[Cerrado] Aracnofobia [Interpretativo - Libre]

Hacía mucho tiempo que la suerte no me dedicaba una sonrisa, pensó Erzsebéth. Después de lograr arrebatar a su amigo de las zarpas de las arañas y dejarlas desangrándose, había empezado a arrastrarlo por aquel túnel con todo el ímpetu que poseía. Entre los tacones, el hambre y el cansancio, no era su mejor momento para ayudar a otra persona, pero no podía dejar que Bio yaciese allí sin más. Lo sujetaba con fuerza e intentando no hacerle daño por muy inconsciente que estuviese, agarrándolo por ambas muñecas y tirando de él esquivando las rocas y demás objetos extraños o punzantes que pudiese encontrar en el camino. Las antorchas iluminaban la estancia, al parecer predispuestas allí por la ausencia de telarañas y nidos. La tenue luz se reflejaba en el bello rostro del vampiro, adornado por hileras de sangre que brotaban de sus sienes; sus cabellos alborotados y su respiración agitada, como si estuviese teniendo una pesadilla peor de la que ya estaban viviendo.

Pero esa pesadilla terminó como empezó, con ambos "sanos y salvos", y a las puertas de aquellas nefastas minas a las que jamás, al menos no en compañía del cazador, volverían a adentrarse. Cuando logró sacarlo del todo y cerciorarse de que nadie había seguido sus pasos, se sentó en el suelo y apoyó la cabeza de Bio en su regazo. Le apartó el cabello de la frente para observar si tenía alguna otra herida, y al no observar nada más le acarició el pelo. Seguía refunfuñando a sus adentros, como si estuviese sufriendo males que nadie podía resolverle. Intentó musitarle palabras agradables, para tranquilizarle, y fue dándole pequeños pellizcos en las mejillas.

—Dijiste que me sacarías... y bueno, ha sido al revés —rió él, acariciando sus mejillas después de pellizcarle. Se tornaban un poco rojas y el sudor recorría su cara—. Ya estamos a salvo, Bio. Ahora deberías llevarme a comer a un sitio bonito y no permitir que siga hablando sola...

La noche se presentaba aun más hermosa que la última vez. La luna se alzaba poderosa y redentora; su manto protector nos había aportado las fuerzas desde que nos convertimos en vampiros y siempre estaba cuando entrábamos y salíamos de los peores problemas. No pude más que dar las gracias al aire por poder disfrutar de un momento de paz y soledad con mi querido y reafirmado amigo.

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