La Recolección De Guld [Libre][Noche]

Apresuradamente, mi compañero y yo buscamos entre el lodo alrededor de nuestra posición mientras las bestias de piedra volaban sobre las copas doradas. La niebla dificultaba la visión, pero las sombras de gran tamaño evidenciaban la amenaza de las gárgolas. El rugido de una de las bestias en nuestra dirección alertó que seriamos el objetivo del ataque. Ya desesperanzados por no conseguir ninguno de esos escudos llamativos, esperamos la embestida del monstruo, que en el último momento giró abruptamente para cambiar su dirección, apuntando al lado contrario del círculo.

Un grito ensordecedor a la lejanía hizo evidente la certeza del ataque. Tras la gran tensión, las bestias se alejaron del círculo, menos una gárgola que parecía tomar posición en el centro. Agradecidos de no haber sufrido ningún daño nos recompusimos para meditar lo sucedido, la recolección de jarabe ahora tenía un tinte distinto. Magnus hablaba desde la experiencia, era más que una competencia, más que un juego.

La niebla obstaculizaba ver, por lo que mi rango de visión se limitaba prácticamente a mis vecinos cercanos. Mientras espiaba los resultados del ataque, al voltear al pulgoso de al lado me percaté que un ruidoso borracho se acercaba a saludar al perro. Parecían conocerse, por lo que asumir que podrían formar alianzas me podría poner en desventaja, incluso con el estado de aquel sujeto con problemas de alcohol.

Las carnes son las responsables, ahora debemos deshacernos de la que tenemos…  - le dije con voz baja a mi compañero humano – el problema es que el licántropo también tiene carnes en su árbol, debemos hacer que las arroje lejos…

Mientras espiaba al lobo que conversaba con el borracho, me fijé que en su árbol varios escudos estaban en su poder. Ver tal situación me causó gran irritación, ¿por qué él tenía tantos escudos mientras nosotros no habíamos ni siquiera estado cerca…?

Hey lobo, lamento interrumpir su coqueteo, pero creo que podemos tratar de colaborar para que las malditas gárgolas no nos jodan. Tenemos que deshacernos de la carne, tú tienes y yo tengo. Y por más que a ti te sobren escudos, prefiero no arriesgarme a recibir el daño colateral de un ataque de esas bestias. – si bien la idea de interactuar con aquel sujeto no me generaba ninguna satisfacción, sabía que mientras más lejos tuviéramos a las bestias de piedra, más fácil sería recolectar el bendito jarabe.

Mientras esperaba respuesta del pulgoso, el cuervo picoteaba el brazo de Dante. Kvasir se comunicaba, seguramente dándole la información de su exploración por los aires del círculo de árboles...

Tenía que admitir que escuchar respuesta por parte de Gaegel me alivió. Sí aún estaba de mal humor pero por lo menos saber que estaba vivo era un consuelo.

- ¡No te muevas de ahí! Iré a lavarme la cara - Respondí igual de alto que la vez pasada. - E intentar encontrar un maldito escudo...- Agregué para mis adentros.

Recordaba haber visto un puesto cerca de donde nos dieron los materiales, con algo de suerte podría encontrar algo allí. Me encaminé hacia esa dirección y, tras lavar mi rostro en un barril que parecía tener agua limpia, llamó mi atención que a unos pocos metros de allí efectivamente había un sitio de ¿baratijas?

Me acerqué y tras mirar hacia el fondo allí estaba un escudo exactamente igual al que se me había roto. - ¿Cuánto por eso? - Señalé el objeto. El tosco sujeto sonrió en gesto de burla. - No acepto aeros. Traeme diamantes, cinco de esos y ... - Le callé la boca sacando lo que había hallado en el lodo hacía un buen rato. Si así podría tener un escudo no me iba a poner a discutir con el maldito anciano. Con algo ya podría hallar más diamantes o esas pútridas carnes en el peor de los casos.  

Con un nuevo escudo colgando en mi espalda iba con algo de mejor humor hacia donde había escuchado anteriormente el provenir de la voz de Gaegel. No estaba solo, Nero también se encontraba allí y un sujeto al que nunca había visto.

Caminé hacia donde Gaegel estaba y miré a su árbol. - De haber sabido que tenías una colección de esas cosas no habría cambiado mis diamantes por uno. - Le di un golpe en el hombro para drenar mi frustración. - ¿Quién es el albino? - Miré hacia Zagreus con cierta desconfianza, en teoría era al primer extraño con el me topaba pues curiosamente conocía a muchos de allí.  

En el momento que se disponía en arrojar el trozo de carne apestosa por error pisó una zona con lodo, haciendo que resbalara, haciendo que soltara la carne en el suelo. - Por los infiernos ardientes. ¿No te quieres separar de mi verdad? Se que te parezco atractivo, pero créeme que lo nuestro ya terminó, y lo mejor es seguir adelante y ver hacia el futuro. Y yo no te veo en el mío. - Le dije al trozo de carne que estaba en el lodo. Tal vez ahora que estaba cubierta de lodo haría mucho más llevadero el tomarla con las manos y deshacerme de ella.

Pero cuando me disponía en volver a tomar el trozo de carne, noté que alguien se acercaba hacia mí. En un inicio no lo reconocí, aunque al estar mas cerca noté que era Nero. - Sí... No vendría nada mal que algo les explote a esas gárgolas desgraciadas. - Dicho eso nuestras cantimploras chocaron y le di un trago a la mía. - Al menos es bueno ver personas conocidas en este lugar. - Dije con una amplia sonrisa. Me hubiese gustado tener a vecinos conocidos al lado mío. O por lo menos a la hermosa mujer alada.

Aunque parecía que Nero no fue el único que decidió acercarse a mi zona. También se acercó el hombre de cabellera albina y aspecto tenebroso. Al escuchar su, ¿saludo? Me hizo esbozar una sonrisa. - Oh, ¿Te pusiste celoso?... - Por la manera de hablar hacia mi, y su manera de comportarse, me hizo deducir que ese sujeto se trataba de un vampiro. ¿Quién vería de ese modo a un licántropo tan simpático como yo si no era un vampiro prejuicioso y su insensato repudio a mi raza? Pero si había algo en lo que concordaba con el albino era que necesitábamos deshacernos de esas carnes apestosas. - Pero hablando enserio tienes razón. Estas carnes pútridas nos van a acarrear problemas si acumulamos más... Hagamos un trato. Yo te prometo no lanzar las carnes que caigan a mi zona. Y como no quiero que tu arrojes tu carne a tu preciosa vecina, tendrás que tratar de lanzarlas a mi vecino de al lado... Estoy seguro que tienes la capacidad de hacerlo. - Le dije sonriendo ampliamente antes de decirle. - Soy Gaegel, por si te interesa.

Y de pronto noté que alguien más se acercaba. Al estar más cerca vi que era Mera. Vaya, me estaba volviendo popular. Al escucharla decir aquello sobre los escudos reí levemente. - Pues no me preguntaste. - Dije en tono burlón. Acto seguido ella preguntó por el hombre de aspecto tenebroso que estaba allí. - Pues es mi vecino de árbol y compañero en la búsqueda de mantener nuestra área limpia de carnes apestosas. - Mi vista se posó en el trozo de carne que estaba en el lodo y luego vi a la dragona. - Estamos en proceso de cumplir nuestro objetivo. - Le dije rascándome la nuca.

OFF:

Al parecer, lanzar la carne descompuesta había sido buena idea. Vale, no una excelente idea, pero le había ido mucho mejor que a su vecino recién conocido.
—¡Ah! Ups... —dijo, cuando vio cómo el pobre de Cohen era atacado por las gárgolas. Pero, Kellanved no se lo llevaría del todo gratis, puesto que por estar demasiado cerca, se llevó un par de golpes con las alas de aquellas bestias. La espada del dragón vibró en el aire cuando quizo dar una estocada a una de ellas. Vibró porque tan solo cortó el viento de la Comarca y nada más. En cambio, aquellos bichos se habían encargado de hacerle barrer el suelo con su trasero. No diría nada más que lamentarse mientras se ponía de pie; no quería verse más humillado de lo que se sentía, y admitir que le dolía el culo como si hubiera tenido contacto con varios cardos.
—¡Oye, lo siento, Cohen! En verdad que... —cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde. Kellanved esta vez no dudó en mostrar su ira, y gritó al cielo, maldiciendo— ¡Maldita gárgolas! —la mitad de su recolección había sido robada, o al menos eso calculaba a ojo rápido. Escupió hacia un lado antes de agacharse y comenzar a estrujar el tronco lo más que pudo. No le ganarían un grupo de criaturas venidas del mismo infierno, porque de allá venían, suponía.

—¿Asegurar la recolección dice? Nah, hay que ponerle emoción a esto, maldita sea —dijo el dragón, luego de escuchar el anuncio de un señor que aseguraba recibir lo recolectado para asegurarlo. Qué diablos, lo mejor era ganar tiempo y recolectar más, luego si tenía problemas, le robaría algo a sus vecinos. ¿Por qué no? ¿Era solo un concurso, no era así? No era de vida o muerte, además, alguien debía pagar por lo perdido. Sí señor, alguien debía pagar.

A la conversación llegó una mujer alta que parecía también ser conocida del grupo que se reunía con el licántropo. Se notaba cierta resistencia en el grupo ante mi presencia, cuestión que no criticaba, ya que la desconfianza era una alternativa lógica en aquella situación. Yo también interactuaba con cautela con ellos y mis intenciones eran netamente egocéntricas.

Zagreus… - respondí al lobo llamado Gaegel y a la mujer que preguntaba. – Vale, nosotros tenemos una carne – ¡Dos! – corrigió Dante que se encontraba rebuscando entre el lodo alrededor de nuestro árbol consiguiendo un nuevo pedazo de carne fétida. – Joder… - Susurré, volteando a mi compañero humano – Procuraré lanzar con fuerza la carne a ver si cae lejos de esta zona. Y si te sobran escudos no dudes en compartir, estaré al lado.

Me retiré cordialmente volviendo con Dante que me informó de lo comentado por el cuervo Kvasir, tenía información sobre todos los participantes, su recolección e incluso las carnes… No obstante, algo que llamó mi atención, es que el cuervo señaló que al parecer alrededor del círculo se encontraban diamantes por el suelo. En principio me pareció una desfachatez, pero tras reflexionar la situación actual y que en realidad no se trataba de una simple recolección sino una especie de juego macabro, un incentivo como ese parecía altamente viable…

Bueno, me encargaré de deshacernos de las carnes. Tú y el cuervo busquen esos dichosos diamantes, quizás podamos beneficiarnos si logramos encontrar algunos.

El humano y el cuervo asintieron, en equipo podrían conseguir aquellas piedras preciosas en el suelo lodoso. Yo tenía que ocuparme de las carnes, tratando de apuntar al árbol siguiente de Gaegel… Un lanzamiento difícil, pero incluso si caían con el lobo no me incomodaría con tal de sacar las carnes de mi parcela.

En nuestro haber teníamos ya dos carnes y no descartábamos encontrar otra, al parecer aquel terreno estaba repleto de aquellas piezas pútridas que atraían las bestias de roca. Debíamos deshacernos de aquella carnada para gárgolas, y tal como habíamos definido con el licántropo, la mejor forma era arrojarlas lejos. La neblina espesa dificultaba tal tarea, pero debíamos apresurarnos, ya que el silencio en el ambiente alertaba que las cosas seguramente volverían a complicarse pronto.

Zagreus, ya hemos encontrado varios diamantes, K tenía razón…- exclamó el humano con una sonrisa en el rostro por su descubrimiento. – Tenemos 7 y al parecer hay un sujeto que vende algunas cosas con estos diamantes.

Qué oportuno… – señalé con sarcasmo.

Bueno, voy a ir a ver que conseguimos, quizás caería bien uno de esos escudos que todos tienen menos nosotros…

Toda la situación me resultaba en exceso irritante. Jugaban con nosotros, alguien estaría detrás de aquel desafío retorcido del que formábamos parte. Y por más que quisiera descubrir el fondo de todo, debíamos continuar y enfocarnos en la “recolección”.

El jarabe salía de forma continua por el aparatejo de extracción. Nuestras cubetas rebosaban del líquido de Guld y sabía que no podíamos permitir que las gárgolas o cualquiera de los demás participantes nos arrebataran lo que llevábamos recolectado. Por lo que debíamos enfocarnos en proteger nuestra área.

Mientras Dante y el cuervo se alejaron entre la niebla para buscar aquel dichoso comerciante de diamantes, Magnus saludó con disimulo desde los árboles.

¿Vienes a cobrar lo de antes?

Sí que eres inteligente, sí. Veo que les ha ido bastante bien desde mi empujoncito, ahora toca ayudar a otros desgraciados que no han tenido tanta suerte con las gárgolas…

Con una mirada inquisidora reté al ladronzuelo, estaba muy enterado de todo lo que sucedía en aquella recolección y en hasta cierto punto era parte de aquel circo.

Tranquilo, sé que tienes preguntas, pero yo no soy quien puede darte respuestas. Solo te puedo decir que te prepares, a la distancia ya se pueden oír el aleto de las alas rocosas.

Toma lo que necesites y no regreses… - el hombre velozmente tomó algunos centímetros de jarabe y acto seguido se esfumó entre las sombras de la noche.

Tras la incordia visita, me centré en lanzar las carnes. Tomé el primer trozo fétido y apuntando lejos me dispuse a arrojarla. El olor era insoportable y el fango en el suelo dificultaba tomar impulso para propiciar el lanzamiento. No sería un tiro sencillo, pero no teníamos alternativa.

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Off
Realizo
OPCIÓN C: Talismanes Mágicos
1) Evaporación de carnes fétidas
2) Fuerza para lanzamiento
3) Cubo de fortaleza
OPCIÓN F: La tienda de Galvis
- 5 diamantes = 1 escudo
OPCIÓN G: Lanzamiento de Carne