La Recolección De Guld [Libre][Noche]

Nos vemos Mera. Cuídate. - Le dije antes de irme. Una vez que me quedé de nueva cuenta a solas miré un rato hacia el cielo. Seguramente esas bestias no debían de tardar en moverse. Aunque antes de cualquier cosa ocurriera. Otra figura se vislumbró en la neblina. Era una mujer, la cual al verme se acercó hacia mi. - Buena recolección, viajero. - Sonreí levemente. - Muchas gracias. Al parecer esas criaturas están provocando mucho alboroto.

La mujer asintió ante mis palabras. - Así es. Es por eso que yo me dedico a la venta de talismanes de protección. Si está interesado, podría realizarle un buen descuento. - Cuando escuché ese comentario, mi atención en esa mujer fue mucho mayor que antes. - No me vendría mal un poco de ayuda. Por lo que acepto el trato y le compraré uno de esos talismanes. - Mi respuesta hizo que la mujer esbozara una sonrisa. - Ha tomado usted una buena decisión. - La mujer me mostró los talismanes y seleccioné el que me pareció mejor. Le hice el pago y luego de eso, esa vendedora me deseo buena suerte en mi extracción de jarabe.

Hecho eso, mi vista se posó en esa carne. - Bueno, bueno... Tú y yo hemos pasado más tiempo juntos del que hubiese deseado. Por lo que creo que es el momento de decirnos adiós de una vez por todas. - Me acerqué a esa carne apestosa y la tomé con mi mano. Al menos el hecho de que estuviera cubierta de lodo hacía más llevadero el cargar esa cosa putrefacta. Me preparé de nueva cuenta y me dispuse en lanzar esa carne para alejarla de mi vista.

OFF: Hago lanzamiento de carne

Recuento de Datos hasta el turno 5.2:

...

Parecía que aquella mujer había hecho algo más que darme un talismán falso. Mi suerte fue en decadencia cuando al momento de regresar a mi árbol y haberme deshecho de ese maldito trozo de carne, las gárgolas llegaron de nuevo.

Esta vez las cosas sucedieron demasiado rápido, o tal vez eran más pues apenas y me dio tiempo de reaccionar y evitar un golpe severo gracias a el escudo, que fui directo al tronco golpeándome la espalda y llevándome conmigo el balde que había perdido gran cantidad de jarabe.

Estaba aturdida, el cuerpo me dolía producto de aquel impacto. No sé cuantos segundos, o minutos me llevó reaccionar pero podía asegurar que veía bastante borroso. Me reincorporé lentamente con ayuda del tronco. - Malditas bestias... - Me quejé por el dolor, me había golpeado en el hombro derecho. - Tch - Bufé.

A mi lado yacía el escudo roto y el balde que no tardé en acomodar de nuevo. - Por poco no la cuento... - Pensé en voz alta en la medida que tomaba la medalla con la intención de establecer un enlace mental con mi compañero. - ¿Gaegel? Necesito que vengas, creo que me disloqué el hombro. - En la espera de su respuesta y con la mano sobre el golpe, caminé torpemente hacia el árbol de Nero.

Esperaba que se encontrara bien y sobre todo que siguiera como humano, francamente le temía más que a las gárgolas y tampoco estaba en condiciones de siquiera hacerle algún tipo de frente. - ¡Nero! ¡Nero! - Llamaba repetidas veces.    

Una vez que me deshice de la carne que tenía encima, no pasó mucho tiempo cuando escuché cómo algo caía en mi zona. - ¿Qué rayos? - Aquel hedor que se había alejado cuando lancé ese trozo de carne había regresado. Lo cual quería decir que me había caído más de esas carnes apestosas. Me acerqué hacia donde provenía ese olor. - Rayos. Ahora tengo dos de esas porquerías. - Apenas me iba a disponer en lanzar esas cosas cuando noté cómo esas carnes comenzaban a evaporarse en el suelo.

Por los dioses... ¿Y eso cómo pasó? - Miraba incrédulo aquella escena cuando recordé aquella mujer que me había vendido ese talismán. Saqué de mi bolsillo ese artefacto y le sonreí ampliamente. - Pero qué buena compra he hecho con esto - Dije con una amplia sonrisa. Aunque mi tranquilidad no duró mucho, ya que comencé a escuchar ruidos en la lejanía. Las gárgolas comenzaban a moverse.

En ese momento me sentía tranquilo, ya que no tenía ninguna de esas carnes apestosas, por lo que suponía que no sería víctima de esos ataques. Pero en esa ocasión estaba equivocado. De un momento a otro, una de esas criaturas se acercó hacia donde estaba yo, tomándome muy despreocupado. - Me lleva. - Alcancé a decir antes de bloquear a esa criatura con el escudo que tenía en uno de mis brazos. El choque hizo que el escudo comenzara a crujir de una manera espantosa. - Maldita cosa... Aquí no hay carnes podridas. - El peso de la gárgola era demasiado, haciendome retroceder algunos metros hasta derribar mi balde de jarabe.

Al ver cómo el preciado líquido de color dorado caía al suelo miré irritado a esa gárgola. - Eres una criatura muy estúpida... ¡Vete a los infiernos ardientes! - Exclamé para alejarla con el escudo y luego dar un salto para golpear a la gárgola en la cabeza con el escudo. Aunque al hacer eso, aquel objeto se rompió en ese instante. Aunque al menos eso aturdió a la bestia haciendo que desistiera de atacarme.

Una vez que ella se fue, de inmediato levanté mi recipiente. - Rayos. Se cayó bastante. - Miraba con algo de decepción el balde de jarabe encogiéndome de hombros, y así continué durante un buen rato. Aunque cuando alcé mi vista noté cómo aquella hermosa mujer de cabellera negra miraba hacia mi zona. El ver una bella dama siempre alegraba la situación, por lo que moví mi diestra levemente a manera de saludo.

Pero mi momento de flirteo debía de esperar, ya que en ese momento escuché a Mera a través de la pieza metálica (1). Por lo que tomé mi pieza metálica. - Voy enseguida. Mera, no tardo. - Dicho eso, tomé los dos escudos, uno me lo coloqué en la espalda y otro en la diestra. No estaba dispuesto en dejar aquellos preciados objetos desprotegidos. Por lo que también tomé mis pertenencias y corrí hacia donde estaba Mera. La gárgola me había dejado algunos arañazos en los brazos y uno en mi mejilla, pero no era nada grave. Lo importante era ver el estado de Mera. Al llegar allí miré a mi acompañante. - ¡Mera! Déjame ayudarte. - Me acerqué hacia donde estaba ella. Podía notar cómo su hombro derecho estaba ligeramente caído. Efectivamente se lo había dislocado. Busqué en mi bolso y de allí saqué un trozo de tela. - A ver... Mete esto a tu boca, que lo que viene a continuación te va a doler. - Dicho eso tomé la diestra de Mera con mi diestra y mi siniestra se posó en su hombro. Con mi izquierda comencé a tocar su hombro. Buscando cómo debía de acomodar la articulación. - Bien. Ya sé cómo debo hacerlo. Aquí voy. - Dicho eso Alcé su diestra aplicando un jalón, buscando encajar la articulación en su lugar.

Una vez que realicé esa acción. Moví un poco su diestra para asegurarme de que esta haya quedado de manera adecuada. miré a mi acompañante. - Listo. Tu hombro quedó listo. Pero procura no cargar cosas muy pesadas en unos días, de otra forma podrías volverte a dislocar el hombro. - Le dije dedicándole una media sonrisa.

OFF: En este turno. Saludo coquetamente (?) a Ava y voy en auxilio a donde está Meraxes.
Elijo la opción A

1.- Pieza Metálica : Conexión [Encantamiento, 1 uso] Cuando dos o más de estas cuatro piezas se encuentran en un área de 200 metros de diámetro, una ligera vibración indicará que puede ser activado su efecto. Al activarse, los personajes dentro del radio de acción podrán comunicarse telepáticamente durante un máximo de dos turnos. El personaje no sabrá cuál de las otras piezas es la que está activa hasta que establezca la comunicación, pero la vibración de la suya será más intensa cuantas más piezas se encuentren en el área de acción.

Recuento de datos hasta el turno 6.1:

La respuesta por parte de Gaegel no tardó en llegar, eso me aliviaba pues quería decir que estaba bien. Quien me preocupaba era Nero, por más que llamaba no recibía respuesta alguna. Sin embargo en mi estado poco podía hacer, por lo que una vez que llegó Gaegel a mi posición le alerté. - Hay que buscar a Nero, no responde. - Se notaba mi preocupación mezclado con el dolor de la lesión.

Tampoco pasó desapercibido el hecho de ver rasguños en el rostro de él, eso sólo me mortificó más. - ¿Estás bien? Tch... esas malditas cosas. - Estaba enojada, enojada por no poder hacer algo contra ellas y por el hecho que era la segunda vez que me hacían retroceder. Esperaba que las malditas recibieran su merecido.

Gaegel no tardó en ponerse manos a la obra y tras darme un trozo de tela para morder lo siguiente fue un dolor de los mil demonios  con un grito intenso pero sumamente ahogado. Inevitablemente caí rodillas al suelo, clavaba mis uñas en el barro en la medida que respira de forma jadeante ante semejante descarga de dolor y adrenalina que recorría mi cuerpo. - Ve... por Nero, en seguida te alcanzo. - Dije entrecortada.

Sentía algo en la tierra, era curioso pues su textura era firme como la de un diamante al mismo tiempo de algo blando que me hacía la idea de lo que era. Otro maldito pedazo de carne y un diamante. Tomé ambas y tras guardar el diamante y dejar la carne a un lado - luego trataría de deshacerme de ella - me reincorporé para saber sobre el estado de ese peculiar dragón.

Rebobinaba lo dicho por Gaegel sobre no cargar peso y reía para mis adentros. ¿El tonto estaba consciente de la situación en la que estábamos? Esas malditas Gargolas podrían matarnos si bajábamos la guardia.    

Una vez que llegué a la zona donde Mera sacaba Jarabe. Lo primero que mi acompañante hizo fue mencionar que Nero no respondía, por lo que debíamos de buscarlo. Asentí con la cabeza. - Está bien, pero primero voy a atender tu brazo. - Le decía en un tono serio, después de todo, la situación no era muy complicada. Y lo mejor que podía hacer era hacer una cosa a la vez. Y por más que necesitaba asegurarme que Nero estaba bien, ahora que estaba frente a Mera debía de tratar su lesión.

Una vez que me acerqué, ella notó los rasguños en mi rostro y en mis brazos. Al escuchar aquella pregunta le dediqué una leve sonrisa. - Estoy bien. Se ve peor de lo que parece. - Dije restándole importancia a mis heridas. En comparación a lo que me había ocurrido. Mera la había pasado peor que yo. Acto seguido, y cuando acomodé su hombro en la posición adecuada, evidentemente escuché ese grito de dolor ahogado por la tela que le había dado para que mordiera. Pero al menos había resultado y ella estaría bien.

Una vez que acomodé su hombro, me senté en suelo. Aunque mi mano tocó entre el lodo algo duro, por lo que hurgué en ese lugar y saqué de allí un diamante (1). Al verlo sonreí levemente. - Mi zona de extracción parece haber acaparado los escudos para las gárgolas. Pero parece que tu tienes la zona de los diamantes. - Dije riendo levemente.[/color] - Fue en ese momento cuando escuché que me adelantara hacia donde estaba Nero. Hecho eso guardé el diamante en mi bolsillo. - De acuerdo. Me adelantaré con el.

Una vez que Mera me indicó donde estaba el árbol de Nero me dirigí hacia allá a toda prisa. No tardé mucho en llegar para así darme cuenta que alguien estaba atendiendo a Nero. Al fijarme con más claridad me di cuenta que se trataba del curtidor que me había hecho mi armadura de fieras. Cuando escuché decirle decir que estuvo cerca decidí acercarme. Aunque lo que sucedió a continuación hizo que me detuviera de nueva cuenta.

Parecía que hombres gato estaban llevándose al curtidor, por lo que me encaminé para ver cómo se encontraba Nero. Podía apreciar que estaba desmayado, por lo que acomodé un poco el rostro del dragón, y hecho eso abrí un poco su boca. Miraba atentamente a aquel hombre, y de mi bolso saqué mi cantimplora de licor y la abrí para verter un hilo de alcohol en la boca del borracho. - Esto le ayudará mucho más que la curación. - Dije entrecerrando los ojos con una media sonrisa.


OFF: Interactuó con Meraxes. Observó cómo Elian curó a Nero y luego el elfo fue llevado por los hombres gato. Luego de eso le dio el elixir de la resurrección (?) a Nero.

1.- Gaegel encuentra el diamante que había obtenido desde el turno 5.1

Recuento de Datos hasta el turno 6.2:

Justo antes de hacer el lanzamiento, el graznido del ave de plumas negras llamó mi atención, haciendo que detuviera mi acción. Dante llegaba con un escudo similar a los que el licántropo tenía y en su rostro una sonrisa pícara denotaba que tría algo más.

Tengo un escudo y además compré algo que según puede sernos útil. Pero no te distraigo, deshazte de las carnes, ya las gárgolas vienen. - dijo el humano que había adquirido un talismán por unos pocos aeros.

Lancé las carnes, pero un desliz en el último momento hizo que cayeran velozmente en el suelo lodoso a unos pocos metros, parecía que no saldrían de nuestra parcela, pero las piezas fétidas se deslizaron por el suelo húmedo hasta alcanzar el árbol de Gaegel. Quizás había incumplido mi palabra con el lobo vecino, pero tras el paso de una densa neblina, me percaté que las dos carnes ya no estaban, parecían haberse desaparecido. Me causaba profunda curiosidad a donde habían ido a parar, pero aliviado que ya no sería objeto de ataque, me dispuse a proteger con el humano nuestra recolección con más calma.

Los ruidos y quejidos del ataque se hicieron presentes, las bestias de roca ya habían iniciado su arremetida nuevamente. Nuestro árbol parecía estar seguro, pero en los alrededores se percibía gran tensión. La neblina obstaculizaba la vista, pero las gárgolas batallan cerca de nuestra posición, y así, con la misma inmediatez con la que comenzó el ataque, las bestias se fueron. Dejando un silencio incómodo y doloroso en el círculo de árboles.

Volvimos a librar, debemos asegurar nuestra recolección. – señalé cuando minutos después del ataque la mujer cuervo se dirigía a una carreta que confirmaba llevar la recolección directamente a Sacrestic, siendo así una forma de asegurar lo obtenido hasta el momento.

Dante parecía esconderse de la mujer bestia, por lo que tuve que encargarme yo de llevar la recolección a la carreta mientras el humano se ocultaba tras el árbol dorado.