienta que no podía evitar esconder. Mirase por donde mirase, siempre veía a gente distinta, pero el lugar era el mismo. Eso hablaba de la magnitud de aquella celebración. Se sentía como un mero alfiler en mitad de un gran almacén lleno de paja.
Reposó sus manos en la cintura y puso su columna lo más recta que pudo, con la esperanza de así poder ver a su gente entre la multitud, pero era imposible.
-...Me voy a tener que poner a gritar como un cabrero...-Pensó en voz alta mientras se cruzaba de brazos.
Suspiró.
En ese momento, pudo vislumbrar rostros conocidos, no los que esperaba, pero menos daba una piedra. ¡Eran Reivy y Zöe! Se alegró de veras, podría considerar a ambas como amigas, las cuales han compartido con él alguna que otra fatiga.
Sonrió. Se acercaría a saludarlas.
-Reivy, algún día se te saldrán los ojos de las cuencas de tanto mirar...-Pilló de forma inesperada a la morena. Seguramente ya tendría planes de yacer con algún que otro ser de los que había por allí. Era típico en ella-¡Hola!-La saludó con la mano-¡Zöe!-Miró a la bio-cibernética con una amplia sonrisa en su rostro-¡Qué alegría me da verte!-Bajó su mirada, un niño se encontraba pegado a Zöe, y parecía realmente aferrado a esta-¿Quién es este mozalbete?-Acto seguido, se puso en cuclillas y le extendió la mano al niño-Mucho gusto, me llamo Alward-Sonrió de forma gentil
Una vez acabadas las presentaciones, los reencuentros y los saludos, el recién nombrado Guardia tenía una pregunta para las mujeres.
-He venido aquí con mis amigos, ¿Los habéis visto?-Desde luego, ruidosos eran un rato, y todo aquel que los conociera sabrían dónde se encontrarían si se había dado la casualidad de cruzárselos-Por cierto, ¿Qué os trae aquí? No os tenía por unas "apasionadas" de las estrellas-Echó su vistazo hacia el cielo para mirar a Minne-...O de la historia-Dijo haciendo referencia al motivo por el cual se desarrollaba la festividad
Tras eso, le posó con cierta fuerza una mano en el hombro a Reivy, y con una amplia sonrisa socarrona le hizo una pregunta.
-¿Tienes alguna "presa" para "cazar"?-Le preguntó con segundas intenciones y un tono bromista-Me he enterado que la última vez que nos vimos, tú y Emmanuel hicisteis "algo" detrás de un arbusto... Veo que en ese día no fui el único que acabó contento y lleno de gozo.-Dijo con sarcasmo y riéndose
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Off: Interactúo con Zöe, Reivy y Uri
Reposó sus manos en la cintura y puso su columna lo más recta que pudo, con la esperanza de así poder ver a su gente entre la multitud, pero era imposible.
-...Me voy a tener que poner a gritar como un cabrero...-Pensó en voz alta mientras se cruzaba de brazos.
Suspiró.
En ese momento, pudo vislumbrar rostros conocidos, no los que esperaba, pero menos daba una piedra. ¡Eran Reivy y Zöe! Se alegró de veras, podría considerar a ambas como amigas, las cuales han compartido con él alguna que otra fatiga.
Sonrió. Se acercaría a saludarlas.
-Reivy, algún día se te saldrán los ojos de las cuencas de tanto mirar...-Pilló de forma inesperada a la morena. Seguramente ya tendría planes de yacer con algún que otro ser de los que había por allí. Era típico en ella-¡Hola!-La saludó con la mano-¡Zöe!-Miró a la bio-cibernética con una amplia sonrisa en su rostro-¡Qué alegría me da verte!-Bajó su mirada, un niño se encontraba pegado a Zöe, y parecía realmente aferrado a esta-¿Quién es este mozalbete?-Acto seguido, se puso en cuclillas y le extendió la mano al niño-Mucho gusto, me llamo Alward-Sonrió de forma gentil
Una vez acabadas las presentaciones, los reencuentros y los saludos, el recién nombrado Guardia tenía una pregunta para las mujeres.
-He venido aquí con mis amigos, ¿Los habéis visto?-Desde luego, ruidosos eran un rato, y todo aquel que los conociera sabrían dónde se encontrarían si se había dado la casualidad de cruzárselos-Por cierto, ¿Qué os trae aquí? No os tenía por unas "apasionadas" de las estrellas-Echó su vistazo hacia el cielo para mirar a Minne-...O de la historia-Dijo haciendo referencia al motivo por el cual se desarrollaba la festividad
Tras eso, le posó con cierta fuerza una mano en el hombro a Reivy, y con una amplia sonrisa socarrona le hizo una pregunta.
-¿Tienes alguna "presa" para "cazar"?-Le preguntó con segundas intenciones y un tono bromista-Me he enterado que la última vez que nos vimos, tú y Emmanuel hicisteis "algo" detrás de un arbusto... Veo que en ese día no fui el único que acabó contento y lleno de gozo.-Dijo con sarcasmo y riéndose
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Alward Sevna
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Matthew estaba muy satisfecho con el impacto que habían causado, no se le había pasado por alto que varios conocidos lo estaban mirando a la distancia, “Eso es, mírenme bien” pensaba el estafador con regocijo. Sonreía de modo gatuno y se pavoneaba por el Evento convencido de que era alguien importante y por fin el resto de los habitantes de Aerandir lo admitían.
Alrededor suyo, un numeroso grupo de indeseables se dedicaba a hacer lo que les salía mejor: Beber, empujarse, realizar acciones indecorosas y reírse a carcajadas de las cosas más estúpidas. La presentación de Helena entregando tanta cantidad de armas se ganó un aplauso por parte de Matthew, cualquier demostración de exageración y extravagancia se ganaba los elogios del Virrey.
Era imposible que el acercamiento de un Hombre-perro de dos metros pasara desapercibido, los pocos ciudadanos que habían sobrevivido al incendio reconocieron a Asher, se hizo un repentino silencio en la comitiva cuando lo vieron acercarse. Matt en cambio parecía estar bastante tranquilo, había conseguido una copa con vino y bebía de a tragos pequeños en silencio, mientras miraba su interacción con Oromë y Go´el. Antes de que se fuera le dedicó una sonrisa y un guiño, no había de qué preocuparse, estaba prohibido pelear en el Evento.
-Oh, no te desanimes, Ory - Dijo el estafador mientras se acercaba a la dragona y pasaba un brazo por arriba de sus hombros - Piensalo así, sí estuvieramos fuera de este perimetro más de la mitad de las personas de este sitio se pelearía para ver quien te saca los intestinos. Yo incluido - Le dejó un beso cariñoso en la mejilla - Aprovecha que estamos en una festividad pacífica ¡Y disfruta del momento!- La soltó antes de que ella o su primo decidieran corresponder al comentario con violencia, sonrió encantador para señalar que “solo era una broma”.
Entonces llegó Eilydh recitando un antiguo escrito elfico, o algo similar. Owens la miró levantando una ceja y con una sonrisa algo burlona.
-¿De verdad? ¿Y ustedes se lo creían? Jajaja - Tomó otro trago aparentemente para ocultar otra risa, pero era evidente que no hacía demasiado esfuerzo - Estoy seguro que el nacimiento de los elfos tiene tanta porquería como el de cualquiera de nosotros - Vio bajar a una elfa conocida de un techo a lo lejos - Irinnil, cielo mío ¿No vas a saludar a tu padre? - Luego regresó su atención a Eilydh - Siquiera podemos tener paz entre gente de la misma raza, imagina intentarlo entre todas, jajaja, es una estupidez. Pero bueno, hay bebida, comida, risas y baile, disfrutemos de esto hasta que esa estrella caiga y nos achicharre a todos... - Los comentarios cínicos de Matt se vieron interrumpidos por la llegada de un hombre en evidente estado de ebriedad - ¿Uno de esos reyes? Oh no ¡Creí que era el único! ¿Y ahora me vienes a decir que solo soy uno más? Me destrozas el corazón - Sonrió con ironia - Puedes estar seguro que no encontraras una ciudad mejor en todo Aerandir, Querido - Cambió de mano la copa y con la derecha saludó a Tatsuya - Un placer conocerte, y ten cuidado con Oromë... - Bajó la voz como si le quisiera decir un secreto, aunque la dragona estaba justo al lado, por lo que era evidente que escucharía - Está en “esos” días - Apretó los labios e hizo un gesto de que anduviera con cuidado.
______________________
1º Subrayado: Respuesta a Helena
2º Subrayado: Respuesta a Asher
3º Subrayado: Respuesta a Oromë
4º Subrayado: Respuesta a Eilydh
5º Subrayado: Respuesta a Irinnil
6º Subrayado: Respuesta a Tatsuya
Alrededor suyo, un numeroso grupo de indeseables se dedicaba a hacer lo que les salía mejor: Beber, empujarse, realizar acciones indecorosas y reírse a carcajadas de las cosas más estúpidas. La presentación de Helena entregando tanta cantidad de armas se ganó un aplauso por parte de Matthew, cualquier demostración de exageración y extravagancia se ganaba los elogios del Virrey.
Era imposible que el acercamiento de un Hombre-perro de dos metros pasara desapercibido, los pocos ciudadanos que habían sobrevivido al incendio reconocieron a Asher, se hizo un repentino silencio en la comitiva cuando lo vieron acercarse. Matt en cambio parecía estar bastante tranquilo, había conseguido una copa con vino y bebía de a tragos pequeños en silencio, mientras miraba su interacción con Oromë y Go´el. Antes de que se fuera le dedicó una sonrisa y un guiño, no había de qué preocuparse, estaba prohibido pelear en el Evento.
-Oh, no te desanimes, Ory - Dijo el estafador mientras se acercaba a la dragona y pasaba un brazo por arriba de sus hombros - Piensalo así, sí estuvieramos fuera de este perimetro más de la mitad de las personas de este sitio se pelearía para ver quien te saca los intestinos. Yo incluido - Le dejó un beso cariñoso en la mejilla - Aprovecha que estamos en una festividad pacífica ¡Y disfruta del momento!- La soltó antes de que ella o su primo decidieran corresponder al comentario con violencia, sonrió encantador para señalar que “solo era una broma”.
Entonces llegó Eilydh recitando un antiguo escrito elfico, o algo similar. Owens la miró levantando una ceja y con una sonrisa algo burlona.
-¿De verdad? ¿Y ustedes se lo creían? Jajaja - Tomó otro trago aparentemente para ocultar otra risa, pero era evidente que no hacía demasiado esfuerzo - Estoy seguro que el nacimiento de los elfos tiene tanta porquería como el de cualquiera de nosotros - Vio bajar a una elfa conocida de un techo a lo lejos - Irinnil, cielo mío ¿No vas a saludar a tu padre? - Luego regresó su atención a Eilydh - Siquiera podemos tener paz entre gente de la misma raza, imagina intentarlo entre todas, jajaja, es una estupidez. Pero bueno, hay bebida, comida, risas y baile, disfrutemos de esto hasta que esa estrella caiga y nos achicharre a todos... - Los comentarios cínicos de Matt se vieron interrumpidos por la llegada de un hombre en evidente estado de ebriedad - ¿Uno de esos reyes? Oh no ¡Creí que era el único! ¿Y ahora me vienes a decir que solo soy uno más? Me destrozas el corazón - Sonrió con ironia - Puedes estar seguro que no encontraras una ciudad mejor en todo Aerandir, Querido - Cambió de mano la copa y con la derecha saludó a Tatsuya - Un placer conocerte, y ten cuidado con Oromë... - Bajó la voz como si le quisiera decir un secreto, aunque la dragona estaba justo al lado, por lo que era evidente que escucharía - Está en “esos” días - Apretó los labios e hizo un gesto de que anduviera con cuidado.
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Matthew Owens
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Escuchó su nombre y su mente fluyó hacia otro lado, hacia todos los libros que había leído donde se incluían ese nombre, le parecía bonito cuanto menos, aunque claro, su nombre también daba que hablar:
-¿Vas a regalarme eso? -Se sonrojó sin querer pero luego escuchó el resto, y pensó a qué se refería- ¿Te interesan? -Frunció el ceño como él, a su alrededor no paraba de oírse ruido, parecía que había cada vez más gente y si intentaba mirar por encima de tanta gente casi podía ver cómo retiraban las armas a más ''invitados''.
Entonces se dio cuenta de que un grupo que estaba cerca de ellos intentaba escuchar la conversación, ¿les interesaría a ellos también los trozos de estrellas? Por llamarlos de algún modo, ella nunca había visto ninguno, sólo en dibujos, ilustraciones de libros...de gente que decía tener alguno. Unos los dibujaban como gemas, otros como si fuera carbón oscuro, ¿cuál de las dos opciones sería? ¿O tal vez era una mezcla de ambas opciones? Podría decirse que le ''mataba'' la curiosidad por saberlo, ''Ojalá conozca a alguien que posea algo así''. Dejó de pensar en eso en cuanto Eden profundizó en su historia.
-¿''Comerciante''? -Levantó una ceja, como preguntando, pero al momento se dio cuenta, contrabando tal vez.
La mirada del joven parecía divertida pero algo le decía que no era del todo así, quería creer que notaba cierto deje de tristeza en esa historia, no era precisamente una anécdota que contar a amigos y echarse a reír.
-¿Que no sabes si me la darías? -Se rió un poco, por lo bajo, no tanto como la vez primera. Lo cierto era que se centró más en eso que en el tema de recibir un corte en la garganta- ¿Y qué vas a hacer con eso? Al menos yo la investigaría...disfrutaría con ello, probablemente me desmayaría si me regalasen algo así -Y era totalmente sincera, así lo pensaba, aunque si lo pensaba bien jamás le habían regalado nada aparte de su padre o abuela difunta.
-¿De ahora en adelante? -Sonrió de oreja a oreja y asintió- Acepto, y no, no has dejado de ser buena compañía en ningún momento, pero prometo serlo yo también -Extendió una mano hacia él y se le ocurrió cogerle del brazo, primero con timidez y después decidida- ¿Has estado aquí alguna vez antes? -Esperó a que él la dirigiese a algún sitio y de reojo vio cómo el hombre ''gato'' Tristán la miraba de lejos, por una parte sintió una carcajada subir por hacia arriba y por otro lado se regodeó, su mujer interior estaba contenta en ese momento.
A su alrededor había gente pasándolo bien, ¿tenía algo de malo que ella también quisiera? Por una vez en su vida, de verdad deseaba que el plan, por llamarlo así, saliera bien. De hecho agradecía que hubiera algo de comer, no podía negar que tenía cierto apetito después de la caminata, incluso había olvidado que no llevaba su libro favorito encima, estaría bien despejarse por un día, un solo día en el que olvidarse de su padre, su abuela, de todos y todo. ''¿Qué pasará si tomo otra cerveza?''.
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OFF: Eden.
-¿Vas a regalarme eso? -Se sonrojó sin querer pero luego escuchó el resto, y pensó a qué se refería- ¿Te interesan? -Frunció el ceño como él, a su alrededor no paraba de oírse ruido, parecía que había cada vez más gente y si intentaba mirar por encima de tanta gente casi podía ver cómo retiraban las armas a más ''invitados''.
Entonces se dio cuenta de que un grupo que estaba cerca de ellos intentaba escuchar la conversación, ¿les interesaría a ellos también los trozos de estrellas? Por llamarlos de algún modo, ella nunca había visto ninguno, sólo en dibujos, ilustraciones de libros...de gente que decía tener alguno. Unos los dibujaban como gemas, otros como si fuera carbón oscuro, ¿cuál de las dos opciones sería? ¿O tal vez era una mezcla de ambas opciones? Podría decirse que le ''mataba'' la curiosidad por saberlo, ''Ojalá conozca a alguien que posea algo así''. Dejó de pensar en eso en cuanto Eden profundizó en su historia.
-¿''Comerciante''? -Levantó una ceja, como preguntando, pero al momento se dio cuenta, contrabando tal vez.
La mirada del joven parecía divertida pero algo le decía que no era del todo así, quería creer que notaba cierto deje de tristeza en esa historia, no era precisamente una anécdota que contar a amigos y echarse a reír.
-¿Que no sabes si me la darías? -Se rió un poco, por lo bajo, no tanto como la vez primera. Lo cierto era que se centró más en eso que en el tema de recibir un corte en la garganta- ¿Y qué vas a hacer con eso? Al menos yo la investigaría...disfrutaría con ello, probablemente me desmayaría si me regalasen algo así -Y era totalmente sincera, así lo pensaba, aunque si lo pensaba bien jamás le habían regalado nada aparte de su padre o abuela difunta.
-¿De ahora en adelante? -Sonrió de oreja a oreja y asintió- Acepto, y no, no has dejado de ser buena compañía en ningún momento, pero prometo serlo yo también -Extendió una mano hacia él y se le ocurrió cogerle del brazo, primero con timidez y después decidida- ¿Has estado aquí alguna vez antes? -Esperó a que él la dirigiese a algún sitio y de reojo vio cómo el hombre ''gato'' Tristán la miraba de lejos, por una parte sintió una carcajada subir por hacia arriba y por otro lado se regodeó, su mujer interior estaba contenta en ese momento.
A su alrededor había gente pasándolo bien, ¿tenía algo de malo que ella también quisiera? Por una vez en su vida, de verdad deseaba que el plan, por llamarlo así, saliera bien. De hecho agradecía que hubiera algo de comer, no podía negar que tenía cierto apetito después de la caminata, incluso había olvidado que no llevaba su libro favorito encima, estaría bien despejarse por un día, un solo día en el que olvidarse de su padre, su abuela, de todos y todo. ''¿Qué pasará si tomo otra cerveza?''.
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OFF: Eden.
Última edición por Astralia el Lun Sep 09 2019, 04:25, editado 1 vez
Astralia
Neófito
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Le era muy difícil dejar su hacha con aquellas personas.
Era un símbolo de su trayecto: Un recuerdo constante de lo que lo puso en marcha, y de lo que él había hecho para mantenerse en movimiento. Era su misión, sus razones y hasta cierto punto, parte de su ser. Como el martillo de un herrero, o el pincel de un artista, era su herramienta para hacer un cambio.
Le era muy difícil dejar su hacha con aquellas personas, así que no lo hizo. No podía confiar en quienes estuvieran a cargo de tal evento. «¡Festejo, comida y bebida... Una reunión donde todos son iguales, donde el odio se deja atrás, y reina la camaradería!»
Asquerosas mentiras.
Era como si le escupieran en el rostro, era un vil insulto a sus ideales, un vil insulto para él. Como si las calles de Lunargenta no estuvieran hediondas a fratricidio y vileza, como si los árboles del Oeste no hubiesen bebido tanta sangre como los malditos. Era como si no hubiesen cráneos olvidados en lo profundo del Tymer, ni hogares ardiendo en ese preciso momento. Era una burla que le hacía arder las entrañas.
«Esto es lo que podría ser, si las cosas funcionaran.»
Le era muy difícil dejar su hacha con aquellas personas, así que no lo hizo. Dejó su hacha con sus compañeros de viaje, gente que compartía su poco entusiasmo por el evento; los Nómadas que acechaban entre el cobijo de la noche y los árboles, en espera de que estallara aquella mísera burbuja de mentiras.
Y sin más que asentir a los dragones que protegían aquella reunión, caminó hacia la multitud.
Se mantuvo un tiempo rodeado de un aire de solemnidad, mientras observaba con deleite las enormes esculturas de la plaza.
Las ruinas le ponían pensativo. Le hacían pensar en cómo sería Aerandir tras un siglo después de que su muerte: Esperaba ser parte del cambio, y que ese cambio fuese para bien.
Finalmente se giró, decidido a unirse a la muchedumbre, y barrió la zona con la mirada. Le llamó la atención un hombre en especial, rodeado de gente con pintas de pintas. En nombre de todos los hijos de puta de Ciudad Lagarto, aquél hombre con aires de no darle importancia a nada debía ser Matthew Owens.
El oso se encontró reprimiendo la respiración y las ganas de romperle el cráneo, cuando vio acercarse al grupo a un conocido hombre perro. Era evidente que Asher y Ciudad Lagarto tenían historia, a juzgar por las reacciones de su comitiva. Hizo una nota mental de averiguar los detalles de aquello. Unos momentos después el arcanista se alejó, y Naharu decidió seguirle. Había perdido la oportunidad de saludarle antes.
Estaban con él algunas caras conocidas, y otras que no tanto.
—¡Daregan! ¡Syl! —anunció su presencia (como si fuese necesario) alzando un poco la voz, y saludándoles con un abrazo cargado de fuerza y una palmadita en el hombro, respectivamente.
Volteó al hombre barbudo y le ofreció un apretón de manos.
—Tale. —le saludó con un tono un poco más reservado, mientras daba un apretón de manos con una y le daba una palmada en el hombro con la otra— El hacha sigue conmigo, aún. Ni un rasguño, es un trabajo tremendo.
Como ya quedó claro más arriba, su hacha era algo muy importante para Naharu. Eltrant, a parte de su relación con Asher, también era responsable del arma del oso, así que si bien no le conocía mucho, le tenía cierto aprecio.
Soltó al barbudo, y se dirigió con la mirada a aquellos que no conocía.
—Soy Naharu. —inclinó la cabeza— Es un gusto.
*Interactúo con Asher, Tale, Niniel y sus acompañantes. Doy una mirada de desprecio a Matthew, por si eso cuenta (?
Era un símbolo de su trayecto: Un recuerdo constante de lo que lo puso en marcha, y de lo que él había hecho para mantenerse en movimiento. Era su misión, sus razones y hasta cierto punto, parte de su ser. Como el martillo de un herrero, o el pincel de un artista, era su herramienta para hacer un cambio.
Le era muy difícil dejar su hacha con aquellas personas, así que no lo hizo. No podía confiar en quienes estuvieran a cargo de tal evento. «¡Festejo, comida y bebida... Una reunión donde todos son iguales, donde el odio se deja atrás, y reina la camaradería!»
Asquerosas mentiras.
Era como si le escupieran en el rostro, era un vil insulto a sus ideales, un vil insulto para él. Como si las calles de Lunargenta no estuvieran hediondas a fratricidio y vileza, como si los árboles del Oeste no hubiesen bebido tanta sangre como los malditos. Era como si no hubiesen cráneos olvidados en lo profundo del Tymer, ni hogares ardiendo en ese preciso momento. Era una burla que le hacía arder las entrañas.
«Esto es lo que podría ser, si las cosas funcionaran.»
Le era muy difícil dejar su hacha con aquellas personas, así que no lo hizo. Dejó su hacha con sus compañeros de viaje, gente que compartía su poco entusiasmo por el evento; los Nómadas que acechaban entre el cobijo de la noche y los árboles, en espera de que estallara aquella mísera burbuja de mentiras.
Y sin más que asentir a los dragones que protegían aquella reunión, caminó hacia la multitud.
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Se mantuvo un tiempo rodeado de un aire de solemnidad, mientras observaba con deleite las enormes esculturas de la plaza.
Las ruinas le ponían pensativo. Le hacían pensar en cómo sería Aerandir tras un siglo después de que su muerte: Esperaba ser parte del cambio, y que ese cambio fuese para bien.
Finalmente se giró, decidido a unirse a la muchedumbre, y barrió la zona con la mirada. Le llamó la atención un hombre en especial, rodeado de gente con pintas de pintas. En nombre de todos los hijos de puta de Ciudad Lagarto, aquél hombre con aires de no darle importancia a nada debía ser Matthew Owens.
El oso se encontró reprimiendo la respiración y las ganas de romperle el cráneo, cuando vio acercarse al grupo a un conocido hombre perro. Era evidente que Asher y Ciudad Lagarto tenían historia, a juzgar por las reacciones de su comitiva. Hizo una nota mental de averiguar los detalles de aquello. Unos momentos después el arcanista se alejó, y Naharu decidió seguirle. Había perdido la oportunidad de saludarle antes.
Estaban con él algunas caras conocidas, y otras que no tanto.
—¡Daregan! ¡Syl! —anunció su presencia (como si fuese necesario) alzando un poco la voz, y saludándoles con un abrazo cargado de fuerza y una palmadita en el hombro, respectivamente.
Volteó al hombre barbudo y le ofreció un apretón de manos.
—Tale. —le saludó con un tono un poco más reservado, mientras daba un apretón de manos con una y le daba una palmada en el hombro con la otra— El hacha sigue conmigo, aún. Ni un rasguño, es un trabajo tremendo.
Como ya quedó claro más arriba, su hacha era algo muy importante para Naharu. Eltrant, a parte de su relación con Asher, también era responsable del arma del oso, así que si bien no le conocía mucho, le tenía cierto aprecio.
Soltó al barbudo, y se dirigió con la mirada a aquellos que no conocía.
—Soy Naharu. —inclinó la cabeza— Es un gusto.
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*Interactúo con Asher, Tale, Niniel y sus acompañantes. Doy una mirada de desprecio a Matthew, por si eso cuenta (?
Naharu
Experto
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Se sentía muy raro el dejar las armas antes de poder proseguir al lugar de la reunión. No porque nos pedían que nos despojaramos de nuestras herramientas de defensa, y ataque también dicho, sino porque no parecía que alguien llevara la cuenta de lo que realmente era de cada uno. No creo que mi bastón fuera algo valioso, ¿pero si a cambio me devuelven una espada de dos manos que requería que mis brazos fueran tan fuertes como un yak? O un par de manos de metal de algún Bio al que le dieron una lanza de fuego.
- … ¿Acaso no llevabas un arco contigo en los viajes?
- … ¿Eso creo?
Leveru por alguna razón se había fijado en un detalle que se me escapó en mis relatos de mis viajes. Había salido de las islas con él, creo que estuvo en aquella experiencia nebulosa que tuve con Zöe, Gwynn y Wood (digo nebulosa porque no recuerdo qué pasó después de cierto punto de esa historia), y desde que adquirí el bastón en el mercado que no recuerdo haberlo visto. ¿Acaso lo perdí en algún punto de mis viajes?
- … ¡¿Como puede ser que no recuerde donde lo dejé?!
- … Y estabas preocupada de que nos devolvieran las armas equivocadas al salir.
Mi cabeza recostada en la madera de la mesa del bar donde estábamos, mientras me sumía en la vergüenza absoluta de tener una memoria catastrófica. Habíamos llegado hace algo menos de una hora y veíamos con Leveru la gente que llegaba. Habían algunas caras conocidas, otras eran completamente ajenas, otras… pues, preferí evitar. Pero todos coincidían en que dejaban sus cosas atrás. Creo que el peor caso fue Eltrant por sacarse todo eso al entrar. Estuve a punto de ir a saludarlo, pero me di cuenta que otra gente fue a verlo, y es que podía entender que alguien tan fuerte como él se rodeara de gente fuerte e importante.
- Si lo miras desde cierto punto de vista, probablemente algún viajero lo encontró por ahí y estará destinado a ser la primera arma de un gran héroe… o quizás terminó en manos de un bandido.
Como siempre, Leveru era experta en hacerme sentir bien.
Por cierto, eso fue puro sarcasmo.
- … creo que iré a buscar algo para comer – le mencioné mientras me levantaba de la mesa. Una botella vacía delataba que nuevamente era el terror del alcohol.
- ¿Puedes traerme unas patatas al vapor? Necesitaré algo para evitar que el alcohol me caiga pesado y me deje borracha.
- … tu nunca te emborrashas.
- Pero no vamos a perder las costumbres, ¿verdad?
- Lo haré, pero porque sé que no puedes dejar tu adicción a las patatas.
- Gracias, te amo y eres la mejor amiga que existe en este mundo mundial.
No pude evitar reírme mientras revoleaba mis ojos. Sé que no tendría problemas con el alcohol ni nada de eso, aunque no contaba conque sus ojos se desviaran a un trasero de alguien que pasaba por ahí. Se demoró algunos segundos en darse cuenta que ese trasero tenía dueña: una chica de pelo castaño rojizo, con una actitud bastante fuerte y con apariencia peligrosa, en comparación a la gente que había cerca.
En condiciones ideales, Leveru hubiera ido a su lado, sentarse como si nada y tratar de hacer una conversación, o más bien cortejo, digno de alguien que no sabe lo que hace. Es decir, era ver como un pez decidido a caminar abandonaba el mar. Pero, creo que por la fortuna de su situación, desistió de la idea después de pensar por un rato el qué decirle. Más bien, no es que le faltaran lineas de cortejo ni nada por el estilo, pero por alguna razón su cabeza se llenaba de pesimismo adelantado que evitaba que hiciera algún movimiento. Pensamientos como “¿Para qué molestarse?”, “No creo que me note”, cosas como esa.
Odiaba eso. La Leveru que conocí por tantos años le importaba un rábano el que le dijeran, simplemente lo hacía. Pero ahora simplemente dejaba de hacer cosas por culpa de esa tristeza que sentía constantemente.
Me quedé viendola sin remedio. No, no crean que era tan desalmada como para dejar de mirarla por un rato, sobre todo en su condición, pero no quería interferir o decir algo al respecto. Me había alegrado un momento al ver que se movía a la barra, pero solo se acercó a pedir algo sin decir nada más.
Bueno, en realidad dijo algo, pero nada que realmente fuera algo digno de alguien que busca socializar:
- Este es un trago llamado Kvass – dijo mientras sostenía la jarra, mirándola desde abajo – Nació en el año 822 debido a que la sequía que hubo en las islas Illidenses hizo que el precio del alcohol se disparara. Por la desesperación, un hombre llamado Edeglard Kvass logró fermentar cerveza a base de pan de centeno – dicho eso, comenzó a beber de la jarra sin detenerse hasta que no quedó nada de ella, haciendo una notoria inhalación después de aguantar tanto tiempo sin respirar - … deme otra, por favor.
En ese momento, me di cuenta de dos cosas: las habilidades sociales de Leveru eran paupérrimas… y que realmente iba a necesitar esas patatas.
No tardé mucho en pedir algo para llevar y algo conmigo. Pero mientras viajaba de vuelta, me di cuenta de dos situaciones paralelas: una de ellas era que reconocía a Zöe en la distancia. Verla me trajo algo de nostalgia, ya que no nos veíamos desde antes de la guerra, por lo que sentía que teníamos bastantes cosas que contarnos. Pero había algo curioso. Además de estar conversando con alguien que no conocía junto con quien después reconocí como la que me hizo el bastón, me di cuenta que tenía a un pequeño a su lado. Uno que estaba a su lado y la trataba muy cariñosamente. Por un momento pensé que podría ser Gwynn, pero esa idea se descartó por el hecho de que este chico estaba vestido. Si, suena raro que lo diga de esa forma, pero Gwynn y las ropas eran como el agua y el aceite, jamás combinados.
- Zöe, tanto tiempo – me acerqué al pequeño grupo que se armó improvisadamente, mientras me di cuenta de la segunda situación… y es que si iba con mis patatas, iba a arruinarle la socialización a Leveru. Y aunque no hablaba precisamente para ser una conquistadora, supuse que le hacía bien que una borrasha como ella le hablara a otros borrashos - ¿Tienen hambre? - ofrecí las patatas, considerando que Leveru no iba a extrañarlas.
--
Off: Interactuo con Zöe, Uri, Alward y Reivy
- … ¿Acaso no llevabas un arco contigo en los viajes?
- … ¿Eso creo?
Leveru por alguna razón se había fijado en un detalle que se me escapó en mis relatos de mis viajes. Había salido de las islas con él, creo que estuvo en aquella experiencia nebulosa que tuve con Zöe, Gwynn y Wood (digo nebulosa porque no recuerdo qué pasó después de cierto punto de esa historia), y desde que adquirí el bastón en el mercado que no recuerdo haberlo visto. ¿Acaso lo perdí en algún punto de mis viajes?
- … ¡¿Como puede ser que no recuerde donde lo dejé?!
- … Y estabas preocupada de que nos devolvieran las armas equivocadas al salir.
Mi cabeza recostada en la madera de la mesa del bar donde estábamos, mientras me sumía en la vergüenza absoluta de tener una memoria catastrófica. Habíamos llegado hace algo menos de una hora y veíamos con Leveru la gente que llegaba. Habían algunas caras conocidas, otras eran completamente ajenas, otras… pues, preferí evitar. Pero todos coincidían en que dejaban sus cosas atrás. Creo que el peor caso fue Eltrant por sacarse todo eso al entrar. Estuve a punto de ir a saludarlo, pero me di cuenta que otra gente fue a verlo, y es que podía entender que alguien tan fuerte como él se rodeara de gente fuerte e importante.
- Si lo miras desde cierto punto de vista, probablemente algún viajero lo encontró por ahí y estará destinado a ser la primera arma de un gran héroe… o quizás terminó en manos de un bandido.
Como siempre, Leveru era experta en hacerme sentir bien.
Por cierto, eso fue puro sarcasmo.
- … creo que iré a buscar algo para comer – le mencioné mientras me levantaba de la mesa. Una botella vacía delataba que nuevamente era el terror del alcohol.
- ¿Puedes traerme unas patatas al vapor? Necesitaré algo para evitar que el alcohol me caiga pesado y me deje borracha.
- … tu nunca te emborrashas.
- Pero no vamos a perder las costumbres, ¿verdad?
- Lo haré, pero porque sé que no puedes dejar tu adicción a las patatas.
- Gracias, te amo y eres la mejor amiga que existe en este mundo mundial.
No pude evitar reírme mientras revoleaba mis ojos. Sé que no tendría problemas con el alcohol ni nada de eso, aunque no contaba conque sus ojos se desviaran a un trasero de alguien que pasaba por ahí. Se demoró algunos segundos en darse cuenta que ese trasero tenía dueña: una chica de pelo castaño rojizo, con una actitud bastante fuerte y con apariencia peligrosa, en comparación a la gente que había cerca.
En condiciones ideales, Leveru hubiera ido a su lado, sentarse como si nada y tratar de hacer una conversación, o más bien cortejo, digno de alguien que no sabe lo que hace. Es decir, era ver como un pez decidido a caminar abandonaba el mar. Pero, creo que por la fortuna de su situación, desistió de la idea después de pensar por un rato el qué decirle. Más bien, no es que le faltaran lineas de cortejo ni nada por el estilo, pero por alguna razón su cabeza se llenaba de pesimismo adelantado que evitaba que hiciera algún movimiento. Pensamientos como “¿Para qué molestarse?”, “No creo que me note”, cosas como esa.
Odiaba eso. La Leveru que conocí por tantos años le importaba un rábano el que le dijeran, simplemente lo hacía. Pero ahora simplemente dejaba de hacer cosas por culpa de esa tristeza que sentía constantemente.
Me quedé viendola sin remedio. No, no crean que era tan desalmada como para dejar de mirarla por un rato, sobre todo en su condición, pero no quería interferir o decir algo al respecto. Me había alegrado un momento al ver que se movía a la barra, pero solo se acercó a pedir algo sin decir nada más.
Bueno, en realidad dijo algo, pero nada que realmente fuera algo digno de alguien que busca socializar:
- Este es un trago llamado Kvass – dijo mientras sostenía la jarra, mirándola desde abajo – Nació en el año 822 debido a que la sequía que hubo en las islas Illidenses hizo que el precio del alcohol se disparara. Por la desesperación, un hombre llamado Edeglard Kvass logró fermentar cerveza a base de pan de centeno – dicho eso, comenzó a beber de la jarra sin detenerse hasta que no quedó nada de ella, haciendo una notoria inhalación después de aguantar tanto tiempo sin respirar - … deme otra, por favor.
En ese momento, me di cuenta de dos cosas: las habilidades sociales de Leveru eran paupérrimas… y que realmente iba a necesitar esas patatas.
No tardé mucho en pedir algo para llevar y algo conmigo. Pero mientras viajaba de vuelta, me di cuenta de dos situaciones paralelas: una de ellas era que reconocía a Zöe en la distancia. Verla me trajo algo de nostalgia, ya que no nos veíamos desde antes de la guerra, por lo que sentía que teníamos bastantes cosas que contarnos. Pero había algo curioso. Además de estar conversando con alguien que no conocía junto con quien después reconocí como la que me hizo el bastón, me di cuenta que tenía a un pequeño a su lado. Uno que estaba a su lado y la trataba muy cariñosamente. Por un momento pensé que podría ser Gwynn, pero esa idea se descartó por el hecho de que este chico estaba vestido. Si, suena raro que lo diga de esa forma, pero Gwynn y las ropas eran como el agua y el aceite, jamás combinados.
- Zöe, tanto tiempo – me acerqué al pequeño grupo que se armó improvisadamente, mientras me di cuenta de la segunda situación… y es que si iba con mis patatas, iba a arruinarle la socialización a Leveru. Y aunque no hablaba precisamente para ser una conquistadora, supuse que le hacía bien que una borrasha como ella le hablara a otros borrashos - ¿Tienen hambre? - ofrecí las patatas, considerando que Leveru no iba a extrañarlas.
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Última edición por Siria el Lun Sep 09 2019, 15:32, editado 1 vez
Siria
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Y se propicio el caos, en un momento tras las palabras del hombre dos cosas pasaron atropellando los sentidos de la elfa caso como ser el péndulo de un troll, un roedor que corrió por la mesa rápido y batallando con su pantalón, y una vocecita familiar que chocó con todo su ser y vio una copa justo en su cara.
El hombre soltó su interesante decálogo a la dama del velo negro y a todos quiénes le oían, mientras que una Alisha entusiasta contaba una gran proesa, y aunque el celeste vestido de una tela que parecía bordada por las estrellas debido al brillo propio se vio en riesgo de mancharse,la elfa un poco más alta que la otra dama, le prendió de un abrazo.- No pierdes tiempo!!! Ah el el Sango - se sacó el nombre de la manga pues con todo el caos eso había alcanzado a oír y se quedó con la mano extendida a la otra dama.-Ammm, vamos a esa cacería y cata incluída! El tiene una jarra justo en este momento, y le estaba por decir que se dejó de celebrar esto por cuestión de que al irse el enemigo en común, volvieron las riñas raciales.
Explicó sin soltar a Alisha y el peso de su corazón lo sentía más ligero, al menos sabía que alguien estaba alegre de su presencia, y pensó en ese licor de limón, que la dejo de nuevo pensativa en el sabor que podría tener. entonces de reojo entre la agitación de Alisha y malabares para no manches el vestido con su propia copa vio algo que la dejo adorada de la versatilidad de criaturas en el mundo, una rana una gigantesca mariposa y un ratón compartían comida y charla. Vaya variopinta de personalidades. -Creo que debería esto celebrarse mínimo cada 5 años.
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Interacción con Alisha, Sango, Nahir y con un remolino de caos entre un ratón que la hizo ver a una rana y a Ruru. A por esos cazavampiros!!!
El hombre soltó su interesante decálogo a la dama del velo negro y a todos quiénes le oían, mientras que una Alisha entusiasta contaba una gran proesa, y aunque el celeste vestido de una tela que parecía bordada por las estrellas debido al brillo propio se vio en riesgo de mancharse,la elfa un poco más alta que la otra dama, le prendió de un abrazo.- No pierdes tiempo!!! Ah el el Sango - se sacó el nombre de la manga pues con todo el caos eso había alcanzado a oír y se quedó con la mano extendida a la otra dama.-Ammm, vamos a esa cacería y cata incluída! El tiene una jarra justo en este momento, y le estaba por decir que se dejó de celebrar esto por cuestión de que al irse el enemigo en común, volvieron las riñas raciales.
Explicó sin soltar a Alisha y el peso de su corazón lo sentía más ligero, al menos sabía que alguien estaba alegre de su presencia, y pensó en ese licor de limón, que la dejo de nuevo pensativa en el sabor que podría tener. entonces de reojo entre la agitación de Alisha y malabares para no manches el vestido con su propia copa vio algo que la dejo adorada de la versatilidad de criaturas en el mundo, una rana una gigantesca mariposa y un ratón compartían comida y charla. Vaya variopinta de personalidades. -Creo que debería esto celebrarse mínimo cada 5 años.
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Interacción con Alisha, Sango, Nahir y con un remolino de caos entre un ratón que la hizo ver a una rana y a Ruru. A por esos cazavampiros!!!
Aradia Hazelmere
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Demasiada gente, demasiada como para poder respirar. Por el momento no sentía nada, o al menos no algo que la hiciera brincar de donde estaba con el deseo de cumplir aquello que su cuerpo dictaba. Aún así era como si lo esperara de un momento a otro, y el solo pensar en ello lograba cerrarle la garganta, dificultando su respiración.
La mano de Sena era una pequeña ancla para mantenerla ocupada en algo que no fueran sus propios pensamientos; los dedos de la dragona se entrecruzaron con los de la vampiro y su pulgar acaricio suavemente el dorso de su pequeña mano. -¿Estas bien mami?- Oromë miraba a nada ni a nadie en particular, pero desvió sus ojos para encontrarse con los de Sena. -Aquí no es tan malo- Una de las principales razones por las que se mantenía alejada de Ciudad Lagarto era porque sin importar donde mirara, siempre habría alguien que necesitaba de cuidados médicos. Go'el se hacía una fortuna atendiendo a una gran parte de ellos, pero siempre estaba el grupo que era imposible de ayudar con solo cerrar sus heridas o brebajes; ese era el mas extenso y el que mantenía a la dragona fuera de si.
No sabía describirlo, pero era como si todo el mundo gritara a milímetros de sus orejas que les ayudara, sin importar cuanto se tapara los oídos para acallarlos y que nunca, jamas, se callaran. Minutos, horas, días, semanas y así constantemente escuchando otras voces que rogaban por ella al punto de olvidarse como se escuchaba ella misma. Era insoportable.
De no ser por las habilidades de su anaia y que tomaba lo que fuera que él le diera para mantenerla tranquila y dócil como un minino, probablemente ya se habría apuñalado los tímpanos en busca de paz.
Ignoró tantas cosas a su alrededor, como si estuviera vacía, pero este vacío era silencioso y le gustaba más que el bullicio que se asomaba lejos de sus escudos mentales... o mas o menos, hasta que Asher hizo acto de presencia. La dragona se permitió asomarse un poco por detrás de sus pesadas cortinas y le dedicó una pequeña sonrisa y muy pocas palabras. -Había olvidado que el perro tiene buen olfato.-1 Lo observó de manera perezosa de pies a cabeza y dejó a su primo decir lo que le viniera en gana, mientras que Sena fruncía el ceño y sostenía su cuaderno de dibujos sobre su pecho. Para suerte de todos -o tal vez solo la de Asher- este se fue sin más y Oromë lo siguió con la mirada, para encontrarse en primer lugar con el rostro de un hombre que la miraba de lejos y en segundo, un rostro que no la reconocería en esta piel que ahora llevaba. A pesar de que se sentía un poco apagada, algo en ella se estrujó2.
Matt no tardó en hacer su acercamiento hacía ella, como de costumbre hablando idioteces, pero la dragona lo dejó pasar... mas o menos. Giró su cabeza muy lentamente y algo torcida para poder verlo de lleno -¿No es suficiente con que lleves una maldición Matt?... ¿Te has preguntado cual sería el precio a pagar para que te lo quite? Yo sí-3 Desvió su mirada hacía Eyre y luego de regresó a él, pero no dijo más nada del asunto.
No, en realidad no tenía la menor idea de si era posible, pero si de algo estaba segura, era que Matt probablemente no aceptaría el pago necesario para ser libre. Tal vez esa pequeña mención fuera suficiente para que se callara... Desde ya sabía muy en el fondo que estaba equivocada, Owens nunca cerraba su bocota.
-¡Helena!- Era la primera vez desde que hicieron el recorrido desde la ciudad que Oromë elevaba el tono de voz, y encima para dirigirse a la mujer que menos soportaba. -¿Has visto al hombre bestia pomposo con su enorme corona? Yo que tu no dejaría de mirarlo en ningún momento.-4 Hizo hincapié en lo de "ningún momento" de tal forma que no dejara dudas de que merecía y debía a pura obligación, vigilarlo con o sin la aprobación de Matt. "Cuidado... cuidado" se repetía a si misma.
Era más que probable que la bruja pusiera pegas al respecto y podría haber dicho o hecho antes, algo que la pusiera en su lugar. Ahora era diferente, su atención estaba en otros cosas; una de ellas aquel hombre que la había mirado desde lejos que ahora buscaba complacer a Matt. -¿Quien dijo que somos amigos?- Preguntó a nadie mientras torcía su cabeza con dudas.
-Tu intuición es algo correcta, podría arrancarte algo más que el brazo. Y no trato de ocultarlo, pero ¿Quién aquí no podría hacer lo mismo que yo? No somos más que lobos disfrazados de ovejas-5 Le sonrió suavemente a Tatsuya con lo justo de ferocidad detrás de aquella pequeña mueca.
N°1: Habla con Asher
N°2: Mencion a Alward
N°3: Habla con Matt
N°4: Habla con Helena
N°5 Habla con Tatsuya.
La mano de Sena era una pequeña ancla para mantenerla ocupada en algo que no fueran sus propios pensamientos; los dedos de la dragona se entrecruzaron con los de la vampiro y su pulgar acaricio suavemente el dorso de su pequeña mano. -¿Estas bien mami?- Oromë miraba a nada ni a nadie en particular, pero desvió sus ojos para encontrarse con los de Sena. -Aquí no es tan malo- Una de las principales razones por las que se mantenía alejada de Ciudad Lagarto era porque sin importar donde mirara, siempre habría alguien que necesitaba de cuidados médicos. Go'el se hacía una fortuna atendiendo a una gran parte de ellos, pero siempre estaba el grupo que era imposible de ayudar con solo cerrar sus heridas o brebajes; ese era el mas extenso y el que mantenía a la dragona fuera de si.
No sabía describirlo, pero era como si todo el mundo gritara a milímetros de sus orejas que les ayudara, sin importar cuanto se tapara los oídos para acallarlos y que nunca, jamas, se callaran. Minutos, horas, días, semanas y así constantemente escuchando otras voces que rogaban por ella al punto de olvidarse como se escuchaba ella misma. Era insoportable.
De no ser por las habilidades de su anaia y que tomaba lo que fuera que él le diera para mantenerla tranquila y dócil como un minino, probablemente ya se habría apuñalado los tímpanos en busca de paz.
Ignoró tantas cosas a su alrededor, como si estuviera vacía, pero este vacío era silencioso y le gustaba más que el bullicio que se asomaba lejos de sus escudos mentales... o mas o menos, hasta que Asher hizo acto de presencia. La dragona se permitió asomarse un poco por detrás de sus pesadas cortinas y le dedicó una pequeña sonrisa y muy pocas palabras. -Había olvidado que el perro tiene buen olfato.-1 Lo observó de manera perezosa de pies a cabeza y dejó a su primo decir lo que le viniera en gana, mientras que Sena fruncía el ceño y sostenía su cuaderno de dibujos sobre su pecho. Para suerte de todos -o tal vez solo la de Asher- este se fue sin más y Oromë lo siguió con la mirada, para encontrarse en primer lugar con el rostro de un hombre que la miraba de lejos y en segundo, un rostro que no la reconocería en esta piel que ahora llevaba. A pesar de que se sentía un poco apagada, algo en ella se estrujó2.
Matt no tardó en hacer su acercamiento hacía ella, como de costumbre hablando idioteces, pero la dragona lo dejó pasar... mas o menos. Giró su cabeza muy lentamente y algo torcida para poder verlo de lleno -¿No es suficiente con que lleves una maldición Matt?... ¿Te has preguntado cual sería el precio a pagar para que te lo quite? Yo sí-3 Desvió su mirada hacía Eyre y luego de regresó a él, pero no dijo más nada del asunto.
No, en realidad no tenía la menor idea de si era posible, pero si de algo estaba segura, era que Matt probablemente no aceptaría el pago necesario para ser libre. Tal vez esa pequeña mención fuera suficiente para que se callara... Desde ya sabía muy en el fondo que estaba equivocada, Owens nunca cerraba su bocota.
-¡Helena!- Era la primera vez desde que hicieron el recorrido desde la ciudad que Oromë elevaba el tono de voz, y encima para dirigirse a la mujer que menos soportaba. -¿Has visto al hombre bestia pomposo con su enorme corona? Yo que tu no dejaría de mirarlo en ningún momento.-4 Hizo hincapié en lo de "ningún momento" de tal forma que no dejara dudas de que merecía y debía a pura obligación, vigilarlo con o sin la aprobación de Matt. "Cuidado... cuidado" se repetía a si misma.
Era más que probable que la bruja pusiera pegas al respecto y podría haber dicho o hecho antes, algo que la pusiera en su lugar. Ahora era diferente, su atención estaba en otros cosas; una de ellas aquel hombre que la había mirado desde lejos que ahora buscaba complacer a Matt. -¿Quien dijo que somos amigos?- Preguntó a nadie mientras torcía su cabeza con dudas.
-Tu intuición es algo correcta, podría arrancarte algo más que el brazo. Y no trato de ocultarlo, pero ¿Quién aquí no podría hacer lo mismo que yo? No somos más que lobos disfrazados de ovejas-5 Le sonrió suavemente a Tatsuya con lo justo de ferocidad detrás de aquella pequeña mueca.
N°1: Habla con Asher
N°2: Mencion a Alward
N°3: Habla con Matt
N°4: Habla con Helena
N°5 Habla con Tatsuya.
Oromë Vánadóttir
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
-No voy a entregar mis armas a un monje. – refunfuñé al brujo. Jules quería entrar a toda costa en esa dichosa plaza. Pero aquel monje no parecía por la labor de dejarnos pasar a menos que abandonáramos nuestras armas. Algo que yo no estaba dispuesta a hacer. – De ninguna manera.
-Vamos, Anastasia. Siempre vamos a donde tú quieres. ¿Por qué no puedes ceder aunque sea una vez? – preguntó mostrándome un rostro de súplica y una sonrisilla que incluso podía derrotar mis férrea voluntad de no despegarme de mi equipo.
Odiaba las fiestas. Si ya de por mí tenía poca alegría por mí misma, el hecho de que me metieran en una fiesta se me hacía igual de pesado. Pero al brujo le encantaban y las parejas teníamos que ceder de vez en cuando, ¿no? Supongo que por un día no pasaría nada. Puse los ojos en blanco, miré al cielo y se las di.
-Cuídala bien, como le pase algo a mi ballesta te rev… - Jules tiró de mi mano cuyo índice amenazaba sentenciante al monje, no dejando terminar mi frase.
-Quiere decir que te revela un secreto. Su arma, es muy preciada. Pertenecía a su abuela. Y tiene una manufactura exquisita. Así que como sé que eres alguien responsable, sé que la cuidarás, ¿me equivoco? – Se excusó con el monje, sonriéndole y guiñándole un ojo, mientras agarraba fuerte mi mano. No era eso lo que iba a decir yo exactamente, pero supongo que valdría. El brujo tiró de mí hacia el interior de la dichosa plaza, a la que llegamos de la mano, él unos pasos delante.
Tendí mi vista hacia el público en general. Estaba abarrotado y la gente iba pasada de alcohol. A mí no es que me gustara mucho, pero desde luego sería la manera más rápida de pasar ese incordio. Así que no tardé en beber un par de copas. Quizás aquello cambiara mi estado de humor. Si bien es cierto que hacía tanto tiempo que no bebía, que no tardaría en encontrarme ligeramente mareada.
Jules hablaba mientras tanto con algunas personas que conocía. Él había vivido en los bosques del este. Y yo, mientras tanto, en un segundo plano a su lado. Me movía inquieta mientras me presentaba a sus amigos y simplemente les devolvía una sonrisilla cuando me devolvían la mirada, mientras me “divertía” mirando codornices en el cielo y acompañando tragos. Aquello era aburrido a más no poder. ¿Quién quería comer y beber cuando podía estar haciendo cosas interesantes como trabajar?
Un grupo cercano al nuestro me hizo desviar la atención. Concretamente, el de una chica que se encontraba en un pequeño grupo a un lado. La miré durante unos segundos.
-Me gusta tu vestido. ¿Dónde lo has comprado? – comenté a la tipa de piel negra de al lado. Encima creía haberla visto en alguna parte. - ¿Eres nórgeda? – le pregunté indiscretamente mientras le daba un trago más a la bebida. ¿Por qué cuando me emborrachaba se me ponía la voz ronca?
Pero pronto me olvidé de ella por el alcohol. Independientemente de lo que me respondiera, una palabra mucho más jugosa llamó mi atención. Una chica de su grupo había dicho algo de cazavampiros. ¡Por fin alguien hablaba de trabajo! Me puse entre ambas, una orejas picudas y otra que aún no había reconocido como vampiro. Era ostensiblemente más alta que ellas.
-Disculpa. ¿He oído algo de que estás buscando cazavampiros? ¿Habláis de ir de cacería? – me entrometí de manera violenta en el grupito cual chismosa. Algo que no haría de encontrarme sobria. La suerte de aquella chica, era que con las copas de más no la reconocía como una chupasangres. – Yo soy la más reconocida cazavampiros de Aerandir. Mirad si soy buena que colecciono sus asquerosos colmillos en un foso, bajo mi mansión y creo que en una semana llegaré a los trescientos. Uno por víctima. – Miré a los alrededores. – Es una pena que en un sitio decente como este no los dejen entrar, porque si no te haría una demostración. – Comenté lamentando de que no hubiese ningún vampiro a nuestro lado. Y me quedé mirando fíjamente a la chica. Pero mi rostro comenzó a torcerse. Aún ebria, podía distinguir a un chupasangres con sólo mirarle a los ojos. Eran demasiados años de experiencia. – Espera. ¿Tú no serás…? – Pregunté comenzando a fruncir el ceño.
Pero Jules volvió a aparecer en el momento idóneo para desviar mi atención y conseguir que me olvidara de ella. Jules la había reconocido, pero a diferencia de mí, él no odiaba a los vampiros. Por lo tanto, trató de evitar que aquella fiesta se convirtiera en un festín de sangre. Y lo consiguió. - ¡Oh, Anastasia! ¿Estás haciendo amigos, eh? – preguntó.
-No son mis amigos… - repliqué al brujo de mala gana, ya trabándome la lengua, mientras dirigía la copa de nuevo a mis labios. El brujo me tomó por la muñeca con suavidad y me la quitó. - ¡Eh! ¡Esa copa es mía! – protesté.
-He oído por ahí que igual no hay bebida para todos. - Así que mejor la guardamos para más tarde, ¿no te parece? – ¿No hay más alcohol? ¡Pues menuda porquería de fiesta! Pero me encogí de hombros, sin decir nada. Siguió tomando mi mano con elegancia y sin soltarme se puso delante de mí y se dirigió al grupo de chicas al que me había dirigido. Con una sonrisa y la clase que solaba gastar. – Bueno, señoritas, Madame Boisson y yo debemos irnos, se nos hace tarde. Espero que tengan una buena velada y que disfruten del Día de la Alianza. – y les sonrió.
A continuación, tiró de mi mano y me hizo seguir caminando. Aunque yo ya iba claramente a trompicones y andando desacompasadamente. Ya despeinada y mirando a todos lados.
-Cuando me llamas Madame Boisson y me tomas de la mano me “inspiras” mucho. – dije, caminando detrás de él. – Oye, Jules, ¿no habrá un huequecito por ahí donde podamos desfogar un poco?
Soltó una carcajada. – No era mala idea. Pero no estoy seguro de que sea lo que quieres. Y tampoco creo que nos interese que nos echen de la fiesta por armar un escándalo público. – comentó a modo bromista. - Pero te tomo la palabra para cuando vuelva la Anastasia malhumorada, que sólo piensa en cazar vampiros y que quiere hacer ese tipo de cosas una vez al mes.
-¿Una vez al mes? – comenté. - ¡Qué rancia la susodicha!
-Dímelo a mí… - resopló con una ironía que por mi estado no logré entender. – Venga. Vayamos a buscar a alguien más.
Y seguimos perdiéndonos entre la gente.
Interactúo con, Alisha, Nahir y menciono a Aradia. ¿Así que a por cazavampiros, eh? Venid a por mí si tenéis narices, guapos. Fuera de ello, estoy abierta a cualquier interacción.
-Vamos, Anastasia. Siempre vamos a donde tú quieres. ¿Por qué no puedes ceder aunque sea una vez? – preguntó mostrándome un rostro de súplica y una sonrisilla que incluso podía derrotar mis férrea voluntad de no despegarme de mi equipo.
Odiaba las fiestas. Si ya de por mí tenía poca alegría por mí misma, el hecho de que me metieran en una fiesta se me hacía igual de pesado. Pero al brujo le encantaban y las parejas teníamos que ceder de vez en cuando, ¿no? Supongo que por un día no pasaría nada. Puse los ojos en blanco, miré al cielo y se las di.
-Cuídala bien, como le pase algo a mi ballesta te rev… - Jules tiró de mi mano cuyo índice amenazaba sentenciante al monje, no dejando terminar mi frase.
-Quiere decir que te revela un secreto. Su arma, es muy preciada. Pertenecía a su abuela. Y tiene una manufactura exquisita. Así que como sé que eres alguien responsable, sé que la cuidarás, ¿me equivoco? – Se excusó con el monje, sonriéndole y guiñándole un ojo, mientras agarraba fuerte mi mano. No era eso lo que iba a decir yo exactamente, pero supongo que valdría. El brujo tiró de mí hacia el interior de la dichosa plaza, a la que llegamos de la mano, él unos pasos delante.
Tendí mi vista hacia el público en general. Estaba abarrotado y la gente iba pasada de alcohol. A mí no es que me gustara mucho, pero desde luego sería la manera más rápida de pasar ese incordio. Así que no tardé en beber un par de copas. Quizás aquello cambiara mi estado de humor. Si bien es cierto que hacía tanto tiempo que no bebía, que no tardaría en encontrarme ligeramente mareada.
Jules hablaba mientras tanto con algunas personas que conocía. Él había vivido en los bosques del este. Y yo, mientras tanto, en un segundo plano a su lado. Me movía inquieta mientras me presentaba a sus amigos y simplemente les devolvía una sonrisilla cuando me devolvían la mirada, mientras me “divertía” mirando codornices en el cielo y acompañando tragos. Aquello era aburrido a más no poder. ¿Quién quería comer y beber cuando podía estar haciendo cosas interesantes como trabajar?
Un grupo cercano al nuestro me hizo desviar la atención. Concretamente, el de una chica que se encontraba en un pequeño grupo a un lado. La miré durante unos segundos.
-Me gusta tu vestido. ¿Dónde lo has comprado? – comenté a la tipa de piel negra de al lado. Encima creía haberla visto en alguna parte. - ¿Eres nórgeda? – le pregunté indiscretamente mientras le daba un trago más a la bebida. ¿Por qué cuando me emborrachaba se me ponía la voz ronca?
Pero pronto me olvidé de ella por el alcohol. Independientemente de lo que me respondiera, una palabra mucho más jugosa llamó mi atención. Una chica de su grupo había dicho algo de cazavampiros. ¡Por fin alguien hablaba de trabajo! Me puse entre ambas, una orejas picudas y otra que aún no había reconocido como vampiro. Era ostensiblemente más alta que ellas.
-Disculpa. ¿He oído algo de que estás buscando cazavampiros? ¿Habláis de ir de cacería? – me entrometí de manera violenta en el grupito cual chismosa. Algo que no haría de encontrarme sobria. La suerte de aquella chica, era que con las copas de más no la reconocía como una chupasangres. – Yo soy la más reconocida cazavampiros de Aerandir. Mirad si soy buena que colecciono sus asquerosos colmillos en un foso, bajo mi mansión y creo que en una semana llegaré a los trescientos. Uno por víctima. – Miré a los alrededores. – Es una pena que en un sitio decente como este no los dejen entrar, porque si no te haría una demostración. – Comenté lamentando de que no hubiese ningún vampiro a nuestro lado. Y me quedé mirando fíjamente a la chica. Pero mi rostro comenzó a torcerse. Aún ebria, podía distinguir a un chupasangres con sólo mirarle a los ojos. Eran demasiados años de experiencia. – Espera. ¿Tú no serás…? – Pregunté comenzando a fruncir el ceño.
Pero Jules volvió a aparecer en el momento idóneo para desviar mi atención y conseguir que me olvidara de ella. Jules la había reconocido, pero a diferencia de mí, él no odiaba a los vampiros. Por lo tanto, trató de evitar que aquella fiesta se convirtiera en un festín de sangre. Y lo consiguió. - ¡Oh, Anastasia! ¿Estás haciendo amigos, eh? – preguntó.
-No son mis amigos… - repliqué al brujo de mala gana, ya trabándome la lengua, mientras dirigía la copa de nuevo a mis labios. El brujo me tomó por la muñeca con suavidad y me la quitó. - ¡Eh! ¡Esa copa es mía! – protesté.
-He oído por ahí que igual no hay bebida para todos. - Así que mejor la guardamos para más tarde, ¿no te parece? – ¿No hay más alcohol? ¡Pues menuda porquería de fiesta! Pero me encogí de hombros, sin decir nada. Siguió tomando mi mano con elegancia y sin soltarme se puso delante de mí y se dirigió al grupo de chicas al que me había dirigido. Con una sonrisa y la clase que solaba gastar. – Bueno, señoritas, Madame Boisson y yo debemos irnos, se nos hace tarde. Espero que tengan una buena velada y que disfruten del Día de la Alianza. – y les sonrió.
A continuación, tiró de mi mano y me hizo seguir caminando. Aunque yo ya iba claramente a trompicones y andando desacompasadamente. Ya despeinada y mirando a todos lados.
-Cuando me llamas Madame Boisson y me tomas de la mano me “inspiras” mucho. – dije, caminando detrás de él. – Oye, Jules, ¿no habrá un huequecito por ahí donde podamos desfogar un poco?
Soltó una carcajada. – No era mala idea. Pero no estoy seguro de que sea lo que quieres. Y tampoco creo que nos interese que nos echen de la fiesta por armar un escándalo público. – comentó a modo bromista. - Pero te tomo la palabra para cuando vuelva la Anastasia malhumorada, que sólo piensa en cazar vampiros y que quiere hacer ese tipo de cosas una vez al mes.
-¿Una vez al mes? – comenté. - ¡Qué rancia la susodicha!
-Dímelo a mí… - resopló con una ironía que por mi estado no logré entender. – Venga. Vayamos a buscar a alguien más.
Y seguimos perdiéndonos entre la gente.
Interactúo con, Alisha, Nahir y menciono a Aradia. ¿Así que a por cazavampiros, eh? Venid a por mí si tenéis narices, guapos. Fuera de ello, estoy abierta a cualquier interacción.
Anastasia Boisson
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Tan solo sus ojos se apartaron de pelirrojo cuando una voz femenina se unió a la conversación. Volvió el cuerpo para poder ver de quien se trataba. Era una elfa, no la conocía. Esta parecía haber llegado para satisfacer la curiosidad y las ansias de conversación del humano, al parecer ella sí conocía de la historia de la alianza.
La bruja frunció el ceño al escuchar lo que el humano pensaba al respecto de todo aquello.
Interesante…
Pensó la bruja empezando a darle forma a aquel pensamiento en su cabeza. Levantó de nuevo el vaso para darle otro trago, el último, se le había hecho corto. Lo dejó sobre la mesa intentando buscar con la mirada otro con el que substituirlo.
Entonces Amit pasó corriendo por la mesa, sorprendiendo a la bruja y tirando el vaso vacío. No pudo evitar recordar los días que compartió con aquel ratón, parecía muy diferente, al parecer aquel festejo estaba animando a todo el mundo.
Sango continuo con sus hipótesis, y Nahir centró toda su atención en él, sentía curiosidad por el rumbo que estaba tomando aquella conversación.
- Si, parece casi imposible que todos podamos estar aquí sin que salten chispas. – alargó el cuerpo encima de la mesa, apoyando una mano en la misma, para poder coger una copa. – Si te pones a pensarlo, con todos los acontecimientos ocurridos en el pasado, siempre es más fácil que estas cosas se olviden o se pasen por alto. Basta con una simple pelea entre razas para que una de las dos deje de asistir a una celebración como esta. ¿Cuántas veces debe faltar uno a algo así para que deje de ser una tradición? Si tus antepasados no te han informado de la alianza o te han hablado negativamente del tema, ahí tienes el olvido. Por poner un ejemplo…- se había arrancado a hablar, aunque se había prometido a sí misma que no hablaría demasiado. Se llevó la copa a los labios intentando ponerse fin.
Aunque… todos se habían presentado, sería una falta de respeto no hacerlo ella también.
- Nahir. – añadió cuando la elfa pareció quedarse en blanco a la hora de presentar.
Cogió la copa con ambas manos, mirando un poco a su alrededor. Una joven se acercaba a ellos, así que provechó la intimidad que le daba el velo para examinar bien sus facciones, le resultaba familiar. No pudo evitar ponerse un poco tensa.
- En las islas se hace buena ropa… - respondió la bruja sin dar mucho detalle. No, no podía conocer a aquella joven, seguro que lo recordaría, pensaba la bruja tranquilizándose a sí misma. Agradeció que su interés se centrara rápidamente en la elfa y su amiga, lo celebró dándole un largo trago a su copa de vino.
- ¿Entonces no crees que eso sea una casualidad? – reanudó su conversación con el humano señalando al cielo con el dedo índice. – “¿consecuencia de los actos de alguien?” Debería de tratarse de alguien muy poderoso, ¿no? – buscó una jarra llena en la mesa y se la entregó al pelirrojo, seguro que el alcohol hacía aquella conversación más interesante.
La bruja frunció el ceño al escuchar lo que el humano pensaba al respecto de todo aquello.
Interesante…
Pensó la bruja empezando a darle forma a aquel pensamiento en su cabeza. Levantó de nuevo el vaso para darle otro trago, el último, se le había hecho corto. Lo dejó sobre la mesa intentando buscar con la mirada otro con el que substituirlo.
Entonces Amit pasó corriendo por la mesa, sorprendiendo a la bruja y tirando el vaso vacío. No pudo evitar recordar los días que compartió con aquel ratón, parecía muy diferente, al parecer aquel festejo estaba animando a todo el mundo.
Sango continuo con sus hipótesis, y Nahir centró toda su atención en él, sentía curiosidad por el rumbo que estaba tomando aquella conversación.
- Si, parece casi imposible que todos podamos estar aquí sin que salten chispas. – alargó el cuerpo encima de la mesa, apoyando una mano en la misma, para poder coger una copa. – Si te pones a pensarlo, con todos los acontecimientos ocurridos en el pasado, siempre es más fácil que estas cosas se olviden o se pasen por alto. Basta con una simple pelea entre razas para que una de las dos deje de asistir a una celebración como esta. ¿Cuántas veces debe faltar uno a algo así para que deje de ser una tradición? Si tus antepasados no te han informado de la alianza o te han hablado negativamente del tema, ahí tienes el olvido. Por poner un ejemplo…- se había arrancado a hablar, aunque se había prometido a sí misma que no hablaría demasiado. Se llevó la copa a los labios intentando ponerse fin.
Aunque… todos se habían presentado, sería una falta de respeto no hacerlo ella también.
- Nahir. – añadió cuando la elfa pareció quedarse en blanco a la hora de presentar.
Cogió la copa con ambas manos, mirando un poco a su alrededor. Una joven se acercaba a ellos, así que provechó la intimidad que le daba el velo para examinar bien sus facciones, le resultaba familiar. No pudo evitar ponerse un poco tensa.
- En las islas se hace buena ropa… - respondió la bruja sin dar mucho detalle. No, no podía conocer a aquella joven, seguro que lo recordaría, pensaba la bruja tranquilizándose a sí misma. Agradeció que su interés se centrara rápidamente en la elfa y su amiga, lo celebró dándole un largo trago a su copa de vino.
- ¿Entonces no crees que eso sea una casualidad? – reanudó su conversación con el humano señalando al cielo con el dedo índice. – “¿consecuencia de los actos de alguien?” Debería de tratarse de alguien muy poderoso, ¿no? – buscó una jarra llena en la mesa y se la entregó al pelirrojo, seguro que el alcohol hacía aquella conversación más interesante.
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Interección: Sango, Huracán, Aradia, Alisha. Miraditas a Amit xd
Nahir
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Asintió a lo que dijo Asher.
Era un alivio saber que el lobo también intuía que podía pasar algo y él, a diferencia de los demás, podía convocar su espada en cualquier momento por lo que podía asumir que no estaban totalmente desarmados.
Después de oír las palabras de Asher volvió junto al grupo, notando enseguida que Lyn seguía conversando con Syl, o dedicándole un monologo acerca del uso y manteamiento correcto de las capas.
Intuía que Asher sabía algo acerca del extraordinariamente elevado número de capas que últimamente usaba Lyn. Los cálculos ni siquiera salían, no tenía dinero para comprar tanta capa, pero de alguna forma todos los días llevaba prendas de distintos colores.
¿Algo rúnico?
- Espacio personal, Lyn. – dijo según se acercó a ella, cruzándose de brazos.
- ¡Eh! ¡Sí la conversación le gusta no es acoso! – La ojiazul señaló a su compañero de forma acusadora instantes y después se giró de nuevo hacía Syl.
Obviando la respuesta de Lyn, Eltrant repasó el lugar con la mirada rápidamente.
Alward se había marchado en la breve ausencia que habían tenido él y Asher, definitivamente le había sucedido algo desde la última vez que lo vio. No le terminaba de gustar, pero lo dejó estar, ya hablaría con él más adelante y de forma más tranquila; no era el momento de ponerse a pensar en aquellas cosas.
De todos modos, se alegraba por él, Eltrant no había olvidado las veces en las que este le había mencionado que le gustaría ser un miembro de la guardia. El idealismo del que hacía gala Sevna, desde luego, iba a venirle bien a la organización.
Suspiró, pasándose la mano por la cara, incapaz de evitar pensar en su estancia como miembro de la guardia de Lunargenta. Esperaba que el ex-Stelliazo tuviese una mejor experiencia que él mismo.
Una voz profunda acorde al dueño de esta captó la atención de Eltrant: el hombre oso que se había presentado no demasiado tiempo atrás en la herrería se acercó al grupo.
- Naharu. – Respondió estrechando la mano del hombre. – Si tienes algún problema con el arma solo tienes que traérmela de nuevo. Honor de herrero y esas cosas. – Aseguró, esbozando una sonrisa. No le tomó por sorpresa que conociese a Asher, de hecho, su forma de ser le recordaba en cierto modo a la del lobo.
Lyn, entretanto, también había captado la atención del hombre-bestia, algo que cualquiera podía adivinar por el singular brillo que acababan de adquirir sus ojos.
- ¿Puedo…? – Extendió los brazos, Eltrant anticipó lo que iba a suceder a continuación. - ¿Darte un abrazo? – Preguntó dando varios saltitos en el sitio. – No ahora… - Aseveró algo abatida, cosa que se encargó de corregir inmediatamente, al mirar de nuevo a Naharu y sonreír ampliamente. - Pero… - Dio más saltos sin moverse, esta vez mientras giraba sobre sí misma. – Tan… esponjoso… - Musitó, realmente angustiada, dejó escapar un quejido. – Tan cerca, pero a la vez tan lejos. – Sacudió la cabeza e hizo como que se apoyaba en Eltrant adolorida.
Disimulaba bastante bien su condición, había empezado a parecer casi natural.
- Ea, ea… – Respondió entonces Eltrant casualmente, haciendo como que le daba palmadas en la cabeza. El que no pudiese tocar cosas al caer la noche era principalmente culpa suya después de todo.
- No soy una cría… - dijo Lyn, sorbiendo por la nariz con fuerza, limpiándose una lagrimilla, esta de verdad. – Te dejas en evidencia. No hagas el ridículo, Mortal. – Un usual “tick” se apoderó del ojo derecho del exmercenario.
- ¡Deja de comportarte como una, entonces! – Exclamó Eltrant, presa de una impotencia colosal al no poder, al menos, zarandearla.
Iba a hacer estallar algo. Tenía el guantelete puesto, podía hacerlo.
Sería terapéutico.
- ¡Oh! ¿¡Y que vas a hacer, pueblerino!? ¿¡Eh?! – Lyn se separó de Eltrant y, recuperando el buen humor de forma tan rápida como lo había perdido, lanzó un par de directos al aire frente a su acompañante. - ¡¿Lanzarme una patata!? – Aseguró. – ¡Vamos, vamos! ¡Ataca! – Exclamó atravesando la cabeza de su acompañante con las manos.
- ¡No… no hagas eso! – Trató de cubrirse la cara con sus manos sin ningún resultado. - ¡Que pares! -
- ¡Soy indoblegable! – Gritó Lyn según aceleraba el ritmo con el que traspasaba la cabeza de Eltrant.
Quizás no notase nada, pero no dejaba de ser molesto igualmente. Aunque tenía que admitir que la coordinación de su compañera era digna de tener en cuenta.
Miró a su alrededor, tratando de buscar algo que le ayudase aun cuando sabía que no iba a encontrar nada o, a unas malas, evitar ver las manos de Lyn a un palmo de sus ojos.
Pero solo vio a Huracán caminando en zig-zag, algo apoyada en su siempre inseparable Jules. ¿Estaba borracha? ¿Tan pronto? Un sudor frio recorrió su espalda, ni llegó a plantearse que hacía allí.
Evitó cruzar la mirada con ella por el momento, con la facilidad de la Centinela para emborracharse era una suerte que no fuese Tensai de fuego.
- ¡Asher, a ti te suele hacer más caso! ¿Níniel? … ¿Naharu? -
Off: Interactuo con: Asher, Syl, Naharu, Níniel y veo a Huracán de lejos. Si queréis acercaros a Elt podéis hacerlo :'D
Era un alivio saber que el lobo también intuía que podía pasar algo y él, a diferencia de los demás, podía convocar su espada en cualquier momento por lo que podía asumir que no estaban totalmente desarmados.
Después de oír las palabras de Asher volvió junto al grupo, notando enseguida que Lyn seguía conversando con Syl, o dedicándole un monologo acerca del uso y manteamiento correcto de las capas.
Intuía que Asher sabía algo acerca del extraordinariamente elevado número de capas que últimamente usaba Lyn. Los cálculos ni siquiera salían, no tenía dinero para comprar tanta capa, pero de alguna forma todos los días llevaba prendas de distintos colores.
¿Algo rúnico?
- Espacio personal, Lyn. – dijo según se acercó a ella, cruzándose de brazos.
- ¡Eh! ¡Sí la conversación le gusta no es acoso! – La ojiazul señaló a su compañero de forma acusadora instantes y después se giró de nuevo hacía Syl.
Obviando la respuesta de Lyn, Eltrant repasó el lugar con la mirada rápidamente.
Alward se había marchado en la breve ausencia que habían tenido él y Asher, definitivamente le había sucedido algo desde la última vez que lo vio. No le terminaba de gustar, pero lo dejó estar, ya hablaría con él más adelante y de forma más tranquila; no era el momento de ponerse a pensar en aquellas cosas.
De todos modos, se alegraba por él, Eltrant no había olvidado las veces en las que este le había mencionado que le gustaría ser un miembro de la guardia. El idealismo del que hacía gala Sevna, desde luego, iba a venirle bien a la organización.
Suspiró, pasándose la mano por la cara, incapaz de evitar pensar en su estancia como miembro de la guardia de Lunargenta. Esperaba que el ex-Stelliazo tuviese una mejor experiencia que él mismo.
Una voz profunda acorde al dueño de esta captó la atención de Eltrant: el hombre oso que se había presentado no demasiado tiempo atrás en la herrería se acercó al grupo.
- Naharu. – Respondió estrechando la mano del hombre. – Si tienes algún problema con el arma solo tienes que traérmela de nuevo. Honor de herrero y esas cosas. – Aseguró, esbozando una sonrisa. No le tomó por sorpresa que conociese a Asher, de hecho, su forma de ser le recordaba en cierto modo a la del lobo.
Lyn, entretanto, también había captado la atención del hombre-bestia, algo que cualquiera podía adivinar por el singular brillo que acababan de adquirir sus ojos.
- ¿Puedo…? – Extendió los brazos, Eltrant anticipó lo que iba a suceder a continuación. - ¿Darte un abrazo? – Preguntó dando varios saltitos en el sitio. – No ahora… - Aseveró algo abatida, cosa que se encargó de corregir inmediatamente, al mirar de nuevo a Naharu y sonreír ampliamente. - Pero… - Dio más saltos sin moverse, esta vez mientras giraba sobre sí misma. – Tan… esponjoso… - Musitó, realmente angustiada, dejó escapar un quejido. – Tan cerca, pero a la vez tan lejos. – Sacudió la cabeza e hizo como que se apoyaba en Eltrant adolorida.
Disimulaba bastante bien su condición, había empezado a parecer casi natural.
- Ea, ea… – Respondió entonces Eltrant casualmente, haciendo como que le daba palmadas en la cabeza. El que no pudiese tocar cosas al caer la noche era principalmente culpa suya después de todo.
- No soy una cría… - dijo Lyn, sorbiendo por la nariz con fuerza, limpiándose una lagrimilla, esta de verdad. – Te dejas en evidencia. No hagas el ridículo, Mortal. – Un usual “tick” se apoderó del ojo derecho del exmercenario.
- ¡Deja de comportarte como una, entonces! – Exclamó Eltrant, presa de una impotencia colosal al no poder, al menos, zarandearla.
Iba a hacer estallar algo. Tenía el guantelete puesto, podía hacerlo.
Sería terapéutico.
- ¡Oh! ¿¡Y que vas a hacer, pueblerino!? ¿¡Eh?! – Lyn se separó de Eltrant y, recuperando el buen humor de forma tan rápida como lo había perdido, lanzó un par de directos al aire frente a su acompañante. - ¡¿Lanzarme una patata!? – Aseguró. – ¡Vamos, vamos! ¡Ataca! – Exclamó atravesando la cabeza de su acompañante con las manos.
- ¡No… no hagas eso! – Trató de cubrirse la cara con sus manos sin ningún resultado. - ¡Que pares! -
- ¡Soy indoblegable! – Gritó Lyn según aceleraba el ritmo con el que traspasaba la cabeza de Eltrant.
Quizás no notase nada, pero no dejaba de ser molesto igualmente. Aunque tenía que admitir que la coordinación de su compañera era digna de tener en cuenta.
Miró a su alrededor, tratando de buscar algo que le ayudase aun cuando sabía que no iba a encontrar nada o, a unas malas, evitar ver las manos de Lyn a un palmo de sus ojos.
Pero solo vio a Huracán caminando en zig-zag, algo apoyada en su siempre inseparable Jules. ¿Estaba borracha? ¿Tan pronto? Un sudor frio recorrió su espalda, ni llegó a plantearse que hacía allí.
Evitó cruzar la mirada con ella por el momento, con la facilidad de la Centinela para emborracharse era una suerte que no fuese Tensai de fuego.
- ¡Asher, a ti te suele hacer más caso! ¿Níniel? … ¿Naharu? -
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Eltrant Tale
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Antes de irse con sus aires de grandeza y prepotencia, Helena se detuvo al escuchar su nombre. La que la llamaba era... ¿Oromë? Aún no entendía el por qué debía de ocultarse, pero poco le importaba en realidad.
-Como ordene, jefa-Se llevó una mano a la frente haciendo un mal saludo militar y acto seguido le dedicó una reverencia exagerada. Estaba especialmente vacilona aquel día. Quería divertirse y molestar a la gente a partes iguales, así que lo que la dragona le propuso no le parecía para nada una mala idea.
Tras eso, sí que se fue hacia el interior del recinto.
Paseaba con aire campante y tranquilo, observando a todo el mundo y a la vez a nadie. De pronto, vio al hombre-perro de la extraña corona en la cabeza. Le sonaba, pero no sabía de qué. Bien era cierto que era al mismo que Oromë le mandó espiar, pero sentía que lo conocía de antes. Quizás se habrían cruzado alguna que otra vez... ¿Por Ciudad Lagarto? No tenía pinta. Quizás en otros tantos lugares a los que la bruja había visitado.
Como buena asesina y cumpliendo su oficio, se escondió entre la multitud. Pudo ver que su objetivo conversaba con otras tres mujeres y... Eltrant, el hombre de la Encrucijada... Una experiencia aterradora aquella noche. También había acudido a él para que le hiciera armas y armaduras, era un buen tipo. Le sorprendió la casualidad que presentaba el que estuviese relacionado con ese hombre perro.
La Rhodes se sentó en un banco, cerca a una de las tantas tiendas de campaña que había por el lugar, junto a dos tipos que conversaban entre ellos, haciendo caso omiso a la rubia.
Vio como otro hombre bestia se acercó al grupo, un... ¿Oso? Sin duda la variedad de razas que existía en Aerandir no dejaba de asombrarla.
Por ahora parecía que la cosa no iba más que de charlas amistosas y encuentros amenos, nada sospechoso. Tras estar varios minutos más observando, se decidió por irse a por algo de beber y así distraerse, no quitando nunca la atención de aquel grupo, y en especial del hombre perro con la corona.
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Off: Interactúo con Oromë y stalkeo a Asher, Eltrant, Niniel y Naharu
-Como ordene, jefa-Se llevó una mano a la frente haciendo un mal saludo militar y acto seguido le dedicó una reverencia exagerada. Estaba especialmente vacilona aquel día. Quería divertirse y molestar a la gente a partes iguales, así que lo que la dragona le propuso no le parecía para nada una mala idea.
Tras eso, sí que se fue hacia el interior del recinto.
Paseaba con aire campante y tranquilo, observando a todo el mundo y a la vez a nadie. De pronto, vio al hombre-perro de la extraña corona en la cabeza. Le sonaba, pero no sabía de qué. Bien era cierto que era al mismo que Oromë le mandó espiar, pero sentía que lo conocía de antes. Quizás se habrían cruzado alguna que otra vez... ¿Por Ciudad Lagarto? No tenía pinta. Quizás en otros tantos lugares a los que la bruja había visitado.
Como buena asesina y cumpliendo su oficio, se escondió entre la multitud. Pudo ver que su objetivo conversaba con otras tres mujeres y... Eltrant, el hombre de la Encrucijada... Una experiencia aterradora aquella noche. También había acudido a él para que le hiciera armas y armaduras, era un buen tipo. Le sorprendió la casualidad que presentaba el que estuviese relacionado con ese hombre perro.
La Rhodes se sentó en un banco, cerca a una de las tantas tiendas de campaña que había por el lugar, junto a dos tipos que conversaban entre ellos, haciendo caso omiso a la rubia.
Vio como otro hombre bestia se acercó al grupo, un... ¿Oso? Sin duda la variedad de razas que existía en Aerandir no dejaba de asombrarla.
Por ahora parecía que la cosa no iba más que de charlas amistosas y encuentros amenos, nada sospechoso. Tras estar varios minutos más observando, se decidió por irse a por algo de beber y así distraerse, no quitando nunca la atención de aquel grupo, y en especial del hombre perro con la corona.
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Helena Rhodes
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
—Buenas tardes, hermano elfo.
—Buenas tardes, hermano dragón.
Elian conocía el protocolo y al monje, no era la primera vez que visitaba el lugar ni el primer día de la Alianza que celebraba. Sin esperar a que el hombre se lo pidiera, ofreció, sosteniéndolo con ambas manos, su bastón junto con una respetuosa reverencia. No llevaba armadura, por lo que no fue necesario extender más la ceremonia de llegada. Cumplidas las formalidades, se detuvo un momento a conversar con quien ya consideraba su amigo.
—Parece que este año vais a tener más trabajo del habitual con esas armas —dijo señalando el altar con un movimiento de cabeza—. Me crucé con mucha gente en el camino, nadie hablaba de otra cosa que no fuera la estrella y el día de la Alianza.
El monje bicentenario alzó la vista al cielo como si pudiese ver la la mencionada estrella, aunque aún había demasiada luz. Pronto aparecería en el horizonte, exactamente en el lugar hacia que miraban sus ojos.
—El hecho de que haya reaparecido precisamente ahora, después de tantos males, llena muchos corazones de esperanza. Sin duda, los ancestrales nos observan.
—Sin duda —respondió Elian por respeto, aunque para su gente las estrellas estaban bajo el dominio de Isil.
Los dos hombres conversaron aún unos minutos más, aunque el monje no tardó en ser requerido para sus funciones y el viajero se despidió y para internarse en la plaza. Aún no anochecía y ya había más gente allí que el año anterior. Iba a ser una noche interesante.
Fiel a su costumbre, Elian encendió una pequeña fogata y preparó su marmita. Había traído consigo todo lo necesario para hacer un sabroso estofado de conejo a las hierbas que poder compartir con quien quiera que se acercase a intercambiar unas palabras. Para cuando el guiso estuvo listo, sin embargo, dos cosas resultaron patentes: aquel guiso no iba a ser suficiente para todos los asistentes y tampoco hacía falta que lo fuera. El lugar se estaba llenando de carpas donde representantes de distintos lugares de Aerandir compartían manjares para todos los gustos.
—Elian, te creía aún en tierra de dragones —dijo una voz familiar a su espalda.
—Madre —contestó con una sonrisa en el rostro—, ¡esto sí que es una sorpresa! No esperaba ver a una delegación de Sandorai. —Efectivamente, su madre no estaba sola, sino que formaba parte de un amplio grupo de elfos que habían empezado a montar su carpa junto a la humilde fogata de Elian.
—Pidieron un representante de cada clan y me tocó en suerte. —La elfa se acercó a abrazar a su hijo— Me alegro de verte; tus sobrinas se alegrarán mucho de recibir noticias tuyas.
Tras saludar a su madre como era debido y presentar sus respetos al grupo de elfos, Elian procedió a ayudarles con sus quehaceres. Cuando tuvo todo listo, ya había anochecido y, junto algunos de los elfos más jóvenes de la comitiva, se detuvo un momento a observar el brillo de Enyalie en el cielo.
—Tan solo era una muchacha la última vez que apareció —dijo su madre a su lado—, pero juraría que entonces se veía más pequeña.
—¿Significa eso que este año tendremos más suerte incluso? —preguntó Elian volviéndose hacia su madre con una amplia sonrisa y depositando un beso en su mejilla.
Aún estuvo un rato con sus compatriotas, pero al cabo, decidió que era ya hora de hacer aquello para lo que supuestamente se había creado aquella celebración: relacionarse con otras gentes. Se despidió de los suyos y, cargando con su humilde marmita, echó a andar por el lugar en busca de un grupo con ganas de disfrutar de un buen guiso.
A pesar del ingente número de personas que habían acudido a la plaza aquel año, la tarea no era tan sencilla, pues la comida también era más abundante que otros años. Eventualmente, sin embargo, escuchó las palabras mágicas por parte de una voz que también le resultaba familiar.
—Yo me encargo de la comida si traes bebidas para tres, en lugar de para dos —dijo alegre el elfo alzando su guiso.
—Elian —sonrió la “joven” vampiro—, me alegro de verte de nuevo, pero me temo que te aburriría, iba a contar la historia de la Alianza. ¿Cuántas veces la habrás escuchado ya?
—Bueno, una más no me hará daño —sentenció el elfo decidido a quedarse—. Buenas noches —dijo colocando su marmita al alcance de la desconocida, como quien deposita una ofrenda—, me llamo Elian, de los Satari, y sería un honor compartir mi comida con vosotras esta noche. —Sólo entonces se dio cuenta de que no era un manto lo que adornaba la espalda de la mujer, sino un hermoso par de alas negras. Sonrió de nuevo, no creía haber conocido a alguien con alas todavía.
OFF ROL: Interactúo con Ava Kenrith (y me tomo la libertad de manejar también a Daphne, espero que no te importe).
—Buenas tardes, hermano dragón.
Elian conocía el protocolo y al monje, no era la primera vez que visitaba el lugar ni el primer día de la Alianza que celebraba. Sin esperar a que el hombre se lo pidiera, ofreció, sosteniéndolo con ambas manos, su bastón junto con una respetuosa reverencia. No llevaba armadura, por lo que no fue necesario extender más la ceremonia de llegada. Cumplidas las formalidades, se detuvo un momento a conversar con quien ya consideraba su amigo.
—Parece que este año vais a tener más trabajo del habitual con esas armas —dijo señalando el altar con un movimiento de cabeza—. Me crucé con mucha gente en el camino, nadie hablaba de otra cosa que no fuera la estrella y el día de la Alianza.
El monje bicentenario alzó la vista al cielo como si pudiese ver la la mencionada estrella, aunque aún había demasiada luz. Pronto aparecería en el horizonte, exactamente en el lugar hacia que miraban sus ojos.
—El hecho de que haya reaparecido precisamente ahora, después de tantos males, llena muchos corazones de esperanza. Sin duda, los ancestrales nos observan.
—Sin duda —respondió Elian por respeto, aunque para su gente las estrellas estaban bajo el dominio de Isil.
Los dos hombres conversaron aún unos minutos más, aunque el monje no tardó en ser requerido para sus funciones y el viajero se despidió y para internarse en la plaza. Aún no anochecía y ya había más gente allí que el año anterior. Iba a ser una noche interesante.
Fiel a su costumbre, Elian encendió una pequeña fogata y preparó su marmita. Había traído consigo todo lo necesario para hacer un sabroso estofado de conejo a las hierbas que poder compartir con quien quiera que se acercase a intercambiar unas palabras. Para cuando el guiso estuvo listo, sin embargo, dos cosas resultaron patentes: aquel guiso no iba a ser suficiente para todos los asistentes y tampoco hacía falta que lo fuera. El lugar se estaba llenando de carpas donde representantes de distintos lugares de Aerandir compartían manjares para todos los gustos.
—Elian, te creía aún en tierra de dragones —dijo una voz familiar a su espalda.
—Madre —contestó con una sonrisa en el rostro—, ¡esto sí que es una sorpresa! No esperaba ver a una delegación de Sandorai. —Efectivamente, su madre no estaba sola, sino que formaba parte de un amplio grupo de elfos que habían empezado a montar su carpa junto a la humilde fogata de Elian.
—Pidieron un representante de cada clan y me tocó en suerte. —La elfa se acercó a abrazar a su hijo— Me alegro de verte; tus sobrinas se alegrarán mucho de recibir noticias tuyas.
Tras saludar a su madre como era debido y presentar sus respetos al grupo de elfos, Elian procedió a ayudarles con sus quehaceres. Cuando tuvo todo listo, ya había anochecido y, junto algunos de los elfos más jóvenes de la comitiva, se detuvo un momento a observar el brillo de Enyalie en el cielo.
—Tan solo era una muchacha la última vez que apareció —dijo su madre a su lado—, pero juraría que entonces se veía más pequeña.
—¿Significa eso que este año tendremos más suerte incluso? —preguntó Elian volviéndose hacia su madre con una amplia sonrisa y depositando un beso en su mejilla.
Aún estuvo un rato con sus compatriotas, pero al cabo, decidió que era ya hora de hacer aquello para lo que supuestamente se había creado aquella celebración: relacionarse con otras gentes. Se despidió de los suyos y, cargando con su humilde marmita, echó a andar por el lugar en busca de un grupo con ganas de disfrutar de un buen guiso.
A pesar del ingente número de personas que habían acudido a la plaza aquel año, la tarea no era tan sencilla, pues la comida también era más abundante que otros años. Eventualmente, sin embargo, escuchó las palabras mágicas por parte de una voz que también le resultaba familiar.
—Yo me encargo de la comida si traes bebidas para tres, en lugar de para dos —dijo alegre el elfo alzando su guiso.
—Elian —sonrió la “joven” vampiro—, me alegro de verte de nuevo, pero me temo que te aburriría, iba a contar la historia de la Alianza. ¿Cuántas veces la habrás escuchado ya?
—Bueno, una más no me hará daño —sentenció el elfo decidido a quedarse—. Buenas noches —dijo colocando su marmita al alcance de la desconocida, como quien deposita una ofrenda—, me llamo Elian, de los Satari, y sería un honor compartir mi comida con vosotras esta noche. —Sólo entonces se dio cuenta de que no era un manto lo que adornaba la espalda de la mujer, sino un hermoso par de alas negras. Sonrió de nuevo, no creía haber conocido a alguien con alas todavía.
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OFF ROL: Interactúo con Ava Kenrith (y me tomo la libertad de manejar también a Daphne, espero que no te importe).
Elian
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Confirmé que el hombrecito era un rey entre mil reyes en cuanto abrió el morro y me recibió entre comentarios irónicos y una presentación algo cordial. Nadie podía negarle que era un tipo interesante, mucho más que los estoicos y aburridos reyes que habían gobernado la península de Verisar por el último siglo. Cientos de personas lo idolatraban por su carisma, y lo seguían como su legítimo líder, aún si no había nacido en la alcurnia. Algo debía estar haciendo bien.
—¡Por Ciudad Lagarto! — respondí cuando habló de las maravillas de su ciudad. Alcé mi tarro de cerveza y tomé lo que quedaba — En mi oficio, uno no teme a manchar de sangre la espada. — le guiñé el ojo cuando mencionó la "condición" de Oromë.
"Oromë" era un nombre curioso. Sonaba a algo norteño, eso seguro, pero no sabía diferenciar si era draconiano o vampiresco. A fin de cuentas, todos los norteños son iguales. Cuando habló, no vi los característicos colmillitos, por lo que concluí que debía ser una dragona. La mujer me recibió con algo de hostilidad; no era una dama fácil. Tuve que callar por unos segundos para pensar en mi próxima respuesta:
>>—No lo somos, por ahora. Ese es el encanto de estas fiestas: te aparecen amigos de la nada, y se van como vienen. — solté una afable carcajada — No te queda bien ese disfraz, querida. Lo tuyo es ser una fiera, está escrito en todo tu rostro y en... esa sonrisa. — correspondí a su gesto sonriendo pícaramente. Seguidamente carraspeé — A la comitiva de Ciudad Lagarto le falta algo de caballerosidad. ¿Cómo es que todos comen y beben, mientras tú te quedas aquí quietecita? Es imperdonable. Permíteme servirte algo... ¿un poco de vino, tal vez? — me acerqué a una mesa y serví un buen vino añejo baslodio en dos elegantes cálices ornamentados. Me volví, y le ofrecí uno a la moza. — A nuestra salud. Que estos cálices no estén envenenados, y que la estrella no caiga y nos mate a todos.
Me adelanté y le di un sorbo a la bebida. ¿Cuántas veces en la vida podías disfrutar de un vino como ese, y gratis? ¡Que el Dios del viento bendiga el día de la alianza!
Off: Interactúo con Matthew Owens (primera conversación subrayada)
Converso con Oromë (segunda conversación subrayada)
—¡Por Ciudad Lagarto! — respondí cuando habló de las maravillas de su ciudad. Alcé mi tarro de cerveza y tomé lo que quedaba — En mi oficio, uno no teme a manchar de sangre la espada. — le guiñé el ojo cuando mencionó la "condición" de Oromë.
"Oromë" era un nombre curioso. Sonaba a algo norteño, eso seguro, pero no sabía diferenciar si era draconiano o vampiresco. A fin de cuentas, todos los norteños son iguales. Cuando habló, no vi los característicos colmillitos, por lo que concluí que debía ser una dragona. La mujer me recibió con algo de hostilidad; no era una dama fácil. Tuve que callar por unos segundos para pensar en mi próxima respuesta:
>>—No lo somos, por ahora. Ese es el encanto de estas fiestas: te aparecen amigos de la nada, y se van como vienen. — solté una afable carcajada — No te queda bien ese disfraz, querida. Lo tuyo es ser una fiera, está escrito en todo tu rostro y en... esa sonrisa. — correspondí a su gesto sonriendo pícaramente. Seguidamente carraspeé — A la comitiva de Ciudad Lagarto le falta algo de caballerosidad. ¿Cómo es que todos comen y beben, mientras tú te quedas aquí quietecita? Es imperdonable. Permíteme servirte algo... ¿un poco de vino, tal vez? — me acerqué a una mesa y serví un buen vino añejo baslodio en dos elegantes cálices ornamentados. Me volví, y le ofrecí uno a la moza. — A nuestra salud. Que estos cálices no estén envenenados, y que la estrella no caiga y nos mate a todos.
Me adelanté y le di un sorbo a la bebida. ¿Cuántas veces en la vida podías disfrutar de un vino como ese, y gratis? ¡Que el Dios del viento bendiga el día de la alianza!
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Off: Interactúo con Matthew Owens (primera conversación subrayada)
Converso con Oromë (segunda conversación subrayada)
Tatsuya Suō
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
-... y por eso prefiero andar sin zapatos... ¿Te imaginas vivir en un mundo donde los zapatos llevasen a personas? Al fin y al cabo... todos tienen derecho a aspirar a cosas ¿no? Me gusta tu túnica y tu corte de pelo. Si fuera de los tuyos también las llevaría. Mañana seguiremos aquí? Espero que te crezca el pelo pronto. No me gustan tus zapatos- Gaia dedicó una sonrisa enorme al monje que le había pedido que se deshiciese de sus armas.
El hombrecito se había arrepentido de aquello 5 minutos después cuando sin aún haberse despojado de arma alguna. Gaia había decidido hacer un repaso exhaustivo de todo aquello que le venía a la mente, incluido, como no, su obsesión con los zapatos.El hombre se había intentado zafar de la chica en varias ocasiones, pero la bruja había tomado preocupación por el hecho de que el cabello del monje estaba cortado de manera extraña y aquello había molestado una parte primordial de su escaso equilibrio mental.
Aunque nada tenía que ver el pobre hombrecillo con aquello, por supuesto. Luna ronroneaba en su mente, como cada vez que sabía que Go'el estaba cerca. El alter-ego de Gaia tenía debilidad por el doctor, pues relacionaba cualquiera de sus acciones a su propia fortaleza. El resultado, sin duda era que todo podía ser posible. Al menos en los actos de Gaia.
-.¿.. Tiene algún arma o armadura, señorita?- dijo finalmente el monje con un gesto de frustración y cansancio en la mirada.
-¿Eh? - dijo finalmente Gaia-Tan solo éstas dijo levantando sus manos y sonriendo- Lo que me recuerda... ¿Sabe usted que...?
-AVANCE POR FAVOR- dijo el monje casi empujando a la chica que finalmente decidió unirse a la multitud de la que se había alejado un poco.
Luna, mi dulce, dulce Luna. ¿No es cierto que hace una noche preciosa? Sería una pena que perdiese a Go-el, Luna mi Luna... sería una pena que algun que otro... invitado perdiese su bolsa. Oh Luna mi Luna.. tantas oportunidades al alcance de nuestras manos expertas. Anda, únete a tus amigos... no queremos acabar perdida bajo este.. cometa.
Gaia avanzó como autómata salteando a alguna que otra persona que no conocía. Se acercó a un hombre que bebía cerveza de barril y tenía una pluma en el sombrero y sin decir palabra, tan solo regalándole una reverencia le quitó la pluma que llevaba y se la puso en su cabello, decorando la maraña de ondas rojizas que caía en sus hombros.
-Debo estar atenta- dijo, para nadie más que para ella-Sino, los cabellos azabache de la chica acabarán rubios como los de esa elfa- dijo refiriéndose al hechizo de ilusionismo que había usado sobre una de las invitadas al evento por petición de Go'el- Já!!! rubios como un elfoooo- empezó a reir a carcajadas-Imagínate si le creciesen las orejas!-
Uno de los monjes la miró con gesto confundido y preocupado.
-Tú también podrías ser un elfo. Solo tienes que crecer... Las orejas ya las tienes..- le dijo mientras le guiñaba un ojo y avanzaba un poco hasta situarse cerca de Go-el, la mujer que camuflaba y un hombre que hablaba con la chica.
Sonrió al llegar al lado del médico, y se agarró de su brazo como un gato que requiere caricias de su dueño.
Luna, mi Luna.. no te alejes mucho. Estoy segura que el doctor tiene planes esta noche. Estoy segura que nos harán más fuertes al final de la noche estoy...
-¿Siempre son tan aburridos?- dijo Gaia casi en un susurro a Go-el, sin especificar exactamente a quien se refería refiriéndose a todo a su alrededor.
Había vaciado su segunda jarra de cerveza y para entonces, Gaia había decidido que era mejor simplemente dejar a Luna actuar esta noche. Estaba rodeada de demasiadas personas, podría intentar simplemente pelear los impulsos de su alter-ego y aparentar ser aquello que no era. O beber, todo y más de lo que le ofreciesen.
Al fin y al cabo eso siempre hace todo más divertido, Oh Luna... mi dulce e ingenua Luna.
-Já! Pequeño murciélago!- dijo Gaia gritándole a un niño que se disponía a comprar algunos dulces de un tenderete improvisado no tan lejos de donde ella estaba- Pequeño murciélago!- volvió a gritarle, alejándose de Go-el por un momento-¿Sabes volar, pequeño murciélago? Dejó a Go'el a un lado y se acercoó al encuentro del niño
---
Interactúo primero con Goel y luego con Uri (Subrayado)
Siéntanse libres de interactuar con Gaia si les apetece ( Aténganse a las consecuencias que ello pueda tener en su cordura)
Uso de maestría: Ilusioniones
El hombrecito se había arrepentido de aquello 5 minutos después cuando sin aún haberse despojado de arma alguna. Gaia había decidido hacer un repaso exhaustivo de todo aquello que le venía a la mente, incluido, como no, su obsesión con los zapatos.El hombre se había intentado zafar de la chica en varias ocasiones, pero la bruja había tomado preocupación por el hecho de que el cabello del monje estaba cortado de manera extraña y aquello había molestado una parte primordial de su escaso equilibrio mental.
Aunque nada tenía que ver el pobre hombrecillo con aquello, por supuesto. Luna ronroneaba en su mente, como cada vez que sabía que Go'el estaba cerca. El alter-ego de Gaia tenía debilidad por el doctor, pues relacionaba cualquiera de sus acciones a su propia fortaleza. El resultado, sin duda era que todo podía ser posible. Al menos en los actos de Gaia.
-.¿.. Tiene algún arma o armadura, señorita?- dijo finalmente el monje con un gesto de frustración y cansancio en la mirada.
-¿Eh? - dijo finalmente Gaia-Tan solo éstas dijo levantando sus manos y sonriendo- Lo que me recuerda... ¿Sabe usted que...?
-AVANCE POR FAVOR- dijo el monje casi empujando a la chica que finalmente decidió unirse a la multitud de la que se había alejado un poco.
Luna, mi dulce, dulce Luna. ¿No es cierto que hace una noche preciosa? Sería una pena que perdiese a Go-el, Luna mi Luna... sería una pena que algun que otro... invitado perdiese su bolsa. Oh Luna mi Luna.. tantas oportunidades al alcance de nuestras manos expertas. Anda, únete a tus amigos... no queremos acabar perdida bajo este.. cometa.
Gaia avanzó como autómata salteando a alguna que otra persona que no conocía. Se acercó a un hombre que bebía cerveza de barril y tenía una pluma en el sombrero y sin decir palabra, tan solo regalándole una reverencia le quitó la pluma que llevaba y se la puso en su cabello, decorando la maraña de ondas rojizas que caía en sus hombros.
-Debo estar atenta- dijo, para nadie más que para ella-Sino, los cabellos azabache de la chica acabarán rubios como los de esa elfa- dijo refiriéndose al hechizo de ilusionismo que había usado sobre una de las invitadas al evento por petición de Go'el- Já!!! rubios como un elfoooo- empezó a reir a carcajadas-Imagínate si le creciesen las orejas!-
Uno de los monjes la miró con gesto confundido y preocupado.
-Tú también podrías ser un elfo. Solo tienes que crecer... Las orejas ya las tienes..- le dijo mientras le guiñaba un ojo y avanzaba un poco hasta situarse cerca de Go-el, la mujer que camuflaba y un hombre que hablaba con la chica.
Sonrió al llegar al lado del médico, y se agarró de su brazo como un gato que requiere caricias de su dueño.
Luna, mi Luna.. no te alejes mucho. Estoy segura que el doctor tiene planes esta noche. Estoy segura que nos harán más fuertes al final de la noche estoy...
-¿Siempre son tan aburridos?- dijo Gaia casi en un susurro a Go-el, sin especificar exactamente a quien se refería refiriéndose a todo a su alrededor.
Había vaciado su segunda jarra de cerveza y para entonces, Gaia había decidido que era mejor simplemente dejar a Luna actuar esta noche. Estaba rodeada de demasiadas personas, podría intentar simplemente pelear los impulsos de su alter-ego y aparentar ser aquello que no era. O beber, todo y más de lo que le ofreciesen.
Al fin y al cabo eso siempre hace todo más divertido, Oh Luna... mi dulce e ingenua Luna.
-Já! Pequeño murciélago!- dijo Gaia gritándole a un niño que se disponía a comprar algunos dulces de un tenderete improvisado no tan lejos de donde ella estaba- Pequeño murciélago!- volvió a gritarle, alejándose de Go-el por un momento-¿Sabes volar, pequeño murciélago? Dejó a Go'el a un lado y se acercoó al encuentro del niño
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Gaia
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
El aniversario del día de la alianza... Oh, que día, que festejo más hipócrita, sí hasta hace poco habían luchado en una sangrienta guerra y aquí estaban, todos reunidos en paz, celebrando y cantando, le parecía una estupidez, pero tampoco guardaba rencor, ni mucho menos, enojo u molestia. Estaba... Alegre, sabía que podía aprovechar la situación, toda persona que se dedique a su oficio sabía que las reuniones así eran bastante aprovechadoras, podías obtener información de todas partes en semejante fiesta, y claro, con mucha bebida y comida, habría algunos ebrios que deje sus bocas andar. E incluso puede que arme algún negocio allí mismo para cuando las festividades acaben, alcohol, muchas razas reunidas entre sí y diferentes grupos, algo iba a terminar mal, tenía que ser, tenía que pasar y ella debía estar ahí para cuando eso pase y ahí, aprovechar, aunque no era su principal objetivo, no.
Más bien iba en busca de conocer al resto de Aerandir, era una ocasión perfecta para hacer contactos.
Pero no esperaba ese tipo de contactos...
Había estado un buen rato en la fila para entrar, veía como a todos les desarmaban y revisaban, bah, a algunos sí, a otros no. Todos daban sus armas, parecía que habría consecuencias en caso de que no, pero... ¿Qué idiota entraría desarmado? Probablemente los confiados en sí mismos, o... Los brujos, elfos... Dragones, y demás. Ella no era uno de ellos.
Y la fila se tomaba mucho tiempo, parecía varada, hace casi unos cinco minutos que no daba un paso al frente y eso era inusual, se atrevió a mirar por su costado y a un par de personas estaba aquella bruja, una pelirroja charlando con el monje delante de ella, no le había prestado atención pero el monje parecía frustrado con ella y... La tipa parecía estar dandole charla hasta por los codos.
"Pobre tipo" pensó mientras miraba los gestos de la bruja y como claramente no iba calzada. "Pedazo de loca, como no te muevas..." resonó en su mente justo un segundo antes de que el monje la haga pasar sin siquiera quitarle una daga.
El resto no tomó mucho, dejó su arco de mala gana, asegurandole al pequeño calvo lo que le pasaría sí no se lo regresaba en las mismas condiciones para finalmente marcharse, perdiendose por las charlas y la gente reunida.
No sabía bien a donde ir, se paseó investigando cada grupo por un buen rato, y se detuvo un rato cerca de unos... ¿Bandidos? No estaba segura, pero gente de malas pintas, eso seguro. No les dió mucho interés y empezó desde allí, a mirar a los que parecían importantes de ese grupo, era fácil de deducirlo por las actitudes y las pintas que cada uno poseía. Pero ninguno le llamó la atención, eso fue claro, hasta que uno de ellos, tipo bastante extraño de hecho gritar algo que le hizo parar la oreja.
— ¡Por Ciudad Lagarto! — Le dirigió la mirada sin mover un músculo del lugar en el que estaba, ¿Esa era la comitiva de Ciudad Lagarto? Sí, definitivamente tenía las pintas. Entonces aquella mujer debía estar por ahí, ¿No? Sí es que había decidido venir, o sí es que estaba con ellos en lo absoluto. Creía recordar que ella era de esa ciudad, y una mujer tan llamativa y de su mismo gaje, más que seguro debía andar por ahí.
Y comenzó a caminar rodeando aquella junta, no le pareció verla por ningún lado, poco a poco empezó a alejarse, a los largos minutos, se ilusionó con ver una cabellera rubia que justo tenía en mente en el lado abierto de una de las tiendas, acercándose a ella divisó que estaba sola, eso no le sorprendió sí se trataba de ella, y así sin más, se encaminó hacia la supuesta asesina.
Poco a poco la figura le recordaba más y más a la mujer que buscaba, hasta que finalmente, entró a la pequeña carpa, no lo hizo de una manera muy ruidosa, quería ver de no molestar a su conocida y ahí, la observó por unos pares de segundos. ¿Estaba mirando a alguien? Eso le hizo parecer.
— Estás... ¿Haciendo algo importante? ¿Espiando a alguien que te gusta? Puedo volver luego. — Le dedicó una sonrisa bajo el pañuelo, en sus ojos se vió su mueca y ahí, procedió a sentarse a su lado mientras prestaba atención a lo que ella miraba, o al menos intentaba saber de que se trataba. — Sabía que iba a encontrarte por acá. Solo una torpe dejaría echar a perder la oportunidad de poder escuchar a todas las razas a la vez en el mismo lugar. Es un pequeño tesoro para la gente como nosotras, sí se quiere aprovechar. —
Esbozó otra sonrisa, y al hacerlo, sus mejillas le recordaron que aún poseía la máscara y su capucha, con ambas manos quitó ambas cosas revelando su rostro y su cabellera ante Helena, a la vez que miró a su alrededor buscando algo para tomar.
Menciono a los de la comisión de Ciudad Lagarto que se mantuvieron juntos y a Tatsuya.
Interactúo con Helena.
Más bien iba en busca de conocer al resto de Aerandir, era una ocasión perfecta para hacer contactos.
Pero no esperaba ese tipo de contactos...
Había estado un buen rato en la fila para entrar, veía como a todos les desarmaban y revisaban, bah, a algunos sí, a otros no. Todos daban sus armas, parecía que habría consecuencias en caso de que no, pero... ¿Qué idiota entraría desarmado? Probablemente los confiados en sí mismos, o... Los brujos, elfos... Dragones, y demás. Ella no era uno de ellos.
Y la fila se tomaba mucho tiempo, parecía varada, hace casi unos cinco minutos que no daba un paso al frente y eso era inusual, se atrevió a mirar por su costado y a un par de personas estaba aquella bruja, una pelirroja charlando con el monje delante de ella, no le había prestado atención pero el monje parecía frustrado con ella y... La tipa parecía estar dandole charla hasta por los codos.
"Pobre tipo" pensó mientras miraba los gestos de la bruja y como claramente no iba calzada. "Pedazo de loca, como no te muevas..." resonó en su mente justo un segundo antes de que el monje la haga pasar sin siquiera quitarle una daga.
El resto no tomó mucho, dejó su arco de mala gana, asegurandole al pequeño calvo lo que le pasaría sí no se lo regresaba en las mismas condiciones para finalmente marcharse, perdiendose por las charlas y la gente reunida.
No sabía bien a donde ir, se paseó investigando cada grupo por un buen rato, y se detuvo un rato cerca de unos... ¿Bandidos? No estaba segura, pero gente de malas pintas, eso seguro. No les dió mucho interés y empezó desde allí, a mirar a los que parecían importantes de ese grupo, era fácil de deducirlo por las actitudes y las pintas que cada uno poseía. Pero ninguno le llamó la atención, eso fue claro, hasta que uno de ellos, tipo bastante extraño de hecho gritar algo que le hizo parar la oreja.
— ¡Por Ciudad Lagarto! — Le dirigió la mirada sin mover un músculo del lugar en el que estaba, ¿Esa era la comitiva de Ciudad Lagarto? Sí, definitivamente tenía las pintas. Entonces aquella mujer debía estar por ahí, ¿No? Sí es que había decidido venir, o sí es que estaba con ellos en lo absoluto. Creía recordar que ella era de esa ciudad, y una mujer tan llamativa y de su mismo gaje, más que seguro debía andar por ahí.
Y comenzó a caminar rodeando aquella junta, no le pareció verla por ningún lado, poco a poco empezó a alejarse, a los largos minutos, se ilusionó con ver una cabellera rubia que justo tenía en mente en el lado abierto de una de las tiendas, acercándose a ella divisó que estaba sola, eso no le sorprendió sí se trataba de ella, y así sin más, se encaminó hacia la supuesta asesina.
Poco a poco la figura le recordaba más y más a la mujer que buscaba, hasta que finalmente, entró a la pequeña carpa, no lo hizo de una manera muy ruidosa, quería ver de no molestar a su conocida y ahí, la observó por unos pares de segundos. ¿Estaba mirando a alguien? Eso le hizo parecer.
— Estás... ¿Haciendo algo importante? ¿Espiando a alguien que te gusta? Puedo volver luego. — Le dedicó una sonrisa bajo el pañuelo, en sus ojos se vió su mueca y ahí, procedió a sentarse a su lado mientras prestaba atención a lo que ella miraba, o al menos intentaba saber de que se trataba. — Sabía que iba a encontrarte por acá. Solo una torpe dejaría echar a perder la oportunidad de poder escuchar a todas las razas a la vez en el mismo lugar. Es un pequeño tesoro para la gente como nosotras, sí se quiere aprovechar. —
Esbozó otra sonrisa, y al hacerlo, sus mejillas le recordaron que aún poseía la máscara y su capucha, con ambas manos quitó ambas cosas revelando su rostro y su cabellera ante Helena, a la vez que miró a su alrededor buscando algo para tomar.
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Menciono a Gaia.Menciono a los de la comisión de Ciudad Lagarto que se mantuvieron juntos y a Tatsuya.
Interactúo con Helena.
Lyra
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Lo normal es que la gente vuelva a su tierra para relajarse y disfrutar de un entorno familiar y afín, pero las últimas semanas en las islas no habían sido precisamente un retiro. Valeria necesitaba desconectar, necesitaba un día alegre y despreocupado. ¿Por qué no una celebración llena de gente de distintas procedencias? Y si, además, estaban todos desarmados, tanto mejor.
La bruja sabía lo que se esperaba cuando llegase a la “plaza”, por lo que había acudido al lugar sin sus armas. No tenía sentido para ella llevar consigo algo que iba a tener que dejar atrás y, de todos modos, era perfectamente capaz de defenderse sin ellas llegado el caso.
Por lo que tenía entendido Valeria, la celebración del día de la alianza había caído en el olvido hacía mucho tiempo. Sin embargo, la aparición de la estrella con su verde estela había generado una gran expectación, a juzgar por la afluencia de curiosos. Cuando llegó su turno, saludó a los monjes con una sonrisa y echó su capa hacia atrás para mostrar que no llevaba armas ni armaduras consigo. Le dieron el visto bueno y se encaminó al interior del recito, pero una tosecilla a su espalda le hizo volverse. El monje que había tosido miraba de forma severa algo detrás de su cabeza y la bruja tardó unos segundos en darse cuenta de qué se trataba.
—Mil perdones —dijo con la sonrisa del niño a quien pillan en medio de una travesura—, me había olvidado de eso.
Sin apartar la mirada del hombre alzó la mano hacia su cabeza, tomó con dos dedos el delgado dardo con el que se había acostumbrado a sujetar su cabello y, de un suave tirón, lo sacó de su sitio, dejando que su negra melena cayera libre sobre sus hombros. Lo entregó con un guiño y una elegante aunque breve genuflexión.
—Procure no pincharse con él.
Lo primero que hizo la bruja cuando se le concedió acceso fue acercarse a observar el enorme monumento. Una vez entre las espadas de piedra, cerró los ojos y, alzando las manos hacia los lados como si pudiera tocarlas desde allí, se concentró en el éter que rodeaba las esculturas. Los lugares con historia solían producir una vibración especial y aquel no era una excepción.
Una vez presentados sus respetos, Valeria abrió de nuevo los ojos y alzó la vista al cielo, hacia la estrella. Todo el mundo hablaba de ella, había oído especulaciones de todo tipo, pero nadie sabía realmente lo que significaba. Si es que significaba algo. ¿Sería realmente un mensaje de los dioses? Tal vez nunca lo supieran. Con un suspiro, la bruja bajó la vista de nuevo y, dando la espalda al monumento, se adentró en la parte más prosaica de la celebración. Había llegado andando desde el pueblo en el que se alojaba y le había entrado el hambre.
Caminando entre las tiendas en busca de algún aroma que incitase a su paladar a acercarse, distinguió a lo lejos una voz y una risa inconfundibles. Hacía ya un tiempo que no la oía, pero no cabía duda acerca de su dueño. «Matthew Owens», pensó con una sonrisa juguetona. Se volvió hacia el lugar del que venía el sonido y pudo distinguirlo pavoneándose, como no podía ser de otra manera, en medio de una comitiva de lo más variopinta.
—Disculpe —se dirigió a una mujer que pasaba por su lado—, ¿sabe quién es esa gente?
—¿Esos de ahí? —preguntó la señora señalando al grupo con gesto de desaprobación—. Será mejor que te mantengas alejada de ellos, muchacha. Vienen de Ciudad Lagarto. Su propio virrey los preside. ¡Qué desvergüenza!
—¿El virrey?
—El tipo alto y moreno con la sonrisa de chacal —respondió—. Sí, ya se que es guapo, zagala, pero hazme caso, es mejor que te guardes de esa chusma.
—Descuide —aseguró la bruja con una sonrisa amable—, me guardaré. Muchas gracias. —Y, despidiéndose de la mujer, echó de nuevo a andar, alejándose de la delegación de Ciudad Lagarto. «Así que el virrey», cavilaba con gesto divertido, «En ese caso, tal vez me acerque un día de estos a hacerte una visita».
Había estado buscando un lugar en el que sentarse tranquilamente a disfrutar de una cena completa, pero era tal la variedad de estilos culinarios a su disposición, que no pudo decidirse por un sólo lugar. Sí, sabía que los platos de Dundarak nunca la defraudaban, pero ¿qué sentido tenía aferrarse a lo que conocía cuando podía probar tantas cosas distintas? Por tal motivo, decidió ir probando pequeñas viandas a medida que avanzaba entre las distintas tiendas. Unos bocados, una conversación intrascendente, un trago quizá, y vuelta al siguiente puesto.
Se encontraba saboreando un interesante zumo que le habían ofrecido en el puesto de Sacrestic (sin sangre, le habían asegurado), cuando algo llamó su atención: dos pequeños focos de luz que se movían unos metros más allá de donde se hallaba. Tras acercarse a su origen, se dio cuenta de que había un hombre tras aquellas dos luces. Y no un hombre cualquiera, pues pudo sentir el éter que los rodeaba a él y a su amigo sin demasiado esfuerzo: brujos, dragones o vampiros, sin duda. Sonrió para sí y, sin ningún tipo de pudor, se dejó caer en una silla junto a ellos. Después de todo, aquella celebración se basaba en el intercambio y el diálogo.
—Vaya, eso de “la luz de tu mirada” te viene como anillo al dedo —dijo posando su bebida en la mesa y ofreciéndole su mano al desconocido—. Reike.
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OFF: Interactúo con Rakan'Drag, pero antes de eso, veo a Matthew Owens en la distancia y me entero de algo interesante acerca de él gracias a un npc ^^
La bruja sabía lo que se esperaba cuando llegase a la “plaza”, por lo que había acudido al lugar sin sus armas. No tenía sentido para ella llevar consigo algo que iba a tener que dejar atrás y, de todos modos, era perfectamente capaz de defenderse sin ellas llegado el caso.
Por lo que tenía entendido Valeria, la celebración del día de la alianza había caído en el olvido hacía mucho tiempo. Sin embargo, la aparición de la estrella con su verde estela había generado una gran expectación, a juzgar por la afluencia de curiosos. Cuando llegó su turno, saludó a los monjes con una sonrisa y echó su capa hacia atrás para mostrar que no llevaba armas ni armaduras consigo. Le dieron el visto bueno y se encaminó al interior del recito, pero una tosecilla a su espalda le hizo volverse. El monje que había tosido miraba de forma severa algo detrás de su cabeza y la bruja tardó unos segundos en darse cuenta de qué se trataba.
—Mil perdones —dijo con la sonrisa del niño a quien pillan en medio de una travesura—, me había olvidado de eso.
Sin apartar la mirada del hombre alzó la mano hacia su cabeza, tomó con dos dedos el delgado dardo con el que se había acostumbrado a sujetar su cabello y, de un suave tirón, lo sacó de su sitio, dejando que su negra melena cayera libre sobre sus hombros. Lo entregó con un guiño y una elegante aunque breve genuflexión.
—Procure no pincharse con él.
Lo primero que hizo la bruja cuando se le concedió acceso fue acercarse a observar el enorme monumento. Una vez entre las espadas de piedra, cerró los ojos y, alzando las manos hacia los lados como si pudiera tocarlas desde allí, se concentró en el éter que rodeaba las esculturas. Los lugares con historia solían producir una vibración especial y aquel no era una excepción.
Una vez presentados sus respetos, Valeria abrió de nuevo los ojos y alzó la vista al cielo, hacia la estrella. Todo el mundo hablaba de ella, había oído especulaciones de todo tipo, pero nadie sabía realmente lo que significaba. Si es que significaba algo. ¿Sería realmente un mensaje de los dioses? Tal vez nunca lo supieran. Con un suspiro, la bruja bajó la vista de nuevo y, dando la espalda al monumento, se adentró en la parte más prosaica de la celebración. Había llegado andando desde el pueblo en el que se alojaba y le había entrado el hambre.
Caminando entre las tiendas en busca de algún aroma que incitase a su paladar a acercarse, distinguió a lo lejos una voz y una risa inconfundibles. Hacía ya un tiempo que no la oía, pero no cabía duda acerca de su dueño. «Matthew Owens», pensó con una sonrisa juguetona. Se volvió hacia el lugar del que venía el sonido y pudo distinguirlo pavoneándose, como no podía ser de otra manera, en medio de una comitiva de lo más variopinta.
—Disculpe —se dirigió a una mujer que pasaba por su lado—, ¿sabe quién es esa gente?
—¿Esos de ahí? —preguntó la señora señalando al grupo con gesto de desaprobación—. Será mejor que te mantengas alejada de ellos, muchacha. Vienen de Ciudad Lagarto. Su propio virrey los preside. ¡Qué desvergüenza!
—¿El virrey?
—El tipo alto y moreno con la sonrisa de chacal —respondió—. Sí, ya se que es guapo, zagala, pero hazme caso, es mejor que te guardes de esa chusma.
—Descuide —aseguró la bruja con una sonrisa amable—, me guardaré. Muchas gracias. —Y, despidiéndose de la mujer, echó de nuevo a andar, alejándose de la delegación de Ciudad Lagarto. «Así que el virrey», cavilaba con gesto divertido, «En ese caso, tal vez me acerque un día de estos a hacerte una visita».
Había estado buscando un lugar en el que sentarse tranquilamente a disfrutar de una cena completa, pero era tal la variedad de estilos culinarios a su disposición, que no pudo decidirse por un sólo lugar. Sí, sabía que los platos de Dundarak nunca la defraudaban, pero ¿qué sentido tenía aferrarse a lo que conocía cuando podía probar tantas cosas distintas? Por tal motivo, decidió ir probando pequeñas viandas a medida que avanzaba entre las distintas tiendas. Unos bocados, una conversación intrascendente, un trago quizá, y vuelta al siguiente puesto.
Se encontraba saboreando un interesante zumo que le habían ofrecido en el puesto de Sacrestic (sin sangre, le habían asegurado), cuando algo llamó su atención: dos pequeños focos de luz que se movían unos metros más allá de donde se hallaba. Tras acercarse a su origen, se dio cuenta de que había un hombre tras aquellas dos luces. Y no un hombre cualquiera, pues pudo sentir el éter que los rodeaba a él y a su amigo sin demasiado esfuerzo: brujos, dragones o vampiros, sin duda. Sonrió para sí y, sin ningún tipo de pudor, se dejó caer en una silla junto a ellos. Después de todo, aquella celebración se basaba en el intercambio y el diálogo.
—Vaya, eso de “la luz de tu mirada” te viene como anillo al dedo —dijo posando su bebida en la mesa y ofreciéndole su mano al desconocido—. Reike.
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OFF: Interactúo con Rakan'Drag, pero antes de eso, veo a Matthew Owens en la distancia y me entero de algo interesante acerca de él gracias a un npc ^^
Reike
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Bien bien, al menos no solo Anders, sino que la desconocida parecían haberse tomado su amenaza en serio, por más horriblemente vaga que hubiera sido. Valyria le dedico una mirada a la mujer y luego una sonrisa. –Soy Valyria, encantada.- dijo, para luego añadir más bajo, a Anders. –Que rápido me sustituyes huh…- pero después de pincharlo un poco, tocaba ponerse seria, porque esa era una situación seria.
-Si... bueno… ¿sabes cómo hemos tenido que dejar todas nuestras armas y ser buenos chicos para entrar aquí? ¿Y cómo los monjes no parecían ser muy minuciosos que digamos con eso del cacheo de armas? Pues…estoy bastante segura de que hay un tipo con una daga invisible.- en retrospectiva, era un encantamiento muy, muy chulo, tendría que averiguar cómo diablos lo había hecho y conseguirse unas flechas invisibles y horriblemente injusta.
Pero ahora que hablaba con Anders, explicando el pequeño problema de personas armadas y claramente preparadas para usar dichas armas se dio cuenta de un pequeño, pequeñísimo problema. –El tipo era…huh… pelirrojo. Y más alto que yo.- ¿Ojos? ¿Barba? ¿Ropa? Saber, no se acordaba. Y era muy posible que ese tipo no fuera el único, lo que suponía un problema bastante grande. Uno que no sabía cómo solucionar más allá de ir metiendo mano a la mitad de los invitados, cosa que sonaba como una horrible manera.
-Entonces… ¿algún plan?- Pregunto dudosa, ahora que ya había cumplido su parte y no tenía ni idea de cómo evitar el inminente desastre. –Tú también puedes ayudarnos, ¡por supuesto!- Le dijo a la chica, por si acaso se sentía excluida.
-Si... bueno… ¿sabes cómo hemos tenido que dejar todas nuestras armas y ser buenos chicos para entrar aquí? ¿Y cómo los monjes no parecían ser muy minuciosos que digamos con eso del cacheo de armas? Pues…estoy bastante segura de que hay un tipo con una daga invisible.- en retrospectiva, era un encantamiento muy, muy chulo, tendría que averiguar cómo diablos lo había hecho y conseguirse unas flechas invisibles y horriblemente injusta.
Pero ahora que hablaba con Anders, explicando el pequeño problema de personas armadas y claramente preparadas para usar dichas armas se dio cuenta de un pequeño, pequeñísimo problema. –El tipo era…huh… pelirrojo. Y más alto que yo.- ¿Ojos? ¿Barba? ¿Ropa? Saber, no se acordaba. Y era muy posible que ese tipo no fuera el único, lo que suponía un problema bastante grande. Uno que no sabía cómo solucionar más allá de ir metiendo mano a la mitad de los invitados, cosa que sonaba como una horrible manera.
-Entonces… ¿algún plan?- Pregunto dudosa, ahora que ya había cumplido su parte y no tenía ni idea de cómo evitar el inminente desastre. –Tú también puedes ayudarnos, ¡por supuesto!- Le dijo a la chica, por si acaso se sentía excluida.
- Spoiler:
- Interactuo con Anders y Irinnil. Siento que me estén quedando posts tan cortos pero esque sino
no puedo estar al dia con este evento y me da pena que espereis
Valyria
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
. . .
Acepté de buenas ganas sus palabras respecto a mi compañía y giramos con la intención de acercarnos a comer algo. Sentí cómo se apoyó en mi brazo y sorprendido, hice una ligera mueca por aquel roce inesperado. Siempre me había resultado desagradable el contacto físico con extraños, pero deduje que su intención era afectuosa e inocente, razón por la que mantuve el contacto, aunque me desharía de él en cuánto tuviera oportunidad.
- Nunca había estado aquí. De hecho, hasta hace unos días no conocía ni que este sitio existía. Ni sabía lo que había sido el Día de la Alianza. Pero la Comitiva de Baslodia me pidió que viniese y bueno... digamos que no pierdo la oportunidad de comportarme cómo un buen ciudadano.
El último dato era cierto: parte de mi coartada de delincuente local era aparentar ser todo lo contrario cada vez que tuviese la ocasión. Estar allí, representando a mi ciudad, era para mí, un gran logro. La señal definitiva de que aparentaba ser algo completamente contrario a lo que era en realidad.
- No me has dicho con quién has venido ni de dónde eres. ¿Eres parte de alguna comitiva? ¿Qué te ha traído hasta aquí?
Mientras escuchaba su respuesta, el grupo de niños bestias a los que había relatado la historia de Eugene Lasbon nos rodearon y danzaron a nuestro alrededor. Reí al contemplarlos. Parecían estar pasándoselo en grande.
Luego fuimos arrastrados hasta una mesa dónde un grupo de hombres bestias, de un amplio espectro animal, cenaban discretamente. Uno de los niños nos trajo un par de cuencos de comida. Era carne escasamente cocinada, de un aspecto algo desagradable. Le cedí uno a Astralia, mirando su rostro con burla.
- ¿Tenías hambre? ¡Buen apetito!- dije, antes de engullir la mitad de mi ración de golpe.
- Nunca había estado aquí. De hecho, hasta hace unos días no conocía ni que este sitio existía. Ni sabía lo que había sido el Día de la Alianza. Pero la Comitiva de Baslodia me pidió que viniese y bueno... digamos que no pierdo la oportunidad de comportarme cómo un buen ciudadano.
El último dato era cierto: parte de mi coartada de delincuente local era aparentar ser todo lo contrario cada vez que tuviese la ocasión. Estar allí, representando a mi ciudad, era para mí, un gran logro. La señal definitiva de que aparentaba ser algo completamente contrario a lo que era en realidad.
- No me has dicho con quién has venido ni de dónde eres. ¿Eres parte de alguna comitiva? ¿Qué te ha traído hasta aquí?
Mientras escuchaba su respuesta, el grupo de niños bestias a los que había relatado la historia de Eugene Lasbon nos rodearon y danzaron a nuestro alrededor. Reí al contemplarlos. Parecían estar pasándoselo en grande.
Luego fuimos arrastrados hasta una mesa dónde un grupo de hombres bestias, de un amplio espectro animal, cenaban discretamente. Uno de los niños nos trajo un par de cuencos de comida. Era carne escasamente cocinada, de un aspecto algo desagradable. Le cedí uno a Astralia, mirando su rostro con burla.
- ¿Tenías hambre? ¡Buen apetito!- dije, antes de engullir la mitad de mi ración de golpe.
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Hablo con Astralia
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Eden
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Al caer sobre el golem me tomó un par de segundos pararme. No estaba tan suave como lo había imaginado. Ese par de segundos bastó para ver como Iri se lanzaba del techo, y en el instante, pude ver como iba a chocar contra la remesa, girar y clavarle la cabeza al suelo.
Excepto que no lo hizo. Era como si hubiese rebotado por arte de magia.
...Quizás lo era. Me había estado preguntando como ella había llegado al tejado en primer lugar, esto era cercano a una respuesta. Esbocé una sonrisa levantándome del golem lentamente y empujando mi espalda baja, generando pequeños "cracks" al estirarla.
—¿"Espérame"? —pregunté con un tono irónico, caminando hacia ella—, creo que tu tendrás que esperarnos a nosotros —dije sonriendo mientras volteaba hacia el tejado de nuevo cuando lo señalo. Con lo que me había costado bajarme a mí, lo había hecho lucir tan increíblemente sencillo—. Aunque es verdad que es una buena forma para encontrarse —repliqué, devolviendo la sonrisa.
Iba a proponerme presentarlas, pero la mirada de Valyria hacia Iri indicaba que ella se haría cargo de eso por sí misma. Justo en ese momento mi atención fue robada por un hombre de tez oscura. Bueno, él y la compañía que le rodeaba: un grupo de lo más variopinto, con varios y varias que quizás estarían más decentes si hubiesen estado desnudos. Una figura alta, por el peinado, me resultaba familiar, pero entre toda la gente pasando y las acciones de algunos de ellos volvían cualquier cosa difícil de discernir si no te centrabas.
Lo hice. ¿Había dicho padre?
Alcé las cejas, viéndolo a los ojos. Grises; absorbentes... acompañados por una sonrisa gatuna. Incluso la forma en la meneaba la copa era hipnótico a su manera, el líquido giraba acompañado por los movimientos de su mano, rozando todos los límite del recipiente, pero no derramaba. Le sonreí inconscientemente.
—¿Ah? —volví a Valyria, viéndola cuando me murmuro algo—. ¿S-¡Owh! —chillé al pellizco, acariciándome el brazo—. ¿Qué decías qué pasa?
Y empezó con lo de la entrada a la plaza. Vi hacia una dirección general, más o menos para donde yo me orientaba que estaría, aunque, seguro había varios puntos de entrada. Asentí a medida que preguntaba y abrí la boca atónito cuando dijo "daga invisible". Entrecerré los ojos ante la descripción. Pelirrojo.
Más alto que ella.
«Mides como 1.60, cualquiera es más alto que tú».
—¿Un plan? —seguí tras ella, sonriendo un poco. Que no dijera inmediatamente que era un chiste me hizo borrar la sonrisa. Alcé el índice con las palabras "¿has bebido mucho?" en la punta de la lengua, pero sin dejarlas salir de mis labios. Preguntando por un plan a mí, así de mal estaban las cosas.
Me puse una mano en el cuello para acariciarme suavemente mientras intentaba pensar en algo, cuando le ofreció a Irinnil ayudar volví a ver al tejado, y lentamente volví la mirada a Valyria, una mirada que sólo portaría un hombre con una mala idea.
—¿Crees que si me subo al techo y grito señalándote "¡Señores, esta mujer se muere por conocerlos! ¡Solo pelirrojos!" venga a formar fila? —dije con una sonrisa, antes de apartarme un par de pasos y subir los brazos en guardia—. E-Es broma, Val.
Miré de reojo a un lado, entonces al frente de nuevo.
—¿...Sabes? Si vinieran todos esos pelirrojos a formar fila, estando desde el tejado tendremos buena vista. Entre los que se acerquen habremos descartados posibilidades y sera más fácil buscar —comenté, en un tono que indicaba que me estaba empezando a tomar la idea en serio.
Excepto que no lo hizo. Era como si hubiese rebotado por arte de magia.
...Quizás lo era. Me había estado preguntando como ella había llegado al tejado en primer lugar, esto era cercano a una respuesta. Esbocé una sonrisa levantándome del golem lentamente y empujando mi espalda baja, generando pequeños "cracks" al estirarla.
—¿"Espérame"? —pregunté con un tono irónico, caminando hacia ella—, creo que tu tendrás que esperarnos a nosotros —dije sonriendo mientras volteaba hacia el tejado de nuevo cuando lo señalo. Con lo que me había costado bajarme a mí, lo había hecho lucir tan increíblemente sencillo—. Aunque es verdad que es una buena forma para encontrarse —repliqué, devolviendo la sonrisa.
Iba a proponerme presentarlas, pero la mirada de Valyria hacia Iri indicaba que ella se haría cargo de eso por sí misma. Justo en ese momento mi atención fue robada por un hombre de tez oscura. Bueno, él y la compañía que le rodeaba: un grupo de lo más variopinto, con varios y varias que quizás estarían más decentes si hubiesen estado desnudos. Una figura alta, por el peinado, me resultaba familiar, pero entre toda la gente pasando y las acciones de algunos de ellos volvían cualquier cosa difícil de discernir si no te centrabas.
Lo hice. ¿Había dicho padre?
Alcé las cejas, viéndolo a los ojos. Grises; absorbentes... acompañados por una sonrisa gatuna. Incluso la forma en la meneaba la copa era hipnótico a su manera, el líquido giraba acompañado por los movimientos de su mano, rozando todos los límite del recipiente, pero no derramaba. Le sonreí inconscientemente.
—¿Ah? —volví a Valyria, viéndola cuando me murmuro algo—. ¿S-¡Owh! —chillé al pellizco, acariciándome el brazo—. ¿Qué decías qué pasa?
Y empezó con lo de la entrada a la plaza. Vi hacia una dirección general, más o menos para donde yo me orientaba que estaría, aunque, seguro había varios puntos de entrada. Asentí a medida que preguntaba y abrí la boca atónito cuando dijo "daga invisible". Entrecerré los ojos ante la descripción. Pelirrojo.
Más alto que ella.
«Mides como 1.60, cualquiera es más alto que tú».
—¿Un plan? —seguí tras ella, sonriendo un poco. Que no dijera inmediatamente que era un chiste me hizo borrar la sonrisa. Alcé el índice con las palabras "¿has bebido mucho?" en la punta de la lengua, pero sin dejarlas salir de mis labios. Preguntando por un plan a mí, así de mal estaban las cosas.
Me puse una mano en el cuello para acariciarme suavemente mientras intentaba pensar en algo, cuando le ofreció a Irinnil ayudar volví a ver al tejado, y lentamente volví la mirada a Valyria, una mirada que sólo portaría un hombre con una mala idea.
—¿Crees que si me subo al techo y grito señalándote "¡Señores, esta mujer se muere por conocerlos! ¡Solo pelirrojos!" venga a formar fila? —dije con una sonrisa, antes de apartarme un par de pasos y subir los brazos en guardia—. E-Es broma, Val.
Miré de reojo a un lado, entonces al frente de nuevo.
—¿...Sabes? Si vinieran todos esos pelirrojos a formar fila, estando desde el tejado tendremos buena vista. Entre los que se acerquen habremos descartados posibilidades y sera más fácil buscar —comenté, en un tono que indicaba que me estaba empezando a tomar la idea en serio.
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Interactúo con Irinnil y Valyria. Hago mención de Ciudad Lagarto, sobretodo Matthew "Ojazos" Owens, y una pizca Tatsu (que no lo terminó de ver)
Anders
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Alisha, en su estupor ligeramente ebrio, no se dio cuenta de cierto ratón y el caos que provoco hasta que este ya hubo pasado de largo, pero realmente no era un peligro y la situación estaba controlada, así que simplemente alzó la copa en un brindis al muy esponjoso roedor y a sus extraños acompañantes. Ahora solo tenían que alzarse de municiones e ir a hablar con algún cazavampiros. La munición siendo ingentes cantidades de alcohol, por supuesto. “Ante la duda, coge el doble” decía… alguien, seguro, era una buena frase. –Mi primera cita literaria, genial.- Y brindo otra vez para ella misma.
Y casi se ahoga en un ataque de tos cuando una mujer se interpuso entre su apoyo/amiga y ella. Una autoproclamada cazavampiros. Es decir, todos lo eran, no había una escuela que entregara diplomas o algo así. Esperaba. Pero no paro allí, siguió hablando. –Que quieres que te diga, quedarte trofeos de tus victimas es más una obsesión que una muestra de experiencia. ¡No me ves a mí cargando trofeos de todos los troles de pantano que he matado! Porque eso es sosh… socipash… de mala persona.- acabo orgullosa, seseando un poco. –Es como si me dedicara a apuñalar a la gente en callejones y les arrancara un dedo. Si la guarida me pillara no me dirían “Oh, Alisha, que gran cazamaleantes estas echa” no, dirían “encerrad a esa pirada de gustos decorativosh questionables”, pero claro, como shon vampiros, no cuenta.- Pero ya se había ido cuando había acabado su discurso al suelo. –‘Ditashea. Aún tenía preguntas…- No pasaba nada. Seguro que la volvía a ver, o a alguien menos impresionante. Le servía alguien con solo… media docena de colmillos, y menos guapo. –Bien, Alisha…no esa soy yo, Aradia. ¡A catar! ¿Queréis venir? Vamos a interrogar cazavampiros. Con vino.- pregunto a los amigos de la elfa.
-¿Creéis que los brujos tienen vino mágico?- se preguntaba si beber sangre de alguien borracho transmitía la borrachera… o cambiaba el sabor… tendría que preguntar amablemente a alguien y comprobarlo.
Y casi se ahoga en un ataque de tos cuando una mujer se interpuso entre su apoyo/amiga y ella. Una autoproclamada cazavampiros. Es decir, todos lo eran, no había una escuela que entregara diplomas o algo así. Esperaba. Pero no paro allí, siguió hablando. –Que quieres que te diga, quedarte trofeos de tus victimas es más una obsesión que una muestra de experiencia. ¡No me ves a mí cargando trofeos de todos los troles de pantano que he matado! Porque eso es sosh… socipash… de mala persona.- acabo orgullosa, seseando un poco. –Es como si me dedicara a apuñalar a la gente en callejones y les arrancara un dedo. Si la guarida me pillara no me dirían “Oh, Alisha, que gran cazamaleantes estas echa” no, dirían “encerrad a esa pirada de gustos decorativosh questionables”, pero claro, como shon vampiros, no cuenta.- Pero ya se había ido cuando había acabado su discurso al suelo. –‘Ditashea. Aún tenía preguntas…- No pasaba nada. Seguro que la volvía a ver, o a alguien menos impresionante. Le servía alguien con solo… media docena de colmillos, y menos guapo. –Bien, Alisha…no esa soy yo, Aradia. ¡A catar! ¿Queréis venir? Vamos a interrogar cazavampiros. Con vino.- pregunto a los amigos de la elfa.
-¿Creéis que los brujos tienen vino mágico?- se preguntaba si beber sangre de alguien borracho transmitía la borrachera… o cambiaba el sabor… tendría que preguntar amablemente a alguien y comprobarlo.
- Off:
- No huyas Huri, no muerdo
sin permiso
En fin, principio de la trama de borrachos y preguntas questionables (?)
Alisha Lessard
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
El hambre era un mal consejero, eso Amit lo sabía bien, cuando tenía la panza vacía su lado más instintivo hacía de las suyas. Podía entender lo que le había pasado a Frosk pero no por eso dejaba de ser gracioso, el ratón se seguía riendo cuando un Bio apareció de la nada, así es, era un Ser bastante prominente pero el ratón no lo vio hasta que se paró al lado ofreciendo comida desde una bandeja.
Como buen roedor que era, Amit podía comer de todo, incluso cosas que la mayoría de las razas no acercarían a su boca por nada del mundo. Por lo que todo lo que Bluto presentó al Mausu le pareció delicioso, y estaba a punto de agarrar alguna de las frutas cuando el Hombre-Rana comenzó a tirar de él.
-Pero que... - De un tirón se soltó - ¡Puedo caminar por mi mismo! ¡Tchik! A Amit no hay que empujarlo, ni arrastrarlo, Amit sabe caminar perfectamente - Respondió bastante ofendido el Mausu mientras hacía un gesto como de quitarse el polvo de la ropa, pero casi se le caen los pantalones así que tuvo que agarrarlos rápidamente - Está bien, iremos a buscar mi bolsa con insectos, son grandes y deliciosos, así que entiendo porque tienes tanto apuro -
La Mujer-Insecto era muy silenciosa, solo cuando la vio escribiendo en una pizarra Amit se dio cuenta que era porque no podía hablar, su primer idea fue que eso debía ser muy difícil de sobrellevar en el día a día.
Eran un grupo bastante inusual, un Hombre-Rana, seguido de un Hombre-Ratón, una Mujer-Mariposa y un Bio-cibernético. Eso como mínimo causaba que la gente se diera vuelta durante algunos segundos para ver.
A medida que se iban acercando a la parte donde los Monjes guardaban todas las armas y armaduras, la vigilancia iba aumentando. Amit se escondió junto al resto de sus compañeros, asomando sus ojitos oscuros por el borde de unos barriles para espiar los movimientos de los guardias sin que lo notaran.
-Hay muchas cosas - Señaló lo evidente - ¿Como encontraremos mi bolsa entre todo eso? - Amit no era ningún ladrón, no quería llevarse nada que no le correspondiera, por lo que tenían que llegar a las cosas, buscar lo más rápido posible y salir de allí - La bolsa es como de este tamaño, está hecha de cuero y cerrada con un cordel para que los insectos no se escapen - No era necesario aclarar que estaban vivos.
Con mucho cuidado, el Mausu se pegó al piso y empezó a arrastrarse lentamente hacia la montaña de armas. Se escabulló entre algunos arbustos, luego corrió hasta estar detrás de unos pastisales largos, y cuando ya no le quedó nada para esconderse, simplemente caminó en puntas de pie.
-¿Quién está ahí? - Exclamó de pronto uno de los Monjes.
A Amit se le erizaron los pelos de la espalda y dio un salto para esconderse tras una piedra.
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-Interactuo con Frosk y Ruru
Como buen roedor que era, Amit podía comer de todo, incluso cosas que la mayoría de las razas no acercarían a su boca por nada del mundo. Por lo que todo lo que Bluto presentó al Mausu le pareció delicioso, y estaba a punto de agarrar alguna de las frutas cuando el Hombre-Rana comenzó a tirar de él.
-Pero que... - De un tirón se soltó - ¡Puedo caminar por mi mismo! ¡Tchik! A Amit no hay que empujarlo, ni arrastrarlo, Amit sabe caminar perfectamente - Respondió bastante ofendido el Mausu mientras hacía un gesto como de quitarse el polvo de la ropa, pero casi se le caen los pantalones así que tuvo que agarrarlos rápidamente - Está bien, iremos a buscar mi bolsa con insectos, son grandes y deliciosos, así que entiendo porque tienes tanto apuro -
La Mujer-Insecto era muy silenciosa, solo cuando la vio escribiendo en una pizarra Amit se dio cuenta que era porque no podía hablar, su primer idea fue que eso debía ser muy difícil de sobrellevar en el día a día.
Eran un grupo bastante inusual, un Hombre-Rana, seguido de un Hombre-Ratón, una Mujer-Mariposa y un Bio-cibernético. Eso como mínimo causaba que la gente se diera vuelta durante algunos segundos para ver.
A medida que se iban acercando a la parte donde los Monjes guardaban todas las armas y armaduras, la vigilancia iba aumentando. Amit se escondió junto al resto de sus compañeros, asomando sus ojitos oscuros por el borde de unos barriles para espiar los movimientos de los guardias sin que lo notaran.
-Hay muchas cosas - Señaló lo evidente - ¿Como encontraremos mi bolsa entre todo eso? - Amit no era ningún ladrón, no quería llevarse nada que no le correspondiera, por lo que tenían que llegar a las cosas, buscar lo más rápido posible y salir de allí - La bolsa es como de este tamaño, está hecha de cuero y cerrada con un cordel para que los insectos no se escapen - No era necesario aclarar que estaban vivos.
Con mucho cuidado, el Mausu se pegó al piso y empezó a arrastrarse lentamente hacia la montaña de armas. Se escabulló entre algunos arbustos, luego corrió hasta estar detrás de unos pastisales largos, y cuando ya no le quedó nada para esconderse, simplemente caminó en puntas de pie.
-¿Quién está ahí? - Exclamó de pronto uno de los Monjes.
A Amit se le erizaron los pelos de la espalda y dio un salto para esconderse tras una piedra.
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Uriel estaba tan animado, traerlo había sido lo correcto, sí estaba feliz entonces mi sistema lo calificaba como una acción adecuada, sí algún orgánico sentía tristeza ante mis acciones el sistema lo señalaba como una acción errada. Era una actividad sencilla y con una lógica absoluta, los orgánicos no solo sufrían con el daño físico, también el psicológico.
-No es necesario apurarse, visitaremos todos los puestos si lo deseas ¿Sí? - Sonreí y apreté su mano, esa última acción la había aprendido hacía relativamente poco, y les daba a entender a las personas que había afecto en mis palabras, incluso aunque no lo hubiese.
Un silbido y dos figuras conocidas llamaron nuestra atención, incliné la cabeza y con gesto neutro respondí al saludo. En cambio Sophi recibió la atención y una demostración de afecto por parte de Lavey, la Vampiro hizo un gesto que mi sistema no logró identificar, y le dio un empujón no demasiado fuerte a la joven dragona para que tome distancia.
-¿Tu mamá te da permiso? - Sonrió de medio lado la pirata, aún así no se negó a que la muchacha la acompañe.
-Hola Reivy - Incliné la cabeza - No veo el sentido en ingerir nada de eso, pero tal vez a Uriel le podría gustar ¿Podrías guiarnos hasta allí? - Casi al instante apareció Alward - Es físicamente imposible que los ojos se caigan por sí solos de las cuencas. No simplemente por el acto de mirar - Sonreí correspondiendo al gesto del Humano - Sí, es bueno verte ¿Correcto? - Bajé la mirada cuando señaló al vampiro, pero no lo presenté porque Uriel era perfectamente capaz de hacerlo solo.
Mientras estábamos en eso, Sophitia iba directo a los barriles de cerveza, resultaba preocupante que tuviera semejante cantidad de alcohol sin ningún tipo de límite. Se suponía que la festividad debía ser pacífica, y la Vampiro tendía a ponerse agresiva cuando bebía de más.
-¿Cuantas borracheras has vivido? - Miró a Lavey de arriba a abajo - Y no digas mentiras, porque a la segunda jarra me daré cuenta -
-¿Presa? ¿Cazar? - Me gire hacía Reivy - Los actos violentos están prohibidos, no debes dañar a ningún orgánico ¿Sí? - La dragona ya sabía cómo eran las reglas de mi sistema, sí veía que intentaba algo estaría obligada a intervenir. Nuevamente una voz conocida me distrajo - ¿Siria? - Sonreí casi sin diferencia de tiempo entre el final de la oración y la acción - Yo no necesito comer, pero quizás los demás podrían disfrutarlo -
Sophitia metió una jarra directamente en el barril, debía ser aproximadamente un litro de cerveza sin una gota de espuma. La vampiro sonrió y lo levantó para brindar.
-Dedicado al día de la Alianza, una pena que no pude venir cuando pasó la primera vez - Luego se llevó la jarra a los labios y comenzó a beber sin pausa.
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*Interactuo con Uriel, Reivy, Alward y Siria
-No es necesario apurarse, visitaremos todos los puestos si lo deseas ¿Sí? - Sonreí y apreté su mano, esa última acción la había aprendido hacía relativamente poco, y les daba a entender a las personas que había afecto en mis palabras, incluso aunque no lo hubiese.
Un silbido y dos figuras conocidas llamaron nuestra atención, incliné la cabeza y con gesto neutro respondí al saludo. En cambio Sophi recibió la atención y una demostración de afecto por parte de Lavey, la Vampiro hizo un gesto que mi sistema no logró identificar, y le dio un empujón no demasiado fuerte a la joven dragona para que tome distancia.
-¿Tu mamá te da permiso? - Sonrió de medio lado la pirata, aún así no se negó a que la muchacha la acompañe.
-Hola Reivy - Incliné la cabeza - No veo el sentido en ingerir nada de eso, pero tal vez a Uriel le podría gustar ¿Podrías guiarnos hasta allí? - Casi al instante apareció Alward - Es físicamente imposible que los ojos se caigan por sí solos de las cuencas. No simplemente por el acto de mirar - Sonreí correspondiendo al gesto del Humano - Sí, es bueno verte ¿Correcto? - Bajé la mirada cuando señaló al vampiro, pero no lo presenté porque Uriel era perfectamente capaz de hacerlo solo.
Mientras estábamos en eso, Sophitia iba directo a los barriles de cerveza, resultaba preocupante que tuviera semejante cantidad de alcohol sin ningún tipo de límite. Se suponía que la festividad debía ser pacífica, y la Vampiro tendía a ponerse agresiva cuando bebía de más.
-¿Cuantas borracheras has vivido? - Miró a Lavey de arriba a abajo - Y no digas mentiras, porque a la segunda jarra me daré cuenta -
-¿Presa? ¿Cazar? - Me gire hacía Reivy - Los actos violentos están prohibidos, no debes dañar a ningún orgánico ¿Sí? - La dragona ya sabía cómo eran las reglas de mi sistema, sí veía que intentaba algo estaría obligada a intervenir. Nuevamente una voz conocida me distrajo - ¿Siria? - Sonreí casi sin diferencia de tiempo entre el final de la oración y la acción - Yo no necesito comer, pero quizás los demás podrían disfrutarlo -
Sophitia metió una jarra directamente en el barril, debía ser aproximadamente un litro de cerveza sin una gota de espuma. La vampiro sonrió y lo levantó para brindar.
-Dedicado al día de la Alianza, una pena que no pude venir cuando pasó la primera vez - Luego se llevó la jarra a los labios y comenzó a beber sin pausa.
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
Demian puso las mecánicas piernas de Artyhom sobre sus hombros, como si fuera un niño pequeño. Y, en cierta manera, lo era.
No digamos que desde esa altura el autómata gozaba de una vista privilegiada, que ni entre los dos juntos no sumaban tanta altura. Aún así, parecía encantado.
El chico estiró su mano y se miró sus propios dedos. Los abrió, dejando un hueco entre ellos y miró a través del mismo como si fuera un visor.
La primera figura que apareció fue una mujer cubriendo su cabeza. No la conocía, su figura no le era familiar en lo más mínimo, pero la siguió a través de la mira.
–¿Qué crees, Arty? dijo de manera suave–. ¿Animal o ave?
El autómata hizo un esfuerzo, realmente hizo que sus algoritmos intentaran encontrar una respuesta a tan inusual pregunta, pero era demasiado abierta, demasiado amplia, como para que una mente sintética pudiera siquiera acercarse. Finalmente optó por decir algo que le era familiar.
–Gorrión.
Demian asintió con una leve sonrisa. Los Gorriones, Artyhom había estado en ese proyecto desde sus inicios, desde que un par de chicos buscaran refugio tras enfrentar un cruel vampiro. ¿Cuántos desafíos había enfrentado luego de ello?
–Gorriones, entonces.
Comenzó como uno solo, un pajarito de plumas de distintos tonos de marrón, saliendo de entre sus dedos, como si hubiera estado allí todo el rato. le siguió otro, y otro, y de pronto era toda una bandada desenfrenada volando en un unísono caótico.
Las aves salieron a toda velocidad hacia la persona indicada por la mirada de Demian, aquella que había dejado en la mira de sus dedos, la mujer encapuchada.
Por supuesto, los gorriones eran sólo una ilusión, pero Demian es capaz de crear ilusiones muy reales... y molestas.
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Demian
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Re: El Día de La Alianza, Aniversario 10 años [Evento Social]
A la derecha de Matthew, Eyre se había mantenido sonriente y silenciosa a medida que la pintoresca caravana que representaba a Ciudad Lagarto llegaba la celebración. En parte su sonrisa era sincera, pues era la primera vez que sus ojos veían a todas las razas compartiendo pacíficamente una ocasión como aquella, y era también la primera vez que sus pies pisaban territorios tan lejanos como las Tierras del Este. Pero, por otro lado, esa sonrisa tan medida y cautelosa ocultaba la incomodidad que sentía al tener que compartir a su amado con el resto de sus... ¿seguidores?
No había sido difícil para ella hacer amistad con la mayoría de las chicas del prostíbulo; muchas acudían a ella por sus conocimientos con las hierbas, y Eyre las ayudaba encantada. Sin embargo, no terminaba de simpatizar con las otras mujeres que rondaban a su prometido. Especialmente con la peliblanca, que siempre se mostraba hostil y hablaba como si su lengua fuera la de una serpiente, lanzando comentarios que la joven bruja apenas se dignaba a responder con una mirada de desdén antes de voltear hacia otro lado, no por intimidación, sino porque se negaba a entrar en un juego donde pudiera hacer de aquella su enemiga. Al fin y al cabo, su premisa primera era: Las mujeres deben mantenerse unidas... aunque una se mostrara más dispuesta que la otra a mantener la paz.
No tuvo problema en dejar su única daga en manos de los dragones. Al contrario; los observó desde su montura con una curiosidad reverencial brillando en su mirada, en contraste con la condescendencia que habían mostrado algunos de los otros acompañantes del Virrey.
-¿Tú también vienes con ellos? -Inquirió con neutralidad uno de los hombres, aunque Eyre pudo intuir curiosidad en la cadencia de su tono.
-Así es, señor. -Sonrió con naturalidad e inclinó la cabeza como si no conociera el motivo de la sorpresa. Por supuesto, no era la primera vez que alguien la veía como una pieza extraña en un rompecabezas al cual no pertenecía, y ya se había acostumbrado a esas miradas de asombro.
Ingresó junto a la comitiva y se mantuvo callada a un lado de Matthew la mayor parte del tiempo, solo alejándose un poco cuando avistaba alguna interacción interesante que merecía ser seguida con la mirada, o para ir a buscar algo de beber. En eventos así afloraba su naturaleza más tímida... y temía dejar solo al humano el suficiente tiempo como para que se desarrollara algún tipo de situación extraña en torno a él, como solía pasar.
Además, apenas desviaba la mirada de él por dos minutos, y cuando volvía a verlo ya estaba manoseando a alguien más de la cuenta.
Esperó a que el recién llegado pasara su atención de Matthew a Oromë antes de poder tomar el brazo del humano para, con un amable tirón, indicarle que se agachara para poder susurrarle al oído:
-Vuelves a besar a alguien que no sea yo, Matt... -Canturreó con el tono más dulce del mundo- ...y tendrás más de una cicatriz de flecha en donde tú ya sabes. ¿Está bien?
Le besó la mejilla, dedicó una amena sonrisa a la dragona y dio otro sorbo a su vaso de jugo.
Interactúo con Matthew y Oromë. Menciono a Tatsuya.
Interrumpo mi ausencia para participar del evento. Tenemos que ser muchos, ¿no? Pero tranquilos, después de esto vuelvo a echar bomba de humo (?)
No había sido difícil para ella hacer amistad con la mayoría de las chicas del prostíbulo; muchas acudían a ella por sus conocimientos con las hierbas, y Eyre las ayudaba encantada. Sin embargo, no terminaba de simpatizar con las otras mujeres que rondaban a su prometido. Especialmente con la peliblanca, que siempre se mostraba hostil y hablaba como si su lengua fuera la de una serpiente, lanzando comentarios que la joven bruja apenas se dignaba a responder con una mirada de desdén antes de voltear hacia otro lado, no por intimidación, sino porque se negaba a entrar en un juego donde pudiera hacer de aquella su enemiga. Al fin y al cabo, su premisa primera era: Las mujeres deben mantenerse unidas... aunque una se mostrara más dispuesta que la otra a mantener la paz.
No tuvo problema en dejar su única daga en manos de los dragones. Al contrario; los observó desde su montura con una curiosidad reverencial brillando en su mirada, en contraste con la condescendencia que habían mostrado algunos de los otros acompañantes del Virrey.
-¿Tú también vienes con ellos? -Inquirió con neutralidad uno de los hombres, aunque Eyre pudo intuir curiosidad en la cadencia de su tono.
-Así es, señor. -Sonrió con naturalidad e inclinó la cabeza como si no conociera el motivo de la sorpresa. Por supuesto, no era la primera vez que alguien la veía como una pieza extraña en un rompecabezas al cual no pertenecía, y ya se había acostumbrado a esas miradas de asombro.
Ingresó junto a la comitiva y se mantuvo callada a un lado de Matthew la mayor parte del tiempo, solo alejándose un poco cuando avistaba alguna interacción interesante que merecía ser seguida con la mirada, o para ir a buscar algo de beber. En eventos así afloraba su naturaleza más tímida... y temía dejar solo al humano el suficiente tiempo como para que se desarrollara algún tipo de situación extraña en torno a él, como solía pasar.
Además, apenas desviaba la mirada de él por dos minutos, y cuando volvía a verlo ya estaba manoseando a alguien más de la cuenta.
Esperó a que el recién llegado pasara su atención de Matthew a Oromë antes de poder tomar el brazo del humano para, con un amable tirón, indicarle que se agachara para poder susurrarle al oído:
-Vuelves a besar a alguien que no sea yo, Matt... -Canturreó con el tono más dulce del mundo- ...y tendrás más de una cicatriz de flecha en donde tú ya sabes. ¿Está bien?
Le besó la mejilla, dedicó una amena sonrisa a la dragona y dio otro sorbo a su vaso de jugo.
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Interrumpo mi ausencia para participar del evento. Tenemos que ser muchos, ¿no? Pero tranquilos, después de esto vuelvo a echar bomba de humo (?)
Eyre
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