La Recolección De Guld [Libre][Noche]

Con mi carne en mano estaba alerta, no sabía en qué momento esas cosas atacarían. Por un instante la voz, o mejor dicho, los gritos de Nero me distrajeron haciéndome voltear hacia la dirección del sonido. - Y de dónde carajos crees que voy a sacar... ah espera. Creo que sé de donde. - Había recordado algo, pero primero la prioridad era deshacerse de la carne.

Respiré profundo, era demasiada presión y si Nero se ponía de malas sabía cómo podía terminar eso para todos. - Dioses, no me fallen ahora... - Pensé, rezando en voz alta esperando que esta vez no volviera a su lugar, y de hacerlo, estaba el plan de ese extraño escudo.

Ahora que tenía la mano libre hurgué en mi bolsa y saqué la cantimplora. - No es cerveza, pero es licor, lo traje pensando que en caso de que hiciera frío pudiera calentarme. Es todo tuyo. - Se lo lancé para que atrapara aquello, un vacío legal podría decirse pero era lo único que tenía a la mano en ese momento.

Me sentía intranquila... por lo que me puse en guardia preparada para lo peor. El ambiente era tenso, hostil, se podía percibir una particular sed de sangre que generaba escalofríos, luchas en estas circunstancias no era placentero, el no poder ver bien en esa niebla me frsutraba. Creo que esta experiencia me haría considerar tener algún arma punzante.   

Me encontraba terminando de colocar mis ropas, ya que inevitablemente, al transformarme en lobo, había prendas de mi ropa que perdía en el proceso. - Voy a tener que conseguir algo para que cuando me convierta en lobo no pierda tantas cosas, esto es algo molesto. - Me decía a mi mismo mientras me colocaba mis guantes y luego me volvía a colocar mis botas para así terminar de vestirme.

El hecho de que las gárgolas estuviesen rondando por nuestra zona, inevitablemente hizo que el ambiente se sintiera mucho más pesado. Había mucha tensión. Guardé la cantimplora de licor en mi mochila y comencé a ver de un lado a otro. La neblina no ayudaba mucho a que lograra divisar aquellas bestias, y eso me molestaba. Seguramente este ambiente era favorable para esas cosas que amenazaban nuestro trabajo.

Aunque lo que si alcancé a notar fue cómo un "algo" de color oscuro volaba hacia la zona donde me encontraba. Cuando esa cosa cayó al piso, me cubrí un momento mi nariz. - Carajo, entonces de esas cosas proviene esa peste. - Si bien había escuchado entre los gritos. Las carnes apestosas atraían a las gárgolas había algo que me causaba curiosidad, ¿bastaría con tener una de esas cosas en mi territorio para que estas cosas? Quería deshacerme de ese terrible hedor, pero mi curiosidad sobre ese tema atraía mi atención.

Me encaminé hacia aquella carne fétida y la miré a una distancia de veinte o treinta centímetros. Tan solo su aspecto era horrible, pero su olor era espantoso. Tu y yo realizaremos un pequeño experimento. - Dije en mis adentros mientras sonreía levemente. Dicho eso me encaminé hacia la herramienta de nombre impronunciable, pero me tropecé con algo. - ¿Mmm? - Me volví a agachar y noté algo incrustado en el suelo, escarbé un poco con mis manos y de allí logré sacar otro extraño escudo (1). Con este ahora eran tres. - Ahora que lo pienso. ¿Y si estos escudos están diseñados para combatir con las gárgolas? - Ese pensamiento comenzaba a invadirme, eran unos escudos muy extraños, por lo que le parecía curioso encontrar tantos en esta zona de recolección ahora que las gárgolas estaban haciendo de las suyas.

Como sea... Llevaré este con el otro. - Dicho eso dejé el nuevo escudo que me encontré junto con el otro, aunque aún tenía puesto uno de los escudos que me había encontrado. Tras ver por un momento el balde del jarabe giré y di la espalda al árbol que custodiaba. - Ahora veamos qué pasa. - Sonreí levemente. - Parece que al menos este trabajo será más entretenido de lo que esperaba. - Dije ampliando mi sonrisa, como si el hecho de tener a las gárgolas de por medio me hubiese motivado dado a que previamente el trabajo estaba resultando algo tedioso.

OFF:

Todo pasó muy rápido luego de que aquella carne desapareció de mi vista. Un aleteo demasiado cercano, luego pasos pesados en el lodo. Tensión. Levanté el escudo en dirección al sonido, sentía el vello erizado y no por tener a Elian detrás, realmente era demasiada presión.

El golpe no tardó en llegar, bufé un grito de dolor ante el impacto. Por un momento Pensé que esa baratija no resistiría, pero e un impulso de fe me mantuve erguida usando mis piernas como ancla al tiempo que escuchaba como el escudo crujía. - Lar-ga-te mal-di-ta co-sa. - Silabeaba para finalmente usar mis dones e impulsarme hacia adelante. Con ello sucedieron dos cosas,no... tres cosas.

La primera, tras un rugido espeluznante aquella maldita bestia volvió a retomar vuelo desapareciendo de nuestra vista. La segunda, el escudo se había partido de tal forma que había quedado inservible, la tercera y quizás la más trágica, debido a la inercia de la maldita gárgola volando y el impulso de ms piernas, caí de trompas al lodo quedando con una mascarilla de este.

La voz del elfo no tardó en hacerse notar, pues seguramente Nero estaba ocupado con el licor, y esperaba que feliz para no despertar a su bestia interna.

Me senté en el suelo quitándome en exceso de barro de la cara y asintiendo. - Sí, solo aturdida  algo adolorida del brazo. Esa cosa horrible sí que tenía fuerza. ¿Tu estás herido? - Lo miré de reojo con alivio.  Recordé también a Nero por lo que le grité desde donde estaba, necesitaba un respiro. - ¡Hey Nero! ¿Todo bien allá? - Hablé en voz alta.

Al cabo de un rato, ya un poco más respuesta, me levanté de mi sitio para comprobar que todo estuviera en orden en mi árbol. Por suerte el poco jarabe que tenía estaba ileso. Volví a tomar el artefacto y lo clavé en otra parte del árbol.  -  Ahora todo esto tiene más sentido... maldito jarabe, espero que valgas la pena.

Me di la vuelta, debía encontrar a Gaegel y saber si estaba bien. Había olvidado por completo usar la medalla por lo que me fui a lo practico y comencé a gritar su nombre . - ¡Hey Gaegel! ¡Gaegel! ¿Estás con vida? ¡Contesta maldito perro! - Estaba tensa, y cómo no después de semejante experiencia.

Esperaba que las cosas se tranquilizaran un poco al menos por un rato.   

Allí me encontraba. Parado al lado de mi herramienta de nombre impronunciable. Miraba al cielo con la expectativa, después de todo, a pesar de la difícil visión, ya se podían divisar esas extrañas criaturas. Después de eso noté como ellas descendieron, pero no fueron a mi zona, lo cual me hizo abrir los ojos algo sorprendido. - Pero... ¿No que siguen el olor de las carnes pútridas? - Fue en ese momento que comenzaron a escucharse estruendos debido a los estragos que habían ocasionado.

Todo eso me tenía algo confundido. - ¿Pero por qué? - Seguía sin saber lo que pasaba. Allí estaba la carne, ¿por qué no venían por ella? Y fue en ese momento cuando mi cabeza hizo conexión a los eventos que acontecían. - Claro. Ellos siguen el hedor de las carnes, pero su olfato no es lo suficientemente bueno para percibir el olor de solo un trozo. - Eso debía de ser. Su capacidad para percibir los aromas no son tan avanzadas como yo en mi forma de lobo.

El caos que ocasionaban esas gárgolas cesó y noté cómo se elevaban de nueva cuenta en el cielo. En ese momento logré escuchar la voz de Mera. Se le escuchaba molesta. - ¡Sí, estoy bien! - Le dije gritando para que también me escuchara. Era un método ortodoxo, podíamos usar las piezas metálicas, pero lo mejor sería usarlas en una verdadera emergencia. - ¿¡Y tú cómo estás!? ¿¡Esas cosas no te complicaron mucho las cosas!? - No iba a negar que ella era una guerrera que podía cuidarse sola, pero esas criaturas no eran enemigos ordinarios.

Me acerqué a mi bolso y saqué la cantimplora con licor y le di un trago. Me encontraba meditando la situación. Al menos el experimento que realicé con esa carne pútrida había cosechado sus frutos, y sabía que esas bestias no me seguirían si tengo una de esas carnes apestosas, pero tampoco podía quedarme con los brazos cruzados y dejar esa pestilencia al lado mío todo el tiempo, por lo que tendría que deshacerme de ella. - Nuestro viaje juntos ha terminado. Lo mejor es que tu sigas tu camino mientras yo sigo trabajando extrayendo ese jarabe. - Sonreí un momento, pero luego hice una mueca de desagrado, tenía que deshacerme de ella, pero el solo tomar esa carne de aspecto desagradable y textura gelatinosa era simplemente asqueroso. Me preparé para así deshacerme de esa asquerosidad.

OFF:

Su sonido era aterrador. La vaga silueta suya que se vislumbraba de vez en cuando entre la niebla contribuía a ese terror. Sein, con los latidos acelerados, miraba hacia todos lados, intentando cubrirse con el tronco de su árbol por si alguna gárgola se acercaba de más. No tenía claro si esas bestias podían ser vencidas.

Con suerte, no se acercaron demasiado a su posición y acabaron partiendo sin causarle perjuicio alguno. Resopló mientras escuchaba cómo se alejaba el sonido de sus aleteos, sintiéndose afortunado. Luego, comenzó a contemplar el escudo con detenimiento. Lo sostenía con ambas manos mientras lo observaba por las dos caras. Él, realmente, no sabía lo que era un escudo. Pero nada más verlo antes lo había cogido sabiendo que podría usarlo para cubrirse del ataque de una bestia desconocida, feroz y aterradora. - Qué formas bonitas. ¿Qué objeto será esto? - musitó sin darse cuenta, observándolo con curiosidad. Al ver que en una de sus caras tenía una especie de tiras de cuero con las que se podía agarrar con comodidad, supuso que sería alguna herramienta de combate.

Al ir a posarlo en el suelo contra el tronco del árbol, escuchó cómo alguien se acercaba desde lejos y exclamaba algunas palabras. - ¡Sale un carro! ¡Sale un carro con Jarabe para Sacrestic Ville! Lleven allí su recolección si quieren asegurarla… - Sein no se lo pensó dos veces.

- ¡Aquí! ¡Carro aquí! - gritó para que advirtieran sus intenciones de asegurar su recolección.

- ¡Tienes que venir tú! ¡Tenemos prisa! - contestó la mujer.

Sein desancló su recipiente del tronco del árbol y se acercó hacia la zona de la que venían las voces. Pronto vio el carro, y a su lado dos personas que le esperaban. - ¡Aquí tengo poco de savia! Llevad a ciudad antes de que vuelvan bestias aterradoras de roca.

- Por los Dioses. ¿Ya han venido las gárgolas? Espero que no os hayan causado muchos problemas - dijo el señor. Luego Sein le ofreció el cubo de savia y él lo vertió en un recipiente más grande del carro. - Me llamo Gervasio, joven. Disculpa mis modales, pero llevamos prisa. Esta jodida noche es horrible y cuanto más tiempo estemos por aquí más peligro corre la savia.

- ¿Gárgolas? Nombre adecuado para bestia tan fea - dijo algo atribulado, dando a entender que efectivamente ya había sufrido el tener cerca a esas bestias. - Sein es mi nombre. No preocupes. No entretengo más. Suerte en el camino de vuelta - dijo un poco acelerado, mientras se trataba de apartar el agua de lluvia de la cara. Luego cogió de vuelta el cubo, y volvió hacia su árbol.

- ¡Ah! Espera - exclamó la mujer. Sein se dio la vuelta y vio como ella se acercaba con un objeto parecido al que había encontrado antes. - Si vuelven esas malditas gárgolas esto te ayudará. No dejes que esos malditos bichos perturben la recolecta - dijo ofreciéndole un escudo*. - ¡Oh! Gracias - dijo poniéndole la mano en el hombro con una expresión agradable. En el fondo, se preguntaba qué sería ese tipo de objetos que parecían ser tan populares por allí. Había uno bajo el árbol, y ahora le ofrecían otro para proteger la recolecta. Pero decidió no hacerles perder más tiempo y se quedó con la duda.

Al acercarse de nuevo al árbol, comenzaba a notar de nuevo ese asqueroso olor. - ¡No! Argh... - Aunque aún no había logrado verlo, un maldito filete de carne podrida reposaba bajo el árbol, como disfrutando de la lluvia. Sein priorizó, sin embargo, el colocar de nuevo el cubo en el árbol para seguir recogiendo savia. Ya tendría tiempo para deshacerse de la carne.
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OFF: *Obtención del segundo escudo.

Esta vez contrato el seguro de recolección. Opción D.